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ASPECTO PSICOLÓGICO

Las teorías psicológicas de la homosexualidad pueden colocarse dentro de una de estas


tres categorías: psicoanalíticas, aprendizaje social e interaccional. Cada enfoque ha
hecho contribuciones para comprender las posibles rutas hacia el desarrollo de las
atracciones homosexuales y existe alguna evidencia científica que la apoya.

• La teoría psicoanalítica: Desde esta perspectiva, la homosexualidad surge de un


contexto de relaciones familiares difíciles, particularmente de un padre despegado y
desconectado y de una madre sobreprotectora. Estas insanas relaciones contribuyen al
rechazo de la identidad de género masculina o femenina.

Existe alguna investigación que apoya la noción de relaciones padres e hijos perturbados
en donde el hijo rechaza la identificación con el padre del mismo sexo y se vuelve hacia
compañeros o adultos del mismo sexo en búsqueda de amor, apoyo y afirmación.

• Teoría del aprendizaje Social: Explica cómo aprendemos mediante la observación y


adoptamos acciones y actitudes de personas significativas para nosotros. Desde esta
perspectiva, los niños y adolescentes aprenden tanto la conducta sexual como la
preferencia sexual de sus padres, compañeros y los medios de comunicación.

Esta teoría sugiere que los compañeros y los medios de comunicación tienen una
tremenda influencia en las actitudes y conductas de los adolescentes.

• Teoría interaccional: Combina los efectos directos o predisponentes de la biología con


los factores ambientales para explicar la homosexualidad.

Esta teoría postula que una personalidad biológicamente predispuesta o rasgos de


temperamento son nutridos en contextos de relaciones y ambientales.

Durante el siglo XX hubo psicoanalistas que consideraban a la homosexualidad dentro de


la estructura perversa, pero este concepto de perversión no posee la connotación vulgar
peyorativa o moralizante, sino que simplemente engloba todas a las prácticas sexuales
que no llevan a la reproducción, incluyendo las caricias y los besos.

En el siglo XXI se sostiene que la homosexualidad aparece tanto en una estructura mental
perversa como en una estructura neurótica o en una psicótica y ya no se habla de
homosexualidad sino de homosexualidades. Se piensa la sexualidad en general como
una pluralidad más polimorfa.

Freud derivaba la homosexualidad de la bisexualidad psíquica, común a todos los seres


humanos y decía que intentar transformar un homosexual en heterosexual, era tan
imposible como intentar transformar un heterosexual en homosexual.

La Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés) define la


orientación sexual como “una atracción emocional, romántica, sexual o afectiva duradera
hacia otros”. Es distinta a otros componentes de la sexualidad, como al sexo biológico (los
genitales con los que las personas nacen: pene o vulva), la identidad de género (el
sentido psicológico del ser hombre o ser mujer) y los roles sociales de la sexualidad (que
se focaliza a las distintas normas culturales de los comportamientos “masculinos” y
“femeninos”).

Entonces, podemos ser hombres o mujeres pero tenemos distintas orientaciones


sexuales. Es falso que una persona “por nacer varón tiene que ser heterosexual, le tiene
que gustar la mujer, o el hombre con pene y la mujer con vulva deben sí o sí tener sexo
para reproducirse”.

La verdad es que no todos los hombres y mujeres desean tener sexo solamente para
reproducirse (sino no existirían los anticonceptivos), no a todas las personas les gusta el
otro sexo y ello no está para nada mal, al contrario, es algo normal que sucede en la
especie humana (y en otras especies animales).

Entonces, según la APA, las personas no pueden elegir ni escoger su orientación sexual.
Las personas no se vuelven homosexuales por haber pasado algún tipo de experiencias
(falsamente se cree que si un varón es violado sexualmente “se volverá” homosexual, o si
una mujer es lesbiana es porque necesita tener “un buen encuentro sexual con un amante
varón” para que se vuelva heterosexual). Estos son mitos, creencias que lo único que
hacen es confundir a la población sobre los conceptos reales de sexualidad.

Es así, que nuestra conducta sexual, nuestro comportamiento, puede cambiar según el
entorno. Por eso, podemos ver en determinados espacios a varones que adoptan
conductas machistas como acosar con silbidos o palabras a mujeres para “demostrar” que
son “bien heterosexuales” por el temor a que otros piensen que “quizás” pueda ser
homosexual. Hay que tener siempre presente que nuestra conducta y práctica sexual no
hace nuestra orientación sexual, son dos cosas totalmente distintas. La orientación nunca
la podremos cambiar.

Medidas equivocadas:

Es por ello que las terapias de “reconversión” de la orientación sexual son rechazadas por
la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la APA, donde señalan que tales
terapias no tienen fundamento científico, puesto que la homosexualidad no es una
anomalía ni patología. Entonces, lo único que hacen estos falsos terapeutas y psicólogos
es condicionar la conducta de la persona generando grandes males emocionales y
psicológicos que generan terribles secuelas para el bienestar de la persona, y finalmente
no logra cambiar su orientación sexual.

Lo que sí es aceptado y recomendado es cuando las personas homosexuales, bisexuales


o de identidades trans buscan ayuda psicológica profesional como un acompañamiento
para lidiar contra el prejuicio social, la aceptación de la familia y como todas las personas
(de cualquier orientación sexual) trabajar a nivel de terapia los distintos problemas que a
uno se le presenta en la vida y desea enfrentar y superar.

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