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¿PUEDE LA DEMOCRACIA DEJAR DE SER OCLOCRÁTICA?

“Cesa de definirte: concédete todas las posibilidades de ser, cambia de caminos


cuantas veces te sea necesario”1. Alejandro Jodorowsky.

“La contribución de Foucault a lo que parece ser un impás en la teoría crítica y


postcrítica de nuestro tiempo es precisamente pedirnos que repensemos la crítica
como una práctica en la que formulamos la cuestión de los límites de nuestros
más seguros modos de conocimiento, a lo que Williams se refirió como nuestros
«hábitos mentales acríticos» y que Adorno describió como ideología («el único
pensamiento no-ideológico es aquel que no puede reducirse a operational terms,
sino que intenta llevar la cosa misma a aquel lenguaje que está generalmente
bloqueado por el lenguaje dominante»)”2. Judith Butler

Si se parte de tales premisas, se entenderá que lo que ahora expresaré no son


convicciones, sino alguna suerte de confesión acerca del desarrollo de ciertas
reflexiones que se desenvolvieron en mi consciencia, es la conclusión del interno
ejercicio dialéctico elaborado en torno a conversaciones suscitadas en el marco de
la clase.

Pues bien, en primer lugar quisiera precisar (y permítaseme hacer algo de uso de
la irreverente ignorancia3) que entiendo que la democracia, como tipo social es
apenas un límite al que la realidad pretende acercarse sin poder nunca alcanzarlo
(este concepto del tipo social fue tomado de la página 39 del libro “La teoría
sociológica” de Nicholas S. Timasheff4; no se hizo cita textual porque la narrativa
original no se adecúa a la redacción del ensayo) y la oclocracia sería una

1
Tomado de: https://sites.google.com/site/cedarecursos/jodorowsky
2
¿Qué es la critica? Un ensayo sobre la virtud de Foucault. Tomado de:
http://eipcp.net/transversal/0806/butler/es.
3
No es esta área mi fuerte pero me atreveré a especular.
4
Fondo de cultura económica. Vigésima tercera reimpresión. 2006 MEXICO
distorsionada versión de aquel ideal llevada a los hechos, una versión en la que
los postulados republicanos son apenas antifaces de una lógica social gobernada
por los intereses de una clase opresora que tan solo simula favorecer el general
bienestar, y que, en las sombras, oculta tras la puesta en escena de pan y circo,
se nutre de la miseria5. Pero al margen de ello, y si desde el punto de vista
abstracto, logro identificar la distinción planteada, al intentar conciliar aquello con
el mundo de lo factible, encuentro serias objeciones para formular.

El contacto con ciertos puntos de la realidad, me conlleva a concluir que, por fallos
estructurales del sistema (como producto de la ciencia social, la teoría republicana
tiene que ser corroborada en la práctica), cualquier proyecto democrático (aun
cuando se lo formule con las mejores intenciones), no puede ser más que
oclocrático. Y ello es así puesto que no existe forma de evitar que, en el seno de
cualquier sistema político, se perfile una clase gobernante, una clase privilegiada
(ubicada por definición en una zona de ventaja al interior de la sociedad) que,
aunque normalmente accede al poder impulsado por las promesas de equidad,
justicia social y superación de las condiciones de indigencia, precisamente por esa
posición de ventaja que adquiere al asumir su mandato, es la entidad a la que más
conviene que se sostenga el statu-quo, cualquier alteración del conjunto de
circunstancias imperante tiende a restar potencia a su reinado y a fortalecer las
líneas de su clase antagonista. Y sí, aunque muchos quieran negarlo, la dinámica
social se desarrolla como una lucha de clases en la que “como antagónicos que
son, lo que necesariamente sirve a unos no puede servir a los otros” 6.

Permítaseme ilustrar este último punto con un caso concreto. Las reglas de la
democracia exigen, no sólo que los dirigentes sean elegidos por voto popular, sino
que su elección se delante de forma periódica y por lapsos de tiempo no muy
extensos, ello como: 1) medida que busca evitar la concentración de poder que

5
En un texto acerca de Criminalidad y Globalización ,Luigi Ferrajoli denuncia “el efecto de un fenómeno
paradójico, en virtud del cual, como lo ha señalado Jean de Maillard, “el más conspicuo plusvalor económico
tiene como origen la explotación de la miseria más absoluta”. Tomado de:
http://www.scielo.org.mx/pdf/bmdc/v39n115/v39n115a10.pdf
6
Paulo Freire. Pedagogía del Oprimido. Pág 131. Tomado de:
http://www.servicioskoinonia.org/biblioteca/general/FreirePedagogiadelOprimido.pdf.
desemboca en la tiranía; y 2) como medida de actualización de la legitimidad del
poder, y es que, si las decisiones del sistema las debe tomar el pueblo, a través de
sus representantes, y, por naturales razones (somos series cambiantes) la
comunidad puede cambiar de opinión, es lógico que, de forma constante, se le
permita a esa colectividad expresar y renovar su voluntad.

Dicho sea de paso, esto no ha evitado que se conformen oligarquías nepóticas y


dinastías familiares que se heredan el poder y, de hecho, paradójicamente, ha
impulsado a estos individuos a que, bajo el mismo juego de perpetuación del
statu-quo que líneas atrás se mencionaba, combatan contra el progreso de las
masas que, sumidas en la ignorancia, y sólo gracias a ello, los siguen eligiendo7.
Pero claro, aún se podría afirmar que aquello no es parte de la esencia del
sistema y, más allá, que incluso es algo directamente opuesto a lo prescrito por la
democracia. Pero el punto que no puede ser cuestionado por ser justamente algo
que se deriva de su estructura es el relativo a la periodicidad de las elecciones, y
es que a causa de esta práctica republicana los gobiernos de turno que, por
supuesto, desean continuar gobernando, se ven llamados no a tomar las
decisiones correctas o a optar por las opciones éticas, sino a seleccionar las
alternativas más populares, aquellas que favorezcan su reelección. Así,
difícilmente promoverán reglamentos que, pese a su importancia social: 1)
ocasionen pérdidas a grupos especialmente influyentes (banca, alta industria,
medios de comunicación, aseguradoras pensionales, aseguradoras en salud,
etc… No se menciona al pueblo, pues éste, al estar disgregado y no conformar
una auténtica sociedad civil, carece de influencia); o 2) implique sacrificios de
recursos de algunos rubros del presupuesto, para destinarlos al medio ambiente:
bien colectivo que, aunque crucial y vital para todos, a pocos les importa (referir el
diseño de la estrategia que sirve de base al modelamiento del alma8 popular y que

7
En informe de Santiago Moure para la Tele Letal el locutor se pregunta: “¿son necesarios los héroes?” y a
continuación responde ”lo son para los que detentan el poder, son los símbolos con los que nos lavan el
cerebro para que sigamos defendiendo sus intereses y no los nuestros, porque si defendiéramos los nuestros
les daríamos una patada en el culo”.
8
Michel Foucault concibe al alma como la prisión del cuerpo, explica que “No se debería decir que el alma es
una ilusión, o un efecto ideológico. Porque existe, tiene una realidad, que está producida permanentemente
en torno, en la superficie y en el interior del cuerpo por el funcionamiento de un poder que se ejerce sobre
deriva en la construcción del ciudadano indiferente es una labor que supera el
alcance de esta reflexión).

Ahora bien, se me podrá acusar por incurrir en una falacia naturalista, pues se
podrá entender que lo que afirmo es que, ya que las democracias conocidas son
así, todo sistema que adopte sus ideales también deberá serlo, pero me defiendo
de tal denuncia, explicando que lo que intento precisamente es evadir otra falacia,
una peor, una que estima erradamente que el ser humano carece de límites. Soy
consciente de que, como seres evolutivos, podemos romper ciertas barreras, pero
hay fronteras que nos son infranqueables, por ello, considero que, en lugar de
marcarnos metas inalcanzables que, como a los luteranos9, no nos dirigirán a
destino alguno, deberíamos construir ideales realizables para nuestra especie,
pues seguir soñando con democracias es una postura ingenua que nos hunde en
las oclocracias.

aquellos a quienes se castiga y, de una manera más general, sobre aquellos a quienes se vigila, se educa y se
corrige (…) Esta alma real e incorpórea no es en absoluto sustancia; es el elemento en el que se articulan los
efectos de determinado tipo de poder y la referencia de un saber; el engranaje por el cual las relaciones de
saber dan lugar a un saber posible, y el saber prolonga y refuerza los efectos del poder.” (Vigilar y castigar.
Siglo XXI editores. Tercera reimpresión 2014. Pág 39).
9
En el texto de Aranguren se explicaba que la relación trágica entre ética y política al interior de este
colectivo, se derivaba de la construcción de un sistema moral inalcanzable, uno que exige, por ejemplo,
poner la otra mejilla después de que te ofenden, lo cual resulta ser absurdo y, en últimas, desemboca
necesariamente en un final tan indeseado como inevitable, que es el de la universal transgresión de los
valores postulados por esa moral.

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