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Marcela y el Rey al fin juntos Fue una de sus múltiples etapas: caminaba

por las calles populosas y se entretenía


De Luis Humberto Crosthwaite escuchando las voces.

Primera parte: Marcela Fíjate que:


mi hermano se robó a la mujer de mi primo,
Ella tenía un gato, su único compañero; pero los yanquis andan metiéndose con Irak, qué
ahora está sola de nuevo. Los años, como el cabrones,
gato, se han salido por la ventana llevándose no puedo dejar la pinche borrachera, ¡salud!
los muebles y la alfombra. Fulanito lleva tres semanas en la cárcel.
Lo comprendía todo.
Suena el reloj.
Fue la etapa más constructiva de su vida –ella
Se levanta, se baña y se viste. Alcanza el misma lo dijo. Ser comprensiva era ideal y
primer camión rumbo al Centro y llega al educativo pero no tardó en acabarse. La
trabajo antes que el resto de sus compañeras. indiferencia de los transeúntes hizo que
Toma su lugar frente al mismo escritorio, dejaran de importarle.
frente a la misma máquina de escribir y frente Nadie le decía «dispense usted» y ella decidió
a las mismas tareas. no decírselo a nadie.
Así estaba bien.
Ocho horas después, sale y camina durante el
mismo rumbo. Debido a estas circunstancias (Marcela
Igual que siempre. siempre de malas), su único acompañante
Nadie la saluda. optó por la vida feliz y reproductiva de los
Nadie le dice «con permiso». gatos callejeros.
El rocanrol nunca llegó hasta ella. Amén: despreciar a la gente también es
Es la verdad. bueno, de vez en cuando.
Ella nunca llegó hasta el rocanrol.
Nadie le invita un café por las tardes ni la lleva Era otra etapa, le diría al Rey poco después.
a bailar ni a cenar, ni siquiera a pizcar tomates La última antes de la playa, antes de que
en un rancho gringo al otro lado de la abandonara el Centro, donde la gente es
frontera. incolora, y permaneciera sentada junto a las
ruinas del Paseo Costero.
Su vida se ha convertido en uno, dos, tres… Descubrió que muchos de los que caminaban
(se levanta, se baña, se viste…) No por ahí se parecían a ella. Se acostumbró a
comprendió que existen variaciones: uno tres mirarlos.
dos, dos tres uno, tres uno dos. Todos con su propio estilo y a la vez idénticos.
Como Marcela. Qué caray. Uno de esos días
Marcela tiene cuarenta años y poco a poco miró al Rey por primera vez.
(adiós Marcela) el viento se la lleva mar
adentro. Segunda parte: El Rey
Entiende que las telenovelas son un consuelo
cuando una de las protagonistas se llama igual En la frontera es común encontrar a seres
que ella y vive feliz con su esposo. como Elvis. Vagabundos que, a menudo
borrachos, rondan los parques, duermen
Hubo una época en que comprendió a la sobre las bancas o se tiran junto a las
gente. licorerías esperando que se los lleve la policía
o el olvido.
Debido a esta decepción, Elvis dejó de
Who ever comes first. peinarse y enflaqueció grotescamente; su
Así Morrison, Joplin, Hendrix. ropa se convirtió en harapos y de ese modo
La figura de Elvis, gorda y plateada, con (alguien dijo que no le restaba otra
brillantes en el cinturón y en los dedos, alternativa) fue como intentó molestar a las
apareció de repente pidiendo rumbos para señoritas que se paseaban por el Paseo
regresar a su penthouse de Las Vegas. Costero.
Pobrecito: no sabía que todo se acabó. Tampoco resultó.
The End, dijo Morrison alguna vez. Tú y yo sabemos que el Rey nació para cantar.
Nada más.
Elvis se acercó a un transeúnte. Le dijo:
—I’ve been so lonely, I’ve been so lonely I Tercera parte: El mar
could die.
Pero éste siguió su camino a través de la En aquella época uno podía estacionar su VW
avenida Revolución. y observar en la playa a muchos tipos como
Sin responder. Elvis, repudiados por su apariencia y olor
Después Elvis miró a un agente de tránsito. Le desagradable, por sus barbas largas y su
gritó: cabello ensortijado, lleno de mugre. Tal vez
—Oh let me be (oh let him be) your teddy hablando solos o gritando que son el Rey,
bear. cada uno un rey distinto.
El policía no pareció conmoverse. En la cárcel, ¿Cuántas veces este escritor, sentado bajo
el triste gringo fue despojado de los una sombrilla enorme, bebiendo agua de
diamantes que adornaban su vestuario, coco, especuló sobre cuál de ellos era el
tomados a cambio de la multa, y después verdadero rey?
arrojado a la calle con unos cuantos pesos de Hace varios años.
vuelto. Ahora ya no existe el Paseo Costero.

Elvis era un cuarentón que no se apenaba con Una gran tormenta dejó a las calles mordidas
el trabajo. Intentó conseguirlo aunque es como una gran torta de atún, los restaurantes
difícil en las grandes fronteras. Había pocos y sitios bonitos hechos pedazos, carcomidos
lugares que aún utilizaban música en vivo. En como víctimas del tiempo y no de la marea
La Estrella se negaron; en El Mike’s acababan alta con sus olas y su sal.
de contratar a una cantante de blues, Las esquinas sin semáforos.
pesadota la chava. Las cuadras sin esquinas.
Los demás lo miraban de pies a cabeza. A nadie le gusta el espectáculo triste del
—Te pareces demasiado al Rey —decían. Paseo Costero.
Sus intentos por explicar fueron inútiles. Unos cuantos bañistas de vez en cuando.
Y el gringo caminando solitario, escribiendo
Tuvo la ocurrencia de cantar en los camiones su nombre en la arena y mirando cómo
urbanos pero fue rechazado del primero al desaparece entre espuma y sargazo.
que se subió. Los pasajeros preferían a niños

Elvis.
cantando norteñas y no a gordos patilludos
que cantaban rocanrol. Ellos qué sabían.
Además, su mala suerte lo llevó a tomar la
ruta Kilómetro Once-Los Pinos, donde la
gente suele ser más apretada que de
costumbre. En algunas ocasiones caminaba rumbo al
Quizás en otras rutas, se decía. Quién sabe. norte hasta toparse con la frontera.
La frontera era un muro bastante grande que Se enamoraron de inmediato. A Marcela no le
decía: interesó que Elvis fuera divorciado.

Hey tú ¡Precaución! Estás entrando Caminaron hacia el norte, platicando, hasta


a los Estados Unidos de América, que se encontraron con el muro. Marcela dijo
el país más poderoso del mundo. que de cerca no era tan grande como parecía
¡No lo hagas! de lejos.

Hubo días de heroísmo en que el Rey intentó Así fue como ella, estando sin nada que hacer,
traspasarlo; pero, tan sólo se introducía unos decidió traspasar el famoso límite que llaman
cuantos metros al vecino país, los guardianes La Frontera, conocido en otros lugares como
se acercaban con sus pistolotas. la línea de crucecitas dibujada en todos los
Elvis ya no daba explicaciones, se sentía mapas y que nos enseñan a respetar en la
demasiado solo. Escribía en la arena «ámame primaria.
ténder, ámame suit» y regresaba
apesadumbrado. El Rey hizo lo mismo.
Ambos comenzaron su recorrido por la playa,
En cierta ocasión entró al mar y se estuvo sin rumbo fijo. Poco después llegaron los
largo rato en las aguas del Pacífico. Las olas guardianes.
subían y bajaban como un requinto de Carlos
Santana, llanto de la tierra, sonrisa del cielo. Quinta parte: Lo último
Cuando salió, su aspecto aún era
desagradable pero su olor era como el de un Marcela y Elvis al fin juntos.
puerto pesquero, dulce para este escritor, Los otros, los tontos, gritaron stop.
desagradable para otros. Aparecieron los helicópteros con sus mejores
lámparas para señalarlos. Elvis se sintió en
Una mujer pasaba su tiempo contemplándolo concierto.
sin tristeza ni alegría. Eran los únicos en la Llegaron los periodistas y la televisión
playa. El sol se acercó unos milímetros. mientras ellos seguían caminando y el muro,
—Soy el Rey. Me llamo Elvis. en la distancia, se hacía diminuto hasta
Extrañamente, ella pareció comprender. desaparecer.
Los guardianes comenzaron a disparar.
Cuarta parte: La frontera
¿Sirven las balas para algo?
Emocionado, el Rey habló con Marcela sobre
Buddy Holly, Priscilla, el movimiento rítmico Marcela y Elvis siguieron caminando. Ella
que podría existir en todas las caderas (no dijo recibía el rocanrol por primera vez. Él cantaba
«pelvis»); habló sobre la adicción a las drogas, sus éxitos de antaño bajo la intensa luz de los
de cómo ganar al 21 en algunos casinos de Las helicópteros.
Vegas y de la frontera, parada en el norte Había en todo aquello algo mucho mejor que
desde hace mucho tiempo. en Las Vegas.
—Esa es —le dijo, señalando el muro.
La gente tonta nunca comprendió que sus
Marcela le contó de su trabajo, de su antiguo pistolas no existían para Marcela y el Rey, que
gato malagradecido, de las horas extras y de eran, como la frontera, sólo cruces pequeñas
los impuestos. También le impartió un curso en un mapa quemado hace mucho tiempo.
intensivo de taquigrafía, usando la arena
como pizarrón.

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