Sie sind auf Seite 1von 5

55

La caja mágica

Un niño que meditaba en su oración, concluyó:


Señor, esta noche te pido algo especial: convertirme en un televisor.
Quisiera ocupar su lugar. Quisiera vivir lo que vive la tele de mi casa,
es decir, tener un cuarto especial para mí y reunir a todos los
miembros de mi familia a mi alrededor.
Ser tomado en serio cuando hablo.
Convertirme en el centro de atención al que todos quieran escuchar
sin interrumpir ni cuestionarle.
Quisiera sentir el cuidado especial que recibe la tele cuando algo no
funciona...
Y tener la compañía de mi papá cuando llega a casa, aunque esté
cansado del trabajo. Y que mi mamá me busque cuando esté sola y
aburrida, en lugar de ignorarme. Y que mis hermanos se peleen por
estar conmigo.
Y que pueda divertirlos a todos, aunque a veces no les diga nada.
Quisiera vivir la sensación de que lo dejen todo por pasar unos
momentos a mi lado.
Señor no te pido mucho. Solo vivir lo que vive cualquier televisor...

Anónimo que circula en Internet

Reflexionemos y compartamos
 ¿De su niñez, qué programas de televisión recuerda y por qué?
 ¿Qué tanto tiempo dedica su familia a la televisión?
 ¿Cómo acompañamos y dialogamos con nuestro hijo cuando ve
televisión?
 ¿Qué ocurre cuando el padre quiere ver deportes, la madre
telenovelas y el hijo dibujos animados?
 ¿Cuáles son los programas educativos? ¿Los ha visto con su hijo
alguna vez?
Consultemos y debatamos
La televisión está presente en todas nuestras casas, nos trae
información y emoción. Nos acompaña y a veces ocupa
demasiado nuestro tiempo. Se puede decir, sin temor de
equivocación, que es el acompañante obligado y a veces único de
muchos niños, niñas y adolescentes.
La televisión, que es el medio de comunicación social preferido de los
niños, tiene como fin informar, educar y entretener. En la edad de uno
a cinco años se convierte en una caja mágica. La utilización excesiva
y en soledad (como niñera) de los medios de comunicación masiva
puede traer consecuencias graves para niños y adolescentes.
Además de entretener, la televisión nos quiere vender cosas, nos
produce emociones, nos crea necesidades que a veces no son
necesarias: nos cambia la vida. Pero lo más grave, nos va vendiendo
un estilo de vida, de sociedad de consumo. Cuando los niños ven
televisión en exceso (teleabuso) tienden a identificarse
notoriamente con los personajes ficticios de esta.
El abuso de la tele produce cansancio visual, por fijar la vista
por largo tiempo en un punto. Los niños sólo adquieren la agudeza
visual normal del adulto a los cinco años, por lo que, antes de esa
edad, se tienen que acercar mucho al aparato receptor; cuando este
acercamiento es excesivo puede ser indicador de un defecto visual.
La televisión disminuye el tiempo y modifica el patrón normal
de sueño de los niños y los adolescentes, pudiendo producir
pesadillas, con contenido similar al de los programas que ven.
Entre los efectos indeseables que con más insistencia se señalan al
abuso de la televisión están la disminución de tiempo para
actividades que requieren que los niños y los adolescentes estén en
acción, como el juego, el ejercicio y los deportes, lo que los podría
llevar al sedentarismo o quietud excesiva y a que conversen e
intercambien opiniones con menor frecuencia.
Los niños menores de dos años están en un periodo crítico de
desarrollo cerebral y emocional; por lo anterior, no deben ver
televisión ni ponerse en contacto con otros medios de
comunicación masiva electrónicos, para disminuir la posibilidad
de entorpecer este desarrollo.
Los niños de dos a cuatro años siguen en este proceso, pero su
creciente independencia hace que se acerquen con facilidad a la
televisión, por lo cual los padres deben ser conscientes de que no es
el mejor acompañante en el desarrollo de niños de esta edad. A ellos
se les debe inducir a que en vez de ver televisión jueguen,
hagan ejercicio y se acerquen a la literatura infantil.
El tiempo de descanso es fundamental en el desarrollo de niños y
adolescentes, por lo que no debe ser ocupado sólo por la televisión. Si
un niño está aburrido o busca un adulto para compartir no se le debe
sugerir siempre televisión; se le debe proponer otra cosa.
En este caso es fundamental el ejemplo, pues si cada vez que un
niño busca a sus adultos significativos estos están viendo televisión
en su tiempo libre, es muy difícil hacer otra propuesta, por lo cual es
preferible que los encuentren haciendo otra cosa, como jugar, leer,
hacer deportes.
En la familia, mediante el diálogo, se establecen los valores y los
criterios con los que el niño entra a afrontar las propuestas de la
televisión y de otros medios de comunicación social.
El niño menor de cinco años debe acompañarse por un adulto.
Debemos vigilar mensajes y contenidos, pues esta es una época de
gran receptividad. Por ejemplo, se les venden ideas equivocadas
sobre la nutrición, que los llevan a preferir los productos de moda en
vez de los alimentos naturales como verduras y frutas. Ofrecen un
ideal de utilizar el tiempo libre en forma sedentaria y acompañarlo de
comida chatarra. Además, muchos programas les ofrecen imágenes
que no propician la igualdad entre hombres y mujeres. Debemos ser
espectadores de la televisión con sentido crítico y no aceptar
pasivamente todos los contenidos que ofrece.
Las soluciones al problema de los peligros que puede producir
la televisión en niños y adolescentes se suelen ver desde dos
puntos de vista: apagar la televisión o reemplazar los programas
inadecuados por programas educativos con el correspondiente control
del tiempo dedicado a ella y la enseñanza a adultos y niños a usar
con sentido crítico los medios de comunicación social electrónicos. La
primera solución es difícil y poco práctica, por lo que se debe recurrir
a la segunda.
Tener la televisión en el cuarto puede llevar fácilmente a que cada
miembro de la familia se enfrasque en sus programas favoritos,
alejándose unos de otros. Los niños siempre deben ver televisión
acompañados de adultos que estén en posibilidad de reforzar su
capacidad de verla conscientemente, mediante el diálogo
permanente alrededor de lo que se ve, para lo cual es imperativo que
los adultos se eduquen para esta tarea. Debemos conocer los
contenidos de los programas y los efectos que pueden producir.
El control del tiempo es fundamental, sugerimos por ejemplo,
para los niños de cuatro a cinco años: no más de una hora al
día de televisión, no más de dos los fines de semana. Esto lo
deben respetar todos los adultos que acompañen a los niños, por lo
cual es necesario el consenso de los adultos acompañantes, quienes
deben limitar también su tiempo de televisión, pues aquí debemos
educar con el ejemplo.
Debemos conocer la programación y seleccionar cuáles programas
son convenientes para nuestro hijo. La influencia de los medios de
comunicación social varía según el contenido que transmitan, de la
capacidad de quien recibe el mensaje y del tiempo de exposición a
ellos. Pueden ser útiles y formativos si se utilizan bien y muy dañinos
si se hace mal uso de ellos.
La televisión debe ser solamente una de las posibilidades de
diversión en familia; existen juegos, títeres, música, libros,
deportes, que también nos divierten y nos permiten compartir. La
familia debe ampliar la oferta de diversión para niños,
adolescentes y adultos con actividades al aire libre, paseos,
visitas a la familia extensa, etcétera

Comprometámonos y evaluemos
 No usemos la televisión para que nuestro hijo deje en paz a los
adultos.
 Limitemos el tiempo que nuestro hijo dedica a ver televisión.
 Acompañemos a nuestro hijo cuando vea televisión.
Dialoguemos sobre lo visto.
 Seleccionemos los programas apropiados para él.
 Enseñemos a nuestro hijo desde pequeño otras actividades
para los ratos de tiempo libre, como lectura, pintura, juegos,
ejercicio y deportes.
 Asumamos la tarea de defender la postura corporal actual y
futura de nuestro hijo, induciéndolo a que no tome posiciones
peligrosas para ver televisión.
 Estimulemos a nuestro hijo a parpadear con frecuencia y a
desviar la vista de la pantalla periódicamente, para no fatigar la
visión.
 Seamos conscientes de la importancia de que nuestro hijo coma
y duerma bien y en el sitio pertinente, por lo cual no se le debe
permitir que vea televisión inmediatamente antes de dormirse
ni, mucho menos, utilizarla como inductora de sueño, ni que
coma frente al televisor.
 Resistamos la presión de la propaganda en televisión,
analizando con los hijos el contenido de los comerciales.

Das könnte Ihnen auch gefallen