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Dice el artículo 1.097, inciso 1º “Los asignatarios a título universal, con cualesquiera palabras que
se les llame, y aunque en el testamento se les califique de legatarios, son herederos: representan la
persona del testador para sucederle en todos sus derechos y obligaciones transmisibles”. Lo que
reitera el artículo 951, inciso 2º “El título es universal cuando se sucede al difunto en todos sus bienes,
derechos y obligaciones transmisibles, o en una cuota de ellos, como la mitad, tercio o quinto”.
Heredero Universal es el que sucede en la herencia del causante sin designación de cuota.
Heredero de Cuota es aquel a quien se le indica la porción o parte alícuota en que sucede, como
un medio, tercio o cuarto.
Si por ejemplo, el testador dijere: Dejo todos mis bienes a mis tres hijos, y cada uno lleva un
tercio. Los tres son, pues, herederos universales.
En cambio si digo que le dejo a Juan dos octavos, a Pedro tres octavos y a Diego tres octavos,
ellos son herederos de cuota.
IMPORTANCIA DE ESTA CLASIFICACION. Dice relación con el derecho de acrecer que existe
entre los herederos universales mas no a favor de los de cuota.
Lo que caracteriza esencialmente a los legatarios es que no suceden, como los herederos, en la
universalidad del patrimonio, sino en bienes determinados, individuales, como un auto, una casa,
$10.000, etc. o en especies indeterminadas de cierto género, como cuarenta fanegas de trigo (art.
1.104)
CLASES DE LEGADOS
1. De especie o cuerpo cierto. El objeto está individualizado en el cien por ciento; es decir es una
especie determinada de un género también determinado.
2. De género (el objeto está determinado genéricamente, es decir, es una especie indeterminada
dentro de un género determinado).
I. EL DERECHO DE ACRECIMIENTO
En términos generales, podemos decir que el acrecimiento tiene lugar cuando falta un
asignatario.
Por ejemplo: Instituyo a Pedro heredero de todos mis bienes y dejo a Juan un inmueble
determinado. Si falta Juan (se murió antes que el testador, por ejemplo), el inmueble legado
corresponde a Pedro, heredero universal a quien dicho legado lo perjudicaba. En este caso, la falta del
asignatario beneficia a Pedro; y si Juan no hubiese faltado, entonces la asignación perjudicaba a Pedro.
Segunda situación: Dejo un tercio de mi herencia a Pedro, Juan y Diego, pero este último
resulta indigno para suceder. El tercio perteneciente a este heredero de cuota va a los herederos
abintestato del causante, pues en esta parte el testamento no produce efectos.
Ahora bien, de acuerdo a lo que dicen los artículos 1147 y 1148, diremos que el derecho de
acrecimiento es: el derecho en virtud del cual existiendo dos o más asignatarios llamados a un mismo
objeto sin determinación de cuota, la parte del asignatario que falta aumenta la de los otros
asignatarios.
REQUISITOS
sucesión testamentaria,
varios asignatarios,
llamados a un mismo objeto (conjunción real),
sin determinación de cuota,
falta de un asignatario,
no debe haberse designado un sustituto para el asignatario que falta, y
no debe haberse prohibido el acrecimiento.
1. La ubicación del Párrafo 8º, que trata del derecho de acrecer en el Título IV, de las asignaciones
testamentarias, a continuación de los legados y donaciones revocables.
2. Por otra parte, todo su articulado discurre sobre la base de que exista un testamento y
3. El derecho de acrecimiento no es sino una interpretación de la voluntad del testador por parte
del legislador.
Si hay uno solo y éste falta, su porción en la herencia no tendría asignatario a cuya porción
acrecer. En tal caso la sucesión será intestada y se aplicarán las reglas que ya conocemos.
Así se desprende del artículo 1.147, el cual dispone que “Destinado un mismo objeto a dos o más
asignatarios, la porción de uno de ellos, que por falta de éste se junta a las porciones de otros, se dice
acrecer a ellas”.
En realidad la expresión objeto está usada aquí en el sentido de asignación, y si el legislador
utilizó aquélla y no ésta, fue por razones literarias, para no repetir las palabras.
O sea, no quiso decir: “...destinada una misma asignación a dos o más asignatarios...”. Así lo ha
dicho la jurisprudencia.
El acrecimiento opera tanto el los legados como en las herencias. Como la ley se refirió a las
asignaciones, sin distinguir si eran singulares o universales, podemos decir que se presenta este
derecho tanto en las herencias como en los legados.
Esta es la exigencia característica y fundamental del acrecimiento es que los asignatarios sean
llamados sin designación de cuota.
Por ejemplo: el testador deja un tercio de sus bienes a Pedro, un tercio a Juan y un tercio a
Diego. Supongamos que este último falta por cualquier motivo (incapacidad, indignidad, murió antes
que el testador, etc.). En este caso no hay acrecimiento pues el testador dijo claramente lo que debían
llevar Pedro y Juan, de modo que su decisión no puede ser alterada por el acrecimiento.
Excepciones:
Hay dos casos en el Código que se citan como excepciones al principio de que el asignatario,
para tener derecho acrecer, no debe ser de cuota. Ambas están en el artículo 1.148. No son, de
verdad, tales excepciones.
Estos dos casos son de los asignatarios llamados por partes iguales y el de los llamados a una
misma cuota, pero sin determinárseles la parte que van a llevar en dicha cuota. Todo depende de la
verbalización
Es necesario, para que haya lugar al acrecimiento, que al fallecimiento del causante falte
alguno de los asignatarios conjuntos, pues si al tiempo de abrirse la sucesión existen todos los
asignatarios conjuntos no opera el derecho de acrecimiento. O sea, habrá acrecimiento:
Cuando el asignatario conjunto fallece antes que el testador;
Cuando el asignatario conjunto sea incapaz o indigno;
Cuando el asignatario repudia la asignación, y
Cuando siendo asignatario condicional, de condición suspensiva, fallare la condición, es decir, no
llegue a cumplirse ésta.
La respuesta la da el artículo 1.190: “Si un legitimario no lleva el todo o parte de su legítima por
incapacidad, indignidad o exheredación, o porque la ha repudiado, y no tiene descendencia con derecho a
representarle, dicho todo o parte se agregará a la mitad legitimaria contribuirá a formar las legítimas
rigorosas de los otros, y la porción conyugal, en el caso del artículo 1178 inciso 2º”.
Quiere decir que en el ejemplo dado no hay acrecimiento a favor de Pedro y Juan, sino que la
porción de Diego la llevan sus descendientes en virtud de la representación.
Por otra parte, el acrecimiento es una interpretación de la voluntad del testador y si éste la
expresa designando a quien va a reemplazar al asignatario conjunto, no tiene razón de ser el primero.
Por ejemplo: Dejo mi casa a Pedro, Juan y Diego. Si falta Diego, sus derechos pasarán a
Antonio. Como en tal caso existe un sustituto si Diego fallece antes que el causante, sus derechos no
acrecen a Pedro y Juan, porque es reemplazado por Antonio.
El artículo 1.155 dice que “El testador podrá en todo caso prohibir el acrecimiento”.
Si así lo dice, debe respetar su voluntad, y no cabrá interpretación alguna.
El efecto fundamental ya lo conocemos: la porción del asignatario que falta se junta, se agrega
a la de los otros que así se aumentan.
Dice al respecto el inciso 1º del artículo 1.150: “Los coasignatarios conjuntos se reputarán por una
sola persona para concurrir con otros coasignatarios; y la persona colectiva formada por los primeros, no
se entenderá faltar, sino cuando todos éstos faltaren”.
Quiere decir que entonces el asignatario conjunto se entiende faltar solamente cuando falta en
su totalidad. Explicamos el precepto por medio de los siguientes ejemplos:
1. Digo: dejo mi casa a Pedro, Juan y Diego. Si falta uno de ellos (Pedro) su porción acrece a
Juan y Diego. No hay discusión alguna, porque falta un asignatario conjunto.
2. Digo: dejo un tercio a Pedro, un tercio a Juan y un tercio a Diego y Antonio. Si en este caso
faltan Pedro y Juan no hay acrecimiento posible, porque son herederos de cuota y su
porción pasa a los herederos abintestato.
3. En el mismo ejemplo: faltan Diego o Antonio: su cuota acrece a la del otro asignatario
conjunto y, así, la porción de Diego acrece a la de Antonio y viceversa. Entre Diego y
Antonio hay acrecimiento, pues han sido llamados a una misma cuota de la herencia, pero
sin designárseles la parte que llevarán en ella (artículo 1.148) y,
4. Puede suceder que falten tanto Diego como Antonio, en cuyo caso no existirá
acrecimiento en favor de Pedro o Juan, pues ellos han sido llamados con designación de
cuota; la porción de Diego y Antonio pasará a los herederos abintestato.
La sustitución el cuarto derecho que opera en la sucesión por causa de muerte está tratada en
el Párrafo 9º y final del Título, de las asignaciones testamentarias.
a) Sustitución vulgar. Artículo 1.156 “La sustitución vulgar es aquella en que se nombra un asignatario
para que ocupe el lugar del otro que no acepte, o que, antes de deferírsele la asignación, llegue a
faltar por fallecimiento, o por otra causa que extinga su derecho eventual”.
I. LA SUSTITUCION VULGAR
Requisitos:
Que se trate de una sucesión testamentaria.
Que la sustitución sea expresa y
Que falte el asignatario que va a ser sustituido.
Al igual que en el acrecimiento tampoco en este caso cabe discusión alguna: la sustitución está
tratada entre las asignaciones testamentarias; todo el artículo referente a ella discurre sobre la base
que exista testamento. Por último, como es seguida veremos, la sustitución supone una manifestación
de voluntad de parte del testador y la ley no la presume nunca.
El testador debe instituirla expresamente; lo que equivale a decir que no hay situaciones
tácitas, presuntas o legales.
El artículo 1.162 lo confirma al decir que “Si el asignatario fuere descendiente legítimo del
testador, los descendientes legítimos del asignatario se entenderán sustituidos a éste; salvo que el
testador haya expresado voluntad contraria”.
Por ejemplo: dice el testador dejar su auto a Pedro. Pedro premuere y deja los hijos legítimos.
No hay sustitución si el testador expresamente no ha manifestado su voluntad en tal sentido.
Y si en grados de parentesco tan cercanos como éste la sustitución requiere cláusula expresa,
es evidente que ella siempre necesita, para existir, voluntad manifestada por el testador.
Puede ser directa o indirecta, es decir, existen sustituciones de diversos grados: de primer
grado, de segundo grado, etc. Así lo establece el artículo 1.158: “La sustitución puede ser de varios
grados, como cuando se nombre un sustituto al asignatario directo y otro al primer sustituto”.
Por ejemplo: dejo mi casa a Pedro, y si éste falta, a Juan. Si éste no puede o no quiere llevarla, a
Diego, y como sustituto de éste a Antonio.
Igualmente, según el artículo 1.159, se puede sustituir uno a muchos y muchos a uno.
Por ejemplo: dejo mi casa a Pedro y a falta suya lo sustituirán los hijos de Juan.
El inciso 1º del artículo 1.156 enuncia los casos en que se entiende faltar un asignatario para los
efectos de la sustitución.
“Sustitución vulgar es aquella en que se nombra un asignatario para ocupar el lugar de otro que
no acepte, o que, antes de deferírsele la asignación, llegue a faltar por fallecimiento, o por causa que
extinga su derecho eventual. No se entiende faltar el asignatario una vez que acepte, salvo que se invalide
la aceptación”.
Y da una regla general: cualquiera otra causa que extinga su derecho eventual.
Se suele afirmar que ella comprende también el desheredamiento, pero Somarriva dice que no
es así, porque el desheredamiento es propio de los legitimarios y tratándose de éstos, si falta uno de
ellos, no hay sustitución sino representación o sino la asignación pasa a pertenecer a los demás
legitimarios (artículo 1.190).
Por ejemplo: dejo mi casa a Pedro y si al fallecer yo aquél hubiere muerto, la casa pasará a Juan.
Resulta que al fallecer yo Pedro está vivo, pero repudia la asignación. De acuerdo con lo explicado, la
sustitución opera y Juan se lleva la casa.
Si el asignatario fallece después que el testador, no hay lugar a la sustitución pues opera el derecho de
transmisión.
La dificultad sólo puede presentarse en la mitad legitimaria y en ésta debemos concluir que la
representación excluye a la sustitución. Recordemos al artículo 1.183: “Los legitimarios concurren y son
excluidos y representados según el orden y reglas de la sucesión intestada”.
Por ejemplo: dejo la mitad legitimaria a mis hijos legítimos Pedro (quien tiene dos hijos
legítimos) y Juan y si falta Pedro, instituyo heredero a mi hermano Diego.
Esta sustitución no tendría efecto, pues si falta Pedro entran a representarlo sus
descendientes legítimos.
El asignatario, en realidad, no ha faltado, porque ocupa su lugar jurídico sus descendientes legítimos.
Es aquella en que se llama a un fideicomisario que en el evento de una condición se hace dueño
absoluto de los que otra persona poseía en propiedad fiduciaria (artículo 1.164).
En este caso nos hallamos ante un fideicomiso y por eso el inciso final del citado artículo
establece que esta institución se rige por lo dispuesto en el título de la propiedad fiduciaria (artículos
739 y siguientes).
“La sustitución no debe presumirse fideicomisaria sino cuando el tenor de la disposición excluye
manifiestamente la vulgar”
Dice el artículo 1.165 “Si para el caso de faltar el fideicomisario antes de cumplirse la condición, se
le nombrarán uno o más sustitutos, estas sustituciones se entenderán vulgares, y se sujetarán a las reglas
de los artículos precedentes.
Ni el fideicomisario de primer grado, ni sustituto alguno llamado a ocupar su lugar, transmiten su
expectativa, si faltan”.
Este precepto no es sino una aplicación del principio nuestra ley que no acepta los
fideicomisarios sucesivos. Los prohíbe el artículo 745.
COMO CONCURREN ESTOS DERECHOS EN LA SUCESIÓN.
Hemos dicho que en una sucesión pueden concurrir cuatro derechos: transmisión,
representación, acrecimiento y sustitución.
Veamos una síntesis de la forma en que estos derechos concurren y son excluidos en una
sucesión; en otras palabras veamos cuando se aplica uno y cuándo otro.
Para este evento, la ley ha solucionado expresamente toda posibilidad de conflicto en los
artículos 1.153 y 1.163. En conformidad a ello, la transmisión excluye a la sustitución y al acrecimiento y
la sustitución prima sobre el acrecimiento.
Si bien tienen un campo común de aplicación (la sucesión intestada), la verdad es que no hay
posibilidad alguna de colisión entre ambos derechos.
Para que opere el derecho de transmisión es necesario que el asignatario fallezca con
posterioridad al causante, sin alcanzar a pronunciarse respecto de la asignación deferida, en cuyo caso
transmite a sus herederos la facultad de aceptar o repudiar la herencia o legado.
Tampoco la hay en el caso de que el asignatario falte por otro motivo, pues la transmisión
opera solo en caso de fallecimiento.
Así lo dice el artículo 957: “Si el heredero o legatario cuyos derechos a la sucesión no han
prescrito, fallece antes de haber aceptado o repudiado la herencia o legado que se le ha deferido,
transmite a sus herederos el derecho de aceptar o repudiar dicha herencia o legado, aún cuando fallezca
sin saber que se le ha deferido”
El derecho de representación sí opera en otros casos, además del fallecimiento, pero como no
va a tener lugar el de transmisión, no hay conflicto posible.
Queda entonces así demostrado que no hay posibilidad alguna de colisión entre el derecho de
transmisión y de representación.