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Ayer - El Problema del Conocimiento

Ayer se propone definir cuál es la definición del conocimiento proposicional. Sostiene que
podemos distinguir la filosofía de otras artes o ciencias por sus métodos más que por los
temas que aborda. Los filósofos formulan enunciados que pretenden ser verdaderos. Los
cuales no son controladas mediante observaciones y son neutrales respecto de los hechos
particulares. El método se basa en someter algún enunciado general a situaciones
particulares, comprobando si existe alguna excepción en la cual dicha proposición no se dé.
Para Ayer, los filósofos tratan de efectuar un análisis del significado de expresiones cuyo
uso ya conoce.

Retomando su interés por definir el conocimiento, recoge distintos conceptos relacionados


al conocimiento y se pregunta si tienen algo en común para que sean considerados como
sinónimos. Comienza a buscar una condición que sea necesaria pero no suficiente y
determina que ella es la verdad, sin la cual no hay conocimiento. Sin embargo, considera
que deberían agregarse otras condiciones para determinar la suficiencia. Para ello examina
la posibilidad de que exista un estado mental cuando se conoce. No obstante, para Ayer no
es correcto ya que considera al conocimiento no como un estado mental sino como la
capacidad de justificar, además de que no se puede establecer un estado mental específico.

Concluye planteando una noción de conocimiento basada en tres características necesarias


y suficientes. La primera es que lo que decimos conocer debe ser verdadero. La segunda es
que debemos estar seguros de esto. Y la tercera es que poseamos derecho de estar seguros
de esto, es decir que debemos contar con las credenciales epistémicas que nos permitan
justificar que lo que decimos conocer es verdadero. Estas credenciales se pueden adquirir
de diversas formas.

Kant – Crítica de la Razón Pura

I. Sostiene que todo nuestro conocimiento comienza en la experiencia. Sin embargo, no por
eso, surge completamente de la experiencia. Ya que podría ser que nuestro conocimiento de
experiencia fuese un compuesto formado por lo que recibimos de las impresiones y por lo
que produce nuestra facultad cognoscitiva por sí misma. Estos últimos están ‘‘cargados’’ en
el sujeto y se despiertan con la experiencia. Esto es lo que el filósofo denomina
conocimiento trascendental. El sujeto trascendental conoce, no los objetos en sí sino las
formas de conocer dichos objetos. Según Kant, tenemos tres tipos de facultades:
sensibilidad, entendimiento y razón. La primera es la capacidad de vernos afectados por el
mundo, de recibir información. Es una facultad pasiva que depende de que el objeto se
presente, o no, a los sentidos. El segundo se caracteriza por la espontaneidad, el poder ir
más allá de los estímulos presentes en el entorno. Es la capacidad de representar cualquier
objeto que no esté presente a los sentidos. Sin embargo, tiene la dificultad de llegar a
percibir objetos que nunca se podrán conocer. Y por última está la razón, que es la facultad
de ir más allá de los fenoménico, sea cognoscible o no. Entonces, para conocer, se necesita
tanto de la sensibilidad como del entendimiento, ya que la primera aporta el espacio-tiempo
que son dispuestos por el sujeto trascendental, es decir, moldes en el que se ejercen nuestras
sensibilidades; mientras que el entendimiento aporta los conceptos puros o categorías que
trae el sujeto trascendental, ellas sirven para ordenar las intuiciones del espacio-tiempo. Al
ser ordenados, surgen los fenómenos, que es el modo en el cual la cosa en si se le presenta
al sujeto trascendental. Ya que la “cosa en sí” es independiente del sujeto trascendental.
Debido a esto es que son necesarias, tanto la sensibilidad como el entendimiento, para que
se dé el conocimiento.

Sostiene que hay dos tipos de conocimientos, A Priori y A Posteriori. El primero se refiere
al conocimiento que es totalmente independiente de la experiencia, no están mezclados con
nada empírico. El segundo, al conocimiento que depende de la experiencia, también
llamado, conocimiento empírico.

II. En este apartado sostiene que la experiencia (posteriori) nos muestra que algo es o no es
de una manera, pero no nos muestra su necesidad. Ni tampoco le brinda a sus juicios
universalidad verdadera. Sino más bien, solo generalidad supuesta por inducción, en la cual
se pueden dar excepciones.

Por el contrario, si en una proposición se ve su necesidad, se dice que es un juicio a Priori.


Y si además, es derivada de una proposición valida como proposición necesaria y/o si es
percibido como universalmente verdadero y necesario es absolutamente A Priori.

En el conocimiento humano, se pueden hallar estos juicios universalmente necesarios


(Puros a Priori). Un ejemplo son todas las proposiciones de las matemáticas. Además, estos
son necesarios para la posibilidad de la experiencia misma. Ya que este conocimiento posee
de apoyo principios primeros, conocidos A Priori.

IV. La relación de un sujeto con un predicado puede ser de dos formas. O el predicado B
pertenece al sujeto A como algo que está contenido en este ocultamente. O bien, el
predicado B está enteramente fuera del concepto del sujeto A. A los juicios del primer caso
se los denomina analíticos, y a los segundos sintéticos. En los primeros, la conexión entre
predicado y sujeto, es una relación de identidad y pueden ser llamados juicios de
explicación. Ya que no añaden nada al sujeto, solo lo descomponen en sus conceptos
parciales, los cuales ya estaban pensados en él. En los sintéticos, no se da la relación de
identidad, la relación que une sujeto y predicado es la experiencia, también pueden ser
llamados juicos de ensanchamiento. Ya que añaden al sujeto un predicado que no estaba
pensado en él. A este tipo de juicios les corresponde los juicios por experiencia, o A
Posteriori.

Y distingue un tercer tipo de juicio, los Sintéticos a Priori. En estos, el contenido del
predicado no esté incluido en el contenido del sujeto, por lo que se da un conocimiento a
priori que ensanche el conocimiento pero que no necesite de verificación empírica. Para
demostrar esto plantea, como argumento, una operación aritmética. Poniendo, por caso, el
cálculo matemático 7+5. Él afirma que no hay más que la unificación de dos números y,
por ende, no se piensa cuál será el número que abarca a ambos. Se debe ir un poco más allá
de los conceptos mediante la intuición. Para llegar al resultado correcto, en este caso 12,
hay que realizar una operación. Se debe tomar el número 7 y añadir el concepto de 5 y así
descubrir que el resultado es 12. Si bien ante toda operación aritmética se piensa que el
concepto A debe ser añadido al concepto B, eso no significa que se piense cual es el
resultado.

Tras dicha argumentación, Kant se encuentra habilitado para afirmar que las proposiciones
aritméticas son sintéticas a priori. Dicha aseveración se esclarece cuando se tienen en
cuenta números cada vez mayores, afirmando así su tesis inicial de que el conocimiento no
necesariamente proviene, completamente, de la experiencia.

Ayer – Lenguaje, Verdad y Lógica

Este autor adscribe a una corriente empirista, por lo cual sostiene que toda proposición
factual debe referirse a la experiencia sensorial. Desde este lugar propone una alternativa
para entender el conocimiento a priori planteado por Kant.

Sostiene que todo nuestro conocimiento acerca del mundo depende de la experiencia. Por lo
que nunca puede demostrarse que las proposiciones generales relacionadas con la realidad
sean necesariamente y universalmente verdaderas. Esto aplica tanto a las proposiciones
generales, como a las proposiciones que tienen un contenido factual. Por lo que buscar una
garantía para estos conocimientos es algo irracional, ya que solo se puede alcanzar
probabilidad.

Con respecto a las verdades de la lógica y matemática. Estas parecen ser necesarias y
verdaderas. Pero si el empirismo es correcto, solo puede haber dos opciones. O estas son
verdades necesarias y no poseen contenido factual, ya que las proposiciones factuales no
pueden ser necesarias. Por lo cual tendría que explicar cómo pueden ser verdaderas, útiles y
sorprendentes. O poseen contenido factual y no son verdades necesarias. Por lo que
tendrían que refutar la universal convicción de que lo son.

Mill sostiene que las proposiciones de estas disciplinas tienen el mismo status que las
hipótesis empíricas y que su validez se determina del mismo modo. Ayer rechaza esta
teoría y sostiene que estas proposiciones son independientes de la experiencia, en el sentido
de que no deben su validez a la verificación empírica. Podemos descubrirlas mediante un
proceso inductivo, pero una vez descubiertas vemos que son necesariamente verdaderas.
Son necesariamente verdaderas porque no les permitimos otra cosa, no podemos negarlas
sin contradecirnos a nosotros mismos. Es debido a esto que considera que las verdades de
la matemática y lógica son tautologías o proposiciones analíticas.
Comienza utilizando los mismos conceptos de juico analítico y sintético que desarrolla
Kant. Sin embargo critica que este considere a la proposición 7+5=12 un juicio sintético a
priori.

Esto lo hace a través de varios contraargumentos. El primero se basa en que Kant no ofrece
un criterio claro para distinguir entre juicios analíticos y sintéticos. Ya que ofrece dos
criterios. Su base para sostener que 7+5=12 es sintético consiste en que el contenido de 7+5
no contiene el contenido de 12. Mientras que su base para sostener que “todos los cuerpos
son extensos” es una proposición analítica, consiste en que descansa en el principio de
contradicción. En el primero utiliza un criterio psicológico y en el segundo un criterio
lógico y supone su equivalencia. Sin embargo una proposición sintética, de acuerdo con el
primer criterio, puede ser analítica, de acuerdo con el segundo. Es la proposición lógica la
que Kant tiene interés en establecer. El empleo del criterio psicológico le induce a creer que
la ha establecido, cuando no lo ha hecho.

Ayer sostiene que es más provechoso afirmar que una proposición es analítica cuando su
validez depende de las definiciones de los símbolos que contiene. Y es sintética cuando su
validez es determinada por los hechos de la experiencia.

Partiendo de esta corregida distinción entre los dos tipos de proposiciones, sostiene que las
proposiciones tautológicas no dicen nada respecto de ninguna realidad, es decir, no poseen
un contenido factual. Y es por esto por lo que ninguna experiencia puede refutarlas. Sin
embargo, que no posean contenido factual no significa que sean absurdas. Ya que aun
cuando no nos dan información acerca de algún hecho empírico, nos iluminan al ilustrarnos
acerca de cómo usamos ciertos símbolos. Debido a esto hay un sentido en el que podemos
decir que nos brindan un cierto conocimiento. Ya que llaman la atención sobre los usos
lingüísticos y revelan implicaciones en nuestras afirmaciones y creencias. Y también hay
un sentido en el que podemos decir que no nos brindan conocimiento. Ya que nos dicen
solamente lo que podríamos decir que ya sabemos. El uso de las tautologías nos permite
hacer explicita la información oculta de una proposición.

Debido a estas razones, sostiene que, si bien es cierto que poseemos cierto conocimiento A
Priori de proposiciones necesarias, no es cierto que todas estas sean sintéticas. Son, sin
excepción, analíticas y tautológicas. La facultad de la lógica y matemática de sorprendernos
y de ser útiles, reside en las limitaciones de nuestra razón. Ya que somos capaces de
averiguar, de una ojeada, una pequeña porción de las consecuencias que se siguen de
nuestras definiciones y/o conceptos.

Gilbert Ryle – El Concepto de lo Mental

I. Lo que plantea este filósofo es la distinción entre dos tipos de saberes: por un lado, el
saber qué (proposicional, teórico), y por el otro, el saber cómo (práctico).
El primero se basa en las proposiciones verdaderas, tiene la estructura de sujeto + predicado
(comparándolo con Ayer, la creencia verdadera justificada es un saber qué) en otras
palabras, es un cúmulo de verdades. Sin embargo, Ryle propone distintos modos de cómo
se usa el conocimiento a través del saber cómo

Para explicar esto afirma que cuando describimos a los demás como ejercitando cualidades
mentales nos referimos a las expresiones y actos en sí mismos. Sin embargo distingue entre
actos realizados con intención y actos realizados distraídamente.

II. Plantea que, tanto los filósofos como el hombre común consideran a las operaciones
intelectuales como el centro de la conducta mental. Suponen que la actividad central de la
mente consiste en responder problemas y que sus restantes actividades son solo
aplicaciones de las verdades descubiertas por la actividad central. Ryle critica esta postura
intelectualista, y sostiene que hay actividades que ponen de manifiesto cualidades mentales
y que no son en sí mismas operaciones intelectuales ni efectos de estas. La actividad de
responder problemas es una actividad más entre otras, que puede ser llevada a cabo con
inteligencia o no. Además afirma que las suposiciones de que teorizar es la actividad
central de la mente y de que es una operación privada es uno de los fundamentos del
“fantasma de la maquina”.

III. En este apartado retoma el lenguaje ordinario y sostiene que, las descripciones
cualitativas de tipo “astuto” o “tonto” solo atribuyen la habilidad o incapacidad para hacer
cierto tipo de cosas, no atribuye conocimiento o ignorancia. Hay ciertos paralelismos y
divergencias entre “saber qué” y “saber hacer”. Cuando decimos que alguien sabe hacer,
nos referimos a que cuando realiza x operaciones tiende a ejecutarlas bien. Sin embargo,
que el comportamiento cumpla con algunos criterios no es suficiente. Ser inteligente no
consiste solo en satisfacer ciertos criterios, sino también, en aplicarlos. En regular las
propias acciones. Tener la intención de hacer las cosas correctamente. Dicho de otra forma,
una acción muestra inteligencia solo si el sujeto piensa en lo que esta haciendo mientras lo
está haciendo. Los intelectualistas tomaron esta forma de concebir una acción inteligente
como evidencia de su teoría. Estos reasimilan “saber hacer” con “saber qué”, argumentando
que toda acción inteligente supone la observación y aplicación de criterios. Siguiendo esta
leyenda, hacer algo es tener presentes ciertas proposiciones adecuadas y, luego, poner en
práctica lo que las mismas indican.

Ayer sostiene que la leyenda intelectualista es falsa y que cuando caracterizamos una
acción de inteligente esto no implica la ejecución de considerar y luego ejecutar. En primer
lugar, existen muchos tipos de acciones inteligentes cuyas reglas o criterios no se
encuentran formulados. La práctica eficiente precede a la teoría, un ejemplo, es que se sabía
cómo evitar y detectar falacias antes de aprender sus lecciones. En consecuencia es posible
realizar ciertas operaciones sin que sea posible tener en cuenta las proposiciones que
determinan como ejecutarlas.
La segunda objeción que plantea Ryle, con respecto a la leyenda intelectualista, es que, Si
para que cualquier operación pueda ser ejecutada inteligentemente se requiere la ejecución
previa e inteligente de otra operación, es imposible romper el círculo. Debido a esto, Ayer
sostiene que cuando hacemos lago inteligentemente, hacemos una cosa y no dos. El actuar
presenta una modalidad especial pero sin antecedentes especiales.

VI. Si comportarse inteligentemente es hacer una sola cosa y consiste en aplicar criterios
durante la realización de dicho comportamiento, queda por mostrar cómo es que se
caracteriza las operaciones que consideramos habilidosas. A raíz de esto presenta su
concepción de Saber Cómo. Esta es, el tener una habilidad estable (que pueda repetirse una
y otra vez) y compleja (que no se realiza siempre del mismo modo porque las
circunstancias cambian) que no se reduce a meros comportamientos, sino a disposiciones.
En otras palabras, la inclinación a tener ciertos movimientos si se dan ciertas
circunstancias. Un comportamiento exitoso se ajusta a ciertas normas del contexto donde el
sujeto activamente regula la práctica y aplica los criterios. Con aplicar criterios se refiere a
reconocer errores, mejorar, etc. Aprendemos a hacer mediante la práctica, ayudados por la
crítica y el ejemplo, aunque a menudo sin recibir lección alguna sobre la teoría. Decimos
que alguien sabe juagar un determinado juego si realiza los movimientos permitidos, evita
los prohibidos y protesta por los de su adversario. Es lo que hace frente al tablero y no en su
cabeza lo que muestra si conoce, o no, las reglas.

VII. Si bien la aptitud para aplicar reglas son disposiciones adquiridas mediante la práctica,
no se sigue que sean meros hábitos. Los hábitos son un tipo de disposiciones adquiridas, sin
embargo no son el único. Cuando decimos que alguien hace algo por puro habito, queremos
significar que lo hace automáticamente, sin tener conciencia de que lo está haciendo.
Mientras que una persona que posee una aptitud, posee cierto grado de habilidad y juicio.
Si comete un error haciendo x operación, no estará dispuesto a repetirlo. Mientras la
realiza, se enseña cómo hacerlo en condiciones semejantes. La esencia de la acción
inteligente es ser modificada por las que la preceden. Mientras que los hábitos se crean por
rutina, las aptitudes inteligentes por adiestramiento. El adiestramiento implica que se trata
de aprender a hacer cosas pensando en lo que se está haciendo, de modo que cada acto es
una nueva lección en si mismo.

IX. ¿Qué diferencia hay entre observar un comportamiento y comprender lo que se


observa?

Comprender es una forma de saber hacer. El conocimiento necesario para llegar a


comprender actuaciones inteligentes de determinado tipo, es cierto grado de aptitud en
comportamientos de esa clase. La afirmación de que la aptitud para apreciar un
comportamiento es del mismo tipo que la aptitud para ejecutarlo, permite ilustrar que las
aptitudes inteligentes son disposiciones que permiten una amplia gama de actualizaciones
más o menos disimiles. Sin embargo, en primer lugar, la aptitud para ejecutar y apreciar
actos no presupone necesariamente la habilidad para formular críticas o lecciones. En
segundo lugar, la aptitud para apreciar un comportamiento, no presupone el mismo grado
de competencia que requiere la aptitud para realizarlos.

Ryle distingue una diferencia más. Nunca decimos que alguien tiene conocimiento parcial
de un hecho o de una verdad, excepto en el sentido especial de tener conocimiento de parte
de un conjunto de hechos o verdades. Por otra parte es correcto decir que alguien sabe
hacer algo en parte, esto es, que posee una aptitud en particular en un grado limitado. Esto
se debe a que aprender a hacer algo no es aprender que algo es el caso. Las verdades se
transmiten de forma relativamente breve. Mientras que la forma de proceder se inculca
mediante un proceso gradual.

X. esta teoría que plantea Ryle, con respecto al conocimiento. Ofrece una respuesta al
problema del solipsismo. Ya que descubrir que la mayoría de la gente posee una mente,
consiste en descubrir que es capaz y está dispuesta a hacer otro tipo de cosas. Esto lo
hacemos observando el tipo de cosas que hace.

Barry Stroud – El Problema del Mundo Externo.

El problema del mundo externo consiste en mostrar cómo podemos tener algún
conocimiento del mundo. La conclusión de que no podemos hacerlo, de que nadie sabe
nada acerca del mundo que nos rodea, es a lo que se llama “escepticismo acerca del mundo
externo”. El propósito de Stroud no es resolver el problema. Considera que el problema no
tiene solución.

El problema surge en las meditaciones de Descartes. El cual se plantea la pregunta “entre


todas las cosas que creo o tomo por verdaderas ¿Qué es conocimiento y que no lo es?” Es
intuitivo considerar que algunas nuestras creencias son inconsistentes con algunas otras, por
lo que es improbable que todas sean verdaderas. Sin embargo, si se quisiera continuar con
el asunto podríamos examinar el origen de todas nuestras creencias. Y podríamos darnos
cuenta de que algunas de las cosas que hemos creído con anterioridad ni siquiera eran
verdaderas.

El interés de Descartes en “que es lo que sabe y como es que lo sabe”, es parte de su


búsqueda por un método de investigación. Del cual pueda estar seguro que lo llevara
solamente a la verdad si lo sigue adecuadamente. Así surge el método de la duda. Mediante
este método descubre que no tiene razón válida para creer nada acerca del mundo que lo
rodea y por ende, que no puede saber nada acerca del mundo externo. Descartes no analiza
sus creencias una a una, ya que una evaluación de este tipo, no podría completarse nunca.
Debido a esto, se enfoca en las fuentes de las creencias. Busca encontrar los principios
sobre los que descansan todos sus conocimientos del mundo. Y si puede encontrar una
razón para dudar de la credibilidad de estos principios, el conocimiento que surge de estos,
también seria puesto en duda. Descartes nota que uno de estos principios, son los sentidos.
Y sostiene una serie de argumentos que le permitirán poner en duda la fiabilidad de esta
fuente de conocimientos. El primero, es que sabemos que muchas veces los sentidos nos
engañan, por lo que sería prudente no confiar en estos si nos han engañado alguna vez. Sin
embargo, Stroud sostiene que este argumento no es suficiente para poner en duda todos los
conocimientos provenientes de los sentidos, debido a que sólo sucede en ciertas
circunstancias ‘‘extraordinarias’’. Y cree que Descartes estaría de acuerdo. Ya que este
presenta un segundo argumento. En este, parte de las condiciones más favorables para el
funcionamiento confiable de los sentidos como fuente de conocimiento. Y la toma como
una situación representativa de la situación más favorable. Por lo que sí, incluso en esta
situación, logra poner en duda que puede conocer algo a través de los sentidos. Podrá
probar que es imposible conocer algo a través de los sentidos, en cualquier otra situación.

Descartes sigue por presentar el argumento del sueño (p.22). Con este pensamiento, ha
perdido al mundo entero. Ya que sabe que se le aparecen cosas y que lo está
experimentando. Pero no sabe si, de hecho, están sucediendo en el mundo. Esto se debe a
que no puede, a través de sus sentidos, determinar si está durmiendo o no. Por lo que todas
sus experiencias son compatibles con un sueño. Descartes ve, como condición necesaria
para conocer algo acerca del mundo que lo rodea, que debe saber que no está soñando.

Stroud subraya tres cuestiones distintas.

1) ¿La posibilidad de que Descartes pudiera estar soñando es realmente una amenaza a su
conocimiento del mundo que lo rodea?

2) ¿tiene razón al pensar que debe saber que no está soñando si ha de conocer algo acerca
del mundo circundante?

3) ¿y está en lo correcto en cuanto a su “descubrimiento” de que en ningún caso puede


saber que no está soñando?

Con respecto a la primera pregunta. Sostiene que está en lo cierto. Ya que cuando sueñas
que algo está sucediendo en el mundo que te rodea, no sabes, por lo tanto, que está
sucediendo. Esto se debe a que no existe una conexión real entre lo que piensas acerca de
algo y el hecho de que sea así. Y al no haber una conexión real, descartes considera una
condición necesaria para que se dé el conocimiento. Esta es que debemos saber que no
estamos soñando. Lo cual Stroud, cree que es imposible de comprobar.

Con respecto a la segunda pregunta. Pareciera estar en lo correcto al sostener esta


condición. Ya que para saber algo es necesario saber la falsedad de todo aquello que sé que
es incompatible con esto. Si para saber algo debemos descartar una posibilidad que se sabe
es incompatible con que sepamos aquello. Descartes tiene razón al insistir en que debe
saber que no está soñando si ha de saber algo del mundo externo.
Y con respecto a la última. No existe un criterio para estar seguro de que se está soñando o
no, por lo que el problema del escéptico no tiene solución.

No se puede salir del velo de las ideas y contrastarlo con el mundo externo, el contacto con
el mundo real está mediado por el velo de ideas. Lo que hace corresponder al mundo
externo con el velo de las ideas es Dios. Entonces en Descartes si hay algo que puedo
conocer: el velo del cual uno es consciente, que no corresponde al mundo externo, sino que
está en la mente.

Edward Moore – Prueba del Mundo Exterior

Este filósofo se caracteriza por ser un realista (lo que hay en el mundo existe y se puede
conocer), y trata de darle una respuesta al escepticismo. Analiza la frase ‘‘cosas exteriores a
nosotros’’ de Kant. Para Moore tal frase es ambigua por eso establece ciertas distinciones
de distintas interpretaciones que surgen a raíz de tal afirmación, como por ejemplo entre
cosas que se dan en el espacio y cosas que se presentan en el espacio. Para Moore, no
ocupan el mismo rango porque hay cosas que se presentan, pero no se dan en el espacio.
Da cuatro ejemplos de esto: 1) imagen consecutiva negativa, 2) visión doble, 3) dolor, 4)
imágenes consecutivas. Para la totalidad de estos ejemplos, sucede que se presentan en el
espacio, pero no se dan en él porque solo es percibido por un sujeto, no es
intersubjetivamente perceptible, y su existencia depende del sujeto que puede percibirlo. En
el caso del dolor, dos personas pueden tener dolor en la misma zona corporal, pero sentirlo
de distinto modo (cuando se habla de cosas externas a nosotros deberían obviarse estos
cuatro casos). Lo cual permite afirmar que las cosas que se dan en el espacio son
intersubjetivamente perceptibles y de existencia independiente al sujeto mientras que las
cosas que se presentan en el espacio son todo lo contrario. Añade también, que existen
cosas que se dan pero no se presentan en el espacio siempre (puede que estén y no las
percibamos en este momento o nunca). A su vez, Moore distingue entre cosas exteriores a
nosotros y cosas que se dan en el espacio, tal distinción se debe a que no todo lo exterior a
la mente de da en el espacio, como por ejemplo, el dolor de un perro. Moore afirma que de
la existencia de ciertas cosas, se sigue que hay algo que se da en el espacio y que es exterior
a la mente. Para demostrar esto utiliza el siguiente argumento:

Premisa 1) aquí hay una mano (si es verdadera, entonces se da en el espacio, es


intersubjetivamente perceptible y de existencia independiente al sujeto).

Premisa 2) aquí hay otra mano.

Conclusiones:

3) hay por lo menos dos objetos que se dan en el espacio.

4) hay por lo menos dos objetos que son exteriores a la mente. ¿Cómo lo sabe? Porque lo
percibe y su entorno también.
El argumento de Moore cumple con tres requisitos: 1) las premisas y la conclusión son
distintas, 2) las premisas son verdaderas, 3) la conclusión se sigue de las premisas.

Sostiene que para alguno habría razones por la que podrían no aceptar que ha demostrado la
existencia de cosas externas. La primera es que quieren algún enunciado general acerca de
cómo ha de ser demostradas las premisas del argumento. Quieren una demostración de lo
que se afirma en las premisas. Moore sostiene que una demostración de ese tipo, es
imposible de dar. Otra razón podría ser que al no presentar las demostraciones anteriores
extra, entonces las que ha dado no son concluyentes. Creen que si no puedo demostrar que
“aquí hay una mano”, se debe aceptar como cuestión de fe. Moore sostiene que esto es un
error, ya que podemos conocer cosas que no podemos demostrar. Un ejemplo, es que él está
despierto. Por lo que concluye que no tienen razones suficientes para estar insatisfechos.

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