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COLEGAJE MEDICO

La declaración de Ginebra adoptada por la Asamblea General de la Asociación


Médica Mundial en 1948, establece que todo médico al recibir su Título debe prometer:
“Otorgar a mis maestros los respetos, gratitud y consideración que merecen y considerar
como hermanos a mis colegas”.

Los cambios en la odontología moderna han hecho variar el concepto del


colegaje en odontología. Hasta la primera mitad del siglo pasado la odontología era una
profesión liberal, ejercida privadamente, y el odontólogo sólo tenía relación con su
paciente y la familia, ahora entre ambos se interponen más personas y entidades.

Luego vino la socialización de la odontología, cuando el Estado asumió la


financiación y distribución de la salud oral para la sociedad. A estos se agregaron los
crecientes costos, lo cual obligó al paciente a entrar en el sistema de seguros de salud para
poder tener acceso a la atención. Por lo anterior el odontólogo, de un profesional
independiente, pasó a ser un asalariado, un empleado del servidor público.

Lo anterior obligó a modificar la relación entre los colegas. Los odontólogos


deben reunirse en agremiaciones y sindicatos para defender los derechos de los pacientes
frente al Estado u otras entidades dispensadoras de salud, a la vez de propender por el
mejor logro de los fines de la odontología y buscar el bienestar intelectual y material de los
médicos.

DEBERES DEL ODONTÓLOGO PARA CON SUS COLEGAS


El odontólogo debe brindar ayuda personal a sus colegas. Al establecer fondos mutuos para
el profesional necesitado es una noble acción. Todo aquello que promueva el mejor estar
material y humano de los profesionales odontólogos debe ser fomentado.

Cuando un colega solicita ayuda este debe prestarse con gusto. La odontología
moderna no es posible ejercerla solo, se necesita de otros para practicarla, por esto, los
grupos odontológicos son necesarios para el ejercicio de la odontología.

No debe denigrarse del colega. Esta falta es común en reuniones de


odontólogos; frecuentemente se oye hablar mal de los colegas, estableciéndose una
verdadera “Iatrofagia”. Otras veces la murmuración de los colegas se hace ante el paciente;
lo cual es aún más nocivo. Se desacredita al colega se está perjudicando uno mismo, pues
con ello, el paciente no sólo pierde la confianza en odontólogo sino en todos. Debemos
tener cuidado en criticar a nuestros colegas porque como dice el refrán “Estamos en la casa
del jabonero y el que no cae, resbala”.

Lo anterior no significa que debemos encubrir al colega. Si este hace algo malo,
debemos defender al paciente y a la sociedad. Al colega drogadicto, o alcohólico, debe
ayudársele a resolver su problema o a vivir con él, pero protegiendo a la sociedad y a los
pacientes de los males que pueda cometer. Mientras se trata debe ser incapacitado y si su
problema es irreversible, debe de pensionarse.
Ante el colega deshonesto o mal preparado es importante ayudarle a resolver su
problema; si esto no es posible, debe retirársele de la práctica para evitar el daño que pueda
producir.

Un conflicto común entre colegas es el surgido cuando el paciente o familia


quiere cambiar de odontólogo. En tales casos se debe de cuidar de cumplir las normas que
rige el colegaje, respetando el derecho del paciente de escoger el odontólogo tratante. No
debe atenderse a un paciente que está siendo tratado por un colega, sin el consentimiento
de este, a no ser en caso de estricta urgencia.

Si el paciente quiere cambiar de odontólogo, antes de atenderlo, se debe estar


seguro que el paciente o la familia han comunicado al odontólogo tratante la decisión; y
debe procurarse conversar con el odontólogo sobre el estado y la evolución del paciente.

Dados los costos de los servicios de salud, es imposible atender sin cobrar a los
colegas y su familia. Todo odontólogo tiene la obligación de tener un seguro de salud que
lo cubra a él y a su familia para que no sea carga económica para sus colegas. Sin embargo,
si el colega tiene problemas económicos debe hacerse una concesión y cobrarles una tarifa
reducida o no cobrar honorarios. Esto es una señal del colegaje solidario con el odontólogo
que está en una situación que requiere ayuda. Los insumos como droga, material
quirúrgico, yesos, que no dependen del odontólogo, deben cobrarse.

ACTITUD FRENTE AL ERROR DEL COLEGA


Obviamente ante la práctica de la odontología el odontólogo comete errores. La actitud
asumida por los colegas debe ser racional y benévola.

Ante el error del colega, el odontólogo debe hacérselo saber. Esto por lo general
es difícil; desafortunadamente entre odontólogos se considera una ofensa hablar al colega,
del error que cometió. No es adecuado comentar el error con otros colegas, a no ser que sea
necesario, pues puede prestarse a denigrar del otro.

Si el error puede dejar una enseñanza, es conveniente presentar el caso en


exposiciones de casos clínicos, guardándose el respeto y consideración por él o los
implicados en el error, la discusión debe ser amplia, franca, pero en ningún momento
punitiva.

Puede suceder que el error sea repetitivo, de graves consecuencias o haya sido
hecho por negligencia manifiesta; en estos casos el odontólogo tiene obligaciones de darlo
a conocer a los órganos de control y regímenes disciplinarios que existieran.

Cuando el colega comete un error, ¿Qué información debe dársele al paciente


sobre ello? Sin necesidad de encubrir al colega y conservando las normas que el colegaje
odontológico exige, debe dársele la información que el paciente necesite para su salud.

Es permitido no revelar una parte o la totalidad de la información, si con ello no


hay perjuicio para el enfermo; a veces al revelar lo relativo al error cometido, es perjudicial
para el paciente y se hace más daño a él y a su familia. Aquí el juicio y la ecuanimidad del
odontólogo son necesarios.

HUELGA Y PARO ODONTOLOGICO


Cada vez son más frecuentes la huelgas, paro por parte de los Odontólogos y otras formas
de manifestar los desacuerdos del personal de salud con el gobierno y los empresarios.
Ellos plantean problemas éticos, dada la naturaleza de la odontología.

La huelga siempre es efectuada por un grupo de profesionales que, unidos por


un sentimiento de colegaje, quieren obtener beneficios económicos, condiciones de
trabajos mejores o ganancias sociales para la comunidad.

La odontología es un servicio público, esencial, como el suministro del agua o


la electricidad, en los cuales no se consideran legal al derecho a la huelga o paro. No es
ético un paro o huelga porque es un servicio esencial para la sociedad, y los perjudicados,
en este caso los pacientes, no son los responsables, ni del conflicto, ni de la solución de los
problemas que fueron motivo de la huelga o paro. Esta estrategia es usada por los
terroristas: hacer daño a personas sin relación con el conflicto para obtener sus fines
propuestos; aquí los enfermos son la carne de cañón para que los odontólogos obtengan sus
reivindicaciones.

Es ilógico pensar que por no haber buenas condiciones de trabajo los


odontólogos cesen de trabajar; es como si los ingenieros de las carreteras hicieran huelga
porque las vías están en mal estado y no son reparadas por el gobierno.

Cuando se han hecho huelgas, los odontólogos creen que con cubrir las
emergencias, se liberan de toda responsabilidad por los daños y sufrimientos que la huelga
trae. Sin embargo, el deber del odontólogo para con la sociedad, va más allá de evitar la
muerte; debe aliviar también el sufrimiento. Desafortunadamente los que sufren con un
paro odontológico son los pobres, los que no tienen voz: por eso nunca sabremos cuanto
dolor, sufrimientos y muertes produce un cese de actividades en los servicios de salud.

Puede que en un momento dado se encuentren en razones legales para una


huelga odontológica pero ésta siempre será un acto inhumano, legal pero no honesto, que
la sociedad nunca entenderá y siempre repudiará.

MEDICINA Y BENEFICIO ECONÓMICO


Una regla fundamental en el ejercicio de la medicina es: la de nunca anteponer el beneficio
personal, al beneficio del paciente. Para obtener una satisfacción personal o una ganancia
económica, el médico no puede hacer u omitir algo que vaya en contra de su paciente. Esto
es aún más importante cuando se trata de beneficios económicos que el médico obtiene de
sus pacientes. La ganancia económica no puede ser ni la única ni la más importante
motivación para ejercer la medicina.

La medicina ejercida noblemente no puede enriquecer a nadie, puede dar si un


bienestar material, bienestar que debe ser acorde con el nivel económico de la sociedad
donde se ejerce. En un mundo donde el factor económico es lo más importante, el médico
frecuentemente se desvía del recto modo de actuar. La crítica que a veces la sociedad hace
a los médicos, de haber comercializado la medicina, ha contribuido a la desconfianza que
el paciente sigue frente al médico, pues está convencido que el mayor interés de éste, es la
ganancia económica y sólo secundariamente quiere prestarle ayuda.

El reto al ejercicio de la medicina es el sacrificio por parte del médico, y esto


sólo se hará, si su motivación principal es ayudar a eliminar o al menos aminorar el
sufrimiento humano. La gran mayoría de faltas contra la ética médica son debidas a un
deseo desmesurado de lucro económico. Por esto, un médico cuyo propósito principal en
el ejercicio profesional sea adquirir una importante ganancia económica, es un peligro
social.

HONORARIOS PROFESIONALES

Honorarios profesionales es el dinero que recibe el odontólogo por dispensar servicios a


los pacientes. Los cambios producidos en la odontología moderna han creado situaciones
de conflictos con relación a los honorarios. Hasta hace poco tiempo el paciente pagaba
directamente al odontólogo y estos se hacían dentro de los límites justos.

La socialización y la complejidad técnica de la odontología han variado este


patrón y ya el odontólogo recibe un salario u honorarios de una empresa de salud a la
presta de servicios, o la remuneración se hace a través de compañías de seguros. Los
gobiernos y las sociedades muestran inquietud por los crecientes costos a la odontología;
aunque los mayores impactos en los costos de la salud son dados por la tecnología, los
fármacos y en menor grado por la mano de obra que, aunque muy calificada no es siempre
bien remunerada.

Al fijarse los honorarios o el salario de un odontólogo, debe tenerse en cuenta la


preparación requerida para efectuarlo. Esto debe cuantificarse juiciosamente, pues muchas
veces la mera experiencia o antigüedad no constituyen de por sí una mejor atención; debe
valorarse los títulos académicos como prueba más objetiva de la preparación personal. Hay
especialidades que requieren más tiempo de entrenamiento que otras y deben ser mejor
remuneradas.

La diferencia de la remuneración entre las diversas especialidades, y a su vez


entre las especialidades clínicas y quirúrgicas, tienden a igualarse cuando el profesional
trabaja como empleado, al de salud pública y al cirujano maxilofacial se le remunera por el
tiempo trabajado, independientemente de su actividad. Muy distinto es en el ejercicio
privado, donde el de salud pública no cobra lo mismo que el cirujano maxilofacial.

El factor tiempo es tampoco fácil de evaluar, muchas veces se invierte más


tiempo en una actividad, no porque ésta lo requiera, sino por falta de pericia del que
ejecuta. Los honorarios del odontólogo se rigen ahora más que nunca por las leyes de la
oferta y la demanda. A mayor oferta es obvio que los ingresos del odontólogo se reduzcan.
La explosión de los odontólogos ha hecho que sus ingresos se hayan disminuido. La
competencia puede traer, como es de suponer, que algunos profesionales hagan acciones
deshonestas para tratar de mejorar sus ingresos, lo cual no es aceptable.
El Colegio Odontológico fija sus tarifas para el cobro de honorarios; cuando
esto se hace, debe considerarse la situación socio económica de la población, las cuales
deben ser acordes con la capacidad adquisitiva del paciente. El peligro que puede encontrar
todo odontólogo es el de crear conflicto de intereses anteponiendo al bien del paciente la
ganancia económica. Una compañía aseguradora puede, con el fin de disminuir los gastos,
ofrece incentivos a los odontólogos generales para que restrinjan la remisión de pacientes a
los odontólogos especialistas. A su vez las instituciones prestadoras de salud (EPS) pueden
crear los mismos incentivos económicos para que, los odontólogos aumenten el volumen
de consulta, los días de hospitalización o los exámenes de laboratorio. En ambos caos si lo
que se busca es eficiencia, esto debe lograrse con una buena remuneración y creando
conciencia en los profesionales de la obligación ética que tenemos todos de optimizar los
recursos de salud. Si lo que se pretende es aumentar la rentabilidad económica, es
peligroso porque el profesional puede atender mal al paciente por ganarse el incentivo, lo
cual riñe con los cánones éticos del ejercicio de la odontología.

Siempre que el odontólogo anteponga su lucro económico al bien del paciente,


está sin la menor duda cometiendo una falta moral. También son peligrosos los incentivos
económicos dadas por las casas farmacéuticas o empresas que suministran equipos. Estos
incentivos suelen ser en especies y pueden consistir en el regalo, por ejemplo de un
computador o un viaje costoso con todo pagado. Con esto se compromete la independencia
moral del odontólogo, que lo lleva a no obrar rectamente. Hay dos maneras de esclavizar a
un hombre, decía alguien con mucha razón, poniéndole una cadena o dándole un regalo.

Otro peligro se puede presentar en los programas científicos como seminarios,


congresos patrocinados por empresas farmacéuticas o dispensadoras de equipos
odontológicos. Sea que el profesional actúe como conferencista o asistente, debe tener
independencia para no comprometer su criterio con el patrocinio del evento o la
financiación a su asistencia.

No son inmorales los incentivos que se dan para capacitación humana y


profesional de los odontólogos tales como cursos, eventos científicos, siempre que no
violente la libertad moral y científica de los profesionales.

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