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GESTIÓN DE LA
CIUDAD
Ciudades resistentes,
ciudades posibles
Jordi Borja,
Fernando Carrión
y Marcelo Corti
(Editores)
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
ISBN: 978-84-9116-871-3
Ninguna parte de esta publicación, incluyendo el diseño general y de la cubierta, puede ser copia-
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previa por escrito de los titulares del copyright.
Ciudades
resistentes,
ciudades
posibles
Jordi Borja,
Fernando Carrión
y Marcelo Corti
(Editores)
ÍNDICE
11 ESTE LIBRO
Por Jordi Borja, Fernando Carrión M. y Marcelo Corti
17 INTRODUCCIÓN
Ciudades resistentes, ciudades posibles
Jordi Borja y Fernando Carrión Mena
59 PRIMERA PARTE
Sobre ONU-Hábitat y el rol de los organismos internacionales
311 EPÍLOGO
Manifiesto de Quito. Aprobado el 20 de octubre de 2016
en el Foro H3 alternativo a Naciones Unidas.
Introducción
Ciudades resistentes, ciudades posibles.
Jordi Borja y Fernando Carrión
“Los urbanistas hacemos buenos planes pero luego la sociedad los per-
17
vierte” declaró uno de los más cualificados urbanistas españoles.2 De
formas distintas lo han dicho numerosos profesionales del urbanismo en
América Latina, en Europa y en EE.UU. La planificación ha derivado hacia
otros conceptos con objetivos de flexibilidad administrativa y de coopera-
ción público-privada –los planes estratégicos, los proyectos o “grandes
proyectos”, los planes económico-sociales territoriales, etc. Son concep-
tos que podrían ser interesantes pero que, con frecuencia, han servido
para flexibilizar el planeamiento en favor de intereses privados. Seamos
irónicos, con buenas intenciones y destinados a toda la población. Vivien-
das dignas para las poblaciones de bajos ingresos y en zonas degradadas
y marginales, centralidades accesibles, espacios públicos, equipamientos
3 Desde mediados del siglo XIX hasta el urbanismo contemporáneo de mediados del
siglo XX se constituye un corpus doctrinal y empírico muy sólido. Nos limitamos a citar
algunos nombres como Cerdà (su libro fundacional “Teoría general de la urbanización”
escrito en la segunda mitad del siglo XIX es aún una referencia fundamental), Haussman,
Stübben, Sitte, Garnier, Wagner, Geddes, Abercrombie, el Movimiento moderno (CIAM, Le
Corbusier, Sert y Torres Clavé en Catalunya, Arturo Soria –un personaje singular– en
Madrid), la Escuela de Chicago (Robert Park y otros), la Bahaus, Stein, Mumford, Lynch,
Jane Jacobs. Y el libro de J. L. Sert, “¿Podrán sobrevivir nuestras ciudades?” (1942, cita-
do más adelante). El urbanismo posterior a los años cincuenta ha debido confrontarse
con la ciudad metropolitana. Pero las instituciones políticas en la mayoría de los casos
aún no se han enterado que la ciudad metropolitana existe desde hace más de 50 años
y son excepciones los casos en que hay verdaderos gobiernos democráticos y con com-
petencias propias de una gran ciudad.
4 Como la autogestión y la ciudad colaborativa, la visión de género sobre la ciudad (ver
los textos de A. Falú y M. Subirats en este libro), el ecologismo, etc.
Introducción
5 Ver la contribución de B. Secchi en esta obra (pag. 257) y su libro “Ciudades de ricos,
ciudades de pobres”.
6 Son innumerables las obras, a veces promovidas y firmadas por prestigiosas persona-
lidades, que se hicieron a sabiendas que eran contrarias a los principios éticos elemen-
tales; es el caso de vías rápidas que fracturan la ciudad o conjuntos de viviendas perdidas
en tierra de nadie.
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
cos y un gran aumento de las tarifas de los mismos, desde el agua hasta
los transportes, desde la vivienda hasta la energía. Estamos en una época
de regresión social, de acentuación de las desigualdades y de complicidad
y debilidad de los Estados.
Las grandes Conferencias internacionales son grandes “cumbres”
mediáticas y costosas sobre la pobreza, el medio ambiente o los asenta-
mientos humanos, con especial énfasis en las viviendas –ni dignas ni con
servicios básicos. Sin otro resultado que declaraciones retóricas, debida-
mente controladas por los gobiernos y las multinacionales, y con efectos
nulos para las poblaciones. Hábitat I y II han sido un ejemplo de manual,
como ha demostrado Michael Cohen.12 Ni tan solo ha habido el mínimo
seguimiento de las resoluciones de cada conferencia. Hábitat III ha pre-
tendido abrirse a las ciudades y a las organizaciones sociales en el proce-
so preparatorio pero pretende imponer modelos organizativos inoperan-
tes. Es decir, para evitar debates reales y críticos, centrados en temas
pertinentes. Se reúnen personajes muy dispares, cada uno con su histo-
27
ria, y a la hora de redactar resoluciones se evitan conceptos polémicos,
como el derecho de propiedad o la influencia del sistema financiero global
sobre el ámbito local. O se muestra reticencia ante “el derecho a la ciu-
dad”. El resultado no va más allá que expresar buenos deseos pero sin
fijar objetivos políticos reductores de desigualdades ni cuestionar las
normas y los mecanismos económicos que generan malestar social e
insostenibilidad del territorio. Hay que admitir que las grandes conferen-
cias internacionales son una farsa para la gran mayoría. Pero permiten a
los gobernantes de los grandes Estados hacer discursos angelicales cuyo
efecto termina cuando se clausura la conferencia.
Hay discursos coincidentes y ambivalentes entre los organismos inter-
nacionales públicos –la institución de más alto nivel es Naciones Unidas–
y sus agencias y “la sociedad civil chic”. Nos proponen ambos un discurso
parecido. Estas organizaciones vinculadas a Fundaciones y empresas
privadas, con la colaboración de estamentos académicos, son las preferi-
15 Uno de los primeros artículos críticos sobre la resiliencia urbana es “The resilience of
neoliberal urbanism”, de Tom Slater, Open Democracy, 2014.
16 En los documentos preparatorios de Hábitat III se habían hecho referencias al “dere-
cho a la ciudad”. Gradualmente se han ido reduciendo estas referencias. No es un con-
cepto aceptable por parte del gobierno norteamericano y otros (ver pag 93).
Introducción
17 Muerte y vida de las grandes ciudades (Jacobs, 1961). En este libro hay un texto de
Mireia Belil que sintetiza el pensamiento ciudadano de Jane Jacobs (ver pag. 251). Nos
parece interesante, actual y muy poco conocida la obra de J. L. Sert Can our cities survi-
ve?, escrita en 1942 a partir de las resoluciones de los CIAM (Congresos Internacionales
de Arquitectura Moderna). Una obra muy tenida en cuenta en los programas de recons-
trucción de las ciudades, al acabar la Segunda Guerra Mundial.
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
18 Concepto que utiliza el urbanista italiano Bernardo Secchi en su último libro (ver pag. 257).
Introducción
un modelo ideal de ciudad, como son las utopías urbanas? En realidad, se usa el “mode-
lo de ciudad” como un cajón de sastre que sirve para todo y para nada.
Introducción
23 Ver la última obra de B. Secchi, op.cit, y los trabajos de David Harvey, entrevistado en
este libro (pag. 245). Ver especialmente su libro “Ciudades rebeldes” (2012) y su contri-
bución al libro “Ciudades, ecuación imposible”.
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
control público o social del uso y del precio del suelo no puede haber una
ciudad justa. Hay que distinguir la titularidad o propiedad del suelo del uso
del mismo. El precio del suelo no debe ser superior al valor rústico o poco
más (máximo el 20%). Mediante el planeamiento y la fiscalidad se puede
yugular la especulación del suelo urbanizable o urbano, y si se generan
plusvalías movilizarlas para usos de interés general, sea vivienda, equipa-
mientos o espacio público. En muchos países conviene modificar la cons-
titución o el código civil con el fin de priorizar el carácter de “bien común”
y que la judicatura lo tenga en cuenta. La financiación urbana, sea suelo,
vivienda, infraestructuras, etc., está ahora en manos de un sistema finan-
ciero globalizado, de capitales volantes y orientados para obtener benefi-
cios a corto plazo y sin ningún respeto por las necesidades sociales y los
impactos ambientales. Hay que recuperar y desarrollar la financiación
pública, la banca ética, el cooperativismo, la gestión cívica, etc. El sector
financiero privado debe aportar un alto porcentaje de sus recursos desti-
nados a un determinado territorio a invertirlos en objetivos de carácter
40
social y de sostenibilidad, definidos por el sector público, como la vivienda
social o las energías renovables. Los gobiernos locales no corresponden
en mucho caso a los ámbitos reales actuales. Es el caso de las ciudades
metropolitanas. Hay que simplificar y reducir el exceso de instituciones,
agencias, entes autónomos, etc., y definir competencias y funciones. Y,
sobre todo, unificar la fiscalidad y la gestión de recursos. Lo cual supone
un gobierno y una asamblea electa de ámbito metropolitano. Sin ello es
imposible desarrollar políticas públicas que sean coherentes, transparen-
tes y redistributivas. Lo servicios básicos no pueden ser de carácter lucra-
tivo, lo cual supone que necesidades básicas no son accesibles a amplios
sectores de la sociedad pues sus ingresos no se lo permiten. La privatiza-
ción de estos servicios ha supuesto una escandalosa regresión social. Las
empresas multinacionales vinculadas al capital financiero global tienden
a monopolizar estos servicios y en la práctica reducen una parte conside-
rable del “salario indirecto”. Los servicios, cuando no son accesibles,
tienden a degradarse y se genera una inaceptable dualización social. Lo
cual ha producido una tendencia a recuperar estos servicios por parte de
los gobiernos locales, la “remunicipalización”. La vivienda es un bien bási-
Introducción
31 “La revolución será urbana o no será” escribió Henri Lefebvre, el autor de “El derecho
a la ciudad” (1968).
32 La arrogancia del presidente de Nestlé, por ejemplo, que dijo recientemente “No
existe el derecho al agua, es un producto que hay que comprar”… según el precio que
impongan las empresas. Se han multiplicado los sueldos y otros complementos de los
altos directivos empresariales y financieros: la escala de salarios puede superar la pro-
porción de 1 a 100 entre el trabajador de base y el directivo de su empresa. Un ministro
de sanidad declaró recientemente que la asistencia sanitaria no es un derecho.
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
Naciones Unidas olvidó desde el inicio que debía representar a las nacio-
nes, al pueblo en acción. Representa en cambio a los Estados y sus
gobiernos; ni tan solo los parlamentos están presentes. Los pueblos que-
daron fuera y la burocracia internacional está sometida a los intereses
conservadores de los gobiernos -pero bien remunerada. Los pueblos y sus
territorios, hoy en su mayor parte urbanizados, tienen algunas posibilida-
des de hacer sentir su voz pero no tienen voto ni influencia decisoria. Los
pueblos están atomizados por la democracia representativa mediante el
voto de los individuos. Las ciudades son en cambio agregadoras; o, como
dijo Dahrendorf, la democracia liberal es frígida, la ciudad es cálida.42 Hay
54
una relación directa entre los gobiernos locales y la ciudadanía activa
organizada. En los Foros o Conferencias los representantes de las ciuda-
des pueden expresarse mediante portavoces reales. Se hacen escuchar
aunque sea desde posiciones marginales. Hábitat, tímidamente, ha abier-
to algunas puertas a los representantes directos de las ciudades y a las
organizaciones sociales y culturales. Pero no deja de ser teatro, puro
teatro. Cada uno cuenta su historia, se les escucha mezclados con funcio-
narios, políticos, representantes empresariales disfrazados de expertos.
Hábitat pretende imponer la diversidad, gentes de colores distintos, viejos
y jóvenes, del campo y de la ciudad. Foros, conferencias, seminarios, “the-
matic meetings”, potpurrís entre lo concreto y lo abstracto –la experiencia
local y el discurso burocrático–, un puzzle que se convierte en resolucio-
nes preventivamente censuradas o maquilladas por funcionarios ejerci-
tando de esbirros.
La existencia de Hábitat no se ha justificado hasta ahora. Las tres
Conferencias cada 20 años, desde 1976 hasta hoy y los más frecuentes
Foros Urbanos han permitido encuentros más propios de una feria popu-
lar repetitiva que de un espacio de debate, resoluciones y seguimiento de
los compromisos. No han tenido efectos visibles ni resultados prácticos.
Al contrario, los expertos fichados por Hábitat suavizan cualquier decla-
ración que pudiera despertar el sopor de los diplomáticos gubernamenta-
les y aun así éstos vigilan que no se generen debates conflictivos o de
declaraciones o propuestas que importunen a algunos gobiernos suscep-
tibles. Incluso los representantes de los gobiernos locales progresistas
practican la autocensura para no molestar a los representantes de los
organismos internacionales. Se multiplican las precauciones para que los
textos oficiales sean insípidos, neutros, vagos, que no obligan a nadie ni a
nada, ni tan solo a compromisos de buenas intenciones y un mínimo
seguimiento. Es decir, perfectamente inútiles. De poco servirá añadir
algunas sillas testimoniales al Consejo de Administración para que algu-
nos alcaldes o directivos de ONGs potentes ocupen algunas sillas. Serán
una minoría heterogénea, con poco peso numérico; se neutralizaran entre
55
ellos mismos. Ya hemos podido comprobar el escaso resultado de los
foros y conferencias y encuentros temáticos preparatorios de Hábitat III.
En estos encuentros, en los que participan representantes de ciuda-
des, expertos y ONGs, siempre encuadrados por funcionarios de Hábitat,
se plantean cuestiones pertinentes aunque de forma genérica. En las tres
reuniones oficiales preparatorias (las PrepCom) se mantuvieron estas
cuestiones, en la PrepCom 1 especialmente, de forma aún más genérica.
Sin embargo en el draft de la Nueva Agenda Urbana que se presentará en
Quito desaparecen temas como el malestar urbano, el coste creciente del
suelo y de la vivienda, la desocupación masiva y especialmente de los
jóvenes, las grandes desigualdades sociales en aumento, el modelo de
urbanización insostenible, el urbanismo excluyente, etc.43
Las conferencias y las organizaciones internacionales denuncian las
situaciones, hacen declaraciones anunciando múltiples compromisos, se
comprometen a obtener resultados -como por ejemplo sobre la reducción
43 Ver en este libro el atículo de Anna Sugranyes sobre el borrador de la Nueva Agenda
Urbana (pag. 85).
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
PRIMERA PARTE
59
46 La version en idioma ingles de este texto (excepto el Postscript) fue publicado original-
mente en Environment and Urbanization, vol. 28, 1: pp. 35-48 (14 de diciembre de 2015).
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
Prólogo
los pueblos, se preguntó: ¿qué puedo aprender del sultán Hábitat II? ¿Por
qué nadie se acuerda de él? ¿A mí también me olvidarán?
I. Introducción
Los gobiernos locales y las comunidades urbanas cada vez prestan más
atención a la conferencia de las Naciones Unidas Hábitat III que se cele-
brará en Quito (Ecuador) en octubre de 2016. Según la Asamblea General
de la ONU, se espera que esta conferencia trate de resolver los retos a los
que se enfrentan en todo el mundo los “asentamientos humanos”, tanto
urbanos como rurales. La cumbre tiene el mandato específico de producir
“una nueva agenda urbana” que sirva para orientar a los estados para
formular políticas y programas destinados a gestionar los asentamientos
humanos. La aprobación de una resolución de la Asamblea General de la
ONU relativa a la celebración de esta conferencia mundial conlleva un
conjunto de actividades preparatorias, que tienen su propia lógica organi-
63
zativa y tecnocrática. Las actividades son las siguientes:
• Reuniones de los comités preparatorios de los estados miembros
de la ONU en 2014, 2015 y 2016, y la elección de una mesa com-
puesta por representantes de los gobiernos nacionales.
• Reuniones temáticas en todo el mundo para analizar cuestiones
concretas como el gobierno metropolitano, la vivienda, la seguri-
dad urbana, los vínculos entre el campo y la ciudad y los proble-
mas específicos de las ciudades secundarias, entre otros temas.
• La creación de diez “ejes de trabajo” integrados por personas
expertas de todo el mundo, que se encargarán de desarrollar
recomendaciones para que sean debatidas en la conferencia
Hábitat III.
• Elaboración de unas “conclusiones finales” que reflejarán el con-
senso mundial sobre la importancia de los asentamientos huma-
nos, sus retos y los criterios que distinguen las políticas y los
programas de éxito. El título de este documento es La nueva
agenda urbana. Además, incorporará un plan de acción mundial.
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
a. Hábitat I
La conferencia Hábitat I, que tuvo lugar en Vancouver (Canadá) en junio de
1976, fue una consecuencia de la Conferencia de las Naciones Unidas
sobre el Medio Ambiente de 1972, celebrada en Estocolmo. La cumbre
recibió el impulso del libro de Barbara Ward y René Dubos (1972) Una sola 65
Tierra: el cuidado y la conservación de un pequeño planeta, que tenía en
cuenta todos los asentamientos humanos. Su publicación estableció el
mandato político de celebrar la primera Conferencia de las Naciones Uni-
das sobre Asentamientos Humanos. Los tres grandes logros de Hábitat I
fueron: 1) fomentar en gran medida que todos los gobiernos tuvieran en
cuenta la geografía humana en sus políticas de desarrollo y crearan
ministerios y organismos de planificación y gestión del territorio; 2) la
fundación de un Centro de las Naciones Unidas para los Asentamientos
Humanos en Nairobi (Kenia), y 3) fomentar la creación de organizaciones
de la sociedad civil dedicadas a las cuestiones urbanas.
El primer logro, un serio aviso a los gobiernos nacionales en forma de
64 recomendaciones a tener en cuenta sobre planificación y gestión terri-
torial en sus iniciativas de desarrollo, era coherente con el pensamiento
sobre desarrollo internacional del momento. Obedecía al claro mensaje
lanzado por el Informe sobre Desarrollo Internacional de la Comisión Pear-
son (Pearson Commission on International Development, 1969), que decía
que muchos países de renta baja y media estaban experimentando un
“crecimiento sin desarrollo”, y que estaban avanzando poco para reducir
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
47 El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP) estaba ubicado
antes en África, pero era un programa, no un centro.
De Hábitat II a la Pachamama: mucho por hacer y pocas expectativas...
Hábitat II
La conferencia Hábitat II, celebrada en Estambul en junio de 1996, fue
mucho más importante y ambiciosa si la comparamos con la experiencia
de Hábitat I. Fue la última de una serie de conferencias mundiales de las
Naciones Unidas que tuvieron lugar durante la década de 1990. Uno de
los aspectos clave de Hábitat II fue que se organizó a través de reuniones
bien preparadas en todo el mundo en 1991 y 1992, y que tuvo un alcance
mucho mayor gracias a la participación de las organizaciones de la
sociedad civil, sobre todo organizaciones gubernamentales locales,
como la Unión Internacional de Autoridades Locales, Ciudades Unidas
Francia y Metrópolis.
De Hábitat II a la Pachamama: mucho por hacer y pocas expectativas...
Además de las críticas anteriores, hay dos tipos de cuestiones que mere-
cen una atención especial: el enfoque confuso para aplicar el programa
Hábitat II y la falta de un mecanismo efectivo para monitorear el cumpli-
miento de los compromisos adquiridos. Se ha demostrado que ambas
cuestiones son de gran relevancia.
Por lo que respecta a su aplicación, primero correspondía a los
gobiernos nacionales y, en segundo lugar, a los gobiernos locales. K. C.
Sivaramakrishnan, ex director general de la Autoridad de Desarrollo
Metropolitano de Calcuta y más adelante, secretario del Gobierno de la
India para el Desarrollo Urbano, afirmó que el Plan de Acción Global (GPA,
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
a. Desigualdad
• Una acelerada y sostenida concentración de la riqueza urbana en
manos privadas, así como un aumento de las desigualdades
urbanas, tal y como sugiere Thomas Piketty (2013), que comple-
menta la obra anterior de Joseph Stiglitz (2011) y otros autores.
De Hábitat II a la Pachamama: mucho por hacer y pocas expectativas...
• Una brecha cada vez mayor entre la riqueza privada y pública, que
deriva en un aumento de la adopción de soluciones urbanas pri-
vadas, tanto en ciudades de países ricos como pobres: urbaniza-
ciones cerradas, educación privada, seguridad privada y transpor-
te privado. A falta de servicios públicos dignos, los pobres urba-
nos también se ven obligados a depender de servicios urbanos
caros y, muchas veces, de baja calidad (abastecimiento de agua,
saneamiento, escuelas y clínicas) (Svampa, 2001).
• Una brecha creciente entre la inversión en capital humano de los
ricos y los pobres en las ciudades de todo el mundo.
• El aumento de la economía sumergida en las zonas urbanas, con
un mayor índice de creación de empleo en el sector informal que
en el formal.
• La devaluación económica y el deterioro físico continuado de
infraestructuras públicas como carreteras, puentes, abasteci-
miento de agua, alcantarillado, drenaje e iluminación, debido al
75
poco presupuesto destinado a funcionamiento y mantenimiento
(Center for the Urban Future, 2014).
• Esto ha provocado un enorme déficit de infraestructuras que ha
empeorado por culpa del continuo crecimiento demográfico urba-
no, lo que ha contribuido a generar grandes diferencias para
poder acceder a servicios de infraestructuras.
• Un incremento de las diferencias raciales, étnicas y de clase en
renta, riqueza y oportunidades, lo que deriva en competencia y
conflictos entre los grupos de población urbana que intentan
ascender socialmente (Tippett et al, 2014).
• El deterioro de la calidad de los servicios públicos, que genera
contaminación del aire y de las aguas subterráneas y mala ges-
tión de los residuos sólidos urbanos.
• Crecimiento demográfico continuado de las zonas urbanas en los
países de renta baja y media, sobre todo en las poblaciones secun-
darias y las áreas periurbanas de las grandes ciudades (Departa-
mento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas,
2014). Es un crecimiento en valores absolutos a pesar de que la
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
b. Crecimiento económico
• Ralentización del crecimiento macroeconómico en la mayoría de
los países a partir del año 2008, lo que implica un crecimiento
76 más lento del 70% del PIB procedente de las zonas urbanas. No
se puede despreciar la productividad de las ciudades y su contri-
bución al bienestar económico de los países.
• Debilitamiento del poder económico de los gobiernos locales más
allá de las grandes ciudades, como consecuencia de que los flujos
financieros intergubernamentales son poco fiables, ya que depen-
den de gobiernos nacionales con dificultades económicas. Además,
las bases tributarias municipales crecen muy lentamente.
c. Cambio climático
• Contribución de las zonas urbanas al cambio climático a través de
emisiones de dióxido de carbono y elevados niveles de consumo
energético.
• Concentración de la riqueza mundial y existencia de poblaciones
cada vez más vulnerables en zonas urbanas, lo que aumenta los
riesgos de sufrir las consecuencias del cambio climático (Rosen-
zweig et al, 2011).
De Hábitat II a la Pachamama: mucho por hacer y pocas expectativas...
Postscript
Agradecimientos
85
El proceso
El producto
58 En párrafo 9: “Cities for all is also recognized as the Right to the City in some countries,
based on a people-centered vision of cities as places that strive to guarantee a decent and
full life for all inhabitants”. Para más información sobre el derecho a la ciudad en la NAU,
ver el artículo “Evolución del derecho a la ciudad a lo largo de 50 años” en la segunda
parte de este libro (pag 235).
59 Luis Lander, en los años setenta del siglo pasado, era el Director del Centro de
Estudios del Desarrollo (Cendes), Caracas; miembro del Consejo Latinoamericano de
Ciencias Sociales (Clacso), auspiciador de la Revista Latinoamericana de Estudios
Urbano Regionales (Eure) de la Universidad Católica de Chile.
Estados y ciudades: una lucha desigual
Mireia Belil
98
60 Como proponía Benjamin Barber en su libro If Mayors Ruled the World: Dysfunctional
Nations, Rising Cities (Yale University Press, 2013).
La ventriloquía de HÁBITAT III
Fernando Carrión M.
que cuando organizan las cumbres de las ciudades ellas no están presen-
tes a través de las autoridades democráticamente electas.
En Quito se celebrará la “cumbre de las ciudades” para definir la pom-
posamente denominada “Nueva Agenda Urbana” sin que las ciudades
estén presentes; esto es, sin gobiernos locales y sin ciudadanía. Desde
siempre se sabe que ciudad sin ciudadanía no existe, así como ciudades sin
autogobierno no son representativas. Sin embargo, esta nueva agenda nace
de los informes que los gobiernos nacionales preparan, luego sigue con el
procesamiento que hacen los organismos regionales de HÁBITAT (consul-
tores privados) y finalmente llegan a Nairobi, sede de HÁBITAT, donde con
apoyo de consultorías privadas elaboran el documento base, que circuló a
manera de borrador con el nombre “Zero Draft of the New Urban Agenda”.
En esta cumbre se resolverá lo que se debe hacer en la ciudad sin que
sus gobiernos tengan voz y voto; es decir, un objeto sin sujeto o una ciu-
dad sin gobiernos locales. En otras palabras, una ventriloquia inaceptable,
donde otros hablan y deciden por la ciudad. Es como si desde la primera 101
cumbre de HÁBITAT no hubiera cambiado nada: los gobiernos nacionales
y sus organizaciones internacionales deciden sobre las ciudades, como
sujeto ausente.
Hoy el mundo es urbano. En 2007 –según HÁBITAT– la población urba-
na superó a la que residía en el campo, mientras en Europa y las Américas
los habitantes concentrados en ciudades están por encima del 80 %.
Además, a nivel mundial la política es fundamentalmente urbana, como lo
es la economía y la sociedad; sin embargo, las ciudades son simplemente
objetos de intervención: yo participo, tú participamos, ellos deciden. Es
como si HÁBITAT, la cooperación internacional y los gobiernos nacionales
no se hubieran dado cuenta que el mundo se hizo urbano, que las ciuda-
des son comunidades políticas autónomas y que hoy las relaciones predo-
minantes son interurbanas y no internacionales. Por eso la gran demanda
del mundo actual es la construcción de un nuevo orden mundial sobre la
base en esta nueva realidad, donde la cooperación no asuma la ventrilo-
quía de la ciudad. El CGLU existe y es la organización que debe convocar
la próxima cumbre de ciudades en no más de diez años.
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
61 Pocos lo recuerdan hoy en día, pero el Plan de Acción de Vancouver incluía la legiti-
mación de los procesos informales de asentamiento.
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
108
SEGUNDA PARTE
Preguntas y miradas
sobre la ciudad
109
111
113
Este texto se refiere a la urbanización latinoamericana. Propone una
generalización que se basa en la participación de esas sociedades en
situaciones estructurales análogas, configuradas históricamente a nivel
internacional y regional.
Preguntar si las dinámicas urbanas actuales refuerzan a la pobreza y la
exclusión, parece proponer una relación entre esos dos términos: dinámi-
cas urbanas actuales / pobreza y exclusión. El uso del verbo reforzar, por su
parte, indica una hipótesis subyacente: la pobreza y la exclusión preexisten
a las “actuales dinámicas urbanas”, pero estas las hacen más fuertes.
No es necesario argumentar mucho para aceptar la propuesta inicial
y la hipótesis subyacente. Ambas son parte del conocimiento adquirido
sobre la realidad de las sociedades latinoamericanas y de otras partes del
llamado mundo subdesarrollado, o en desarrollo.
La pobreza62 en América Latina es un resultado del desenvolvimiento
de sus relaciones de producción y distribución. Particularmente se vincu-
la con la dinámica de los mercados de trabajo y la de distribución de los
117
Las políticas urbanas no generan ciudad
Alicia Ziccardi
118
Son varias las dinámicas urbanas actuales que contribuyen a reforzar las
condiciones de pobreza y exclusión que afectan principalmente a los sec-
tores de menores recursos que habitan en las ciudades latinoamericanas.
La última oleada modernizadora del espacio urbano, que refunciona-
liza las ciudades y las regiones urbanas para adecuarlas a los requeri-
mientos de la economía global, ha transformado rápida y profundamente
no sólo su fisonomía sino también las complejas relaciones que existen
entre la economía, la sociedad y el territorio. Uno de sus principales efec-
tos es precisamente la generación de nuevas inequidades espaciales que
modifican y amplifican las desigualdades estructurales que han caracte-
rizado históricamente a nuestras sociedades (Ziccardi, 2016).
En este contexto, las dinámicas urbanas generadoras de pobreza y
exclusión están asociadas a procesos de diferente naturaleza, entre los
cuales pueden destacarse, por un lado, procesos de urbanización de la
pobreza y nuevas formas de discriminación y de segregación residencial y,
por otro, un cúmulo de obstáculos que impiden hacer efectivo el derecho
a la ciudad.
Las políticas urbanas no generan ciudad
tros de trabajo y acceso a los servicios; son políticas que no crean ciudad.
Son políticas habitacionales diseñadas a partir de privilegiar criterios
financieros y que no pretenden ser parte de las políticas sociales, generan
una oferta de pequeñas viviendas en el interior de grandes conjuntos
habitacionales ubicados en la periferia lejana, adoptan prototipos con
diseños y materiales de baja calidad que no consideran las características
sociales, culturales y económicas de la población, ofrecen equipamientos
y servicios mínimos y tienen una ubicación lejana a los centros de educa-
ción o empleo, generando a las familias elevados gastos que afectan otros
consumos básicos (Eibensuhutz y Goya, 2009, Rodríguez y Sugranyes,
2005, Ziccardi, 2015).
Es una forma muy insatisfactoria de hacer efectivo el derecho a la
vivienda, que incide negativamente para hacer efectivos otros derechos,
tales como el derecho a la ciudad, al trabajo, a la educación o a la salud.
Por ello puede decirse que estas formas polares de creación de ciudad
ponen en evidencia la existencia de una ciudadanía fragmentada en la que 121
los derechos son plenamente ejercidos sólo por los sectores sociales de
mejores ingresos, mientras que un amplio conjunto de la población vive
en condiciones precarias sin poder hacer efectivo su pleno derecho a la
ciudad. Esta ciudadanía fragmentada se expresa también en el hecho de
que los sectores de menores ingresos se hallan en una situación de vul-
nerabilidad, ya que vivir en estos nuevos y masivos barrios periféricos
acrecienta la pobreza económica y las desigualdades estructurales. Son
expresión de una nueva injusticia espacial que caracteriza a muchas ciu-
dades latinoamericanas del siglo XXI (Ziccardi, 2015b).
¿Puede el urbanismo reducir las
desigualdades sociales?
Urbanismo y desigualdad social
Roberto Eibenschutz
122
Para responder tajantemente a la pregunta que nos hace Jordi Borja hay
que decir no, pero es un no muy condicionado que depende de la amplitud
que le otorguemos al término urbanismo. Veamos primero lo que ocurre en
un extremo limitado al quehacer diseñístico preocupado por la forma y el
orden espacial, considerando valores constructivos y estéticos principal-
mente, que se deriva de la tradición arquitectónica de la que han surgido
espacios monumentales mal o bien logrados y plazas y jardines públicos
más o menos concurridos por la población que habita en su entorno.
No me cabe duda de que el simple disfrute del paisaje y la convivencia
en estos espacios ofrecen condiciones para la interacción social e indirec-
tamente, aunque sea de forma modesta, coadyuvan a reducir las des-
igualdades sociales. Pero a partir de esto afirmar que el urbanismo es
capaz de reducir las desigualdades sociales me parece un despropósito o,
en el mejor de los casos, una exageración frecuente que surge del gremio
de los diseñadores. Aun así, veo con preocupación cómo estos pocos
espacios creados para el disfrute público y la interacción social se dete-
rioran y son ocupados por actividades diversas a su concepción original,
como el comercio informal, ante la falta de espacios construidos ex pro-
¿Puede el urbanismo reducir las desigualdades sociales?
Gustave Massiah
Traducción: Ana Sugranyes
128
El derecho a la vivienda es un derecho estratégico. Se entiende como un
derecho al hábitat, que incluye vivienda y acceso a los servicios (agua, elec-
tricidad, energía, saneamiento, residuos). Estos derechos son reconocidos
y considerados legítimos. Sin embargo, están lejos de ser garantizados y
gran parte de la población urbana está privada de los mismos, o excluida.
Está dado el supuesto de que la lógica del sistema dominante no
garantiza el acceso de todos a una vivienda y a los servicios. Las políticas
públicas deberían poder facilitarlo, pero la lógica dominante no lo permi-
te. Para remediar esto, la acción de los movimientos sociales y ciudada-
nos es determinante. Los movimientos de los habitantes y los movimien-
tos sociales urbanos son el meollo del desafío; les corresponde construir
las alianzas necesarias para superarlo. La pregunta, entonces, se refiere
a la estrategia de los movimientos sociales para hacer efectivo el derecho
a la vivienda y el acceso a los servicios públicos.
El derecho a la vivienda es un derecho a la existencia. La vivienda no
sólo es un bien; es el lugar y el medio de la inserción en la sociedad. Para
vivir y ser libre, debe haber empleo, salud, vivienda y acceso a los servicios
públicos, sobre todo la educación. El reconocimiento de los derechos
Hacer efectivo el derecho a la vivienda y al hábitat
66 (NT) En francés “les communs”; en inglés « the Commons », a no confundir con el con-
cepto de “bien común”. Para más información, ver http://www.socialcommons.eu/books/
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
134
Las deudas de nuestras democracias
en el campo del hábitat y la vivienda
Andrea Catenazzi y Eduardo Reese
(Instituto del Conurbano - Universidad Nacional de General Sarmiento)
América Latina es uno de los continentes más urbanizados del mundo; 135
casi el 80% de su población vive en ciudades. Este proceso de urbaniza-
ción, iniciado vertiginosamente hacia principios del siglo XX, continúa
desplegándose aunque con menor intensidad después de un largo perío-
do de éxodo rural. Dada la magnitud de este fenómeno, el interrogante
sobre cómo han crecido nuestras ciudades durante las últimas décadas
resulta central para comprender las asignaturas pendientes en materia
de acceso a un hábitat digno. La pregunta es especialmente relevante de
cara a la cumbre de Hábitat III, porque la realidad nos enfrenta a ciudades
con paisajes que, en lugar de evocar progreso o desarrollo, retratan e
intensifican las desigualdades de nuestra sociedad.
La desigualdad en las ciudades latinoamericanas se expresa a través
de diversas formas: en las inmensas diferencias entre las áreas centrales
y las periferias de las regiones metropolitanas, en la ocupación precaria
del borde de los arroyos y de las laderas de los cerros en contraposición
con la ostentación de algunos centros comerciales y barrios que se cie-
rran. Estas ciudades así configuradas restringen las oportunidades de
acceso a empleo, educación, cultura y esparcimiento de aproximadamen-
te un tercio de la población, que habita en situación de precariedad urba-
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
67 En la página 17 del informe del Comité Preparatorio de Hábitat III (Nueva York, 2014),
se señalaba que “la urbanización se ha basado en un modelo que es insostenible en
muchos frentes: (…) desde el punto de vista ambiental, (…) social (…) económico (…) y la
ausencia de estructuras jurídicas e institucionales locales apropiadas para promover una
gestión urbana sostenible, integrada y perdurable”. Véase Naciones Unidas, Asamblea
General, 2014.
Desafiar el sentido común de la planificación urbana
68 Más de 800.000 unidades en Alemania durante los años 2000 , según International
Alliance of Inhabitants (IAI), http://esp.habitants.org.
69 El rent gap de Adam Smith. Por ejemplo, en Santiago, la periferia inmediata del centro
de la ciudad ha sido el sector con mayor actividad inmobiliaria en los últimos diez años.
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
71 Pensando por ejemplo en la vivienda obrera de Viena Roja, sostenida por muchos años
de gobierno local socialdemócrata después de la Segunda Guerra Mundial.
neoliberal y en el apoyo a las iniciativas alternativas que mantienen en el
presente otra ciudad posible.
148
Hace nada menos que 30 años (¡que eternidad!, aunque el tango la miti-
gue) publiqué un artículo que provocó un cierto revuelo. Tenía el mismo
título que la pregunta que hoy se formula como base de esta serie de
artículos. “Ande o no ande….caballo grande”. Es un viejo dicho, convertido
en proverbio popular que hoy puede hasta chocar, ante la falta de su uso.
En aquella ocasión yo aludía, ciertamente de forma crítica, al modo en
que se estaba afrontando la concepción del recinto de la Exposición Mun-
dial de 1992, en Sevilla. El tamaño se había convertido en “atributo”, que
intentaba paliar otras muchas deficiencias en la concepción/planificación
en aquel momento, cinco años antes del gran encuentro. Para la ciudad
significaba sin duda una oportunidad y un gran Proyecto Urbano (GPU),
fuera cual fuera su magnitud física, su tamaño.
La Expo 92 fue felizmente un éxito. El GPU Expo fue sin embargo un
fracaso. Como habíamos vaticinado, la ciudad no tuvo capacidad de
absorber e integrar esa gran pieza externa de ciudad. Aun hoy, tres déca-
das después, sigue sin hacerlo, por más inventos de Polígono Tecnológico,
Isla Mágica, etc., que se hayan tratado de ingeniar para lograrlo.
Por los (grandes) proyectos urbanos “de ciudad”
sobre todo, se justifica por los miles de puestos de trabajo que va a gene-
rar. Este es el elixir ante el que hay que doblegar cualquier concepción
urbana, máxime en España.
No es algo nuevo. Quizás ya lo hemos olvidado. De hecho fue así, en
los años setenta, como empezaron a proponerse “grandes proyectos” de
remodelación, de construcción de nuevas viviendas “para otros”, que
podían pagar los revalorizados lugares que habían llegado a convertirse
en nuestras primeras periferias.
Lo fueron tanto en Madrid como en Barcelona. En la capital, con la
remodelación de barrios (de infravivienda) que se pudo producir ante la
reivindicación de nuevas viviendas por parte de los moradores pero ade-
más, y como novedad, con la exigencia de hacerlo en el mismo sitio donde
estaban las chabolas, ganando el derecho al lugar.
En Barcelona, con lo que significó el Plan de la Ribera y sobre todo el
ContraPlan que elaboró el germen del Laboratorio de Urbanismo, con el
joven Solá a la cabeza. Planteaba el tipo de efectos que, buscados con la 151
actuación, constituían de hecho un modo de evaluar su incidencia, y cali-
brar entonces su condición (o no) de Proyecto de ciudad: efectos por
difusión, en el inmediato entorno, inducidos y de alcance estructural, más
allá de este. Aportación seminal, nunca fue doctrinalmente desarrollada.
La publicación de ese ContraPlan, no por casualidad intitulado “Bar-
celona” en pretendida aproximación “de ciudad”, contenía también un
subtítulo que planteaba de hecho un dilema: “Remodelación capitalista o
desarrollo urbano en el sector de la ribera oriental”. El dilema persiste y
el peso de su primera opción ha podido sin duda aumentar, No obstante,
siempre nos quedará el “ContraPlan” y, antes, la capacidad de plantear
Grandes Proyectos Urbanos enfocados al desarrollo urbano. Lo hemos
hecho, es posible. Hay que seguir haciéndolo.
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
152
Ética, ley, política, responsabilidad
y convicciones en el urbanismo
Marcelo Corti
I
Hay cosas que hacemos o no hacemos por razones de conciencia, sean
estas resultado de un razonamiento personal o la consecuencia de una 153
formación religiosa, social o político. Llamemos Ética a este conjunto de
normas de cumplimiento personal o grupal (o Ideología, de la cual la Ética
es una suerte de guía para la acción). En ocasiones, la Sociedad a través del
Estado que la organiza genera Leyes que obligan o prohíben esa conducta,
paliando así las consecuencias de la no observancia de la norma ética por
una persona o grupo, sea esta omisión por desacuerdo con la norma o por
una circunstancial y humana debilidad. Y como también la Ley puede ser
transgredida y suele serlo, la Política es el conjunto de prácticas, negocia-
ciones, persuasiones y disuasiones (dispositivos, diría Foucault) que garan-
tizan, hasta cierto punto, el acatamiento de la Norma ética.
Se han contrapuesto concepciones éticas divergentes a partir del con-
flicto entre el individuo y la sociedad. Max Weber, por ejemplo, acuñó la
distinción (muy cercana al cinismo) entre ética de la convicción y ética de
la responsabilidad, siendo esta última la que (aun contra sus propias con-
vicciones) se ven obligados a aplicar quienes dan órdenes en la guerra y
quienes toman decisiones en la política.
¿Y a todo esto, cómo se relaciona la ética con el urbanismo? Una noti-
cia reciente nos ayudará a pensarlo para un caso particular, en mi país.
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
II
Nordelta es una gigantesca privatopía a 30 kilómetros al norte de Buenos
Aires, una federación de barrios cerrados construida sobre un humedal en
la cuenca baja del Río Luján; las consecuencias ambientales de esa deci-
sión fueron externalizadas a barrios pobres de su entorno inmediato. Esta
negación del urbanismo, que ningún tratado o manual profesional apro-
baría, ha contratado a la oficina del talentoso urbanista dinamarqués Jan
Gehl, conocido por su prédica a favor del diseño de ciudades para la gente
y la “humanización del espacio público” para diseñar un centro cívico que
se supone (ilusoriamente) resolverá los problemas de aislación social y el
mortal aburrimiento que la caracterizan.72
Así como existe el “greenwashing” (lavado verde) para simular preo-
cupaciones ambientales en emprendimientos insustentables, e incluso se
habla ahora del “pinkwashing” en casos en que la amigabilidad del entor-
no hacia los homosexuales disimula una fuerte segregación social, podría
154 hablarse en este caso de un lavado de imagen a través de una imaginería
falaz del espacio público (¿“walkable-washing”, “public-space-was-
hing”?). Esto es escandaloso desde la Técnica, porque cualquier urbanis-
ta sabe que las manifestaciones fenoménicas de la calidad del espacio
público son inescindibles de su sustrato social y político.
Si aceptamos este razonamiento, estamos ante un caso de transgre-
sión a la Ética urbanística. Ahora bien, no existe en Argentina un código de
Ética para urbanistas; no hay un compromiso colectivo de la profesión que
prohíba a nuestro urbanista dinamarqués convalidar con teorías que
nacieron nobles y devinieron buenas prácticas en otros contextos una
actuación urbanística que es nefasta en lo social y en lo ambiental.
No existen tampoco en Argentina instrumentos normativos que desde
la Ley impidan, no ya la cosmética de espacio pseudo-público que esta-
mos comentando sino el despropósito original de permitir una interven-
ción como Nordelta. Y desde la Política, menos aún. Las formas del
desarrollo urbano y territorial no forman parte de ninguna agenda política
III
Un ejemplo de esto podemos encontrarlo nuevamente en la Argentina,
con la reciente sanción del nuevo Código Civil y Comercial. Al constituirse
la comisión que realizaría su estudio, un diputado expresó su ilusión de
que ese instrumento sirviera para abrir las barreras de los barrios cerra-
dos; tales declaraciones le valieron una severa amonestación mediática y
en general de los defensores de la urbanización privada. Sin embargo, lo
que realmente se aprobó no solamente no afecta los “derechos” de los
barrios privados, sino que resuelve todos los problemas jurídicos que su
irregular desarrollo ha generado. Omite en cambio toda referencia al
acceso popular al suelo y a la vivienda. ¿Significa esto que quienes prac-
tican el urbanismo en Argentina carecen de ética? No, significa que su
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
IV
Entonces, ¿la definición de una Ética es una cuestión personal de quienes
ejercen el urbanismo? Si esto fuera así, no podríamos hablar de una dis-
ciplina ni de una profesión. Aun cuando no exista un colectivo profesional
organizado que pueda establecer una norma unificada, hay en todo caso
un compromiso con la sociedad. Y desde el urbanismo no podemos con-
siderar a la sociedad una categoría abstracta (como sostenía Margaret
Thatcher), porque creer en la posibilidad de organizar la ciudad y el terri-
156 torio es inescindible de concebir el carácter concreto de la sociedad y de
asumir los compromisos resultantes.
Igualmente necesario (incluso éticamente) es actuar en la construc-
ción de las otras dos instancias que regulan las conductas, en este caso
urbanísticas: la Ley, la Política. Y más allá de las incursiones directas en
esos campos que pueda hacer en términos personales quienes trabajan
en el urbanismo, la influencia inmediata y posible será a partir de la cons-
trucción del conocimiento, la precisión técnica, la difusión, el asedio a la
agenda política. Esto es básicamente una militancia, individual y colectiva.
Y por supuesto, una Ética, tan colectiva como podamos construirla y en la
que la responsabilidad deberá coincidir con la convicción.
2. LA MIRADA DESDE EL OTRO
LADO DEL ESPEJO
(LA CIUDAD COMO ESCENARIO Y
CONDICIÓN DE LA VIDA SOCIAL)
157
158
La omisión de género en el
pensamiento de las ciudades
Ana Falú
73 Concebido por Henri Lefebvre a fines de los sesenta, “el derecho a la ciudad” remite
al modo en que se construyen las relaciones sociales, políticas, culturales, económicas
en la ciudad y a las múltiples experiencias que emergen de su habitar cotidiano. El
mismo alude al derecho de la diversidad de sus ciudadanos/as —hombres, mujeres,
niños/as, jóvenes, LGTB, entre otros/as— a producir, usar, gozar y disfrutar del conjunto
de los bienes públicos que conforman las ciudades, sus servicios públicos, viviendas,
equipamientos, transporte, espacios de recreación.
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
luego se les pregunta ¿qué hacías cruzando una plaza de noche? Esta res-
ponsabilización que se torna en re-victimización por las violencias que
viven, la que da cuenta de los dispositivos por los que, bajo la primacía de
la división sexual de espacios, público y privado, aun situamos a los hom-
bres en los espacios públicos y a las mujeres relegadas al ámbito del
hogar y lo doméstico. El espacio público es considerado masculino, nega-
do a las mujeres, con prohibiciones instaladas desde la infancia como
aquello desconocido, lo prohibido y por lo tanto temido.
Son estos territorios en sus diversas escalas, la ciudad, el barrio y
aún el propio cuerpo de las mujeres, los que operan como soporte físico
y cultural desde los cuales se despliegan, viven y sufren las restricciones
que atentan contra sus autonomías. Y es en esta diversidad de territorios
que se demanda el derecho de las mujeres a la ciudad, el cual si bien
alude a una categoría aún en construcción, e interpelada, podríamos
afirmar que contiene el conjunto de los Derechos Humanos orientados a
162 la efectivización de estas autonomías: la toma de decisiones, económicas
y físicas. Se trata así de un entramado de derechos, interconectados
entre sí en clave de integralidad. Al mismo tiempo, supone el conjunto de
los lineamientos que se plantean para los territorios urbanos desde las
Conferencias de Hábitat: Hábitat I, en Vancouver, Canadá (1976), 20 años
después en Hábitat II, Estambul, Turquía, y que ahora serán definidos en
Quito en 2016.
La omisión de las mujeres en la planificación urbana se relaciona a
una mirada androcéntrica que subordina a las mujeres y las invisibiliza en
sus diferencias y demandas específicas, sub-valorizándolas. Este sesgo
no sólo se expresa en lo disciplinar —en la arquitectura y el urbanismo—
sino también en los gobiernos y decisores técnicos, en los propios movi-
mientos sociales e incluso da cuenta de las dificultades de los movimien-
tos feministas y de mujeres para considerar e incluir el tema en agenda.
El interrogante que nos planteamos y a partir del cual nos interesa
interpelar en la NAU es cómo y cuánto afecta, y de qué maneras inciden
en la planificación de las ciudades y los barrios, la desigualdad y subordi-
nación de género y la persistente división sexual del trabajo. Siguiendo a
Jane Jacobs y resignificando su enorme aporte a la reflexión de la ciudad
La omisión de género en el pensamiento de las ciudades
74 Algunos ejemplos de esto son los sistemáticos estudios de Medición del Uso del
tiempo, que permiten visibilizar el aporte del trabajo de cuidados de la mujeres a las
ciudades; el fortalecimiento de las Áreas de Género en los Gobiernos Locales a través de
articulaciones supranacionales; el Plan de Ordenamiento Territorial de Bogotá, o el
Programa Regional Ciudades sin violencia contra las mujeres, Ciudades seguras para
tod@s (Red Mujer y Hábitat de América Latina), entre otras experiencias. Todas iniciativas
innovadoras que fueron resultado de las acciones de incidencia de las organizaciones de
mujeres y feministas.
La omisión de género en el pensamiento de las ciudades
75 Resolucion 24/4 de Abril 2013 del Consejo de Gobierno, a solicitud del Director
Ejecutivo, para transversalizar la igualdad de género y el empoderamiento de las muje-
res en las normativas de trabajo y en el programa operativo, estableciendo políticas y
programas para obtener la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres, en
sociedad con las organizaciones de la sociedad civil y el apoyo del AGGI.
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
76 Según estudios de uso del tiempo en América Latina, las mujeres en el tiempo total
de trabajo (productivo + reproductivo) usan en México 22 horas más por semana que los
hombres.
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
174
La ciudad en el espejo de los datos:
¿qué cara tendrá? 77
Valérie Peugeot
Traducción: Ana Sugranyes
79 Véase en www.sumall.org/
80 Véase en https://faciligo.fr/
La ciudad en el espejo de los datos: ¿qué cara tendrá?
82 Véase en www.fixmystreet.com/
Dinámicas colaborativas y ciudad
Joan Subirats
¿Smart City?
¿Alternativas?
Pero, ¿hay alternativas? Si vamos más allá del ámbito estrictamente tecno-
lógico, la idea de que la ciudad pueda ser un espacio apropiado para expe-
riencias colaborativas nos acerca a la dinámica de innovación social y
movilización comunitaria. En este sentido, han ido surgiendo propuestas
que exploran nuevos caminos desde lógicas de sistema abierto, con parti-
cipación directa de la gente, buscando que la tecnología sirva para reforzar
la democratización de la ciudad y de los propios recursos tecnológicos. En
algunos casos, con la reutilización de espacios vacíos para diversas utilida-
des y necesidades sociales (huertos urbanos), en otros con la gestión cívica
de equipamientos públicos o de lugares ocupados, o con otras alternativas
como monedas sociales (Subirats-García Bernardo, 2016)
También ha crecido el interés por ver en la ciudad un espacio privile-
giado para replantear el dominio sobre el uso y la distribución de bienes
considerados básicos, o bienes comunes, como el agua o la energía (Mat-
183
tei, 2013). Desde otra perspectiva, se apunta a que la ciudad es por sí
misma un espacio “procomún”, por su naturaleza abierta, compartida
entre sus habitantes, y que necesita ser gestionada para preservar sus
cualidades en la línea de cualquier otro bien común. Lo que implicaría
entender el derecho a la ciudad como la expresión de la capacidad de sus
habitantes de decidir sobre cómo gestionarla, como preservar sus recur-
sos y espacios comunes, como asegurar su resiliencia. Con lo que ello
implica desde el punto de vista del sistema de gobierno colectivo necesario
para preservar ese “procomún”, desde lógicas más horizontales, colabora-
tivas y policéntricas. Ello nos podría llevar a concepciones de co-produc-
ción de las políticas locales y de gobierno compartido (Foster-Iaione, 2016).
Es evidente que, en cualquiera de esas tesituras, será clave la com-
plementariedad entre nuevas concepciones sobre la ciudad con la recupe-
ración de la tradición comunitaria y con la tecnología digital. Lo importan-
te es entender la tecnología, no solo como una herramienta sino como un
nuevo espacio en el que explorar nuevas respuestas a las necesidades
democráticas, sociales y ambientales de las ciudades, yendo más allá de
las alternativas que no cambian las lógicas de fondo de los temas y que
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
La pregunta por el
ambiente sostenible
185
¿Qué son las ciudades sostenibles
y cómo pueden llegar a serlo?
Pierre Calame
Traducción: Marie Bailloux
186 ¿Qué son las ciudades sostenibles y cómo pueden serlo? Esta doble pre-
gunta, a pesar de su aparente banalidad, contiene un diagnóstico, una
visión, un programa.
Para empezar, un diagnóstico: si nos preguntamos cómo nuestras
ciudades pueden llegar a ser sostenibles, es porque estamos conscientes
de que, hoy en día, las ciudades del Norte o del Sur, del Este y del Oeste
no son sostenibles.
Una visión: Si se piensa que las ciudades pueden llegar a ser sosteni-
bles y que, para esto, existen estrategias, se reconoce implícitamente el
papel específico de las ciudades en la transición hacia sociedades soste-
nibles. De lo contrario, se buscaría definir lo que es una sociedad soste-
nible sin aislar el papel específico de las ciudades. Se supone, por medio
de una serie de condiciones que habrá que especificar, que una ciudad en
particular puede tener un papel destacado en la transición. Aún más, se
puede formular la hipótesis de que no puede haber transición hacia socie-
dades sostenibles sin transición hacia ciudades sostenibles, en otras
palabras, que las ciudades y los territorios tienen un papel específico que
desempeñar en la transición.
¿Qué son las ciudades sostenibles y cómo pueden llegar a serlo?
83 http://www.alliance21.org/2003/article686.html#1
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
poder, se han definido por una estructura jurídica –la persona jurídica– y
una lógica –el valor para el accionista– volviéndolas incapaces de estruc-
turar toda la cadena de producción y distribución en favor del bien común.
Se ve en cada desastre, sea el naufragio del petrolero Erika frente a las
costas de Francia o el colapso del taller de confección Rana Plaza en
Bangladesh: en ambos casos, las empresas mandatarias –Total en el
caso del petrolero Erika y grandes grupos multinacionales de la confec-
ción en el caso de Rana Plaza– se basaron en la definición de la persona
jurídica para negar su responsabilidad en el drama.
Por lo tanto el principal reto del siglo XXI es la aparición de dos nuevos
“actores palanca”. Y se dispone para esto de dos candidatos naturales: la
ciudad y el territorio, en relación con las coherencias horizontales, y el con-
junto de las ramas de producción y de distribución, en relación con las cohe-
rencias verticales.
Esto vuelve posible definir lo que son las sociedades sostenibles y el
papel asignado a las ciudades y territorios en esta definición. Son socie- 191
dades enfocadas en la gestión de las relaciones y, por lo mismo, aptas
para superar la triple crisis y garantizar una gobernanza, manteniendo las
sociedades en su campo de sostenibilidad, apoyándose en los dos actores
y en sus relaciones mutuas: las ciudades y los territorios por un lado, las
industrias por el otro.
El hecho de que las ciudades y los territorios tengan el potencial de
ser actor palanca en las sociedades sostenibles no garantiza que estas
potencialidades sean efectivamente valoradas. Para lograr esto, se
requieren una cierta cantidad de rupturas. Se trata esencialmente, como
lo veremos, de rupturas intelectuales e institucionales. ¿Esto puede resul-
tar sorprendente? Por supuesto que no. De hecho, cuando nos interesa-
mos en la evolución de las sociedades, y especialmente de las sociedades
modernas, tendemos a centrar la atención en “lo que se mueve”, en par-
ticular las ciencias y técnicas o la economía, perdiendo de vista lo esen-
cial: lo que, por el contrario, está dotado de una gran inercia y casi no se
mueve. Son precisamente los sistemas intelectuales y los sistemas institu-
cionales. Son ellos, tanto a escala local como a escala nacional o interna-
cional, el principal obstáculo para la transición; obstáculo aún más pode-
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
entre los niveles que se establecen son mucho más importantes que las
competencias asignadas a cada uno de ellos. Mientras no se supere, por un
lado, la política de silo y por el otro, el mil-hojas institucional, ¿es realmente
posible hablar de ciudades sostenibles?
Tercer ejemplo, la dialéctica entre lo local, lo nacional y lo global, la
necesidad de transformar el contexto nacional e internacional para avanzar
hacia la sostenibilidad. Ya lo vimos en relación con la “moneda energía”.
Esto también vale para los acuerdos comerciales internacionales: mientras
no se funden sobre industrias sostenibles, las reglas del comercio
internacional consistirán, para los países ricos, y siguiendo con la metáfora
religiosa, a construir su salvación a costa de los demás: tengamos bellos
ecosistemas, un aparente consumo reducido de energía fósil y el respeto de
los derechos de los trabajadores, pero al costo de la externalización, hoy en
día en China y mañana en India y África, con producciones contaminantes o
costosas en energía fósil y fábricas del sudor.
Último ejemplo, el de la ciudadanía. La ciudadanía, en nuestros países 197
ricos, tiende a definirse como una añadidura de derechos. El derecho a
una renta básica es sólo el último avatar. Sin embargo, la antropología nos
muestra que lo que constituye el cemento de las comunidades no son los
derechos de los individuos, concepto además relativamente nuevo y nacido de
la cultura occidental, sino las responsabilidades recíprocas dentro de una
comunidad. No habrá ciudades y sociedades sostenibles hasta que se
cumpla con la condición de revitalizar una visión más equilibrada de la
ciudadanía, asociando derechos y responsabilidades.
En conclusión, este último ejemplo nos permite recordar las mayores
condiciones para una transición hacia ciudades sostenibles: la movilización
de todos los actores en torno a estrategias multiactorales a largo plazo,
sobre la base de un reconocimiento por parte de cada uno de sus propias
responsabilidades.
De la ciudad caótica a la ciudad sostenible.
¿Hay respuestas urbanísticas para
la ciudad sostenible?
Carlos Hernández Pezzi
El urbanismo, “demodé”
Desde el punto de vista del enfoque económico ordinario, el que se enseña 203
habitualmente en los manuales, la respuesta sería un NO tajante. Pues este
enfoque considera por principio que la producción y venta de mercancías es
un negocio que promueve el bienestar de la gente facilitando, más que
socavando, el ejercicio de sus derechos. Y aunque pueda ocasionar daños
en el “medio ambiente”, se postula que las “externalidades negativas”
acostumbran a ser muy inferiores a las ganancias de utilidad que genera el
proceso económico. Sin embargo la realidad contradice este enfoque tan
apacible y simplista, porque el mero hecho de revender con beneficio puede
enriquecer a algunos, pero atentar contra el conjunto de la sociedad, recor-
tando derechos y ocasionando graves deterioros en el medio físico y terri-
torial. Aclaremos el confusionismo asociado al enfoque económico ordina-
rio que arropa y da por buenas las prácticas especulativas habituales.
La mayoría de la gente cree que las operaciones urbanísticas y los
megaproyectos en curso responden a la lógica de la producción y el merca-
do, que se supone, de entrada, que persigue fines utilitarios buenos de por
sí, orientados a cubrir demandas insatisfechas. La ideología económica
imperante presupone también que las empresas “dan trabajo” para fabri-
car y vender bienes y servicios socialmente útiles. La gente no llega a
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
208
El coche mata la ciudad
Lluis Brau
El uso privado y cotidiano del coche en la ciudad, mata la ciudad. ¿Qué medi- 209
das pueden tomarse para suprimir o reducir drásticamente el coche en ciu-
dades compactas?
Una movilidad urbana más allá del automóvil, post car cities, no solo es
posible sino perfectamente factible y son muchas, (aunque relativamente
pocas), las ciudades que desde hace años han optado por este modelo.84
Los coches se comportan como los gases, (ley de Boyle). Se expanden o
se comprimen ocupando todo el espacio disponible. A más oferta vial,
más coches, más ciudadanos optan por este medio. A la recíproca, una
política de contención vial produce en primera instancia una gran conges-
tión, que rápidamente se estabiliza en una reducción del número de vehí-
culos, ya que muchos conductores optan por pasarse a los otros modos.
Exactamente lo contrario de las tradicionales políticas de ingeniería
de tráfico, que pretenden solucionar el problema de la congestión
(demanda) aumentando la oferta de vialidad (más carriles para coches).
Grandes y costosos viaductos y aparcamientos a mayor deleite de las
215
grandes empresas constructoras. Los resultados son bien conocidos. A
los pocos días la nueva vía se satura y de rebote la trama capilar de calles
en la que desagua. Más congestiones y atascos en toda la ciudad. Más
contaminación y accidentes.
Las técnicas de contención, no desaparición, de la movilidad en vehí-
culo privado, con paralela potenciación de los otros medios (a pie, en bici,
216
La gran paradoja del vehículo privado
estas empresas son los grandes agraciados. ¿Pero cómo puede explicar-
se que estos pocos accionistas, puedan imponerse a toda la humanidad?
No resulta fácil comprender, pero esta es la realidad. La mayoría de la
población ama y aspira a poder conducir su propio coche, aun cuando
objetivamente, sobre todo en la ciudad el vehículo privado utilizado masi-
vamente, no puede ser más nefasto.
La terrible catástrofe que supone anualmente la muerte por respirar y
por accidentes en las calles y carreteras del mundo de casi 10 millones de
personas por su causa, es un tema sistemáticamente obviado y minimiza-
do, en un implícito pacto colectivo del silencio. Los devastadores efectos de
la contaminación del aire merecen en general muy poca atención por parte
de los poderes públicos y por los medios. Los letales efectos son mayorita-
riamente ignorados, desconocidos por la población. La brutalidad cotidiana
de las muertes y heridos por accidentes de tráfico, no puede ser ignorada
ni obviada pero es asumida como un inconveniente normal y natural. Como
un necesario y fatal tributo al desarrollo, al progreso. 217
La muerte violenta por un accidente aéreo o un atentado terrorista
provocan un fuerte impacto social y mediático. El goteo cotidiano de
muertes violentas y heridos por accidentes de circulación se identifica
como un fenómeno natural, como puede ser la secuencia de fases luna-
res, las mareas o que llueva. No merece una especial atención. Incluso
las puntas generadas durante fines de semana y puentes vacacionales
entran en la macabra normalidad estadística.
No resulta fácil actuar frente a una opinión pública irritada (es verdad) por
la congestión cotidiana generada por el coche, que afecta también al trans-
porte público, pero profundamente reacia a modificar su papel hegemónico
en la ciudad, en la sociedad. Las resistencias y oposición ciudadana a los
pequeños intentos de modificar levemente el statu quo, son recurrentes.
La eliminación de una zona de aparcamiento gratuito en la calle, de devol-
ver a la ciudadanía un espacio público de todos, privatizado por unos
pocos, acostumbra a levantar una reacción airada de los afectados que,
secundada por los medios, acaba por decantar la opinión pública general
en contra. Todo el mundo asume que su nevera no puede guardarla en la
calle; en cambio poder aparcar su vehículo privado en la vía pública pare-
El coche mata la ciudad
221
La calle es nuestra... ¿qué hacer con
la movilidad tal como existe hoy?
Andrés Borthagaray
87 Por ejemplo, “Cuestionando el dogma del BRT”, artículos de Juan Carlos Dextre,
Isabel Arteaga y Manuel Herce en Número monográfico, Revista R, Universidad de la
República, Uruguay.
TERCERA PARTE
225
227
230 Como todos los términos que se generan para definir los nuevos caminos
a seguir para superar las graves consecuencias sociales y ambientales
que nos impone un sistema totalizante, centrado en la acumulación del
poder y del dinero, el derecho a la ciudad es retomado por quienes temen
perder sus privilegios para diluirlo en banalidades, confundirlo con otros
conceptos construidos desde la perspectiva de sus propios intereses o
para mostrarle al mundo su inviabilidad y sinsentido.
Así, en los días que corren, durante el proceso preparatorio de Hábitat
III, se preparó bajo la convocatoria de ONU-Hábitat un excelente docu-
mento sobre el tema (Policy Paper 1 on the Right to the City) que, al
momento de redactar el Borrador Cero de la Nueva Agenda Urbana,
quedó reducido a un corto párrafo en el que se afirmaba que:
“anclamos nuestra visión en el concepto de ciudades para todos, que
en algunos países se entiende como el derecho a la ciudad”
Aun así, diluido y distorsionado, su posible mención en la Nueva Agen-
da Urbana fue objeto de cuestionamientos por muchos países, señalando
que no es un derecho reconocido y que la Conferencia Hábitat III no es el
lugar para reconocer nuevos derechos. Unos porque los derechos estor-
ban a su autoritarismo y les aterra la democracia participativa en la que
El derecho a la ciudad. ¿Sirve, es movilizador, operativo o solo un tema de moda?
se finca este derecho, otros por verlo como amenaza al mercado que ha
convertido las ciudades en paraíso para la especulación y, otros más,
porque no quieren adquirir nuevos compromisos, enfrentados a sus pro-
pias crisis y limitaciones.
Afortunadamente, varios países latinoamericanos, colocados a la van-
guardia en el tema, reconocen la importancia de incluirlo en una agenda
mundial enfocada en las ciudades. Sin embargo, lo más que lograron
colocar en el proyecto de Agenda Urbana hasta la última reunión prepa-
ratoria de Surabaya fue cambiar ligeramente la redacción para sustituir
“en algunos países se entiende” por “en algunos países se reconoce como
el derecho a la ciudad”, aseveración apenas suficiente pero importante
para seguir luchando por su reconocimiento.
241
2. CIUDAD Y CIUDADANÍA
243
92 N. de los E.: Esta entrevista fue publicada originalmente el 13 de julio de 2016 por El
Canelazo de la Ciudad, revista del Grupo de Investigación Derecho a la Ciudad de
FLACSO-Ecuador. Agradecemos a la revista y a los autores de la entrevista la autoriza-
ción para publicarla en este libro.
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
Durante mucho tiempo, en las culturas occidentales, la ciudad ha sido ima- 257
ginada como espacio de la integración social y cultural. Lugar seguro,
protegido de la violencia de la naturaleza y de los hombres, donde los dis-
tintos entraban en contacto entre sí, se conocían, aprendían los unos de los
otros y eventualmente intercambiaban lo mejor de sus propios conocimien-
tos y de la propia cultura, en un proceso de continua hibridación de produc-
tos de nuevas identidades, de nuevos sujetos y de nuevas ideas.
Pero desde siempre y de maneras diversas la ciudad, lugar mágico,
sede privilegiada de toda innovación tecnológica y científica, cultural e
institucional, ha sido también maquina potente de diferenciación y sepa-
ración, de marginación y exclusión de grupos étnicos y religiosos, de
actividades y profesiones, de individuos y grupos dotados de identidad y
reglas diferentes, de ricos y pobres. En la ciudad occidental, ricos y pobres
se han encontrado siempre y siguen encontrándose, pero se mantienen
también, y cada vez más, visiblemente distantes.
Gran parte de los observadores contemporáneos coinciden en recono-
cer que, mientras a escala planetaria se ha verificado una disminución de
la población en situación de pobreza extrema y una mejora de la calidad
de vida en la mayor parte de los países pobres –debido probablemente al
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
94 OSCE, 2008, Growing Unequal, París. En los últimos años se ha desarrollado una amplia
literatura sobre desigualdad social. Para una lectura de conjunto, véase: M. Franzini 2010.
Ricchi e Poveri, L’Italia e le disuguaglianze (in)accettabili, Università Bocconi ed., Milán.
95 P. Rosanvallon, 2011, La socíété de égoux, París, Seuil, pp. 14-20 (trad. Esp., La socie-
dad de los Iguales. Manantial, 2012, Buenos Aires) y en concreto: Piketty, 2010. On the
Long-Run Evolution of Evolution of Inheritance; France 1820-2050, working paper, Paris
School of Economics; J. Roine D. Waldenstrom, 2006, The Evolution of Top Incomes in an
Egalitarian Society: Sweden. 1903-2004. Working Paper Series in Economics and Finance,
n° 625, Stockholm School of Economics.
96 P. Rosanvallon, 2011, op, cit.. pp. 14-20.
La nueva cuestión urbana
97 J. Donzelot, 2009. La Ville a trois vitesses et autres essais, Editions de la Villette, París
[trad. Esp. “La ciudad de tres velocidades”. La fragilización de las relaciones sociales. Ed.
Círculo de Bellas Artes, Madrid 2007]: E.W. Soja. 2010, Seeking Spatial Justice. University
of Minnesota Press. Minneapolis [trad, esp,. En busca de la justicia espacial, 2014,
Barcelona, Ed. Tirant lo Blanch].
98 G. Kepel, 2012. Quatre-Vingt-Treize. Gallimard, París.
99 B. Secchi y P. Viganò, 2012. “La Métropole horizontale. Bruxelles et ses territoires”,
Bruxelles 2040. Région de Bruxelles-Capitale. Bruselas.
100 B. Secchi y P. Viganò, 2009. Antwerp: Territory of a New Modernity. SUN, Ámsterdam.
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
101 B. Secchi, 2010. “A new Urban Question. Undersanting and Planning the Contemporary
European City”, Territorio, n° 53.
102 C. Borghero (ed.), 1974,. La polémica sul lusso nel Settecento francese. Einaudi. Turín.
103 Fuzesséry. Ph. Simay, 2008. Le choc des métropoles. Simmel. Kracauer, Benjamin.
Éditions de l’eclat. París.
104 G. Le Bon. 1896. The crowed: A Study of the Popular Mind. Londres [trad. Esp., La
sociología de las masas. 2005. Morata. Madrid].
La nueva cuestión urbana
105 G. Tarde [1901]. 1969. “The Public and the Crowd”. On communications and social
Influence. Selected Papers, The University of Chicago Press, Chicago [trad, esp., La opin-
ion y la multitude, 1986, Taurus. Madrid].
106 R. E. Park [1904]. 1972. The Crowd and the Public and Other Essays. Chicago, The
University of Chicago Press [trad, esp,. “La masa y el publico, una investigación metodológi-
ca y sociológica”. REIS Revista Española de Investigaciones sociológicas 74/96, Madrid].
107 D. Riesman, 1948. The Lonely Crowd. Yale University Press. New Haven [trad. Esp,. La
muchedumbre solitaria, 1981. Paidós, Barcelona].
108 H. Lefebvre. 1968. Le droit á la ville. Espace et politique. París [trad, esp. El derecho a
la ciudad, 1978, Ed. Península. Barcelona].
109 M. Castells, 1972. La Question urbaine. Maspero. París [trad, esp,. La cuestión urba-
na, 2004. Siglo XXI, México].
110 M. de Certeau. 1980. L’Invention du quotidien. Union générale d’éditions, París [trad.
esp. La invención de lo cotidiano. 2000. Ed. Universidad Iberoamericana, Mendoza].
111 M. Foucault, 1984. Le suci de soi, Gallimard, París [trad. esp. El cuidado de sí, vol. 3 de
Historia de la sexualidad, 2005. Siglo XXI, México].
112 Z. Bsuman, 2000, Liquid Modernity, Polity Press. Cambridge [trad. esp., La moderni-
dad líquida, 2002. Fondo de Cultura.
113 U. Beck, 1999. World Risk Society. Polity Press, Cambridge. [trad. esp., La sociedad
del riesgo global, 2006. Siglo XXI, México].
114 J. Rifkin, 2000. The Age of Acces: How the Shift from Ownership to Access is
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
Transforming Capitalism. Penguin Books. Londres [trad. esp., La Era del acceso, 2000.
Paidós, Barcelona].
115 P. Rosanvallon, 2011. op. cit.
116 Quiero señalar que es durante estas transiciones cuando no estamos en condiciones
de recurrir a palabras simples al hablar de la ciudad. La proliferación de términos meta-
fóricos con los cuales se alude hoy a la ciudad contemporánea es prueba de ello. Incluso
en el pasado, cada recorrido a través de una crisis urbana se ha caracterizado por una
serie de metáforas que trataban de representar la realidad, sus problemas y su sentido.
El papel de las metáforas, como se sabe, es el de dar sentido a lo que no somos capaces
de comprender plenamente. De hecho cada vez que no entendemos la situación necesi-
tamos imágenes fuertes. El proyecto, no solo físico, de la ciudad se nos ha confiado y se
nos confía a menudo en formas acrítica. B. Secchi, 2009, “A New Urban Question: Why
and How Some Fundamental Metaphors Were Used”, conferencia, Ecole Spéciale
Democratizar la democracia117
Etienne Balibar
263
Primera proposición. La democratización de la democracia no designa ni
un Estado que “trasciende” virtualmente todo posible régimen ni un pro-
ceso de perfeccionamiento del orden democrático existente (del modo,
por ejemplo, en que Derrida (2003) explica que la democracia está “siem-
pre por venir”, lo que la convierte en un sinónimo de la justicia incondicio-
nada cuya expectativa excede toda posibilidad jurídica o institucional).
Pero designa una diferencia en relación a las prácticas actuales de la
política o, mejor aún: un “rasgo diferencial” que desplaza las prácticas
políticas de modo de afrontar abiertamente la falta de democracia de las
instituciones existentes, y de transformarlas de forma más o menos radi-
cal. El ciudadano activo es el agente de esta transformación. Es por ello
que siempre conserva un vínculo con las nociones de insurrección y de
revolución, no en el sentido de un simple acontecimiento violento o pací-
d’Architecture, París.
117 N. de los E.: Este texto, basado en la Conferencia “Historical Dilemmas of Democracy
and their Contemporany relevance for Cititzenship” se publicó en un libro titulado
“Cittadinanza” en Italia (Bollati Boringhieri, 2012) y en castellano “Ciudadanía”en
Argentina (Adriana Hidalgo, 2013). Este texto que incluimos con permiso del autor forma
parte del último capítulo.
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
el que deben medirse los viejos movimientos sociales (en nuestros días, el
sindicalismo y, más en general las organizaciones del movimiento obrero),
que luchan por defender una forma de ciudadanía democrática amenaza-
da (la ciudadanía social y sus correlatos en términos de protección social
universal o de derecho al trabajo, que “politizan” lo social tanto como
“socializan” la política). Todavía más fundamental es el problema que
concierne a la transformación de las frontera nacionales, es un sentido
como tal democrático (es decir, en especial en el sentido de una circula-
ción de los programa y de los actores entre los territorios), y por consi-
guiente a la superación de la soberanía puramente nacional, no sólo como
soberanía estatal, sino como soberanía “del pueblo”. Es inútil volver a
insistir in extenso en la importancia que reviste tal transgresión de la clau-
sura territorial y comunitaria para hacer entrar de veras en el campo de
la política (y no sólo de la “gobernanza”) las cuestiones planetarias urgen-
tes del medio ambiente, de las migraciones, de la utilización de los recur-
sos o los “comunes”, la prevención de los conflictos étnicos, etcétera. 265
271
Vista del Conjunto Urbano de Nonoalco Tlatelolco y zona norte de la Ciudad de México.
Fuente: Archivo PUEC UNAM. Fotografía: Verónica Mendoza.
Hábitat en deuda y activos a futuro:
hacia una nueva práctica urbana inclusiva
Michael Cohen, María Carrizosa y Margarita Gutman
Este libro (N. de los E.: Hábitat en deuda) ha mostrado la gran variedad de 273
experiencias que seis países de América Latina han tenido en su manejo
de los desafíos del crecimiento urbano. Los capítulos individuales de cada
país y el análisis transversal presentado ilustran importantes conclusio-
nes con respecto a los temas comunes y a los factores de contexto que
han operado para frustrar el progreso sostenido en la reforma de la polí-
tica urbana y en la creación de condiciones materiales para la generación
de ciudades productivas y equitativas en estos países. Los ensayos son
ricos en su contenido pero a su vez deben ser considerados desde una
perspectiva más amplia, que ponga sus conclusiones en el contexto glo-
bal y las contraste con diferentes marcos analíticos urbanos.
Este último capítulo tiene por objeto proporcionar esta contextualiza-
ción analítica con la esperanza de que la reciente experiencia urbana de
América Latina también pueda enriquecer el conocimiento global compa-
rativo, demostrando que algunos de los dilemas que enfrentan estos paí-
ses no son exclusivos de América Latina sino que son parte de una expe-
riencia urbana mundial más amplia. En este sentido, estas experiencias
también son importantes al considerar las estrategias de implementación
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
El brote reciente en América Latina del Zika como una epidemia trans-
mitida por mosquitos es un buen ejemplo actual de esta interdependen-
cia. Aunque es evidente que se trata de un problema de salud pública, el
virus se propaga en los miles de millas de zanjas de drenaje abiertas de
ciudades y pueblos de América Latina y por lo tanto también puede con-
siderarse como un problema de infraestructura. Su impacto devastador
en los niños recién nacidos reducirá significativamente los ingresos fami-
liares urbanos como consecuencia de los nacimientos de muchos niños
con discapacidad que requerirán cuidado permanente a lo largo de toda
su vida. Los ingresos urbanos bajarán y aumentará la pobreza urbana. Las
ganancias de una década de crecimiento económico en la región pueden
estar en riesgo. Reconocer el nivel de interdependencia y complejidad de
los problemas urbanos es un primer paso fundamental hacia la búsqueda
de soluciones significativas.
Dentro de la lista de Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), es evi-
dente que un objetivo –lograr la inclusión social– captura muchas de las 283
dimensiones de los demás objetivos, pues reúne asuntos como las dife-
rencias de ingresos, de oportunidades, de acceso a los servicios públicos,
de calidad de vida y la vulnerabilidad diferencial a las consecuencias del
cambio climático para las poblaciones de una misma ciudad. La desigual-
dad intra-urbana ha demostrado ser particularmente difícil de abordar,
como lo demuestra un estudio desarrollado en el 2014 por la Corporación
Andina de Fomento y ONU Hábitat, donde se concluyó que aun cuando la
desigualdad a nivel nacional se ha reducido, la desigualdad intra-urbana
ha aumentado en una muestra de 350 ciudades y pueblos latinoamerica-
nos (Moreno, 2014). La inclusión se entiende ahora como algo más que
desigualdad de ingresos, pues incluye también un conjunto de caracterís-
ticas que excluyen a hombres, mujeres y niños de ciertas edades, etnias,
razas y otras identidades, de disfrutar toda la gama de oportunidades
dentro de las áreas urbanas.
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
titaria. Cada uno tiene su propia lógica y sus propias causas y resultados
(Lacarrieu, 2016). Mientras que en las ciudades alguna diversidad debe
ser bienvenida, también es cierto que la exclusión puede ser provocada
por cada uno de estos procesos de manera individual y en conjunto de
manera acumulativa.
Fragmentación: La mayoría de las ciudades en el siglo XXI se encuen-
tran altamente fragmentadas en términos espaciales. Se extienden sobre
áreas demasiado amplias y con frecuencia son dividas por la infraestruc-
tura o por elementos geográficos como las vías navegables. De hecho, la
distancia física entre distintas partes de las ciudades puede ser menos
importante que los elementos naturales o artificiales que fragmentan las
áreas urbanas, tal como las autopistas. Este proceso de fraccionamiento
o “astillado” ha sido bien analizado por Graham y Marvin (2001) en su libro
ya clásico, Splintering Urbanism (“Urbanismo Astillado”). La lógica de la
fragmentación incluye la diferenciación de funciones de lugares urbanos
específicos, la planificación de infraestructuras, los incentivos económi- 285
cos para determinados usos del suelo, así como la magnitud de ciertas
áreas urbanas o demográficas de una zona determinada. Más aún, estos
elementos están institucionalizados por procesos de descentralización de
la administración urbana y por lo tanto prevén la creación de nuevas juris-
dicciones para la entrega de servicios urbanos, la política pública y la
representación política. La fragmentación puede conducir a diversas for-
mas físicas, tales como mosaicos, islas, o archipiélagos.
Segregación: Las dinámicas de segregación varían de una ciudad a
otra, pero por lo general reflejan lógicas de separación entre personas
con diferentes identidades culturales, económicas, raciales o religiosas.
Estas lógicas son generalmente muy intensas y generan formas similar-
mente intensas de separación explícita de las diferentes identidades. La
segregación tiende a implicar que los individuos y grupos viven en un
lugar determinado y que no se espera que salgan de ese lugar. Esto cam-
bia notablemente con los procesos de gentrificación, que asumen que la
gente dejará ciertos barrios cuando no pueda pagar los alquileres o los
demás costos asociados con la vida diaria en ese lugar.
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
Cada uno de estos procesos genera una mayor diferenciación entre los
residentes urbanos y establece diferentes formas de “distancia” entre los
individuos, las familias y los grupos poblacionales urbanos en general.
También hay que señalar que tal “distancia” y “diferencia” se traducen tam-
bién en diversas condiciones económicas, políticas, sociales, espaciales y
culturales que se pueden entender como “desigualdad”, y que redundan en
distintas condiciones materiales, diferencias de oportunidades y desigual
cumplimiento de los derechos humanos. La noción de exclusión, por lo
tanto, necesita en sí misma ser altamente diferenciada. La exclusión en
286 Sudáfrica urbana es diferente de la exclusión en Buenos Aires o Nueva York.
290 1. Introducción
En 1963 América Latina dejó de ser una región con población predomi-
nantemente rural y campesina para pasar a ser una urbana y citadina. La
población urbana tiene un crecimiento sin precedentes que va del 41 % en
1950 al 82 % en el año 2010, mientras correlativamente se vive una reduc-
ción de población en el campo: de 59 % a 18 % en el mismo período, lo
cual acarrea una disminución general de las tasas de urbanización: si en
1950 la tasa fue de 4,1 % anual, para 2010 llegó a 2,1 %.118 Es decir, mien-
tras la población concentrada aumentó en el doble, la tasa de urbaniza-
ción se redujo a la mitad y esto en tres rangos de ciudades, tal como se
describe en el Gráfico No. 1. La paradoja es que mientras más urbana es
la región, menos crecen las ciudades.
118 A ello debe sumarse la reducción de la tasa de fecundidad: si en 1950 fue de 5,89 %,
para 2010 alcanzó el 2,37 % (CELADE, 2008).
Nuevos patrones de urbanización, nueva ciudad en América Latina
Gráfico Nº 1
291
119 “Es sugerente que de las quince ciudades más pobladas del mundo a mediados de
los años noventa, cuatro se localizaran en América Latina (Buenos Aires, Ciudad de
México, Río de Janeiro y São Paulo); este hecho es aún más llamativo si se considera que
en 1950 sólo Buenos Aires se encontraba entre las diez mayores del mundo y que, ade-
más, en 1995 la población latinoamericana representaba apenas el 8% del total del
planeta” (Rodríguez y Villa, 1998).
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
décimo tercero, cuando no hace mucho eran las que mayor población
concentraban (ver Anexo 1 en pg. xx). Además estas ciudades ya no van a
crecer más porque la migración del campo a la ciudad finalizó, debido a
que quedan muy pocos habitantes en las zonas rurales, y los que quedan
ya no están dispuestos a migrar. Por ello se puede afirmar que en Améri-
ca Latina se cerró el ciclo de la migración campo/ciudad y concomitante-
mente, se abrió un nuevo flujo migratorio del tipo urbano/urbano, donde
resalta la migración internacional, que empezó a construir inéditas for-
mas de relaciones interurbanas.
Con este trabajo se intenta evidenciar que no solo crecen menos las
ciudades, sino que también se transforman sustancialmente. Las urbes
del crecimiento periférico venidas de las migraciones rurales –que carac-
terizó a la ciudad Latinoamericana hasta la década de los noventa del siglo
pasado– dejaron de ser parte del patrón de urbanización dominante. En
esta perspectiva se pueden evidenciar –al menos– tres fenómenos que se
presentan a partir de la transición demográfica que vive la región, en el
292
contexto del proceso de globalización:
• La reducción de la migración del campo a la ciudad trajo consigo
el regreso a la ciudad construida, que redefinió el sentido de la
producción de la base material de la ciudad, esto es, de espacios
donde no existían servicios, infraestructuras y equipamientos
(urbanización), hacia otro en donde la ciudad previamente existe
(reurbanización).
• La aparición de una nueva periferia que crea el urban sprawl,
donde el eje de su existencia pasa por el crecimiento de la man-
cha urbana (territorio) por encima del de la población, deducido
más de una lógica especulativa del suelo que de la presión demo-
gráfica de la migración.120
• La ciudad transurbana es una consecuencia de la migración inter-
nacional y de las nuevas tecnologías de la comunicación, inscritas
en el proceso de globalización, que permiten estructurar ciuda-
des en espacios distintos, discontinuos y distantes.
121 “El número de ciudades se ha multiplicado por seis en cincuenta años” (Onu-
Habitat, 2012).
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
122 Fue la época de los paros cívicos en Colombia, del movimiento de pobladores en
Chile, del movimiento urbano popular en México o de los movimientos de los Sin Techo
en muchas de las ciudades de la región.
123 Uno de los casos más interesantes y reveladores de esta afirmación se puede verifi-
car en Quito con la construcción del nuevo Aeropuerto en la periferia de la ciudad, que
condujo a la creación de la mayor cantidad de suelo urbano especulativo en la historia
de la urbe, sin que exista regulación o planificación urbana alguna (ciudad dispersa). Y
por otro lado, la salida del aeropuerto de su antigua ubicación central en la ciudad pro-
dujo –gracias a la regulación diseñada– una especulación del suelo nunca antes vista
(ciudad compacta). Por ejemplo, se planteó la posibilidad de construir hasta 30 pisos de
altura en terrenos de una hectárea, en una zona donde prima la pequeña propiedad y
donde el cono de aproximación al aeropuerto no permitía la construcción de más dos
pisos. Una propuesta de este tipo supone una economía urbana lo suficientemente sóli-
da para acometer una oferta como la señalada, cosa que no existía cuando se diseñó y
mucho menos ahora con la crisis económica del país. Resultado: una importante con-
centración de la propiedad en beneficio del gran capital inmobiliario y un incremento
especulativo del precio del suelo por las potencialidades de construcción: incremento de
densidades, construcción del metro y cambios de usos del suelo. Y lo paradójico: no se
ha construido un solo edificio de esa magnitud, pero el precio del suelo se disparó.
Nuevos patrones de urbanización, nueva ciudad en América Latina
124 Foraneidad en el sentido de que las ciudades se han hecho espacios de extranjeros
y no de ciudadanos, porque siempre la población está “fuera de lugar”: para entrar a un
edificio o a una urbanización se requiere de identificación (pasaporte), autorización (visa)
y pórticos de control o cacheos previos (aduana) (https://works.bepress.com/fernando_
carrion/697/).
Nuevos patrones de urbanización, nueva ciudad en América Latina
125 Este es el caso de las políticas de vivienda sustentadas en el subsidio a la oferta, que
tienden a localizarse en los lugares de precio más bajo del suelo –esto es, en las perife-
rias distantes– que conducen a producir vivienda pero no ciudad. Lo que Alfredo
Rodríguez plantea: “Viviendas privadas de ciudad”.
Nuevos patrones de urbanización, nueva ciudad en América Latina
Las migraciones
Con el cierre del fenómeno migratorio del campo a la ciudad se abrieron
otras formas, donde prevaleció la migración interurbana sobre la rural/
urbana y la internacional sobre la nacional; esto es, que el migrante tiene
una vida previa en la ciudad y que puede optar por un destino supra nacio-
nal.129 Además y a diferencia del momento anterior, en este caso no se
129 “Varios estudios señalan diferencias notorias entre la estampida migratori de finales
de los noventa e inicios del nuevo siglo en relación con las anteriores migraciones, entre
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
las que se pueden nombrar: nuevos lugares de destino, mayor nivel educativo, feminiza-
ción de la migración, incremento de envío de remesas y uso de Nuevas Tecnologías de
Información y Comunicación, NTIC, como un medio que facilita el tejido de las redes
migratorias y potencializa la formación de comunidades virtuales transnacionales en el
contexto de globalización y del capitalismo informático” (Ramírez, 2014).
Nuevos patrones de urbanización, nueva ciudad en América Latina
130 En el año 2009 se produjo una caída del 15 por ciento de las remesas hacia la región,
debido a la crisis económica producida por la hipotecas.
131 Este operaba como ahorro del migrante en su país y ahora lo empieza a usar para
sostener su condición de migrante en el país receptor.
Nuevos patrones de urbanización, nueva ciudad en América Latina
Gráfico Nº 2
Rutas y nodos de la migración ecuatoriana hacia los EEUU
305
El narcotráfico
Una parte importante de los flujos económicos que se configuran en los
mercados ilegales producidos por la red global del crimen corresponde al
narcotráfico. Esto da lugar a pensar que si en el período anterior la ilega-
lidad urbana estuvo vinculada a los asentamientos humanos en la perife-
ria, hoy lo está al sector de la economía.
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
Gráfico Nº 3
Rutas y nodos en el Mercado Ilegal del Tráfico de Drogas (2000-2014)
132 Un ejemplo evidente es el del cartel de Sinaloa, que tiene presencia en 51 países del
mundo y cuenta con más de 3.400 empresas.
Nuevos patrones de urbanización, nueva ciudad en América Latina
Gráfico Nº 4
Sistema de ciudades en la frontera México - Estados Unidos
Fuente: Reyes, C. y otros (2001). Explorando la Geografía de México 2, Mapa 1.7, pág. 17
6. Conclusiones
Anexo 1
Ranking mundial de megaciudades
Posi- Ciudad País Población Población Población Población Fecha
ción según según según según y
Citypopu- Demo- ONU último fuente
lation graphia censo
oficial
1 Cantón China 47.700.000 42.941.000 45.553.000 39.264.086 2010
2 Tokio Japón 39.500.000 38.001.000 37.843.000 8.945.695 2010
3 Shanghái China 30.900.000 29.213.000 30.477.000 25.420.288 2010
4 Yakarta Indonesia 28.100.000 11.399.000 30.539.000 10.558.121 2010
5 Delhi India 26.400.000 25.703.000 24.998.000 16.349.831 2011
Corea del
6 Seúl 24.400.000 13.558.000 23.480.000 23.836.272 2010
Sur
7 Karachi Pakistán 24.300.000 16.618.000 22.123.000 21.142.625 2011
8 Manila Filipinas 23.300.000 12.946.000 24.123.000 1.652.171 2010
9 Bombay India 23.200.000 21.043.000 21.732.000 19.617.302 2011
Ciudad de
10 México 22.100.000 20.999.000 20.063.000 18.555.272 2015
México
310 Nueva Estados
11 22.000.000 19.532.000 20.630.000 19.556.440 2010
York Unidos
12 São Paulo Brasil 21.800.000 21.066.000 20.365.000 19.683.975 2010
13 Pekín China 21.100.000 20.384.000 21.009.000 16.446.857 2010
14 Osaka Japón 17.800.000 20.238.000 17.444.000 2.665.314 2010
15 Daca Bangladesh 17.600.000 17.598.000 15.669.000 14.543.124 2011
Los Estados
16 17.600.000 14.504.000 15.058.000 17.053.905 2010
Ángeles Unidos
17 Lagos Nigeria 17.100.000 13.123.000 13.123.000 5.195.247 1991
18 Moscú Rusia 16.900.000 12.166.000 16.170.000 11.612.885 2010
19 Bangkok Tailandia 16.900.000 11.084.000 14.998.000 8.986.218 2010
20 El Cairo Egipto 16.800.000 18.772.000 15.600.000 7.740.018 2006
EPÍLOGO
Manifiesto de Quito.
Aprobado el 20 de octubre de 2016
en el Foro H3 alternativo a Naciones Unidas.
311
323
7. El futuro de las ciudades se confunde con el de la huma-
nidad. Y, sin embargo, los organismos internacionales, en
especial Naciones Unidas, han fracasado
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CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
Etienne Balibar
Mireia Belil
Jordi Borja
Andrés Borthagaray
Jerónimo Bouza
Lluís Brau
Pierre Calame
Andrea Catenazzi
Michael Cohen
Roberto Eibenschutz H.
Ana Falú
Margarita Gutman
David Harvey
Madrid, 1949. Arquitecto ETSAM 1978. PhD arq. UPM 2008. Integra
Espacio&Entorno, Arquitectura, planes urbanísticos, estratégicos y terri-
toriales. Distinciones y premios. Experiencia en Ciudades, Perspectiva de
Género, Sostenibilidad, Rehabilitación Energética y Cambio Climático.
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
Jane Butzner Jacobs
Eduardo Leira
Marc Martí
Gustave Massiah
Valérie Peugeot
Pedro Pírez
Eduardo Reese
CIUDADES RESISTENTES, CIUDADES POSIBLES
Alfredo Rodríguez
Mónica Salazar
Bernardo Secchi
Joan Subirats
Ana Sugranyes
Alicia Ziccardi
«La Agenda Urbana de Naciones Unidas… sigue siendo ahistórica, sin contexto
en el tiempo ni el espacio… Sin estrategia. No establece una jerarquía de prioridades.
Carece de un fundamento ético; no asume la justicia social» (Michael Cohen).
«Los fundamentos éticos han sido pervertidos por las prácticas de los gobernantes
y de gran parte de los profesionales» (Jordi Borja y Fernando Carrión).
«La ciudad como mercancía o negocio, ¿no es un atentado a los derechos ciudadanos
y a la sostenibilidad del territorio?» (José Manuel Naredo).
«Las políticas urbanas actuales no hacen ciudad» (Alicia Ziccardi) y «El urbanismo
por si solo no puede resolver la desigualdad social…, pero puede apoyar una política
pública que privilegie a la población de menores recursos y la localización más eficiente
de la inversión» (Roberto Eibenshutz).
«En las regiones urbanas, las diferencias entre ricos y pobres se vuelven dramáticamente
visibles… las injusticias sociales se manifiestan cada vez más como justicias espaciales»
(Bernardo Secchi).
«La mirada violeta [de las mujeres] implica una pregunta constante: ¿quién utiliza este
espacio [en la ciudad]?, ¿quién está excluido?, ¿qué legitimidad predomina y quién
la ha impuesto?» (Marina Subirats).
«La ciudad es un patrimonio común de lugares, espacios y funciones que hacen posible
tanto las vidas individuales como los anhelos colectivos… Jacobs fue precursora de las
gestiones de los comunes» (Mireia Belil resumiendo textos de Jane Jacobs).