Existe una Asociación entre la Inhibición Conductual

y la Ansiedad
Resumen objetivo elaborado
por el Comité de Redacción Científica de SIIC sobre la base del artículo
Inhibición Conductual y su Relación con los Trastornos de Ansiedad Infantil
de
Ordóñez-Ortega A, Espinosa-Fernández L, García-López L, Muela-Martínez J
integrantes de
Universidad de Jaén, Jaén, España
El artículo original, compuesto por 8 páginas, fue editado por
Terapia Psicológica
31(3):355-362, 2013

La inhibición conductual se asocia con la presencia de ansiedad

ante estímulos desconocidos, puede observarse desde una edad
muy temprana y aumentar la probabilidad de aparición
de trastornos de ansiedad.

Introducción y objetivos
Entre las variables temperamentales estudiadas con mayor
frecuencia se incluye la inhibición conductual (IC), asociada con
características como la timidez, el retraimiento y la evitación so-
cial. El estudio de la IC y su relación con las psicopatologías,
entre otras cuestiones, es creciente. En el presente estudio, los
autores evaluaron los datos disponibles sobre la IC con el fin de
definir el estado actual de conocimiento sobre el tema. Se pres-
tó especial atención a la relación entre la IC y los trastornos de
ansiedad (TA) en los niños, entre otras variables implicadas en la
aparición de dichos trastornos.
 
Características de la IC
Por definición, la IC se caracteriza por el temor a la novedad.
Este rasgo temperamental se encuentra determinado por varia-
bles biológicas, aunque es modificado por factores ambientales.
En niños con IC se observa un nivel elevado de ansiedad ante
estímulos desconocidos, que se traduce en signos conductuales
y disfunción social. Según ciertos autores, la IC se asocia con
una tendencia a experimentar emociones negativas, con el neu-
roticismo y con un nivel bajo de extraversión. Esto se vincula,
a su vez, con un aumento del riesgo de TA. Según los datos
disponibles, la IC tiene una prevalencia del 15%, en tanto que
aproximadamente el 10% de los niños de edad preescolar con
IC presentarán el trastorno en la infancia, la adolescencia y la
vida adulta.
La identificación de la IC depende del nivel de maduración del
niño. Debe distinguirse de la ansiedad normal experimentada
ante extraños en niños de 7 u 8 meses, ya que la IC se observa
en niños de diferentes edades, así como en adolescentes y adul-
tos. Las niñas presentan un nivel superior de IC en comparación
con los niños, y puede manifestarse en el ámbito escolar, en
asociación con problemas de adaptación y trastornos emociona-
les y de ansiedad. Fuera del ámbito escolar, los niños con IC son
descritos como menos sociables, con personalidades que tien-
den al aislamiento. Debe tenerse en cuenta que la IC coincide
con la inhibición del habla, así como con un lenguaje de carac-
terísticas particulares en términos de articulación, comprensión,
sintaxis y semántica, entre otros aspectos.
IC y TA
Existe una relación entre la IC y los TA. Concretamente, la IC
conferiría vulnerabilidad biológica para padecer TA. A su vez, los
TA mediarían la asociación entre la IC y la depresión. De acuerdo
con las estimaciones disponibles, entre el 15% y el 20% de ni-
ños y adolescentes presentan un TA, especialmente la ansiedad
por separación y la fobia específica. También se informó que
los TA son los problemas psicológicos observados con mayor
frecuencia en niños y adolescentes.
Como ya se mencionó, la IC se asocia con el origen de los TA
en niños. No obstante, existen factores adicionales implicados
en dicha relación. Por ejemplo, se sugirió que los hijos de padres
con algún TA tienen un riesgo mayor para presentar IC y TA. El
perfil de crianza también influiría en este sentido, ya que los pa-
dres poco afectivos que entablan una relación insegura con sus
hijos favorecen la aparición de TA. No obstante, la protección y
el control excesivos pueden generar una concepción peligrosa
del mundo en el niño, con lo cual se minimizan las experiencias
y se refuerza la conducta dependiente. Es necesario contar con
más información al respecto.
Según algunos autores, los TA en la madre se asocian con una
postura demasiado crítica hacia los hijos y, en consecuencia, con
una posibilidad mayor de IC y psicopatologías en niños. El estrés
maternal en la infancia también podría asociarse con la aparición
de TA en la adolescencia. Además, existen otros factores que
otorgan vulnerabilidad como el apego inseguro, el estilo negati-
vo de crianza, las experiencias de aprendizaje o los sucesos vitales
estresantes, entre otras. Por el contrario, algunos factores con-
fieren protección ante la aparición de TA en la infancia. De todos
modos, son necesarios estudios adicionales que permitan cono-
cer las consecuencias de la interacción entre la IC y otros factores
de vulnerabilidad para la aparición de ansiedad patológica.
 
Evaluación de la IC
La evaluación e identificación oportuna de la IC resultan im-
portantes para aplicar estrategias que permitan conocer el ries-
go de TA en niños, prevenir su aparición o aplicar estrategias te-
rapéuticas eficaces. Esto requiere la disponibilidad de datos que
complementen las teorías existentes sobre el origen y el curso
clínico de los TA. Es sabido que la IC se ve afectada por variables
del entorno y su identificación temprana es de importancia; la
evaluación puede iniciarse durante la etapa preescolar.
La evaluación de la IC incluye pruebas de laboratorio, obser-
vación directa e instrumentos manuales. Las pruebas de labora-
torio consisten en la exposición de los niños a estímulos nove-
dosos y la medición de comportamientos externos y variables
fisiológicas. No obstante, no resultan prácticas para identificar a
los pacientes de riesgo ya que requieren un tiempo considera-
ble. Es importante que, si se observa al individuo en su entorno
habitual, se apliquen herramientas estandarizadas para registrar
las variables de interés. La información aportada por los padres y
maestros brinda ventajas en comparación con los registros fisio-
lógicos y la observación directa. El procedimiento es económico
y permite recaban un nivel elevado de información con validez
adecuada, aunque también pueden existir sesgos que limitan su
utilidad. Por lo tanto, se recomienda su aplicación combinada
con otras herramientas.
Los autoinformes no resultan adecuados para evaluar la IC en
niños en edad preescolar, quienes son incapaces de brindar in-
formación sobre determinadas variables. En estos casos, es más
conveniente el empleo de cuestionarios y escalas completados
por los padres y maestros, aunque los instrumentos disponibles
son escasos. En este sentido, es posible mencionar la Escala de
Inhibición para Padres de Asendorpf; el Instrumento de Inhibi-
ción Conductual de Muris, Merckelbach, Wessel y van de Ven;
la Escala de Bohlin, Bengtsgard y Andersson; el Cuestionario de
Inhibición Conductual de Bishop, Spence y McDonald, y la Esca-
la de Inhibición Conductual para Preescolares de Ballespí, Jané,
Riba y Doménech-Llaberia. Esta última sería la única escala dis-
ponible en castellano para aplicar en niños en edad preescolar
en contextos habituales.
El Inventario del Comportamiento de Niños para Padres y para
Maestros-Cuidadores de Achenbach y Rescorla no permite eva-
luar la IC en forma específica. No obstante, contiene ítems que
se relacionan directamente con la IC. Esto también sucede con
las Escalas de Áreas de Conductas-Problema de García Pérez y
Magaz y el Sistema de Evaluación de la Conducta de Niños y
Adolescente de Reynolds y Kamphaus, entre otros instrumentos
que evalúan trastornos conductuales, emocionales y de la perso-
nalidad y dimensiones adaptativas como las habilidades sociales.
Puede indicarse que la evaluación oportuna y minuciosa de la IC
es una herramienta para la prevención primaria de los TA. Estos
últimos requieren tratamiento, pueden permanecer desde la in-
fancia hasta la adultez y se asocian con dificultades psicosociales
en el niño. Además, la presencia de TA incrementa el riesgo de
comorbilidad con otros trastornos psiquiátricos.
 
Discusión
De acuerdo con los resultados de la presente revisión, exis-
ten numerosos estudios sobre la IC. No obstante, aún quedan
cuestiones no resueltas acerca de las características de la IC y
su asociación con los TA. Por ejemplo, es necesario evaluar por
qué la IC se observa solo en algunos niños con ansiedad, o por
qué los TA solo aparecen en ciertos niños con IC. Con dicho
fin, deberían realizarse estudios en los cuales se profundice la
evaluación del origen, la evolución y el mantenimiento de los
factores relacionados con la IC y los TA. Aquí se incluyen facto-
res personales y ambientales, así como variables intelectuales,
madurativas, conductuales y socioemocionales. De este modo,
podría valorarse la asociación entre la IC y los TA, sin omitir la
dirección de dichas vinculaciones y los resultados perjudiciales o
protectores de la interacción entre distintos factores.
Los autores consideran importante la realización de estudios
longitudinales sobre la IC y los TA, que permitan evaluar a los
pacientes a medida que avanza la edad, ya que la IC tiene un ca-
rácter estable. También se sugiere incluir diferentes fuentes de
información que permitan analizar el nivel de coincidencia entre
los padres y las madres, y el efecto de su influencia individual
y conjunta sobre el paciente. Otra cuestión para resolver es la
escasez de herramientas simples disponibles para la evaluación
temprana de la IC y, en consecuencia, de los TA en niños. El
diagnóstico oportuno permitiría intervenir de manera preventi-
va. Al respecto, es necesario contar con programas actualizados
de intervención en el ámbito escolar, que mejoren la evolución
de los niños a largo plazo.
 
Conclusión
La IC se asocia con la presencia de ansiedad ante estímulos
desconocidos y puede observarse desde una edad muy tempra-
na. Esto genera aislamiento y evitación social. Si bien existe una
asociación entre la IC y los TA, esto no se observa en todos los
casos. En consecuencia, es necesario contar con estudios que
permitan conocer los factores que determinan dicha vinculación
y la utilidad de aplicar programas de prevención para evitar la
aparición de TA en niños con IC.
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