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ETIOPATOGENIA

La Artrosis Vertebral resulta de un fallo en el fibrocartílago y el cartílago articular


vertebrales inducido por una compleja interacción de factores genéticos, metabólicos,
bioquímicos y biomecánicos, con mecanismos secundarios de daño inflamatorio, con
alteración en la difusión de nutrientes y de oxígeno. Entre los factores biomecánicos, el
ejercicio y la carga mecánica juegan un papel importante. Los condrocitos son sensibles a
las fuerzas mecánicas. Este mecanismo por el que las células transforman estímulos
mecánicos en señales bioquímicas se conoce como mecanotransducción. En los discos
intervertebrales con artrosis se han detectado patrones de depósito de carboximetil-lisina
compatibles con exceso de estrés oxidativo. El ejercicio guarda además una relación con
la fortaleza muscular que protege del daño articular. Los cristales de pirofosfato cálcico
dihidratado, así como las hormonas sexuales femeninas, podrían jugar un papel
patogénico en la Artrosis Vertebral; estas últimas explicarían la mayor prevalencia de la
enfermedad en la mujer, su incidencia especialmente alta en la perimenopausia y la
relación entre la Artrosis Vertebral y los marcadores de exposición hormonal, tales como
la masa ósea y la obesidad. Son factores de riesgo para el desarrollo de Artrosis Vertebral
los siguientes: edad avanzada, sexo femenino, obesidad, profesiones con carga,
actividades deportivas, traumatismos previos sobre la columna, debilidad e insuficiente
desarrollo muscular, acromegalia y artropatía por depósito de pirofosfato cálcico
dihidratado. (Rozman, 2016)

Las enfermedades degenerativas pueden tomar años en desarrollarse y se asocian


Generalmente a traumas del pasado, lesiones de sobreuso, problemas congénitos, etc.
Los desórdenes degenerativos se desarrollan como resultado del proceso de
envejecimiento normal y desgaste. Simplemente como un dispositivo mecánico el cuerpo
humano está sujeto a un desgaste diariamente, sin embargo, como una maquinaria tiene
la habilidad para sanar o intentar repararse constantemente. Los factores predisponentes
que conllevan a la artrosis vertebral se pueden dividir en factores locales y factores
generales. (Rozman, 2016)
Locales:
 Traumas
 Deformidad vertebral: congénita, infecciosa o traumática
 Infecciones
Generales:
 Obesidad
 Sobrecarga ocupacional
 Posturales
 Deportes que requieran sobrecargas excesivas sobre las articulaciones de la
columna,
 Como por ejemplo el levantamiento de pesas
 Enfermedades nutricionales como el raquitismo

HISTORIA DE LAS ESPONDILOARTROSIS

El desarrollo de la reumatología ha seguido una trayectoria paralela a la apasionante


historia de la medicina, por lo que puede comprenderse las dificultades que entraña su
resumen en algunos párrafos. Conforme evolucionó el conocimiento de las enfermedades
reumáticas, las denominaciones originales dieron paso a términos más precisos que
fueron debatidos en diversas reuniones y congresos. No obstante, hasta la segunda mitad
del siglo XX, la confusión y la falta de homogeneidad fueron la norma. Un año después, el
neuropsiquiatra ruso Von Bechterew comunicó algunos estudios relacionados con
lesiones neurológicas en casos de atrosis vertebral.

El concepto de artrosis vertebral, como agrupamiento de procesos patológicos con


grandes similitudes entre sí, surge hace menos de dos décadas y no es improbable que
sufra algunas modificaciones en un futuro próximo. Existen vestigios de artrosis vertebral
en la antigüedad: se han encontrado lesiones óseas en momias del Egipto faraónico y en
esqueletos fosilizados de la América Precolombina, cuya datación supera los 3.000 años.
Además, se han observado secuelas compatibles con artrosis vertebral en huesos de
otros primates no humanos, siendo notable la frecuencia estimada para las mismas. Así,
el 20% de los 99 esqueletos de gorilas conservados en el Museo de Historia Natural de la
ciudad norteamericana de Cleveland, mostraban lesiones de artrosis vertebral. (Gomez
Rodriguez, 2004)
MANIFESTACIONES CLINICAS

Los síntomas característicos son el dolor, la rigidez articular, la limitación para la movilidad
y la pérdida de función. Las manifestaciones clínicas se instauran de forma insidiosa,
durante meses o años de evolución. El dolor es de características "mecánicas",
empeorando con el uso de la articulación y mejorando con el reposo, aunque en fases
avanzadas de la enfermedad puede aparecer dolor en reposo. La rigidez de la articulación
afectada después del reposo es de breve duración, a diferencia de la que se puede
observar en procesos inflamatorios, como la artritis reumatoide, donde persiste más de
una hora. (Valero Exposito, Martinez Murillo, & Sala Icardo, 2014)

Artrosis vertebral. Se origina en la degeneración del disco intervertebral y del cartílago de


las articulaciones posteriores. Se denomina espondilosis a la enfermedad degenerativa de
los discos, y artrosis vertebral cuando se ven afectadas las articulaciones interapofisarias.
En la columna cervical, los cambios degenerativos predominan en los segmentos C5-C6 y
C6-C7. La clínica más habitual es el dolor moderado en el cuello, pero pueden producirse
cuadros de cervicobraquialgia o mielopatía cervical compresiva. En la columna dorsal es
muy frecuente la artrosis en las personas mayores de 75 años. El dolor suele producirse
en los movimientos de rotación del tronco, un movimiento que tiene lugar principalmente
entre las vértebras D5 y L3. La espondilosis lumbar es un hallazgo muy frecuente en
edades superiores a los 70 años, sobre todo, entre las vértebrasL4-L5 y L5-S1. (Valero
Exposito, Martinez Murillo, & Sala Icardo, 2014)

La Artrosis Vertebral suele aparecer en personas mayores de 40 años. La Artrosis


Vertebral primaria se suele acompañar de artrosis en articulaciones acromioclaviculares,
trapeciometacarpianas, interfalángicas proximales y distales de los dedos de las manos,
caderas, rodillas y primera metatarsofalángica del pie (hallux rigidus). (Valero Exposito,
Martinez Murillo, & Sala Icardo, 2014)

Dolor espinal
En las fases iniciales, el dolor suele ser mecánico: se exacerba con la actividad y la
bipedestación y se alivia o desaparece con el reposo. Cuando la enfermedad avanza
puede aparecer con actividades y esfuerzos cada vez más leves, e incluso
desencadenarse en reposo o por la noche, en la cama, al cambiar de postura o dormir en
decúbito supino (si existe estenosis del canal raquídeo lumbar). El dolor de la artrosis no
es la consecuencia directa del daño cartilaginoso, ya que el tejido cartilaginoso es
avascular y aneural. por esto, personas con cambios radiológicos artrósicos puede que no
presenten síntomas atribuibles a la enfermedad. el origen del dolor se encuentra en los
cambios reactivos del hueso vertebral y en la distracción discal y ligamentaria, la
inflamación sinovial y el espasmo muscular reflejo. el dolor mecánico de la av se debe
diferenciar del dolor inflamatorio producido por las espondiloartritis. en la afección de las
articulaciones discovertebrales (espondilosis) el dolor suele ser fijo y localizado en la
región comprometida. En la artrosis de articulaciones interapofisarias el dolor puede
difundirse hacia las extremidades y adoptar un aspecto seudorradicular (sin distribuirse
por ningún nivel metamérico). Así, por ejemplo, en la región cervical, el dolor se difunde
hacia hombros, región periescapular, occipucio o la porción proximal de una extremidad
superior. en la región lumbar, el dolor de esta localización de la av se proyecta hacia las
nalgas y las ingles, para dar lugar a lo que se conoce como síndrome facetario. la av
suele asentarse en las áreas de mayor flexibilidad espinal, es decir, alrededor de c5 y de
l3. se describe como dolor discogénico aquel que aparece en relación con alteraciones de
la arquitectura del disco intervertebral, con incapacidad para repartir adecuadamente la
presión sobre el mismo, los platillos vertebrales y las articulaciones interapofisarias. El
síntoma se exagera cuando el paciente coloca la columna vertebral en una posición fija y
la mantiene durante largo tiempo. Se suele asociar a contractura muscular y tirantez. la av
(especialmente en la columna cervical) puede acompañarse de dolor muscular regional de
tipo miofascial, asociado a puntos gatillo, bandas musculares tensas y sensibilidad a la
presión. (Rozman, 2016)

Rigidez espinal

Aparece especialmente cuando el paciente se levanta por la mañana, tras el reposo


nocturno, y suele durar menos de 30 min. También puede recurrir durante el día, tras
períodos prolongados de inactividad. En las espondiloartritis, la rigidez espinal matutina es
más intensa y prolongada en el tiempo. (Rozman, 2016)

Otras manifestaciones clínicas

El desarrollo de grandes osteófitos anteriores en la región cervical puede llegar a


comprimir la faringe y el esófago (y producir disfagia) o la laringe, con disfonía. sin
embargo, estos síntomas son raros en la práctica médica. la combinación de protrusión y
desplazamiento discal posterior (por la discopatía degenerativa), junto con el crecimiento
osteofitario de las facetas articulares de las interapofisarias y la hipertrofia de los
ligamentos amarillos, contribuye a la estenosis del canal raquídeo, que es más frecuente y
sintomático en la región lumbar. Se manifiesta clínicamente por la claudicación
neurogénica, por la actitud simiesca (en flexión ventral de la columna al andar) y por no
tolerar el decúbito supino ni la extensión espinal. los osteófitos o las protrusiones/hernias
discales pueden también comprimir las estructuras centrales del canal raquídeo, para
originar una mielopatía por afección de la médula espinal cervical o un cuadro de
síndrome de cauda equina por afección de la cola de caballo lumbar. También puede
suceder que el proceso artrósico estenose los agujeros de conjunción intervertebrales y
afecte a la salida de las raíces raquídeas (para originar cuadros de cervicobraquialgia o
lumbociática). (Rozman, 2016)

Exploración física
Debe incluir:
 evaluación de la postura de la columna vertebral en reposo y con el movimiento
 estimación de la movilidad espinal;
 palpación de las estructuras vertebrales y los músculos paraespinales,
 examen neurológico, que deberá estudiar los reflejos osteotendinosos, fuerza y
sensibilidad en las extremidades correspondientes, así como la evaluación de los
haces nerviosos largos (piramidal, espinotalámico, cordones posteriores) y las
maniobras provocadoras de dolor radicular. Se puede detectar dolor a la presión
sobre las apófisis espinosas de los niveles espinales dañados, y limitación de la
movilidad.
El examen neurológico permite descartar complicaciones relacionadas con la Artrosis
Vertebral. (Rozman, 2016)

DIAGNÓSTICO

Es clínico. Resulta importante correlacionar los síntomas y signos del paciente con la
estructura anatómica que verdaderamente está lesionada, sin confundir los hallazgos con
lesiones de las partes blandas espinales, con dolor referido desde otras estructuras
articulares o incluso con dolor visceral.en que se precise descartar otras causas de dolor
espinal. La PCR o la VSG pueden diferenciar si el dolor cervical del paciente anciano se
debe a una espondiloartrosis o a una polimialgia reumática. La radiografía simple se debe
interpretar adecuadamente, dada la gran frecuencia con la que se detectan signos
artrósicos en la población general asintomática. Habitualmente se solicitan dos
proyecciones: la anteroposterior y la lateral del segmento espinal correspondiente. Las
radiografías oblicuas permiten estudiar los agujeros de conjunción cervicales y las
articulaciones interapofisarias lumbares, junto con los pedículos y las láminas vertebrales
lumbares. Los signos radiológicos de Artrosis Vertebral incluyen el pinzamiento del
espacio articular discal o interapofisario; la esclerosis ósea en los platillos vertebrales o
las facetas articulares, y el crecimiento del hueso en los márgenes del cuerpo vertebral o
de la faceta articular, lo que origina las proliferaciones óseas que se conocen como
osteófitos. En ocasiones se puede observar la presencia de una fina imagen de densidad
aérea entre los cuerpos vertebrales; este hallazgo, conocido como signo del «vacío
discal», traduce la degeneración del disco intervertebral. Puede objetivarse también un
engrosamiento focal o difuso de las láminas y un aumento de la longitud y anchura de las
apófisis espinosas. La espondilosis vertebral puede desencadenar trastornos de la
alineación entre los cuerpos vertebrales en el plano sagital, con retrolistesis. La artrosis
grave de interapofisarias lumbares puede originar, al cambiar la orientación de las carillas
articulares, una seudoespondilolistesis, sin espondilólisis. Típicamente afecta a las
articulaciones interapofisarias entre L4 y L5. En pacientes con AV lumbar grave, con
hiperlordosis secundaria, pueden observarse en el estudio radiológico imágenes de
aproximación entre las apófisis espinosas con esclerosis ósea en las mismas. Este
hallazgo radiológico, conocido como enfermedad de Baastrup, no suele tener significación
clínica. La TC y la RM se deberían indicar en individuos con déficit neurológico
objetivable, evidencia de mielopatía cervical o compresión de la cauda equina,
claudicación neurogénica por sospecha de estenosis del canal raquídeo o con síntomas
radiculares persistentes. La TC permite detectar cambios degenerativos tales como
hernias discales, estenosis foraminales, estenosis centrales, artrosis facetaria, tumores y
fracturas. La RM informa además de posibles cambios en la médula espinal por
mielopatía compresiva. Una limitación de esta última técnica es la existencia de
protrusiones e incluso extrusiones discales detectadas en hasta el 30% de los individuos
asintomáticos. Finalmente, los estudios electromiográficos son útiles para diferenciar las
radiculopatías, especialmente cervicales, de las neuropatías por atrapamiento del nervio
periférico en la extremidad correspondiente. También resultan de utilidad para objetivar la
gravedad de la lesión neurológica y los diversos puntos de afectación, en los casos de
enfermedad espinal multisegmentaria. (Rozman, 2016)
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Se debe realizar con:
 espondiloartritis, en las que el dolor es inflamatorio y aparece sacroilitis
radiológica, vértebras cuadradas y sindesmofitos.
 hiperostosis anquilosante vertebral (enfermedad de Forestier-Rotés-Querol), que
cursa con rigidez intensa y poco dolor y se acompaña de grandes puentes óseos
anteriores entre las vértebras, con conservación del espacio discal y sin cambios
degenerativos en las articulaciones interapofisarias
 enfermedades metabólicas y endocrinas que afectan a la columna vertebral
(osteoporosis avanzada con múltiples aplastamientos y deformidad raquídea,
ocronosis, acromegalia, artropatía por depósito de pirofosfato cálcico)
 reumatismos de partes blandas de la región espinal y fibromialgia.
 polimialgia reumática, especialmente en la región cervical. (Rozman, 2016)

Bibliografía
Gomez Rodriguez, N. (2004). manual del enfermo con espondiloartritis (Diaz de Santos S.A. ed.). Madrid.

Rozman. (2016). Artrosis Vertebral ( Medicina interna) (XVIII ed., Vol. 1). Barcelona España: ELSEVIER.

Valero Exposito, M., Martinez Murillo, M., & Sala Icardo, L. (2014). Manual CTO de Medicina y Cirugia (9
ed.). (reumatologia, Ed.) Madrid: Grupo CTO.

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