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Cumbre marco de las naciones unidas

En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo celebrada en 1992 en Río de Janeiro
(Brasil) – más conocida como «Cumbre de la Tierra de Río»– se dieron a conocer tres tratados internacionales. La
Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), el Convenio sobre la Diversidad
Biológica (CNUDB) y la Convención de Lucha contra la Desertificación (CNULD) Los tres se conocen con el nombre
de Convenciones de Río.
Las Partes en el tratado de la biodiversidad, se comprometen a conservar las especies, transferir tecnologías y compartir
de manera equitativa los beneficios resultantes del uso comercial de los recursos genéticos.
Por su parte, el acuerdo sobre la desertificación, es el encargado de realizar programas de acción nacionales,
subregionales y regionales que buscan corregir las causas de la degradación de la tierra, que van desde las pautas del
comercio internacional hasta la ordenación de las tierras.
Las tres Convenciones de Río están estrechamente relacionadas. El cambio climático afecta a la biodiversidad y a la
desertificación. Cuanto más intenso sea el cambio climático y mayor sea su alcance, mayor será la pérdida de especies
vegetales y animales, y las tierras secas y semiáridas en todo el mundo perderán vegetación y se deteriorarán.
En 2001 se estableció un grupo de enlace mixto para fomentar la colaboración entre las secretarías de las tres
convenciones. A través del grupo se comparte información, se coordinan actividades y se establecen medidas que pueden
combatir simultáneamente los tres problemas: es decir se establece lo que se conoce como «sinergía». Ahora también
incluye la Convención de Ramsar sobre los Humedales.
La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) incorporó una línea muy
importante de uno de los tratados multilaterales sobre medio ambiente que más éxito han tenido en toda la historia: el
Protocolo de Montreal de 1987, en virtud de la cual los estados miembros están obligados a actuar en interés de la
seguridad humana incluso a falta de certeza científica.
Un logro importante de la Convención, caracterizada por su carácter general y flexible, es que reconoce que el problema
del cambio climático es real.
La entrada en vigor del tratado representó un gran paso, dado que se disponía de menos pruebas científicas que hoy en
día.
Es difícil conseguir que las naciones del mundo se pongan de acuerdo en algo, mucho menos en un planteamiento común
ante una dificultad que es compleja, cuyas consecuencias no son totalmente claras y que producirá sus efectos más graves
dentro de varios decenios e incluso siglos.
La CMNUCC entró en vigor el 21 de marzo de 1994. Hoy en día cuenta con un número de miembros que la hace casi
universal. Las denominadas «Partes en la Convención» son los 195 países que la han ratificado.
La Convención reconoce que es un documento «marco», es decir, un texto que debe enmendarse o desarrollarse con el
tiempo para que los esfuerzos frente al calentamiento atmosférico y el cambio climático puedan orientarse mejor y ser
más eficaces. La primera adición al tratado, el Protocolo de Kyoto, se aprobó en 1997.

Protocolo de kyoto

Este protocolo compromete a los países industrializados a estabilizar las emisiones de gases de efecto invernadero. La
Convención por su parte solo alienta a los países a hacerlo.
El PK, fue estructurado en función de los principios de la Convención. Establece metas vinculantes de reducción de las
emisiones para 37 países industrializados y la Unión Europea, reconociendo que son los principales responsables de los
elevados niveles de emisiones de Gases Efecto Invernadero GEI que hay actualmente en la atmósfera, y que son el
resultado de quemar combustibles fósiles durante más de 150 años. En este sentido el Protocolo tiene un principio
central: el de la «responsabilidad común pero diferenciada».
El Protocolo ha movido a los gobiernos a establecer leyes y políticas para cumplir sus compromisos, a las empresas a
tener el medio ambiente en cuenta a la hora de tomar decisiones sobre sus inversiones, y además ha propiciado la
creación del mercado del carbono.
En general el Protocolo de Kyoto fue considerado como primer paso importante hacia un régimen verdaderamente
mundial de reducción y estabilización de las emisiones de GEI, y proporciona la arquitectura esencial para cualquier
acuerdo internacional sobre el cambio climático que se firme en el futuro. Ya concluyó el primer período de
compromiso del Protocolo de Kyoto en 2012 y se amplió hasta el 2015, tiempo en el que tiene que haber quedado
decidido y ratificado un nuevo marco internacional que pueda aportar las severas reducciones de las emisiones que
según ha indicado claramente el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) son
necesarias.
En la Reunión de las partes que se realizará en Paris a finales de 2015, se espera quede establecido ese nuevo
protocolo, vinculante y con contribuciones ambiciosas y significativas de los países miembro para iniciar nuevamente
en el 2020 y luchar para que la temperatura del planeta no supere los 2 grados, evitando con esto consecuencias que
ponen en riesgo nuestra vida en el planeta.

Principios de PK
El Protocolo de Kyoto tiene los mismos objetivos y principios que la Convención, pero la refuerza de manera
significativa ya que a través de él las Partes incluidas en el anexo I se comprometen a lograr objetivos individuales y
jurídicamente vinculantes para limitar o reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero.
Sólo las Partes en la Convención que sean también Partes en el Protocolo (es decir, que lo ratifiquen, acepten, aprueben
o se adhieran a él) se ven obligadas por los compromisos del Protocolo.
Los objetivos individuales para las Partes incluidas en el anexo I de la Convención se enumeran en el anexo B del
Protocolo de Kyoto. Entre todos suman un recorte total de las emisiones de gases de efecto invernadero de al menos el
5% con respecto a los niveles de 1990 en el período de compromiso de 2008-2012.
Las metas cubren las emisiones de seis gases de efecto invernadero, a saber:
Dióxido de carbono (CO2)
Metano (CH4)
Óxido nitroso (N2O)
Hidrofluorocarbonos (HFC)
Perfluorocarbonos (PFC)
Hexafluoruro de azufre (SF6)
La cantidad máxima de emisiones (medidas como el equivalente de dióxido de carbono) que una Parte puede emitir a
lo largo del período de compromiso con el fin de cumplir su meta de emisiones es lo que se conoce como «cantidad
atribuida» de la Parte.
Al igual que la Convención, el Protocolo reconoce las necesidades y los problemas específicos de los países en
desarrollo, especialmente los de los más vulnerables. Por tanto las Partes en el anexo I deben informar de sus esfuerzos
por cumplir sus metas de reducción de las emisiones al mismo tiempo que reducen todo lo posible los efectos adversos
que sufren los países en desarrollo.
Carta de la tierra

La Carta de la Tierra es una declaración de principios éticos fundamentales para la construcción de una sociedad global
justa, sostenible y pacífica en el Siglo XXI. La Carta busca inspirar en todas las personas un nuevo sentido de
interdependencia global y de responsabilidad compartida para el bienestar de toda la familia humana, de la gran
comunidad de vida y de las futuras generaciones. La Carta es una visión de esperanza y un llamado a la acción.

La Carta de la Tierra se preocupa especialmente por la transición hacia estilos de vida sostenibles y el desarrollo
humano sostenible. La integridad ecológica es uno de sus temas principales. Sin embargo, la Carta reconoce que los
objetivos de la protección ecológica, la erradicación de la pobreza, el desarrollo económico equitativo, el respeto a los
derechos humanos, la democracia y la paz son interdependientes e indivisibles. Por consiguiente, el documento ofrece
un nuevo marco ético integral inclusivo para guiar la transición hacia un futuro sostenible.
La Carta es el producto de un diálogo intercultural que se llevó a cabo durante una década a nivel mundial en torno a
diversos objetivos en común y valores compartidos. El proyecto de la Carta de la Tierra comenzó como una iniciativa
de las Naciones Unidas, pero se desarrolló y finalizó como una iniciativa de la sociedad civil. En el año 2000, se
concluyó el documento y la Comisión de la Carta de la Tierra, una entidad internacional independiente, la dio a
conocer públicamente como una carta de los pueblos, durante una ceremonia el 29 de junio en el Palacio de Paz, en la
Haya, Holanda.

La redacción de la Carta de la Tierra abarcó el proceso más inclusivo y participativo que se haya efectuado jamás en
torno a la creación de una declaración internacional. Este proceso es precisamente la fuente de su legitimidad como
marco ético rector. La legitimidad del documento se ha fortalecido aún más mediante el respaldo obtenido de más de
6,000 organizaciones, lo que incluye a diversos organismos gubernamentales e internacionales.

A la luz de esta legitimidad, una creciente cantidad de juristas internacionales reconoce que la Carta de la Tierra está
adquiriendo un estatus de documento de ley blanda. Se considera que este tipo de documentos, tal como la Declaración
Universal de Derechos Humanos, son moralmente vinculantes, aunque no en el plano jurídico, para los gobiernos
estatales que aceptan avalarlos y adoptarlos. Por lo general, estos documentos establecen la base para el desarrollo de
una ley vinculante.

En un momento en que se necesita con urgencia cambios importantes en la forma en que pensamos y vivimos, la Carta
de la Tierra nos desafía a examinar nuestros valores y a escoger un rumbo mejor. En un momento en que la educación
para el desarrollo sostenible se ha transformado en un elemento esencial, la Carta de la Tierra ofrece un instrumento
educativo muy valioso. En un momento en que se necesitan cada vez más las alianzas internacionales de trabajo, la
Carta de la Tierra nos exhorta a buscar aspectos en común en medio de nuestra diversidad y a adoptar una ética global
que comparte una creciente cantidad de personas en todo el mundo.

Cumbre de Estocolmo

La Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano(CNUMAH) (también conocida


como Conferencia de Estocolmo) fue una conferencia internacional convocada por la Organización de Naciones
Unidas celebrada en Estocolmo, Suecia entre el 5 y el 16 de junio de 1972. Fue la primera gran conferencia que se
organizó sobre cuestiones medioambientales, y marcó un punto de inflexión en el desarrollo de la política internacional
en dicha tarea.1
Cuando la Asamblea General decidió convocar la Conferencia de Estocolmo, a iniciativa del Gobierno de Suecia, el
Secretario General U Thant invitó a Maurice Strong para llevar las funciones de Secretario General de la Conferencia.
La conferencia fue abierta y dirigida por el primer ministro sueco, Olof Palme y el secretario general Kurt
Waldheim para discutir el estado del medio ambiente mundial. Con la asistencia de los representantes de 113 países, 19
organismos intergubernamentales, y más de 400 organizaciones intergubernamentales y no gubernamentales, es
ampliamente reconocido como el comienzo de la conciencia moderna política y pública de los problemas ambientales
globales.
En la reunión se acordó una Declaración que contiene 26 principios sobre el medio ambiente y el desarrollo, un plan de
acción con 109 recomendaciones, y una resolución.
Algunos sostienen que esta conferencia, y en especial las conferencias científicas que le preceden, tuvo un impacto real
en las políticas medioambientales de la Comunidad Europea (que más tarde se convertiría en la Unión Europea). Por
ejemplo, en 1973, la UE creó la primera Directriz sobre Protección del Medio Ambiente y los Consumidores, y
compuso el primer Programa de Acción Ambiental. Este interés y la colaboración investigativa sin duda allanaron el
camino para profundizar el conocimiento sobre el calentamiento global, que ha dado lugar a acuerdos como
el Protocolo de Kyoto.2

Declaración de Estocolmo de la Conferencia de las Naciones Unidas Sobre el Medio Humano, reunida en Estocolmo
del 5 al 16 de junio de 1972 y, atenta a la necesidad de un criterio y unos principios comunes que ofrezcan a los
pueblos del mundo inspiración y guía para preservar y mejorar el medio humano, proclama que:

1. El hombre es a la vez obra y artífice del medio que lo rodea, el cual le da el sustento material y le brinda la
oportunidad de desarrollarse intelectual, moral, social y espiritualmente. En la larga y tortuosa evolución de la
raza humana en este planeta se ha llegado a una etapa en que, gracias a la rápida aceleración de la ciencia y la
tecnología, el hombre ha adquirido el poder de transformar, de innumerables maneras y en una escala sin
precedentes, cuando lo rodea. Los dos aspectos del medio humano, el natural y el artificial, son esenciales para
el bienestar del hombre y para el goce de los derechos humanos fundamentales, incluso el derecho a la vida
misma.
2. La protección y mejoramiento del medio humano es una cuestión fundamental que afecta al bienestar de los
pueblos y al desarrollo económico del mundo entero, un deseo urgente de los pueblos de todo el mundo y un
deber de todos los gobiernos.
3. El hombre debe hacer constantemente recapitulación de su experiencia y continuar descubriendo, inventando,
creando y progresando. Hoy en día, la capacidad del hombre de transformar lo que lo rodea, utilizada con
discernimiento, puede llevar a todos los pueblos los beneficios del desarrollo y ofrecerles la oportunidad de
ennoblecer su existencia. Aplicado errónea o imprudentemente, el mismo poder puede causar daños
incalculables al ser humano y a su medio. A nuestro alrededor vemos multiplicarse las pruebas de daño
causado por el hombre en muchas regiones de la tierra: niveles peligrosos de contaminación del agua, el aire,
la tierra y los seres vivos, grandes trastornos del equilibrio ecológico de la biosfera; destrucción y agotamiento
de recursos insustituibles y graves deficiencias, nocivas para la salud física, mental y social del hombre, en el
medio por él creado, especialmente en aquel en que vive y trabaja.
4. En los países en desarrollo, la mayoría de los problemas ambientales están motivados por el subdesarrollo.
Millones de personas siguen viviendo muy por debajo de los niveles mínimos necesarios para una existencia
humana decorosa, privadas de alimentación y vestido, de vivienda y educación, de sanidad e higiene
adecuados. Por ello, los países en desarrollo deben dirigir sus esfuerzos hacia el desarrollo, teniendo presentes
sus prioridades y la necesidad de salvaguardar y mejorar el medio. Con el mismo fin, los países
industrializados deben esforzarse por reducir la distancia que los separa de los países en desarrollo. En los
países industrializados, los problemas ambientales están generalmente relacionados con la industrialización y
el desarrollo tecnológico.
5. El crecimiento natural de la población plantea continuamente problemas relativos a la preservación del medio,
y se deben adoptar normas y medidas apropiadas, según proceda, para hacer frente a esos problemas. De
cuanto existe en el mundo, los seres humanos son lo más valioso. Ellos son quienes promueven el progreso
social, crean riqueza social, desarrollan la ciencia y la tecnología y, con su duro trabajo, transforman
continuamente el medio humano. Con el progreso social y los adelantos de la producción, la ciencia y la
tecnología, la capacidad del hombre para mejorar el medio se acrece cada día que pasa.
6. Hemos llegado a un momento de la historia en que debemos orientar nuestros actos en todo el mundo
atendiendo con mayor cuidado a las consecuencias que puedan tener para el medio. Por ignorancia o
indiferencia podemos causar daños inmensos e irreparables al medio terráqueo del que dependen nuestra vida
y nuestro bienestar. Por el contrario, con un conocimiento más profundo y una acción más prudente, podemos
conseguir para nosotros y para nuestra posteridad unas condiciones de vida mejores en un medio más en
consonancia con las necesidades y aspiraciones del hombre. Las perspectivas de elevar la calidad del medio y
de crear una vida satisfactoria son grandes. Lo que se necesita es entusiasmo, pero a la vez, serenidad de
ánimo; trabajo afanoso, pero sistemático. Para llegar a la plenitud de su libertad dentro de la naturaleza, el
hombre debe aplicar sus conocimientos a forjar, en armonía con ella, un medio mejor. La defensa y el
mejoramiento del medio humano para las generaciones presentes y futuras se ha convertido en meta imperiosa
de la humanidad, que ha de perseguirse al mismo tiempo que las metas fundamentales ya establecidas de la
paz y el desarrollo económico y social en todo el mundo, y de conformidad con ellas.
7. Para llegar a esa meta será menester que ciudadanos y comunidades, empresas e instituciones, en todos los
planos, acepten las responsabilidades que les incumben y que todos ellos participen equitativamente en la
labor común. Hombres de toda condición y organizaciones de diferente índole plasmarán, con la aportación de
sus propios valores y la suma de sus actividades, el medio ambiente del futuro. Corresponderá a las
administraciones locales y nacionales, dentro de sus respectivas jurisdicciones, la mayor parte de la carga en
cuanto al establecimiento de normas y la aplicación de medidas en gran escala sobre el medio. También se
requiere la cooperación internacional con objeto de allegar recursos que ayuden a los países en desarrollo a
cumplir su cometido en esta esfera. Hay un número cada vez mayor de problemas relativos al medio que, por
ser de alcance regional o mundial o por repercutir en el ámbito internacional común, requerirán una amplia
colaboración entre las naciones y la adopción de medidas por las organizaciones internacionales en interés de
todos. La conferencia encarece a los gobiernos y a los pueblos que aúnen sus esfuerzos para preservar y
mejorar el medio humano en beneficio del hombre y de su posteridad.

Acuerdo de Paris

La 21ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 21)
celebrada en París en 2015, concluyó con la adopción de la Decisión y del Acuerdo de Paris. Dicho Acuerdo regirá a
partir de 2020 y pretenderá mantener el aumento de la temperatura global muy por debajo de los 2ºC, aumentando la
capacidad de adaptación a los efectos adversos del cambio climático y promoviendo la resiliencia al clima y un desarrollo
con bajas emisiones de carbono. Para lograr las metas acordadas, el Acuerdo de Paris establece un marco de transparencia
reforzado que tiene como fin el fomentar la confianza mutua y promover la aplicación efectiva del Acuerdo, aumentando
la claridad y facilitando el seguimiento de los progresos realizados.

Libro verde

2001, Comisión Europea


En el año 2000, la Cumbre de Lisboa establece como objetivo convertir a Europa en una economía competitiva capaz
de lograr un crecimiento económico sostenible con una mayor cohesión social.
Con el fin de cumplir este objetivo, se acuerda iniciar un proceso de diálogo entre todas las partes interesadas y se
publica en julio de 2001 el llamado “Libro Verde”, que plasma las líneas de la política gubernamental europea en RSC.
Ha resultado ser el marco europeo para promover la calidad y la coherencia de las prácticas de responsabilidad social, y
el verdadero inicio del debate sobre cómo la Unión Europea podría fomentar la responsabilidad social de las empresas
a nivel europeo e internacional. Propone fomentar prácticas correctas de las empresas; velar por la coherencia entre las
políticas nacionales y los estándares internacionales; fomentar el partenariado entre empresa e interlocutores sociales;
promover instrumentos de evaluación; animar a las empresas a adoptar un enfoque proactivo en relación al desarrollo
sostenible; crear foros multistakeholders e incorporar prácticas de responsabilidad social en la gestión de gobierno.
Asimismo, según el Libro Verde, las políticas nacionales deben guardar relación con las políticas comunitarias y con
los estándares y códigos internacionales. Es decir, el enfoque europeo de la RSC debe estar integrado en el contexto
más amplio en el que se asientan otras iniciativas internacionales como la Declaración tripartita de la OIT sobre las
empresas multinacionales y la política social (1977/2000); las directrices de la OCDE para las empresas
multinacionales (2000); las Normas de Derechos Humanos de la ONU para empresas; o el Pacto Mundial de las
Naciones Unidas.
El Libro Verde, la primera Comunicación de la Comisión, abrió un gran debate y sirvió para someter a discusión unos
conceptos básicos y unas características de la Responsabilidad Social Corporativa o de las Empresas.

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