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El viaje ¿En qué siglo remoto florecieron

Este es el barco que espero desde niña. estas dos pobres rosas extinguidas?

Y el mar, cuyo sabor aún no conoce mi boca ¡Un milagro, sin duda, las conserva
madura.
aquí, sobre mi falda todavía!
Me ciñen apretados adioses

y en el aire, detenida, se ha quedado mi mano


desnuda. Estación

El cielo va tomando el color de los cielos En el bar de la estación espero

que he mirado entre sueños, la llegada de un tren.

cuando apagan el paisaje los velos grises de la Hombres desconocidos me rodean


lluvia. ninguna mujer.
Un hombre se inclina para tomarme entre sus Sólo mi boca roja en los oscuros
brazos,
espejos que prolongan la pared.
blando puente piadoso en el que apoyo, sumisa,

mi sien húmeda.
A un desconocido
Barquero que ya tiene la misteriosa orden,
Lenta apoyo en tu mano semibárbara
para que la travesía se cumpla.
mi mano palidísima.
Voces me nombran para retenerme;

mi corazón dormido ya no escucha.


Breve, casi inmaterial,
Este es el barco, amigos, que espera desde niña
la insólita caricia
la mujer fatigada que no ha viajado nunca.
debió asombrarte porque tu mirada
(1943)
buscó a la extraña mujer desconocida.
Mis manos

Mis manos, ciertas veces,


Aún estremece mi muñeca exangüe
dan la rara impresión de cosa muerta.
una piedad que no comprenderías.

(1939)
Palidez más extraña no vi nunca;

marfil antiguo, polvorienta cera,


A un extranjero
y en el dorso delgado y transparente
Acabo de leer tu libro, oh extranjero,
el turquesa apagado de las venas.
a quien no veré nunca.

Y aún estoy escuchando, estremecida,


Carne que bien podría
tu voz de olvido y de aventura.
si la rozara una caricia ardiente,
Tu roja voz cargada del terrible
deshacerse en ceniza
atractivo de las cosas inseguras.
como esas flores frágiles y tenues
Así tu verso lúcido, que se torna
que en el fondo oloroso de los cofres
/evasivo
en fino polvo ámbar se convierten.
sin que yo logre asir su esencia oscura.

Así tu rostro claro, que de golpe,


se me enturbia. y en su olvido.

Has encendido un fuego en la tiniebla Mejor un bosque, pienso, un bosque de altos


árboles negros
y huyes sin defender su llama pura.
en un crepúsculo sombrío

para que se destaque como laminado


Sé que me voy a dormir en esta noche
su voluntarioso perfil esquivo.
de cautelosa lluvia:
Lo nombraría así, el Cazador nómade,
Tus ojos y tus versos me han traído
o el Soñador a quien ha detenido
la pena más absurda!
inmóvil un instante la afelpada
(1940)
soledad del camino.
Versos a la noche imposible
Pero le temo a la sigilosa sombra del bosque
Más allá
y a su desvarío.
de este cielo de chimeneas
Y una ciudad que levante sus muros
está la noche,
deslumbrantes y lisos?
pienso inmóvil i tensa.
No quiero encarcelar su altiva sien desnuda
No la noche sofisticada,
en un geométrico laberinto.
de la ciudad ebria;
Ni en la luz sosegada de una alcoba
turbia del aliento de los hombres i de sus huellas;
desdibujarle todos los caminos.
sino la alta, pura,
Vencida, ya no dibuja mi mano;
profunda noche verdadera.
sólo palpan mis dedos, perdidos,
La siento aquí, en mi pecho sofocado,
el fino rostro de hombre que ha quedado por
como una presencia. siempre
En el latido de mi sien, desnudo de paisaje y de destino.
en la ruta violeta de mis venas, En tanto ya la lenta marea violeta de la tarde
su soplo antiguo crece, cubre mi pecho estremecido.

desesperada sed en mi boca que tiembla.

Con qué dolor oigo cómo me nombra el viento Cansancio

más allá de las paredes que me cercan! La ciudad, amigos, me clavó sus garras

Con qué amargo delirio le echo llave a la puerta! Y así soy ahora / de turbia y extraña.

(1941) Tornáronse crueles / mis pupilas claras

Elegía de un sueño Y amarga se hizo/ mi boca rosada / que solo


sabía
Construyo
Compasiva y buena / de dulces palabras.
con livianos colores imprecisos
Ocultan mis manos / bajo el guante tibio
un fino rostro de hombre, delicado y viril.
de piel perfumada / las uñas agudas
Podría ser un marino
cual finos puñales / como una amenaza.
si mi mano trazara a sus espaldas
Y tras la sonrisa / -sonrisa brillante, perfecta,
la gris arboladura de un navío. mundana

Pero me duele aislarlo en la verde lejanía del mar bosteza el profundo / cansancio de mi alma.
Es un profundo abismo azul eléctrico

Atardecer Como flores marinas, las estrellas,

Aquí estamos Titilan suavemente tras el follaje denso,

Tejiendo antiguos sueños. Y caen gruesas gotas verdosas y pesadas

Ya la tarde ha caído; está azul la ventana De los blandos helechos.

Y hay una fina sombra morada en torno nuestro.

¡Las ciudades, los hombres

Nos borramos en la hora, amigo mío; Qué lejanos, Dios mío, de este rincón eterno!

ni tu cálido acento Éxtasis lunar

Logran ahuyentar esta espectral atmósfera Noche de plenilunio, blanca noche de plata.

en que, como la luz, nos disolvemos. Todo el jardín se empolva con el claro de la luna.

La fuente dice bajo su armoniosa sonata

Mi cabellera es como un humo pálido y un fantástico espejo semeja la laguna.

Y humo tus ojos negros.

Somos dos sombras en la sombra, en tanto Todo el parque palpita de una vida irreal.

Se deshace la rosa del silencio. Yo sueño con los ojos glaucos de la quimera

y me finjo ser una dulce cosa ideal

La noche bajo el suave fulgor que me viste de seda.

Ha descendido sobre mi cansancio

En mi frente desnuda, su caricia Camino entre las rosas, con mi túnica leve

Pone una suave venda de letargo. escarchada de luna… Y la que no se nombra

Inmóvil va diluyendo en mi alma su purísima nieve

Oigo el rumor de la ciudad, lejano. y me hace brillar como estrellas en la sombra.

Amortajada de silencio y sombra,

Descanso. Perfume

Este perfume dulce y penetrante

En la noche me envuelve toda como un largo velo;

Humedad en la noche. este perfume cálido que sube

Silencio. en finas espirales por mis nervios

El pasado está solo, y en estrechos anillos

Impenetrable, negro. me aprisiona el cerebro.

Se destacan apenas en lo alto

Las copas de los árboles enhiestos, ¡Es Arabia, es Arabia, bien lo dice

Y hay un frescor de gruta este suntuoso desfilar de sueños…!

En los hondos senderos.

Arabia con sus noches enervantes

El cielo en esta hora y sus días de fuego.


Hundo las manos en mis trenzas húmedas su voz sonando a hueco.

y aspiro todo Oriente en mis cabellos!

Y mi coche fantasma cruje todo

Palabras con el tirón del pobre caballejo

Vanidad de las calles, que ha sentido de pronto sobre el anca

de la gente que pasa, un latigazo seco.

con la torpe acechanza de los hombres

y de sus miradas ¡Ah, bien quisiera yo cerrar los ojos,

que se posan tenaces como moscas cruzar las manos, olvidar mi cuerpo

en mi piel pálida. y alejarme por siempre de la vida

dentro de este coche viejo!

Y el encuentro imprevisto

con el pobre amigo de cara trágica, Viaje

que me cuenta su angustia He aquí mi mar nocturno

mientras yo le hablo con mi voz más cálida en el que viajo absorta,

del amor a la vida: viajera inmóvil,

yo que no espero nada. tibio ovillo de sombra.

¡Ah, la tortura íntima Cómo brilla la luna de diciembre

de esta escena diaria! en el movible espejo de las olas

tan al alcance de mi mano yerta

Tener el alma muerta y de la brasa de mi boca.

y regalar palabras.

Afuera el alto cielo, el viento triste

Viaje en mi terraza silenciosa.

Melancolía de este viaje a solas

dentro de un coche viejo, Nocturno

atravesando calles en que hay árboles Oscurece, tu voz me llega

de un amarillo muerto como el rumor de la noche misma.

bajo el cielo plomizo I tus ojos, que han contemplado todos los
paisajes de la tierra
y en un hondo silencio.
viajan ahora por mis sienes tibias,

por mi boca madura, ávida de conocer qué


Fina llovizna helada misterioso cielo
cae y cae implacable desde el cielo; te oculta mi sonrisa.
brilla de agua la espalda toda curva

del infeliz cochero Te escucho i siento cómo, a pesar mío,


y a ratos viene a mí, como distante, tus palabras me invaden, lianas estremecidas.
Estoy así, frente al sutil acecho una grave pregunta…

de tus palabras i de tus pupilas,

lleno el pecho de luna i de un oscuro anhelo, Puntos verdes, azules, en las sombras

vacilante, perdida… fingen los ojos curioso que escrutan mi dolor.

A todos hago la pregunta ardiente

Alma, dame la deslumbrante zona sin frontera y me responden: No!

de tu silencio i de tu fantasía.

Alma, clara columna, en la que aún se apoya En caracteres esmeralda,

desgarrada, mi vida. en escarlata abrasador,

en volutas extrañas se entrecruza

Yo en 1935 el fatídico No!

Alma para los viajes sin itinerario,

¿hacia dónde? ¿hacia qué? Cierro los ojos en la noche fosca

Alma inestable y ávida la mía para llorar mejor!

¡audaz y tímida a la vez!...

El viejo libro

Continente de sueño; episodios de sueño… La lluvia, el viejo libro y tu recuerdo

Quizá un sueño apenas yo también. oh amigo, me han llenado de tristeza.

Más que a la muerte temo a la cárcel del límite Se diría que en estas claras páginas

y a la desesperanza de conocer que están como impregnadas de tu ausencia,

tras la imaginación que me inventé horizontes vive un poco de tu alma, de tus ojos,

donde hay alta pared. de tu sonrisa entre viril y tierna.

Y pienso que este libro, amigo mío,

He perdido el humano instinto de conquista es el único lazo que en la tierra

¿Acaso lo tuve alguna vez? une mi vida frágil a la tuya

Siempre he mirado con pena de ausencia silenciosa y serena.

las cosas que he querido poseer.

Lentamente he cerrado el viejo libro

Y en la vista colmada de los otros, y el alma toda se me ha vuelto niebla.

más que viva certeza quiero ser

el liviano tesoro de un cambiante, Retrato

sutil, triste recuerdo de mujer… Pesada cabellera

Insomnio de reflejos metálicos

Estoy insomne en esta noche larga, enmarca el rostro fino;

larga como ninguna. y los ojos sonámbulos

Estoy insomne y hago a las tinieblas son de ese verde turbio, casi negro
de los pantanos. Mi cabellera es como un humo pálido

Y humo tus ojos negros.

Inquietante la boca Somos dos sombras en la sombra, en tanto

hecha para la risa y el sarcasmo, Se deshace la rosa del silencio.

es de color carnal, caliente y vivo

de los rojos geranios. Lluvia

Otra vez la lluvia,

Y a pesar de la vida poderosa otra vez la extraña

que fluye en ondas de su cuerpo blanco, música

hay en esta mujer que charla y ríe del agua.

no sé qué de macabro.

Detrás de los vidrios,

Casas apoyada en ellos mi mejilla pálida,

Casas enormes llenas de letreros, de mí misma ausente,

casas eternas, miro sin ver nada.

que veo diariamente cuando paso

por esta calle vieja; Sobre el cristal frío

un día indiferente, que mi aliento empaña,

sin un temblor en vuestra dura piedra, escribe mi mano, al descuido,

veréis pasar despacio no sé qué palabras.

envuelto por el agua y por la niebla,

el enlutado coche de los muertos El retorno

donde he de ir bien descansada y yerta, Final de fiesta, largas

camino del olvido, despedidas se lleva el viento frío.

camino del reposo y de la ausencia.

Traigo en mis tibias manos

Atardecer El corazón de un hombre como un pájaro herido.

Aquí estamos El deseo de todos

Tejiendo antiguos sueños. Me sigue como un perro en el camino.

Ya la tarde ha caído; está azul la ventana

Y hay una fina sombra morada en torno nuestro. Pero yo vuelvo indiferente y triste;

los ojos, la noche sin estrellas, perdidos.

Nos borramos en la hora, amigo mío;

ni tu cálido acento Luna

Logran ahuyentar esta espectral atmósfera Oh, la luna encendida como un gran globo
ardiente
en que, como la luz, nos disolvemos.
en esa noche llena de sugestiones cálidas
y este viento que ondula como enorme serpiente Llovizna

y se enrosca a mis sienes sudorosas y pálidas! Paseo, humilde paseo,

te contemplo todavía

Entrego mi cabeza cansada de teorías mientras el tranvía sigue

a la caricia larga que me torna indolente. despacio su ruta fija.

Ah, cómo os vais en humo viejas filosofías

bajo el profundo cielo de azul fosforescente! Estás más triste que nunca

bajo la tenaz llovizna.

Ah, no estar en un bosque milenario y salvaje Hasta de aspecto has cambiado:

para cantarte, oh noche, mi pagana canción; hoy pareces una isla,

danzaría desnuda entre el negro ramaje alguna isla remota

en vez de darte en versos medida mi emoción! de cuento o de pesadilla.

Ensueño La lluvia me da en la cara;

En la borda de un buque yo apoyo en la ventanilla

soñando despiertos… ante el asombro del guarda

Mi mano delgada oprimiendo mi cabeza dolorida.

tus dedos morenos;

mi cabeza leve Agua de lluvia, qué bien

reposando apenas sobre tu hombro recio, lavas mis viejas heridas!

sin dolor, sin amor, sin deseo,

ni en la carne triste Ante una muerta joven

un estremecimiento… Me acerco a la muerta, a la muerta joven

Nada más, amigo, que tiene en el pecho las manos cruzadas,

nada más que tu alma y la mía y a lo largo del cuerpo caídas las trenzas

en suspenso. como dos inmóviles serpientes doradas.

¡Más allá de la vida, del espacio y del tiempo!

Y cerca y lejos, Su perfil exangüe

el misterio verde del mar visionario se afina se alarga,

y la melopea larga de su acento… se va todo en hondas

ojeras moradas;

¡Prodigioso sueño, y los labios mustios

claridad divina de este sueño mío que fueran cual rojas pulpas de granadas

tejido en silencio, se entreabren apenas en una sonrisa

mientras voy viviendo esta vida amarga, Inefable, extraña…

llena de torturas, rueda de tormento!

El misterio ha tocado la boca


y ya nunca se oirán sus palabras!

y es mi propia imagen

la que está en la caja;

y es mi imagen misma

la que duerme rígida para ser llevada,

para que la dejen en la tierra negra

como una inservible semilla gastada!

Pienso en ti tan lejano…

Tus hombros i tu frente

me borraban el paisaje.

I las ciudades eran pequeñas para contenerte.

El viento, con tu nombre, me alucinaba horas


enteras;

i en la voz de la lluvia estabas tú, siempre.

Más alto que la noche,

cómo pude perderte?

Lacerante perfume de violetas.

Como la lluvia estoy de gris i fría;

leves chispas doradas del otoño

se apagan en el gris de mis pupilas.

No sé porqué suspiro ni por quién.

Mi mano busca, acaso, una mano perdida

o me voy, taciturna viajera, tras un antiguo sueño

que ha quemado mi vida.

Bandera desgarrada, mi pañuelo violeta

en el aire se agita.

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