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HEMATOLOGICOS
EN PEDIATRÍA
SÍNDROMES
HEMATOLOGICOS
EN PEDIATRÍA
ERRNVPHGLFRVRUJ
NOTA
1234567890 9076543218
Impreso en México Printed in México
PARTE I
2 ANEMIAS AGUDAS 10
Introducción 10. Anemia aguda hipovolémica 10. Anemia por secuestro esplénico
12. Anemia por dilución 12.
3 ANEMIAS CARENCIALES 13
Introducción 13. Anemias por deficiencia de hierro 14. Anemias megaloblásticas
18. Anemia por deficiencia de vitamina Bl2 19. Anemias por deficiencia de otras
vitaminas y de otros oligoelementos 20. Anemia del desnutrido grave 22.
4 ANEMIAS SINTOMÁTICAS 24
Introducción 24. Anemia de las enfermedades crónicas 24. Anemias
coexistentes con padecimientos primarios 25.
5 ANEMIA HEMOLITICA 29
Introducción 29. Variedades clínicas 30. Crisis hemolíticas 31.
10 METAHEMOGLOBINEMIAS 70
Introducción 70. Metahemoglobinemias 70. Tratamiento 72.
11 POLICITEMIAS 74
Introducción 74. Policitemia aparente o espuria 74. Policitemia real 75.
Policitemia hipóxica 75. Policitemia concurrente con neoplasias productoras de
eritropoyetina 77. Policitemia familiar 77. Policitemia vera 77.
PARTE II
13 NEUTROFILIAS 91
Introducción 91. Neutrofilia en procesos febriles o inflamatorios agudos 92.
Neutrofilia no inflamatoria 92.
14 NEUTROPENIAS Y AGRANULOCITOSIS 94
Introducción 94. Variedades clínicas 95. Neutropenias adquiridas 96.
Neutropenias constitucionales 99.
Contenido vii
17 EOSINOFILIA 113
Introducción 113. Eosinofilia en granulomatosis larvaria 113. Eosinofilias de
causas no parasitarias 116. Síndromes hipereosinófilos idiopáticos 116.
PARTE III
ENFERMEDADES DE LA HEMOSTASIS
SECCIÓN AIII: ENFERMEDAD HEMORRAGICA
PARTE IV
ENFERMEDAD NEOPLASICA
HEMATOLOGÍA DEL PERIODO NEONATAL
MEDICINA TRANSFUSIONAL
SECCIÓN AIV: SÍNDROMES
DE CÁNCER HEMATOLOGICO
Este libro está dirigido a quienes viven la clínica diaria de los problemas
hematológicos, quienes necesariamente deben plantearse la interrogante del signi-
ficado de la enfermedad de los tejidos sanguíneos. Al iniciar mi trabajo en el área de
Hematología, ésta ya era una disciplina dual, clínica y tecnológica. En la actualidad
se ha producido una gran expansión de conocimientos en ambos aspectos: la clínica
hematológica se ha consolidado, y el horizonte de la biotecnología es cada día más
amplio y definido. Los extraordinarios logros de los precursores, cuyos nombres no
mencionaré por ser un grupo muy numeroso, pero sí diré que el descubrimiento de
la circulación sanguínea, de las células de la sangre, de la serología que definió los
grupos sanguíneos y sentó las bases de la transfusión, del fenómeno de la coagulación
y el de la formación de anticuerpos, se ha enriquecido en los últimos cuatro decenios
hasta un límite insospechado. Existe un grupo de enfermos de anemia aplástica y de
leucemia aguda que han sobrevivido 30 años, con una vida útil y productiva;
hemofílicos y pacientes con lupus eritematoso o neutropenia cíclica que han comple-
tado una carrera profesional y la ejercen. Han sido clonadas múltiples moléculas
hematológicas, definida su estructura y sintetizado las proteínas recombinantes co-
rrespondientes, el trasplante de médula ósea es ahora una realidad. El tema funda-
mental de este libro son los indicadores de enfermedad hematológica en la consulta
de todos los días y su integración en enfermedades clínicas; la discusión y el análisis
del diagnóstico y el tratamiento de los pacientes. Es claro que con el avance creciente
de la biotecnología relacionada con los tejidos sanguíneos, esta última sale del alcance
y del propósito de un libro que se ubica dentro del área clínica. Por otro lado, sin
duda es necesario que haya obras orientadas de manera específica a la biotecnología
en hematología, las que esperamos ver publicadas en breve, en idioma español.
Entre los conceptos de reciente desarrollo destaca el de la anemia como un
síndrome clínico, que se relaciona con hipoxia tisular sistémica en el que el descenso
del número de eritrocitos es sólo un índice dentro del complejo fisiopatológico de la
enfermedad. Se ha definido el síndrome de enfermedad hemorrágica, presentado
previamente por Samuel Dorantes en el decenio de 1970. Por otro lado, se destaca
también el concepto de hemostasis como un mecanismo fisiológico integrado, que
implica cohibir o prevenir la hemorragia de la microvasculatura, conservar la sangre
fluida, la integridad del endotelio y recanalizar los vasos trombosados, en contrapo-
sición a la hemostasia que por distintos métodos se efectúa en los procedimientos
quirúrgicos o para cohibir la hemorragia local que se produce por un traumatismo.
La eosinofilia alta se convirtió en un foco de interés clínico cuando, en el dece-
nio de 1960, Francisco Biagi notó que había un grupo de niños con más de 20% de
eosinófilos en sangre periférica; en la mayor parte pudo demostrarse granulomatosis
larvaria. Posteriormente, la clínica de la reacciones eosinófilas se ha diversificado y
cada vez entendemos mejor sus mecanismos etiopatogénicos, pero es posible que
aún ahora, los estudios mencionados constituyan un pilar de apoyo o de referencia
para la nueva conceptualización de este campo en desarrollo. Por lo anterior se
justifica continuar utilizando el nombre original de este síndrome.
Abel Bello
xiii
AGRADECIMIENTOS
L-3
Fig. 12.3. Erupción hemorragica de tipo vasculitis como manifestación de enfermedad del
suero, en un paciente con anemia aplástica tratado con globulina antilinfocito equina.
L-4
Fig. 21.1. Paciente con púrpura trombocitopénica crónica con una gran infiltración en
mejilla, que muestra la hemorragia excesiva, después de un traumatismo con excoriación
de la piel.
L-5
Fig. 23.2. Lesiones de púrpura anafilactoide impetiginizadas.
Fig. 26.2. Hemangioma cavernoso que abarca el hombro y dos tercios superiores del brazo. Fue tratado
con esteroides e inyecciones esclerosantes.
L-6
PARTE I
Enfermedades
de los eritrocitos
Sección AI:
ANEMIAS
1
INTRODUCCIÓN AL
ESTUDIO DE LAS ANEMIAS
Introducción. Fisiopatología. Clasificación. Diagnóstico.
Introducción
La anemia es un síndrome clínico caracterizado por palidez mucocutánea y
signos y síntomas relacionados con hipoxia tisular: somnolencia, cefalea, astenia,
fatiga fácil, irritabilidad, pica, lipotimias.
La alteración fisiopatológica fundamental es la hipoxia tisular sistémica, rela-
cionada con la disminución de la capacidad de la sangre para transportar oxígeno
de los pulmones a los tejidos, como resultado de la disminución de la masa eritrocítica
total. Los síntomas de la anemia se modifican en relación con factores como la
velocidad de instalación del proceso anémico, el tiempo de evolución y la presen-
cia o no de una enfermedad subyacente. La anemia crónica es de instalación lenta
y progresiva, permite la adaptación de los tejidos a la hipoxia,1 pero también da
lugar a lesión tisular hipóxica, la cual es crítica en el aparato cardiovascular, ya que
todos los pacientes con anemia prolongada desarrollan corazón anémico de grado
variable, que evoluciona hasta llegar a insuficiencia cardiaca derecha. En cambio,
en la anemia aguda se observan mecanismos de compensación cardiorrespiratorios
e hipovolemia, que pueden originar estado de choque y colapso vascular grave.
Fisiopatología
La alteración fisiológica principal del paciente anémico es la hipoxia tisular
sistémica, resultado de la disminución de la capacidad de la sangre para transpor-
tar oxígeno; este fenómeno es consecuencia de un descenso del número de gló-
bulos rojos circulantes, que se acompaña de disminución de la hemoglobina que es
la proteína transportadora de oxígeno. En la anemia aguda, la hipoxia tisular
se agrava por el desequilibrio circulatorio determinado por cambios en el volu-
men sanguíneo relacionados con la hemorragia aguda.2,3 La hemoglobina es una
3
4 Parte I - Enfermedades de los eritrocitos
Clasificación
Los síndromes anémicos tienen numerosos mecanismos patogénicos y pueden
coexistir en diversos padecimientos. Por otro lado aún existen anemias cuyo meca-
nismo patogénico no ha sido determinado de manera precisa, por lo que los siste-
mas para clasificarlas no son adecuados. Aún así, el número de variantes de las
anemias es tan alto, que se hace indispensable ordenarlas y clasificarlas con siste-
mas coherentes. Se analizan tres de los métodos en uso actual para ello: el clínico, el
etiopatogénico y el morfológico, y se menciona brevemente la clasificación cinética.
La clasificación clínica de las anemias depende de la observación que el médi-
co realiza al examinar un enfermo, por lo que debe ser un instrumento de trabajo
aplicativo, sencillo y accesible, que dé como resultado una orientación relacionada
con el problema clínico inmediato del enfermo. Con este criterio las anemias se
dividen inicialmente en dos grandes grupos: anemias agudas y anemias crónicas
(cuadro 1.1).
Sección AI: Anemias 5
Las anemias agudas son de instalación rápida, en horas o en días; tienen sólo
dos mecanismos patogénicos: la pérdida de sangre que causa anemia aguda
hipovolémica o poshemorrágica, y las crisis de hemolisis que originan la anemia
hemolítica aguda.
Las anemias crónicas comprenden un gran grupo de anemias relacionadas con
defectos en la producción de eritrocitos y que son, por tanto, hipoproliferativas o
arregenerativas, y otro grupo menor pero que tiene también gran interés clínico, las
anemias hemolíticas crónicas o de evolución prolongada; estas últimas se analizan
con detenimiento en los capítulos 6 y 7; las principales variantes de anemia crónica
se señalan en el cuadro 1.1.
La clasificación etiopatogénica de las anemias establece también dos grandes
grupos: las anemias regenerativas y las anemias arregenerativas o hipoproliferativas.
Las primeras son las producidas por pérdida sanguínea y todas las variantes de
anemia hemolítica. Las arregenerativas o hipoproliferativas son aquéllas en las que
la disminución de la masa eritrocítica está relacionada con una deficiencia en la
eritropoyesis, lo que ocasiona anemia crónica, de instalación lenta y progresiva;
éstas se determinan por un desequilibrio fisiológico entre la producción de eritrocitos
jóvenes y la destrucción de los eritrocitos senescentes que han completado su perío-
do de vida en la circulación. La anemia por dilución es una seudoanemia en la cual
no hay disminución real de la masa eritrocítica, sino sólo baja en el número de
glóbulos rojos por microlitro, de la hemoglobina y del hematócrito. Se relaciona
con expansión del volumen plasmático y se ha observado en pacientes con enfer-
medades crónicas en especial neoplasias avanzadas, macroglobulinemia y mieloma.
La clasificación morfológica de las anemias se basa en el estudio de las células
en el frotis de sangre periférica y en los aspirados de la médula ósea; permite orien-
Cuadro 1 . 2 . Diseritropoyesis
Diseritropoyesis adquirida
Anemias megaloblásticas, pueden coexistir con diseritropoyesis y multinuclearidad de los eritroblastos,
pero se diferencia de las diseritropoyesis congénitas por la presencia de polisegmentación de los
neutrófilos y deficiencia de ácido fólico o de vitamina B12
La talasemia beta se relaciona con eritropoyesis ineficaz y diseritropoyesis, pero coincide con
microcitosis, aumento de la hemoglobina fetal y de hemoglobina A2
Las anemias sideroblásticas adquiridas se distinguen de la diseritropoyesis congénita por la presencia de
sideroblastos en anillo en la médula ósea
Síndromes mielodisplásicos. Tienen anormalidades en las series granulocítica y
megacariocítica además de la eritroide
Diagnóstico
Las anemias de mayor interés por su frecuencia son las causadas por deficien-
cia de hierro y las anemias relacionadas con padecimientos primarios, esto es, las
anemias sintomáticas; en países sajones se considera un tercer grupo de anemias
comunes, constituido por las talasemias,8 que en nuestro país son poco frecuentes,
aun cuando se han identificado ya sus principales variantes.
Las cifras normales de hemoglobina, hematócrito y eritrocitos circulantes va-
rían con la edad, la altitud sobre el nivel del mar del sitio de residencia y con el
sexo, de la pubertad al climaterio. Los recién nacidos tienen cifras altas de hemo-
globina la primera semana de la vida, después se observa un descenso gradual
como resultado de inhibición fisiológica de la eritropoyesis; alrededor de la octava
semana de vida en el recién nacido a término se observan las cifras mínimas, entre
10 y 11 g/dl; en esta época se reactiva la eritropoyesis con el subsecuente aumento
de la hemoglobina, de tal manera que la normal promedio después de los seis me-
ses de vida es de 13.0 g/dl.
La valoración del enfermo anémico es fundamentalmente clínica, pero los
parámetros de laboratorio de la serie roja, ocupan un lugar indiscutible para confir-
mar las hipótesis clínicas iniciales y por ello es necesario que este capítulo incluya
valores normales de referencia9-12 (cuadros 1.3 y 1.4).
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Sección AI: Anemias 9
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2
ANEMIAS AGUDAS
Introducción. Anemia aguda hipovolémica.
Anemia por secuestro esplénico. Anemia por dilución.
Introducción
Las anemias agudas son producidas por trastornos clínicos que causan dismi-
nución de la masa eritrocítica total, de comienzo rápido, en horas o días, y son la
anemia aguda hipovolémica o poshemorrágica, la anemia hemolítica aguda que se
describe en el capítulo 5 y la anemia por secuestro esplénico agudo. En todas ellas,
el resultado es hipoxia tisular sistémica aguda, cuya gravedad depende de su mag-
nitud y de la velocidad de instalación del proceso anémico.
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3
ANEMIAS CARENCIALES
Introducción. Anemias por deficiencia de hierro.
Anemias megaloblásticas. Anemia por deficiencia de vitamina B12.
Anemias por deficiencia de otras vitaminas y de otros oligoelementos.
Anemia del desnutrido grave.
Introducción
Se llaman anemias carenciales las relacionadas con la deficiencia celular de
nutrientes indispensables para la hematopoyesis que el organismo no puede sinteti-
zar y que por tanto, deben obtenerse de fuentes externas. Entre ellas están las ane-
mias por deficiencia de hierro, de folatos, de vitamina B12, las de la desnutrición
grave y otras anemias carenciales tales como la falta de vitamina E, cobre o zinc.
Es necesario distinguir la carencia nutricional relacionada con déficit de aporte
en la alimentación, esto es, las dietéticas, de las determinadas por bloqueo de la
absorción en el tubo digestivo, como la anemia perniciosa, o las anormalidades en
el transporte plasmático de los nutrientes como la deficiencia de transcobalamina
II. Las anemias carenciales de origen dietético constituyen un problema social en
grandes masas de población en los países subdesarrollados, pero aun en los países
industrializados y en los estratos sociales con mayor disponibilidad de nutrientes es
posible encontrar anemias carenciales determinadas por factores culturales como
la deficiencia de vitamina B12 en los vegetarianos estrictos, la anemia de la senec-
tud en la que los individuos tienen una nutrición habitual restringida, monótona,
deficiente en algunos nutrientes esenciales.
La carencia de elementos nutritivos determina anemia cuyas manifestaciones
se inician después de los seis meses de vida, estas variantes de anemia son poco
frecuentes en los lactantes menores, excepto en los niños pretérmino1 en los que se
inicia la deficiencia de hierro o folatos a partir del segundo mes de la vida. En el
periodo neonatal, la anemia carencial que tiene interés clínico es la causada por
baja de hierro por hemorragia crónica intrauterina debida a anormalidades de la
placenta, o en embarazos gemelares monocigotos en relación con la transfusión
crónica feto-feto.
13
14 Parte I — Enfermedades de los eritrocitos
suficientes para los primeros cuatro meses de la vida, y después depende del sumi-
nistro dietético de hierro.
La reserva de hierro del neonato es directamente proporcional a su peso cor-
poral y es de alrededor de 75 mg/kg/peso4 de los cuales 58 mg corresponden a
hierro hemoglobínico, 7 mg a hierro tisular y 10 mg a hierro de los almacenes
ligado a ferritina y hemosiderina.5 Los niños de bajo peso al nacer tienen una dismi-
nución significativa de su reserva de hierro ya que poseen menos hemoglobina y
menor masa tisular; su reserva de hierro se agota muy pronto y la deficiencia se
hace evidente desde el segundo o tercer mes de vida; por esta razón requieren un
complemento de hierro durante los primeros meses de la lactancia.
Epidemiología
La deficiencia nutricional aislada más común es la de hierro; se ha señalado
una incidencia de 7 a 21.3% de anemia por carencia de hierro en la población de
niños que asiste a hospitales de distintas áreas del Valle de México. En Costa Rica,
Jiménez y colaboradores encontraron esta anemia en 38% de un grupo de lactantes
de 13 a 24 meses de edad.5 En otros países se han registrado cifras que van de 8 a
30% de niños con anemia por deficiencia de hierro en diferentes estratos socioeco-
nómicos.15'16 En un estudio epidemiológico se demostró esta carencia en 17.9% de
adolescentes de sexo femenino.6
La deficiencia de hierro determina cambios bioquímicos üsulares que afectan
la fisiología orgánica. En niños anémicos con esta carencia se han demostrado anor-
malidades funcionales de los leucocitos que afectan tanto a los linfocitos como a los
neutrófilos17,18 y observaciones clínicas señalan que tiene relación con un aumento en
la incidencia de infecciones leves recurrentes19 y que la frecuencia de complica-
ciones infecciosas posoperatorias aumenta en caso de deficiencia de hierro. Hay
pruebas de que la carencia de este metal puede tener un efecto adverso en el desa-
rrollo de las funciones cerebrales, especialmente sobre la capacidad de atención, el
desempeño en las pruebas de inteligencia y en el aprovechamiento escolar,20-22 lo
que indudablemente influye en el nivel educacional de los niños, con todas sus
repercusiones sociales, culturales y económicas. El tratamiento con hierro de niños
con anemia de este origen mejora su desempeño en las pruebas de valoración del
rendimiento escolar.
Hierro e infección
Se ha dicho que la deficiencia de hierro predispone al desarrollo de procesos
infecciosos, o bien que protege al huésped de la diseminación bacteriana, pero las
pruebas no son concluyentes en ninguno de los dos sentidos.17-19 Lo que sí está bien
claro es que la carencia de Fe determina cambios bioquímicos tisulares que afectan
la fisiología orgánica.
Tratamiento
El tratamiento de la deficiencia de hierro requiere necesariamente hacer el
diagnóstico de la variedad clínica y de sus causas. Si un lactante tiene deficiencia de
hierro en relación con una dieta baja en este elemento, hay que prescribir una sal
ferrosa y una dieta adecuada para la edad del paciente; si un adolescente ha descui-
dado su régimen dietético o presenta hemorragia gastrointestinal oculta, además
del incremento en las demandas correspondiente a la aceleración del crecimiento
en esta etapa de la vida, es necesario diagnosticar y tratar los trastornos señalados
además de la administración de hierro. La anemia por deficiencia de éste es 100%
recuperable siempre y cuando se establezca el diagnóstico integral del paciente.
El hierro se prescribe en forma de sales ferrosas y es por vía oral: sulfato ferroso,
fumarato ferroso, gluconato ferroso. Las sales férricas no son adecuadas para el
tratamiento de la deficiencia de hierro, por su mala absorción. La dosis de sulfato
18 Parte I — Enfermedades de los eritrocitos
Anemias megaloblásticas
Las anemias megaloblásticas son causadas por deficiencia de folatos o de vita-
mina B12; la anormalidad fisiopatológica fundamental es un bloqueo en la síntesis
de ácidos nucleicos. Por otro lado, existen trastornos del metabolismo, bloqueos
metabólicos congénitos o adquiridos, que alteran directamente la síntesis de ácidos
nucleicos y, como consecuencia dan lugar a anemias megaloblásticas (cap. 8).
La característica que distingue a este grupo de anemias es la hematopoyesis
megaloblástica, aun cuando la deficiencia de folatos o de vitamina B12 produce
anormalidades celulares en todos los desnutridos graves, las embarazadas, las per-
sonas en tratamiento con anticonvulsivos (cap. 8). También se han considerado
factores coadyuvantes para la deficiencia de folatos a los procesos infecciosos pro-
longados y el alcoholismo crónico.
Sección AI: Anemias 19
Fig. 3.1. Desnutrido en recuperación con anemia megaloblástica, se aprecia el aumento de volumen
abdominal y la piel turgente propia de este periodo.
22 Parte I - Enfermedades de los eritrocitos
Referencias
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4
ANEMIAS SINTOMÁTICAS
Introducción. Anemia de las enfermedades crónicas. Anemias
coexistentes con padecimientos primarios.
Introducción
La anemia consecuencia de una enfermedad primaria no hematológica, se ha
denominado anemia sintomática. Otras denominaciones son menos adecuadas, entre
ellas la de anemia secundaria o anemia de la inflamación, que expresan la idea
fundamental de esta variante del proceso anémico, pero que se utilizan con menos
frecuencia. En este análisis se consideran por separado la anemia de las enfermeda-
des crónicas (AEC),1,2 estudiada ampliamente, y que ha permitido definir algunas
alteraciones fisiopatológicas relacionadas, de gran interés, y por otro lado, un
subgrupo que se ha denominado anemias concurrentes con padecimientos prima-
rios, en los que la anemia es determinada por varios mecanismos independientes
de los implicados en la AEC.
Las anemias sintomáticas son un grupo heterogéneo de trastornos clínicos, ane-
mias hipoproliferativas en la mayor parte de los casos, pero también procesos
hemolíticos como los producidos por la exotoxina de Clostridium welchii, o la
hemolisina de la leptospira icterohemorrágica entre otras. Otros padecimientos inter-
fieren con la hemostasis y causan hemorragia patológica y anemia aguda poshe-
morragia. En este grupo se incluyen las anemias de la infección, las coexistentes
con trastornos de las glándulas endocrinas, las de nefropatías, hepatopatías, neoplasias
malignas, desnutrición grave, enfermedades inflamatorias de mecanismo inmunitario
como el lupus eritematoso sistémico y la artritis reumatoide.
24
Sección AI: Anemias 25
Anemias coexistentes
con padecimientos primarios
Estas anemias (APP) son variedades de la anemia sintomática, con múltiples me-
canismos patógenos, dependientes de la enfermedad subyacente, por lo que estos pro-
cesos se analizan en relación con la enfermedad específica determinante.
Infección y anemia
La infección puede provocar anemia por varios mecanismos patógenos que inclu-
yen hemolisis patológica, inhibición de la hematopoyesis o inhibición selectiva de la
eritropoyesis. Los procesos infecciosos crónicos de más de 30 días de evolución pue-
den coexistir con AEC, como ya se mencionó en párrafos anteriores.
La infección origina anemia hemolítica en diversas situaciones clínicas, como en
los procesos septicémicos, debido a tres mecanismos: a) hemolisis microangiopática,
b) lesión directa del eritrocito por toxinas bacterianas y c) autoanticuerpos o anticuer-
pos inmunitarios relacionados con la invasión por agentes infecciosos.
La hemolisis microangiopática es determinada por la lesión de los eritrocitos,
al atravesar los capilares parcialmente obstruidos por filamentos de fibrina deposi-
tados en la microcirculación, por un mecanismo de coagulación intravascular dise-
minada, una de las complicaciones graves de los procesos sépticos.
Entre las hemolisis producidas por lesión directa del eritrocito puede mencio-
narse la infección por Clostridium welchii, en la que la toxina alfa de este agente
microbiano reacciona con lipoproteínas de la superficie de las células y libera
lisolecitinas con potente acción hemolítica; se acompaña de hemoglobinemia,
hemoglobinuria, microcitosis evidente, leucocitosis y trombocitopenia. Puede ob-
servarse, además, insuficiencia renal aguda y lesión hepática. La septicemia por C.
26 Parte I — Enfermedades de los eritrocitos
Anemia y nefropatías
La coexistencia de anemia y nefropatía se observa en diferentes situaciones
clínicas:
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5
ANEMIA HEMOLITICA
Introducción. Variedades clínicas. Crisis hemolíticas.
Introducción
La anemia hemolítica tiene dos características principales: anemia e ictericia
acolúrica. En algunas variedades de la enfermedad hemolítica, como la microes-
ferocitosis familiar, la eliptocitosis y la talasemia, hay esplenomegalia en la mayoría
de los casos. En la hemoglobinopatía S, los homocigotos SS sufren infartos esplénicos
repetidos, el bazo se hace fibroso y como consecuencia, después de los primeros
años de la vida no se encuentra esplenomegalia. En los dobles heterocigotos SC,
SD, SE y S-talasemia beta, en los que las crisis drepanocíticas son sucesos poco
frecuentes, casi siempre hay esplenomegalia. En las anemias hemolíticas adquiri-
das el crecimiento esplénico es variable y puede encontrarse hasta en 50% de los
enfermos.
El examen de la sangre periférica del paciente con enfermedad hemolítica
muestra menor número de eritrocitos, disminución de hemoglobina y de hema-
tócrito, y datos de regeneración sanguínea como macrocitosis con basofilia difusa,
reticulocitosis y alteraciones morfológicas de los glóbulos rojos, según la variedad
clínica del padecimiento. En niños pequeños, en caso de eritropoyesis ineficaz o de
un mecanismo de hipoxia adicional suele observarse normoblastemia. Además,
hay hiperbilirrubinemia a expensas de la fracción indirecta, disminución o ausen-
cia de haptoglobina, hemopexina y metahemalbúmina. En las variedades clínicas
con hemolisis intravascular significativa se observa hemoglobinemia, hemoglobinuria
y hemosiderinuria.
La enfermedad hemolítica puede ser un trastorno de instalación lenta que per-
mite establecer un equilibrio entre la capacidad compensadora de la médula ósea y
la velocidad de destrucción de los eritrocitos, o sobrepasar la capacidad medular
para restituir los glóbulos rojos destruidos y originar anemia progresiva, o bien, ser
la consecuencia de un suceso patológico agudo que aparece en pocas horas o días.
Cuando la anemia hemolítica surge rápidamente, se considera que el paciente tiene
una crisis hemolítica, que se manifiesta en la clínica por palidez e ictericia concomi-
tantes con signos y síntomas de hipoxia tisular aguda. El enfermo puede presentar
29
30 Parte I — Enfermedades de los eritrocitos
Variedades clínicas
El incremento patológico en la velocidad de hemolisis de los eritrocitos puede
tener varios mecanismos patógenos. Pueden dividirse en dos grandes grupos. En el
primero, los glóbulos rojos constitucionalmente defectuosos y su susceptibilidad a
la hemolisis, está condicionada por: a) defectos en la estructura de la membrana;
b) anormalidad en la biosíntesis de la hemoglobina, que da lugar a las hemoglobinas
anormales con defecto en su estructura molecular o en la velocidad de su síntesis;
c) deficiencia en los mecanismos enzimáticos eritrocitarios, en las anemias hemolíticas
enzimopénicas. En la mayor parte de los casos, la anomalía es constitucional, in-
trínseca de los eritrocitos y, por tanto, hay un defecto genético que determina la
alteración, con excepción de la hemoglobinuria paroxística nocturna en la que existe
un defecto adquirido de la membrana. Hay un segundo grupo de padecimientos
hemolíticos en los que el eritrocito es constitucionalmente normal, pero es lesiona-
do en la circulación sanguínea por agentes con actividad hemolitica, que pueden
ser un anticuerpo inmunitario, un autoanticuerpo1-2 o un aloanticuerpo,3-4 o bien,
sustancias químicas como la fenilhidrazina o moléculas de origen biológico con
acción hemolitica como los venenos de serpiente o de arácnidos. La hemodilución
que se produce en los ahogados o la venoclisis de soluciones hipotónicas, pueden
inducir hemolisis. El traumatismo físico repetido como el que sufren los corredores
de maratón en las plantas de los pies o los bongoceros en las palmas de las manos,
Crisis hemolíticas
Reacciones hemolíticas postransfusionales
Crisis hemolíticas inducidas por fármacos u otros agentes químicos o físicos
Crisis hemolíticas coexistentes con procesos infecciosos
Crisis hemolíticas causadas por venenos de origen biológico
Crisis hemolíticas
Cuando la anemia hemolítica se instala bruscamente en horas o días, se consi-
dera que el paciente tiene una crisis hemolítica, que se manifiesta por palidez e
ictericia coexistente con signos y síntomas de hipoxia tisular aguda. El enfermo
puede presentar decaimiento grave, astenia, lipotimias intensas y perder súbita-
mente el conocimiento durante la deambulación.
Las variedades principales de crisis hemolíticas son la reacción hemolítica
postransfusional que se describe en el capítulo 32, las crisis hemolíticas causadas
por agentes físicos o químicos, fármacos que provocan hemolisis sólo en personas
con alguna deficiencia metabólica y los que originan hemolisis por mecanismos
inmunológicos, las crisis producidas por agentes biológicos y las de hiperhemólisis
en personas con anemias hemolíticas hereditarias (cuadro 5.1).
Entre las agresiones físicas que causan anemia hemolítica aguda pueden men-
cionarse las quemaduras extensas y la exposición a temperaturas bajas en pacientes
con hemoglobinuria paroxística por frío. 510
Los agentes químicos inductores de hemolisis pueden dividirse en tres grupos:
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6
ANEMIAS HEMOLITICAS
ADQUIRIDAS
Introducción. Anemia hemolítica adquirida autoinmunitaria.
Síndromes criopáticos. Anemias hemolíticas inducidas por fármacos.
Anemias hemolíticas microangiopáticas. Otras anemias hemolíticas.
Hemoglobinuria paroxística nocturna.
Introducción
Las anemias hemolíticas adquiridas pueden observarse en niños o adultos pre-
viamente sanos, o bien en pacientes con enfermedades inmunitarias, infecciosas o
neoplásicas. Son sucesos en los que los eritrocitos funcional y anatómicamente ínte-
gros sufren una agresión por un agente hemolizante que se encuentra en el micro-
ambiente, lo que da como consecuencia un acortamiento de su vida en la circula-
ción.
El agente con actividad hemolítica puede ser un isoanticuerpo, un anticuerpo
inmunitario o un autoanticuerpo, sustancias físicas, químicas, o venenos de origen
biológico.
Entre los agentes físicos se encuentran el calor, el traumatismo mecánico de los
corredores de maratón, el de los bongoceros, o la fragmentación de hematíes pro-
ducida por prótesis valvulares defectuosas. Entre las sustancias de origen biológico
pueden señalarse los venenos de serpiente, de arácnidos u otros insectos. Los
fármacos principales que inducen hemolisis se describieron en el capítulo 5. En el
cuadro 6.1 se incluyen las variedades principales de anemia hemolítica adquirida.
Síndromes criopáticos
Es un grupo de síndromes hemolíticos autoinmunitarios en los que el anticuer-
po que los causa tiene mayor afinidad por el antígeno correspondiente a temperatu-
ras bajas, inferiores a 30°C, a menudo entre 0 y 4°C; también se les conoce como
enfermedad de las aglutininas frías.23 Los pacientes manifiestan anemia hemolitica,
episodios de hemoglobinuria, acrocianosis y fenómenos vasooclusivos periféricos,
iniciados o agravados por la exposición al frío.
Pueden expresarse como procesos hemolíticos agudos concomitantes con in-
fecciones como la mononucleosis infecciosa o la neumonía por micoplasma más
frecuentes en adolescentes y adultos jóvenes.
Los síndromes criopáticos crónicos son padecimientos del adulto con una mayor
incidencia después de los 50 años de edad y que se observan con frecuencia en
individuos con enfermedades linfoproliferativas; quienes no la tienen al momento
del diagnóstico del proceso hemolítico, suelen desarrollarla posteriormente y algunos
presentar un trastorno similar a la macroglobulinemia de Waldenstróm.
Una tercera variedad de síndromes criopáticos lo constituye la hemoglobinuria
paroxística por frío,24 que se caracteriza por una potente hemolisina, el llamado
anticuerpo de Donath-Landsteiner descrito en 1904. Puede manifestarse como un
brote agudo, de resolución espontánea, de anemia hemolitica, que acompaña a una
enfermedad viral como los exantemas de los niños,25 o bien como un padecimiento
crónico idiopático que anteriormente se relacionó con la sífilis.
de lesión tisular producida por trombosis microvascular o por daño endotelial pri-
mario.
La lesión fundamental es la trombosis de los pequeños vasos, que puede relacio-
narse con múltiples mecanismos de producción o desarrollo,26 32 no totalmente diluci-
dados, ya que ha sido posible crear modelos experimentales que reproducen las lesio-
nes histológicas características, pero que no son demostrables en todos los casos.
Las enfermedades clínicas mejor definidas son el síndrome hemolítico urémi-
co, la púrpura trombocitopénica trombótica, la microangiopatía coexistente con
coagulación intravascular diseminada, eclampsia, sepsis por gramnegativos, las cri-
sis de hemolisis intravascular y la hipertensión maligna.
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7
ANEMIAS HEMOLITICAS
CONSTITUCIONALES
Introducción. Microesferocitosis familiar. Ovalocitosis.
Síndromes drepanocíticos. Otros síndromes hemolíticos con hemoglobinas
anormales. Síndromes talasémicos. Anemia hemolítica enzimopénica.
Introducción
Las anemias hemolíticas constitucionales son padecimientos intrínsecos del eri-
trocito, en su mayor parte hereditarios. En ellas el glóbulo rojo es constitucional-
mente defectuoso y como consecuencia, su vida en la circulación se acorta mucho,
lo que da por resultado un incremento en la hemolisis, superior a la capacidad
compensadora de la médula ósea. El defecto del eritrocito puede afectar la mem-
brana, la molécula de la hemoglobina, o las vías metabólicas eritrocitarias. Se co-
menta en primer lugar las anemias hemolíticas con defecto en la membrana del
eritrocito, de las cuales las variedades más comunes son la microesferocitosis y la
ovalocitosis; a continuación se describen los defectos en la biosíntesis de la hemo-
globina, que incluye los síndromes drepanocíticos, otras hemoglobinas anormales,
y los síndromes talasémicos, y finalmente, las anemias hemolíticas enzimopénicas.
Microesferocitosis familiar
Es una enfermedad con herencia de tipo somático dominante, aun cuando
recientemente, y como excepción, se han descrito algunos pacientes con una forma
grave con herencia tal vez recesiva.1 Su gravedad es variable, desde casos con
hemolisis compensada, con ictericia leve, sin anemia, hasta otros con anemia inten-
sa dependientes de transfusión; estos últimos son casos de excepción y la mayoría
de los pacientes presentan anemia moderada y no necesitan transfusión. En 75 a
85% de los sujetos con microesferocitosis familiar se encuentra esplenomegalia; en
algunos se ha observado orina oscura, coloración que no tiene relación con pigmentos
biliares. En estos casos, la enfermedad hemolítica es permanente; casi todos llegan
45
46 Parte I — Enfermedades de los eritrocitos
Ovalocitosis
La ovalocitosis o eliptocitosis hereditaria tiene numerosas variedades clínicas,
por ejemplo, los portadores asintomáticos que pueden llegar a tener hasta 40% de
ovalocitos; la variedad que evoluciona con hemolisis leve, que a menudo se diag-
nostica cuando un suceso intercurrente agrava la hemolisis, como una infección
viral, bacteriana o por protozoarios; el embarazo normal, o después de trasplante
renal; la ovalocitosis con anemia hemolítica moderada o intensa que puede reque-
rir esplenectomia con lo cual se corrige la anemia; la poiquilocitosis neonatal con
ovalocitosis que origina anemia hemolítica grave que mejora después de los seis
meses de edad, aun cuando puede persistir durante todo el primer año de la vida.
Estas variedades de ovalocitosis se heredan como carácter somático dominante y
están relacionadas con una anormalidad funcional de la proteína 4.1. eritrocítica.18,19
Sección AI: Anemias 47
Síndromes drepanocíticos
Estos se observan en la enfermedad hemolítica producida por la hemoglobinopatía
S y sus variedades clínicas. Se relacionan con fenómenos trombóticos isquémicos en
diferentes órganos y sistemas tisulares, como consecuencia de obstrucción de la
microvasculatura por drepanocitos. Estos últimos son eritrocitos deformados y rígidos
por la cristalización de la hemoglobina S en condiciones de baja tensión de oxígeno.
La hemoglobinopatía S no es sólo una enfermedad hemolítica, sino que es un padeci-
miento sistémico multiorgánico; al precipitar la hemoglobina dentro del eritrocito,
éste se deforma y causa drepanocitos, la membrana sufre cambios que originan mayor
adhesividad al endotelio vascular, rigidez, disminución de su deformabilidad indis-
pensable para fluir por los vasos capilares, y obstrucción de éstos y fenómenos isqué-
micos en las áreas tisulares afectadas.
Los tipos de hemoglobinopatía S determinados por variaciones alelomórficas
de los genes y de la interacción de otros genes hemoglobínicos anormales son: los
portadores de hemoglobina S, los homocigotos SS y los dobles heterocigotos SC,
SD, SE, S-talasemia beta. Las diferentes expresiones clínicas de la enfermedad
sistémica, dependen de la localización de los fenómenos isquémicos.
Los niños con anemia africana, homocigotos para hemoglobina S, son norma-
les al nacimiento, pero a los tres a seis años, el crecimiento está claramente retrasa-
do. La aceleración de éste durante la adolescencia también está disminuida con
respecto a lo que se observa en niños normales, y la pubertad es tardía.
La mayor parte de los casos de hemoglobinopatía S llegan a consulta después
de los seis meses de edad, probablemente debido a que durante los primeros meses
de la vida las cifras altas de hemoglobina fetal interfieren con la inducción de
drepanocitosis. En la serie de Dorantes no se observaron síntomas atribuibles a la
enfermedad en los primeros meses de la vida en ninguno de sus casos.20 Es frecuente
que los pacientes con síndromes drepanocíticos graves ingresen con anemia,
ictericia moderada o leve, cierto grado de hepatomegalia, y si son niños menores
de cinco a seis años, esplenomegalia; son pacientes con hemolisis crónica, perma-
nente, que coexiste con episodios repetidos de fiebre y crisis dolorosas de localiza-
ciones múltiples.
En México, la mayor parte de los casos proviene de las costas del Golfo de
México, los estados de Veracruz, Tabasco y Campeche; en el Pacífico, los estados
de Guerrero, Oaxaca y Chiapas. Todas éstas son las áreas donde se localizaron
finalmente los inmigrantes de raza negra traídos al país durante la Colonia. Los
casos de otras regiones son esporádicos.
El estado clínico de un caso determinado depende de la cronicidad y gravedad
de la anemia, de los fenómenos vasooclusivos (FVO) y de las complicaciones sépti-
cas; estas últimas principalmente los primeros años de la vida. Los síntomas clínicos
y los fenómenos vasooclusivos se hacen más evidentes en forma tardía.
48 Parte I — Enfermedades de los eritrocitos
producir choque hipovolémico grave y ocasionar la muerte del enfermo. Los niños
con esta complicación tienen tendencia a sufrir episodios recurrentes y por ello se
ha propuesto incluso la esplenectomía como tratamiento, pero un programa trans-
fusional adecuado puede permitir que el paciente llegue a los cinco o seis años de
edad, en la cual se produce control espontáneo de estas crisis por la reducción del
tamaño y la función del bazo.
El síndrome del cuadrante superior derecho se caracteriza por dolor en hipo-
condrio derecho, hiperbilirrubinemia acentuada, aumento de transaminasas, y
hepatomegalia de desarrollo rápido, en relación con una lesión hepática aguda. No
se conoce la causa de este síndrome. En adultos se ha informado de insuficiencia
hepática progresiva, con fallecimiento de los enfermos.
La lesión crónica de los vasos renales se manifiesta con hematuria, hipostenuria
y en algunos casos, síndrome nefrótico.
El síndrome torácico agudo es una complicación de la hemoglobinopatía S que
se caracteriza por dolor torácico de tipo pleural, fiebre, estertores en campos
pulmonares y la demostración de infiltrados radiográficos. A menudo es un hecho
de resolución espontánea similar a las crisis vasooclusivas, pero la lesión pulmonar
puede ser muy extensa y poner en peligro la vida de los pacientes. Los episodios
repetidos de síndrome torácico agudo pueden predisponer al desarrollo de neumo-
patía crónica e hipertensión pulmonar, y constituyen una de las causas de muerte
de las personas con anemia africana.23 La trombosis de los grandes vasos pulmonares
es una de las causas de muerte súbita en niños con hemoglobinopatía S. Los episo-
dios recurrentes de microinfartos pulmonares pueden producir enfermedad pul-
monar crónica, insuficiencia funcional pulmonar y reducción de la capacidad vital.
La anemia crónica afecta el miocardio, se produce "corazón anémico" y además las
transfusiones múltiples tienen como consecuencia hemosiderosis miocárdica. Los
fenómenos trombóticos de los vasos cerebrales pueden producir lesiones graves del
sistema nervioso central; coexistir con hemorragia subaracnoidea, y son de las com-
plicaciones de pronóstico más desfavorable. Las trombosis de los vasos cerebrales
afectan a los niños de 2 a 15 años con un promedio de edad de seis a siete años. A
veces hay hemiparesias, afasias, convulsiones, alteraciones de la conciencia y de la
sensibilidad. Estos accidentes cerebrovasculares tienen un alto índice de recurrencias,
que se previenen con un programa de hipertransfusión apropiado al problema. Las
dos terceras partes de los casos que no se incluyen en un programa de transfusión
crónica profiláctica, sufren nuevos episodios en los siguientes 36 meses.24 El estudio
de los vasos cerebrales en estos pacientes muestra numerosas anormalidades. La
tomografía computadorizada demuestra lesiones después de una semana del episo-
dio, aun cuando sea negativa los primeros días.
Las crisis de hiperhemólisis son otro de los sucesos que complican la evolución
de los individuos con síndrome drepanocítico. Consisten en la aceleración súbita
de la hemolisis la cual se ha relacionado con procesos infecciosos de diversa causa;
un germen común en estos casos es Mycoplasma pneumoniae.
Las crisis aplásticas también pueden ser una complicación, precedida de un
proceso febril acompañada de aplasia pura de serie roja, con un descenso rápido de
la hemoglobina; dura de 5 a 10 días y la eritropoyesis se reinicia espontáneamente,
hay reticulocitosís y normoblastemia en sangre periférica y la hemoglobina aumenta
a los niveles precrisis. Estas crisis aplásticas se relacionan con infección por
parvovirus B19,25 que afecta de manera selectiva la serie eritroide, deja indemnes a
los leucocitos y las plaquetas, aunque en algunos casos pueden afectarse todos los
50 Parte I — Enfermedades de los eritrocitos
Fig. 7.1. Ulcera trófica cicatrizada en el tobillo de una adolescente con anemia drepanocítica.
52 Parte I - Enfermedades de los eritrocitos
Síndromes talasémicos
Estos síndromes son un grupo heterogéneo de trastornos clínicos que tienen en
común un defecto constitucional de hemoglobinización de los eritrocitos, cuya ex-
presión clínica es muy variable, e incluye desde casos gravemente enfermos e invá-
lidos hasta portadores asintomáticos. La anormalidad fundamental en el paciente
talasémico es una deficiencia selectiva de una de las cadenas peptídicas de la hemo-
globina, determinada por un defecto en su biosíntesis, relacionado con una muta-
ción genética.30,32 Esta reducción en la velocidad de producción puede afectar a
cualesquiera de las cadenas de globina, y dependiendo de ésta se distinguen la
talasemia beta, la talasemia alfa, la gamma y la delta. Los genes talasémicos tienen
su mayor prevalencia en los pobladores de Italia y Grecia.33 En Estados Unidos se
ha observado en descendientes de italianos y griegos34 y en la población negra.35 En
México se han registrado casos en niños con ancestros de raza negra (mulatos),
pero también en mestizos en los que no ha sido posible identificar el origen del gen;
la mayor prevalencia de la talasemia beta se ha ubicado en un poblado de ascen-
dencia italiana. La talasemia alfa tiene su mayor prevalencia en el sudeste de Asia36'
y en China. En el Continente Americano se han identificado núcleos de población
afectada en inmigrantes del sudeste asiático. En México se han encontrado casos
aislados. Las mutaciones de genes que determinan disminución de la producción
de cadenas gamma o delta que se encuentian en las fracciones menores de la he-
moglobina, es excepcional que se acompañen de manifestaciones clínicas excepto
cuando se trata de dobles heterocigotos como en la talasemia delta-beta. Finalmen-
te, deben mencionarse los síndromes similares a la talasemia determinados por las
hemoglobinas Lepore y la Constant Spring.37
Las talasemias se dividen en tres grupos en función de la gravedad de su expre-
sión clínica: los síndromes talasémicos dependientes de transfusión, denominados
54 Parte I — Enfermedades de los eritrocitos
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Sección AI: Anemias 59
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8
ANEMIAS POR BLOQUEO
METABOLICO
Introducción. Bloqueos metabólicos adquiridos.
Bloqueos metabólicos congénitos. Porfirias. Anemias sideroblásticas.
Anemias diseritropoyéticas congénitas.
Introducción
En este capítulo se incluye un conjunto de anemias en las que se produce inhi-
bición de la eritropoyesis causada por deficiencias enzimáticas, adquiridas o congé-
nitas. El bloqueo de las vías metabólicas puede ser exclusivamente del eritrocito, o
coexistir con anormalidades sistémicas capaces de inducir inhibición del metabolis-
mo de las células eritroides.
Las anormalidades o bloqueos metabólicos pueden originar síndromes mega-
loblásticos, interferencia en la utilización del hierro, anemias hemolíticas, anemias
aplásticas, aplasia pura de serie roja. Existen dos grupos: las adquiridas y las heredi-
tarias o de mecanismo genético.
Entre los primeros están procesos inflamatorios crónicos; síndromes megalo-
blásticos por fármacos y otros agentes químicos, y los causados por hepatopatías.
Entre los segundos se encuentran anemias megaloblásticas; porfirias eritropo-
yética, y aguda intermitente; anemias sideroblásticas, y anemias diseritropoyéticas
congénitas.
Porfirias
Las porfirias son padecimientos hereditarios en los que existe un bloqueo en la
síntesis del grupo hem de la hemoglobina. Algunas de sus variedades coexisten con
anemia hemolítica como manifestación prominente; en otras, el síntoma principal
es la hipersensibilidad al sol, y en otras más, la lesión hepática, los síntomas abdo-
minales o la lesión neurológica. Como es frecuente que el médico que ve proble-
mas hematológicos sea consultado en relación con estos pacientes, es de interés
presentar una breve descripción de estos síndromes clínicos, los recursos para su
diagnóstico y algunos criterios para su tratamiento.
Porfiria eritropoyética
Se caracteriza por hipersensibilidad a los rayos ultravioleta con graves lesiones
de dermatitis solar recurrente, con vesículas que al romperse se infectan y dan lugar
a cicatrices retráctiles en la comisura bucal, los párpados, la nariz y los pabellones
auriculares (fig. 8.1 [véase sección en color]).
Anemias sideroblásticas
La anemia sideroblástica hereditaria es más frecuente en varones, pero tam-
bién se ha observado en el sexo femenino; fue descrita por primera vez en 1946.l8
Las anemias sideroblásticas adquiridas primarias, se clasifican en el grupo de
síndromes mielodisplásicos y probablemente son enfermedades clónales que corres-
ponden a neoplasias de desarrollo lento. Pero existe un grupo de anemias sidero-
blásticas secundarias, relacionadas con fármacos o toxinas, tales como medicamen-
64 Parte I — Enfermedades de los eritrocitos
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9
APLASIA PURA DE SERIE ROJA
Introducción. Aplasia pura de serie roja adquirida.
Aplasia pura de serie roja congénita.
Introducción
La aplasia pura de serie roja (APSR) agrupa un conjunto de síndromes en los
que hay supresión selectiva de la actividad eritropoyética y como consecuencia, se
desarrolla anemia crónica arregenerativa. Se pueden distinguir dos grupos: las
aplasias de serie roja congénitas y las aplasias de serie roja adquiridas.
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Sección BI:
10
METAHEMOGLOBINEMIAS
Introducción. Metahemoglobinemias. Tratamiento.
Introducción
La cianosis es un síndrome relacionado con hipoxia tisular sistémica concomi-
tante con padecimientos pulmonares o cardiacos; sin embargo, existen pacientes
cianóticos que son sanos del sistema cardiorrespiratorio pero que padecen una en-
fermedad hematológica que puede corresponder a plétora o policitemia, o a
meta-hemoglobinemia; aun cuando conviene recordar que hay personas con
cianosis localizada, con síndrome de Raynaud, que no tiene relación con ninguno
de los trastornos anteriores. En este capítulo se analizan las distintas variedades de
meta-hemoglobinemia, su significado clínico, su diagnóstico y tratamiento.
Metahemoglobinemias
La cianosis de aparición súbita y signos de hipoxia aguda, taquicardia y taquip-
nea, en ausencia de enfermedad pulmonar o cardiaca, sugiere metahemoglobinemia
tóxica en relación con exposición a oxidantes; estos últimos pueden ser inhalados,
ingeridos, o introducidos por vía parenteral; las soluciones benzólicas de anilina
también pueden absorberse a través de la piel y provocan metahemoglobinemia
aguda. La variedad crónica se observa en enfermos cianóticos bien adaptados a la
hipoxia; se ha señalado que si un paciente es cianótico y puede realizar todas las
actividades de la vida diaria normalmente, entonces padece metahemoglobinemia
congénita. Son dos ejemplos de los dos grandes grupos de metahemoglobinemias:
las adquiridas y las congénitas.
Metahemoglobinemias adquiridas. En la mayor parte de los casos son cau-
sadas por fármacos o tóxicos con acción oxidante. Entre ellos, anestésicos tópicos
como la benzocaína, prilocaína y el alquitrán de hulla; antiagregantes plaquetarios
como la acetofenetidina y el paracetamol (acetaminofén), los derivados de la anili-
na como los colorantes para marcar telas o pañales, desinfectantes tópicos o crayones.
Las soluciones benzólicas de anilina que se usan como colorantes para la piel del
70
Sección BI: Cianosis de causa hematológica 71
versos grados en la gravedad del cuadro clínico y se han descrito casos con defi-
ciencia enzimática sistémica, con retraso mental, espasticidad, opistótonos, micro-
cefalia, retraso en el desarrollo psicomotor y fallecimiento temprano, alrededor del
primer año de la vida. En México se ha estudiado una familia grande, de aproxima-
damente 30 miembros en tres generaciones, con algunos metahemoglobinémicos
de más de 40 años de edad, con notable desarrollo muscular y vida normal; el caso
índice fue un lactante de ocho meses con cianosis desde el nacimiento, y metahe-
moglobina de 50 a 60%, tratado con ácido ascórbico y actualmente tiene 26 años de
edad y realiza actividad normal.22
Las hemoglobinas anormales relacionadas con la producción de cianosis inclu-
yen las hemoglobinas M y hemoglobinas con trastornos en su afinidad por el oxíge-
no. La alteración fundamental en las hemoglobinas M es un claro incremento en la
tendencia a oxidarse, esto es, a formar metahemoglobina, aun cuando en algunos
tipos se produce anemia hemolitica leve. En cambio, en hemoglobinas con afini-
dad anormal para el oxígeno, la cianosis no se debe a metahemoglobina sino a las
cifras aumentadas de hemoglobina desoxigenada a tensiones de oxígeno fisiológi-
camente normales.
Las hemoglobinas M pueden identificarse por medios espectroscópicos, pero
para demostrarlas es conveniente separarlas de la Hb A, por medio de cromatogra-
fía o electroforesis.23 Las hemoglobinas con afinidad disminuida por el oxígeno se
pueden identificar con una curva de disociación de oxígeno en una muestra de
hemoglobina en la que se ha dializado previamente el difosfoglicerato.
Las hemoglobinas anormales productoras de cianosis se heredan como carác-
ter somático dominante, de tal manera que a menudo pueden identificarse en uno
de los padres y en uno de los abuelos del propositus. Se ha señalado que las
hemoglobinas M no causan enfermedad y que la cianosis tiene sólo importancia
estética, pero en algunos casos se ha acompañado con retraso mental. Por otro lado,
la metahemoglobina M no se reduce con azul de metileno o ácido ascórbico.
Tratamiento
El tratamiento de la metahemoglobinemia aguda se hace con azul de metileno a
dosis de 1 mg/kg en adultos, y 2 mg/kg en niños, en inyección endovenosa lenta de
cuando menos cinco minutos de duración. Dosis altas de más de 500 mg hasta varios
gramos, han producido reacciones adversas como náuseas, dolor abdominal, zumbi-
dos de oído, cefalea, confusión mental y en algunos enfermos, anemia hemolitica. Son
especialmente susceptibles a esta última, las personas con deficiencia de deshidrogenasa
de la glucosa-6-fosfato, en las cuales está contraindicado el azul de metileno. En la
metahemoglobinemia crónica es conveniente iniciar el tratamiento con ácido ascórbico,
que a dosis terapéuticas es bien tolerado por periodos largos.
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11
POLICITEMIAS
Introducción. Policitemia aparente o espuria.
Policitemia real. Policitemia hipóxica.
Policitemia concurrente con neoplasias productoras
de eritropoyetina. Policitemia familiar. Policitemia vera.
Introducción
El síndrome de plétora o policitemia se manifiesta por cefalea, somnolencia,
mareos, vértigo, tinnitus, trastornos visuales como visión borrosa, escotomas, diplo-
pía; pueden presentarse síntomas de angor pectoris o claudicación intermitente. A
la inspección se encuentra plétora o cianosis rojiza de la cara, nariz, pabellones
auriculares y labios; las conjuntivas y la mucosa bucal se observan congestionadas.
El examen de fondo de ojo muestra ingurgitación venosa y congestión de la retina.
En algunos casos hay hipertensión, pero probablemente se debe a la hipervolemia
que agrava una hipertensión leve o latente.
El término policitemia se aplica al aumento de glóbulos rojos a cifras superio-
res al límite normal para la edad del paciente. Puede existir policitemia aparente,
espuria o seudopolicitemia, en las situaciones en las que se produce una reducción
del volumen plasmático. En la policitemia real hay incremento de la masa roja
total, y del volumen sanguíneo total.
Policitemia real
El incremento de la masa roja total que caracteriza a la policitemia puede tener
causas múltiples, pero en la mayoría de los pacientes coexiste con incremento en
las concentraciones plasmáticas de eritropoyetina, que aumenta en caso de hipoxia
de muy variados mecanismos, o cuando se induce su síntesis en relación con algu-
nas neoplasias o quistes.
Las variedades clínicas de policitemia son la policitemia hipóxica, la policitemia
de las altitudes elevadas, la policitemia por fármacos u otros agentes químicos que
estimulan la producción de eritrocitos, la relacionada con neoplasias productoras
de eritropoyetina, la del síndrome de Bartter y las policitemias de mecanismo genético
(cuadro 11.1).
Policitemia hipóxica
Esta puede coexistir con enfermedades pulmonares, cardiovasculares, o el sín-
drome de la apnea del sueño. En esta última la saturación de oxígeno de la sangre
roja total
Policitemia hipóxica
Enfermedad cardiopulmonar adquirida
Cardiopatía congénita cianógena
Policitemia de las altitudes
Síndromes de hipoventilación: apnea del sueño
Hemoglobinas con aumento de afinidad por el oxígeno
Policitemia neonatal Policitemia familiar Policitemia con
incremento autónomo de eritropoyetina
Neoplasias o quistes renales
Hepatomas
Hemangioblastomas de la fosa posterior
Policitemia vera
76 Parte I - Enfermedades de los eritrocitos
Policitemia familiar
Esta policitemia puede ser causada por producción constitucional de eritropo-
yetina,10 de mecanismo genético, y también por una mutación de la hemoglobina
que provoca aumento de la afinidad de ésta por el oxígeno, el cual no es cedido a
los tejidos; un tercer grupo se debe a un defecto congénito en la concentración de
2,3-difosfoglicerato.
El síndrome de hiperviscosidad se manifiesta por trastornos visuales y neuroló-
gicos, fenómenos trombóticos y en ocasiones hemorragia. Se puede encontrar in-
gurgitación de las venas del fondo de ojo, y dilatación que alterna con constricción
vascular. Los signos neurológicos son cefalea, vértigo, somnolencia, estupor, a ve-
ces relacionados con trombosis de los vasos cerebrales; las del sistema venoso del
oído interno pueden causar sordera permanente. En algunos casos hay convulsio-
nes localizadas o generalizadas. Los síntomas están relacionados con la resistencia
de la sangre para fluir por los vasos sanguíneos, principalmente por el hematócrito,
pero también pueden influir fenómenos plasmáticos y cambios en la membrana de
los eritrocitos. El incremento en la viscosidad sanguínea es la alteración fisiopatológica
fundamental en la policitemia.
Policitemia vera
Es una enfermedad neoplásica de crecimiento lento, causada por la prolifera-
ción clonal de una célula tronco hematopoyética mutada, independiente de los
mecanismos normales reguladores de la proliferación de las células eritroides.1113
Las células tronco o células tallo son las que forman el compartimiento proliferativo
de las células de la sangre. La policitemia vera se caracteriza por un incremento de
la masa roja total, leucocitosis, trombocitosis y esplenomegalia. Hay pruebas de
que también participan los linfocitos en el proceso neoplásico.14 En la médula ósea
hay hiperplasia de la serie eritroide, granulocítica y megacariocítica.
El tratamiento debe iniciarse en pacientes jóvenes, con flebotomías, una a dos
veces por mes. En ancianos o en enfermos con insuficiencia cardiaca, se hace
eritrocitoféresis, esto es, recambio de sangre por plasma, volumen a volumen. Los
pacientes que tienen complicaciones trombóticas a menudo requieren tratamiento
con inmunosupresores,15 entre los cuales se han usado fósforo 32, hidroxiurea o
busulfán.
78 Parte I - Enfermedades de los eritrocitos
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Sección CI:
SÍNDROMES DE PANCITOPENIA PERIFÉRICA
12
SÍNDROMES DE PANCITOPENIA
PERIFÉRICA
Introducción. Etiopatogenia. Anemia aplástica. Pancitopenia en anemia
megaloblástica. Pancitopenia e infección. Pancitopenia autoinmunitaria.
Pancitopenia en síndromes infiltrativos neoplásicos y no neoplásicos.
Introducción
La pancitopenia periférica es un síndrome que puede relacionarse con múlti-
ples padecimientos, con afección grave de los tejidos sanguíneos, y se caracteriza
por anemia, neutropenia y plaquetopenia. Es de interés hacer notar que en los
últimos años los procesos patológicos concomitantes con linfopenia han recibido
una mayor atención, su importancia clínica se ha expandido, y cuando coinciden
con anemia y plaquetopenia es necesario diferenciarlos claramente de las pancito-
penias periféricas, porque constituyen enfermedades que requieren abordaje clíni-
co independiente.
Etiopatogenia
Es un hecho bien establecido que la pancitopenia periférica en niños puede
señalar la posibilidad diagnóstica de leucemia aguda o anemia aplástica (AA), y con
menor frecuencia otras enfermedades, como la alteración hematopoyética carencial
que coexiste con deficiencia de folatos o de vitamina B12; las histiocitosis sistémicas,
las enfermedades por almacenamiento de lípidos como la de Gaucher y otros pa-
decimientos de causa no determinada como la mielofibrosis, la enfermedad de
Hodgkin con mielofibrosis y las pancitopenias de mecanismos inmunitarios (cua-
dro 12.1). En el adulto, la enfermedad relacionada con pancitopenia se amplía a
padecimientos poco frecuentes o que no se observan en la niñez, tales como la
esplenomegalia congestiva crónica, el mieloma múltiple, el carcinoma metastásico
y otras neoplasias. La pancitopenia periférica es un síndrome que permite orientar
tempranamente el diagnóstico y aun cuando abarca un número muy amplio de
79
80 Parte I — Enfermedades de los eritrocitos
Anemia aplástica
Se caracteriza por anemia crónica arregenerativa coexistente con neutropenia
y trombocitopenia, esto es, pancitopenia periférica. Se acompaña de una marcada
Sección CI: Síndromes depancitopenia periférica 81
rojos sino también plaquetas; esto es frecuente en la anemia aplástica, ya que los
pacientes desarrollan un síndrome de pancitopenia periférica, esto es, anemia,
neutropenia y plaquetopenia.
Los procesos febriles en el enfermo con anemia aplástica tienen una gran im-
portancia, ya que uno de los problemas clínicos principales en AA son las infeccio-
nes bacterianas diseminadas, las que, junto con la hemorragia intracraneal, consti-
tuyen las principales causas de fallecimiento. La decisión de usar antibióticos en el
paciente neutropénico, y en especial en el que padece anemia aplástica, es de im-
portancia crítica, ya que la ausencia de fagocitos polimorfonucleares acentúa los
riesgos concomitantes a la antibioticoterapia. Estos medicamentos producen inhi-
bición de la flora de las vías respiratorias superiores y del intestino grueso, lo que
incrementa la posibilidad de complicaciones infecciosas graves, con gérmenes
gramnegativos, rebeldes a los antibióticos, esto equivale a decir que el uso inade-
cuado de éstos en la persona neutropénica puede facilitar la instalación de una
infección sistémica por gramnegativos, y transformar un proceso febril controlable
en uno infeccioso grave. La colonización y subsecuente superinfección con bacte-
rias y hongos resistentes es un riesgo del uso prolongado de antibióticos.r>
Los criterios clínicos para iniciar antibióticos en los pacientes neutropénicos son
motivo de controversia. Basados en el concepto de que la infección es la causa más
probable de fiebre, y en la posibilidad de que una infección en el paciente neutropénico
grave puede progresar de un foco oculto a choque séptico en pocas horas, y que, por
Sección CI: Síndromes de pancitopenia periférica 83
otro lado, la reacción inflamatoria puede estar atenuada por la carencia de células
sanguíneas que participan en la inflamación, se ha recomendado una pronta instala-
ción de antibioticoterapia. Sin embargo, es necesario tener en cuenta los siguientes
hechos: en la mitad de los procesos febriles de corta duración en el neutropénico, la
infección nunca se identifica o ésta es de naturaleza viral y puede ser resuelta sin
antibióticos. Además, existen otras causas de fiebre, por ejemplo, los procesos febriles
relacionados con medicamentos, como la fiebre coexistente con andrógenos, la fiebre
por antibióticos6 y las reacciones febriles postransfusionales.
Por otra parte, la antibioticoterapia en los pacientes con anemia aplástica re-
quiere un catéter endovenoso permanente (venoclisis), con los riesgos consecuen-
tes, en presencia de neutropenia intensa. Por esto la decisión de usar antibióticos en
AA debe adecuarse al estado clínico de cada paciente de manera individual. No
hay duda de la indicación de antibióticos en procesos supurados, como la otitis
media supurada, los abscesos subcutáneos u osteomusculares. En un paciente
neutropénico con un máximo febril aislado de pocas horas de duración, o sin prue-
bas de proceso inflamatorio, hemodinámicamente estable, y en alerta clínica, sin
afección importante del estado general, con frecuencia es posible posponer la ini-
ciación de antibióticos en tanto se realizan los cultivos adecuados y los estudios
necesarios para orientar mejor la terapéutica.
El tratamiento de la mayor parte de los casos de anemia aplástica requiere de
medidas de sostén como las transfusiones de fracciones sanguíneas indispensables
para conservar al enfermo con cifras de hemoglobina congruentes con la vida, o
bien la transfusión de concentrados plaquetarios para el control de sucesos hemorrá-
gicos graves, todo lo cual trae asociados fenómenos inmunológicos7 que pueden
tener un papel en el deterioro del estado clínico y hematológico de los pacientes
aplásticos aun después del diagnóstico y del inicio del tratamiento.
Es frecuente que los enfermos aplásticos presenten complicaciones hemorrá-
gicas de gravedad variable, la mayor parte de las cuales se resuelven con medidas
locales, tales como compresión del área hemorrágica si esto es posible, o tapo-
namientos nasales laxos y por tiempo no mayor de una a dos horas. Los tapona-
mientos muy enérgicos y por tiempo prolongado no mejoran el índice de control
de la hemorragia, sino más bien tienen efecto desfavorable porque lesionan la mu-
cosa e inducen reacciones inflamatorias que facilitan la persistencia de la salida de
sangre. Cuando perdura la hemorragia después de una o dos horas de tratamiento
local, estos enfermos requieren recibir concentrados plaquetarios.
En el tratamiento para inducir remisión de las anemias aplásticas adquiridas se
consideran dos grupos de pacientes: los que tienen anemia aplástica intensa (AAI)
de acuerdo con el criterio internacional8 y los que tienen anemia aplástica modera-
da, con menor mortalidad y morbilidad; este último grupo de pacientes puede re-
mitir con tratamiento con anabólicos andrógenos y se define porque los enfermos
tienen más de 2% de reticulocitos, más de 500 neutrófilos/ml en sangre periférica y
más de 10% de neutrófilos maduros en médula ósea. Lon andrógenos ofrecen muy
poco a los pacientes con AAI, ya que el porcentaje de enfermos que logran recupe-
rarse con este recurso es ocasional, probablemente alrededor de 1%. Las dos opcio-
nes principales para la terapia de la AAI es la inmunosupresión, o el trasplante de
médula ósea (TMO) alógena para los casos que cuentan con un donador HLA
compatible o el TMO singénico para los que tienen un gemelo monocigoto. El
tratamiento inmunosupresor en la AA requiere medicamentos inmunomoduladores
específicos como la globulina antitimocito o la globulina antilinfocito equina (GALE);
84 Parte I — Enfermedades de los eritrocitos
esta última a dosis de 15 mg/kg/día por cinco días. La mayor parte de los casos
presenta manifestaciones de enfermedad del suero (fig. 12.3 [véase sección en co-
lor]), que se controla con esteroides y se resuelve aproximadamente para el día 21
después de iniciado el tratamiento.
La experiencia con otros inmunosupresores, en las dosis comunes en clínica, es
insuficiente, y no tiene utilidad probada. En fecha reciente se creó un protocolo de
inmunosupresión intensiva con ciclosporina A, que es una opción para el trata-
miento de los pacientes con anemia aplástica intensa.9 En otro protocolo de inmu-
nosupresión se administra ciclofosfamida a altas dosis,10 pero esto último requiere
una valoración más amplia. Los factores de crecimiento hematopoyético recombi-
nantes (FCH-G y FCH-GM) pueden aumentar las cifras de neutrófilos en algunos
enfermos, de manera transitoria, mientras se continúa su administración; esto per-
mite controlar procesos infecciosos graves o bien, realizar procedimientos quirúrgi-
cos indispensables (fig. 12.4).
Para valorar el pronóstico de un paciente con anemia aplástica debe tenerse en
cuenta que ésta no es una afección clínica homogénea y que se pueden definir
grupos de enfermos con riesgo diferente: los que cursan con menos de 500 neutró-
filos/109 /L, menos de 0.02/L de reticulocitos en sangre periférica, y menos de 30%
de células hematopoyéticas residuales en médula ósea, se han clasificado como
AAI y constituyen un grupo de pacientes con mal pronóstico, cuyo índice de mor-
talidad es alto, sobre todo los seis primeros meses de evolución. Los anémicos
aplásticos que tienen hemorragias masivas con altos requerimientos transfusionales,
permanecen hospitalizados por periodos prolongados y tienen mayor incidencia
de complicaciones infecciosas y hemorrágicas graves. La intracraneal en un anémi-
Pancitopenia e infección
La coexistencia de pancitopenia periférica con procesos infecciosos graves ha
sido un hecho conocido en clínica desde hace varios decenios, en relación con
infección por gérmenes intracelulares como Brucella, bacilo de Koch y otras mico-
bacterias, principalmente en las formas miliares. En procesos septicémicos graves
está bien comprobada la pancitopenia periférica que se ha atribuido a mecanismos
múltiples como anemia hemolítica microangiopática, consumo excesivo de leucocitos
y plaquetas en la circulación, relacionado con endotoxemia. En estos casos, la mé-
dula ósea presenta celularidad normal o moderadamente disminuida, con serie roja
y megacariocítica poco alterada, pero con serie granulocítica en la que predominan
los neutrófilos jóvenes, con ausencia o disminución importante de los maduros.
En infecciones virales generalizadas se ha descrito hipoplasia de la médula ósea
con pancitopenia periférica, disfunción hepática, hepatomegalia, esplenomegalia,
síndrome hemorrágico y linfadenopatías concomitantes con proliferación histiocítica
diseminada con hemofagocitosis; inicialmente esto se llamó síndrome hemofagocítico
relacionado con virus, pero después se ha observado el mismo fenómeno en infec-
86 Parte I - Enfermedades de los eritrocitos
dones bacterianas, por hongos o parásitos, por lo que ha sido necesario ampliar el
concepto y denominarlo síndrome hemofagocítico relacionado con infección, prin-
cipalmente gérmenes intracelulares obligados o facultativos.
Pancitopenia autoinmunitaria
Cerca de 5% de los pacientes con lupus eritematoso sistémíco (LES) tienen
pancitopenia en algún momento de su evolución; es necesario diferenciar la panci-
topenia autoinmunitaria de la inducida por medicamentos, ya que los inmuno-
supresores usados en el tratamiento del LES son mielotóxicos. Esta variedad de
pancitopenia puede evolucionar con médula ósea con celularidad normal, aunque
a menudo es hipoplásica. El síndrome de Felty cursa con pancitopenia, de probable
origen inmunitario.
La pancitopenia periférica relacionada con la proliferación de linfocitos gran-
des granulares e hipoplasia de médula ósea, es un trastorno inmunitario que debe
diferenciarse de otras pancitopenias, porque reacciona satisfactoriamente al trata-
miento con ciclofosfamida y prednisona.18
ción se recolecta material muy escaso, o incluso procedimientos repetidos dan pun-
ciones "secas", se considera la posibilidad de mielofibrosis. El tejido obtenido por
biopsia, teñida histoquímicamente muestra incremento de las fibrillas de colágeno.
Sin embargo, es conveniente recordar que en estos pacientes la fibrosis no es uni-
forme, de tal manera que también pueden obtenerse aspirados con celularidad nor-
mal o aumentada, lo cual no descarta el diagnóstico. La mielofibrosis es un padeci-
miento que inicialmente se describió en adultos, la edad promedio al diagnóstico es
de 60 años, pero en ocasiones se han observado casos pediátricos.19
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PARTE II
Enfermedades
de los leucocitos
Sección AII:
ENFERMEDADES DE LAS CÉLULAS FAGOCITICAS
13
NEUTROFILIAS
Introducción. Neutrofilia en procesos febriles o inflamatorios agudos. Neutrofilia
no inflamatoria.
Introducción
Los tejidos sanguíneos reaccionan a estímulos externos con cambios tisulares y
bioquímicos, que implican incremento en el número de células circulantes, de los
mensajeros bioquímicos, de las moléculas que se encuentran en suspensión o en
solución en el suero, o bien disminución de los anteriores componentes. Todos
estos cambios tienen importante repercusión en la fisiología orgánica. El incremen-
to en el número de leucocitos circulantes, es un fenómeno reactivo en la mayor
parte de los pacientes, pero también puede ser la expresión de proliferación celular
autónoma en los procesos leucémicos. Estos párrafos están dedicados al análisis de
las leucocitosis reactivas neutrofílicas.
La neutrofilia puede definirse como el incremento de las cifras de neutrófilos
circulantes por arriba de 7 500/10/L después del periodo neonatal hasta la edad
adulta. En el primer mes de la vida los valores son muy variables y cambian sema-
na a semana, las cifras normales se señalan en el cuadro 13.1. Las neutrofilias pue-
den ser agudas o crónicas y su significado depende de que haya o no síntomas de
enfermedad subyacente.
El incremento de neutrófilos en la circulación puede deberse a desmarginación
de los neutrófilos adheridos al endotelio de la microvasculatura, por movilización
de las reservas de neutrófilos de la médula ósea, o por bloqueo de la salida de estas
células del árbol vascular como sucede cuando se administran esteroides.
En caso de neutrofilias intensas, de más de 100 000/ul, puede producirse
leucostasis y obstrucción de la luz de los pequeños vasos sanguíneos en áreas
viscerales, como en el sistema nervioso central.
El paciente con leucocitosis neutrofílica puede presentarse a consulta con sig-
nos y síntomas de un proceso inflamatorio agudo, con lo que fácilmente se establece
la correlación clínica. Pero también puede observarse neutrofilia coexistente con
procesos agudos no inflamatorios, o bien como un hallazgo aislado de laboratorio
en casos sin enfermedad aparente.
91
92 Parte II - Enfermedades de los leucocitos
Neutrofilia no inflamatoria
Las neutrofilias concomitantes con estados agudos no inflamatorios son la del
ejercicio vigoroso, como una carrera, estados convulsivos, dolor agudo, durante la
raquianestesia,4 y todas las variantes de cirugía; la hemorragia interna de cualquier
localización, las crisis hemolíticas; en las embarazadas al iniciar el parto o al presen-
tar eclampsia.5 La tensión psicológica, como la angustia extrema y el pánico pue-
den causar neutrofilia. Los traumatismos, el choque eléctrico y el infarto agudo del
miocardio también dan lugar a neutrofilia.
Puede haber neutrofilia por acción de agentes hormonales, fármacos u otras
sustancias químicas. Los glucocorticoides inhiben la diapédesis de los neutrófilos;
la adrenalina y otras catecolaminas producen desmarginación de los granulocitos;
esta neutrofilia está relacionada con disminución en la adherencia de los neutrófilos
lo que causa su desmarginación. Este efecto puede ser bloqueado por propranolol.
En los pacientes psiquiátricos que reciben sales de litio por tiempo prolongado se
ha observado neutrofilia. La ranitidina y la quinidina también originan leucocito-
sis.''7 El aumento de esferoides endógenos en plasma puede ser la causa de la
Sección AII: Enfermedades de las células fagocíticas 93
Referencias
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14
NEUTROPENIAS
Y AGRANULOCITOSIS
Introducción. Variedades clínicas. Neutropenias adquiridas.
Neutropenias constitucionales.
Introducción
Los síndromes clínicos relacionados con neutropenia o agranulocitosis inclu-
yen, de manera característica, manifestaciones derivadas de la persistencia o dise-
minación de infecciones bacterianas. Es frecuente observar abscesos subcutáneos
repetidos, otitis media y periodontitis crónica. En la neutropenia aguda, el síndro-
me clásico es la angina agranulocítica, que se caracteriza por úlceras de la mucosa
bucal, dolorosas, necrosantes, con calosfríos y fiebre alta de evolución progresiva.
El paciente tiene postración y mal estado general coexistente con diseminación
bacteriana y sepsis subsecuente.1 En la neutropenia crónica algunos enfermos pue-
den evolucionar asintomáticos por semanas o meses. El riesgo de desarrollar proce-
sos septicémicos es significativo en los personas con menos de 500 neutrófilos/μl y
es muy alto en sujetos con curvas planas, con cifras de neutrófilos inferiores a 200/
μ1; es poco frecuente que los pacientes con más de 1 000 neutrófilos presenten
infecciones progresivas de difícil control.
En las infecciones del neutropénico la fiebre es común, al igual que el dolor
local, la hipersensibilidad y el eritema, pero la formación de exudados purulentos
puede estar disminuida. En el caso de neumonitis puede no existir la consolidación
neumónica característica.
No todas las neutropenias se acompañan de angina agranulocítica de evolu-
ción aguda, ya que esta última es más frecuente en agranulocitosis por fármacos.
Los enfermos con neutropenia crónica con frecuencia acuden a consulta por brotes
repetidos de faringoamigdalitis que no se resuelven con antibioticoterapia, o en
algunos casos, simplemente por neutropenia como hallazgo de laboratorio. Puede
considerarse que un enfermo con infecciones faríngeas repetidas en el que se aislan
gérmenes gramnegativos, requiere una biometría hemática. Al analizar los resulta-
dos hay que tomar en cuenta que las faringoamigdalitis son muy comunes y que la
94
Sección AII: Enfermedades de las células fagocíticas 95
Variedades clínicas
Las neutropenias son un grupo heterogéneo de trastornos clínicos, y sus meca-
nismos pueden variar con la edad del paciente y el tipo de enfermedad concomi-
tante o subyacente. Las neutropenias del periodo neonatal son estados propios de
esta etapa de la vida. Entre las más frecuentes se encuentran las coexistentes con
infecciones virales o bacterianas. Específica del neonato es la neutropenia neonatal
aloinmunitaria que es una enfermedad de patogenia similar a la eritroblastosis fetal,
y que se debe al paso de anticuerpos maternos al feto por vía placentaria.
Fig. 14.1. Lesión gingival y dentaria graves relacionadas con periodontitis crónica, en un
niño con neutropenia cíclica.
96 Parte II - Enfermedades de los leucocitos
Neutropenias adquiridas
Neutropenias concomitantes con procesos infecciosos
En infecciones virales puede observarse neutropenia de corta duración, duran-
te el periodo de viremia aguda, generalmente los primeros tres a cinco días de
Neutropenias adquiridas
• Neutropenias carenciales
—Deficiencia de ácido fólico o vitamina B12
• Neutropenias inmunitarias
—Neutropenias autoinmunitarias: lupus eritematoso sistémico, síndrome de Felty, hepatitis crónica
autoinmunitaria, linfoma de Hodgkin
—Neutropenias aloinmunitarias o isoinmunitarias: neutropenia neonatal isoinmunitaria
• Neutropenias inducidas por fármacos
—Fármacos que inducen neutropenia en personas susceptibles o con reacción idiosincrática —Fármacos
que inducen neutropenia en todas las personas que las reciben por tiempo y dosis necesarios
Neutropenias constitucionales
Cuadro 14.2.
Fármacos que inducen neutropenia en individuos susceptibles
Analgésicos, antitérmicos y antiinflamatorios no esteroides: aminopirina (piramidón), dipirona,
fenilbutazona, oxifenbutazona, fenacetina, antipirina, acetanilida, ibuprofén, tolmetín, indometacina,
pentazocina, acetaminofén, sales de oro
Anticonvulsivos: carbamazepina, mefenitoína, fenitoína
Antimicrobianos y antiparasitarios: penicilinas semisintéticas, cefalosporinas, cloranfenicol,
clindamicina, gentamicina, rifampicina, estreptomicina, isoniazida, ácido p-amino salicílico (PAS),
tetraciclinas, trimetoprim-sulfametoxazol, vancomicina, minocilina, metronidazol, quinina,
cloroquina, amodiaquina, pirimetamina, dapsona
Antihipertensores, antiarrítmicos: captopril, alfametildopa, propranolol, quinidina, tocainida,
procainamida, hidralazina, disopiramida
Antitiroideos: metimazol, carbimazol, propiltiouracilo
Diuréticos: mercuriales, clorotiazida, hidroclorotiazida, clortalidona, acetazolamida, ácido etacrínico
Hipoglucemiantes orales: tolbutamida, clorpropamida
Inmunosupresores: levamisol, penicilamina
Tranquilizantes, sedantes, hipnóticos y antidepresores: benzodiazepinas, clordiacepóxido, meprobamato,
fenotiazinas, clorpromazina, amitriptilina, amoxapina, desipramina, doxepin, imipramina
Otros: cimetidina, ranitidina, alopurinol
Neutropenia autoinmunitaria
Las neutropenias crónicas idiopáticas con frecuencia corresponden a neutro-
penias autoinmunitarias en las que la autoinmunidad está limitada a neutrófilos. En
otros casos forma parte del síndrome de Evans, o de lupus eritematoso sistémico, o
de bicitopenias autoinmunitarias.
Neutropenia isoinmunitaria
La neutropenia isoinmunitaria o aloinmunitaria tiene patogenia similar a la
isoinmunización maternofetal eritrocitaria, ya que antígenos heredados del padre
que no tienen los leucocitos de la madre, inducen en ella la producción de anticuerpos
IgG que pasan la placenta y causan la destrucción periférica de los neutrófilos. El
neonato puede encontrarse asintomático o haber adquirido una infección sistémica
diseminada grave la cual requiere antibioticoterapia. La neutropenia aloinmunitaria
puede durar de dos a cuatro meses y en ocasiones mejora con exanguinotransfusión
para eliminar anticuerpos del plasma.
Neutropenias constitucionales
La agranulocitosis infantil genética o enfermedad de Kostman,10,11 es una varie-
dad grave de agranulocitosis, en la que los pacientes fallecen tempranamente en los
primeros meses de la vida.
Neutropenia cíclica
Un síndrome de infecciones piógenas periódicas de gravedad variable, relacio-
nado con descenso cíclico de las cifras de neutrófilos, con serie eritroide y megaca-
riocítica normales, puede corresponder a neutropenia cíclica, la cual es una enfer-
medad de mecanismo genético que se caracteriza por granulopoyesis que oscila
entre cifras de neutropenia grave con menos de 200 neutrófilos/μl y cifras entre 900
y 1 000, con periodicidad de 21 días. Los pacientes pueden llegar a adultos sin
lesiones graves, si se tratan las complicaciones infecciosas de manera adecuada y
oportuna.12 Algunos procesos infecciosos pueden ocultar las oscilaciones caracterís-
ticas de las cifras de neutrófilos en estos pacientes, al condicionar neutropenia per-
sistente por periodos prolongados.
La neutropenia cíclica de principio en la niñez es probablemente una enferme-
dad familiar que se hereda como carácter somático dominante; cuando se trata con
factor de crecimiento hematopoyético de serie granulocítica (FCH-G) aumenta el
número de granulocitos pero no se modifica la variación periódica de los neutrófi-
los.13 También oscila el número de monocitos, pero están desfasados en relación
con el de los neutrófilos y oscilan entre cifras normales y aumentadas.
Existe una variedad de neutropenia cíclica que principia en la edad adulta,
que coexiste con una proliferación clonal de linfocitos grandes granulares CD56+;
esta variedad reacciona al tratamiento con esteroides en bajas dosis o con ciclos-
porina A.
100 Parte II — Enfermedades de los leucocitos
Síndrome de Chediak-Higashi
Es una enfermedad hereditaria que se caracteriza por disfunción celular que se
manifiesta por la fusión de los granulos citoplásmicos intracelulares, que dan lugar
a lisosomas gigantes y agregación patológica de melanosomas que afecta el cabello,
la piel y los ojos, y origina albinismo oculocutáneo característico. También puede
haber neutropenia y disfunción plaquetaria. Este síndrome se comenta con más
amplitud en el capítulo 15.
Síndrome de Schwachman-Diamond
Es una enfermedad que se inicia en el periodo neonatal y se caracteriza por
neutropenia, deficiencia pancreática exocrina y enanismo. Los enfermos tienen
déficit de amilasa, lipasa y tripsina, y desarrollan esteatorrea de gravedad variable.
En ocasiones tienen hipoplasia de la médula ósea. Se han descrito irregularidades
en la densidad ósea en las metáfisis, demostrables en las imágenes radiográficas.
Disqueratosis congénita
Es un padecimiento que se caracteriza por hiperpígmentación reticulada de la
piel, leucoplasia de las mucosas, trastornos tróficos y pérdida de las uñas, hiperque-
ratosis de las palmas y plantas, atrofia de la piel de las superficies extensoras de las
extremidades. Es un trastorno genético que se hereda como carácter recesivo liga-
do al cromosoma X, por lo que es un padecimiento de varones. Coexiste con
neutropenia y rara vez con hipoplasia de la médula ósea;14 en estos casos es necesa-
rio diferenciarlo de la anemia aplástica.
Sección AII: Enfermedades de las células fagociticas 101
Disgenesia reticular
Es una enfermedad genética grave que puede causar el fallecimiento de pa-
cientes en la lactancia, por lo que se han tratado con trasplante de médula ósea tan
pronto como se establece el diagnóstico. Los enfermos presentan agranulocitosis,
hipoplasia linfoide y displasia tímica. La médula ósea es hipoplásica, con depresión
intensa de precursores de neutrófilos y linfocitos, pero con serie eritroide y megaca-
riocítica normales; los linfocitos T son adecuados y hay niveles bajos de IgM e
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15
SÍNDROMES DE DISFUNCION
DE NEUTROFILOS
Introducción. Deficiencias intrínsecas del neutrófilo.
Disfunción del neutrófilo de causa extrínseca.
Introducción
La disfunción de neutrófilos se relaciona con un grupo de síndromes clínicos
que se caracterizan por infecciones piógenas recurrentes de gravedad variable, la
mayor parte de localización cutánea pero también sinobronquial o sinopulmonar,
o de cavidades y conductos óticos, la otorrea y la mastoiditis aguda o crónica son
manifestaciones frecuentes, pero la afección más común es el desarrollo de absce-
sos subcutáneos recurrentes. Algunos de estos síndromes se relacionan con infec-
ciones bacterianas recurrentes sin formación de exudados purulentos, como sucede
en la deficiencia de polimerización de la actina citoplásmica del neutrófilo.1 Tam-
bién la neutropenia o seudoneutropenia que coexiste con formación de émbolos de
agregados de leucocitos relacionada con incremento de la adhesividad del neutrófilo2
y que puede verse en caso de sepsis bacteriana, lupus eritematoso sistémico o pro-
cedimientos de diálisis.2
Las anormalidades en la función del neutrófilo, de mecanismo genético, pue-
den deberse a defectos intrínsecos celulares o a variaciones en las biomoléculas
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Referencias
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Sección AII: Enfermedades de las células fagocíticas 105
Introducción
La línea monocito-macrófago-célula presentadora de antígeno se origina a partir
de las células tronco CFU-GM en la médula ósea y continúa con monoblasto, premo-
nocito, monocito, macrófagos tisulares o histíocitos, células gigantes multinucleadas;
células de Langerhans y células dendríticas. Este sistema celular está ampliamente
distribuido y se encuentra en la sangre, la médula ósea, los espacios pleural, peritoneal
y alveolar, los ganglios linfáticos, el hígado, el bazo, otros órganos parenquimatosos y
en la piel. Los fagocitos mononucleares juegan un papel activo en las reacciones de
defensa contra algunos agentes patógenos y en la eliminación de células senescentes y
desechos o fragmentos celulares. Son una parte integral de la reacción inmunitaria
humoral. Participan en la defensa contra el desarrollo de neoplasias y en el control de
la granulopoyesis y la eritropoyesis. La célula tronco CFU-GM es común a los ele-
mentos de la serie monocito-macrófago y a la serie de células granulocíticas. El progre-
so en el conocimiento de la biología de estas células ha permitido precisar también la
patología relacionada con ellas. Por ello resulta oportuno presentar el grupo de enfer-
medades no malignas que afectan a este complejo sistema tisular, lo cual constituye el
tema de este capítulo (cuadro 16.1).
106
Sección AII: Enfermedades de las células fagocíticas 107
Macrófagos
• Histiocitosis reactivas de los macrófagos
—Síndromes hemofagocíticos ligados a: infección, fármacos, lupus eritematoso sistémico —
Linfohistiocitosis hemofagocítica familiar —Histiocitosis con linfadenopatía masiva
—Enfermedades proliferativas benignas de los macrófagos: xantoma diseminado,
xantogranuloma juvenil
• Deficiencia metabólica
—Esfingolipidosis: enfermedad de Gaucher, enfermedad de Niemann-Pick, deficiencia de
esfingomielinasa
• Deficiencia de macrófagos
—Osteopetrosis
• Enfermedades malignas de los macrófagos
—Leucemia aguda monoblástica —
Leucemia mielomonocítica crónica —
Histiocitosis maligna 5q35
Células de Langerhans
• Histiocitosis reactivas de células de Langerhans
—Granuloma eosinófilo
—Histiocitosis recurrente de células de Langerhans
—Síndrome de Hashimoto-Pritzker o histiocitosis congénita
—Histiocitosis de resolución espontánea
• Histiocitosis de células de Langerhans probablemente malignas
—Histiocitosis de células de Langerhans sistémica, progresiva (enfermedad de Letterer-Siwe) —Linfoma
de células de Langerhans; linfoma histiocítico —Linfoma de células dendríticas
probable que estén relacionadas con depresión de la hematopoyesis, más que con
el consumo concurrente con la hemofagocitosis. Además de la proliferación de
histiocitos se ha observado depleción linfocitaria y áreas de necrosis no supurativa
en ganglios linfáticos y bazo. Entre los casos con infecciones bacterianas se encuen-
tran pacientes con fiebre tifoidea, en los que el cuadro histiocítico remitió totalmen-
te con el tratamiento antibiótico de la salmonelosis; infecciones parasitarias o
micóticas, como el caso de un lactante con histoplasmosis sistémica diseminada que
se inició durante la convalecencia de una infección por sarampión.
Enfermedades proliferativas
benignas de los macrófagos
Incluyen la reticulohistiocitosis multicéntrica, el xantogranuloma juvenil y el
xantoma diseminado.
Deficiencia de macrófagos
Osteopetrosis infantil, deficiencia aislada de macrófagos que ha sido tratada
con trasplante de médula ósea con éxito (fig. 16.2 [véase sección en color]).
Fig. 16.3. Lesiones papulohemorrágicas infiltradas en la piel del dorso de un niño con histiocitosis de células
de Langerhans diseminada.
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Sección BII:
SÍNDROMES HIPEREOSINOFILOS
17
EOSINOFILIA
Introducción. Eosinofilia en granulomatosis larvaria. Eosinofilias
de causas no parasitarias. Síndromes hipereosinófilos idiopáticos.
Introducción
En la clínica resulta conveniente separar las eosinofilias leves sin manifestacio-
nes clínicas propias por un lado, y por otro, los síndromes de aumento de eosinófilos
con manifestaciones viscerales, ya que estos últimos pueden coexistir con lesiones
tisulares graves y poner en riesgo la vida de los pacientes.
Los síndromes de aumento de eosinófilos con manifestaciones viscerales son
trastornos clínicos cuyo pronóstico y mecanismo patógeno son muy variados y su
causa cambia de una a otra región geográfica. Pueden dividirse en tres grupos:
1) los relacionados con granulomatosis larvaria, 2) los síndromes eosinófilos no para-
sitarios que incluyen reacciones a fármacos, padecimientos alérgicos dermatológicos,
enfermedades vasculares autoinmunitarias como la poliarteritis nodosa, entre otras
anotadas en el cuadro 17.1, y 3) los síndromes hipereosinófilos idiopáticos.
Los síndromes de aumento de eosinófilos constituyen un grupo muy amplio de
padecimientos clínicos que se caracterizan por infiltración tisular eosinófila y una
cifra de más de 1 500 eosinófilos/ul en sangre periférica. En las regiones tropicales
las eosinofilias parasitarias constituyen el tipo más frecuente, es decir, la granulo-
matosis larvaria es la causa más común de aumento de eosinófilos.
Puede provocar lesión pulmonar, hepática, de las masas musculares, los ojos, el
sistema nervioso central y la piel. En la mayor parte de los casos la eosinofilia de la
granulomatosis larvaria coexiste con hipergammaglobulinemia. La demostración
de la larva puede ser difícil, pero para algunos parásitos se han creado estudios
serológicos útiles como la prueba ELISA para Strongyloides stercoralis. Entre las
helmintiasis parenterales de mayor interés clínico por su frecuencia están la ascari-
diasis larvaria, que es una de las parasitosis más comunes en niños, pero es rara en
la edad adulta. En comunidades rurales de las regiones tropicales se ha encontrado
ascaridiasis en 60 a 90% de la población. En cambio, en regiones áridas es una
parasitosis excepcional. La ascaridiasis se transmite por el suelo porque los huevecillos
depositados por el parásito adulto en el interior del intestino, después de ser elimi-
nados en las heces del paciente parasitado, requieren permanecer en un ambiente
sombreado y húmedo por cuatro semanas para embrionar y ser infectantes, de ahí
son recogidos e ingeridos por los niños y con menos frecuencia por los adultos,
pasan al intestino donde la larva sale del huevecillo, atraviesa el epitelio intestinal,
pasa a la circulación porta y llega al hígado; después, por las venas suprahepáticas
llegan al corazón y los pulmones donde pueden dar lugar a neumonía eosinófila o
sólo infiltrados pulmonares asintomáticos que por su interés se comentan más ade-
lante. A continuación las larvas pasan a los bronquios, ascienden por la tráquea y al
llegar a la faringe son deglutidas, pasan al esófago y se localizan finalmente en el
intestino, donde maduran y se transforman en parásitos adultos que producen
huevecillos que aparecen en las heces. La eosinofilia se observa cuando el parásito
se encuentra en su fase extraintestinal, la cual puede durar de 8 a 12 semanas.1
La granulomatosis larvaria no se observa durante las infecciones iniciales, por-
que la reacción inflamatoria crónica con formación de granulomas sólo se produce
en el huésped sensibilizado por infecciones previas. Por tanto, es en los individuos
que sufren infestaciones repetidas en quienes se presentan infiltrados pulmona-
res, que con frecuencia no tienen expresión clínica, pero cuando el número de
larvas es muy grande se produce un síndrome bronconeumónico caracterizado
por insuficiencia respiratoria, tos, estertores sibilantes, infiltrados pulmonares con
Sección BII: Síndromes hipereosinófilos 115
leucocitosis y eosinofilia pero con poca fiebre; puede haber crecimiento hepático
doloroso. Hay mejoría de los síntomas respiratorios en pocos días pero los infiltra-
dos pulmonares y la eosinofilia pueden permanecer hasta por cuatro semanas.
Durante los primeros 10 días de evolución pueden encontrarse larvas en el exuda-
do bronquial. Las neumonías eosinófilas agudas conocidas como síndrome de
Loffler, son producidas por las larvas de una gran variedad de nematodos, como
ascaris, Ancylostoma duodenale, Necator americanus, Strongyloides stercoralis, Trichinella
spiralis, Paragonimus westermani entre otros. La granulomatosis larvaria coexiste con
hipergammaglobulinemia. En niños también pueden observarse artralgias, urticaria
y convulsiones.
Este síndrome presenta variaciones interesantes:
Infección de vías respiratorias que dura de una a dos semanas y se acompaña
de aumento de eosinófilos y lesiones cutáneas que sugieren dermatitis serpiginosa o
verminosa, que puede corresponder a uncinariasis reciente. Se observa en niños o
adultos que residen en regiones de clima cálido y húmedo, como las costas y las
zonas mineras. La uncinariasis es una parasitosis en la que la larva infectante pe-
netra a través de la piel, produce eritema y pápulas que evolucionan a vesículas y a
lesiones hipocrómicas o discrómicas, que se localizan en tobillos, la espalda, o las
regiones glúteas. En México, la uncinariasis es producida, en la mayor parte de los
casos, por Necator americanus pero también se encuentra Ancylostoma duodenale
y casos aislados parasitados con Ancylostoma brazilienzey Ancylostoma canino. Los pa-
cientes que llegan a los hospitales del altiplano del país con uncinariasis provienen
de las regiones tropicales como la costa del Golfo, pero también de las zonas mine-
ras. Se encuentran en la fase tardía de la uncinariasis, y su problema clínico princi-
pal es anemia microcítica hipocrómica grave, relacionada con la hemorragia crónica
y por tanto, con la deficiencia de hierro subsecuente. En estos pacientes se inicia el
tratamiento de la anemia con sales ferrosas por vía oral, con lo que se obtiene
remisión de la anemia aun cuando el sujeto no haya recibido terapia para la
parasitosis. Sin embargo, requiere antiparasitarios después de tratar la anemia, por-
que debido a la longevidad de las uncinarias en intestino, existe el riesgo de recaí-
das. El enfermo uncinariásico con anemia intensa, con frecuencia tiene cardiopatía
anémica, corazón anémico, resultado de la hipoxia tisular prolongada, y se encuen-
tra en equilibrio fisiológico precario que puede descompensarse con facilidad; por
esta razón no debe recibir transfusiones rápidas ni en volumen grande. Cuando es
indispensable transfundirlos, se les aplican glóbulos rojos en cantidades no mayo-
res de 8 ml/kg peso corporal, en cuatro a seis horas. Si en el momento de la consulta
ya hay datos de insuficiencia cardiaca, puede ser necesario efectuar una transfusión
de recambio, con el objeto de no agravar la sobrecarga del corazón. En esta etapa
del padecimiento, está contraindicado realizar estudios invasores que no sean indis-
pensables para el diagnóstico, tales como rectosigmoidoscopias. Un enfermo con
uncinariasis y deficiencia de hierro es 100% recuperable si se preserva su precario
equilibrio fisiológico hemodinámico, al iniciar el tratamiento de la anemia crónica.
Otra variedad clínica de granulomatosis larvaria es la de un paciente con fiebre
alta, manifestaciones hepáticas, pulmonares, pleurales, o todas ellas, aumento de
eosinófilos e hipergammaglobulinemia; en éste puede considerarse el diagnóstico
de fascioliasis, en especial si el caso proviene del Valle del Lerma o de la región
adyacente a Atlixco, Puebla. Para ello es necesario recordar que fasciola es un pará-
sito del ganado vacuno y que los seres humanos lo adquieren al comer berros y
otras plantas acuáticas cosechadas en canales de riego o embalses de agua de las
116 Parte II - Enfermedades de los leucocitos
regiones donde existe ganado parasitado y donde las plantas pueden contaminarse
con caracoles del género Physa y Helisoma que son los vectores del parásito.' En los
pacientes con fasciolas la fiebre suele ser vespertina o nocturna, intermitente, de
uno o varios meses de duración, y acompañarse de pérdida de peso y hepatomegalia,
con hígado aumentado de consistencia, de superficie lisa; algunos enfermos pue-
den tener derrame pleural derecho. En el diagnóstico diferencial es necesario con-
siderar la infestación por capilaria hepática que también puede producir un proce-
so febril de evolución prolongada, hepatomegalia, eosinofilia e hipergammagiobu-
linemia.
La eosinofilia tropical, otra variedad clínica de granulomatosis larvaria, es una
enfermedad caquectizante que se observa en el sudeste de Asia e India. Se caracte-
riza por infiltrados pulmonares; cambios granulomatosos en el hígado, el bazo y los
ganglios linfáticos, y aumento de los eosinófilos. Predomina en el sexo masculino y
es producida por una filaría. Puede curarse con dietilcarbamazina.
Otras enfermedades a tener en cuenta en el diagnóstico diferencial de los infil-
trados pulmonares con eosinofilia son la aspergilosis broncopulmonar alérgica pro-
ducida por Aspergillus fumigatus, la micosis de los obreros que manejan granos2 y las
reacciones a medicamentos, en especial la nitrofurantoína3 y el metotrexato,4 aun
cuando también se han implicado otras sustancias5 o agentes químicos. Otra micosis
que puede inducir eosinofilia y tener localización pulmonar, en este caso de las
regiones áridas, es la coccidioidomicosis. En pacientes con vasculitis autoinmuni-
tarias como la periarteritis nodosa, y en procesos como la enfermedad de Hodgkin
y la sarcoidosis también pueden observarse infiltrados pulmonares con eosinofilia.
cárdica eosinófila11,12 y la leucemia eosinófila entre otras; a todas se les conoce como
síndromes hipereosinófilos idiopáticos, ya que probablemente se encuentran inter-
relacionados.
Para el diagnóstico13 se requiere:
1) Cifras de más de 1 500 eosinófilos por microlitro en sangre periférica, que
persista por más de seis meses. 2) Signos y síntomas de lesión visceral que puede
afectar a uno o más órganos. 3) Ausencia de una enfermedad primaria de las que
causan eosinofilia (cuadro 17.1).
Las manifestaciones clínicas varían de acuerdo con el órgano o sistema tisular
afectado, y su gravedad depende de la localización de la lesión principal. En los
síndromes hipereosinófilos idiopáticos, la enfermedad cardiaca tiene una morbili-
dad alta y es la principal causa de la mortalidad, por lo que su diagnóstico y trata-
miento, adecuado y oportuno, es de gran interés. Es necesario prevenir el progreso
de la lesión antes de que se produzca cardiomiopatía restrictiva o insuficiencia mitral.13
La cardiopatía de este síndrome puede evolucionar en tres estadios que son: necrosis-
trombosis-fibrosis; el primero es un estadio necrótico agudo, cuyo diagnóstico re-
quiere ecocardiografía y angiocardiografía, pero cuando éstas son normales en oca-
siones se ha necesitado biopsia endomiocárdica para demostrar la lesión; en los
pacientes del autor, que no tienen datos clínicos de enfermedad cardiaca, se ha
seguido la evolución con estudios ecocardiográficos cada seis meses. El segundo
estadio consiste en una lesión trombótica que se encuentra en eosinofilias de más
de 10 meses de evolución. El tercero es un estadio fibrótico tardío con eosinofilias
altas de más de dos años de duración.
Otra lesión de pronóstico desfavorable en el síndrome es la participación del
sistema nervioso central, que puede ser de tres tipos: el primero es una enferme-
dad neurológica causada por tromboémbolos; el segundo es una disfunción pri-
maria del sistema nervioso central con cambios de conducta, ataxia, pérdida de la
memoria y anormalidades de neurona motora superior con hipertonicidad muscu-
lar y signo de Babinsky positivo. El tercer tipo son neuropatías periféricas. La
esplenomegalia se considera un marcador de la presencia de enfermedad mielo-
proliferativa, u otra sistémica progresiva. Los infiltrados pulmonares aislados tie-
nen buen pronóstico14 lo mismo que los síndromes gastrointestinales y la afección
dermatológica. 15 Las manifestaciones cutáneas se observan en 50% de los pacientes
y consisten en lesiones urticarianas o angiomatosas. También puede haber par-
ticipación ocular; la angiografía con fluoresceína demuestra que más de la mitad
de los enfermos tienen trastornos de la coroides; también se ha observado quera-
toconjuntivitis seca, epiescleritis, o síndrome de Adié, que consiste en pupilotonía
y eosinofilia. En el sistema musculosquelético los síntomas más frecuentes son
artralgias y flogosis articular, y también miositis. En el tubo digestivo hay gastritis
eosinófila, pancreatitis, colangitis esclerosante, hepatitis crónica e incluso síndro-
me de Budd-Chiari. Los fenómenos trombóticos son mas frecuentes en vasos co-
ronarios y en vasos retiñíanos.16
El síndrome hipereosinófilo idiopático es más frecuente en hombres que en
mujeres y el límite de edad es de 20 a 50 años, aun cuando se han informado
algunos casos en niños.
El diagnóstico temprano y el monitoreo clínico y ecocardiográfico de la enfer-
medad cardiaca, junto con su tratamiento, han mejorado el pronóstico de los pa-
cientes con síndrome hipereosinófilo, se ha informado supervivencias hasta de 80%
de los casos a cinco años y de 42% a 10 a 15 años.16 Hay un grupo de enfermos que
118 Parte II — Enfermedades de los leucocitos
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Sección CII:
ENFERMEDADES DE LOS TEJIDOS LINFOIDES
18
SÍNDROME DE LOS CRECIMIENTOS
GANGLIONARES
Introducción. Adenomegalia en los niños. Causas de adenomegalia.
Síndromes de mononucleosis. Linfocitosis.
Introducción
Los signos clínicos relacionados con enfermedades de los tejidos linfoides son
muy variados y consisten en adenomegalia, esplenomegalia, masas mediastínicas,
hemorragia, fatiga, pérdida de peso, dolores óseos o articulares, prurito generaliza-
do, fiebre prolongada.
El crecimiento de los ganglios representa un problema clínico frecuente para el
pediatra o el médico internista, por lo que es de interés comentar algunos hechos
clínicos significativos para el diagnóstico correspondiente. La etiopatogenia de los
crecimientos ganglionares varía con la edad de los pacientes, la localización, las
enfermedades prevalentes en el área de residencia del sujeto, su ocupación y la
existencia o no de un padecimiento primario subyacente.
Causas de adenomegalia
Pueden considerarse tres grupos de crecimiento de ganglios linfáticos: los loca-
lizados a áreas limitadas; el generalizado o de localizaciones múltiples, y los neoplá-
sicos.
Al analizar las posibles causas de un síndrome ganglionar conviene tener en
cuenta los siguientes hechos:
122 Parte II - Enfermedades de los leucocitos
Crecimiento localizado
a) El crecimiento local en áreas que drenan territorios linfáticos, se relaciona con
infecciones por gérmenes piógenos, por ejemplo, furúnculos producidos por
estafilococo, infecciones de vías respiratorias superiores o de vías auditivas.
La rubéola y otros virus pueden originar crecimiento de ganglios de cadenas
cervicales, sensibles a la palpación. Las infecciones piógenas de las porciones
distales de las extremidades, en especial las inferiores, pueden ser la causa de
adenomegalia inguinal o axilar.
b) Los ganglios que drenan la puerta de entrada de algunos procesos infecciosos
causan adenomegalia local, fiebre por arañazo de gato, chancro blando, chan
cro primario de la sífilis, linfogranuloma venéreo, criptococosis, tularemia.
c) Entre las infecciones primarias de los ganglios, pueden mencionarse las produ
cidas por estafilococo dorado y la buba de Pasteurella pestis.
d) La invasión ganglionar por el bacilo de Koch u hongos como Histoplasma
capsulatum, puede producir granulomas e hiperplasia ganglionar. Las personas
expuestas a berilio también cursan con granulomas ganglionares; hay que men
cionar los granulomas de la sarcoidosis.
Adenomegalias neoplásicas
Las enfermedades neoplásicas pueden producir crecimiento localizado o gene-
ralizado de ganglios linfáticos, a menudo bien limitados, movibles, firmes, de con-
sistencia ahulada.
En este grupo se encuentran los crecimientos de las enfermedades neoplásicas
primarias del tejido linfoide como el linfoma de Hodgkin y el no Hodgkin, la leucemia
linfoblástica aguda, la leucemia linfocítica crónica, el linfoepitelioma y otras; los
procesos neoplásicos que invaden ganglios linfáticos como la leucemia mieloblástica
aguda, leucemia mieloide crónica, mielofibrosis idiopática con hematopoyesis
extramedular y las metástasis de carcinoma a ganglios linfáticos.
Síndromes de mononucleosis
El síndrome de mononucleosis se caracteriza por fiebre irregular, dolor faríngeo,
crecimiento de ganglios principalmente cervicales, pero que puede ser generaliza-
Sección CII: Enfennedades de los tejidos linfoides 123
causar hepatitis febril pero coexiste con disfunción renal. En el síndrome de mono-
nucleosis relacionado con HIV-I la principal manifestación suele ser meningitis
aséptica, por lo que es necesario hacer diagnóstico diferencial con meningitis por
virus coxsackie, coriomeningitis linfocítica, leptospirosis o coriomeningitis aséptica
relacionada con enfermedad de Lyme. Entre las bacterias que pueden ocasionar un
síndrome de mononucleosis está Listeria monocitogenes. Por otro lado, hay trastornos
en los que no es posible identificar el germen implicado.
Los síndromes de mononucleosis suelen resolverse espontáneamente por lo
que es de esperar la recuperación en cerca de dos meses, y no requieren tratamiento
adicional específico, sólo las medidas de sostén necesarias de acuerdo con el caso
clínico.
Los indicadores de los síndromes de mononucleosis en sangre periférica son
los linfocitos atípicos, que son T CD8 positivos activados, células grandes con cito-
plasma abundante teñido de color azul pálido, que puede contener algunas vacuolas,
el borde del citoplasma se tiñe de color más intenso y se deforma en contacto con
las células adyacentes en el frotis, la cromatina nuclear está dispuesta en grumos
finos.
Linfocitosis
Las cifras normales de linfocitos varían con la edad de los pacientes; en los
lactantes menores de seis meses la cifra máxima normal es de 15 000/μI, y en los
lactantes mayores de seis meses 11 000/μl. A los seis años la cifra máxima normal de
linfocitos desciende a 7 000/μl; a los 12 años es de 6 000; a los 21 años 4 800 y en el
adulto 4 000/μl.
En fecha reciente se ha ampliado el número de infecciones que causan linfocitosis
y son, VEB, CMV, el virus de la inmunodeficiencia humana (SIDA), el virus her-
pes simple tipo II, adeno virus, los virus varicela zoster, el de la rubéola, la hepatitis
infecciosa; infecciones bacterianas: la producida por Bordetella pertussis y otras de
causa desconocida como la linfocitosis infecciosa aguda.
Esta es una enfermedad aguda que se observa en niños entre 1 y 14 años de
edad, la mayor parte en los primeros 10 años de vida. Se han informado algunos
casos en adultos. Casi todos los pacientes evolucionan sin síntomas clínicos, pero
algunos pueden tener dolor abdominal, diarrea, vómito y fiebre, que se resuelven
en pocos días. Es evidente el aumento de los leucocitos circulantes que pueden
llegar a 40 000 a 60 000/μl sobre todo linfocitos maduros, que persisten por dos a
tres semanas y pueden coexistir con eosinofilia. Los linfocitos predominantes pue-
den ser linfocitos T, nulos o linfocitos B.23,24
El síndrome posperfusión que se observa después de cirugía de corazón abierto
con circulación extracorpórea o en pacientes hipertransfundidos, probablemente
tiene relación con infección por citomegalovirus.25
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Sección DII:
ANORMALIDADES DE LOS LINFOCITOS
19
INMUNODEFICIENCIAS
Introducción. Inmunodeficiencias adquiridas. Inmunodeficiencias
de mecanismo genético. Inmunodeficiencias relacionadas
con anormalidades del complemento.
Introducción
Los estados de inmunodeficiencia se caracterizan por una disminución de la
capacidad de expresar una reacción inmunitaria eficaz ante antígenos extraños, y
está determinada por un defecto en la función de los linfocitos. Las inmunodefi-
ciencias pueden ser adquiridas, inducidas por una agresión infecciosa, tóxica,
inmunitaria o neoplásica de los linfocitos; o bien tratarse de enfermedades heredi-
tarias relacionadas con mutaciones genómicas diversas. Se presenta un breve co-
mentario de las inmunodeficiencias adquiridas.
Inmunodeficiencias adquiridas
Son trastornos clínicos frecuentes, relacionados con procesos infecciosos, des-
nutrición grave, fármacos citotóxicos, neoplasias malignas y algunos trastornos
metabólicos, aun cuando existen variedades de causa desconocida o idiopáticas,
como la hipogammaglobulinemia común variable o de principio tardío, o hipo-
gammaglobulinemia del adulto. La desnutrición grave, denominada desnutrición
de tercer grado con el criterio de Gómez, se relaciona con hipoplasia túnica y de
otros tejidos linfoides y también con anormalidad en el número y la función de los
linfocitos T. La linfangiectasia intestinal con edema y ascitis se acompaña de dismi-
nución de inmunoglobulinas y de linfocitos T. La uremia también coexiste con
disfunción de linfocitos T. Los procesos malignos como el timoma, que se acompa-
ña de aplajia pura de serie roja, o de autoanticuerpos contra varios órganos o teji-
dos se relaciona con anormalidad de la función de los linfocitos T y disminución de
linfocitos B y pre-B; algunos padecimientos hematológicos infiltrativos también
coexisten con inmunodeficiencia similar. El tratamiento con inmunosupresores como
esteroides y anüneoplásicos también causan inmunodeficiencia, que se manifiesta
126
Sección DII: Anormalidades de los linfocitos 127
prolongarse hasta los dos años de edad, época en que las inmunoglobulinas se
incrementan espontáneamente a lo normal. Los pacientes pueden estar asintomá-
ticos o sólo tener infecciones leves recurrentes, pero otros experimentan problemas
sinopulmonares clínicamente evidentes y requieren terapia de reemplazo.
La inmunodeficiencia más frecuente es la deficiencia selectiva de IgA; la ma-
yor parte de los individuos afectados son asintomáticos, pero unos pocos tienen
gran susceptibilidad a enfermedades autoinmunitarias e infecciones recurrentes
del tubo digestivo; entre las primeras están lupus eritematoso sistémico, artritis
reumatoide, tiroiditis, dermatomiositis, enfermedad de Addison, anemia pernicio-
sa, anemia hemolítica autoinmunitaria, y también puede haber diarrea crónica o
intolerancia al gluten. Hay mayor incidencia de alergia respiratoria que coexiste
con asma de difícil control. Se ha observado anafilaxis grave después de transfu-
sión sanguínea, que depende de sensibilización previa a IgA. La IgA sérica es
menor de 5 mg/dl. Uno de los objetivos fundamentales del tratamiento es preve-
nir la sensibilización a IgA, por lo que cuando estos pacientes requieren transfu-
sión, se debe realizar con sangre de donadores deficientes en IgA o con fracciones
sanguíneas sin IgA. La administración de IgG oral, puede ayudar al control de la
diarrea crónica.
El síndrome de hiper IgM es una inmunodeficiencia que se ha observado como
complicación de la rubéola congénita; los enfermos experimentan infecciones bacte-
rianas recurrentes de las vías respiratorias superiores, los oídos, y los pulmones, desde
temprana edad; son susceptibles a infecciones por Pneumocystis carinii y pueden pre-
sentar neutropenia cíclica y úlceras de cavidad bucal. Es frecuente la hipertrofia
amigdalina y adenomegalia cervical. La cuantificación de inmunoglobulinas muestra
IgM aumentada, IgD normal, pero IgG, IgA, IgE bajas o ausentes. La terapia de reem-
plazo con IgGIV previene las infecciones recurrentes.
Hay inmunodeficiencias combinadas celulares y humorales. Entre ellas están
la inmunodeficiencia combinada grave que inicia sus síntomas en los primeros meses
de la vida, con moniliasis bucal, cutánea, o ambas, diarrea intratable y neumonía
intersticial causada a menudo por Pneumocystis carinii. Estos niños son muy suscep-
tibles a infecciones virales tales como varicela, herpes, adenovirus y citomegalovirus
que se desarrollan y causan enfermedad grave que puede ser mortal. No deben
recibir vacunas con virus vivos porque invariablemente producen un padecimiento
difícil de controlar, entre ellas, la vacuna de la poliomielitis, la antivariolosa y la
BCG. La transfusión de sangre produce enfermedad injerto contra huésped grave;
esta última también puede originarse por transferencia de linfocitos maternos du-
rante el embarazo o en el curso del parto. Todas las transfusiones deben hacerse
con fracciones sanguíneas radiadas. La deficiencia de deaminasa de la adenosina y
la del complejo mayor de histocompatibilidad de clase II, la de la fosforilasa de los
nucleósidos de purina dan cuadros clínicos muy similares. El tratamiento preferido
es el trasplante de médula ósea.
Los enfermos con síndrome del linfocito desnudo son niños con diarrea cróni-
ca relacionada con monilias y criptosporidios, e infecciones recurrentes bacterianas
o virales. Las inmunoglobulinas séricas se encuentran bajas, pero los ganglios
linfáticos son de tamaño normal; tienen linfocitos T y B en número normal; sin
embargo, son funcionalmente deficientes, ya que carecen de antígenos de histo
compatibilidad de clase I (HLA-A, HLA-B, HLA-C).
Hay inmunodeficiencias sintomáticas, relacionadas con enfermedades de otros
sistemas tisulares como el síndrome de DiGeorge que es el síndrome de la hipopla-
sia túnica, en el que el defecto primario es una disminución del estroma del timo,
con trastorno de la producción de hormonas tímicas. Coexiste con anormalida-
des de la paratiroides, de la estructura del cráneo y la cara, y malformaciones car-
diacas.4
Los pacientes con inmunodeficiencia con enanismo y extremidades cortas cur-
san con displasia metafisaria, a lo que se agrega disminución en el número y anor-
malidad en la función de los linfocitos T.
El síndrome linfoproliferativo ligado al cromosoma X se manifiesta por infec-
ción grave con virus de Epstein-Barr (VEB), anemia aplástica, linfomas, o todos
ellos, se acompaña de disminución de inmunoglobulinas y anticuerpos humorales.
El defecto se transmite como carácter recesivo ligado al sexo, por lo que es un
padecimiento de varones; también se le conoce como síndrome de Duncan. Los
enfermos que recibieron un trasplante y los que padecen SIDA tienen riesgo de
infecciones graves por VEB, pero ocasionalmente este tipo de infecciones se obser-
130 Parte II — Enfermedades de los leucocitos
van en sujetos que no tienen los trastornos señalados y sólo puede plantearse la
posibilidad de que padezcan un trastorno inmunológico subclínico.5-9
El síndrome de Wiskott-Aldrich fue descrito como una tríada sintomática: púr-
pura, eccema y otorrea; es un padecimiento genético que se hereda como carácter
recesivo ligado al sexo; lo padecen los varones pero se transmite por línea materna.
El defecto inmunitario se caracteriza por inmunoglobulinas A y E altas, IgM baja e
IgG normal; aun cuando esta última también puede estar alta, las subclases de IgG
son normales; hay ausencia de isohemaglutininas y mala reacción a antígenos
polisacáridos.
El defecto de los linfocitos se instala progresivamente; el número de linfocitos
es normal en un principio pero descienden conforme el niño aumenta en edad; las
inmunoglobulinas pueden ser normales el primer año de la vida, pero ya a los seis
años se encuentra un claro descenso en las cifras de linfocitos T en sanare periférica,
los que son funcionalmente anormales. En el bazo y en los ganglios, las áreas de-
pendientes de los linfocitos T sufren involución gradual. Los linfocitos de estos
pacientes tienen una anormalidad que afecta a una sialoglucoproteína de la mem-
brana, que se conoce con el nombre de sialoforina, que puede estar disminuida o
no haberla y se identifica con el monoclonal CD43;10 el gen de la sialoforina se
ubica en el cromosoma 16 y su relación con el gen del síndrome de Wiskott-Aldrich
que se localiza en el cromosoma X, no se ha definido (cap. 21).
Entre los defectos metabólicos hereditarios están la aciduria orótica que se ca-
racteriza por anemia megaloblástica, retraso en el crecimiento, diarrea y anormali-
dad en la función de los linfocitos T; la deficiencia de carboxilasa que se manifiesta
por anormalidades neurológicas, acidosis, dermatitis, alopecia, deficiencia selectiva
de IgA y anormalidad de los linfocitos T; y la acrodermatitis enterohepática que se
relaciona con malabsorción, diarrea, deficiencia de zinc, erupción cutánea, hipo-
gammaglobulinemia y función deficiente de linfocitos T.
La deficiencia de transcobalamina II es un defecto genético que se transmite en
forma recesiva somática, produce anemia megaloblástica grave en el lactante y se
acompaña de bloqueo en la diferenciación de linfocitos B, y como consecuencia, se
desarrolla agammaglobulinemia. Se trata con vitamina B12 a dosis altas.
Existe un grupo de síndromes caracterizados por inestabilidad cromosómica
cuya expresión clínica incluye inmunodeficiencia, entre ellos la anemia tipo Fanconi
con deficiencia de la función de linfocitos T y disminución de IgA; el síndrome de
Bloom con deficiencia de la función de linfocitos T y disminución de IgG, ataxia
telangiectasia, que es un defecto genético cuya localización cromosómica es 1 Iq22-
33. El análisis de los cariotipos muestra múltiples roturas y la formación de rearreglos
cromosómicos dicéntricos. La anormalidad cromosómica puede demostrarse en
vellosidades coriónicas obtenidas por amniocentesis, lo que permite hacer el diag-
nóstico prenatal. Los niños afectados con esta anormalidad genética nacen norma-
les y las primeras manifestaciones de ataxia se observan al iniciar la deambulación,
pero en algunos casos aparece hasta los cuatro a cinco años; después es progresiva
y los enfermos experimentan invalidez grave y retraso mental; aparecen telangiec-
tasias en el ángulo externo de las conjuntivas, en la piel de la cara, el cuello, las
manos y los pies. Son frecuentes las infecciones sinopulmonares crónicas y una
inmunodeficiencia relacionada con anormalidad de la función de los linfocitos T y
los B; también existe linfopenia, 70% de los casos tienen deficiencia selectiva de
IgA, pero puede haber disminución de todas las inmunoglobulinas. Las concentra-
ciones séricas de antígeno carcinoembrionario y de alfa-fetoproteína se encuentran
Sección DII: Anormalidades de los linfocitns 131
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PARTE III
Enfermedades
de la hemostasis
Sección AIII:
ENFERMEDAD HEMORRÁGICA
20
SÍNDROME DE LA ENFERMEDAD
HEMORRÁGICA
Introducción. Variedades clínicas del síndrome hemorrágico.
Hemorragia anormal relacionada con la cirugía.
Fisiopatología de la enfermedad hemorrágica.
Introducción
La enfermedad o diátesis hemorrágica se manifiesta por signos y síntomas que
caracterizan al síndrome de hemorragia anormal; esto es, la relacionada con una
alteración del mecanismo de la hemostasis.
El síndrome de hemorragia anormal o síndrome de enfermedad hemorrágica,
se caracteriza por los siguientes signos y síntomas: hemorragia aparentemente es-
pontánea sin relación con traumatismo evidente, o bien, hemorragia profusa en
relación con traumatismos leves. En todo caso se trata de sucesos en los que no hay
proporción entre la magnitud del traumatismo y la gravedad de la hemorragia. El
síndrome hemorrágico también puede manifestarse por pérdida de sangre prolon-
gada; se considera así la que dura más tiempo del que podría esperarse en una
persona normal con una lesión similar, por ejemplo, la epistaxis que normalmente
se controla en pocos minutos, pero que en sujetos con enfermedad hemorrágica
puede prolongarse por horas o días; por tanto, la duración del fenómeno es una
característica de interés en los episodios de pérdida de sangre. Otra característica
son las hemorragias simultáneas en varios sitios, esto es, de localización múltiple,
fenómeno que es más frecuente en caso de una anormalidad de la hemostasis. Por
otra parte, es común observar que el paciente con enfermedad hemorrágica pre-
senta episodios anormales de pérdida de sangre en repetidas ocasiones a lo largo de
su vida. Por último, hay que señalar que existen lesiones hemorrágicas que pueden
considerarse características de una alteración de la hemostasis y por tanto, son sig-
nos que orientan directamente al diagnóstico de diátesis hemorrágica. En este gru-
po de trastornos pueden mencionarse las lesiones papulohemorrágicas de la púrpu-
135
136 Parte III — Enfermedades de la hemosiasis
Fig. 20.1. El activador del factor X, paso fundamental en el mecanismo de la coagulación, requiere para
lograr su máxima actividad catalítica, anclarse en la superficie de una célula, por medio de una proteína
circulante, el factor de von Willebrand y un receptor de este último en la misma superficie celular, la
GPIIb/llla.
Sección AIII: Enfermedad hemorrágica 139
Fig. 20.2. ta coagulación puede activarse por medio de diversos estímulos fisiológicos o patológicos, en
diferentes puntos de la secuencia de reacciones enzimáticas que lo caracterizan. Para la hemostasis normal in
vivo se requiere la integridad de ambas vías de la coagulación, tanto la intrínseca como la extrínseca.
específicos de las membranas donde se fijan las plaquetas o se ensamblan los com-
plejos enzimáticos.
En la actualidad se sabe bien que si disminuye drásticamente el número de
plaquetas sanguíneas, se origina un síndrome hemorrágico que se ha denominado
púrpura trombocitopénica, pero que la gravedad de la hemorragia clínica no
correlaciona de manera directa con la cantidad de plaquetas circulantes. Por otro
lado, la deficiencia de procoagulantes necesarios para la coagulación in vitro no
siempre da lugar a diátesis hemorrágica,1 por ejemplo, en la deficiencia de los facto-
res XII, de Fletcher y de Fitzgerald.
Hay otros como el factor XI que puede causar enfermedad hemorrágica o no
hacerlo. Las hemofilias son los padecimientos hereditarios de la coagulación más
frecuentes y ya se ha definido que son causadas por mutaciones genéticas que pue-
den ser puntiformes, esto es, de un solo aminoácido, o bien deleciones de segmen-
tos completos de los genes correspondientes; del factor IX en la hemofilia B, que es
la molécula enzimática, o de la globulina antihemofílica o factor VIII, que está bajo
en la hemofilia A y que es el cofactor del complejo enzimático intrínseco que activa
el factor X. Gradualmente se han podido definir interacciones moleculares de gran
interés en la patogenia de los síndromes hemorrágicos, por ejemplo, los estudios
relacionados con el factor de von Willebrand, que es la proteína transportadora del
factor VIII en el plasma, y la que se fija a los receptores de las membranas celula-
res; mutaciones genéticas que dan lugar a disminución en la cantidad o en la cali-
dad del factor de von Willebrand originan el síndrome hemorrágico del mismo
140 Parte III — Enfermedades de la liemostasis
nombre, del cual se han identificado numerosos tipos, incluidos algunos en los que
el factor de von Willebrand es normal y en los que la falla se encuentra en el recep-
tor celular de esta proteína.2 Estos aspectos se comentan con más amplitud al abor-
dar la clínica de cada uno de estos padecimientos.
Se ha ampliado el conocimiento del complejo factor tisular/factor VII y se ha
identificado un inhibidor, ligado a lipoproteínas de baja densidad3-4 y se ha demos-
trado que la hemostasis no tiene sólo uno o dos puntos de arranque, sino que su
activación se puede iniciar por múltiples mecanismos (fig. 20.2).
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21
PURPURA TROMBOCITOPENICA
Introducción. Púrpura trombocitopénica aguda.
Púrpura trombocitopénica crónica. Trombocitopenia causada por fármacos.
Hemorragia intracraneal en púrpura trombocitopénica.
Diagnóstico diferencial. Tratamiento.
Introducción
Entre los padecimientos hemorrágicos más frecuentes se encuentran las púrpu-
ras trombocitopénicas. En un estudio realizado en el servicio de urgencias de un
hospital pediátrico se encontró que de 100 pacientes consecutivos que consultaron
por problema hemorrágico, 50% tenía trombocitopenia. 1 La enfermedad se carac-
teriza por puntos hemorrágicos diseminados en piel y mucosas. Es un padecimiento
de gravedad variable en el que la alteración fundamental es una disminución de la
cifra normal de las plaquetas. Cuando hay anemia, es secundaria a hemorragia,
guarda relación con la intensidad de ésta y se acompaña de signos de regeneración
sanguínea. La hemorragia en el paciente con púrpura trombocitopénica tiene gra-
dos variables, desde niños que sólo la tienen leve en piel, o bien pacientes con
hemorragia profusa, pero que se contienen con las medidas terapéuticas comunes,
hasta problemas hemorrágicos de muy difícil control que ponen en riesgo la vida
de los enfermos; por ejemplo, la hemorragia intracraneal y el choque hipovolémico
causado por hemorragia masiva. Estos pacientes requieren corrección más comple-
ta del defecto de la hemostasis por tiempo prolongado, y medidas especiales cuya
indicación se describirá en los párrafos subsecuentes. EÍ paciente de la figura 21.1
(véase sección en color) muestra gran infiltración hemorrágica desproporcionada
con la intensidad del traumatismo. La púrpura trombocitopénica (PT) tiene nume-
rosas variedades pero las de mayor frecuencia clínica son la púrpura trombocito-
pénica aguda y la púrpura trombocitopénica crónica, la PT neonatal (cap. 31); la
causada por fármacos, la recurrente aguda, la postransfusional y la sintomática. En
esta última la trombocitopenia es sólo un síntoma dentro de una enfermedad que
puede ser anemia aplástica, leucemia o anemia megaloblástica entre otras.
141
142 Parte III — Enfermedades de la hemos tasis
Mecanismo inmunitario:
—Acetaminofén, arsenicales orgánicos, cefalotina, diazepam, difenilhidantoína, heparina, metildopa,
novobiocina, PAS, penicilina, quinina, quinidina, rifampicina, estibofen, sales de oro, sulfisoxazole
Fármacos de uso común que producen trombocitopenia por posible mecanismo inmunitario
—Antimicrobianos: ampicilina, cefalexina, eritromicina, gentamicina, lincomicina,
nitrofurantoína, oxitetraciclina, sulfadiazina, sulfamerazina, tetraciclina, tobramicina
—Analgésicos, antieméticos y sedantes: aminopirina, amobarbital, aspirina, butabarbital, carbamazepina,
carbutamida, clordiazepóxido, clorpromazina, clonazepam, codeína, desipramina, fenoprofén,
heroína, imipramina, indometacina, lidocaína, meprobamato, morfina, oxifenbutazona, fenacetina,
fenobarbital, salicilato de sodio, ácido valproico
—Antihipertensores, antiarrítmicos, cardiotónicos y diuréticos: acetazolamida, clorotiazida, clortalidona,
digital, digitoxina, digoxina, diazóxido, furosemida, nitroprusiato, nitroglicerina, espironolactona,
reserpina
—Anticonvulsivos: difenilhidantoína, primidona, L-dopa. —
Antidiabéticos: tolbutamida
—Otros: cimetidina, alopurinol, bismuto, cloroquina, clorfeniramina, DDT, sulfato de
dextroanfetamina, dinitrofenol, disulfiram, ácido iopanoico, isoniazida, lidocaína, minoxidil,
colorantes del pelo, pentamidina, prednisona, procainamida, tiouracilo, tiourea, tioguanina,
trimetoprim, trementina, xilocaína
Fármacos que lesionan directamente a las plaquetas: sulfato de protamina, bleomicina, ristocetina
Fármacos que inhiben la megacariocitopoyesis: clorotiazidas, tolbutamida, etanol, estrógenos
Hemorragia intracraneal
en púrpura trombocitopénica
El mayor riesgo de complicaciones hemorrágicas graves en la púrpura trombo-
citopénica se observa dentro de las primeras cuatro semanas de evolución. La he-
morragia intracraneal es la principal causa de muerte en las personas con púrpura
trombocitopénica, por lo cual es interesante analizar algunos criterios terapéuticos
que tienen como finalidad disminuir el riesgo de esta complicación, establecer su
diagnóstico temprano e instituir el tratamiento adecuado y oportuno. En un pacien-
te con púrpura trombocitopénica, la cefalea y somnolencia son suficientes para
iniciar la terapia con transfusión de plaquetas, y esteroides. La tomografía computa-
dorizada con frecuencia permite comprobar el diagnóstico clínico de HIC y definir
su magnitud y localización; esta última tiene importancia en el pronóstico ya que
las hemorragias de la fosa posterior tienen riesgo especial por la posibilidad de
hernia cerebelar rápida y compresión del tallo cerebral. Cuando el tratamiento de
la hemorragia intracraneal se inicia rápidamente la sola corrección del defecto
hemostático puede ser suficiente para recuperar al paciente, pero cuando se obser-
va deterioro neurológico progresivo, el riesgo que esta complicación representa
para la vida del enfermo hace necesario el uso de procedimientos invasores como
la esplenectomía, en ocasiones seguida de la intervención neuroquirúrgica indis-
pensable para disminuir el aumento de tensión intracraneal. El tratamiento de esta
grave complicación de la púrpura trombocitopénica se realiza junto con el servicio
de neurocirugía.
Diagnóstico diferencial
En el análisis inicial del problema de un purpúrico es necesario definir si se
trata de una enfermedad primaria o una púrpura sintomática; en ausencia de signos
y síntomas de trastorno subyacente y cuando el defecto fundamental en sangre
periférica es descenso del número de plaquetas, y un aspirado de médula ósea que
no demuestra padecimiento primario subyacente, es razonable considerar que la
púrpura trombocitopénica sea la enfermedad fundamental del paciente.
Cuando se trata de personas con afección de otros órganos y sistemas, se consi-
dera la posibilidad de púrpura sintomática; si existe ictericia, retículocitosis y
normoblastemia es posible que la trombocitopenia se relacione con un fenómeno
hemolítico, y se plantea el diagnóstico diferencial con síndrome de Evans, lupus
eritematoso sistémico, púrpura trombocitopénica trombótica, y si el paciente es de
edad pediátrica, síndrome hemolítico urémico, procesos infecciosos o histiocitosis.
La esplenomegalia hace necesario considerar un proceso infeccioso generalizado,
un proceso hematológico maligno o una enfermedad por atesoramiento. En los
casos con púrpura trombocitopénica crónica es necesario diferenciar los tipos ad-
quiridos y los hereditarios; los primeros son el lupus eritematoso sistémico (LES),
oligosintomático, y la púrpura trombocitopénica crónica autoinmunitaria; el pri-
mero puede evolucionar con trombocitopenia como única manifestación por pe-
riodos de dos a tres años.
Algunos enfermos con púrpura trombocitopénica crónica tienen células LE,
anticuerpos antinucleares positivos, o ambas cosas, sin ninguna otra manifestación
de enfermedad inmunitaria. Para demostrar la reacción inmunitaria dirigida contra
Sección AIII: Enfermedad hemorrágica 145
plaquetas, se han creado recursos tecnológicos cada vez más específicos y reprodu-
cibles, entre los que se cuenta la demostración de anticuerpos antiplaquetarios por
los métodos de captura de antígenos con monoclonales conjugados a moléculas
fluorescentes.10 Las variedades hereditarias más comunes son el síndrome de Wiskott-
Aldrich que cursa con eccema, susceptibilidad a infecciones y trombocitopenia; es
exclusivo de los varones ya que el defecto genético es una mutación que se hereda
en forma recesiva ligada al sexo; el gen anormal se ha localizado en la posición
Xp 11.4-11.21 en el cromosoma X, tiene expresión variable y se ha descrito un tipo
atenuado en el que la manifestación predominante es la púrpura trombocitopénica;11
el gen anormal en esta última se localiza en el mismo locus que el del síndrome
clásico. El defecto afecta a las plaquetas y a los linfocitos; el diagnóstico se plantea
en los varones con trombocitopenia crónica que tienen aumento de IgA e IgE, IgM
baja e IgG normal, ausencia de isohemaglutininas y mala reacción a antígenos po-
lisacáridos.
El receptor del factor de von Willebrand, la glucoproteína Ib, está disminuida
en las plaquetas, lo cual no tiene relación con la sialoforina que es anormal en los
linfocitos de los casos con síndrome de Wiskott-Aldrich. Un segundo tipo es la
púrpura trombocitopénica crónica dominante y en tercer lugar la púrpura trombo-
citopénica crónica cíclica o enfermedad de García.12 Existen muchas otras púrpuras
trombocitopénicas hereditarias, pero son de menor interés clínico por su baja fre-
cuencia.
Tratamiento
El tratamiento de la púrpura trombocitopénica se hace con: medidas de sostén
indispensables para prevenir complicaciones, entre ellas, la restricción de la activi-
dad física para evitar traumatismos o esfuerzos vigorosos que desencadenen hemo-
rragia. En caso de trombocitopenia está contraindicado el uso de analgésicos y
antitérmicos por su acción como antiagregantes plaquetarios. Es conveniente evitar
el contacto con mielotóxicos como los derivados benzólicos (adelgazadores de pin-
tura, pegamentos para plástico y otros de uso industrial), insecticidas domésticos o
agrícolas, ya que el paciente puede tener recaída grave de las hemorragias con
pequeñas cantidades de tóxico.
El tratamiento con fracciones de sangre, eritrocitos, concentrados plaquetarios,
o todos ellos, tiene clara indicación en la persona con púrpura trombocitopénica y
hemorragia profusa que causa anemia aguda o que por su localización ponga en
peligro su vida. Sin embargo, al decidir utilizar transfusión, es necesario tener en
cuenta algunos hechos fundamentales para la seguridad del enfermo como el que
con cada transfusión se administra un volumen que perturba el equilibrio hemodi-
námico del receptor; un paciente con anemia aguda poshemorrágica puede tolerar
una transfusión rápida, en pocas horas, sin manifestaciones de hipervolemia, pero
un enfermo que perdió sangre 48 horas antes de la transfusión, ha restablecido ya
en gran parte su volumen sanguíneo, y un incremento brusco del volumen
intravascular puede producir sobrecarga cardiaca por hipervolemia. Por otro lado,
al transfundir células sanguíneas, se origina en el receptor una reacción inmunitaria
que en la mayor parte de los casos se reconoce porque en 48 a 72 horas se encuen-
tran en la circulación linfocitos atípicos, los heraldos de la reacción inmunitaria
subsecuente (cap. 32).
146 Parte III —Enfermedades de la hemostasis
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Sección AIII: Enfermedad hanoirágica 147
Introducción
Las anormalidades de la función plaquetaria causan enfermedad hemorrágica
clínicamente indiferenciable de la púrpura trombocitopénica. Pueden ser heredita-
rias, originadas por mutación de los genes que codifican glucoproteínas de la mem-
brana o del citoplasma de las plaquetas, o bien ser secundarias a un grupo de pade-
cimientos como la uremia, las enfermedades hepáticas crónicas, la desnutrición
grave, la macroglobulinemia u otras disproteinemias, y también algunos fármacos.
Fig. 22.1. Escolar con trombastenia de Glanzmann en la que se observa una gran equimosis de
aparición espontánea.
Fig. 22.2. Paciente con desnutrición grave y púrpura caquéctica; esta última puede observarse tanto en
desnutridos marasmáticos como en kwashiorkor.
Sección AIII: Enfermedad hemorrágica 153
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23
PURPURAS VASCULARES
Introducción. Púrpuras concomitantes con vasculitis inflamatorias.
Púrpuras vasculares de origen genético.
Introducción
Las púrpuras vasculares son un grupo heterogéneo de enfermedades clínicas
de la microvasculatura y son de dos tipos: padecimientos adquiridos y enfermeda-
des de mecanismo genético. Se pueden clasificar en seis grupos: a) las que tienen
como característica vasculitis inflamatoria; ¿jlas relacionadas con disproteinemias;
c) las púrpuras causadas por alteraciones anatómicas no inflamatorias de la pared
vascular, del tejido conectivo subyacente o de ambas cosas; d) relacionadas con
aumento de presión intracapilar entre las que cabe mencionar a las erupciones
purpúricas pigmentadas y la púrpura de estasis; e) caracterizadas por infiltración de
la pared vascular por amiloide o por lípidos y f) púrpuras relacionadas con prolife-
ración endotelial y otros padecimientos neoplásicos como el sarcoma hemorrágico
de Kaposi.
vida, pero que también puede dar lugar a síndromes hemorrágicos en los niños. La
lesión fundamental es atrofia de las paredes de los vasos, que carecen de tejido
elástico intrínseco y de la capa de músculo liso de la pared vascular. Estas alteracio-
nes dan lugar a dilatación de capilares y vénulas, que tienen como expresión clínica
telangiectasias, malformaciones arteriovenosas, y aneurismas arteriales de múlti-
ples localizaciones.4-12
Ataxia telangiectasia. En ésta los síntomas se inician en los primeros años de
la vida, con el desarrollo progresivo de telangiectasias en conjuntivas, y posterior-
mente en mejillas y región frontal; en algunos pacientes hay vénulas meníngeas
dilatadas, anomalías en vasos pulmonares, vénulas dilatadas en otros órganos y
hemangiomas. A continuación los enfermos desarrollan ataxia cerebelosa progresi-
va y susceptibilidad a infecciones respiratorias, aunque se han descrito con menor
frecuencia infecciones cutáneas y en algunos casos, verrucosis diseminada. El cua-
dro clínico se encuentra completamente desarrollado alrededor del quinto año de
la vida. En los casos que viven hasta el segundo decenio de la vida, se ha observado
agenesia gonadal y retraso en la maduración sexual. Estos pacientes muestran ma-
yor tendencia para el desarrollo de neoplasias, principalmente del tejido linfoide.
Es una enfermedad de origen genético que se hereda como carácter somático
recesivo. En estos niños se puede demostrar linfopenia, hipoplasia del tejido linfático,
alteraciones del timo, ausencia de células plasmáticas en la médula ósea y en los
ganglios linfáticos, deficiencia en la inmunidad celular y disminución importante o
ausencia de IgA.
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24
HEMOFILIAS Y OTRAS
DEFICIENCIAS HEREDITARIAS
DE LA COAGULACIÓN
Introducción. Síndrome hemofílico.
Introducción
Las deficiencias de las proteínas de la coagulación pueden ser de origen genético,
por tanto, hereditarias o constitucionales; entre éstas las de mayor importancia clí-
nica son las hemofilias y la enfermedad de von Willebrand, que es una deficiencia
de la proteína transportadora del factor VIII en el plasma. Un segundo grupo lo
constituyen los síndromes hemorrágicos adquiridos en relación con padecimientos
sistémicos o de algunos órganos como el hígado, las vías biliares y el riñon.
Los síndromes hemorrágicos por deficiencia de las proteínas de la coagulación
se distinguen claramente de los síndromes purpúricos porque la hemorragia es fun-
damentalmente en tejidos profundos: hematomas subcutáneos, o de las vainas de
los músculos, o bien, colecciones sanguíneas dentro de las cavidades. La hemorra-
gia de tubo digestivo manifestada por hematemesis, melena, o ambas, es un suceso
frecuente en las hipoprotrombinemias, que son las deficiencias adquiridas de la
coagulación de mayor importancia clínica. Los trastornos de la coagulación que
prolongan el tiempo de protrombina con frecuencia se acompañan de hemorragia
de la parte alta del tubo digestivo, que se manifiesta por hematemesis y melena.
Síndrome hemofílico
Las hemofilias constituyen 80% de las enfermedades hereditarias de la coagu-
lación y se observan en todos los grupos étnicos.1 Su diagnóstico se basa en el
examen cuidadoso de los antecedentes, que indican hemorragia y que son equimo-
sis con traumatismos leves, los episodios de hemorragia profusa o prolongada, en
sitios múltiples, hemartrosis, la pérdida de sangre por caída de los dientes deciduales;
157
158 Parte I I I - Enfermedades de la hemostasis
Fig. 24.1. Hematoma gigante en el primer dedo de la mano de un niño hemofílico (foto cortesía
de JL Márquez).
Sección AIII: Enfermedad hemorrágica 159
Fig. 24.2. Quiste hemofílico de nueve años de evolución que produjo destrucción de los
metacarpianos subyacentes.
160 Parte III — Enfermedades de la hemostasis
Fig. 24.3. Estudio radiográfico del quiste hemofilias de la figura 24.2, en el que se muestra la destrucción
de las estructuras óseas.
psíquico producido por las hemorragias repetidas, que pueden poner en peligro la
vida del paciente, neurocirujanos, trabajadoras sociales y grupos altruistas que apo-
yan la atención del hemofílico.
La localización y la gravedad de la hemorragia condicionan las medidas nece-
sarias de tratamiento. Si hay hemartrosis se debe inmovilizar la articulación por
periodos de 24 a 72 horas, y cuando el dolor persiste o el aumento de volumen es
progresivo, se requiere la aplicación de crioprecipitados o concentrados de factor
VIII o IX, de acuerdo con el tipo de hemofilia del paciente. La deficiencia de factor
VIII se conoce también como hemofilia clásica o hemofilia A, y la deficiencia de
factor IX, hemofilia B o de Christmas. Para el tratamiento de esta última se usa
también la fracción plasmática libre de globulina antihemofílica (GAH), que se
obtiene como subproducto en la preparación de crioprecipitados. En función de lo
temprano de la identificación de la hemorragia, se usa una o más dosis de fracción
plasmática libre de GAH a la dosis de 15 ml/kg de peso corporal cada 12 horas. Si
no se tratan adecuadamente las hemartrosis, se produce lesión residual de las es-
tructuras articulares, esto es, se desarrolla artropatía hemofílica que causa rigidez e
incapacidad funcional progresiva, además de deformidad articular, anquilosis y atro-
fia muscular. Las hemorragias en los músculos pueden ser tan dolorosas como las
hemartrosis, y las hemorragias profusas pueden lesionar troncos nerviosos y produ-
cir trastornos motores o sensoriales, o dificultar la irrigación sanguínea de las áreas
afectadas, especialmente en las extremidades inferiores. Estas grandes hemorragias
intramusculares pueden destruir el músculo e ir seguidas de fibrosis y atrofia. Las
hemorragias del psoas iliaco producen compresión del nervio femoral, además de
los trastornos abdominales ya mencionados; también pueden desplazar el uréter y
Sección AIII: Enfermedad hemorrágica 161
Referencias
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25
ENFERMEDADES HEMORRAGICAS
PRODUCIDAS POR DEFICIENCIAS
ADQUIRIDAS DE LA COAGULACIÓN
Hipoprotrombinemias. Anticoagulantes circulantes.
Hipoprotrombinemias
Obstrucción de vías biliares. La obstrucción de vías biliares bloquea el paso de
la bilis al intestino y causa absorción deficiente de vitamina K, indispensable para la
activación de los precursores de la protrombina, factor VII, IX, X, proteína C y
proteína S. La deficiencia de los cuatro primeros, también conocidos como factores
del complejo de la protrombina, origina un síndrome hemorrágico en el que la
manifestación más frecuente es pérdida de sangre de la parte alta del tubo digestivo:
hematemesis y melena, aun cuando puede haberla en otros lugares, incluso en el
sistema nervioso central. La mayoría de los pacientes presenta ictericia evidente. La
alteración de la hemostasis se corrige con la administración de vitamina K parenteral,1
pero en caso de hemorragia grave puede ser necesario transfundir plasma congelado.
El tiempo de protrombina de Quick se encuentra prolongado.
Diarrea prolongada. Cuando hay diarrea de más de dos semanas de duración
en los lactantes, puede coexistir con hipoprotrombinemia y hemorragia clínica. La
administración de antibióticos, antiagregantes plaquetarios, o ambas cosas, a estos
niños, causa grandes hematomas o incluso hemorragia intracraneal.2 En los niños
mayores y adultos, la diarrea por enfermedad celiaca, esteatorrea idiopática, esprue,
fístulas gastrocólicas, colitis ulcerosa crónica, enteritis regional, resecciones intesti-
nales extensas, síndrome de intestino corto, infestaciones masivas por ascaris, se
acompañan de malabsorción de vitamina K y diátesis hemorrágica relacionada con
hipoprotrombinemia.3
Desnutrición de tercer grado. El desnutrido de tercer grado tiene hemorragia
debida a deficiencia de factores que requieren vitamina K para su síntesis, pero
también puede sufrir púrpura caquética (cap. 24), y trastornos de la microvasculatura
con problemas trombóticos.
162
Sección AIII: Enfermedad hemonágira 163
Anticoagulantes circulantes
Inhibidores del factor VIII. Son los anticoagulantes más comunes; pueden
coexistir con hemorragia grave, en tejidos profundos, grandes hematomas subcutá-
neos e incluso en las visceras. Se trata de anticuerpos IgG en la mayor parte los
casos. La hemorragia puede controlarse con la administración de esteroides. Son
más frecuentes en ancianos. Los anticoagulantes antifactor VIII acompañan a en-
fermedades inmunitarias, padecimientos linfoproliferativos, discrasias de células
plasmáticas, con reacciones alérgicas a medicamentos o con el embarazo, aunque
en algunos casos se observan como única anormalidad inmunitaria. Son poco fre-
cuentes; en los últimos 10 años sólo se ha informado de una adolescente de 14 años
de edad que presentó hemorragia profusa, que requirió tratamiento con esteroides
por más de 18 meses. Los inhibidores antifactor VIII en la población de niños
hemofílicos de los autores no ha representado problema clínico. Benítez y Farfan()
observaron un caso con hemorragia grave, de difícil control, intracraneal.
Inhibidores de factor IX. En no hemofílicos, los inhibidores de factor IX co-
existen con enfermedades autoinmunitarias, su frecuencia es muy baja. En hemofí-
licos se encuentran de preferencia en quienes carecen del antígeno de factor IX en
la circulación y que padecen hemofilia más grave.7 El tratamiento requiere concen-
trados de factor IX, y en ocasiones inmunosupresión con ciclofosfamida o con altas
dosis de gammaglobulina endovenosa.
Inhibidores de factores V y XI. Pueden presentarse después de transfusión
de plasma a personas con hemostasis normal previa. Su duración en la circulación
está limitada a pocas semanas.
Inhibidores de factor XII. Se han observado después de exposición a isonia-
zida, fenitoína y penicilina. Coexisten con hemorragia grave.
Inhibidores del fibrinógeno. En pacientes politransfundidos se han creado in-
hibidores que causan hipofibrinogenemia, pero hay otros que interfieren con la poli-
merización de la fibrina, como sucede con las proteínas anormales del mieloma y
la macroglobulinemia de Waldenstróm. Los pacientes experimentan hemorragia
gastrointestinal, hematuria, epistaxis y anormalidades del tiempo de trombina.
Inhibidores del factor von Willebrand. Provocan un síndrome con tiempo
de hemorragia prolongado, tiempo de tromboplastina parcial anormal y deficien-
cia de factor VIII. Se trata de IgG policlonal que aparece después de la administra-
ción de plasma o fracciones del plasma que contienen factor de von Willebrand. Se
encuentran en pacientes con deficiencia hereditaria de este factor, pero a veces en
personas con hemostasis antes normal.
Anticoagulante lúpico. El anticoagulante lúpico y los autoanticuerpos antifos-
folípido en general son parte de un gran grupo de autoanticuerpos contra proteínas
plasmáticas fijadoras de fosfolípidos entre las que se encuentran la beta-2-glu-
Sección AIII: Enfermedad hemorrágka 165
Referencias
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Sección BIII:
ENFERMEDAD TROMBÓTICA
26
COAGULACIÓN INTRAVASCULAR
DISEMINADA
Introducción. Púrpura fulminante. Infección y coagulación intravascular
diseminada (CID). Enfermedades vasculares y coagulación
intravascular diseminada. Venenos de origen biológico y coagulación
intravascular diseminada. Compresión tisular masiva y coagulación
intravascular diseminada. Complicaciones obstétricas
y coagulación intravascular diseminada.
Neoplasias malignas y coagulación intravascular diseminada.
Anemias hemolíticas y coagulación intravascular diseminada.
Diagnóstico de coagulación intravascular diseminada.
Introducción
Los síndromes de coagulación intravascular diseminada (CID) implican la gene-
ración de trombina dentro de la microvasculatura, la cual puede ser inducida por
cuatro mecanismos principales: infecciones graves en especial las que producen
endoxemia; un segundo mecanismo es el paso de sustancias tromboplásticas a la
circulación, como sucede en la compresión tisular masiva o en algunos accidentes
obstétricos; un tercer mecanismo de CID es la acción de venenos de origen bioló-
gico, y en cuarto lugar, reacciones anafilácticas. Se comentan los síndromes de mayor
interés clínico.
Púrpura fulminante
La púrpura fulminante es una enfermedad caracterizada por la aparición súbita
de una lesión trombohemorrágica que se localiza con mayor frecuencia en las por-
ciones distales de los miembros inferiores y afecta tobillos, pies y piernas (fig. 26.1).
Menos común es que las lesiones se localicen en el dorso y en los dedos de las
manos. Sólo en ocasiones se observan lesiones en los pabellones auriculares, nariz
166
Sección BIII: Enfermedad trombótica 167
Fig. 26.1. Lesión residual de fenómeno trombohemorrágico: es evidente lo superficial de la necrosis, ya que se
trata de microtrombos de la piel. Al progresar la lesión puede abarcar todo el grosor de la piel y
profundizarse si se realiza desbridación quirúrgica.
Infección y coagulación
intravascular diseminada (CID)
La CID relacionada con septicemia predomina en la lactancia pero puede pre-
sentarse a cualquier edad en las fases avanzadas de los procesos septicémicos. Uno
de los primeros ejemplos conocidos fue el fenómeno trombohemorrágico conco-
mitante con sepsis por meningococo, pero después se observó que otros gérmenes
gramnegativos causan este síndrome, entre ellos Pseudomonas aeruginosa, salmonela,
klebsiela. Se observa CID en sepsis posesplenectomía, choque séptico y en el sín-
drome de choque tóxico. Los mecanismos de la CID en sepsis por gramnegativos
son numerosos: las endotoxinas pueden activar plaquetas, factor XII, lesionar áreas
extensas de endotelio vascular, liberar sustancias tromboplásticas de los granulocitos.
En sepsis avanzada por grampositivos también puede haber CID ya que los muco-
polisacáridos de la pared bacteriana activan la coagulación, de manera similar a
como lo hace la endotoxina. Las infecciones micóticas como las producidas por
Aspergillus, Histoplasma capsulatum diseminado y sepsis por Candida albicans tam-
bién pueden complicarse con CID, igual que algunas rickettsiasis como el tifo y la
fiebre manchada de las Montañas Rocallosas.
En la hepatitis viral fulminante puede haber hemorragia grave relacionada con
CID, y que mejora con heparinización. Puede observarse CID en otras variantes
de lesión hepática como el síndrome de Reye. La CID crónica en los cirróticos, por
lo regular no tiene expresión clínica. Algunas infecciones por Plasmodiumfalciparum
terminan en complicaciones isquémicas renales, pulmonares y cutáneas. En el sín-
drome de choque tóxico los pacientes inician la enfermedad con fiebre alta, vómi-
to, diarrea, conjuntivitis, cefalea, dolor faríngeo, sensibilidad abdominal, mialgias,
irritabilidad y una erupción eritematosa; progresa en pocas horas, y aparece hipo-
tensión acentuada, choque grave, CID con plaquetopenia, descamación extensa de
la piel, fenómenos trombohemorrágicos cutáneos y pancreatitis. Este síndrome es
causado por la exotoxina de estafilococo piógeno. El tratamiento requiere antibióticos
contra estafilococo, heparina, medidas de sostén para conservar la normovolemia,
los signos vitales, el equilibro hídrico y electrolítico.2
pueden causar CID las prótesis vasculares como las bombas para apoyar los
ventrículos, necesarias en pacientes con inestabilidad hemodinámica grave; bom-
bas intraaórticas, derivaciones peritoneovenosas usadas para el tratamiento de la
ascitis.
Fig. 26.3. Lesión trombohemorrágica en extremidad inferior, producida por mordedura de serpiente
en una niña de 13 años. Se demostró un síndrome sistémico de desfibrinación.
170 Parle I I I — Enfermedades de la hemostasts
Complicaciones obstétricas
y coagulación intravascular diseminada
Existen complicaciones obstétricas concomitantes con CID, entre ellas, la
embolia de líquido amniótico, el desprendimiento prematuro de placenta, placenta
previa,3 toxemia gravídica, preeclampsia, eclampsia, muerte fetal, el aborto séptico
en el segundo trimestre, rotura uterina e hígado graso del embarazo. El síndrome
HELLP es una forma de microangiopatía acompañada de hemolisis, trombocito-
penia y aumento de transaminasas hepáticas. Las complicaciones obstétricas oca-
sionan CID de resolución espontánea que mejoran al terminar el estado grávido.
No requieren heparina. La embolia de líquido amniótico es un hecho poco frecuente
pero con una mortalidad de casi 80%; se caracteriza por descompensación
cardiopulmonar súbita, con insuficiencia respiratoria y hemorragias. La mortalidad
durante las primeras horas es de 35%. Se produce rotura de la barrera entre la
circulación materna y la placenta con paso de líquido amniótico o tejido placentario
a la circulación, y se acompaña de aumento de alfafetoproteína
Diagnóstico de coagulación
intravascular diseminada
Una lesión trombohemorrágica en cualquier área de la superficie cutánea hace
muy probable la existencia de un síndrome de coagulación intravascular disemina-
da (CID) aguda. En ausencia de lesión trombohemorrágica cutánea el diagnóstico
se plantea cuando hay hemorragia coexistente con enfermedad primaria con alto
riesgo de complicarse con CID, como septicemia, mordedura de serpiente, com-
presión tisular masiva, accidentes obstétricos, procesos neoplásicos, uso de catéteres
endovenosos, estado de choque. En los casos avanzados la sangre es incoagulable y
hay hipofibrinogenemia, trombocitopenia y prolongación de las pruebas de coagu-
lación; sin embargo, conforme el diagnóstico de esta grave complicación se ha co-
nocido mejor, se reconoce en sus inicios, se ha encontrado que el trastorno de las
pruebas de hemostasis es muy variable; es frecuente la trombocitopenia y la pro-
longación del tiempo de tromboplastina parcial, pero el fibrinógeno puede estar un
poco disminuido e incluso normal; en cambio puede demostrarse baja de factor
VIII y de factor V, pero la cuantificación de estos últimos se usa poco para el
diagnóstico de casos individuales debido a la amplia variación de los valores nor-
males; en clínica son más útiles las pruebas de paracoagulación como la del sulfato
de protamina. Otros estudios menos comunes son la dosificación de antitrombina
III, que baja en CID, y tiene más valor cuando se demuestra una disminución
progresiva. El aumento de dímero D es indicativo de CID.
El fibrinopéptido A, fragmento 1.2 de activación de protrombina, y el comple-
jo trombina-antitrombina, son indicadores específicos y sensibles de activación de
la coagulación. Estas pruebas no se utilizan mucho en clínica y probablemente no
proporcionan información de mayor utilidad para el enfermo que las pruebas de
uso clínico frecuente. Los PDF pueden aumentar en la insuficiencia renal aguda. La
prueba de látex para PDF puede ser positiva falsa en presencia de heparina o en
172 Parte III — Enfermedades de la hemostasis
pacientes con títulos altos de factor reumatoide, así como también en disfibrinoge-
nemias con deficiencia de polimerización de la fibrina.
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27
ESTADOS TROMBÓGENOS
ADQUIRIDOS Y CONGENITOS
Introducción. Síndrome de trombosis venosa. Factores de riesgo.
Trombosis venosa recurrente. Trombosis posquirúrgica de venas profundas.
Síndrome posflebítico. Enfermedad trombótica en los niños.
Enfermedad trombótica neonatal. Trombosis arterial. Tratamiento.
Introducción
La enfermedad trombótica puede manifestarse a cualquier edad, pero los pe-
riodos de la vida de mayor riesgo son el neonatal y la edad avanzada. Se diagnostica
cuando se produce obstrucción vascular de venas o arterias en cualquier región del
organismo.
La patogenia del fenómeno obstructivo es diferente en las trombosis venosas
con respecto a las trombosis arteriales, por ese motivo se consideran por separado.
Pueden observarse en individuos con hemostasis aparentemente normal o en caso
de trastorno de los mecanismos reguladores de la hemostasis que causan estados
trombógenos; éstos pueden ser primarios, relacionados con deficiencias congénitas
de los mecanismos de regulación de la hemostasis, o secundarios a un gran número
de trastornos clínicos agudos o crónicos.
Factores de riesgo
Los factores que predisponen a trombosis venosa son cirugía mayor, especial-
mente de cadera y de rodilla; traumatismos como fracturas de miembros inferiores;
quemaduras extensas; neoplasias diseminadas y tumores pélvicos; paraplejías y
hemiplejías; infarto del miocardio e insuficiencia cardiaca, en esta última el aumen-
to de la presión venosa central causa estasis que predispone a fenómenos trombóticos;
el síndrome de hiperviscosidad relacionado con policitemia, hipergammaglobuli-
nemia y trastornos inflamatorios que cursan con hiperfibrinogenemia. La inciden-
cia de trombosis venosa de extremidades inferiores aumenta durante el embarazo y
en pacientes que toman anticonceptivos. Los individuos confinados en la cama
también tienen un riesgo significativo de trombosis venosas. Un factor de riesgo es
la presencia en la circulación de autoanticuerpos antifosfolípido1,2 aislados o relacio-
nados con otras manifestaciones de autoinmunidad; este riesgo es mayor en pacientes
con lupus eritematoso sistémico.
Síndrome posflebítico
Es una complicación de las trombosis de venas profundas de los miembros
inferiores, en más de la mitad de los casos, y es la principal causa de morbilidad
después de un episodio de TVP. Puede ser causado por la hipertensión venosa
provocada por la destrucción de las válvulas de las venas, o bien por obstrucción
crónica producida por un trombo.
flegmasía cerúlea dolens en la que los síntomas principales son dolor, edema masivo y
cianosis intensa de la extremidad afectada.
En niños la deficiencia de proteína S se acompaña de incremento en el riesgo
de trombosis venosa profunda,7,8 aun cuando también se han observado trombosis
arteriales.
Las manifestaciones clínicas de la enfermedad trombótica dependen de la zona
tisular afectada y del tipo de vasos obstruidos. En trombosis venosa, si se obstruyen
los senos venosos craneales se observa cefalea, papiledema y otros signos de
hipertensión intracraneal. En trombosis de venas iliacas hay edema de miembros
inferiores y líquido de ascitis.
Trombosis arterial
Las trombosis arteriales se relacionan con aterosclerosis, por lo que su profi-
laxis coincide con la de ésta. Los principales factores de riesgo para la aterosclerosis
son la8 diabetes sacarina, el tabaquismo, la obesidad, la hipertensión arterial y el
estrés.
Tratamiento
El objetivo del tratamiento anticoagulante para las trombosis venosas agudas o
la tromboembolia pulmonar es evitar la progresión de los trombos existentes o la
formación de otros nuevos. La terapia trombolítica permite la digestión y disolu-
ción de los trombos preformados, restaurando así la función de los vasos sanguí-
neos obstruidos en tiempo breve; puede constituir la mejor opción de tratamiento
en caso de tromboembolia pulmonar masiva, o cuando ésta se observa en pacientes
con enfermedad cardiopulmonar crónica11 y también en la terapia temprana del
infarto del miocardio. Los antiagregantes plaquetarios constituyen un tercer grupo
de medicamentos con actividad antitrombótica.
Para la mayoría de los pacientes con tromboembolia venosa la terapia electiva
es la anticoagulación con heparina; la reacción a este medicamento varía de indivi-
duo a individuo, por lo que es necesario vigilar la acción anticoagulante las prime-
ras horas de tratamiento; una vez estabilizada la dosis de heparina se recomienda
iniciar la administración de dicumarínicos, lo que permite suspender la heparina al
cuarto o quinto días de tratamiento.
Para impedir la recurrencia de las trombosis es necesario conservar los dicuma-
rínicos por varios meses. La heparina se usa de preferencia por vía endovenosa,
con bomba de administración continua con una dosis inicial de 70 U/kg seguido de
10 a 15 U/kg/hora. La heparina puede aplicarse también en dosis masiva por vía
endovenosa cada cuatro a seis horas a razón de 70 a 140 U/kg aun cuando con este
tratamiento hay mayor número de complicaciones hemorrágicas y se requieren
cantidades más altas del medicamento. La administración de minidosis de heparina,
5 000 U/12 h por vía subcutánea, es adecuada para la profilaxis de complicaciones
trombóticas.
En los niños se ha sugerido que para la profilaxis de enfermedad trombótica y
para evitar la progresión de trombos ya existentes se utilice heparina a dosis de 50
U/kg en dosis endovenosas cada cuatro a seis horas por 24 a 48 horas, seguido de
un esquema de sostén con dosis de 25 U/kg/h en lactantes a término y 20 U/kg/h
en lactantes pretérmino. En niños con trombosis grave de grandes vasos, el trata-
miento electivo puede ser la trombectomía si ésta es quirúrgicamente accesible,
seguido de anticoagulación posterior.12 En adultos, la terapia con heparina se inicia
con 5 000 a 10 000 U seguida de 1 000 a 2 000 U/h con una bomba para venoclisis.13-14 La
eficacia de la anticoagulación se vigila con tiempo de tromboplastina parcial
activado, el cual se lleva a 1.5 a 2.0 veces el tiempo inicial, cada 8-12 h los primeros
días, pero definida la dosis adecuada, sólo cada 24 horas. El tiempo de anticoagula-
178 Parte I I I - Enfermedades de la hemostasis
cíón con heparina puede acortarse si, en el paciente hospitalizado, el mismo día
que se inicia la heparina se administra warfarina, pues con frecuencia a las 48 h el
tiempo de protrombina, con lo que se vigila el efecto del dicumarínico, se encuen-
tra ya en límite terapéutico y la heparina puede descontinuarse. Durante el embara-
zo, la warfarina está contraindicada por lo que se prescribe heparina por tiempo
prolongado, pero por vía subcutánea, a dosis de 7 ¿500-15 000 U,11 ajustada con
tiempo de tromboplastina parcial activado (TTPa), al principio de la instalación de
la terapia. La heparina no cruza la placenta y no se ha relacionado con malforma-
ciones congénitas pero sí con incremento en el riesgo de partos prematuros. Algu-
nos pacientes tienen resistencia a la heparina demostrada porque el TTPa no se
prolonga si no es con dosis muy altas de ésta; en estos casos es necesario ajustaría
con titulación con sulfato de protamina. En algunos estados clínicos como la cirrosis
hepática, el síndrome nefrótico o la coagulación intravascular diseminada, los nive-
les de antitrombina se encuentran disminuidos y, por ello, el TTPa no se prolonga
hasta 1.5 veces con la administración del anticoagulante.11'17 Para impedir la trom-
boembolia en el posoperatorio se ha aplicado heparina de bajo peso molecular, a
dosis de 5 000 U cada 8-12 h, no requiere vigilancia con TTPa porque éste no se
prolonga.
En cirugía con circulación extracorporal se utiliza sulfato de protamina para
revertir el efecto anticoagulante de la heparina; a este respecto es necesario tener
en cuenta que la administración de sulfato de protamina puede provocar choque
anafiláctico en aproximadamente 1% de los casos.18,19 En terapia trombolítica es
más eficaz la administración de activadores del plasminógeno que la plasmina mis-
ma, pero es posible que la velocidad de lisis del coágulo sea proporcional a su
contenido de plasminógeno. La terapia trombolítica temprana en pacientes con
infarto del miocardio puede causar lisis acelerada de los trombos de las arterias
coronarias.
La terapia trombolítica se basa en la activación fisiológica de la fibrinólisis, esto
equivale a decir, en la activación del sistema plasminógeno-plasmina.
La terapia trombolítica en neonatos debe valorarse puesto que no se han defi-
nido sus riesgos ni las dosis óptimas. La estreptoquinasa se ha usado a una dosis
inicial de 10 000-15 000 Ul/kg en venoclisis continua de 12 horas de duración,
seguida de 3 000 Ul/kg/h por 24 a 48 horas o más.
La uroquinasa se prescribe a dosis de 4 000-8 000 Ul/kg en venoclisis continua
de 12 horas de duración.
El tratamiento en el neonato con enfermedad trombótica debe plantearse en
función de la clínica del paciente. En trombosis aórtica se han considerado tres
grados de gravedad: grado I, cuya manifestación única es hipertensión; grado II
que tiene manifestaciones de insuficiencia orgánica múltiple, pero que conserva
diuresis normal, y grado III cuando hay oliguria o anuria. Los casos de gravedad I
mejoran sin terapia antitrombótica específica.12
El tratamiento de la enfermedad trombótica arterial requiere de antiagregantes
plaquetarios, terapia trombolítica y anticoagulantes. El antiagregante plaquetario
más usado es la aspirina, que previene las complicaciones trombembólicas en caso
de infarto del miocardio, angina inestable, cirugía coronaria o enfermedad cerebro-
vascular. La ticlopidina es también un antiagregante plaquetario eficaz, pero tiene
mayores efectos colaterales que la aspirina. Puede usarse combinado con ésta. En-
tre los anticoagulantes, la heparina combinada con aspirina en pacientes con angina
inestable reduce la incidencia de infarto del miocardio.
Sección BIII: Enfermedad trombótica 179
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PARTE IV
Enfermedad
neoplásica
Hematología
del periodo neonatal
Medicina
transfusional
Sección AIV:
SÍNDROMES DE CÁNCER HEMATOLOGICO
28
SÍNDROMES PRELEUCEMICOS
Introducción. Síndromes preleucemicos en el adulto.
Síndromes preleucemicos en el niño.
Introducción
Se denomina síndromes preleucemicos a un conjunto de trastornos que prece-
den o predisponen al desarrollo de leucemias y son los síndromes mielodisplásicos
(SMD) y los síndromes mieloproliferativos (SMP);1-4 en los niños también son de
interés clínico un grupo de padecimientos genéticos en los que la incidencia de
leucemia y otras neoplasias hematológicas es alta, como la ataxia telangiectasia, el
síndrome de Wiskott-Aldrich entre otros, y algunas enfermedades descritas sólo
en los niños como la mielofibrosis familiar. Por esto resulta adecuado considerar
por separado los síndromes preleucemicos en el adulto y los síndromes preleuce-
micos en el niño.
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29
NEOPLASIAS HEMATOLÓGICAS
Introducción. Clínica de las leucemias. Biología molecular de
los procesos leucémicos. Leucemia granulocítica crónica.
Introducción
Las neoplasias de los tejidos sanguíneos se reconocieron desde 1666 cuando
Malpighi describió una enfermedad mortal de los tejidos linfoides; de esa época a
la actualidad el número de procesos neoplásicos hematológicos se ha multiplicado
y su clasificación se ha hecho compleja.1 Los más frecuentes son las leucemias, en
segundo lugar los linfomas; las neoplasias de las células plasmáticas son excepcio-
nales en los niños, pero son un problema a considerar en la edad adulta; por otro
lado, las neoplasias de las células histiocíticas son un capítulo de especial interés
porque requieren distinguirse de procesos proliferativos no malignos, como el sín-
drome hemofagocítico relacionado con infección, y algunos procesos concomitan-
tes con inmunodeficiencias. Las enfermedades malignas más frecuentes de los teji-
dos sanguíneos son los procesos leucémicos, los cuales constituyen las neoplasias
de incidencia más alta los primeros 15 años de la vida y 6 a 7% de las neopla-
sias después de esa edad. Las leucemias son procesos neoplásicos en los que la
médula ósea normal es invadida y desplazada por células malignas pertenecientes a
diferentes líneas de células sanguíneas parcialmente diferenciadas o indiferenciadas.
El tipo de célula afectada constituye la base para la clasificación inicial de los proce-
sos leucémicos en leucemias agudas linfoblásticas (LAL), leucemias agudas no
linfocíticas (LANL), leucemias granulocíticas crónicas (LGC), leucemias linfocíticas
crónicas (LLC). La FAB ha presentado una clasificación de los procesos leucémi-
cos muy difundida en la actualidad.2 Existen factores leucemógenos bien definidos,
como el benceno, los plaguicidas e insecticidas clorados, como el 1,3-dicloropropano,
el ácido 2,4-diclorofenoxiacético, los fenoles clorados usados para conservar made-
ra como el pentaclorofenol, los colorantes para el pelo y algunos derivados del
petróleo. La toxicidad del benceno es función de su concentración en el ambiente,
pero de una a 10 partes por millón (ppm) pueden producir lesión cromosómica, y
cuando llega a 10 000 ppm puede ocasionar la muerte del sujeto expuesto en pocas
horas. 2 Hay pruebas de que los agentes antineoplásicos son leucemógenos, lo mis-
188
Sección AIV: Síndromes de cáncer hematología) 189
Referencias
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194 Parte IV - Enfermedad neoplásica
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Sección BIV:
HEMATOLOGÍA NEONATAL
30
ANEMIA NEONATAL
Introducción. Anemias del periodo neonatal temprano.
Anemias hemolíticas. Anemias hipoproliferativas. Anemias
del periodo neonatal tardío.
Introducción
La anemia es un síndrome clínico acompañado de hipoxia tisular sistémica,
cuyas manifestaciones principales en el recién nacido son: palidez, letargo, fatigabi-
lidad fácil que puede hacerse evidente al alimentarlo, y poca ganancia de peso. La
hipoxia tisular es la consecuencia de baja de los eritrocitos, hemoglobina y hemató-
crito en la sangre circulante, a menos de los valores normales para este grupo de
edad (cuadro 1.4).
El recién nacido normal a término tiene cifras altas de hemoglobina los primeros
días de la vida; la cifra media de hemoglobina en sangre de cordón umbilical en niños
mexicanos es de 18.1 g/dl.1 En sangre capilar entre la cuarta y la sexta horas de la vida
19.1+2.2 g/dl;2 a partir de ese momento hay una disminución progresiva que alcanza
su valor mínimo entre 9 y 10 g/dl aproximadamente a la octava semana de la vida.
A esta baja de la hemoglobina se le ha denominado anemia fisiológica del lactante
y tiene relación con cambios en el tejido hematopoyético implicados en la adaptación
del neonato a la vida extrauterina; con frecuencia esta baja de la hemoglobina es bien
tolerada y va seguida de reactivación de la hematopoyesis y aumento de las cifras de
reticulocitos a la novena semana de vida. En prematuros, la baja en los eritrocitos
circulantes es más acentuada y más temprana; en neonatos con 1 000 y 1 500 g de
peso corporal, la hemoglobina baja desde un promedio de 16 g/dl al nacer a 8 g/dl
a la cuarta semana, y en niños pretérmino con menos de 1 000 g/peso corporal esta
disminución llega a 7 g/dl;3 a este estado se le denomina anemia del prematuro y se
caracteriza por evolucionar con cifras bajas de eritropoyetina.4
Los mecanismos etiopatógenos de las anemias, varían en diferentes etapas del
periodo neonatal. Al nacer y durante la primera semana de la vida la principal
causa de anemia es la hemorragia aguda perinatal, de gravedad variable, desde
leve y poco evidente, hasta la que condiciona que el niño nazca en estado de cho-
que. Esta última causa anemia aguda hipovolémica o poshemorrágica; existen otros
195
196 Parte IV — Enfermedad neoplásica
dos grupos de anemias que son de importancia en este periodo: las hemolíticas y las
crónicas hipoproliferativas; en su patogenia es notable la interrelación maternofetal.
Constituyen las anemias principales que se encuentran presentes al nacimiento o
que aparecen durante la primera semana de la vida extrauterina; se han llamado
anemias del periodo neonatal temprano. En las tres semanas restantes, periodo de
las anemias neonatales tardías, cuya etiopatogenia tiene mayor relación con enfer-
medades propias del neonato y el papel de los factores maternos se atenúa; las
anemias agudas hipovolémicas del periodo neonatal temprano tienden a estabilizarse.
A continuación se describen las variantes principales.
Anemias hemolíticas
Anemia hemolítica aloinmunitaria. Los neonatos hijos de parejas formadas
por mujeres Rh negativo y varones Rh positivo tienen un riesgo bien definido de
ser afectados por anemia hemolítica aloinmunitaria del recién nacido, la cual puede
determinar hidropesía fetal, anemia grave y muerte del feto o del neonato; el recién
nacido manifiesta ictericia grave pocos días después del nacimiento, con riesgo
elevado de lesión neurológica cortical por el depósito de bilirrubinas en los núcleos
grises centrales, lo que causa kernicterus, que puede ir seguido de invalidez perma-
nente o fallecimiento neonatal.
Actualmente, la isoinmunización maternofetal puede prevenirse, que es lo más
adecuado; pero también puede ser tratado el feto o el niño afectado. La amniocentesis
y otros recursos para obtener muestras de sangre fetal permiten diagnosticar la
hidropesía fetal y la anemia grave en útero. A continuación se hace una revisión
Sección BIV: Hematología neonatal 197
Anemias hipoproliferativas
Anemia por deficiencia de hierro. Entre las anemias crónicas hipoproliferativas
en el periodo neonatal temprano puede mencionarse la anemia relacionada con
hemorragia crónica producida durante el tercer trimestre del embarazo, ya sea se-
cundaria a lesiones placentarias o a la transfusión de un gemelo a otro, repetida,
intermitente. En los embarazos gemelares monocigotos con placentas monocoriales,
puede haber anastomosis arteriovenosas entre las circulaciones de ambos fetos, lo
que permite la transfusión de un gemelo al otro, y se produce anemia en el gemelo
donador y policitemia en el receptor. Como sucede con la hemorragia crónica a
otras edades, esta variedad de anemia es por deficiencia de hierro; sin embargo,
por la susceptibilidad del neonato a la hipoxia, si el niño al nacer tiene 10 g de Hb
o menos requiere ser transfundido con glóbulos rojos desleucocitados. Las neoplasias
malignas como el corangioma o el coriocarcinoma, también pueden coexistir con
el paso de sangre fetal a la circulación materna.
Los procesos infecciosos intraútero pueden producir anemia hipoproliferativa
que se manifiesta en la primera semana de la vida y se prolonga durante todo el
periodo neonatal y los primeros meses de la lactancia. Los gérmenes que los causa se
mencionaron previamente al hablar de anemia hemolítica y son el virus de la rubéola,
el CMV, el herpes simple, la sífilis congénita, la toxoplasmosis y el paludismo.
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200 Parte IV — Enfermedad neoplásica
Introducción
Un gran número de niños recién nacidos presentan hemorragias que ponen en
peligro su vida o que pueden causar secuelas orgánicas permanentes o transitorias.
La importancia de estas hemorragias está relacionada con su localización, con su
magnitud, o con ambas cosas; las hemorragias profusas pueden originar anemia
aguda e hipoxia tisular subsecuente. Por otro lado, las del sistema nervioso central
producen lesión orgánica grave. Los signos clínicos de enfermedad hemorrágica son
muy variables, desde hemorragia profusa con hematemesis y melena por hipopro-
trombinemia, hasta trastornos en los que los signos de hemorragia son sutiles o no
existen. Hay enfermedades con alto riesgo de complicaciones hemorrágicas, como
las septicemias, la acidosis, la hipoxia, la desnutrición y las infecciones intrauterinas,
los hijos de madres con enfermedades hemorrágicas o que se encuentran en trata-
miento con medicamentos que interfieren en la hemostasia; en estos niños está
indicada la valoración clínica cuidadosa para buscar pruebas de diátesis hemorrágica
y de hemostasia como tiempo de hemorragia de Ivy (modificado por Villanueva-
Villegas-Vázquez),1 tiempo de protrombina de Quick, tiempo de tromboplastina
parcial, dosificación de fibrinógeno, tiempo de trombina y número de plaquetas.
En este capítulo se revisan los principales problemas hemorragicos del neonato,
a saber: la enfermedad hemorrágica del recién nacido, los síndromes de coagula-
ción intravascular diseminada, los llamados síndromes hemorragicos del periodo
neonatal y la púrpura tromocitopénica neonatal.
también del cordón, piel, ojos, aparato respiratorio, aparato genitourinario y siste-
ma nervioso central. La mayor parte de los casos inicia la hemorragia entre el se-
gundo y tercer días de la vida. Como dato importante para recordar, está el hecho
de que el recién nacido con esta variedad de diátesis hemorrágica, no tiene un
padecimiento subyacente y por tanto, es un niño sano en cualquier otro aspecto. La
anormalidad primaria en la enfermedad hemorrágica del recién nacido (EHRN) es
hipoprotrombinemia, por lo que el tiempo de protrombina de Quick es anormal,
aun cuando también puede prolongarse el tiempo de tromboplastina parcial; hay
anemia en relación con la hemorragia, pero el número de plaquetas y el tiempo de
hemorragia de Ivy son normales. El tiempo de protrombina de Quick en sangre
capilar, en recién nacidos sanos, tiene una media de 15.4 seg con DE (desviación
estándar) de 2.4 seg.1 A partir del 5o día de vida se ha encontrado tiempo de
protrombina dentro del límite normal para el adulto. En estudios previos se ha
señalado que en los niños con EHRN el tiempo de protrombina es mayor de cinco
segundos con respecto al testigo normal.2
La enfermedad hemorrágica del recién nacido es causada por varios factores que
son la ausencia de reservas tisulares de vitamina K, la ausencia de profilaxis de la
EHRN con la administración de vitamina K al nacer, la lactancia al seno materno y
el inicio tardío de la alimentación.3 La diferencia de la incidencia de EHRN en los
niños alimentados con leche de vaca está relacionada con el hecho de que esta última
contiene vitamina K, 60 μg/l, mientras que la humana contiene sólo 15 μg/l.4
La vitamina K en la coagulación es una coenzima indispensable para activar
los factores procoagulantes II, V, VII, X, que circulan como precursores inactivos y
requieren una gamma carboxilación de los residuos de ácido glutámico para adqui-
rir la capacidad de interaccionar con el ion calcio y tener actividad coagulante.r>
Estos factores son proteínas que se sintetizan en el hígado, forman un grupo deno-
minado complejo de la protrombina o grupo de factores dependientes de vitamina
K; se encuentran deprimidos en el neonato aun cuando se administre ésta al naci-
miento, pero en ausencia de esta profilaxis, la deficiencia de estos procoagulantes
puede ser tan importante que causa hemorragia clínica de gravedad variable.
El tratamiento de la enfermedad hemorrágica del recién nacido se hace con
vitamina K en dosis de 1 a 2 mg/vía endovenosa o intramuscular. Esta última
puede producir hematomas grandes, por lo que es preferible la vía endovenosa, se
recomienda que la aplicación por esta vía se efectúe lentamente; las alteraciones
de la coagulación mejoran de manera demostrable en las siguientes dos horas. La
persistencia de la hemorragia indica otros mecanismos de ésta; en la EHRN no se
observan recaídas.
Dosis altas de vitamina K pueden provocar hemolisis en neonatos sanos,'1 pero
en niños con deficiencia de la deshidrogenasa de la glucosa-6-fosfato se puede inducir
anemia hemolítica con dosis de 5 mg.7 Si el niño tiene hemorragia activa debe ser
transfundido con plasma a dosis de 15 ml/kg/día, porque la corrección de la hemos-
tasis requiere que transcurran algunas horas después de aplicar el medicamento.
En la actualidad hay acuerdo en que está indicada la profilaxis sistemática de
EHRN con la administración de 1 mg de vitamina K por vía oral, a todos los recién
nacidos, y reservar la administración subcutánea o endovenosa profiláctica, a dosis
de 2 mg, páralos neonatos de alto riesgo de desarrollar EHRN, como los prematuros
y los niños que requieren hospitalización en las unidades de cuidados intensivos
neonatales, los productos de partos traumáticos o los hijos de madres en tratamiento
con anticonvulsivos o con dicumarínicos. Después de la administración de una dosis
Sección BIV: Hematología neonatal 203
oral de 1 mg se logran concentraciones plasmáticas iguales a 300 veces las del adulto
normal, pero esto representa sólo el 5% de la concentración que se obtiene con
la misma dosis intramuscular.8 En fecha reciente se presentó la experiencia con la
profilaxis de EHRN con una dosis oral de 2 mg de vitamina Kl.9 Esta llega al
organismo en los alimentos y se absorbe en laporción proximal del intestino delgado,
por ser liposolubles son necesarias las sales biliares en el intestino, para su absorción
normal. Del intestino pasa por vía linfática al hígado donde se almacena de manera
transitoria,10 ya que su concentración en este órgano declina pronto. La vitamina K
absorbida que no es utilizada en la activación de los factores dependientes de ésta,
se oxida a ácidos carboxílicos, que son conjugados con ácido glucurónico y excretados
en la bilis y en la orina. Los requerimientos diarios de vitamina K varían de 0.30 a
1.5 mg/kg/día. Se ha señalado que los niños con nutrición parenteral o con padeci-
mientos como fibrosis quística, atresia de las vías biliares, diarrea crónica, abetalipo-
proteinemia, deben recibir un complemento semanal de 0.5 mg de vitamina K.
La enfermedad hemorrágica del recién nacido es sólo una de las causas de
pérdida de sangre neonatal, su incidencia ha disminuido con la profilaxis con vita-
mina K al nacer. En México se ha señalado una incidencia de 1.3 casos por 1 000
recién nacidos vivos. En lactantes a término que no reciben vitamina K al nacer, la
incidencia de EHRN varía de 0.25 a 1.7o/ou y en los que reciben profilaxis con una
sola dosis oral, la incidencia de EHRN desciende a 0.0014 a 0.0064% lo que equiva-
le a 1.4-6.4/100 000 neonatos.12
Se ha considerado una forma tardía de enfermedad hemorrágica del periodo
neonatal, pero ésta, aunque también se relaciona con deficiencia de vitamina K,
tiene una etiopatogenia diferente. Con frecuencia se trata de hipoprotrombinemias
secundarias a diarrea crónica, hepatitis, diarrea en niños alimentados al seno mater-
no, o bien, de hijos de madres que ingieren anticonvulsivos, dicumarínicos, rifam-
picina o isoniazida, en el tercer trimestre del embarazo; o también niños con pade-
cimientos tales como la enfermedad fibroquistica, enfermedad celiaca, deficiencia
de alfa-1 -antitripsina.13
Independientemente de la enfermedad hemorrágica del recién nacido, hay un
grupo de neonatos con diátesis hemorrágica, que no reacciona a vitamina K y a
menudo coexiste con infecciones y síndromes de insuficiencia respiratoria y tam-
bién un grupo de síndromes hemorrágicos del neonato bien caracterizados, trastor-
nos que se analizan a continuación.
Síndrome hemorrágico del recién nacido hipóxico. A diferencia de la
EHRN, el recién nacido hipóxico está deprimido, con acidosis y riego periférico
deficiente, claramente enfermo. Se considera que la hemorragia del neonato hipóxico
está relacionada con coagulación intravascular diseminada.14,15
Coagulación intravascular diseminada. La coagulación intravascular disemi-
nada (CID) o coagulopatía de consumo no es una enfermedad primaria, sino que es
una complicación de procesos patológicos que pueden afectar al neonato, al feto o
a la madre en las últimas semanas del embarazo; puede ser desencadenada por el
paso de sustancias tromboplásticas a la circulación, como sucede en el desprendi-
miento prematuro de la placenta, o en la placenta previa, o en la muerte de uno de
los fetos en los embarazos gemelares, por endotoxemia en las septicemias por
gramnegativos o por la lenta circulación y la acidosis tisular en el choque hemorrá-
gico.18 Algunas neoplasias como el hemangioma cavernoso en el síndrome de
Kasabach-Merrit,17 o el corangioma de la placenta, pueden acompañarse de coagu-
lopatía de consumo. La deficiencia de antitrombina III, proteína C de la coagula-
204 Parte IV — Enfermedad neoplásica
nóstico es necesario diferenciar los casos con púrpura trombocitopénica como en-
fermedad principal o primaria, de los que padecen púrpura trombocitopénica sin-
tomática, en los que esta última es sólo una manifestación más de un padecimiento
primario. A continuación se analizan las variedades principales de púrpura trom-
bocitopénica neonatal.
La púrpura trombocitopénica aloinmunitaria, se conoce también como púr-
pura neonatal primaria (PNP) y es causada por isoinmunización de la madre a
antígenos plaquetarios del producto, heredados del padre, y de los cuales carece la
madre; el mecanismo es similar a la isoinmunización a antígenos eritrocitarios que
caracteriza a la eritroblastosis fetal, con el subsecuente paso de los anticuerpos IgG
a la circulación del feto. Los niños afectados pueden tener hemorragia grave debi-
do a que además de trombocitopenia, puede observarse anormalidad de la fun-
ción de las plaquetas por anticuerpos que se fijan a las glucoproteínas Ilb/IIIa y
bloquean la agregación plaquetaria. La especificidad del isoanticuerpo es frecuen-
temente anti Pl pero también pueden participar otros antígenos plaquetarios, en
especial los del sistema HLA-2. La PNP puede observarse en el producto del pri-
mer embarazo, por lo cual se ha considerado que las plaquetas del feto pasan a la
circulación materna durante la gestación. Los niños con PNP a menudo nacen sin
hemorragia evidente, pero pocas horas después hacen su aparición petequias dise-
minadas en la piel. Si el niño tiene disnea y signos neurológicos debe considerarse
la posibilidad de hemorragia intracraneal. La trombocitopenia en PNP dura aproxi-
madamente dos semanas. Para el diagnóstico es necesario que la madre tenga
antecedentes negativos de púrpura trombocitopénica idiopática y número normal
de plaquetas.
La anemia hemolítica del recién nacido también puede relacionarse con trom-
bocitopenia por lo que los niños con PNP deben tener prueba de Coombs negati-
va, igual que los estudios relacionados con infección viral o bacteriana, y la inges-
tión materna de medicamentos. Debe excluirse también los hemangiomas gigan-
tes. Son frecuentes petequias, hemoptisis, hemorragia gastrointestinal, de las vías
urinarias, o de ambas, pero es de especial interés el hecho de que se ha observado
hemorragia intracraneal en una sexta parte de los casos, incidencia muy alta.32
El tratamiento requiere de transfusión de concentrados plaquetarios, los que
deben radiarse previamente, para prevenir la enfermedad injerto contra huésped
(EICH). Es frecuente que la transfusión de plaquetas de donadores al azar, vaya
seguida de su eliminación rápida de la circulación por acción del isoanticuerpo, de
tal manera, que no se encuentre aumento de plaquetas en los recuentos efectuados
una hora después de la transfusión. Es más adecuado transfundir plaquetas mater-
nas lavadas y radiadas; es necesario lavar las plaquetas maternas para eliminar el
isoanticuerpo adherido a ellas.33,35 La trombocitopenia puede ser leve y no requerir
tratamiento pero en quienes tienen menos de 20 000 plaquetas, la terapia más
adecuada es la transfusión de trombocitos maternos no reactivos obtenidos mediante
plasmaféresis. En estos niños se administran esteroides adosis de 2 mg de prednisona
por kg/día por cuatro a cinco días, o el tiempo necesario para observar aumento de
plaquetas.
Púrpura trombocitopénica en el hijo de madre purpúrica. Las madres con
púrpura trombocitopénica autoinmunitaria tienen alto riesgo de dar a luz niños
con púrpura trombocitopénica aun cuando se encuentren en remisión del proceso
purpúrico, o cuando éste se haya curado con esplenectomía y la madre no haya
tenido manifestaciones purpúricas durante el embarazo. Se ha considerado la
206 Parre IV - Enfermedad neoplásica
Referencias
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Sección CIV:
MEDICINA TRANSFUSIONAL
32
COMPLICACIONES MEDICAS DE
LA TRANSFUSIÓN SANGUÍNEA
Introducción. Reacción hemolítica transfusional.
Fiebre transfusional. Edema pulmonar no cardiógeno. Reacción alérgica.
Sobrecarga circulatoria. Contaminación bacteriana.
Introducción
La transfusión sanguínea es un recurso terapéutico que puede considerarse in-
dispensable para la clínica hematológica actual. Su disponibilidad se ha incremen-
tado enormemente y esto ha dado lugar a que se tienda a pasar por alto el hecho de
que la transfusión es un trasplante de un tejido íntegro, o en el caso de la transfusión
de fraccciones celulares, material con todas las características de antigenicidad de
las células vivas. Todas las transfusiones causan en el receptor una reacción inmu-
nológica1 que en la mayor parte de los casos es subclínica y transitoria pero que
cobra importancia en el paciente que ha recibido numerosas transfusiones y en los
individuos con constitución antigénica poco frecuente.
La era moderna de la transfusión sanguínea iniciada en el primer decenio de
este siglo, está llena de brillantes contribuciones científicas entre las que se cuentan,
el descubrimiento del sistema ABO de grupos sanguíneos, el desarrollo de la
anticoagulación con citrato de sodio y la solución de ácido cítrico-citrato-dextrosa
(ACD), la identificación del sistema de antígenos Rh, el desarrollo de la prueba de
antiglobulina y sus variantes, que han permitido identificar los principales antígenos
de superficie del eritrocito. Nuestro sistema transfusional actual está basado en los
notables conocimientos enumerados, que junto con los recursos para la identifica-
ción de portadores de bacterias y virus transmisibles por transfusión hacen de ella
un procedimiento razonablemente seguro, con poca probabilidad de producir le-
sión grave al receptor en la mayor parte de los casos.
En cualquiera de las situaciones clínicas en las que el procedimiento esté indi-
cado, el riesgo transfusional debe ser siempre menor que la enfermedad misma, la
decisión de transfundir implica un juicio para encontrar el riesgo razonable. Desde
luego la transfusión de derivados sanguíneos no está indicada en pacientes hemodi-
209
210 Parte IV - Enfermedad neoplásica
námicamente estables cuyo padecimiento puede ser atendido con otras opciones
terapéuticas.
La transfusión de productos sanguíneos puede acompañarse de reacciones ad-
versas como reacciones hemolíticas, febriles y alérgicas, sobrecarga circulatoria,
edema pulmonar no cardiógeno, contaminación bacteriana, alteraciones metabólicas,
transmisión de infecciones, aloinmunización, hemosiderosis, reacción injerto contra
huésped, supresión de la eritropoyesis, púrpura postransfusional; todas ellas pueden
dar lugar a síndromes clínicos que requieren ser diagnosticados oportunamente y en
algunos casos, ir seguidos de las medidas terapéuticas adecuadas.
Fiebre transfusional
La sensibilización a antígenos leucocitarios o de plaquetas puede producir
reacciones febriles no hemolíticas. El incremento de la temperatura se observa du-
rante la transfusión o poco tiempo después, y persiste por dos a seis horas, aun
cuando puede durar hasta por 12 horas. La fiebre plantea el problema de diferen-
ciar una reacción hemolítica, especialmente en los raros casos en los que hay baja
de la presión arterial, náusea, vómito y dolor torácico. Estas reacciones pueden
evitarse con la administración de fracciones sanguíneas bajas en leucocitos. En 1%
de los casos se presenta en la primera transfusión y hasta en 4% de los pacientes
politransfundidos.3 Probablemente es la reacción transfusional más frecuente, la
mayor parte de las crisis hemolíticas postransfusionales se inician con fiebre, pero
muchos de los episodios de fiebre concomitante con transfusión no tienen relación
con hemolisis. La decisión de suspender una transfusión en caso de un episodio
febril requiere una valoración clínica cuidadosa; es conveniente interrumpir el pro-
cedimiento mientras se verifican los datos de identificación del producto sanguíneo
y del paciente que los recibe, se administran medicamentos adecuados con antipi-
212 Parte IV — Enfermedad neoplásica
Reacción alérgica
Algunos receptores de fracciones sanguíneas o de sangre entera que en la ac-
tualidad se usa cada vez menos, presentan urticaria, eritema, prurito y hasta bron-
cospasmo en relación con la transfusión. Los tres primeros son los síntomas más
frecuentes y ceden fácilmente a la administración de antihistamínicos parenterales.
En ocasiones se observa broncospasmo, edema angioneurótico o anafilaxis y en-
tonces es necesaria la administración de adrenalina.
Sobrecarga circulatoria
El riesgo de sobrecarga circulatoria es mayor en los pacientes con anemia cró-
nica, en los que la hipoxia tisular prolongada causa disminución de la reserva cardiaca
debido al desarrollo de corazón anémico. Estos pacientes no deben transfundirse con
más de 10 ml/kg de peso y no repetir la transfusión antes de 72 horas, excepto en el
caso de hipovolemia relacionada con nuevos episodios hemorrágicos. Puede produ-
cirse sobrecarga circulatoria en enfermos que se transfunden 48 a 72 horas después
de un episodio hemorrágico cuando el volumen sanguíneo se ha restituido por la
reacción4'5 fisiológica a la hemorragia, analizada en el capítulo de anemia aguda.
Contaminación bacteriana
La contaminación bacteriana de la sangre o de las fracciones sanguíneas es
poco frecuente con la tecnología actual del banco de sangre, en la que se manipu-
lan los productos sanguíneos en sistemas cerrados; sin embargo, aún se produce
ocasionalmente y puede dar lugar a procesos sépticos graves.6 Los microorganismos
que contaminan la sangre con mayor frecuencia son bacterias de la piel que se
introducen durante la punción o durante el fraccionamiento de la sangre; entre las
Sección CIV: Medicina transfusional 213
Referencias
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