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Entre 2006 y 2017, en Bolivia se perforaron 63 pozos exploratorios, de los cuales 35 fueron negativos (56
por ciento) y 28, positivos (44 por ciento). Aunque el ministro de Hidrocarburos, Luis Alberto Sánchez,
sostiene que la tasa de éxito se duplicó en relación a la época previa a la nacionalización, el consumo del
país ahora se sitúa en 13 millones de metros cúbicos al día (MMm3d).
Según datos del Ministerio de Hidrocarburos, en 2006 se registraron dos pozos positivos y ninguno
negativo; en 2007 fueron tres positivos y ninguno negativo; en 2008 solamente dos negativos; en 2009
no se perforó; en 2010 hubo cinco positivos y ninguno negativo; en 2011, seis negativos y dos positivos;
en 2012 figuran cinco negativos y dos positivos; en 2013, dos negativos y cinco positivos; en 2014 hubo
seis negativos y tres positivos; en 2015, cuatro negativos y tres positivos; en 2016, solamente cinco
negativos, mientras que en 2017 fueron cinco negativos y tres positivos.
En mayo pasado, cuando Sánchez presentó estas cifras, aseguró que en este periodo se encontraron 10
nuevos campos hidrocarburíferos y que, por ello, se incrementaron las reservas de gas.
Según la autoridad, los 10 campos incorporados en los últimos 12 años son Huacaya, Aquío, Los Sauces
Sur, Boquerón Norte, Junín Este, El Dorado Sur, Colorado Sur, Carrasco Este, El Dorado Oeste y
Colorado.
Sin embargo, especialistas consultados por este medio consideran que el descubrimiento de gas durante
las gestiones del presidente Evo Morales fue insignificante y, aunque el megacampo Incahuasi entró en
producción en 2016, ya había sido descubierto en 2004.
“El tener mercados a largo plazo viabiliza la inversión en exploración, que es altamente riesgosa y
requiere de algún tipo de certeza económica, de factibilidad y viabilidad a su ejecución”, dijo Velásquez.
Afirmó que el promedio de inversión para la exploración de un pozo es de 60 millones de dólares.
El especialista en energía Francesco Zaratti coincide en que la actividad exploratoria en Bolivia en los
últimos 12 años fue negativa porque las inversiones fueron insuficientes y “los resultados de la escasa
exploración fueron decepcionantes”. Sostiene además que no se logró interesar a nuevas empresas a
invertir en Bolivia con excepción de Pdvsa, que ya dejó de operar, y de Gazprom, que no termina de
efectivizar sus compromisos.
“No hubo ningún descubrimiento importante. Sólo se descubrieron dos campos pequeños (Caigua y Los
Monos) cuya producción no supera 0,5 MMm3d. Todo lo que se ha consumido en el período
mencionado son reservas heredadas de los anteriores Gobiernos”, manifestó Zaratti.
Se exploran sólo 4 pozos en promedio a al año, mientras que en el periodo 1998-2004 el promedio era
de 22 pozos por año, según especialistas.
Según datos del Ministerio de Hidrocarburos, la demanda interna de gas en 2014 era de 10,28 millones
de metros cúbicos por día (MMm3d), mientras que a julio de 2018 se incrementó a 13 MMm3d, es decir,
un 29 por ciento.
El ministro del área, Luis Alberto Sánchez, sostuvo que el año 2016 Bolivia alcanzó una demanda récord
de 15 MMm3d, fomentada por el crecimiento y la expansión de servicios como el gas domiciliario y
vehicular.
Del total consumido en Bolivia, el 46 por ciento es destinado al sector residencial, comercial, industrial y
transporte vehicular; el 43 por ciento, a las plantas termoeléctricas, y el 9 por ciento, a los consumidores
directos.
REDACCIÓN CENTRAL
La caída del precio del petróleo, que comenzó en 2014, hizo que el Gobierno boliviano adoptara
“medidas desesperadas” para flexibilizar la normativa ambiental y favorecer a la exploración
hidrocarburífera, sostiene el investigar del Centro de Documentación e Información Bolivia (Cedib),
George Campanini.
El escenario de bajos precios motivó al Gobierno a modificar el contenido y las formas de consulta,
ampliar la frontera petrolera, abrir las áreas protegidas para la exploración petrolera y crear la ley de
incentivos.
Según el investigador, estas modificaciones, que muestran una desesperación para poder encarar los
procesos exploratorios, hasta la fecha tampoco han dado resultados contundentes reflejados en el
crecimiento del sector.
En este contexto, Campanini también ve con preocupación el acuerdo firmado a inicios del presente mes
con la empresa canadiense Cancambria Energy Corporation, que iniciará los estudios correspondientes
para confirmar el potencial de 400 trillones de pies cúbicos (TCF) en el área de Miraflores (Chuquisaca).
Según el investigador, este acuerdo implica que Bolivia pueda ir por el camino de la extracción no
convencional o “fracking”. “Es una de las técnicas ambientalmente más cuestionadas del mundo por su
nocividad y por su agresividad. La han prohibido en algunos países”, dijo.