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Habiéndose ya tratado temas como el de los modelos familiares, es válido

mencionar que, desde el punto del cristianismo, no hablamos de uno de estos


modelos.
Para desarrollar este tema, sería oportuno verlo en realidad como una visión, un
punto de vista de la familia desde ángulos que como ya iremos resolviendo, se
enfocan en ámbitos que van más allá de la imposición de algunas conductas,
valores, objetivos e incluso viéndose inmerso de gran manera el tema de la ética.
Se dará mayor énfasis en la observación hacia una familia cristiana, y la manera en
la que esta visión conforma parte esencial de la estructura de la misma.
Para empezar y recalcando que el hablar del enfoque cristiano no es equivalente a
mencionar los modelos de familia en sí. Es necesario entonces ubicarnos
temporalmente a la época de Jesucristo, en la que el modelo del patriarcado ya se
veía inmerso en cuanto a la estructura de la familia se trataba. Esto quiere decir que
en cada familia había un personaje que se tomaba por el jefe de la misma, era tal
su importancia que aquello que afectara en él, afectaba en su círculo familiar.
Ya se podía tomar en cuenta el tema de la obediencia en esta estructura, puesto
que el jefe, que era el padre, era quien disponía de las obligaciones de cada
integrante de este grupo. Era el encargado de velar por el bien de su comunidad
familiar, procurar por su desarrollo, así como también su organización. Los hijos
hacían lo que el padre decía, y más que por mera obediencia, se trataba en realidad
de respeto hacia quien tenía mayor experiencia, hacia el adulto.
Ahora, involucrándonos en la visión cristiana, se ve por conveniente el definir desde
su perspectiva a la misma familia. Que entonces sería un grupo humano formado
por temas superiores a solo conveniencia social, entre otros. Se le consideraría una
comunidad formada en cobijo del amor y con una relación más estrecha que solo el
de sangre. Se le reconoce como una realidad social importante y como una
institución de origen divino que debe regirse de acuerdo a la voluntad del Señor.
También se le reconocen como una estructura con funciones más allá del modelado
de comportamiento de los menores, que, en sí, sirve para explicar el significado del
reino de Dios.
Tomando estos conceptos, es válido entender que Jesús defiende la institución
familiar, así como la estabilidad del matrimonio, y ubica algo por encima de ellos,
justamente el reino de Dios y su justicia. De esta manera se excluye la concepción
privada, egoísta de la familia y se le otorga un sentido de libertad. La familia cristiana
es la misio de la iglesia de Cristo. Pues, así como el matrimonio, es un sacramento
de vida y amor, la familia es fundada bajo estos principios, los integrantes no solo
conviven, sino que surge con ello la participación y la comunión, puesto que Dios
se halla presente en esa unión como el centro de mutuo amor.
Es momento de hablar de la misión de la familia, como son el de custodiar y
comunicar el amor, como la participación real del amor de Dios por la humanidad.
La familia es el primer centro educativo para el niño, es el lugar donde no solo se
dan normas que se preserven en la obediencia o el respeto, entre otros. Sino que
se hace evidente el enfoque en una vida como comunidad, un lugar que te potencie
la humanidad, y que a su vez tenga funciones específicas como la profética
(escuchar y enunciar el evangelio) y el de participar del oficio sacerdotal de cristo,
que es dilatar el mensaje de Dios.
Desde el punto de vista antropológico, como la dimensión ética, lo que caracteriza
a la familia cristiana es la solidaridad, pues sus funciones se fundan en cuanto a la
comunidad se trata, la relación estrecha que se forme con el otro. Claro está con la
relación que se plantea entre padres e hijos, que como se mencionó antes, va más
por el lado del respeto que por obediencia, aunque sumado a esto también se
encontraría la responsabilidad que tiene el uno con el otro. Como el padre que cuida
de su hijo y procura su bienestar, su desarrollo. Mientras que el hijo en su momento
se responsabiliza del cuidado de su padre. Establece entonces que el fin es buscar
una comunidad de amor y solidaridad, el bienestar de los miembros de la familia,
que es una fuente de valores de la persona y de la sociedad.
Se habla de una relación que evita el ahogamiento de la libertad de los integrantes
de esta institución, que se basaría en fundamentos como la paternidad, filiación
(gratitud por el amor y la vida), hermandad (relación entre iguales) y nupcialidad
(compromiso de amor, igualdad y verdad).
En cuanto a la ética comprendemos que la familia, fundamentada en la solidaridad
y el amor, con fines de desarrollo y humanidad, involucra la cercanía entre sus
miembros, una comunión más profunda, así como la experiencia de la gratitud y el
considerarse como una institución de valores.
La familia cristiana es una realidad social que también se refiere a temas como el
de la sexualidad, que debe desarrollarse desde este aspecto, con racionalidad,
como demostración de verdadera donación y amor incondicional. Otro elemento
también es el de la justicia, que debe desarrollarse en esta comunidad como
muestra de la entrega y solidaridad, la aceptación de la dignidad e igualdad. La
familia es una institución con propósitos educativos, de un modo integral y liberador.
Para concluir, habiéndose respondido a la visión cristiana en la familia, se le
identifica como una comunidad que busca el desarrollo apropiado de los ámbitos
humanos para cada integrante de la misma, un punto de vista inmerso en los
valores, deberes, responsabilidades y que se ve fundado en aspectos que fortalecen
esta unión, como el amor, la donación, y la completa disposición hacia el crecimiento
interno, no solo de los integrantes, sino también de la institución, e incluso de la
sociedad misma.

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