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Parcial Filosofia política. Comisión Galimidi. Alumno: Adrián Tendler.

6/10/2015

Pregunta 1.

Según entiendo, para Hobbes las leyes de naturaleza son los comportamientos, basados en
la disposición del espíritu, que deberían presentarse con regularidad en las personas
racionales para que decidieran abandonar el estado de Naturaleza y sumarse al pacto que
evitaría la guerra de todos contra todos.

Para Hobbes estas leyes no son arbitrarias sino que están fundamentadas en una
comprensión científica de lo que los hombres son, de los principios que explican sus
elecciones y sus actitudes.

Hobbes rechaza la posición aristotélica de concebir al hombre como un ser social y se


afirma en la concepción individualista y egoísta de las personas. Dedica entonces la
primera parte del Leviatan a estudiar a los individuos que son los componentes básicos del
pacto que da origen a la sociedad civil.

Según el autor inglés, las personas estamos movidas por nuestros deseos. Tenemos
pasiones que nos movilizan. Sus objetos varían pero los principios que nos mueven como
individuos a conseguir lo que deseamos pueden conocerse científicamente. Somos
movidos por diferentes objetos, pero todos tenemos apetitos y deseos que queremos
satisfacer.

Las diferentes pasiones que sentimos nos mueven a la acción, y la voluntad es el resultado
de la deliberación más próxima a la acción que finalmente realizamos. En este sentido la
razón aparece como el cálculo que realizamos para decidir qué curso de acción
seguiremos.

El poder aparece entonces como la capacidad que tiene cada persona de satisfacer sus
deseos. Aparecen en el Leviatan dos tipos de poder, el natural y el instrumental. El natural
se refiere a las capacidades que las personas tienen por si mismas, sus habilidades
espontaneas. En cambio el poder instrumental depende del reconocimiento de los otros,
creo que implica ya un grado de civilidad.
En el estado de naturaleza se produce así la situación en que todos los individuos tienen el
derecho de usar su poder como quieran para conservar su vida, haciendo uso de todos los
medios que consideren apropiados. Es decir utilizando su poder.

Pero al mismo tiempo el deseo de poder es incesante. No hay para Hobbes un momento
en que nos sentimos satisfechos con lo que hemos alcanzado. La felicidad es un momento
y al siguiente queremos ya algo distinto. Con esta definición de felicidad, los recursos son
de por si escasos, ya que el deseo es insaciable.

Esta aspiración a satisfacer los anhelos propios de cada uno, desata entonces un estado de
guerra de todos contra todos. Nadie tiene suficiente poder como para establecer un
dominio permanente sobre los demás y ninguno está dispuesto a reconocer que el otro es
más que el mismo.

En esta situación de guerra generalizada -la guerra civil que Hobbes pretende resolver-
ninguna persona es libre, ya que se multiplican los impedimentos externos para la
realización de nuestras aspiraciones.

Y lo que es fundamental, no se cumple la primera ley de naturaleza que obliga a conservar


la propia vida, que es obviamente lo primero que necesitamos para cumplir nuestros
deseos.

Como señala en el cap. XIII, en el estado de guerra se vuelve imposible la producción, el


comercio, las artes y la vida se vuelven inseguras y frágiles.

Si, en este estado de violencia, un número suficiente de personas decide al mismo tiempo
comprendan que les conviene abandonar parcialmente el cumplimiento de sus deseos
para preservar un espacio de seguridad para vivir. Si esto ocurre y consiguen con eso un
grado suficiente de satisfacción, entonces se produce la chispa que da vida al Leviatan.

Cuando el temor, que es una pasión, aparece en el esquema deliberativo de cálculo


racional de las personas, entonces deciden avenirse a cumplir las leyes de naturaleza que
son el entramado que sostiene las relaciones pacíficas con los otros. Se formulan los
pactos y se elige racionalmente cumplirlos a la espera de que los otros los cumplan.
Aparece entonces la figura del necio, que es aquel que no reconoce la limitación de su
poder, no reconoce que no existe Dios y que somos criaturas finitas y de manera irracional
se niega a incorporarse al pacto.

El Estado, aparece aquí como el poder superior al que todos se obligan a respetar y que a
su vez garantiza con la fuerza el cumplimiento del pacto.

En contrapartida el estado debe asegurar que cada persona recibirá una cuota de poder
instrumental, es decir de reconocimiento por los otros, de honor, que le permita cumplir
con un mínimo de deseos que hagan que la vida tenga sentido.

Esto implica entonces que un grupo puede rebelarse contra el Estado si considera que no
está recibiendo la cuota de poder mínima que haga su vida tolerable. En qué momento la
rebelión es irracional y necia y en qué momento es justa, entiendo que será establecida
por cada sociedad ya que los objetos de nuestras pasiones según Hobbes varían con las
personas y con el tiempo.

Pregunta 2

Me parece que el engaño no es tanto el motor de la Historia sino la causa, el fundamento


de la situación de desigualdad social en que en la actualidad viven los hombres.

Justamente el objetivo de Rousseau en el segundo discurso es demostrar que el


fundamento de las desigualdades entre las personas no es natural sino que es producto
del tipo de sociedad en la que vivimos y que debe ser modificado.

El engaño es el momento de la fijación institucional del estado actual de cosas, de la


elaboración de un sistema jurídico que legaliza la existencia de ricos y pobres, de amos y
siervos.

A diferencia de Hobbes, para Rousseau, el hombre en estado de naturaleza es un ser


pacífico, que alcanza la satisfacción de sus necesidades con pocas cosas materiales, para
las cuales no necesita de vínculos permanentes con sus semejantes.
En Rousseau, el desarrollo de la socialización humana tiene tres momentos, un estado de
naturaleza pacífico, un pacto inicuo y engañoso, que es la sociedad presente y un pacto
justo del que se ocupa en el Contrato Social.

El hombre en estado de naturaleza no es calculador y racional como en Hobbes sino que


es fundamentalmente emocional y pacífico. Sus sentimientos reconocibles son el amor a si
mismo y la piedad hacia el sufrimiento de los otros. Sus necesidades son mínimas y sus
relaciones pasajeras. No necesita y no depende del reconocimiento de los otros.

De esta manera, la necesidad de alcanzar un pacto no se explica como en Hobbes por la


naturaleza misma de las personas sino que depende de situaciones contingentes y de la
capacidad de aprender y perfeccionarse que va modificando la naturaleza del ser humano,
aunque en lo profundo conserve sus sentimientos originales.

El momento del pacto inicuo, del engaño es la culminación de un proceso. Es el momento


en que los ricos se aprovechan de la ingenuidad de los pobres que son la mayoría y por
eso los fuertes.

Este proceso que va del estado de Naturaleza al establecimiento de la sociedad, las leyes,
las magistraturas y la legitimación de las desigualdades tiene varias etapas. En cada una de
ella los seres humanos van consiguiendo comodidades que luego no pueden abandonar y
se transforman en necesidades. Es importante señalar que para Rousseau, la desigualdad
no se resolvería renunciando a estas comodidades necesarias sino elaborando otro tipo de
pacto social.

Los seres humanos van pasando de un estado natural a la familia, donde aparece la vida
en grupo, el amor. De ahí a reunirse en grupos mayores como tribus o naciones que sería
una especie de situación equilibrada en la que viven los salvajes.

Luego aparece la fundamental división del trabajo y la dependencia mutua entre los
agricultores y la metalurgia. Aparece la necesidad del reconocimiento de otros y el trabajar
para otros.
Finalmente con la apropiación de la tierra para la agricultura se producen las diferencias
entre ricos y pobres. Entre aquellos que han ocupado las tierras y los que no han podido
apropiarse de nada y tienen que trabajar para los primeros para poder vivir, con lo cual
pierden su libertad.

En esta situación es que los ricos, que tienen más para perder que los pobres, elaboran el
engaño del pacto, para proteger sus propiedades y su seguridad del robo y de la rebelión
de los pobres.

Los pobres, más simples que los ricos y más ingenuos son estafados con la promesa de
seguridad y de que cada uno conserve lo suyo, pero en una situación que ya es de
desigualdad y que queda fijada institucionalmente.

Por eso es que el pacto inicuo puede quebrarse porque permite a los ricos apropiarse de
más de lo que necesitan y deja a los pobres en situación de dependencia y de falta de
libertad.
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