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Lenguas Ignoradas

Greace Daza

Cuento publicado el 21 de Enero de 2015

Todo empezó el día en que nacieron las hermanas Baena. Era quizás las 3:30 de la madrugada,
cuando Ánabell Ruth, madre de las gemelas, dio a luz en la sala de su casa. Ese día empezó a
llover muy fuerte, los árboles se estremecían y la brisa golpeaba las puertas de la casa, era como
si algo malo acababa de despertar.
Las pequeñas llevaban por nombre Lilith y Sara. Lilith era una niña muy dulce que desde que
nació su abuela y su madre se encariñaron con ella; mientras que Sara siempre se comportó de
una manera muy extraña.
Ya las cosas no eran igual en la casa de los Baena, por las noches algo muy raro sucedía. Se
escuchaba el ruido de una pequeña gotera, en la azotea donde Sara guardaba sus juguetes, lo
raro de esto era que la mañana siguiente cuando revisaban, no encontraban rastros de agua ni
gotera en el techo, pero la gotera seguía ahí. Es como sentir que alguien está detrás de ti
respirándote al oído, pero cuando volteas a ver, no hay nadie.
- La la la lá, la la la lá, mamá, mírame mamá, que me mires maldita perra.
- Sara no, Sara déjala, hija la estás ahogando.
- Dios mío ¿que fue esto?- dijo Ánabell al despertar.
Había tenido una pesadilla con su hija Sara, o bueno, eso fue lo que ella pensó; sin embargo,
quería salir de duda y ver a sus perqueñas antes de volver a la cama. Se levantó un poco agitada,
tomó un crucifijo, abrió la puerta y empezó a caminar lentamente por el pesillo hasta llegar al
fondo de la casa donde se estrellaba con las escaleras que llegaban al cuarto de las niñas. De
repente escuchó a un par de personas hablando que decias:
- Belcebú ¿por qué demoras tanto?
- Lilith hora es ya, necesitan nos entreguen ya
Ánabell se llenó de miedo, tomó un palo que estaba al lado de las escaleras y empezó a subir
muy despacio los escalones, mientras lo hacía preguntaba:
- ¿Sara estás ahí?- decía Ánabell Ruth
- ¿Sara eres tú?- insitía Ánabell
Pero nadie respondía. Con el crucifijo en la mano izquierda y el palo en la mano derecha, empuja
la puerta y prende la luz. Sara estaba sentada en el borde de la cama de Lilith, mirándola
fijamente.
- Sara, ¿Qué haces ahí?- le pregunta Ánabell
- La la la lá – dice Sara

La madre un poco nerviosa, agarra a Lilith y la acuesta en su pecho, sale corriendo de la


habitación, cuando intenta bajar las escaleras, Sara grita y empieza a llorar. La abuela que vivía
con ellas, se despierta angustiada y corre a la habitación de las niñas. Agarra a Sara y la calma
un poco.
Esa mañana la vecina de al lado llama al teléfono de la casa de las Baena y Ánabell contesta. La
vecina le dice que Lilith es un demonio, que por la noche sus dos perros se le murieron y la última
persona que estuvo jugando con ellos fue Lilith.
Ánabell piensa que su vecina confundió a las niñas, desesperada y con mucho miedo, toma el
carro y sube en él a Sara.
- ¿A dónde me llevas mamá?- pregunta Sara
- A donde tus amigos, con los que hablas todas las noches- añade Ánabell
- No tengo amigos, ellos son amigos de Lilith- replicó Sara
La madre paró el carro en el borde de un abismo, cerró las puertas del carro con Sara adentro,
empujó al carro al abismo, gritando y llorando corrió hasta su casa, su madre le preguntó por Sara
y ella solo dijo: maldita sea, ya Sara no está aquí. Subió las escaleras, entró a la habitación de las
niñas y ahí estaba Lilith, hablando un lenguaje que Ánabell ignoraba. Solo se lograban entender
algunas cosas como: Belcebú, entregué ya, Azrael Sara se vá, madre una perra, la, la, la, lá, la,
la, la, lá.
Ánabell empezó a temblar, tomó el arma que guardaba su padre cuando estaba vivo y
nuevamente subió a la habitación y llamo a Lilith, la pequeña que estaba sentada en el piso, dio
media vuelta lentamente y poco a poco subió su cabeza y los ojos se le colocaron negros y
brillantes. Ánabell Ruth no soportó lo que estaba viviendo, apretó el gatillo y se suicidó.

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