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TOLERANCIA Y AUTOINMUNIDAD

ELABORACIÓN: MPSS. Antonioni de Jesús Ortega Luis.

La tolerancia se define como la falta de una reacción a un antígeno previamente presentado. Los antígenos que generan
tolerancia se denominan tolerógenos. Los sujetos normales como tú o como yo (eso creo), toleran sus propios antígenos
debido a que los linfocitos que reconocen los antígenos propios mueren o son inactivados, o bien la especificidad de los
linfocitos cambia durante la recombinación génica.

TOLERANCIA CENTRAL

LINFOCITOS T

Reorganización de los genes TCR

Pro-T. La célula pro-T es el primer precursor de la línea de linfocitos T. Migran desde la médula ósea al timo. Estas
células proliferan por efecto de la IL-7 producida por las células del timo. En el núcleo de algunas de estas células, se
reordenan los genes que codifican la cadena β del TCR, por recombinación mediada por la V(D)J recombinasa. El TCR no
se expresa aún en la superficie del pro-T. Tampoco se expresan en la membrana celular las moléculas accesorias CD4 ni
CD8. Por esa razón las células pro-T se denominan CD4-/CD8- o dobles negativas.
Uno de dos alelos se reordenara para formar la cadena β del TCR (exclusión alélica), si uno de los dos alelos falla en el
reordenamiento del gen, el alelo del cromosoma homólogo completará la reorganización y una célula productiva.

Pre-T. Si la recombinación VDJ tiene lugar con éxito y se sintetiza una cadena β, ésta se expresa en la superficie celular,
unida a una proteína invariante denominada pre-Tα, para formar el complejo pre-TCR. La expresión de la cadena β
marca el estadio pre-T y al mismo tiempo comienza el reordenamiento de la cadena α. En las pre-T, aún siguen sin
expresarse en la membrana celular las moléculas accesorias CD4 ni CD8, así que las células pre-T son dobles negativas.
La expresión de la cadena β unida a la proteína pre-Tα, CD3 y proteínas ζ se conoce como pre-TCR y estimula el
reordenamiento de uno de los alelos que codifican la cadena α.

Timocito doble-positivo. Estas son las células supervivientes, que expresan tanto la cadena α como β, es decir un TCR
completo, CD3, proteínas ζ (CD247) y tanto CD4 como CD8. Por ello se denominan células dobles positivas. Ello da paso
a los mecanismos de selección positiva y negativa.

Selección positiva de los timocitos.


En esta fase tiene lugar la puesta en marcha del mecanismo de restricción del MHC: los linfocitos T de un individuo
concreto sólo pueden detectar un antígeno si éste viene presentado por una molécula del complejo mayor de
histocompatibilidad (MHC) del mismo individuo. Los diferentes clones de timocitos dobles positivos expresan diferentes
tipos de TCR αβ. Si el TCR de una célula T reconoce y se une débilmente a una molécula MHC presentando un péptido
propio del individuo en la corteza tímica, esa célula T es seleccionada para sobrevivir: por eso se habla de selección
positiva. Las células que no son capaces de reconocer un complejo "péptido propio-MHC" en el timo mueren por
apoptosis.
Durante el proceso de selección positiva, las células T que reconocen complejos péptido-MHC clase I preservan la
expresión de CD8, el correceptor que se une a la molécula MHC clase I, y pierden la expresión de las moléculas de CD4.
A la inversa, las células que reconocen complejos péptido-MHC clase II preservan la expresión de CD4 y pierden la de
CD8. Así, lo que se obtiene al final del proceso de selección positiva son timocitos simples positivos, que son o bien
CD8+, restringidos para el MHC clase I, o bien CD4+, restringidos para el MHC clase II.

Selección negativa de los linfocitos.


Los linfocitos dobles positivos inmaduros cuyos receptores reconocen fuertemente los complejos "péptido-MHC" en el
timo también sufren apoptosis. Este es el proceso de selección negativa, que sirve para eliminar linfocitos que podrían
reaccionar de forma dañina contra proteínas propias que se expresan en el timo. Por ello, se dice que este mecanismo
permite el establecimiento de la tolerancia central, al asegurar que las proteínas propias no serán atacadas por los
linfocitos T. El gen AIRE se encarga de promover la expresión de antígenos proteínicos propios de distintas glándulas
endócrinas en la médula del timo esenciales en inducir tolerancia central.
Las células T que han pasado los procesos de selección positiva y negativa son linfocitos maduros, que presentan las
siguientes características:
Son simples positivos CD4+ o CD8+, están restringidos para las moléculas MHC propias (CD4+ a MHC clase II, CD8+ a
MHC clase I), son tolerantes para las proteínas propias, son vírgenes: no han encontrado nunca un antígeno extraño. Los
linfocitos maduros salen del timo y se distribuyen por la periferia a través del sistema circulatorio, donde pueden
encontrar una célula que presente un complejo "péptido extraño-MHC", capaz de activar el linfocito y desencadenar
una respuesta inmune.

LINFOCITOS B.

Reorganización del BCR.

Pro-B. Es el momento en que ocurre la acomodación de los grupos de genes (reordenamiento genético) que producirán
la cadena pesada de la inmunoglobulina μ. En el reordenamiento génico de la cadena pesada de la futura
inmunoglobulina de membrana, primero se fusionan los fragmentos D y J (llamados DH y JH: la H por la sigla en inglés de
pesado, Heavy) y en una segunda fase, se asocia el fragmento variable de la cadena pesada, llamada VH. Uno de dos
alelos se reordenara para formar la cadena pesada (exclusión alélica), si uno de los dos alelos falla en el
reordenamiento del gen, el alelo del cromosoma homólogo completará la pautada reorganización y una célula
productiva. No prosigue la maduración del linfocito si falla el reordenamiento del receptor de membrana activando la
apoptosis.

Pre-B. Si la recombinación VDJ tiene lugar con éxito y se sintetiza una cadena pesada mu, la cadena pesada mu es
expresada en la membrana asociada a cadenas ligeras sustitutas temporales: VpreB (CD179a) y λ5 (CD179b), formando
el llamado pre-BCR. La expresión de la cadena pesada μ estimula la reorganización de las cadenas ligeras κ y λ que
corresponden. De igual manera que con la cadena pesada, dos alelos harán el intento de reproducir el gen y la
formación de una célula productiva. El pre-BCR se asocia a otras proteínas como Igα e Igβ (CD79), importantes en la
transducción de señales del BCR.

Linfocito B inmaduro. La producción de cadenas ligeras κ inhibe el reordenamiento del locus de las cadenas ligeras λ, de
tal forma que el locus λ sólo se reordena cuando no se puede fabricar la cadena ligera κ, lo que se conoce como
exclusión isotipica. La cadena ligera es expresada conjuntamente con la cadena pesada como una IgM de membrana
inhibiendo la reorganización de cadenas ligeras adicionales.

Linfocito B maduro. Los linfocitos coexpresan las cadenas pesadas υ y δ en asociación con una cadena ligera κ ó λ, y
expresan en su membrana IgM e IgD. La coexpresión de IgM e IgD se acompaña de la adquisición de la competencia
funcional.

Selección positiva de linfocitos B. Ocurre en médula ósea, los linfocitos inmaduros pasan a ser linfocitos maduros
cuando expresan moléculas de inmunoglobulinas funcionales en su membrana capaces de reconocer antígenos propios
con una afinidad muy baja.

Selección negativa de linfocitos B. Los linfocitos B inmaduros presentes en médula ósea que expresan receptores de
alta afinidad frente a antígenos propios, editan su receptor, reordenando genes para expresar una nueva cadena ligera
con distinta especificidad, si la edición fracasa los linfocitos B inmaduros mueren y no completan su maduración.

TOLERANCIA PERIFERICA

LINFOCITOS T.

Anergia. La activación del linfocito T requiere de dos señales: reconocimiento del antígeno por el TCR y el
reconocimiento de moléculas coestimuladoras. Si sólo existe reconocimiento de antígeno sin coestimulación o
colaboración de la inmunidad innata, no existe una respuesta frente a ese antígeno. La falta de respuesta al antígeno se
debe a alteraciones bioquímicas que reducen la capacidad de linfocito T de responder a las señales de sus receptores
para el antígeno:
a) Existe un bloqueo en la transducción de señales mediada por el TCR, b) hay una degradación en proteasomas de
proteínas asociadas al TCR que fueron previamente ubicuitinizadas por la ubicuitina Cbl-b, c) cuando los linfocitos T
reconocen antígenos propios, las moléculas coestimulatorias como CD80/CD86 se unen con mayor afinidad a una
molécula inhibidora: CTLA-4 (CD152), con lo cual termina la señalización mediada por TCR y además, disminuye una
expresión de las proteínas B7.

-CTLA-4 (CD152) es estructuralmente idéntico a CD28, pero su función es distinta. Se expresa en un linfocito activado, se
une con mayor afinidad que CD28 a las moléculas CD80 y CD86 e inhibe la activación de los linfocitos T. El CTLA-4 posee
una estructura inhibidora que contrarresta las señales dependientes de los ITAM del TCR y de CD28.

-PD-1 (CD279) se expresa en el linfocito T activado, y de igual forma que CTLA-4, inhibe la activación de los linfocitos T.
CD279 se une a dos ligandos presentes en células presentadoras de antígenos, el PD-L1 (CD274) y PD-L2 (CD273). La
unión de PD-1 a cualquiera de sus dos ligandos lleva a inactivar al linfocito T.

Linfocitos T reguladores CD4+CD25+Foxp3+. Anteriormente


conocidos como células T supresoras, su función principal es
eliminar la inmunidad mediada por células al final de la
reacción inmune y eliminar células T autorreactivas que
escaparon al proceso de selección negativa en el timo. La
generación y supervivencia de los linfocitos T reguladores
depende de IL-2 y TGF-β, y ambas citocinas sirven como señal
para la activación del factor de transcripción Foxp3. Se
caracterizan por sintetizar IL-10 y TGF-β. La IL-10 disminuye la
expresión de moléculas MHC clase II en células
presentadoras de antígenos, inhibe la síntesis de IL-12, anula
la producción de óxido nítrico y otros metabolitos
bactericidas, y suprime la producción de mediadores de la
inflamación como IL-1, IL-6, IL-8 o GM-CSF. El TGF-β inhibe la
proliferación y funciones efectoras de linfocitos T y la
activación clásica del macrófago, inhibe la proliferación de
linfocitos B pero aumenta la secreción de IgA, promueve la síntesis de colágeno para iniciar la reparación del tejido
dañado. Los linfocitos T reguladores CD4+CD25+Foxp3+ inhiben la capacidad de las células presentadoras de antígenos
de estimular a los linfocitos T mediante la expresión de CTLA-4 (CD152) y con ello terminar la señalización mediada por
TCR y además, disminuir una expresión de moléculas B7. Un mecanismo de supresión interesante es mediante el
consumo de IL-2, citocina necesaria para el crecimiento de los linfocitos T, dado que estos linfocitos expresan la cadena
alfa del receptor de IL-2 (CD25).

Linfocitos Tr1 y Th3. El fenotipo de los linfocitos Tr1 es CD4+CD25-, y requieren de IL-10 principalmente para poder
diferenciarse. Secretan principalmente IL-10. El fenotipo de los linfocitos Th3 es CD4+CD25-, y requieren TGF-β para
diferenciarse. Secretan la citocina supresora TGF-β.

Características fenotípicas de linfocitos T reguladores

Característica Linfocito Treg Linfocito Th3 Linfocito Tr1


Fenotipo CD4+CD25+FoxP3 CD4+CD25- CD4+CD25-

Factor requerido para crecer IL-2, TGF-β TGF-β IL-10

Citocina producida tras activarse IL-10, TGF-β TGF-β IL-10


Eliminación de linfocitos T mediante muerte celular apoptósica.
La vía apoptótica intrínseca (mitocondrial), se pone en marcha
cuando declina la respuesta de linfocitos T, disminuyendo la
síntesis de proteínas antiapoptósicas y activándose el detector
celular del estrés Bim, uniéndose a dos proteínas proapoptóticas
de la familia Bcl-2 llamadas Bax y Bak, que se oligomerizan y se
insertan en la membrana mitocondrial externa, aumentando su
permeabilidad y liberando al citocromo c y proteínas
proapoptósicas como caspasa 9.
La vía extrínseca es dependiente del receptor homólogo a TNF
llamado Fas (CD95) el cual tras reconocer a su ligando Fas-L
(CD178), activan proteínas adaptadoras que escinden caspasa 8.
Ambas vías activan distintas caspasas y finalmente activan
endonucleasas que fragmentan el ADN y el núcleo, causando la
apoptosis celular.

LINFOCITOS B.

Para finalizar la activación del linfocito B, complejos antígenos/anticuerpos se unen a receptores de membrana del
linfocito B, como el FcγRII B o CD32b, que posee motivos ITIM. En los motivos ITIM hay tirosinas que son desfosforiladas
por fosfatasas, para Inhibir la activación del linfocito B.

El CD22, una lectina ligadora de ácido siálico, posee motivos ITIM en su cola citoplasmática, que cuando son fosforilados
por la cinasa Lyn, se une una fosfatasa llamada SHP-1. La SHP-1 elimina fosfatos de las tirosinas de varias enzimas y
proteínas adaptadoras implicadas en las señales producidas por el BCR, y así anula la activación del linfocito B.

Las células B B-10 actúan como reguladores negativos al secretar IL-10. Una pequeña población de células B esplénicas
para explicar la fuente de IL-10 derivada de células B. Así mismo, se han identificado células B productoras de IL-10
entre poblaciones de B1 y B2 (B foliculares).

PATOGENIA DE LA AUTOINMUNIDAD

A principios del siglo XX Paul Ehrlich acuñó la frase “horror autotoxicus” para describir reacciones inmunes contra lo
propio. La autoinmunidad se debe a un fracaso de los mecanismos de tolerancia frente a lo propio en linfocitos T y B,
que lleva a un desequilibrio entre la activación del linfocito y los mecanismos de control. Algunos mecanismos asociados
son: defectos en la selección negativa de los linfocitos T y B y en la edición del receptor en los linfocitos B durante su
maduración en los órganos linfáticos, número y función defectuosa de linfocitos T reguladores, apoptosis defectuosa de
linfocitos autorreactivos maduros o función inadecuada en receptores inhibidores.
Los principales factores que contribuyen al desarrollo de autoinmunidad son propensión génica y desencadenante
ambiental como infecciones y lesión tisular local. Las enfermedades autoinmunes pueden ser órgano específicas
(Miastenia Gravis, Enfermedad de Graves, Tiroiditis de Hashimoto, Diabetes tipo 1, Cirrosis biliar primaria, Esclerosis
múltiple) o sistémicas (Lupus eritematoso sistémico, Artritis reumatoide).

Base génica de la autoinmunidad.


La mayor parte de las enfermedades autoinmunes contienen rasgos poligénicos complejos donde los sujetos afectados
heredan muchos polimorfismos genéticos que contribuyen a presentar la enfermedad, y estos genes actúan junto a
factores ambientales para provocar la enfermedad. Entre los genes que se asocian con autoinmunidad están los del
complejo mayor de histocompatibilidad. La más fuerte de tales asociaciones se da en la Espondilitis anquilosante,
enfermedad inflamatoria de las articulaciones vertebrales, y la presencia del alelo B27 de la clase I del HLA. Otras
asociaciones son: Artritis reumatoide y el alelo HLA DR4, Diabetes tipo 1 y los alelos HLA DR3/HLA DR4, Esclerosis
múltiple y el alelo HLA DR2, Lupus eritematosos generalizado y los alelos HLA DR2/HLA DR3, pénfigo vulgar y el alelo
HLA DR4.
Existen polimorfismos en genes distintos al HLA asociados a la autoinmunidad. El defecto en la fosfatasa PTPN22
provoca una señalización prolongada tras la activación de linfocitos T y B, inhibiendo los mecanismos de tolerancia. Es
frecuente en artritis reumatoide, enfermedad inflamatoria intestinal, diabetes tipo 1.
Defectos en el receptor NOD2 que reconoce peptidoglicano y muramil dipéptido de bacterias grampositivas y
gramnegativas, se asocia con enfermedad de Crohn.
Defectos en la expresión de CD25 se asocia a esclerosis múltiple, diabetes tipo 1 y otras enfermedades autoinmunes,
por pérdida en la tolerancia periférica por falta de consumo de IL-2 y regulación por linfocitos Treg.
El gen AIRE se encarga de la expresión de antígenos proteínicos propios de distintas glándulas endócrinas en la médula
del timo esenciales en inducir tolerancia central. Los defectos en este gen resulta en una enfermedad llamada síndrome
poliendocrino autoinmune.
Defectos en el gen de Fas/FasL se asocia a una eliminación defectuosa de linfocitos B autorreactivos y menor
eliminación de linfocitos T maduros, dando lugar al síndrome linfoproliferativo autoinmune.
Defectos en el gen FoxP3 se asocia a una deficiencia de linfocitos T reguladores funcionales y presentan un síndrome
ligado al cromosoma X, con alteración de la inmunidad, poliendocrinopatía y enteropatía (IPEX).

Papel de las infecciones en la autoinmunidad.


Los microbios infecciosos pueden contener antígenos que muestran reactividad cruzada con los antígenos propios, de
manera que la respuesta inmune a un microbio puede generar una respuesta frente a los antígenos propios. Un ejemplo
claro es el de la fiebre reumática, donde el antígeno M del estreptococo mimetiza con antígenos miocárdicos.

INMUNOPRIVILEGIO

En los años cuarenta del siglo XX el inmunólogo Sir Peter Medawar acuñó el término inmunoprivilegio para
describir a los órganos en los cuáles existía una falta de respuesta inmunitaria a tejidos trasplantados, tales
órganos son encéfalo, ojo y testículo. Los antígenos que generalmente son inmunógenos en cualquier órgano
del cuerpo, en estos tejidos con privilegio inmunitario son tolerógenos.

OJO.
Entre la córnea por delante, y el iris y cristalino por detrás, se localiza la cámara anterior del ojo, lugar donde
se han descrito procesos de tolerancia inmunológica. Si llegara a producirse una inflamación en esta cámara,
se produciría una opacificación corneal y del cristalino, lo que llevaría a pérdida de la visión.
Entre las características que conducen a privilegio inmunitario en la cámara anterior del ojo son: barrera
hematoocular, naturaleza avascular de la córnea, falta de linfáticos que drenen la cámara anterior, sustancias
solubles con propiedades antiinflamatorias como el TGF-β, indolamina 2-3 dioxigenasa (IDO). Las células
epiteliales del iris y el endotelio, expresan de manera constitutiva Fas-L (CD178) y PD-L1 (CD274), los cuáles
inducen la muerte o inactivación de linfocitos T.
ENCÉFALO.
Una respuesta inflamatoria en el encéfalo sería desastroso para nosotros. Es por esa razón que el encéfalo
presenta ciertas características que lo hacen un órgano con privilegio inmunitario: barrera hematoencefálica,
ausencia de un drenaje linfático, escasez de células dendríticas, microglia con un umbral muy alto para
activarse (este umbral es mediado por el receptor CD200 presente en las células de la microglia).
TESTÍCULO.
Una respuesta inflamatoria en el testículo sería desastroso para la progenie humana. Es por esa razón que el
testículo posee ciertas características que lo hacen un órgano con privilegio inmunitario: barrera
hematotesticular, ambiente androgénico con influencia antiinflamatoria sobre los macrófagos, y factores
solubles producidos por células de Leydig y Sertoli como el TGF-β.

BIBLIOGRAFÍA.

Abbas A, Lichtman A, Pillai S. Inmunología celular y molecular. Séptima edición, Barcelona: Elsevier 2012.
Kindt, Thomas J., Goldsby, Richard A., Osborne, Barbara A., Inmunología de Kuby. Sexta edición: McGraw-Hill. 2007.

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