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CLÁSICO
CURSO 2018-2019 PEC núm. 3
Realizada por JUAN ANTONIO ARCAS DATO Mayo-2019
• Fue de una bondad tal que ocultó y excusó los vicios de Lucio Vero,…
• …le rindió todos los honores que se tributan a los emperadores divinizados
• …éste (Marco Aurelio) fue tan bondadoso con los suyos…ofreció a todos sus
parientes todo tipo de distinciones y cargos…
El texto es un breve fragmento de un capítulo del libro “Historia Augusta”, del que
hablaremos después, en concreto del referido a la “Vida” (así se denomina en el citado
libro a lo que son una especie de biografías) del emperador Marco Aurelio, denominado
en el mismo como Marco Antonino, el Filósofo.
En los párrafos seleccionados el autor del citado capítulo, Flavio Vospisco, hace
referencia en concreto al excelente trato de Marco Aurelio hacia su hermano (de
adopción) Lucio Vero, tras su muerte y que había asociado al poder imperial como
corregente por expresa iniciativa de Marco (cumpliendo de alguna forma la voluntad inicial
de Adriano).
A continuación el texto cita cómo tras la muerte de Vero, Marco asocia mediante el
nombramiento como cesar (sucesor) sacerdote y emperador a su hijo Cómmodo,
asociándolo de esta forma a su gobierno imperial, si bien el autor no pasa por alto su
negativa opinión sobre el hijo y sucesor.
Asimismo en el fragmento, y en el capítulo del libro, queda clara la predilección del autor
sobre Marco Aurelio, sus virtudes y dotes, en contraposición a Vero al que claramente
denigra, manifestando que incluso había sido mejor y más virtuosa la gobernación del
Imperio por parte de Marco Aurelio una vez desaparecido Vero.
El texto, tal y como hemos citado, corresponde a un fragmento del libro conocido como
Historia Augusta, obra de capital importancia, según numerosos historiadores, para
conocer la historia de Roma de los siglos II al IV d.C.
Como es frecuente en fuentes provenientes de hace casi dos mil años, ha habido y hay
controversias sobre el grado de fiabilidad de dicho libro, su fecha de creación y hasta de
su autoría.
Desde el siglo XVI se la llama popularmente Historia Augusta, debido al título que propuso
Isaac Casaubon en su edición de 1603, “Historiae Augusta escriptores sex”.
Respecto a la fecha de datación del libro las controversias son múltiples. A la teoría inicial
de que el libro habría sido escrito en el periodo Diocleciano-Constantiniano (284-337 d.C)
se opone de forma contundente Hermman Dessau, quien en el año 1889, negó la
datación tradicional y propone retrasarla hasta los años 385-388, en época de Teodosio el
Grande.
Más tarde W. Hartke en el año 1940 publicó un minucioso estudio sobre el ambiente
político, literario y filosófico que late en la Historia Augusta y considerando que en ella se
hace propaganda en pro de un usurpador de la época de Teodosio y de sus partidarios,
con la finalidad de conseguir que el emperador perdonara a los insurrectos, propone que
la obra habría sido escrita en el periodo que siguió a la usurpación de Eugenio, esto es,
entre 394 y 398 y en concreto propone datar la obra en el 394.
La tradición de los manuscritos atribuye seis autores a la obra con sus nombres propios y
a cada uno de ellos se les imputan distintas vidas que en su mayor parte contienen
dedicatorias específicas, lo que es tenido en cuenta por los filólogos para la datación.
Sin embargo Dessau observó que en cada una de las vidas se daban “las mismas
tendencias extravagantes, los mismos giros extraños, las mismas manías y el mismo
amor a las falsedades”, y desde entonces se ha ido imponiendo la hipótesis del autor
único en numerosísimos estudios que han ido apareciendo en este sentido. Los
argumentos en pro de esta hipótesis se basan fundamentalmente en la homogeneidad de
tendencias de todo tipo que se dan en ellas tanto de carácter ideológico como de carácter
lingüístico.
Todo ello abunda en la hipótesis de la falsificación intencionada del autor, dado que se
observan las mismas tendencias entre los documentos y las vidas, siendo así que de
haber sido de distintos autores no tenían por qué coincidir con estas.
La Historia Augusta relata el periodo comprendido entre el año 117 d.C. (Adriano) hasta el
285 d. C. (Carino) pero falta la etapa transcurrida entre Gordiano y Valeriano (los 8
reinados entre el 253 d.C. -reinado de Filipo el Árabe- y el 253 d.C. -reinado de Emiliano-)
De ahí que se hayan apoyado en ella los más famosos tratados históricos que se han
escrito desde el siglo XVIII, aunque a veces la han utilizado sin las suficientes reservas
críticas.
Por tanto estamos sin duda ante un texto que es básico en estudio de la época
mencionada de la historia de Roma, pero siempre con el espíritu crítico y utilizando
procedimientos de contraste de diversas fuentes, básico en cualquier ejercicio histórico
con un mínimo de rigor.
Conocido también como el Filósofo o el Sabio, nacido en Roma, pertenecía a una gens
originaria de Itálica en la Bética Hispánica y ya de niño llamó la atención del emperador
Adriano, quien quedó admirado por su franqueza y su inteligencia, que ordenó a Antonino
Pío (heredero de Adriano) que lo adoptara (138 d.C.). Éste así lo hizo quedando pues
asociado al poder a los 17 años y recibiendo una impecable educación.
Estudió retórica griega y latina con Herodes Ático y Marco Cornelio Frontón. Este último
desde entonces habría de ser su amigo y consejero espiritual. Seducido por el estoicismo,
vistió muy pronto el manto de filósofo (133 d.C.). Fue nombrado césar (sucesor) en 139
d.C y cónsul en 140 y 145 d.C.. En éste último año Antonino Pío lo favoreció dándole en
matrimonio a su propia hija Annia Faustina (Faustina la menor).
Antes de acceder al gobierno del imperio, Marco Aurelio había adquirido el hábito de
escribir durante sus viajes cartas diarias a su maestro Frontón, a quien comentaba
cuestiones de estilo y retórica e informaba sobre el curso de sus estudios y acerca de su
delicada salud, castigada por el rígido ascetismo que se imponía; después pasó escribir
para sí mismo, y en griego, cuando antes lo había hecho sólo en latín.
Sus textos, influido sin duda por los maestros estoicos, denotan un tono muy personal, ya
que parten de una reflexión íntima y crítica, y acusan una tendencia a transformar la
doctrina en un constante examen de conciencia.
En cuanto a su actuación como militar y gobernante, no destacó por sus dotes militares,
sin embargo supo rodearse de importantes colaboradores como Claudio Severo, Claudio
Pompeyano, Septimio Severo y Avidio Casio, sobre todo este ultimo alcanzó importantes
victorias en las provincias orientales si bien protagonizó un levantamiento apoyado por
Siria y Egipto que terminó con su vida, asesinado por sus propios soldados.
En el 163 d.C. se inicia la guerra con el Imperio Parto, que se había rebelado en el limes
oriental invadiendo éstos Armenia y Siria. Marco envía a Lucio Vero quien tras duras
campañas derrota finalmente en el 167 d.C. a los partos, más por las acciones de sus
generales, sobre todo Avidio Casio, que por las propias de Lucio quien sin embargo
regresa entre honores a Roma donde es recompensando con un triunfo.
Pero Lucio y sus legiones trajeron de oriente un terrible plaga de peste asiática (otras
fuentes citan viruela o sarampión) que conocida como la Plaga Antonina, se cobró entre
otras y durante los siguientes años muchísimas vidas, entre ellas la de Lucio en el 169
d.C. y la reputación del Emperador al denominarse a la pandemia con el apellido de su
familia.
En el 176 d.C. y confirmando determinadas cargas del poder que ya había traspaso a su
hijo Cómmodo tras la muerte de Lucio, Marco invistió del poder imperial a Cómmodo
(aspecto que también se recoge en el texto), con tan solo quince años de edad,
reforzando de esta forma por un lado el derecho del emperador a designar su sucesor y
posiblemente influenciado por la contraposición que las cualidades viriles de Cómmodo
suponían a las suyas como hemos comentado de carácter enfermizo. Posiblemente este
mismo criterio influiría en su inicial designación de Lucio Vero.
• Buena relación con el Senado (aún que lo obvió para la declaración de prínceps de
Lucio y Cómmodo), haciendo alarde de prudencia y moderación y respetando sus
funciones de consulta y judiciales.
• Gran obra legislativa, en la que se refleja sus ideales estoicos y su interés por
rodearse de un cuerpo de juristas.
Respecto al tema religioso, destaca el progreso del cristianismo (no mostró especial
oposición aunque fue estricto en las medidas adoptadas contra ellos, de hecho los
cristianos nunca lo incluyeron en su lista de perseguidores.) y cultos mistéricos sobre todo
en las provincias orientales, si bien Marco Aurelio prestó gran atención a la religión
tradicional Romana., con sus ritos y liturgias.
Además de los problemas ya comentados con los partos en el Limes Oriental hay que
significar las fuertes tensiones en el Limes Occidental o danubiano con diversos pueblos
germánicos que se desarrollaron con dos guerras, la Bellum Sarmaticum entre el 174-175
d.C. contra sármatas y yázigos y las Bellum Germanicum I y Bellum Germanicum II
contra cuadros y marcómanos entre el 168-179 d.C. que finalizó con un aniquiladora
victoria imperial que llegó a penetrar hasta las actuales Chequia y Eslovaquia.
Falleció en marzo del 180 d.C. en Vindobona (actual Viena) donde había viajado con su
hijo y sucesor Cómmodo. Tras su muerte fue deificado y sus cenizas transportadas a
Roma.
Tras su muerte el mismo Augusto fue declarado “divus”, y su heredero, Tiberio le erigió un
templo. En adelante los emperadores podrían también ser considerados dioses después
de morir.
La consagración (consecratio) era establecida por un sucesor del emperador muerto (no
necesariamente el heredero inmediato) y como hemos citado debía ser refrendada por el
Senado, siendo los méritos del gobernante, sobre todo político y militares, lo que
justificaba tal designación.
Todo esto no era más que una justificación teórica del acontecimiento, Durante el siglo II
d.C. cuando la sucesión al trono se llevó a cabo mediante la adopción del mejor, los
emperadores decretaron la divinización de los antecesores que los habían elegido con el
fin de legitimar su propia situación. Esto ocurrió con todos los miembros de la dinastía
Antonina que fueron honrados con la “consecratio”
El culto Imperial tuvo adversarios como los filósofos estoicos que lo ridiculizaban. El
cristianismo, que no aceptaba más que su propio y único Dios, fue su principal enemigo.,
logrando que la autoridad imperial pasara a ser asignada y refrendada por esta Divinidad.
Puesto que era una herramienta de propaganda centrada en los líderes, el culto imperial
romano puede considerarse un culto a la personalidad. El número total de emperadores
augustos y miembros de sus familias divinizados fue de cuarenta y siete siendo el primero
Julio Cesar (que no fue emperador) y el último Constantino.
Podríamos decir que la religión es un acto "diplomático" con los dioses: se busca la paz
de los dioses (Pax deorum). La finalidad del culto no es ni personal ni del más allá, sino
que es colectiva y terrestre. Por tanto, la religión es el conjunto de las prácticas rituales
cívicas que buscan el bienestar de la ciudad.
Incluso en el momento de la fundación de la ciudad por Rómulo, se piensa que los dioses
han dado su acuerdo a esa decisión y han trasmitido buenos presagios sobre la misma.
Este acuerdo no es sólo un apoyo de los dioses, sino que los romanos veían más allá:
Este acuerdo significa que los dioses le son favorables a Roma y que, por tanto, los
romanos están en paz con los dioses. Esto les asegura protección eterna.
Este favor y este soporte de los dioses son esenciales y, por tanto, es importante
mantenerlos. Los dioses al estar del lado de Roma, ayudarán constantemente a los
romanos. Así, todo acontecimiento desfavorable para la ciudad de Roma, se pensaba que
era consecuencia de una ofensa hecha a los dioses y que convenía reparar lo antes
posible.
Para los romanos la religión era, ante todo, el temor a lo sobrenatural. En Roma, la
religión tenía dos vertientes: una pública, el culto estatal, y otra privada, el culto a los lares
familiares.
El panteón romano se creó influido por el griego y el etrusco. Los dioses son casi los
mismos, aunque cambien de nombre. Para comprender la religión romana es importante
entender que para ellos no implicaba la asunción de una filosofía, una moral y un
programa de vida (que es lo que hoy entendemos, tras la influencia del cristianismo o el
islam), sino la participación en los ritos.
El hombre religioso era el que participaba en el rito (no el creyente), de esta manera se
explica que en Roma se asentasen todas las religiones del Imperio ya que no modificaban
las creencias individuales, sino que permitían participar en sus celebraciones.
Los romanos también veneraban, en casa a los dioses protectores del hogar y de la
familia: en cada casa había un altar dedicado a estos dioses. Además, los romanos eran
muy supersticiosos y, antes de tomar una decisión, consultaban la voluntad de los dioses,
expresada por medio de los oráculos.
En su gran mayoría la masa popular, sobre todo en el campo, era fiel a la religión
tradicional romana. El ateísmo no existe y siempre hubo una religión oficial del Estado
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romano, a la vez que éste mantuvo una relevante libertad con la mayoría de las creencias
ajenas al mismo, sin embargo la clases más altas y cultas se aficionaron a las doctrinas
filosóficas como el epicureísmo y el estoicismo que enseñaban una moral y unas normas
de vida.
Tras las conquistas y expansión del Imperio hubo influencias externas aceptando otras
religiones que cubrían otro tipo de necesidades espirituales como las religiones llamadas
mistéricas o de salvación.
Los gobernantes eran escrupulosos con los cultos y ritos religiosos intentando que
permanecieran invariablemente en su forma tradicional y asociando los distintos
sacerdocios a los cargos de los altos magistrados. La religión romana nunca dejó de estar
asociada a la vida pública.
Por tanto era una herramienta utilizada por los herederos (que deificaban a sus
antepasados) para justificar por un lado su propio nombramiento, su propio mandato (no
podía haber duda de que era el gobernante adecuado si lo había designado un dios) así
como para establecer cierto nivel de no-revisionismo de sus actos y decisiones tomadas
en vida pues siendo dioses no podían ser equivocadas.
No es desdeñable que los propios dirigentes imbuidos de alguna forma de ciertos “aires
de grandeza y superioridad”, se identificaran de tal forma con la idea de su origen divino y
que lo asumieran como real, más allá de tratarse de una simple manipulación política,
pero en esta época de los primeros siglos de nuestra era, ya ha habido corrientes de
pensamiento sobre todo helenistas que han buscado, estudiado y filosofado sobre el por
qué de las cosas, de la tierra, del hombre y ya no es tan facil “engañar” a todo el pueblo
que tiene miedo a todo lo que no entiende. Creo que hay más de imposición aceptada por
la autoridad de quien emana que una creencia sincera.
Por tanto estoy convencido que como ha ocurrido en civilizaciones anteriores como la
griega o la egipcia y más aun en cualquier grupo social desde que el hombre se convierte
en sedentario y empieza a organizarse socialmente de forma compleja, la religión, como
respuesta a fenómenos que el hombre desconoce, se vuelve en un arma de poder que
será utilizado por los gobernantes, que normalmente habrán llegado al poder por la fuerza
(suya o de otros), para legitimarse de forma que sean aceptados y obedecidos por su
pueblo con las menos reservas posibles.
Hay un paso inicial que se ha repetido a lo largo de la historia del humanidad y que aún
todavía se da en algunas civilizaciones y religiones (islam) que es la íntima unión-relación
entre el jefe civil y el jefe religioso de forma que las obligaciones religiosas influyen en las
normas civiles y viceversa, pero el caso de la divinización o deificación de los
emperadores romanos o en su caso de los faraones egipcios es sin duda el paso máximo
de un poder absoluto y teocrático que sólo puede ser admitido desde la ignorancia o la
imposición por la fuerza.