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Ex. 26:1-14
Las dimensiones de las cortinas no son sin significado. "La longitud de una
cortina de veintiocho codos, y la anchura de la misma cortina de cuatro codos;
todas las cortinas tendrán una misma medida" (v.2) Ahora 28= 7x4, y la altura
por lo tanto es siete veces cuatro; Y la anchura, siendo de cuatro codos, divide
la extensión en siete; 28/4 da 7 Siete y cuatro son de este modo característicos.
Siete es el número que nos habla de plenitud y perfección desplegada sobre la
tierra; y tal significado solo puede ser aplicado a la vida de nuestro bendito
Señor. Las cortinas del tabernáculo por tanto nos hablan del completo
despliegue de Sus perfecciones como Hombre cuando pasaba a través de esta
escena.
Después tenemos la ensambladura que de igual modo tiene una enseñanza para
nosotros. Había allí 50 lazos azules y 50 corchetes de oro, por medio de los
cuales las cortinas eran conectadas. Recordando que el azul es el color celestial,
y el oro que nos habla de divinidad, y que los números 10 y 5, que recién han
sido explicados, y que entran en la composición de 50, comprendemos el
carácter divino y celestial de nuestro bendito Señor que es lo que asegura el
perfecto ajuste de Su doble responsabilidad como Hombre hacia Dios y el
hombre; o que estas eran unidas por Su energía divina y celestial. Estos
significados, el lector estará prevenido, son sugestiones que son dignas de una
devota consideración a la luz de las Escrituras, y que, si examinadas en la
presencia de Dios, no pueden fallar en ser interesantes y provechosas.
Estas debían extenderse más allá, por todos lados, de manera a proteger
completamente las cortinas del tabernáculo. "Y harás cincuenta lazadas en la
orilla de la cortina, al borde en la unión, y cincuenta lazadas en la orilla de la
cortina de la segunda unión. 11 Harás asimismo cincuenta corchetes de bronce,
los cuales meterás por las lazadas; y enlazarás las uniones para que se haga una
sola cubierta. 12 Y la parte que sobra en las cortinas de la tienda, la mitad de la
cortina que sobra, colgará a espaldas del tabernáculo." (26:10-12) El significado
será, entonces, que Cristo en todo lo que Él fue, como simbolizado por las
cortinas interiores, estaba guardado por esa perfecta separación del mal,
separación que brotaba de Su positiva y absoluta pureza. Él podía por tanto
desafiar a Sus enemigos con las palabras, "¿quién de vosotros me convence de
pecado?" (Jn. 8:46) Si, Él podía decir a los Suyos, "No hablaré ya mucho con
vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí." (Jn.
14:30) Tan completa era Su separación moral de todo mal que aún podía tocar
a un leproso y no ser contaminado.
Los corchetes de las cortinas eran de bronce en lugar de oro. El color de las
lazadas no se nos menciona. El bronce en esta conexión parecería significar la
justicia divina, no, como vista en el oro, de acuerdo a lo que Dios es en Sí
mismo, sino como probando al hombre en responsabilidad. Esto será mostrado
más plenamente cuando el altar de bronce venga ante nosotros para ser
considerado. La aptitud de este significado en conexión con las cortinas de
pelos de cabras será enseguida comprendida. Esto pone ante nosotros a Cristo
moralmente como separado de los pecadores, pero probado por la justicia
divina en Su camino a través de Su jornada terrenal, y probado, difícilmente hay
necesidad de añadir, solo con el resultado de descubrir que Él
respondía perfectamente a cada demanda.
Si por un momento se supone que el tabernáculo está completo, se verá que las
pieles de tejones solo enfrentaban la mirada exteriormente. Pero el sacerdote
que tenía el privilegio de entrar en el lugar santo, veía la plena belleza del lino
fino torcido, del azul, púrpura, y del escarlata, y de los querubines bordados. Era
Cristo fuera y Cristo dentro; pero era Cristo fuera como visto por el ojo
natural, que no manifestaba belleza en Él que el hombre pudiese desear; y Cristo
dentro como visto por el ojo abierto por el Espíritu Santo de Dios, Cristo por
tanto como el señalado entre diez mil, y como todo hermoso.
E. Dennett
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tabernaculo