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Ernesto Chacón Macías

chacon.psico@gmail.com

Del sistema capitalista al dispositivo psicoanalítico…

(Trabajo presentado en el marco del segundo coloquio del Centro de Estudios Psicoanalíticos de
Guanajuato. Casa Trieb en Irapuato Gto. el 18 de mayo de 2019)

Agradezco a todos que estos espacios sean posibles.

En las siguientes líneas intentaré exponer un ligero esbozo de la manera en que la lógica capitalista,
en sus múltiples variantes y en sus inacabadas formas, se produce y se reproduce en nuestra sociedad,
sin que nos demos cuenta. Cómo esta lógica es adoptada e, incluso, reproducida por todos nosotros.

En un maravilloso texto de Louis Althusser que se llama “Ideología y aparatos ideológicos del
Estado” el filósofo marxista intenta estructurar algunos elementos del marxismo contemporáneo,
particularmente lo que denomina los aparatos ideológicos de Estado.

Pero vamos paso a paso, dejemos los AIE por aquí un momento. En este mismo texto, Althusser
nos propone que para existir, toda sociedad al mismo tiempo que produce y para poder producir, debe
reproducir las condiciones de su producción (cf. Althusser, 1969).

¿Cuáles son estas condiciones de producción?

Tenemos primeramente los medios de producción, por ejemplo: Para que una planta productora
mantenga los bienes materiales para seguir operando el año siguiente es necesario que haga una
adecuada planeación, que los administradores prevean lo que se ocupa y que las otras industrias de
las que necesitan hagan lo mismo. Vale decir, que la red industrial trabaje y opere de igual manera y
así se asegure la reproducción de los medios de producción; que las empresas algodoneras me surtan
para yo surtir a quien ocupa mi materia. Estos serían los medios de producción.

Así mismo tenemos a la fuerza de trabajo, o sea a los trabajadores. Para que estos sigan trabajando,
es decir para que la reproducción de la fuerza de trabajo se asegure, se otorga el salario, medio
material indispensable para vivienda, alimentación, educación, recreación, etc. Y aunque pareciera
una broma, teniendo en cuenta los salarios chafas que se tienen actualmente, estos tienen una razón
de ser en el juego capitalista, muy importante, pero será tema de otro momento.
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Aquí algo muy interesante:

No basta con asegurar a la fuerza de trabajo (trabajadores) las condiciones materiales de su


reproducción […] la fuerza de trabajo disponible (en una sociedad) debe ser […] apta para ser
utilizada en el complejo sistema del proceso de producción. La fuerza de trabajo debe ser
(diversamente) calificada, […] o sea según las exigencias de la división social-técnica del
trabajo, en sus distintos "puestos" y "empleos" (Althusser, 1969).

Y esto, indudablemente lo hace la escuela.

Hasta aquí explicamos la fuerza de trabajo y los medios de producción, surge entonces otra
condición de producción bastante importante, las relaciones de producción. Esto es, la reproducción
de la sumisión de la gente a las reglas del orden establecido, o dicho de otra manera, la reproducción
de las relaciones de producción es una reproducción de la sumisión a la Ideología dominante.

¿Pero cómo se asegura la reproducción de las relaciones de producción?

Hay varias formas, pero hablaremos de una de las más significativas, los aparatos ideológicos del
estado. (Retomemos los AIE).

Los AIE son: estructuras públicas o privadas con aparente independencia del aparato de Estado y
que operan a partir de la ideología y no de la represión.

Entre los AIE que sugiere Althusser tenemos el aparato escolar (las distintas escuelas, públicas y
privadas), el aparato religioso (las distintas religiones), el aparato familiar, el aparato político (los
diversos partidos políticos), el aparato sindical, el aparato de información (medios de comunicación),
el aparato "cultural", etcétera. (cf. Althusser, 1969)
La ideología que reproducen los AIE no es otra que la ideología dominante, es decir la lógica del
capitalismo y esta lógica es la de la sumisión. Se reproducen así las relaciones de producción.

Todos estos AIE de una manera particular cumplen su función de imposición ideológica, sin
embargo un aparato ideológico de Estado cumple de manera dominante esa función, aunque no se
presta mucha atención a ello. Se trata de la Escuela. Toma a su cargo a los niños de todas las clases
sociales desde el jardín de infantes, y desde el jardín de infantes les inculca -con nuevos y viejos
métodos, durante muchos años, precisamente aquellos en los que el niño es más vulnerable porque
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está atrapado entre el aparato de Estado-familia y el aparato de Estado-escuela- "habilidades"


recubiertas por la ideología dominante (el idioma, el cálculo, la historia natural, las ciencias, la
literatura) o, más directamente, les inculca la ideología dominante en estado puro (moral, instrucción
cívica, filosofía contemporánea). (cf. Althusser, 1969)
Lo mencionaba Pablo Peusner en su seminario, la verdadera conquista de los pueblos se hace a
través de la implementación de universidades… de la educación.

Ahora bien, hay algo muy llamativo en este texto de Althusser, y es que no aparece en todo el texto
la palabra Ética… no aparece en todo el texto la ética. Aparece la moral, la cívica y las normas del
buen uso. Pero no la ética. ¿Por qué?

Y aquí surge una propuesta que anhelo seguir trabajando: la reproducción de la ideología
dominante no puede hacerse a través de reflexiones éticas. La ideología no se reproduce cuando lo
que opera es la ética.

Bajo esta propuesta y con el riesgo de un salto epistemológico poco cuidadoso ya que sobre
ideología y ética habrá que hablar mucho más, pese a eso, me permito argumentar que el psicoanálisis
y específicamente el psicoanalista tendría que intentar todo el tiempo dar cuenta de las ideologías que
se ponen en juego en la clínica para evitar intervenir desde ahí. Para evitar reproducirlas.

Exactamente diez años antes de la publicación del texto de Althusser, Lacan dictaba un seminario
al que decidió nombrar la ética del psicoanálisis y desde el principio, en su primera clase, plantea la
distinción que hemos de considerar entre ética y moral.

Hay dos o tres puntualizaciones que quiero mencionar de esta primera clase:

Aquí viene el primer trabalenguas Lacaniano: “Bajo el término de ética del psicoanálisis se agrupa
lo que nos permitirá […] poner a prueba las categorías a través de las cuales creo darles, en lo que les
enseño, el instrumento más adecuado para destacar qué aporta de nuevo la obra de Freud y la
experiencia del psicoanálisis que de ella se desprende” (Lacan, 1959).

Esto nuevo que aporta la obra de Freud, tendrá que ver con la manera en que debemos responder,
desde el psicoanálisis a lo que se articula como una demanda, “la demanda del enfermo a la cual
nuestra respuesta da su exacta significación -una respuesta cuya disciplina debemos conservar
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severamente para impedir que se adultere el sentido, en suma profundamente inconsciente, de esa
demanda” (Lacan, 1959).

La ética del psicoanálisis tendría que apuntar a cuidar la respuesta que se da ante la demanda del
paciente.

No ahondaremos mucho en esto el día de hoy solo agregaremos que en esta primer clase Lacan
hablará de la experiencia moral como una referencia a la sanción, que coloca al hombre en relación
con su propia acción y que deviene en un ideal de conducta. Así pues esto se torna una obligación y
de no seguirse, genera culpa (cf. Lacan, 1959).

Nosotros, dice Lacan, no formamos parte de los que intentan amortiguar la culpa porque
instantáneamente la experiencia analítica nos refiere a ella, todo el tiempo. Amortiguar o acallar la
culpa, no es lo que hacemos.

¿Y por qué no? Porque en esa culpa se está diciendo algo más, en esa culpa está el deseo.

Así pues intervenciones moralizantes, anti-deseo, estarían todo el tiempo convocando a una
reproducción ideológica, lo mismo que intervenciones pedagógicas.

Pensémoslo un momento en el campo de las ciencias PSI, de lo que estamos rodeados todo el
tiempo en las prácticas psi es de normativas morales, sobre cómo se debe ser, para ser y ser bien. Se
trata de retornar al sujeto al orden de la producción, de acallar la queja del doliente para que este sea
productivo y en esta lógica capitalista el tiempo es esencialmente dinero. Así que hay que sanar al
enfermo lo más rápido posible.

Recuperemos una Cita de Élisabeth Roudinesco que va en esta misma línea:

En lugar de las pasiones, la calma; en lugar del deseo, la ausencia de deseo; en lugar del
sujeto, la nada; en lugar de la historia, el fin de la historia. El sanitario moderno –psicólogo,
psiquiatra, enfermero o médico– ya no tiene tiempo para ocuparse de la larga duración del
psiquismo, pues, en la sociedad liberal depresiva, su tiempo está contado (Roudinesco, 1999).
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Si en el sistema capitalista se pretende insertar al sujeto en la cosa normativa… en el dispositivo


psicoanalítico se pretende reinsertar al sujeto en el discurso, o como afirma Gustavo Dessal “dar la
palabra al sujeto verdadero, secuestrado por el silencio al que el paradigma científico-técnico lo
condena” (Dessal, 2014: 11). El retorno al sujeto del deseo.

Ahora bien, aquí hay que aclarar un punto: no se trata de que el psicoanálisis esté en contra del
capitalismo o de que el psicoanálisis se muestre como una especie de resistencia ante los embates de
la ideología dominante. Más bien se trata de dar cuenta de que el psicoanálisis no opera desde la
lógica capitalista, lógica que como mencionamos hace un momento busca reproducir las relaciones
de producción.

Porque si nos proponemos intervenir desde una postura anticapitalista, lo que hacemos es
colocarnos, inmediatamente, en otra ideología, o sea en la ideología dominada o reprimida.

Y regresando al tema del capitalismo me he dado cuenta de que se me acabó el tiempo, pero les
prometo que buscaré más.

Muchas gracias.

Referencias

Althusser, L (1969). La ideología y los aparatos ideológicos del estado. Buenos Aires: Nueva
Visión.

Bauman, Z. y Dessal, G. (2014). El retorno del péndulo. Buenos Aires: FCE

Lacan, J. (1969). El seminario 7. La ética del Psicoanálisis. Argentina: Paidós

Roudinesco, E. (1999). ¿Por qué el psicoanálisis? Argentina: Paidós

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