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Resumen Texto de E.

Bernárdez, “La vida de las lenguas y su variedad” y


“Lenguaje y cerebro”.

El primer capitulo del texto de E. Bernárdez nos habla en primer lugar del nacimiento
de las lenguas (aunque por lo general es imposible saber cuando nace una lengua) y de
cómo éstas, evolucionan hasta convertirse en otras, por ejemplo el latín, del que
provienen el español, el francés, el italiano, etc.
Bernárdez afirma que una lengua surge a partir de otra lengua ya formada. A raíz de
esto, nos da ejemplos de cómo las lenguas se regeneran (o se transforman) a lo largo de
los años, y de como estas regeneraciones, con el tiempo (hablamos de siglos), acaban
desembocando en una nueva lengua. Uno de estos ejemplos consiste en una serie de
frases en las que podemos apreciar las distintas alteraciones que se producen en los
diferentes hablantes de español, que se encuentran repartidos por todo el mundo.
Seguidamente nos explica cuales son los factores determinantes para que una lengua
pueda “reproducirse” y lo hace utilizando un ejemplo muy claro, como es el de la
herencia genética, en la que ciertos rasgos se pluralizan más, cuanto más reducida es
una población. Todo esto lo compara con las lenguas, las cuáles, deben ser utilizadas por
un grupo muy reducido y relativamente aislado, para que adquieran unas características
propias, diferentes a las de otros grupos con los que no tiene contacto. Por todo esto, nos
afirma que las lenguas con muchos hablantes, tienen pocas posibilidades de
reproducirse.
El último punto que nos plantea el autor dentro de este pequeño apartado sobre el
nacimiento, crecimiento y reproducción de las lenguas es el de su muerte: ¿enferman y
envejecen las lenguas? Pues según Bernárdez, ni enferman, ni envejecen, tan solo
pueden morir por exclusivos factores humanos (catástrofes, etc.).
Después de estas reflexiones sobre la “vida” de las lenguas, el autor nos habla sobre la
relación entre lenguas y hablantes, y para ello comienza con el padre de la “distinción
entre lengua y habla”: Ferdinand de Saussure. Saussure, apreciaba esta distinción en
términos sociológicos: producción individual del lenguaje (habla) frente a constructo
social aceptado por todos los miembros de una comunidad Lingüística (lengua).
También cita a Chomsky explicándonos que éste, dio un giro a este concepto de
Saussure, por que su estudio se centraba en la mente, y aunque siguió adoptando el
concepto de producción individual del habla, al que llamó “actuación” lo opuso a otro
llamado “competencia” (conocimiento de la lengua por el hablante-oyente ideal).
Bernárdez afirma que tanto para Saussure como para Chomsky es imposible estudiar la
variabilidad entre “habla” y “actuación” y de hay, que para hacer un estudio del habla
será preciso disponer de un conocimiento preciso de la lengua.
Seguidamente nos habla de algunos autores, concretamente de Eugenio Coseriu y de su
refinamiento de la teoría de Saussure, que distinguió entre lengua, habla y norma.
También del estudio de la lengua incluyendo aspectos que podrían ser propios del habla,
por parte de la escuela lingüística de Praga.
Después de mostrarnos estas teorías, Bernárdez comenta que, tomando como ejemplo el
funcionamiento del cerebro, el cuál, necesita el contacto con el medio, no habría motivo
para la separación radical de lengua-habla o competencia-actuación ya que parece
bastante probable que se necesitan mutuamente.
A continuación, habla sobre las diferencias que existen entre la gramática de todas las
lenguas y su uso real. Bernárdez, nos explica como la gramática suele se mucho más
“ordenada” y predecible mientras que el uso real del lenguaje es “caótico” y
desordenado, entendiendo caótico como un “orden” excesivamente complejo.
Seguidamente, en un nuevo apartado, nos habla de la unidad incuestionable de las
lenguas, y de cómo se relaciona “esa unidad” con su gran variedad, por medio del
concepto de auto-organización, aunque antes de centrarse en este tema nos da algunas
lecciones importantes sobre lenguaje y pensamiento:
Bernárdez atestigua que el pensamiento esta estrechamente ligado con el lenguaje,
pensamos y hablamos utilizando procedimientos muy parecidos. Para esta afirmación
nos da el ejemplo de lo que se puede llamar categorización metafórica (entender cosas
complejas en términos de otras más simples), es decir, que utilizamos el espacio para
entender una sucesión de números, por ejemplo vemos los números ordenados
sucesivamente en un línea o camino y según su posición sabemos si es mayor o menor
que otro. Igualmente categorizamos el tiempo en términos de espacio (¡como pasa el
tiempo!). Estas cosas demuestran que nuestras ideas son objetos que metemos en
expresiones lingüísticas y nos enviamos de unos a otros. Según Bernárdez nuestro
pensamiento y nuestro lenguaje no son la misma cosa aunque están muy relacionados,
porque el segundo depende del primero, si bien se crea una estrecha interrelación.
En el siguiente apartado vuelve a la relación entre unidad y diversidad de las lenguas,
explicando que el lenguaje tiene limitaciones y restricciones dependiendo esto último de
la sociedad en que vivamos. Lo que en unas lenguas consideramos gramática, en otras
es “registro” o “estilo”. Por ejemplo, cuando conversamos con gente conocida omitimos
bastantes cosas, que se presuponen entendidas: poca subordinación, vocabulario más
vago, etc.
Otro aspecto en el que repara Bernárdez es el que relaciona la cultura con el lenguaje, y
para ello nos da varios ejemplos: el primero, es el de las lenguas que no especifican el
agente como tal, excepto en condiciones culturalmente marcadas como el japonés,
samoano, etc. El sengudo, nos habla de lenguas que poseen un caso nominal especial
(ergativo) para identificar explícitamente al agente de una acción (vasco, georgiano).
Todo esto podría interpretarse como el deseo de centrar la expresión en el estado mismo
y no en el causante de ese estado, porque parece que estas culturas se centran más en la
sociedad que en el individuo. Al igual que estos ejemplos, nos da otros de culturas que
le dan menos importancia al tiempo, al espacio, etc. Y de cómo esto, se ve reflejado en
su lenguaje, aunque no quiere afirmar que todos estos aspectos dependan únicamente de
factores culturales, más bien quiere decir que el lenguaje es una de las principales vías
para acceder a la realidad y que cuando vamos a transmitir algo acerca de ésta, elegimos
la forma de conceptualización que más directamente nos permita pasar al lenguaje.
En el siguiente punto nos habla sobre la limitación que imponen las sociedades sobre la
“libertad lingüística” para facilitar el funcionamiento del lenguaje.
En el segundo capitulo del texto Bernárdez empieza con una pequeña introducción
sobre “lenguaje y cerebro” explicándonos que existen varias zonas en el cerebro y que
una de ellas podría estar asociada al lenguaje (izquierda), además nos habla de dos
lesiones cerebrales que afectan directamente a la producción y percepción del habla, las
cuales, se producen en el lado izquierdo del cerebro. A partir de aquí explica que cada
zona del cerebro podría estar asociada a una determinada actividad: el lado izquierdo se
ocuparía de lo automático y analítico, y el derecho de cosas más complejas. De hay que
pudiéramos pensar que el lenguaje, sin ninguna duda, esta asociado al lado izquierdo del
cerebro. Pero el interrogante surge cuando nos habla de la precocidad de las niñas en el
domino del lenguaje, respecto de los niños, y que esto, se debe a la mayor “utilización”
del lado derecho por parte de las niñas, cuando hasta ahora nos había hablado del lado
izquierdo como “poseedor” del leguaje.
Para aclararnos esta interrogante Bernárdez nos explica que el hemisferio izquierdo esta
asociado principalmente a la gramática y que el derecho se ocupa de la puesta en
funcionamiento de las estructuras representativas producidas por la sintaxis. Lo que
explica que las niñas, más regidas por el hemisferio derecho, desarrollen mejor el
lenguaje durante su aprendizaje. En definitiva que el lenguaje, en su totalidad precisa de
la acción simultanea de muchas partes del cerebro.
Después de estas explicaciones sobre la relación “lenguaje cerebro” Bernárdez nos deja
claro que su postura es contraria a las teorías de Noam Chomsky sobre el innatismo y
nos da varias razones: En primer lugar nos habla de la biología actual y de su postura
contraria a las facultades innatas, para ello nos expone un texto de Antonio Damasio.
En segundo lugar argumenta que el cerebro adquiere conocimientos y entre ellos el del
lenguaje, ya que sino debería estar programado en nuestro cerebro.

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