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Resiliencia 02

Renacer, como el Ave Fénix, volver a empezar después de una


pérdida. Seguir tirando a pesar de un cáncer. Recuperarse tras una
adicción. La “resiliencia” es la capacidad de auto sostén.

Por qué algunas personas, niños o adultos, logran salir adelante después de haber
sufrido situaciones adversas, traumatismos y amenazas graves contra su salud y su
desarrollo en tanto otras quedan seriamente afectadas para el resto de su vida?
Hace dos décadas esta pregunta produjo un cambio radical en la manera de encarar
las repercusiones personales y sociales que sufren los seres humanos después de
una crisis severa. Más que de una nueva forma de tratar el llamado estrés
postraumático, se trata de una mirada distinta acerca de la manera en que los
diferentes seres humanos afrontan las posibles causa de ese estrés: malas
condiciones y vejaciones en la familia, reclusión en campos de prisioneros,
situaciones de crisis, como las causadas por la viudez o el divorcio, las grandes
pérdidas económicas o de cualquier otra índole.

En lugar de preguntarse por las causas de la patología física o espiritual que esas
catástrofes generan, el nuevo punto de vista supone indagar de qué condiciones
está dotada esa minoría; por qué y de qué manera logra escapar a los males
propios de los llamados «grupos de riesgo”. De los núcleos más expuestos se
comenzó a trabajar con chicos de la calle y, dentro de ellos, con una minoría libre
de las patologías a las que la teoría y las estadísticas parecían condenados
fatalmente —alcoholismo delincuencia, adicción a las drogas, etc.—. Para
convenirse, en cambio, en seres predispuestos a llevar una vida de proyectos y
realizaciones en personas integradas y normales. Este fenómeno, denominado
“resiliencia”, hoy es objeto del creciente interés de parte de educadores,
psicoterapeutas y sociólogos. Se apunta a las potencialidades del sujeto (aquello
que puede hacer bien) que a un pronóstico que lo condena por sus «fallas de
origen” y al que sólo se puede ayudar rescatando a lo de lo que hace mal.

LOS TRES PILARES

Todos los seres humanos somos dueños en mayor o menos grado de una capacidad
de resiliencia. Todos, niños y adultos, aprendemos a reponemos de las crisis, a
seguir adelante. El lenguaje, popular refleja muy bien el sentimiento de que sólo
hasta cieno punto somos vulnerables y que —salvo casos extremos— la gente se
recupera más tarde o más temprano: “La vida continúa” “hay que seguir tirando”,
“el mundo no se acaba’hoy”, etcétera. Pero, mientras existen seres dotados en alto
grado de una resiliencia natural, que a veces son vistos como invulnerables a la
adversidad, existen personas que por diversas causas se entregan a situaciones de
estrés cada vez más notables, que acaban en crisis depresivas o enfermedades
somáticas. «Es como si les faltaran elementos en la caja de herramientas de la vida
grafican muy bien las licenciadas Lea Teitelman y Diana Arazi, psicólogas y
docentes especializadas en esta nueva óptica que apuntala los aspectos más
positivos de la personalidad

“Existen tres pilares que sostienen la capacidad de resiliencia», explican Teitelman


y Arazi:

1)La capacidad de juego. No tomarse las cosas tan a pecho que el temor impida
hallar las salidas. Y en esto e sentido del humor, el “mirar las cosas como desde el
revés de un larga vista permite tomar distancia de los conflictos. La creatividad, la
multiplicación de los intereses personales, los juegos de la imaginación relegan esas
causas de alarma a su justo lugar, relativizarlas para no deprimirse.

2)La capacidad de encarar las situaciones con un sentimiento de


esperanza. Y para ello es fundamental tener al menos a alguien en quien depositar
los afectos, admiración, qué sirven como guías y estimulo. Es lo que en el lenguaje
común de los grupos de resiliencia se conoce como “engancharse”. Esto que viene a
veces naturalmente con el modo de ser de La persona, puede ser estimulado por
educadores y terapeutas. Son esenciales asimismo las llamadas redes de sostén o
de contención, vínculos que enriquecen e impiden que la persona se sienta en una
intemperie vital. Amigos, un maestro, una comunidad barrial, los grupos de
resiliencia obran con apoyo y estímulo permanentes.

3)El auto sostén. Se puede resumir como un mensaje que la persona elabora
para si misma. “Yo sé que esto me va a pasar”, se dice ante un mal trance. O sea:
“Me quiero, confío en mí, me puedo sostener en la vida.

APRENDER DIVIRTIÉNDOSE

“La novedad que aporta la idea de resiliencia, corrobora la doctora Maria Cristina
Chardon, que investiga actualmente en temas de ‘educación y salud, es que se
dictan cursos a maestros y expertos en pedagogía para que enseñen a vivir de otra
manera. Es curioso que actualmente los docentes consulten ahora cómo transmitir
el sentido del honor, el gusto por el juego. »
La resiliencia es más que resistir a los embates, al temor a los riesgos, es tomar
cada circunstancia adversa como un desafío que pone a prueba todas las
potencialidades de un individuo. Reemplaza el temor a no poder por el aliciente de
pasar airosamente cada prueba. Toma ese reto como una diversión, no como una
desgracia que lleva ala consabida frase “Esto tenía que pasarme a mí”, pasando por
alto que a cualquiera le puede pasar de todo El sentido de la resiliencia ayuda
«abrir la puerta para ir a Jugar”. Vivir como dice Leopoldo Marechal: "Con ese
estricto sonido del juego que suele hacer de la pena la rosa"

Esta idea de diversión bien entendida, se extiende a la escuelas a la hora de clase y


de hacer la tarea. Enseñar y aprender con una sonrisa no ha sido tomado hasta
ahora como algo compatible con el estudio tradicional, por algo llamado ‘serio”. Hay
en la adquisición de conocimientos un goce que suele ser robado al aula. Lo que el
cambio de actitud intenta es evitar el estrés que con frecuencia produce la escuela
cuando es vivida como un riesgo y una amenaza (“,Y si me aplazan?”; “Si me
llaman hoy a dar la lección?”; «Como me fue —o me irá— en la prueba escrita?”)
¡Cuántos adultos han incorporado en su personalidad ese temor al fracaso escolar
que muchas veces es responsable de posteriores frustraciones! Resaltar las
aptitudes del alumno sin hacer hincapié en sus carencias es tema de los estudios
actuales de la doctora Chardon. Otro aspecto de la capacidad resiliente llevada al
campo de la educación y la salud.

LA TERAPIA DEL CIRCO

Volviendo a los chicos de la calle, los que por su condición de tales suelen tener
mayores carencias (padres que se preocupen, maestros particulares, libros, lugar y
tiempo para estudiar), es muy interesante la experiencia que se lleva a cabo en
Chile. Se realizan talleres de circo con una frecuencia de tres horas un día por
semana. Durante estos talleres los participantes son capacitados en las siguientes
técnicas: malabarismo con clavas, pelotitas y argollas; acrobacia en el piso y saltos
en trampolines bajos; piruetas y juegos de clown. Todo en un ambiente de juego,
música y humor. Cuando los participantes alcanzan niveles de capacitación que les
permite elaborar y participar de números artísticos, éstos realizan presentaciones
en su comunidad. Aparte de lograr un medio de ida, los chicos se integran
fácilmente en la sociedad y al apartarse de un medio que los daña encuentran
incentivos para desarrollarse en otras direcciones. Otra manera de modificar sin
prédicas ni represión los hábitos negativos que los hacen sentir inferiores y
excluidos. “Los chicos podemos salir de la calle y dejar de metemos en problemas,
siempre que no den otros lugares por donde andar, un sitio para llegar y sobre todo
alguien que nos acompañe a caminar.” (Testimonio de un chico de la calle, citado
en varios trabajos sobre resiliencia.)

COMO FUNCIONA UN TALLER

En diversos sitios del país, el tema de la resiliencia da lugar a cursos y a la


formación de grupos o talleres. El objeto de ellos es no sólo afrontar las
dificultades, sino salir de ellas fortalecido con la capacidad poder superar escollos
nuevos, reconociendo así que si bien toda crisis supone un riesgo, apareja también
un oportunidad. Un taller de resiliencia, como lo afirman las licenciadas Gloria
Domínguez y Lidia Osipiuk, consultadas por RUMBOS, que dirigen un taller sobre el
tema incluye consignas y ejercicios. Sus metas están contenidas en el Mandala de
la Resistencia, que ilustra esta nota y en recuadro sobre nuestros derechos.

El origen del término

Mientras estrés es un término tomado de la mecánica que define el esfuerzo al que


está sometido un material (por ejemplo, una viga), resiliencia se usa en la física de
los materiales para expresar la capacidad de recuperación de ese esfuerzo. Tal
como un objeto abollado recobra su forma primitiva si tiene la suficiente
elasticidad, los seres humanos dotados de una resiliencia natural o adquirida serán
capaces de salir de un agotamiento causado por estrés traumático u otras causas.
Los terapeutas intentan desarrollar en el paciente una mayor plasticidad interior.

Un poco de historia

En 1982 dos investigadores norteamericanos, que trabajaron en una Localidad muy


pobre Hawai, siguieron la evolución de 505 individuos desde su etapa prenatal
(1955) hasta su adulto, o sea durante 32 años. Buena parte de esos sujetos se crió
en hogares sometidos al estrés de la miseria, la mala relación entre los padres, el
alcoholismo y los abusos. A pesar de esas condiciones se observó que cerca de la
tercera parte de esos niños llegaban a adultos bien estructurados moralmente y
una con visión optimista acerca de su porvenir.

Se habló primero de chicos invulnerables por causas que se consideraron genéticas.


El afecto recibido era siempre la clave de esas excepciones afortunadas. De allí
surgió la necesidad de pasar de la idea de invulnerable a la de resiliente, aplicada al
ser humano capaz de generar sus propios recursos para salir fortalecido de
situaciones que no son tomadas como la fatalidad de un destino sino como un
desafío que alecciona y estimula.
Para consolidar la resiliencia, tenemos derechos:

1 A ser tratados con dignidad y respeto.

2 A equivocamos y ser responsables de nuestros propios errores.

3 A tener nuestras propias opiniones y nuestros propios valores

4 A tener nuestras propias necesidades, tan importes como las de los de demás

5 A experimentar y expresar nuestro pensamiento propio, así como a ser sus únicos
jueces.

6 A cambiar de opinión, idea o línea de acción.

7 A protestar cuando somos tratados con injusticias

8 A intentar cambiar lo que no nos satisface.

9 A detenernos a pensar antes de actuar.

10 A pedir lo que queremos. A hacer menos de lo que humanamente somos


capaces de hacer. A ser independientes.

11 A decidir qué hacer con lo que es nuestro, con nuestro propio cuerpo y nuestro
tiempo.

12 A sentir y expresar el dolor.

13 A ignorar los consejos.

14 A rechazar peticiones sin sentirnos culpables o egoístas.

15 A estar solos aún cuan do otros deseen nuestra compañía.

16 A no justificamos ante los demás.

17 A no responsabilizarse de los problemas ajenos.

18 A no anticiparse a las necesidades y deseos de los otros ni estar pendientes de


su buena voluntad.

19 A no responsabilizarse de los problemas ajenos

20 A no anticiparse a las necesidades y deseos de los otros ni estar pendientes de


su buena voluntad.

21 A elegir no comportarnos siempre de una manera positiva o socialmente


convencional

UN MODELO DE SUPERACIÓN:
Boris fue un niño judío nacido en Ucrania, que residía en Francia al comenzar La
Segunda Guerra Mundial. Cuando tenía seis años, logró escapar de un campo de
concentración nazi del que no saldría vivo ningún miembro de su familia. Durante
dos años vivió todo tipo de peripecias, hasta que finalmente fue instalado por la
Asistencia Pública en una granja para huérfanos. Allí pasó su infancia y parte de su
adolescencia.

Y su historia no sería demasiado diferente de la de millones


de niños si no fuera porque hoy se ha convertido en el Dr.
Boris Cyrulnik, investigador y científico destacado en
Francia, que dedicó su vida a desarrollar ideas que
pudieran ayudar a otros a superar experiencias como la
que él mismo se vio forzado a afrontar.

Muchas personas que han leído o escuchado esta historia


reaccionan pensando: "Caramba, ¿qué son mis problemas al lado de lo que tuvo
que superar este pobre chico?". Y con solo provocar esa reacción ya estaría
ayudando a mucha gente a relativizar sus dificultades y a enfrentarlas con mayor
serenidad.

Estudió, enseñó y escribió durante muchos años y sigue haciéndolo. Y además ,


recorre el mundo difundiendo sus ideas, sobre el concepto de resiliencia.

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