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El concepto de muerte en

tres clásicos de la
literatura occidental

Diego Lara
25/09/19
La certeza de nuestro fallecimiento es un sentimiento que nos acompaña como raza desde nuestros
primeros instantes de vida conscientes, hasta prácticamente el cese total de nuestras actividades
orgánicas, este fenómeno históricamente ha cautivado y aterrorizado al ser humano, el simple
hecho de mencionar la muerte y sus circunstancias fue por mucho tiempo un tema tabú en las
antiguas sociedades, y prácticamente cada religión tiene su propia visión sobre este hecho natural
inevitable. El tiempo avanza y con el también los avances tecnológicos que nos han permitido
llegar a respuestas objetivas y exactas de lo que es la muerte en términos estrictamente biológicos,
pero ¿qué sucede con la conciencia humana o el “alma” después del cese de la actividad neuronal?
La respuesta a esta interrogante sigue envuelta en el mismo halo de misticismo de la antigüedad y
provoca inagotables debates en nuestra sociedad occidental moderna que se ha visto condicionada
(mediante cultos/religiones, películas, cultura en general) a ver a la muerte como algo aterrador (
también la muerte se plantea como un castigo o maldición) siendo la tristeza el único sentimiento
que podría emanar del mencionado fenómeno natural. Es tan abrumador para algunas personas el
miedo a su propio fallecimiento que pueden llegar a desarrollar tanatofobia (miedo a la muerte)
siendo incapaces de llevar una vida normal por la ansiedad y el terror que le provoca el fin de su
existencia, incluso, hay gente que desarrolla una variante de esta enfermedad en la cual todos sus
miedos se concentran en la muerte de sus seres queridos, siendo la propia muerte irrelevante a la
hora de analizar los motivos de la ansiedad excesiva que padecen día a día.
La literatura y las artes en general, constantemente utilizan a la muerte como un recurso o elemento
dramático ideal para construir o dar vuelcos a la narrativa, aunque naturalmente la forma de
abordar la muerte variará radicalmente (según la época, el autor, la nacionalidad del autor, etc).

La muerte de Ivan Ilich ( autor: Leon Tolstói) es una novela que ilustra a la perfección el ya
mencionado terror excesivo del ser humano hacia su muerte, las dudas sobre el sentido de la vida
consumista, y la forma en que las vivencias del autor influyen directamente en la obra.
La mencionada novela nos ofrece una mirada innovadora de la muerte, prácticamente la sitúa como
un acto de redención y liberación, sin embargo, el sentimiento de terror y ansiedad hacia la muerte
es una constante que acompaña a Ivan en todo su proceso, impidiendo que pueda disfrutar sus
últimos momentos y aislándolo de sus seres queridos (se podría decir que padeció la tanatofobia
antes descrita) todo esto queda manifestado en el siguiente fragmento: “(l)uchaba como el
condenado a muerte lucha entre las manos del verdugo; comprendiendo que no se salvaría. A
cada minuto transcurrido sentía que, no obstante los esfuerzos de lucha, aproximábase más cada
vez a lo que tanto le horrorizaba.” ( La muerte de Ivan Ilich, Pag.164).
Ivan Ilich encarna el pánico generalizado que todos tenemos hacia la muerte y este solamente
abandona a Ivan una vez consumada su muerte, es aquí donde esta obra desarrolla un concepto de
muerte diferente y se aleja del concepto de muerte trágica posicionándola como una experiencia
catártica, capaz de liberarlo de sentimientos negativos hacia sus seres queridos e inundarlo con
amor y tranquilidad para aceptar su destino inminente, esto se expresa en los siguientes
fragmentos: “(b)uscó el terror habitual que le inspiraba la muerte, y no le halló” “(n)o sentía
terror, ninguno. De consiguiente, la muerte no existía. En lugar de la muerte había la luz” ( La
muerte de Ivan Ilich, Pag.165).
La muerte mirada como la liberación de frustraciones y el fin del dolor mundano puede estar
encarnada tanto en la muerte natural, como en la auto-infligida. Puede cuestionarse la ética detrás
del suicidio pero nadie puede negar que para la persona que lo practica es una liberación y una
alternativa más deseable que seguir soportando las cargas de las cuales busca liberarse. Es aquí
donde surge la conexión entre La muerte de Ivan Ilich y las obras Antígona y Frankestein, las tres
mencionadas obras utilizan el recurso del suicidio como una forma de liberar a los personajes de
su dolor.
En Antígona el suicidio es llevado a cabo por Antígona y Hemón, ambos lo realizaron como una
forma de liberación y se puede notar claramente como para el personaje principal, morir no
representa algo más terrible que dejar a su hermano sin sepultura, ella esta dispuesta a dar su vida
con tal de dar el rito funerario a Polínice como se demuestra en el siguiente fragmento: “(s)erá
hermoso para mí morir cumpliendo ese deber, así reposaré junto a él, amante hermana con el
hermano amado; rebelde y santa por cumplir con todos mis deberes piadosos; que más cuenta me
tiene dar gusto a los que están abajo, que a los que están aquí arriba, pues para siempre tengo
que descansar bajo tierra”. (Antígona, Pag 5)
Es notoria la tranquilidad con la que Antígona aborda la muerte, siendo su sacrificio algo
totalmente justificado para ella , como se aprecia en el siguiente fragmento: “(s)i la suerte que me
aflige es justa a los ojos de los dioses, acepto sin quejarme el crimen y la pena” (Antígona, Pag
22).
En Frankestein, nuevamente el suicidio es una vía utilizada por un personaje para dejar atrás el
remordimiento y el dolor , específicamente será el monstruo creado por Victor Frankenstein, quien
toma la decisión de terminar con su vida, luego de ver el cadaver de su creador y apremiado por
los múltiples sentimientos de culpa y dolor, le comunica a Robert Walton sus intenciones de auto
infligirse la muerte y así “descansar”, esto se puede apreciar en los siguientes fragmentos:
“(m)oriré. No sentiré la angustia que ahora me corroe ni seré presa de sentimientos insatisfechos.
“(p)ero pronto moriré- exclamó triste y con solemne entusiasmo-. Lo que ahora siento se
terminará enseguida. Pronto se extinguirán estas ardientes desgracias”. (Frankestein, pag. 221).
Nos acostumbramos a ver la muerte como una situación trágica, llenos de dolor y angustia
contemplamos este fenómeno a nuestro alrededor, producto de nuestra occidentalización, la muerte
y los funerales son sinónimo de tristeza, pero esto no siempre fue así, antiguas sociedades africanas
realizaban ritos funerarios muchísimos mas “alegres” y la muerte era tomada con naturalidad,
prácticamente como un nacimiento. Es urgente que cambiemos esta concepción de la muerte ya
que como expuse en este ensayo, la muerte puede ser sinónimo de liberación y felicidad para una
persona, nadie tiene derecho a decidir sobre nuestro cuerpo , y la decisión de morir debe ser
respetada y dejar de satanizarla por antiguas tradiciones religiosas que en ningún momento
consideran la real felicidad de la personas.

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