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3. SACRAMENTOS DE INICIACIÓN
El Bautismo nos incorpora a Cristo y a su Iglesia mediante el don del Espíritu Santo. La
Confirmación se ordena a la adultez del cristiano en la Iglesia y le capacita para su
misión en el mundo. La Eucaristía es memorial del sacrificio de Cristo, al que la Iglesia
es incorporada. Jesús se hace presente en los dones de pan y vino a través de la
transubstanciación. Tiene su origen en las comidas del Jesús histórico, signo y
anticipación del banquete del Reino; en la Última Cena celebrada con los apóstoles
antes de ser entregado; en los relatos de las comidas con el Resucitado.
Todos los sacramentos son un encuentro dual-personal y comunitario a la vez- con
Cristo, quien a través de ellos nos comunica su gracia.
Como ya se dijo anteriormente, son signos eficaces de la gracia, instituidos por
Jesucristo y confiados a la Iglesia, para la santificación de los hombres.
Para que haya sacramento es necesario la existencia de: símbolo, memorial y rito.
Símbolo-ritos secundarios
-La unción con el santo crisma.
• Materia.- Es el agua natural que el celebrante derrama sobre la cabeza del que se
bautiza.
• Forma.- Son las palabras que pronuncia el celebrante al derramar el agua sobre la
cabeza del bautizado: “Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo”.
• Sujeto.- Son todos los hijos de padres creyentes, porque esto garantiza que el niño
sea educado en la fe cristiana, o el adulto que tenga fe en Jesucristo y sea consciente o
esté preparado para vivir y desarrollar su fe en Cristo viviendo como verdadero hijo de
Dios al cual nace por el bautismo.
Símbolo-ritos secundarios
-Imposición de las manos sobre el confirmando
LA IGLESIA, LOS SACRAMENTOS Y LA MORAL CURSO 2018/19
Elementos
Elementos
Materia.- La materia para la Eucaristía es el pan de trigo y el vino de vid. Esto
quedó definido en el Concilio de Trento.
Forma.- La forma son las palabras con las que Cristo instituyó este sacramento
en la Última Cena: “Esto es mi Cuerpo… esta es mi Sangre”.
Ministro.- Sacerdote.
Sujeto.- Cualquier persona que sepa a quien recibe y se encuentre en gracia.
Por los sacramentos de la iniciación cristiana, el hombre recibe la vida nueva de Cristo.
Ahora bien, esta vida la llevamos en “vasos de barro” (2Co 4,7). Nos hallamos aún en
“nuestra morada terrena”, sometida al sufrimiento, a las enfermedades y a la muerte.
Esta vida nueva de hijos de Dios puede ser debilitada e incluso perdida por el pecado.
El Señor Jesucristo, médico de nuestras almas y de nuestros cuerpos, que perdonó los
pecados al paralítico y le devolvió la salud del cuerpo (Mc 2, 1-12), quiso que su Iglesia
continuase, con la fuerza del Espíritu Santo, su obra de curación y de salvación, incluso
en sus propios miembros. Esta es la finalidad de los dos sacramentos de curación.
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SACRAMENTO DE LA PENITENCIA
En este sacramento no hay plegaria mayor, como en los demás Sacramentos pero la
breve plegaria de la absolución puede ser considerada como plegaria expresiva del
memorial. En ella hay evocación y súplica.
Su amor de predilección para con los enfermos no ha cesado, a lo largo de los siglos,
de suscitar la atención muy particular de los cristianos hacia todos los que sufren en su
cuerpo y en su alma. La Iglesia cree y confiesa que, entre los siete sacramentos, existe
un sacramento especialmente destinado a reconfortar a los atribulados por la
enfermedad: la Unción de los enfermos. Esta unción santa de los enfermos fue
instituida por Cristo nuestro Señor, insinuado por Marcos 6, 13, recomendado a los
fieles y promulgado por Santiago apóstol.
La Iglesia apostólica tuvo un rito propio a favor de los enfermos como podemos leer en
la carta de Santiago.
El símbolo principal es la unción con el óleo medicinal (bendecido en la Misa
crismal por el obispo) en la frente y en las manos.
En el sacramento de la unción de los enfermos es la unión de dos significantes: el
significante (ministro) visible, que unge con el óleo medicinal, curativo, a los enfermos
y el significante (ministro) invisible que es Cristo, el Ungido, que “unge” con la “unción”
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salvífica de sí mismo en y con los gestos- palabras del ministro visible, que actúa en
persona de Cristo.
La unción con el óleo medicinal, curativo, guarda semejanza con Cristo, medicina,
médico, “salud del mundo”. El óleo es ingrediente medicinal en medicamentos de uso
interno y externo.
Ambos significantes, integrantes del símbolo sacramental, significan lo mismo: la
curación, pero a distinto nivel. El óleo cura someramente; Cristo-óleo cura
radicalmente, definitivamente. La presencia activa curativa de Cristo-óleo, en el
ministro visible, que unge al enfermo está garantizada (“ex opere operato”) gracias al
memorial.
El memorial sacramental tiene su expresión en la plegaria mayor de este sacramento:
la plegaria de bendición del óleo de los enfermos que el obispo pronuncia en la misa
crismal. El óleo bendecido, que será usado en todas las celebraciones de unción de los
enfermos en la diócesis, guarda una unión con todas y cada una de las celebraciones
de este sacramento.
Símbolos secundarios son la imposición de manos sobre la cabeza del enfermo
y la oración por el enfermo.
ORDEN SACERDOTAL
MATRIMONIO
Los ministros en el sacramento del Matrimonio son los que se casan, en el momento
de expresar su compromiso matrimonial, su mutua entrega-aceptación oralmente.
Este compromiso matrimonial, expresado según diversas fórmulas sacramentales, va
acompañado de la unión de las manos que expresa la mutua entrega-aceptación de los
esposos.
El símbolo-rito principal es el consentimiento de los esposos.