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Cuestionario
Lic. Walter Francisco Fajardo Jerez
La Providencia de Dios respecto a los textos sagrados refiere a que Dios es el “inspirador y autor de
los libros de uno y otro Testamento” (D.V. 16); es decir, de Él proviene la Palabra Inspirada y
puesta por escrito por medio de autores humanos. El Decálogo puede ser considerado el punto de
partida de la idea del origen divino de la Escritura (inspiración), pues, en cuanto texto, solo el
Decálogo se vincula a la idea de que ha sido escrito por el mismo Dios (ISVE 12).
“Dijo Yahveh a Moisés: ‘Sube hasta mí, al monte; quédate allí, y te daré las tablas de piedra - la ley
y los mandamientos - que tengo escritos para su instrucción.’ Se levantó Moisés, con Josué, su
ayudante; y subieron al monte de Dios… Después de hablar con Moisés en el monte Sinaí, le dio las
dos tablas del Testimonio, tablas de piedra, escritas por el dedo de Dios.”
Miqueas 1, 1
(Fórmula del acontecimiento de la palabra del Señor: “la palabra del Señor vino a …”)
“Palabra de Yahveh que fue dirigida a Miqueas de Moréset, en tiempo de Jotam, Ajaz y Ezequías,
reyes de Judá. Sus visiones sobre Samaria y Jerusalén.”
El Evangelio de Juan atestigua que el texto proviene de Dios gracias a una característica
propia que señala algunos rasgos especiales de la relación del evangelista con Jesús (IVSE 31); se
trata en particular de:
a) La contemplación de la gloria del Hijo unigénito: En los textos joánicos «contemplar» no
designa un ver momentáneo, superficial, sino un ver intenso y duradero, conectado con la
reflexión y con una inteligencia y adhesión de fe crecientes. El objeto inmediato de la
contemplación es Jesús, su persona y actividad, pues, durante su presencia en la tierra, el
Verbo de Dios se hizo visible a los hombres. (IVSE 31.a).
c) La instrucción del Espíritu de verdad para los testigos. La obra del Espíritu queda referida
enteramente a la actividad de Jesús y se orienta a conducir a una comprensión cada vez más
profunda de la verdad, es decir, de la revelación de Dios Padre aportada por Jesús. El
testimonio de cada discípulo en favor de Jesús resulta eficaz únicamente por la acción del
Espíritu Santo. (IVSE 33).
Estas características específicas, que conectan al evangelista más estrechamente con la persona de
Jesús, tienen como efecto mostrar que su evangelio proviene de Dios mismo.
Métodos
a) Método histórico-crítico
En este método, de la crítica textual se pasa a una crítica literaria que descompone
(búsqueda las fuentes), luego a un estudio crítico de las formas, por último a un análisis de
la redacción atenta al texto en su composición. Es así posible una comprensión más precisa
de la intención de los autores y redactores de la Biblia, así como del mensaje que han
dirigido a los primeros destinatarios.
- Descripción:
+ La crítica de los géneros procura determinar los géneros literarios, su ambiente de origen,
sus rasgos específicos y su evolución
+ La crítica de las tradiciones sitúa los textos en las corrientes de tradición, de las cuales
procura precisar la evolución en el curso de la historia.
+ La crítica histórica completa la crítica literaria, para precisar el alcance histórico, en el
sentido moderno de la expresión, de los textos estudiados.
a. Análisis retórico
b. Análisis narrativo
c. Análisis semiótico
Acercamientos
a. Acercamiento canónico
Procura conducir a buen término una tarea teológica de interpretación, partiendo del
cuadro explícito de la fe: la Biblia en su conjunto. Interpreta cada texto bíblico a la luz
del Canon de las Escrituras, es decir, de la Biblia en cuanto recibida como norma de
fe por una comunidad de creyentes. No pretende substituir al método histórico-crítico, sino
que desea completarlo. Un libro no es bíblico sino a la luz de todo el Canon. La
comunidad creyente es efectivamente el contexto adecuado para la interpretación de
los textos canónicos. La fe y el Espíritu Santo enriquecen su exégesis. las relaciones
complejas entre el Canon judío de las Escrituras y el Canon cristiano suscitan
numerosos problemas de interpretación.
Este acercamiento reposa sobre dos principios: a) un texto no se convierte en una obra
literaria si no hay lectores que le dan vida, apropiándose de él; b) esta apropiación
del texto, que puede efectuarse de modo individual o comunitario y toma forma en
diferentes dominios, contribuye a hacer comprender mejor el texto mismo. Se trata de
medir la evolución de la interpretación en el curso del tiempo en función de las
preocupaciones de los lectores, y de evaluar la importancia del papel de la tradición para
aclarar el sentido de los textos bíblicos.
a. Acercamiento sociológico
El estudio crítico de la Biblia necesita un conocimiento tan exacto como sea posible
de los comportamientos sociales que caracterizan los diferentes medios en los cuales
las tradiciones bíblicas se han formado. Se reconoce que las tradiciones bíblicas llevan
la marca de los ambientes socio-culturales que las han trasmitido. El conocimiento de
los datos sociológicos que contribuyen a hacer comprender el funcionamiento
económico, cultural y religioso del mundo bíblico, es indispensable a la crítica histórica. a
utilización de los modelos proporcionados por la ciencia sociológica asegura a las
investigaciones de los historiadores sobre las épocas bíblicas una notable capacidad de
renovación.
Procura definir las características de los diferentes tipos de personas en su medio social,
con todo lo que ello implica de estudio del medio rural o urbano y de atención a
los valores reconocidos por la sociedad. Sobre la base de los diferentes elementos,
se constituyen tipologías y “modelos” comunes a varias culturas. Este acercamiento
permite distinguir mejor los elementos permanentes del mensaje bíblico que tienen su
fundamento en la naturaleza humana, y las determinaciones contingentes, debidas a
culturas particulares.
d. Acercamiento contextual
Se busca una lectura que nace de la situación vivida por el pueblo. La realidad presente no
debe ser ignorada, sino al contrario afrontada, para aclararla a la luz de la Palabra. De esta
luz surgirá la praxis cristiana auténtica, que tiende a transformar la sociedad por medio
de la justicia y del amor. Los principios son los siguientes:
Este acercamiento se hace con una lectura que se concentra sobre textos narrativos y
proféticos que ilustran situaciones de opresión y que inspiran una praxis que tiende
a un cambio social.
f. Acercamiento feminista
La hermenéutica bíblica feminista nació hacia fines del siglo XIX en los Estados
Unidos, en el contexto socio-cultural de lucha por los derechos de la mujer. Su
tema, la mujer, y la finalidad perseguida: la liberación de la mujer y la conquista de
derechos iguales a los del varón. Tres formas principales de la hermenéutica bíblica
feminista: la forma radical, la forma neo-ortodoxa, y la forma crítica.
Parte del principio de que, siendo la Biblia Palabra de Dios inspirada y exenta de error,
debe ser leída e interpretada literalmente en todos sus detalles. Por "interpretación
literal" entiende una interpretación primaria, literalista, es decir, que excluye todo
esfuerzo de comprensión de la Biblia que tenga en cuenta su crecimiento histórico
y de su desarrollo. Exige una adhesión incondicionada a actitudes doctrinarias rígidas
e impone, como fuente única de enseñanza sobre la vida cristiana y la salvación, una lectura
de la Biblia que rehúsa todo cuestionamiento y toda investigación crítica. El problema de
base de esta lectura fundamentalista es que, rechazando tener en cuenta el carácter
histórico de la revelación bíblica, se vuelve incapaz de aceptar plenamente la verdad
de la Encarnación misma. El fundamentalismo rehúye la relación estrecha de lo divino y
de lo humano en las relaciones con Dios. en su fijación sobre el principio de “sola
Scriptura”, el fundamentalismo separa la interpretación de la Biblia de la Tradición
guiada por el Espíritu, que se desarrolla auténticamente en conexión con la Escritura en
el seno de la comunidad de fe.
Retomando esta expresión, Benedicto XVI buscaba indicar la relación entre investigación
histórica y hermenéutica de la fe, en referencia al texto sagrado. Porque, precisamente, la
eficacia pastoral de la acción de la Iglesia y de la vida espiritual de los fieles depende en
gran parte de la fecunda relación entre exegesis y teología. Esta expresión es anterior a sus
escritos, pertenece propiamente al Papa León XIII, quien con ella pretendía indicar que
había que Establecer y afirmar sobre los libros santos las verdades que son objeto de la fe y
las que de éste se derivan (León XIII Providentissimus Deus n.35) para que así, como
expresaría posteriormente el Concilio Vaticano II, se manifieste que con la Escritura, la
Teología se robustece firmemente y se rejuvenece de continuo, investigando a la luz de la
fe toda la verdad contenida en el misterio de Cristo. Las Sagradas Escrituras contienen la
palabra de Dios y, por ser inspiradas, son en verdad la palabra de Dios; por consiguiente, el
estudio de la Sagrada Escritura ha de ser como el alma de la Sagrada Teología. (DV n.24).
La relación entre estas dos dimensiones de la vida del hombre es fundamental para el
correcto estudio, exposición y hermenéutica de las Sagradas Escrituras. Según VD 36 “se
necesita una fe que, manteniendo una relación adecuada con la recta razón, nunca degenere
en fideísmo, el cual, por lo que se refiere a la Escritura, llevaría a lecturas fundamentalistas.
Por otra parte, se necesita una razón que, investigando los elementos históricos presentes en
la Biblia, se muestre abierta y no rechace a priori todo lo que exceda su propia medida. Por
lo demás, la religión del Logos encarnado no dejará de mostrarse profundamente razonable
al hombre que busca sinceramente la verdad y el sentido último de la propia vida y de la
historia.” La armonía entre Fe y Razón libra de caer en extremos peligrosos que desvíen al
hombre del propósito fundamental de las Sagradas Escrituras, manifestar al hombre la
Revelación de Dios, su divina Voluntad para este y establecer una profunda relación entre
Dios y los hombres.
Los sentidos de la Escritura permitían a los padres de la Iglesia hacer una adecuada
hermenéutica y exposición de los textos Sagrados al Pueblo de Dios para su aplicación en
la vida concreta. Aparecían dos sentidos principales en la antigüedad: el sentido literal y el
sentido espiritual; pero se ha de recordar que en la época patrística y medieval cualquier
forma de exégesis se hacía basándose en la fe y no había necesariamente distinción entre
ambos sentidos. Ambos sentidos hacen referencia a una interpretación específica. El
primero hace referencia a la aplicación de los textos siguiendo lo manifestado en las
“letras” que enseñan los hechos tal cual acontecieron y que por lo tanto así deben ser
creídos. El segundo, lee temas fundamentales entresacados de los diversos textos a partir de
una interpretación basada en la Fe. Este sentido se subdivide a su vez en otros tres, que
describen los contenidos de la fe, la moral y la tensión escatológica, “la alegoría enseña lo
que se ha de creer, el sentido moral lo que hay que hacer y la anagogía hacia dónde se
tiende”.
10. ¿Cómo hay que ver las páginas “obscuras” de la Biblia según VD 42?
Para lo correcta interpretación de esas páginas “obscuras”, el documento recuerda que “se
ha de tener presente ante todo que la revelación bíblica está arraigada profundamente en la
historia. El plan de Dios se manifiesta progresivamente en ella y se realiza lentamente por
etapas sucesivas, no obstante la resistencia de los hombres.” Esto nos hace considerar lo
que ya la teología nos enseña: “la Gracia no anula la naturaleza”, por tanto, el factor
“humano” de la ecuación economía de la salvación, con todas sus implicaciones
(imperfecciones, abuso de la libertad, etc.) no puede obviarse. Por ello, el numeral en
concreto que tratamos en este punto resalte: “la lectura de estas páginas exige tener una
adecuada competencia, adquirida a través de una formación que enseñe a leer los textos en
su contexto histórico-literario y en la perspectiva cristiana, que tiene como clave
hermenéutica completa ‘el Evangelio y el mandamiento nuevo de Jesucristo, cumplido en
el misterio pascual’.”
Respecto a la formación sacerdotal, se propone que los futuros sacerdotes profundicen los
estudios de la Sagrada Escritura, su exégesis y la hermenéutica, sobretodo. Es necesario que
los estudiantes tengan una profunda vida espiritual, de manera que comprendan que sólo se
puede entender la Escritura viviéndola. En esta perspectiva, se recomienda que el estudio
de la Palabra de Dios, escrita y transmitida, se haga siempre con un profundo espíritu
eclesial, teniendo debidamente en cuenta en la formación académica las intervenciones del
Magisterio sobre estos temas. Se debe poner cuidado en que los estudios se desarrollen
reconociendo que “la Tradición, la Escritura y el Magisterio de la Iglesia, según el plan
prudente de Dios, están unidos y ligados, de modo que ninguno puede subsistir sin los
otros” (DV10).
Fuentes: