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Los planetas del Sistema Solar

Primeramente, vamos a darte la definición de qué son los planetas.


Pues bien, los planetas son cuerpos celestes que, a diferencia de las
estrellas, no son incandescentes (y por eso tampoco son luminosos); sin
embargo, al ser alumbrados por el Sol, se hacen visibles.

Si te fijas bien, algunos de ellos, en función de las condiciones climáticas,


se pueden ver de noche como un puntito algo más brillante que el resto
de estrellas del cielo. Otros solo son visibles empleando telescopios.

Alrededor del Sol giran ocho planetas (9 planetas antes de la decisión de


la Unión Astronómica Internacional que decidió dejar de considerar como
planeta al pequeño Plutón).
Mercurio

Es el planeta más pequeño del sistema solar con un diámetro en su


ecuador de 4.879 kilómetros (3.031 millas). También es el más cercano
al Sol a una distancia de 57.910.000 kilómetros (35.983.605 millas).

Debe su nombre a los romanos, que lo llamaron como el “mensajero de


los dioses”, ya que descubrieron que era el planeta que más rápido se
movía de todos planetas del sistema solar.

Su órbita solar, es decir, lo que tarda en completar una vuelta entera al


sol es de 87,97 días. Su periodo de rotación, es decir, lo que tarda en
dar un giro completo sobre su eje es de 58,6 días. Del mismo modo la
inclinación sobre su eje es de 0º. Tampoco tienen ningún satélite natural
o “luna”.

Por lo tanto, en su superficie un día dura casi 1 mes y una noche lo mismo.
Por ese motivo se alcanzan de día temperaturas de hasta 425 ºC (797
ºF), y de noche temperaturas de hasta -170 ºC (-274 ºF). Lo que hace
que la media superficial sea de 179 ºC (354 ºF).
Como la Luna, Mercurio no tiene atmósfera, por lo que si estuvieras
sobre su superficie verías el cielo de color negro. Del mismo modo, verías
el Sol del doble de tamaño que en la Tierra. Desde nuestro planeta,
raramente se le ve a simple vista, antes del alba o después del crepúsculo.

Venus

Después del Sol y la Luna es el objeto más luminoso del cielo. Venus
aparece iluminado por un bello color plateado, y se ve bien a simple
vista por la mañana o por la tarde.

El diámetro de su ecuador es de 12.100 kilómetros (7.518 millas), y se


encuentra a una distancia del sol de 108.200.000 kilómetros (67.232.363
millas).

Es un poco más pequeño que la Tierra y, de todos los planetas, es el que


se acerca más a nosotros; llega a una distancia de solo 40 millones de
kilómetros.

Un día en venus, o lo que es lo mismo, el tiempo que tarda en girar sobre


sí mismo es de 243 días. Además gira en sentido contrario al de la Tierra.
Del mismo modo, tarda en completar una órbita solar 224 días. La
inclinación sobre su eje es de 177 grados.

Venus está rodeado de un denso estrato atmosférico, a causa del


cual nadie ha conseguido ver la superficie de este planeta. No cuenta con
ningún satélite natural y se pueden alcanzar temperaturas en su superficie
de hasta 480 ºC (896 ºF).

La Tierra

Después de Venus, en orden de la distancia al Sol, encontramos a la


Tierra y es nuestro hogar. Se estima que se formó hace ya unos 4.600
millones de años y tan solo hace 1.000 millones de años que se originó la
vida en ella.

La Tierra cuenta abundantemente de un elemento que resulta esencial


para la vida, el agua. Además, dentro del Sistema Solar se encuentra
dentro de lo que los científicos denominan la “zona habitable“. Esto es,
que está ubicada a una distancia del sol donde la temperatura hace que
se pueda vivir. Ni mucho calor ni tampoco mucho frío.
La Tierra cuenta con un solo satélite natural, la Luna. Que influye sobre
nuestro planeta, por ejemplo, provocando las mareas.

Marte

Llamado también “el planeta rojo” a causa de su color. Es el planeta en


el cual se dan las condiciones ambientales más parecidas a las de la Tierra.

Esto es debido a que, aunque su temperatura en superficie por la noche


es bajísima, durante día puede llegar hasta los 25 grados.

La atmósfera está muy rarificada, más o menos como la terrestre a 32.000


metros de altitud, y contiene sobre todo anhídrido carbónico y casi nada
de oxígeno.

Por esta razón el hombre no podría vivir de ninguna manera en Marte, y


probablemente no se desarrollarían ni siquiera las más sencillas plantas
terrestres.

Sin embargo hubo un tiempo, en que se pensaba que en Marte habían


mares, desiertos y hielos, del mismo modo que en la Tierra. Por otro lado,
Marte tiene dos satélites: Fobos y Deimos.
Es el último de los 4 planteas interiores del Sistema Solar, junto a
Mercurio, Venus y la Tierra. Después de Marte, encontramos un cinturón
de asteroides y a los planetas exteriores (Júpiter, Saturno, Urano y
Neptuno), todos ellos planetas gaseosos.

Júpiter

Es el más grande de los planetas del sistema solar y gira alrededor


del Sol muy lentamente, cerca de 12 años. Todavía no se sabe con
precisión de qué está constituido. Pero se conoce con certeza que es poco
denso, y además en gran parte, gaseoso.

Sin embargo no se sabe si tiene o no un núcleo sólido. Dada la gran


distancia desde el Sol (778 millones de kilómetros), en Júpiter hace mucho
frío: cerca de 150 grados bajo cero.

Júpiter aparece recubierto de nubes, y entre esas nubes apareció, en


1878, una misteriosa y gigantesca mancha roja. Nadie ha sabido nunca
explicar de qué se trata. Júpiter posee a su alrededor 67 lunas de diversos
tamaños.
Saturno

La principal característica de
Saturno son sus misteriosos anillos: parece que se trata de
fragmentos de un satélite desintegrado.

Saturno es uno de los cuatro planetas con anillos que existen en el


sistema solar junto a Júpiter, Urano y Neptuno. Y sin duda, cuenta con el
sistema de anillos más grande de todos y el más visible.

Se han descubierto hasta la fecha 62 satélites naturales en su órbita. El


mayor de todos ellos se llama Titán, y está formado por rocas y hielo. Se
cree que bajo la superficie puede existir agua en estado líquido.

Considerado uno de los planteas gaseosos, este gigantesco


planeta tiene probablemente, como Júpiter, un núcleo central sólido.

A causa del intenso frío que hay en la superficie, el amoníaco presente


está congelado. En la atmósfera han permanecido sobre todo dos gases,
el hidrógeno y el metano.
Urano

Es el tercer planeta en tamaño del sistema


solar, por ese motivo se puede observar a simple vista por la noche si las
condiciones atmosféricas son propicias.

Debe su nombre en honor a la Diosa griega Urano. Está tan lejano del Sol
que emplea 84 años en girar a su alrededor, nada más y nada menos.

Su superficie tiene una temperatura de 210 grados bajo cero. También


Urano parece ser semigaseoso. Giran a su alrededor 27 satélites.

Fue descubierto en el año 1781 por el astrónomo William Herschl.


Asimismo, Urano fue el primer planeta descubierto con un telescopio. Su
atmósfera está formada principalmente de hielo e hidrógeno.

Neptuno
Todavía más lejano al
Sol, Neptuno emplea casi 165
años en una órbita completa.
Su masa es 17 veces la masa de
la Tierra

Tiene una temperatura en la


superficie de 230 grados bajo
cero. Forma parte de los
llamados planetas exteriores.

Muy parecido a Urano, Neptuno fue descubierto en 1846. Tiene orbitando


a su alrededor 14 satélites o lunas. Las más importantes: Larisa, Proteo,
Despina y Galatea.

Plutón

En el año 2006, Dejó de ser considerado


uno de los planetas del sistema solar por
la Unión Astronómica Internacional (ver
noticia completa aquí).

Hasta esa fecha, Plutón era considerado el


planeta más alejado del Sol.

Emplea la escalofriante cantidad de 248 años para girar a su alrededor y


por cuanto se sabe de él es una esfera rocosa cubierta de gases
congelados.

Cómo se mueven los planetas


Saber qué son los planetas ha sido una labor científica de muchos años.
Hace aproximadamente dos siglos, largas y pacientes observaciones
permitieron a los astrónomos calcular la velocidad y dirección de muchos
astros.

Pero fue en 1805 cuando el alemán Herschel logró demostrar que el


Sol obedecía también a esta misma regla. Ahora sabemos que el Sol, con
todos sus planetas, viaja a la espantosa velocidad de más de 270
kilómetros por segundo, en compañía de toda su galaxia.

Herschel había estudiado durante mucho tiempo las lejanas nebulosas que
otros astrónomos anteriores a él habían supuesto integradas por millares
de astros. La llamada Vía Láctea era también una nebulosa, pero
resultaba mucho más luminosa, razón por la cual había que suponerla
mucho más cercana a nosotros que las demás.

Se le ocurrió pensar entonces que el Sol, al igual que varios centenares


de astros visibles desde la Tierra, debía formar parte de esta gran
nebulosa aislada de todas las demás: un universo aparte, una galaxia.

Y hace más de cien años se logró aislar por medio de potentes telescopios
algunas nebulosas extragalácticas, lo que demostró que Herschel no se
había equivocado.

Ya en el siglo XX se aportaron nuevas pruebas al entrar en funcionamiento


los telescopios de Monte Wilson (1905) y Monte Palomar (1944). Puedes
obtener más información en nuestro artículo historia del telescopio.

Hoy en día incluso es posible tratar de dibujar un mapa astronómico de la


galaxia, que tiene una forma lenticular, tiene un diámetro de 100.000
años luz, y está integrada por 100.000 millones de estrellas.

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