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GUÍA PRÁCTICA

ANÁLISIS DE TEXTOS PERIODÍSTICOS ARGUMENTATIVOS

NOMBRE: ______________________________________________ CURSO: ______ FECHA: ________


PROFESOR: OSCAR ARANEDA
OBJETIVOS: Analizar textos periodísticos argumentativos para extraer información explícita e implícita;
Evaluar uso de recursos verbales en columnas de opinión.

Instrucciones: Lee cada texto y realiza las actividades presentadas por el docente.

Texto 1
Inmigración: aspectos positivos y negativos para la economía

Por José Cáceres, Director de J&D Inmigration Advisers

Si hay un debate que ahora mismo está abierto y todo el mundo tiene opinión sobre él es el de la
inmigración. Es un hecho que son muchos los factores que atraen a personas de otros
países a Europa y, concretamente, a España, en busca de una vida mejor, de otras
oportunidades o simplemente porque quieren continuar su carrera aquí.

No podemos obviar los tremendos conflictos armados que en países como Siria están generando
millones de refugiados en todo el mundo. Personas como nosotros, que vivían una vida normal y
tranquila y que se encuentran de pronto con que han de huir de su casa, dejarla vacía, llevarse a
su familia y protegerla en cualquier otro lugar. Por eso mismo muchísimas ciudades y países
tienen diferentes políticas de acogida para los inmigrantes especialmente los refugiados.

Pero todo conlleva sus pros y sus contras. No son pocos los que opinan que no puede ser bueno
que tengamos tanta inmigración, mientras que hay otros que ven el vaso medio lleno y lo ven
como una oportunidad de crecimiento, cogiendo a otros países en los que la fórmula ha
funcionado a la perfección. En definitiva, vamos a analizar los pros y los contras de la
inmigración en nuestra economía. ¿Saldremos ganando o perdiendo con esta nueva ola de
inmigrantes?

1) Aspectos positivos de la inmigración en la economía

No cabe duda de que la economía se vuelve más dinámica con la circulación de personas. Por
eso, hay que destacar una serie de puntos a favor de la inmigración en términos económicos.

Más personas, más trabajo


Cuantas más personas haya, más trabajos se ocuparán. El clásico de “los inmigrantes nos roban
el trabajo” es mentira, ya que ellos toman los trabajos que los españoles no quieren porque se
consideran mejores que eso. De esta forma, tenemos toda una comunidad de inmigrantes que
recogen fresas al sol o llevan a cabo trabajos complicados y en ambientes y entornos muy
complejos.

Más personas, más consumo


Cuantas más personas haya, más consumo habrá. Eso sí, es muy importante que los inmigrantes
se integren en la cultura del país al que llegan para que sea lo más justo y equitativo posible. Si
nosotros fuéramos a otro país, haríamos el esfuerzo de aprender un idioma y de llevar a cabo las
costumbres más típicas e inofensivas, al margen de religión, por supuesto.

Nuevos tipos de trabajo


Con la llegada de la inmigración se generan diferentes puestos de trabajo, personas con
diferentes culturas que pueden ofrecer conocimiento de ambos lados y con resultados muy
positivos. De nuevo, la integración, la información y el respeto por parte de todos es básico para
que funcione a la perfección.

Nuevas generaciones de inmigrantes


Ya hace tiempo que España ha vivido sus oleadas de inmigración. Especialmente ahora vemos
como las segundas generaciones de inmigrantes árabes o latinos, chicos y chicas nacidos aquí
pero con raíces muy marcadas, llegan a la mayoría de edad. Ellos son la clave para demostrar
que la inmigración es muy positiva para la economía de un país.

2) Los aspectos negativos de la inmigración en la economía

Sin embargo, no podemos pasar por alto que la llegada de inmigrantes también puede tener
efectos contraproducentes sobre la economía.

La economía sumergida
Muchos inmigrantes no tienen papeles para poder trabajar de forma legal en España, de forma
que tienen que vender productos o servicios de forma ilegal. Eso significa que no cotizan, no
pagan impuestos mientras que otras personas sí lo hacen. Es algo injusto y perjudicial para los
contribuyentes.

¿Envían dinero afuera?


Uno de los mayores problemas de la economía y la inmigración es que estas personas envían
muchísimo dinero al exterior por lo que ese dinero que ganan en España no se invierte en
España.

El miedo al terrorismo
Aunque no sea un tema estrictamente económico, es una conversación que se ha de mantener.
¿Son todos los inmigrantes terroristas? Desde luego que no, pero en los recientes ataques, se ha
descubierto como muchos de ellos eran inmigrantes incluso de segunda generación, nacidos en
el país y reconvertidos al odio y al terror. Muchas personas sienten que comprando a inmigrantes
se puede estar financiando a algún grupo terrorista.

Precios más baratos


Es un hecho que muchísimas tiendas de comida que abren 24 horas están regentadas por
inmigrantes. Los clásicos colmados de barrio e incluso algún que otro supermercado no tienen
nada que hacer al lado de su oferta 24 horas. Esto limita mucho el margen de maniobra en el
trabajo y consigue que la calidad de vida de la competencia baje estrepitosamente

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Texto 2

Su majestad, el diario
Cada día de la semana llegan a los quioscos de la ciudad de Buenos Aires dieciséis
diarios matutinos. Ocho, son de interés general. Uno es deportivo; cuatro son
económicos, aunque contienen información de otras áreas; uno sale en inglés,
redactado e impreso en Buenos Aires; otro, en italiano, reproduce un diario de
Milán y se vende junto al diario argentino que el lector tiene en sus manos; otro es
la reimpresión para América latina de un diario de Madrid. Por la tarde, se reparte
gratis un diario a los viajeros del subterráneo: este único vespertino hace, pues, el
número diecisiete. Los fines de semana, los diarios económicos no salen, pero lo
hacen otros dos, en realidad semanarios, a los que el público llama diarios.

Algunos venden cientos de miles de ejemplares; otros... tan pocos que más vale ni
mentar el tema. No está mal para un formato, el periódico diario, al que le
pronosticaron mil veces su inminente defunción.

Sobre el diario se han desencadenado las plagas de Egipto. Reinaba soberano en


el siglo XIX. Pero en el siglo XX debió lidiar con la radio, el cine, la televisión.
Últimamente, con Internet y su blogosfera y el auge de la telefonía. El diario
sobrevivió. El diario es como el libro, uno de esos muertos que gozan de buena
salud. No sólo es actor de la vida social, puede ser protagonista de ella.

El diario encierra una paradoja. Es un objeto a la vez trascendente y banal. Un


diario puede provocar una crisis de gabinete, una corrida bancaria o directamente
cambiar la historia. Pero su vida es fugaz como la de algunas rosas que florecen y
se agostan en pocas horas. El jueves 13 de enero de 1889, el diario L Aurore, de
París, publicó el artículo Yo acuso, de Emile Zola, que desencadenó el affaire
Dreyfus y marcó un hito en la historia de Francia. Al día siguiente, las verduleras
del mercado de Les Halles envolvían la lechuga con esa página gloriosa.

Un diario puede serlo todo durante 24 horas. Al siguiente amanecer, lo reemplaza


la nueva edición. Pasa entonces a cumplir su segunda función: ser fuente de la
historia, que no es, sino la reconstrucción de la vida que ha quedado apresada en
ciertos documentos, y sobre todo en un inmenso mar de papel de diario. Esa
función ya la cumplían los antiguos papiros, que Plutarco escrutaba para
reconstruir lo sucedido siglos atrás.

Hace poco releí Bel Ami , la novela de Guy de Maupassant, que narra la fundación
de un diario en el París de 1870. La actualidad del relato es asombrosa: crear un
diario, entonces y hoy, es una aventura económica, política y humana. Una
conjunción de riesgos y cálculos, de lectura de la realidad y predicción del futuro.
Una mezcla de locura e inteligencia.

Un paseo por el Buenos Aires de hoy nos muestra que la gente lee el diario
mientras viaja en taxi, en colectivo y en subte, pero, sobre todo, lo lee en los
cafés. Es una vieja costumbre con raíces en los cafés de Viena, Praga, París,
Madrid y otras urbes europeas con las que Buenos Aires siempre tuvo sintonía. A
veces, los cafés de Buenos Aires más parecen bibliotecas que lugares de tertulia.

Miles de personas leen los diarios en Internet, lo que demuestra una vez más que
los nuevos medios técnicos no se excluyen, sino que pueden convivir, y hasta
aprovechar unos de otros. ¿Por qué ha sobrevivido el diario, un medio que es
lento, costoso y difícil de producir en relación con la radio o Internet? Porque su
capacidad sintetizadora para ordenar el caótico flujo de la información no ha
podido ser reemplazada. En cierto sentido, los defectos del diario son sus virtudes.
Un diario no es, sino una cabeza -o varias cabezas- que se han apartado, por lo
menos durante unas horas, para pensar la realidad. Esa pausa es invalorable.

El diario se ha convertido él mismo en una noticia. Sin ir más lejos, una huelga de
redactores que privó a las tardecitas de París de esa costumbre que se llama Le
Monde, fue recogida hace unas semanas como noticia por los medios de todo el
mundo.

Entre nosotros, también los diarios se convierten en noticia. La actual presidenta y


su antecesor no parecen gustar mucho de los diarios y han erigido a algunos en
contrincantes; pero, si los combaten, es que los han leído.

¿Puede un diario ser independiente del poder económico y del poder político, y
subsistir? Me refiero a tener vida propia, no a vegetar. ¿Debe un diario limitarse a
informar o debe opinar, involucrarse y criticar? No pretendo dar respuesta a estas
cuestiones sobre las que se han escrito bibliotecas enteras. Sin embargo, daré mi
opinión: la centralidad de un diario como actor social será proporcional a la tensión
crítica que instale en su relación con el poder. No por un determinismo ideológico,
sino porque esa tensión está en la naturaleza misma de un diario: el poder
humano es falible y lo que hace un diario es iluminar con un foco de atención el
entramado cotidiano del poder.

Un diario, si es bueno, si está bien escrito, si informa con rigor, si investiga, si


opina con coraje, si recoge los debates de su tiempo y escucha lo que dice la calle,
y también lo que la calle no dice porque circula por debajo de ella, será crítico
incluso más allá de la ideología de sus editores o sus redactores.

Por Alvaro Abós para La Nación (Argentina)


21 de junio de 2008

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