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12 | 2019
Varia
Edición electrónica
URL: http://journals.openedition.org/rhj/1867
DOI: 10.4000/rhj.1867
ISSN: 0719-4153
Editor
ACTO Editores Ltda
Referencia electrónica
Marlene Vera Gutiérrez, « Tensiones entre el cuidado antivenéreo y el control de las corporalidades en
la Reglamentación de Casas de Tolerancia (Santiago de Chile 1896-1925) », Revista Historia y Justicia
[En línea], 12 | 2019, Publicado el 29 mayo 2019, consultado el 05 julio 2019. URL : http://
journals.openedition.org/rhj/1867 ; DOI : 10.4000/rhj.1867
Introducción
1 La presente investigación tiene por objetivo problematizar la dicotomía que existe en el
Reglamento de las Casas de Tolerancia entre las características de cuidado y el control de
las mujeres que ejercían el comercio sexual en Santiago de Chile entre los años 1896 y
19251.
2 Por una parte, cuidado del contagio venéreo y de las condiciones sanitarias de los grupos
populares, a quienes las prostitutas pertenecían; por otra parte, el control ejercido que
tendió a cercar/restringir las prácticas y espacios de las mujeres que vendían sexo en el
periodo mencionado. La pregunta acerca de las funciones del Reglamento surge a partir
de un trabajo previo en el que se buscaba comprender cómo era representada la
prostitución desde la perspectiva de las mismas mujeres que la ejercían2.
3 Una larga lista de investigadores ha puesto su atención en la importancia de las
corporalidades y de su construcción social en contextos determinados. Los cuerpos y su
posicionamiento en un rol social particular son fundamentales en las elecciones de los
mecanismos de control de los Estados3. Esta importancia radica en que, a partir de su rol
(como mujer, hombre, obrero, delincuente, madre, prostituta, por ejemplo) se puede
determinar e intentar controlar la utilidad económico-sexual productiva y reproductiva y
la utilidad social de los cuerpos4. Así, una serie de dispositivos de control, normalización y
disciplinamiento se materializan a través de medidas legislativas y judiciales que recaen
sobre los cuerpos, los espacios que habitan y sus prácticas. No obstante, de acuerdo con
autores como James Scott, Michel de Certeau y Josefina Ludmer5, los sujetos subalternos
desarrollan, ante estos intentos de control, determinadas prácticas de resistencia en los
mismos espacios sociales que habitan.
4 Por su parte, el análisis del comercio sexual y sus participantes en Chile ha cobrado mayor
relevancia investigativa en los últimos años6. La construcción de la figura de “la
prostituta” y de la práctica de la “prostitución” a lo largo de la historia ha respondido al
entramado de paradigmas y teorizaciones que rigen los discursos políticos y sociales de
un determinado contexto7. De este modo, la representación hegemónica del intercambio
sexo/dinero y de quienes participan de esta industria varían de acuerdo con su marco
contextual médico, legislativo, moral, etc.8. El siglo XIX marca, por su carácter higienista,
moralizador y proletarizador, un importante estigma en las mujeres que vendían sexo
posicionándolas en un espacio de subalternidad y criminalidad9. De ahí la importancia del
análisis de este periodo y la representación levantada en torno a estas mujeres.
5 Así, este trabajo se presenta como una contribución al desarrollo de estas dos áreas de
análisis: por una parte, analizo el Reglamento de Casas de Tolerancia como un dispositivo
de control de los cuerpos subalternos y criminalizados de las mujeres prostitutas de la
época. Y, por otra parte, es un acercamiento al modo en que el Reglamento de las Casas de
Tolerancia concibe la venta de sexo y establece límites para el comercio sexual, sus
espacios, sus sujetos y sus prácticas en Santiago de Chile.
6 Con el objetivo de problematizar las dicotomías presentes en el Reglamento de las Casas
de Tolerancia, realizo el análisis a partir del mismo documento conservado en el Archivo
Nacional Histórico. Este se encuentra impreso en una libreta sanitaria de prostitución 10 y
en cuya versión aparecen también los decretos de la alcaldía posteriormente añadidos a
las disposiciones iniciales. Para llevar a cabo la investigación utilizo las herramientas y
perspectivas del análisis de discurso11, considerando que las manifestaciones discursivas
ideológicas (legitimadas a través de las reglamentaciones, leyes, obligaciones, derechos,
etc.) se transforman en prácticas sociales reales para los sujetos de una sociedad 12. A
partir de esto, utilizo el Reglamento de las Casas de Tolerancia como un medio de análisis
tanto para la ideología que lo sustenta como para la realidad en la que se inserta.
7 A partir de lo mencionado, propongo que este documento reglamentario presenta
tensiones a partir de dos aspectos: la finalidad de cuidar la salud sexual de la población
evitando el contagio venéreo debía incluir a las prostitutas en sus procedimientos de
cuidado y tratamiento médico, por una parte13. No obstante, en la práctica, se conseguía
aislar y controlar a las prostitutas por su configuración como foco infeccioso, como
sujetos-parias. Así, a través del Reglamento, se evidencian tanto las motivaciones médicas
higienistas de cuidado como la necesidad de mantener el cuerpo de la prostituta cercado
y controlado14, suprimiéndose su pertenencia al mismo grupo social que deben cuidar.
8 Para dar cuenta de estas tensiones, pongo en contraste el análisis del Reglamento de las
Casas de Tolerancia con algunas declaraciones de prostitutas conservadas en expedientes
judiciales15. En estos textos se pueden leer las versiones en primera persona de mujeres
que, dedicadas al comercio sexual, entregan sus propias perspectivas respecto de la vida
en el lupanar. Ya sea como testigos, acusadas o demandantes, a través de sus
declaraciones, es posible acceder a una mirada directa del interior del lupanar.
9 Para llevar a cabo este análisis, en la primera sección del artículo busco explicar, a partir
de un contexto higienista, reglamentario y conservador, cómo se construye
históricamente la figura de “la prostituta” y la necesidad de las elites médico/políticas de
normar estas corporalidades, aún más por ser corporalidades marginales, reprimidas 16,
como la de quienes vendían servicios sexuales. En la segunda sección describo y analizo el
Reglamento de las Casas de Tolerancia, considerándolo como un dispositivo legal que
permite el gobierno de un grupo social determinado y que, a su vez, legitima el
entramado ideológico que lo sustenta17. El tercer apartado se enfoca en la preocupación y
la necesidad surgida desde los médicos/higienistas de prevenir y curar las enfermedades
venéreas convertidas en uno de los grandes problemas que conllevaba la prostitución;
esto supondría una de las motivaciones principales para la implementación de un sistema
reglamentario respecto del comercio sexual en Chile. El cuarto apartado busca identificar
cómo el Reglamento cumplía funciones reales de control y limitación en los cuerpos,
espacios y prácticas de los sujetos relacionados con la incipiente industria del sexo de
fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Finalmente, establezco un análisis que
enfrenta ambas funciones (cuidado y control) dirigidas a un mismo cuerpo social: el del
prostíbulo.
desacato que les son atribuidos a las mujeres que venden sexo vinieron a instalarse en el
imaginario en el siglo XIX30 “en tanto producto de aquella institución que después llegó a
conocerse como prostitución”31. En contraste con la “mala mujer” o “prostituta” (que
recibía la condena moral de los grupos conservadores del siglo XIX), se encontraba la
“buena mujer” en su rol de “esposa” y “madre”, configurando la construcción del cuerpo
femenino aceptado, útil.
17 Entonces, la construcción de las corporalidades femeninas generaba el contraste entre la
figura femenina considerada como “aceptada” y una figura negativa de la feminidad que,
justamente, no se ajustaba al rol social impuesto a la mujer del siglo XIX: de madre y
esposa abnegada32 y centrada en las tareas de reproducción33.
18 La importancia que recibió la figura de “La Mujer” durante el proyecto ilustrado que
dirigía al país en este periodo fue fundamental en tanto la posicionaba como la principal
responsable del cuidado del hogar, el bienestar de su marido y la salud de sus hijos 34. Esta
responsabilidad familiar (y, por lo tanto, con el Estado), la obligaba a permanecer dentro
del modelo legítimo de familia nacional y a naturalizar lo que María Antonieta Vera llama
‘superioridad moral de la mujer’35.
19 De acuerdo con María Soledad Zárate (1995), las mujeres populares, en contraste con la
imagen hegemónica construida por las elites, eran poseedoras de un carácter más festivo,
extrovertido y alegre, actitudes por las cuales “eran calificadas de inmorales, prostitutas
y ‘aposentadoras de ladrones’ en sus ramadas”36. Además, en el proceso migratorio desde
los sectores rurales hacia las principales ciudades del país, el Estado otorgaba ‘mercedes
de sitio’, entregando la posibilidad a las mujeres solteras de “arrancharse” en sectores
urbanos, llegando a estar en esta situación dos tercios de la población urbana hacia 1850 37.
Así, las mujeres solteras arranchadas construirían “quintas” y “fondas”, que se
convertirían en espacios de entretenimiento, baile y, en algunos casos, comercio sexual,
incrementando su carácter “inmoral”. La imagen hegemónica construida en torno a las
mujeres populares, por lo tanto, se relacionaba de manera directa con la ausencia de
recato manifestada en las fiestas, bailes y en su carácter más expresivo.
20 Las prostitutas, por su parte, y justamente por representar lo opuesto a la ‘superioridad
moral’ del rol femenino, eran consideradas como mujeres degeneradas moralmente; la
prostitución se relacionaba directamente con “una ‘virulencia’ que aquejaba a las mujeres
abandonadas o poco instruidas; rescatarlas era un deber nacional”38. No obstante, como
ya he mencionado, el conflicto con el comercio sexual no solamente se desarrollaba en
torno a la condena moral que se levantaba en frente a este oficio, sino que, además, en
considerar a las prostitutas como un foco infeccioso de enfermedades venéreas 39 y, por lo
tanto, un peligro para la salubridad del cuerpo social.
21 El higienismo, por lo tanto, puso especial atención en esta “problemática social”, puesto
que los dos grandes conflictos relacionados con la prostitución eran de particular interés
de los miembros de este Panóptico higienista40: por una parte, era imperiosa la necesidad de
rescatar y regenerar moralmente a las mujeres ignorantes, degeneradas y abandonadas;
y, por otra parte, las condiciones de salubridad social se veían amenazadas por el
creciente contagio de enfermedades venéreas.
22 Los miembros pertenecientes al cuerpo higienista nacional buscaron distintos frentes de
acción para llevar a cabo su misión sanitaria y moralizadora. Su activa participación en
cargos políticos y la influencia de su pensamiento en las decisiones legales que se
tomaban en el país permitieron su intervención en la discusión respecto de la
28 Por otra parte, eran los regentes de los lupanares quienes debían pagar por las visitas
médicas semanales que se hacía (obligatoriamente) a las mujeres que trabajaran en su
establecimiento (un peso por cada mujer examinada)47. Como es de esperar, quienes se
encontraban a cargo de los lupanares buscaban ganar dinero gracias al servicio sexual de
las mujeres y no perderlo en las visitas médicas, por lo que, de acuerdo a María Espinoza
(quien trabajara en el prostíbulo de Armando Olivares), no todas las mujeres eran
examinadas por el médico, por cuanto “Olivares es quien cura a las niñas de la casa que se
enferman de males venéreos haciéndolas sufrir mucho; y el médico municipal que va tres
veces por semana solo vé a las que están sanas, pues no les presenta a las demás” 48.
29 Esta práctica de “esconder” o de “no presentar” a las mujeres en las visitas médicas tenía
por objetivo, además del ahorro del costo del examen, que las prostitutas que padecían de
alguna enfermedad venérea no tuvieran que realizarse tratamientos médicos, sino que
pudieran seguir entregando servicios sexuales a pesar de su situación. Lo que da cuenta
de que, a pesar de que el regente tuviera el rol de ejecutor del Reglamento dentro del
lupanar, de acuerdo a su conveniencia también podía obviar ciertas disposiciones que no
le beneficiaban de manera directa o que podrían significar pérdidas monetarias para
ellos.
30 Además de estas tareas, quienes estuvieran a cargo de las casas de tolerancia debían
preocuparse por el cumplimiento de los aspectos más generales relacionados con los
lupanares: del registro inicial de este en la alcaldía; del registro del nombre, edad, estado
civil, ocupación anterior y la situación de alfabetismos o analfabetismo de cada persona
que residiera en su prostíbulo49; que el lupanar no se encontrara ubicado a menos de 150
metros de colegios, iglesias o cuarteles50; de la higiene y aseo del interior del espacio
dedicado al comercio sexual51; y de la prohibición del ingreso de niños mayores de 5 y
menores de 18 años al lugar (ya sea como prostitutas, como clientes o como hijo de
cualquiera de los anteriores)52.
31 Por otra parte, se encuentran aquellos artículos dirigidos a los encargados del aspecto
sanitario de este Reglamento. Desde los artículos 15 al 22 emitidos el 27 de marzo de 1896,
las disposiciones reglamentarias se encuentran dirigidas a las funciones que debían
cumplir los médicos en este intento reglamentario de la prostitución. Ahora bien, estas
ordenanzas, como veremos a continuación, se encuentran enfocadas más en controlar las
prácticas de las prostitutas que en las responsabilidades mismas de los médicos, quienes,
inicialmente y de acuerdo a las retóricas fundantes del higienismo, debían velar por la
profilaxis, el tratamiento de enfermedades venéreas y la prevención del contagio de las
mismas.
32 En primer lugar, el médico debía visitar las casas de tolerancia al menos una vez a la
semana, exceptuando los casos en que la Inspección Sanitaria solicitara mayor cantidad
de visitas por prostituta. Durante estos exámenes rutinarios, él era el responsable de
certificar que la mujer examinada correspondía con la identidad, fotografía y las
características entregadas en la libreta sanitaria, de esta manera, se evitarían los cambios
de identidad entre las mujeres de un mismo lupanar53.
33 En segundo lugar, debían llevar a cabo el examen ginecológico de la totalidad de las
mujeres que vivieran en el prostíbulo y prescribir “las medidas de higiene i de profilaxia
que estime convenientes para la salubridad de las casas de tolerancia i burdeles” 54. En el
caso de que una mujer se encontrara afectada de alguna enfermedad venérea contagiosa,
debía derivarla inmediatamente a un hospital para comenzar el tratamiento respectivo.
podrá abandonar la casa en que se encuentra sin previo aviso de ocho días a la Inspección,
indicando al mismo tiempo su nuevo domicilio”69. Es decir, el lugar de habitación de las
mujeres inscritas debía ser de conocimiento de la alcaldía y cualquier modificación no
solo debía registrarse, sino que anunciarse con anticipación, impidiendo cualquier
movimiento o cambio de casa de manera imprevista o no planificada. Por su parte, el
artículo siete, mencionado con anterioridad, establecía la obligación del regente de
mantener un inventario con las pertenencias de las mujeres. De este modo, a través de
este artículo, era posible mantener un control de los objetos que eran de su posesión y los
que iba adquiriendo una vez dentro del lupanar.
44 El 31 de diciembre de 1902 un nuevo decreto proveniente de la alcaldía se sumaba a este
Reglamento, esta vez orientado a normar a los cafés asiáticos que, hasta el momento, no
eran considerados dentro de los lupanares regidos por la reglamentación y habían
funcionado como prostíbulos clandestinos70. Las prohibiciones y normas reiteraban
aquellas establecidas para los lupanares, pero esta vez dirigidas a los cafés asiáticos 71,
quedando ahora dentro del espacio de control del Reglamento.
Conclusión
82 A la hora de analizar los distintos elementos que participan de la construcción del
comercio sexual en Chile, la mirada en perspectiva histórica permite comprender: por un
lado cómo se articulan las distintas retóricas para establecer representaciones
hegemónicas de este fenómeno; y, por otro lado, cómo estas retóricas son utilizadas como
mecanismos jurídico-normativos para controlas estas corporalidades parias. A partir de
esta idea, surge el análisis del primer intento normativo municipal del comercio sexual en
Chile: el Reglamento de las Casas de Tolerancia.
83 Las disposiciones de este Reglamento dan cuenta de las retóricas higienistas y
conservadoras que buscaban evitar el contagio venéreo a través de medidas médicas y
sanitarias de cuidado y tratamiento, pero que, al mismo tiempo, criminalizaban a las
mujeres que vendían sexo y las aislaban, cercando sus cuerpos y sus prácticas.
84 Frente a las inquietudes y preocupaciones de los miembros del cuerpo higienista, la
implementación de un Reglamento que regulara las prácticas y se utilizara con fines
profilácticos se presentó como la mejor opción. Inicialmente las enfermedades venéreas y
las condiciones higiénicas de los sectores populares era la motivación principal para el
establecimiento de estas disposiciones. No obstante, en base al análisis del mismo
Reglamento de las Casas de Tolerancia, afirmo que, en la realidad de los prostíbulos, el
efecto mayor, en contraste con el cuidado que pretendían dichas disposiciones, fue el de
controlar, cercar y limitar a las prostitutas.
85 La construcción de la imagen femenina surgida desde las retóricas higienistas en el país
relevaba en las mujeres un carácter moral superior117. Este se encontraba basado en su
capacidad reproductiva y de cuidado doméstico y familiar118, siendo la mujer “a quien se
le concedía un rol importante en la construcción del sistema ideológico como madre” 119.
Las prostitutas, entonces, en tanto mujeres que vivían del comercio sexual, se levantaban
como las grandes representantes de la “inmoralidad” y la “vida licenciosa”, haciendo “un
escarnio de su dignidad de mujer”120. La criminalización de las prostitutas viene
acompañada de una condena moral que la convierte en un sujeto peligroso para los
estándares que las elites querían levantar. Tal y como menciona Carla Rivera, durante
este periodo, las mujeres en situación de criminalidad “irrumpen directamente contra las
normas jurídicas, sociales y morales vigentes que se relacionan con la maternidad y el
hogar, porque reniegan de su condición esencial: la biológica. Son presas de una prensa
cientificista que las transforma en seres monstruosos, no humanos”121.
86 Frente a esta representación hegemónica criminalizada y al desacato frente a este “deber
ser” de “la Mujer”, el Reglamento es la herramienta normativa122 que viene a poner los
límites permitidos a estas mujeres que se encontraban fuera de los parámetros sociales y
morales aceptados. En esta escritura y reescritura de los cuerpos, como construcciones
sociales123 en los distintos sistemas sexo/género124, sostengo que los cuerpos de las
prostitutas se construyen bajo la imagen de la criminalización y, a través del Reglamento,
son encarcelados dentro de los lupanares o habitaciones donde llevaban a cabo el
comercio sexual.
87 Por su parte, y de acuerdo con el estudio del Reglamento, puedo concluir que tanto para
los regentes como para el cuerpo médico (los otros sujetos a quienes va dirigido el
Reglamento) las normas y limitaciones dicen relación más con el registro y control de las
prácticas y espacios de las prostitutas que con las propias. Esto es, ambas figuras se
transforman en extensiones de las normativas en la casa, pudiendo aplicarlas o eludirlas
de acuerdo a su propia conveniencia.
88 En relación con las medidas de control establecidas por el Reglamento para las mujeres
dedicadas al comercio sexual, tanto el registro inicial, como las visitas médicas
permanentes y el estricto aislamiento al que estaban sometidas, funcionaban como
mecanismos para someter a las prostitutas a la sensación de constante vigilancia y
ejercicio de poder, bajo la mirada constante de regentes, policías y médicos. Así, los
grupos político/higienistas que establecieran estas disposiciones reglamentarias, se
transformarían en una suerte de panóptico higienista, como lo propone Ana Gálvez
Comandini125.
89 El rol fiscalizador, entonces, entabla una permanente tensión con el rol de profesional de
la salud preocupado de la profilaxis y el tratamiento de las enfermedades venéreas
(supuesta motivación principal del Reglamento). Los discursos higienistas con enfoques
sanitarios entran en una relación conflictiva con la realidad de la práctica médica en el
lupanar, revelando, de esta manera, el escaso uso de estos mecanismos con fines sanitaros
y, al mismo tiempo, los latentes objetivos de dominio sobre los cuerpos de las mujeres
resistentes a los roles impuestos para ellas.
Fuentes
90 Archivo Nacional Histórico de Chile, Fondo Judicial Criminal de Santiago, caja 2751,
expediente 14, 1909.
91 Archivo Nacional Histórico de Chile, Fondo Judicial Criminal de Santiago, caja 948,
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NOTAS
1. Utilizo en este artículo tanto los conceptos de “prostituta” y “prostitución” como
pertenecientes a un imaginario histórico del siglo XIX y XX que responde a las discusiones frente
al comercio sexual de la época. Dejo fuera, entonces, la carga negativa y condenatoria que han
adquirido estas palabras en la actualidad dentro de algunas discusiones, considerándolas en su
carácter histórico.
2. Vera Gutiérrez, Marlene, Las prostitutas y su discurso: voces que emergen desde los archivos (Santiago
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Latina, siglos XIX-XX, Ediciones Universidad Alberto Hurtado, Santiago, 2015; Canales, Patricia. La
regulación de la prostitución en la legislación comparada, Biblioteca del Congreso Nacional de Chile,
Santiago, 2005; Gálvez, Ana. “Lupanares, burdeles y casas de tolerancia: tensiones entre las
prácticas sociales y la reglamentación de la prostitución en Santiago de Chile: 1896-1940”, Tiempo
Histórico, Santiago, nº8, 2014, pp. 73-92; Góngora, Álvaro, La prostitución en Santiago (1813-1931) La
visión de las elites, Editorial Universitaria, Santiago, 1999; Hutchinson, Elizabeth, “‘El fruto
envenenado del arbol capitalista’: Women Workers and the Prostitution of Labor in Urban Chile,
1896-1925”, Journal of Women's History, Baltimore, Vol. 9, nº4, 1998, pp. 131-151; Pavez, Jorge,
“Comunidad e inmunidad sexual. A propósito del intercambio económico-sexual en una historia
social de Chile (siglos XIX-XX)”, en Pavez, Jorge & Kraushaar, Lilith (Eds.), Capitalismo y pornología.
La producción de los cuerpos sexuados, QILLQA/Universidad Católica del Norte, Antofagasta, 2011,
pp. 105-154; Urriola, Ivonne. “Espacio, oficio y delitos femeninos: el sector popular de Santiago,
1900-1925”, Historia, Santiago, Vol. 32, 1999, pp. 443-483; Zárate, María Soledad. “Mujeres
viciosas, mujeres virtuosas: la mujer delincuente y la Casa Correccional de Santiago, 1860-1900”
en Godoy, Lorena; Hutchinson, Elizabeth; Rosemblat, Karen y Zárate, María Soledad (Eds.),
Disciplina y desacato. La construcción de identidad en Chile, siglos XIX y XX, SUR, Santiago, 1995, pp.
149-180.
7. Bell, Shannon, Reading Writing and Rewriting the Prostitute Body, Indiana University Press,
Indiana, 1994; Gira Grant, Melissa, Haciendo de puta. La labor del trabajo sexual, Pólvora, Santiago,
2016; Wells, Jess, Herstory of Prostitution in Western Europe, Shameless Hussy Press, Berkeley, 1982.
21. Folchi, M., “La higiene, la salubridad pública”, Op. Cit., p. 364.
22. Salinas Meza, R., “Salud, ideología”, Op. Cit., p. 106.
23. Durán, M, “Medicalización y disciplinamiento”, Op. Cit.; Folchi, M., “La higiene, la salubridad
pública”, Op. Cit.; Fuster, N. El cuerpo como máquina, Op. Cit.
24. Francke Argel, Doménica, “Urbe moderna y espacio prostibular chileno: esbozando algunas
relaciones a partir de las propuestas higienistas del médico Octavio Maira (1887)”, Historia,
Santiago, Vol. 1, nº24, enero-junio 2017, p. 43; Gálvez, A. “Lupanares, burdeles y casas de
tolerancia”, Op. Cit.; Góngora, Á, La prostitución en Santiago, Op. Cit., p. 77.
25. León, Marco Antonio, Construyendo un sujeto criminal. Criminología, criminalidad y sociedad en
Chile. Siglos XIX y XX, Editorial Universitaria, Santiago, 2015.
26. Araya, C., “La construcción de una imagen femenina”, Op. Cit.; Durán, M, “Medicalización y
disciplinamiento”, Op. Cit.; Rivera Aravena, C., “Mujeres malas”, Op. Cit.; Stuven, Ana María,
“Modernidad y religión en Chile. La imagen de la mujer y su rol social durante el siglo XIX”. XIV
Jornadas de Historia de Chile, Santiago, 2001; Vera, M. A., “La superioridad moral”, Op. Cit.
27. Araya, C. “La construcción de una imagen femenina”, Op. Cit.; Durán, M, “Medicalización y
disciplinamiento”, Op. Cit.
28. Bell, S., Reading, Writing, Op. Cit.
29. Bell, S., Reading, Writing, Op. Cit; Wells, Jess, Herstory of Prostitution, Op. Cit.; Licht, Hans, Sexual
life in Ancient Greece, Routledge, New York, 2009.
30. Bell, S., Reading, Writing, Op. Cit; Gira Grant, M., Haciendo de puta, Op. Cit.
31. Gira Grant, M., Haciendo de puta, Op. Cit. pp. 36.
32. Araya, C. “La construcción de una imagen femenina”, Op. Cit.; Urriola, I., “Espacio, oficio y
delitos femeninos”, Op. Cit.; Stuven, Ana María, Modernidad y religión, Op. Cit.
33. Cisterna Jara, Natalia, Entre la casa y la ciudad. Las representaciones de los espacios público y
privado en novelas de narradoras latinoamericanas de la primera mitad del siglo XX, Editorial Cuarto
Propio, Santiago, 2016; Rubin, G., “El tráfico de mujeres”, Op. Cit.
34. Vera, M. A., “La superioridad moral”, Op. Cit.; Zárate, M. S., “Enfermedades de mujeres”, Op.
Cit.
35. Vera, M. A., “La superioridad moral”, Op. Cit., p. 233.
36. Zárate, M. S. “Mujeres viciosas”, Op. Cit.
37. Pavez, J., “Comunidad e inmunidad sexual”, Op. Cit., p. 110.
38. Durán, M, “Medicalización y disciplinamiento”, Op. Cit., p. 128.
39. Gálvez, A. “Lupanares, burdeles y casas de tolerancia”, Op. Cit., p. 75. Góngora, Á, La
prostitución en Santiago, Op. Cit
40. Ana Gálvez Comandini utiliza la idea del panóptico para denominar al “sistema sanitario/
legal que pretendía organizar y vigilar el mundo de la prostitución, por medio de agentes del
Estado que debían velar por el fiel cumplimiento de la ley”, Gálvez, A. “Lupanares, burdeles y
casas de tolerancia”, Op. Cit., p. 74.
41. Tanto el Reglamento de las Casas de Tolerancia, como un ejemplar de una libreta sanitaria se
encuentran conservados en ANHCh, FJCS, c. 2751, e. 14. Sobre la evolución legislativa del
comercio sexual en Chile, véase Lampert, María Pilar; Cifuentes, Pamela & Vargas, Andrea,
Comercio Sexual, Informe ante la Comisión Permanente de Derechos Humanos, Nacionalidad y
Ciudadanía, del Senado, Santiago, 2014.
42. Cisterna Jara, N., Entre la casa y la ciudad, Op. Cit., p. 49.
43. Foucault, M., Hay que defender, Op. Cit.
44. Este proceso cuenta con la declaración de más de 25 mujeres que trabajaron en el lupanar de
Armando Olivares y Rosa Amelia Salazar. La investigación se llevó a cabo para indagar acerca del
posible asesinato de un militar a manos del regente. Las mujeres, entonces, en calidad de testigos,
cuentan sus experiencias, opiniones y percepciones sobre el homicidio, entregando también
detalles de su vida cotidiana, sus prácticas, relaciones y proyecciones. Véase ANHCh, FJCS, c. 948,
e. 1, 1909.
45. ANHCh, FJCS, c. 948, e. 1, 1909.
46. Reglamento de las Casas de Tolerancia (Decreto de la alcaldía, 1899), artículo 1, ANHCh, FJCS,
c. 7251, e. 14, 1909.
47. Reglamento de las Casas de Tolerancia (27 de marzo de 1896), “De los médicos” artículo 16,
ANHCh, FJCS, c. 7251, e. 14, 1909.
48. ANHCh, FJCS, caja 948, expediente 1. Declaración de María Espinoza.
49. Reglamento de las Casas de Tolerancia (27 de marzo de 1896), artículo 2, ANHCh, FJCS, c. 7251,
e. 14, 1909.
50. Reglamento de las Casas de Tolerancia (27 de marzo de 1896), artículo 13, ANHCh, FJCS, c.
7251, e. 14, 1909.
51. Reglamento de las Casas de Tolerancia (27 de marzo de 1896), artículo 6, ANHCh, FJCS, c. 7251,
e. 14, 1909.
52. Reglamento de las Casas de Tolerancia (27 de marzo de 1896), artículo 8, ANHCh, FJCS, c. 7251,
e. 14, 1909.
53. Reglamento de las Casas de Tolerancia (27 de marzo de 1896), “De los médicos” artículo 18,
ANHCh, FJCS, c. 7251, e. 14, 1909.
54. Reglamento de las Casas de Tolerancia (27 de marzo de 1896), “De los médicos” artículo 20,
ANHCh, FJCS, c. 7251, e. 14, 1909.
55. Reglamento de las Casas de Tolerancia (27 de marzo de 1896), “De los médicos” artículo 17,
ANHCh, FJCS, c. 7251, e. 14, 1909.
56. ANHCh, FJCS, c. 7551, e. 14, Informe doctor Juan Rawema, 25 de enero de 1908.
57. Las mujeres que se dedicaban al comercio sexual lo hacían de dos modos: aisladas o asiladas.
El primer tipo de prostitución se llevaba a cabo en piezas arrendadas con este fin o en las mismas
casas de las mujeres; el espacio era propio y las ganancias de las mujeres eran administradas por
ellas mismas y no por un regente. Por su parte, la prostitución asilada se desarrollaba en casas de
remolienda y lupanares, en donde las mujeres habitaban bajo el mando de un regente que
administraba su tiempo, pertenencias y ganancias.
58. Góngora, Á., La prostitución en Santiago, Op. Cit., p. 120.
59. Reglamento de las Casas de Tolerancia (27 de marzo de 1896), artículos 10, 11, 12, ANHCh,
FJCS, c. 7251, e. 14, 1909.
60. Reglamento de las Casas de Tolerancia, decreto de la alcaldía (31 de octubre de 1902), artículo
7, ANHCh, FJCS, c. 7251, e. 14, 1909.
61. No obstante, de acuerdo con Marco A. León, las técnicas de recolección de información,
fotografía y administración de la documentación que se levantaba a partir de las técnicas de
identificación criminal eran aún incipientes durante el siglo XIX. Esto tuvo como resultado la
poca efectividad en el trabajo criminológico de las instituciones judiciales y penales. León M. A.,
Construyendo un sujeto criminal, Op. Cit.
62. Reglamento de las Casas de Tolerancia, decreto de la alcaldía (29 de diciembre de 1899),
artículo 1, ANHCh, FJCS, c. 7251, e. 14, 1909.
63. Reglamento de las Casas de Tolerancia, decreto de la alcaldía (29 de diciembre de 1899),
artículo 2, ANHCh, FJCS, c. 7251, e. 14, 1909.
64. Reglamento de las Casas de Tolerancia, decreto de la alcaldía (29 de diciembre de 1899),
artículo 4, ANHCh, FJCS, c. 7251, e. 14, 1909.
65. Reglamento de las Casas de Tolerancia, decreto de la alcaldía (29 de diciembre de 1899),
artículo 6, ANHCh, FJCS, c. 7251, e. 14, 1909.
66. ANHCh, FJCS, c. 948, e. 1. Declaración de José Barahona Flores, 4 de febrero de 1908.
67. ANHCh, FJCS, c. 948, e. 1. Declaración de Ester Marchant, 23 de enero de 1908. Las
declaraciones de las distintas mujeres que participaron del proceso judicial en este caso
respaldan y reafirman el funcionamiento del sistema de pago dentro del lupanar. Afirmando
(quienes habrían trabajado en más de un prostíbulo) que era una práctica común dentro de este
espacio.
68. Reglamento de las Casas de Tolerancia, decreto de la alcaldía (31 de octubre de 1902),
artículos 1-5, ANHCh, FJCS, c. 7251, e. 14, 1909.
69. Reglamento de las Casas de Tolerancia, decreto de la alcaldía (31 de octubre de 1902), artículo
6, ANHCh, FJCS, c. 7251, e. 14, 1909.
70. Gálvez, A., “Lupanares, burdeles y casas de tolerancia”, Op. Cit., p. 78.
71. Reglamento de las Casas de Tolerancia, decreto de la alcaldía (31 de diciembre de 1902),
artículo 6, ANHCh, FJCS, c. 2751, e. 14, 1909.
72. Francke Argel, D., “Urbe moderna y espacio prostibular”, Op. Cit.; Gálvez, A., “Lupanares,
burdeles y casas de tolerancia”, Op. Cit.; Góngora, Á., La prostitución en Santiago, Op. Cit.; Lampert,
M. P., et al., Comercio Sexual, Op. Cit.
73. Góngora, Á., La prostitución en Santiago, Op. Cit., p. 77.
74. Góngora, Á., La prostitución en Santiago, Op. Cit., p. 79.
75. Gálvez, A., “Lupanares, burdeles y casas de tolerancia”, Op. Cit., p. 75.
76. Góngora, Á., La prostitución en Santiago, Op. Cit., p. 273
77. Aldunate Eguiguren, Jorge, El problema de la prostitución, Imprenta Universitaria, Santiago,
1921, p. 45. Actualmente, el paradigma abolicionista busca justamente lo contrario, penalizar la
compra de servicios sexuales, pero no la venta de ellos, ya que, bajo esta concepción, las
prostitutas serían víctimas de un sistema patriarcal capitalista que las esclaviza sexualmente. La
visión de Aldunate responde al actual paradigma prohibicionista que penaliza la compra, la venta
y la administración de servicios sexuales, mirada que criminaliza todos los roles de los
participantes de este grupo económico-social que configura la venta de sexo. El análisis de este y
otros paradigmas en torno a los modelos jurídicos que regulan el comercio sexual se puede
encontrar en mayor detalle en Villa Camarma, E., “Estudio antropológico”, Op. Cit.; Tirado Acero,
M., “El debate entre prostitución y trabajo sexual”, Op. Cit.
78. Staforelli, R., La prostitución, Op. Cit., p. 23.
79. Maira, O., “La reglamentación”, Op. Cit., p. 3.
80. Ibíd., p. 16.
81. Francke Argel, D., “Urbe moderna y espacio prostibular”, Op. Cit.
82. Francke Argel, D., “Urbe moderna y espacio prostibular”, Op. Cit., p. 43.
83. Gálvez, A., “Lupanares, burdeles y casas de tolerancia”, Op. Cit., p. 81.
84. Góngora, Á., La prostitución en Santiago, Op. Cit., p. 243.
85. Para un análisis más detallado acerca de los momentos y situaciones reglamentarias vividas
en Santiago de Chile respecto de la prostitución y cómo fue esto desarrollándose en el tiempo,
véase Gálvez, A. “Lupanares, burdeles y casas de tolerancia”, Op. Cit.
86. Maira, O., “La reglamentación”, Op. Cit., p. 23.
87. Ayala, Ignacio, “Marginalidad social”, Op. Cit.
88. La clandestinidad y la marginalidad del comercio sexual en su sentido más amplio es una de
las grandes barreras a la hora tanto de reglamentar como de abolir este negocio. La historiografía
relacionada con la prostitución ha dado cuenta de la imposibilidad de contar con estadísticas
exactas de mujeres participantes en este oficio, de números de lupanares en las ciudades y de
cantidad de personas contagiadas de enfermedades venéreas, justamente a causa de la condena
moral y la criminalización que existe en torno a la entrega de servicios sexuales pagados. Así lo
han declarado tanto los médicos de la época, enfocados desde distintas perspectivas en esta
temática (Aldunate Eguiguren, 1921; Azcarrunz, 1901; Maira, 1887; Prunes, 1926; Staforelli, 1925,
entre otros), como quienes se han dedicado a reconstruir los distintos aspectos de la prostitución
en Chile en la actualidad (Ayala, 2015; Canales, 2005; Gálvez, 2014; Góngora, 1999; Hutchinson,
1998)
89. Gálvez, A., “Lupanares, burdeles y casas de tolerancia”, Op. Cit., p. 81.
90. Foucault, M., Vigilar y castigar, Op. Cit.
91. Foucault, M., Hay que defender, Op. Cit.
92. Foucault, M., Hay que defender, Op. Cit, p. 229.
93. Esta realidad se ve reflejada en la Boleta de Inscripción perteneciente a Blanca Maldonado (20
años) quien, frente a la pregunta de los motivos que la llevan a trabajar en el comercio sexual,
responde que es “por no desear trabajar”. ANHCh, FJCS, caja 948, expediente 1, 2 de febrero de
1907. Ciertamente, la realidad de las mujeres que se dedicaron a la prostitución es compleja y
diversa, existiendo muchos motivos, entre ellos destacó el contexto de pobreza en el que se
encontraban. Al respecto, véase Zavala, Emelina, La prostitución en Valparaíso entre los años
1890-1910. La visión de la prostituta, Tesis de Magister en Historia, Pontificia Universidad Católica de
Valparaíso, 2007. No obstante, uno de los resultados obtenidos de mi tesis de magister titulada
Las prostitutas y su discurso: voces que emergen desde los archivos. Santiago de Chile 1880-1925, dice
relación justamente con la capacidad agente de las mujeres de escoger la prostitución (en lugar
de la lavandería, servicios domésticos, costura, ente otros oficios) como medio de ingreso
económico a causa del mayor beneficio que este les entregaba: a las prostitutas asiladas les
aseguraba una casa, alimentación y vestuario; mientras que a las aisladas cierta libertad
económica y espacial al ser administradoras de su tiempo, vivienda y trabajo. Es importante dar
cuenta de la multiplicidad de experiencias de estas mujeres (entre las que se encuentran tanto la
trata de personas y el abuso, como la voluntariedad y agencia), posicionando, en este caso
particular, el análisis desde la perspectiva de estas últimas: participantes activas y voluntarias del
comercio sexual.
94. Chartier, R., Escribir las prácticas, Op. Cit., p. 45.
95. Gálvez, A., “Lupanares, burdeles y casas de tolerancia”, Op. Cit., p. 74.
96. Scott, J, Los dominados y el arte, Op. Cit.; Ludmer, J, “Las tretas del débil”, Op. Cit.; Certeau de,
M., La Invención, Op. Cit.
97. Foucault, M., Hay que defender, Op. Cit, p. 229.
98. El registro por parte de la Inspección Sanitaria; la comprobación de identidad y
características semanalmente a través de la libreta sanitaria; las visitas ginecológicas; la
actualización de la situación sanitaria de cada una de ellas, entre otras.
99. Inventariar sus pertenencias; impedir que las mujeres se asomaran a puertas o ventanas del
recinto; controlar los posibles desórdenes dentro del prostíbulo, prohibir la salida de las mujeres
al exterior, etc.
100. El análisis de las declaraciones de las prostitutas que trabajaban en el lupanar de Armando
Olivares y Rosa Amelia Salazar da cuenta de cómo los/as regentes utilizaban las disposiciones del
reglamento para abusar de la relativa libertad que las prostitutas tenían viviendo en una casa de
tolerancia. Este abuso y maltrato se llevaba a cabo a través de la imposibilidad de salir de la casa,
requisar las pertenencias de las mujeres y entregarles vestuario insuficiente, entre otros actos de
violencia infligidos a las prostitutas. Véase ANHCh, FJCS, c. 948, e. 1, 1909. Esta información se
puede obtener de las declaraciones de Prácedes Rubio Lagos (28 de enero de 1908), Ester
Marchant (23 de enero de 1908), Carmen Díaz Román (23 de enero de 1908), Elvira Carrera
Manzanares (29 de enero de 1908), entre otras.
101. Chartier, R., Escribir las prácticas, Op. Cit.; Foucault, M., Vigilar y castigar, Op. Cit.; Foucault, M.
Hay que defender, Op. Cit.
102. Vera, M. A., “La superioridad moral”, Op. Cit.
103. Gálvez, A., “Lupanares, burdeles y casas de tolerancia”, Op. Cit.; Rivera Aravena, C., “Mujeres
malas” Op. Cit., p. 92.
104. Ayala, I., “Marginalidad social”, Op. Cit.
105. Foucault, M., Vigilar y castigar, Op. Cit., p. 35.
106. Reglamento de las Casas de Tolerancia (27 de marzo de 1896), artículo 2, ANHCh, FJCS, c.
2751, e. 14, 1909.
107. Reglamento de las Casas de Tolerancia (27 de marzo de 1896), artículo 3, ANHCh, FJCS, c.
2751, e. 14, 1909.
108. Reglamento de las Casas de Tolerancia (31 de octubre de 1902), artículo 7, ANHCh, FJCS, c.
2751, e. 14, 1909.
109. Foucault, M., Vigilar y castigar, Op. Cit. pp. 234-236.
110. Reglamento de las Casas de Tolerancia (29 de diciembre de 1899), artículo 1, ANHCh, FJCS, c.
2751, e. 14, 1909.
111. Reglamento de las Casas de Tolerancia (29 de diciembre de 1899), artículo 2, ANHCh, FJCS, c.
2751, e. 14, 1909.
112. Habermas, Jürgen, Historia y Crítica de la opinión pública, Gustavo Gili, Barcelona, 1999, p. 43.
113. Arendt, Hannah, La condición humana, Paidós, Barcelona, 1998, pp. 45-47; Cisterna Jara, N.,
Entre la casa y la ciudad, Op. Cit.
114. “…el espacio privado, en oposición al espacio de los pares o iguales, yo propongo llamarlo
espacio de las idénticas, el espacio de la indiscernibilidad, porque no hay nada sustantivo que
repartir en cuanto a poder ni en cuanto a prestigio ni en cuanto a reconocimiento, porque son las
mujeres las repartidas ya en este espacio” Amorós, Celia, Participación, cultura política y Estado,
Editorial de la Flor, Buenos Aires, 1990, p. 10.
115. Respecto de este tratamiento del espacio prostibular y la reclusión de las mujeres dedicadas
al comercio sexual, Ana Gálvez comenta: “Este decreto lo que hace es invisibilizar y excluir de la
vida cotidiana y citadina a la prostitución ya que cualquier manifestación pública del oficio era
considerada una grave ofensa contra el orden moral imperante” Gálvez, A., “Lupanares, burdeles
y casas de tolerancia”, Op. Cit., p. 77.
116. Reglamento de las Casas de Tolerancia (31 de octubre de 1902), artículo 6, ANHCh, FJCS, c.
2751, e. 14, 1909.
117. Vera, M. A., “La superioridad moral”, Op. Cit.
118. Araya, C., “La construcción”, Op. Cit.; Durán, M, “Medicalización y disciplinamiento”, Op.
Cit.; Stuven, A. M., Modernidad y Religión, Op. Cit.
119. Durán, M, “Medicalización y disciplinamiento”, Op. Cit., p. 125.
120. Maira, O., “La reglamentación”, Op. Cit., p. 24.
121. Rivera Aravena, Carla, “Mujeres malas”, Op. Cit., p. 92.
122. Foucault, M., Hay que defender, Op. Cit.
123. Cisterna Jara, N., Entre la casa y la ciudad, Op. Cit., p. 46; Butler, Judith. “Variaciones sobre
sexo y género: Beauvoir, Wittig y Foucault”, en Lamas, Marta, El género: la construcción cultural de
la diferencia sexual, Grupo Editorial Miguel Ángel Porrúa, México DF, 1996, pp. 312-313.
124. Utilizo el concepto de “sistema sexo/género” explicado por Gayle Rubin, el cual incluye
tanto los modos de reproducción económica y sexual, como el pensamiento y estructura social
patriarcal. Al respecto, véase Rubin, Gayle, “El tráfico de mujeres: notas sobre la economía
política del sexo”, Revista Nueva Antropología, nº30, 1986, pp. 103-106.
125. Gálvez, A., “Lupanares, burdeles y casas de tolerancia”, Op. Cit.
RESÚMENES
Este artículo problematiza las funciones de cuidado y control del “Reglamento de las Casas de
Tolerancia” en Santiago de Chile, entre los años 1896 y 1925. Sostengo que, tanto el mencionado
Reglamento como la libreta sanitaria cumplieron una doble funcionalidad: por una parte, cuidado
y prevención de enfermedades venéreas y de la condición médica de las prostitutas; mientras
que, por otra, regulación y control de las prácticas, los cuerpos y los espacios que estos habitan.
Explico cómo el Reglamento de tolerancia delimitaba el cuerpo de las prostitutas, a partir de qué
mecanismos lograba cercarlo y aislarlo para mantenerlo en un espacio de marginalidad y otredad
y cómo éste influía en las prácticas cotidianas, laborales y personales de estas mujeres.
This article addresses the functions of medical care and control of the body displayed in the
“Tolerance Houses’ Regulation” in Santiago de Chile between 1896 and 1925. I argue that both the
Regulation and the sanitary notebook fulfill a dual function: on one hand, care/prevention of
venereal diseases and, therefore, the medical condition of prostitutes, and, on the other hand,
regulation and control of practices, bodies and places they inhabit. I explain how the “tolerance
regulation” delimits the body of prostitutes, through mechanisms that managed to surround and
isolate it in order to maintain it in a space of marginality and otherness. I show how this
influences the life, work and personal practices of these women.
Cet article problématise les fonctions de soin et de contrôle du « Réglement des Maisons de
Tolérance » à Santiago du Chili entre 1896 et 1925. Je soutiens que aussi bien le réglement en
question que le livret sanitaire ont une double fonction : soin et prévention des maladies
vénériennes et situation médicale des prostituées, d’une part ; régulation et contrôle des
pratiques liées aux corps et aux espaces qu’ils habitent, d’autre part. J’explique comment le
Réglement de tolérance définit le corps des prostituées, de façon à l’enfermer dans un espace de
marginalité et d’altérité. Cette délimitation du corps influe sur les pratiques quotidiennes, de
travail ou personnelles, de ces femmes.
ÍNDICE
Mots-clés: prostitution, politiques régulatoires, travail sexuel, tolérance, Santiago du Chili
Keywords: prostitution, regulatory policies, sex work, tolerance, Santiago de Chile
Palabras claves: prostitución, políticas regulatorias, comercio sexual, Reglamento de tolerancia,
Santiago de Chile
AUTOR
MARLENE VERA GUTIÉRREZ
Magíster en Estudios de Género y Cultura, mención Humanidades, Universidad de Chile. El
presente artículo profundiza algunos temas abordados en mi tesis de Magíster, titulada Las
prostitutas y su discurso: voces que emergen desde los archivos. Santiago de Chile 1880-1925, cuya
investigación fue financiada por el FONDECYT Regular n°1161532, “Hacia una sociología de la
cultura popular ausente. Corporalidad, representación y mediatización de ‘lo popular reprimido’
y ‘lo popular no representado’ en Santiago de Chile (1810-1925)”, a cargo de Chiara Saez-Baeza.
Correo electrónico: mgp.vera[at]gmail.com