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Resumen
Los aspectos teóricos y metodológicos para el estudio de la arquitectura en un asentamiento
prehispánico requieren del manejo de ciertas categorías y conceptos sobre patrones de
poblamiento, dispersión, crecimiento urbano, organización del espacio y sistemas
constructivos, como medio para entender los significados de la trama urbana y sus
componentes estructurales en relación a los componentes sociales de los grupos humanos
que las construyeron.
La característica principal de los asentamientos del periodo Intermedio Tardío
(siglos XI al XV) en los Andes centrales es, sin duda, el patrón de asentamiento basado
en la preferencia exclusiva por ocupar los promontorios altos de los cerros escarpados, así
como por una selección racional del hábitat. Este patrón está basado, principalmente, en
la maximización de los espacios útiles para la vivienda y en la organización del espacio,
que genera patrones de crecimiento asimétrico con circuitos de circulación peatonal que
articulan las unidades habitacionales, de producción y espacios públicos.
En este sentido, el análisis arquitectónico requiere del conocimiento a fondo
de todas las formas y variaciones dentro de una estructura arquitectónica; para ello,
1
La presente investigación está basada en las tres temporadas de investigación en Cantamarca (1984,
1987 y 1989). La primera fue ejecutada dentro del plan de investigaciones anuales del Instituto
Nacional de Cultura (INC), a través del departamento de investigaciones del entonces Centro de
Investigación y Restauración de Bienes Monumentales (CIRBM). Esta temporada fue muy corta
a nivel de investigación, más bien estuvo orientada a la delimitación física y señalización del sitio.
Las dos últimas temporadas fueron ejecutadas gracias al convenio entre el INC y la región Lima,
consecuentemente, a través de la Micro Región de Canta (órgano ejecutor de la Región Lima).
2
Carlos Farfán Lobatón es docente de la Escuela Profesional de Arqueología y Antropología de la
Universidad Nacional Federico Villarreal.
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se aíslan los elementos arquitectónicos que formarán el corpus para cada elemento; de este
modo, se encontrarán las variaciones en el tiempo y en la función. Las transformaciones
en un solo edificio pueden producirse por distintos factores de carácter temporal o debido
a cambios en el uso y función. La suma de estas variaciones en la forma y uso
de los espacios arquitectónicos indican las fases constructivas. El problema es, entonces,
aislar estas modificaciones a través de sus formas para que de esa manera se establezca
una secuencia de cambios en las formas con implicancias cronológicas y político-sociales.
Cantamarca es un modelo arquitectónico único en su género en el mundo andino por
contener columnas de planta cuadrangular, de volumen trapezoide trucado y pilastras;
todas están construidas en aparejo de piedra y mampostería ordinaria. Sus antecedentes
formales se pierden en el tiempo y requieren de un exhaustivo análisis. Las aproximaciones
realizadas, en este sentido, se fundamentan en un registro exhaustivo de las características
y marcan la relevancia en la organización estructural y espacial, además de ensayar
comparaciones tomando en cuenta la dimensión temporal.
Palabras clave: Arquitectura, Cantamarca, patrón de asentamiento, tipología
arquitectónica.
Abstract
The theoretical and methodological aspects of an architectural study of a
Prehispanic settlement requires one to manage certain concepts and categories about
patterns of population, dispersion, urban growth, organization of space and constructive
systems. These provide a medium for understanding the significance of urbanization and
its structural components in relation to the social components of the human groups that
constructed them.
The main characteristic of settlements of the Late Intermediate Period (11th
to 15th centuries) in the Central Andes, is without doubt, a settlement pattern that
demonstrates a preference for mountaintop summits and a rational selection of landscape.
This pattern is based primarily, in the maximization of places apt for living and an
organization of space that generates asymmetric growth through pedestrian circuits that
articulate house and production structures as well as public spaces.
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Arquitectura prehispánica de Cantamarca-Canta
1. INTRODUCCIÓN
La arquitectura es una de las manifestaciones culturales más consistentes
en cuanto a la permanencia de formas y estilos en el tiempo, quizá sea debido a
su carácter inmueble (a diferencia de los artefactos muebles, cuya consistencia y
duración pueden ser cortas). Con esto no se quiere negar que existan sociedades
cuyas formas en su arquitectura pueden cambiar rápidamente; en este caso, se desea
hacer referencia a aquellas arquitecturas que, desde su fundación hasta su abandono,
no han cambiado mucho. Ese es el caso de las arquitecturas del Intermedio Tardío
en la sierra central.1 ¿En qué momento entonces se puede decir que la arquitectura
cambia o sufre modificaciones? Quizá en el momento en que la sociedad modificó
también su modo de vida y orden social, o cuando se produjo la incorporación de
nuevas formas de poder (por ejemplo, la conquista inca). En ese caso, se ha podido
verificar la presencia de cambios en el uso del espacio y distinguir modificaciones,
ampliaciones o remodelaciones en los asentamientos de Cantamarca, Aynas,
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Arquitectura prehispánica de Cantamarca-Canta
de Chancay; lo cual indica que este escenario debió haber sido ocupado desde el
periodo Intermedio Temprano (Farfán 2002). Los datos aún son muy difusos para
que se expliquen con mayor precisión. Lo que sí se puede afirmar es que no han sido
halladas cerámicas relacionadas al Horizonte Medio del denominado estilo Huari
en Cantamarca, como sí se encontraron con mayor énfasis en Aynas, ubicado en la
margen derecha (Farfán 1995 y 2005).
La fundación de la aldea de Cantamarca debió haberse iniciado en el sector
III. Posteriormente, surgió un periodo de crecimiento sobre la pendiente y la
cumbre del cerro. Este crecimiento estuvo previsto por el ordenamiento del espacio
en barrios comunicados por pasajes y caminos sinuosos con rampas o escaleras.
Este crecimiento también define barrios bien demarcados; lo cual es síntoma de
la organización del espacio como reflejo de la organización social. Entonces, ¿en
qué momento Cantamarca tomó poder y control territorial en esta margen? Quizá
era el almacenamiento de excedentes de producción o la política de interacción
económica mixta (ganadería y agricultura) con componentes poblacionales fijos. He
aquí el problema por definir: saber cuáles eran las capacidades de control y poder
de los cantas.
En cuanto a la construcción, ¿cómo se explica la técnica constructiva de
modelos favorables únicos? Agurto Calvo (1989) realizó el estudio estructural de
las construcciones con columnas en Cantamarca; por ello, quedó sorprendido
con el diseño, manejo estructural y conocimiento de la mecánica de suelos. Se ha
podido corroborar esta observación dado que, a nivel de tecnología constructiva,
Cantamarca contiene formas sui géneris tales como la falsa bóveda, columnas truncas
y sistemas de drenaje. Solo este hecho ya es un aporte muy grande de esta sociedad.
El periodo Intermedio Tardío en los Andes centrales se caracteriza por la
formación de los denominados curacazgos, en base a la integración de pequeñas
etnias con territorios bien demarcados. Así, los ríos, quebradas y la divisoria de aguas
se convierten en linderos naturales, de manera que el concepto de territorialidad dio
origen a las naciones étnicas: la nación Yauyos, que estaba dividida en Ananyauyos,
Atunyauyos, Huarochiri, Mama y Chaclla (Espinoza 1984: 158); la del alto Mantaro,
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sp.). Entre la fauna más notable figuran el cóndor (Voltur griphus), el pito o acacllo
(Colaptes rupicola), comadrejas, vizcachas, lagartijas, arañas, etc., que habitaban
entre los peñascos y montones de piedra.
De acuerdo con la clasificación propuesta por ONERN (1975), basada
en la clasificación de L. R. Holdridge, Cantamarca corresponde a la formación
ecológica Estepa Montano, localizada entre los 3000 y 3800 m.s.n.m. De manera
que Cantamarca está ocupando las bases de la formación Puna, entre depósitos
aluviales y relictos de antiguas lagunas como, por ejemplo, la laguna de Antaycocha,
que aún almacena agua represada por un dique construido en la época prehispánica.
Otra laguna es Torococha,2 la cual está actualmente seca; aunque se recuerda que
hasta hace algunos años ahí hubo agua.
En cuanto al clima que caracteriza la zona de Cantamarca, se puede afirmar
que es variable debido a la presencia de microclimas que definen abrigadas zonas de
concentración de neblina y zonas descubiertas con alto riesgo de heladas y vientos.
La temperatura media oscila entre 8 ºC y 18 ºC; sin embargo, en las noches de
invierno, pueden descender hasta los 2 ºC y 3 ºC bajo cero, y llega incluso a congelar
algunos depósitos de agua. En cuanto a los vientos, Cantamarca es vulnerable hacia
el flanco sur y norte, con más intensidad hacia el sur. Además, estos se intensifican
entre los meses de julio a noviembre con fuerzas que pueden ser capaces de derribar
techos precarios. Los vientos más intensos se inician al atardecer y se prolongan,
en algunos casos, hasta el día siguiente. Del mismo modo, existe una permanente
concentración de neblina desde el mes de setiembre hasta finales del mes de abril.
La neblina, por lo general, se concentra a partir del medio día y permanece hasta
las 9 o 10 de la noche. Las precipitaciones fluctúan entre los 500 y 600 mm al año.
CHILLÓN
Durante el periodo Intermedio Tardío, la cuenca alta del Chillón, al igual
que todos los Andes centrales, fue escenario de grandes cambios en el patrón de
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estas residen los espíritus protectores del linaje (estos cerros son llamados también
Wamanis, Auquis, Auquillos o Apus). Los sitios arqueológicos de Huishco y Aynas
de Huaros (margen derecha del Chillón) se orientan hacia el Nevado de Auquichani;
desde este nevado nace y fluye el río Yamecoto, que alimenta el canal de Millpo. En
Cantamarca, el cerro Colorado se alimenta a través de un puquio en la falda media.
Según Villar Córdova, estas aguas discurrían por un canal desde el lugar denominado
Yanapacche y llegaban hasta las postrimerías de Cantamarca (Villar Córdova 1935:
299). En el sitio arqueológico de Cullpe de Lachaqui (margen izquierda del valle),
se halla otro cerro tutelar denominado Champacra; ahí los lachaquinos veneran una
cruz. El sitio de Cushpa de Culluhuay (margen izquierda) está relacionado con el
cerro Ñaupajayan y Capur, los cuales encierran otros mitos de origen para el pueblo
de Culluhuay.
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CANTAMARCA A
Es el área urbana que adopta una forma alargada, transversal al valle, que
está orientada de sureste a noroeste. Ocupa la cumbre y el flanco noreste, los cuales
son más abrigados; mientras que el flanco suroeste ha quedado libre, pues contiene
escasas construcciones sobre la cumbre. Sin duda, esta elección (ubicar el área
urbana en este flanco) debió de producirse por seguridad y estrategia frente a las
inclemencias climáticas. En este sentido, el manejo del espacio y medio ambiente, en
zonas de pendientes y cumbres, se convierte en una especialización de las sociedades
del Intermedio Tardío, cuyos inmuebles se adecuan y toman un sentido mucho más
acorde con la dinámica del medio ambiente.
Cantamarca, al igual que los otros sitios, impuso soluciones técnicas para
crear espacios planos con la construcción de terrazas (v. fig. 3). Este recurso técnico
de largo arraigo en el área andina cumplía una función de soporte y sostén para
las estructuras habitacionales; además, estaban dotadas del sistema de drenaje para
las aguas de lluvia. Estas terrazas, por lo general, se encontraban adosadas a la roca
madre o a un suelo compacto.
El conjunto urbano estaba conformado por agrupaciones habitacionales o
unidades familiares articuladas en formas asimétricas y conformadas por 4 o hasta 7
recintos o habitaciones de planta circular u ovalada, cuyas disposiciones definen un
patio con acceso principal desde el exterior. Las habitaciones tienen vano de acceso
y estaban orientadas siempre hacia el patio.
Estos agrupamientos habitacionales se articulan unos tras otros y definen
pasajes de circulación y accesos que comunican los distintos agrupamientos sobre
terrazas previamente construidas. Las habitaciones pueden haber sido techadas
con la técnica de falsa bóveda, con vigas de piedra y mortero de barro, abiertas y
de paredes altas;3 mientras que el patio define su carácter doméstico y también su
independencia familiar (v. fig. 4).
El crecimiento urbano no sigue unas normas fijas de ordenamiento; por
ello, no existe una planificación o trazo sobre el espacio urbano. Parece que los
agrupamientos o unidades habitacionales se construyeron tomando en cuenta la
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CANTAMARCA B
Está ubicado al extremo este del área urbana (Farfán 2000: 182 [v. fig. 5]).
Cantamarca B ocupa una gran explanada con pequeñas ondulaciones en la superficie.
Son visibles 25 recintos de planta circular articulados en 7 patios alineados de este a
oeste; estos, a su vez, se articulan en 24 colcas, todas de formas rectangulares y casi
del mismo tamaño (3 m x 4 m en promedio), con un acceso en la parte central que
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comunica a un patio. Estas colcas están alineadas de este a oeste a lo largo de una
calle de 3 m de ancho que pasa por todas las colcas. Los 7 patios con sus colcas (3
a 4 colcas por patio) probablemente estaban destinados al almacenamiento de los
tributos de las 7 parcialidades que tenía Cantamarca, conforme relata las visitas de
1549 y 1553 (Rostworowski 1978: 227, 235).
Aleatoriamente, se escogieron tres zonas de excavación a lo largo de las
colcas con el fin de entender con mayor detalle la función y las características
arquitectónicas de estos recintos. Las colcas excavadas fueron la colca 6 y la colca
17, además de un pasadizo entre las colcas 13 y 14. Cuando se limpió la colca
6, se apreció claramente que no había ningún tipo de material cultural; tampoco
se hallaron huellas de uso en las paredes o piso. Este piso estaba empedrado con
lajas fijadas con barro rojo, y aparentemente nunca fue utilizado; mientras que la
colca 17 presenta huellas de intensa cremación, al parecer, de algunos granos de
cereal (probablemente trigo) y de otros restos de elementos orgánicos.5 Este recinto
también tenía el piso empedrado. En el pasadizo 13, se halló una gran acumulación
de basura estratificada que pertenece a restos del periodo colonial.
Se ha podido apreciar que las dos colcas están empedradas; por eso, se puede
inferir que todas estaban construidas de la misma manera y para la misma función,
y que continuaron siendo utilizadas durante la Colonia.
Dentro del conjunto, se puede diferenciar la aplicación de algunos elementos
locales, tales como el manejo de la piedra, las formas constructivas con planta
circular, la falsa bóveda, etc. Sin embargo, su construcción fue exprofeso ordenada
para cumplir la función de almacenaje y control administrativo en la época de los
incas.
Asociadas a este conjunto, también existen dos murallas que se proyectan de
sur a norte, completando de esta manera a 3 las murallas de Cantamarca, a las cuales
se han denominado muralla 1, 2 y 3. La muralla 1 es la principal, pues delimita el
área urbana por el lado oeste y posee una portada que viene a ser la principal de
Cantamarca A (v. fig. 5). La Muralla 2 es la que se encuentra delimitando el lado
oeste de Cantamarca B; es ancha (2.80 m) y está construida con grandes piedras
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colocadas en posición parada. Al parecer, quedó inconclusa o fue utilizada para otras
construcciones posteriores; puesto que no hay evidencias visibles de escombros de su
posible destrucción y tampoco existen trincheras como en la Muralla 1 y 3 (Farfán
1995: 48 [v. fig. 13], 2000: 176 [v. fig. 2]). Finalmente, la muralla 3 se encuentra a
100 m al este de la muralla 2; de la misma manera, se proyecta de sur a norte sobre
una fuerte pendiente. Es visible gran parte de cimentación; así, se puede observar
también una trinchera similar a la de la muralla 1, en donde se ha acumulado gran
parte de los escombros de su derrumbe. Como se podrá notar, las tres murallas
mantienen la misma orientación (sur a norte), y protege o delimita siempre el lado
oeste de Cantamarca. Estas murallas se inician en la pendiente abrupta desde el lado
sur y terminan en el borde de un barranco natural en el lado norte.
5. TIPOLOGÍA ARQUITECTÓNICA
En la arquitectura andina, son pocos los trabajos realizados que establecen
una tipología arquitectónica; sin embargo, sirvieron de aporte para la época tardía o
de los incas (Alcina Franch 1986; Ann Kendall 1976; Gasparini y Margolies 1977).
En este caso, se tratará de elaborar una aproximación a manera de ensayo con los
datos recogidos en la cuenca alta del Chillón.
En esta área de estudio, Villar Córdova realizó una breve clasificación de
la arquitectura de acuerdo con la función que cumplieron (Córdova 1935: 311-
321); pero se centró solamente en la zona de Chiprak. Además, la clasificación
en Cantamarca se basa solo en los grupos arquitectónicos más resaltantes. La
clasificación distingue la muralla de circunvalación, acueductos, construcciones
incaicas o tampus, construcciones pre-incaicas, pucaras o atalayas, población militar
o casa-tumba, fuertes de contención y cavernas sepulcrales. Aunque las descripciones
son genéricas, guardan datos toponímicos muy importantes que en la actualidad
han desaparecido. Pero esto sirve para continuar la investigación.
La estructura arquitectónica en Cantamarca está basada en modelos muy bien
conceptuados que se adaptan a la topografía del terreno en los que se construyeron
grandes terrazas a desnivel. La construcción de estas terrazas se adecua a la planta
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6. ARQUITECTURA HABITACIONAL
La construcción habitacional en Cantamarca está conceptuada en torno a
costumbres y tradiciones culturales adecuadas a la topografía y al medio ambiente;
de manera que se puede diferenciar jerarquías o categorías habitacionales conforme
sean construcciones simples o complejas. Esta diferenciación es notable en dos
aspectos: (a) su ubicación dentro del área urbana y (b) la técnica constructiva. Los
recintos complejos son los que ocupan el barrio preferencial (zona central, sector IV
y V) y tienen mayor acabado con técnicas muy depuradas (v. fig.6); por ejemplo,
mampostería fina de piedras labradas, uso de columnas centrales, techos de piedra,
patios grandes, etc. Mientras que las construcciones simples son las que se ubican en
la periferia (sector I y III) y conforman unidades domésticas modestas y pequeñas, a
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7. ARQUITECTURA FUNERARIA
En el periodo Intermedio Tardío, la arquitectura funeraria de la cuenca
alta del Chillón fue un patrón constante. La costumbre era enterrar a sus muertos
dentro del conjunto habitacional y en cuevas o machais muy cercanos al poblado.
Dentro de estas dos modalidades de enterramiento, se han diferenciado cuatro
categorías que pertenecerían a grupos sociales o linajes; puesto que ocupan distintos
espacios funerarios. Estas cuatro categorías son las siguientes: entierros en cámaras
subterráneas, entierros en mausoleos a manera de criptas, entierros en machais o
cuevas escarpadas y entierros en fosa simple.
Las tres primeras categorías requieren de una arquitectura adecuada. En el
primer caso, se construyeron cámaras de formas cilíndricas con boca al nivel del
piso, hechas con mampostería fina de piedras pequeñas y con una tapa de lajas
de piedra selladas con barro que forma parte del piso. Esta categoría de cámaras6
también puede adoptar otras formas que varían en el diámetro y la altura (v. fig. 8),
lo que permitió diferenciar cuatro variantes: las formas cilíndricas (tipo A), de boca
angosta y paredes divergentes (tipo B), de boca angosta y paredes cóncavas (tipo C),
y de boca poligonal y paredes variables (tipo D).
En Cantamarca, el mayor porcentaje de entierros descubiertos son cámaras
subterráneas, ubicadas dentro del agrupamiento habitacional. Estas pueden estar en
el patio o en el recinto exprofeso construido (recintos 119, 120, 129, 130), (Farfán
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2000: 180 [v. lámina 4]). Además, la mayor cantidad de entierros de esta categoría
se hallan en los patios de cada unidad familiar, como en los patios 2 y 4 del sector
IV o en torno a los pasajes como en el sector III.
En el segundo caso, los llamados mausoleos son cámaras dispuestas dentro
de un recinto, empotradas a la pared en forma ordenada. También pueden estar
en pares o de tres y adoptar la forma de una caja cúbica; todas fueron construidas
con piedras canteadas y pequeñas. Esta modalidad en Cantamarca es escasa y solo
se presenta en algunos recintos con columna. En cambio, en los sitios de la margen
derecha (como Huishco, Huacosmarca y Pumacoto), se pueden encontrar con
más frecuencia estos tipos de cámaras. En algunos casos, estas llegan a contener
de 4 a 12 nichos por recintos (como las de Pumacoto de San Miguel), y siempre
están pareados de manera simétrica. Este modelo está relacionado con los atavillos
o margen izquierda del Chancay, de manera que el uso de recintos funerarios es
mucho más difundido en la margen derecha, en comparación con los entierros en
cámaras subterráneas de Cantamarca.
Los machais o cuevas funerarias son lugares preferidos para los enterramientos
por la gran mayoría de los asentamientos de ambas márgenes. Estos ocupan cavidades
y abrigos rocosos, que han sido adecuados mediante una arquitectura simple, cajas
o receptáculos funerarios. En algunos casos, carecen de construcción adicional, es
decir, solo son fosas cavadas al interior de los abrigos. Estos machais con entierros
se ubican, por lo general, al pie de los asentamientos; así, ocupan acantilados o
pendientes abruptas. Pueden producirse por una simple roca que rodó el lugar, en
donde se cava al pie y se deposita al muerto. En el actual pueblo de Huaros, se recogió
información en la que se afirma que todos las ñaupallactas o ruinas de estos lugares
tienen un lugar donde se ubican sus machais, localizados siempre al pie de este
pueblo viejo. Efectivamente, se encontraron los machais de Huishco, denominados
Ranrachani, justo al pie de este pueblo viejo. En el paraje de Huancapampa y Puente
Quipachaca, muy cercano al río, entre peñones y pendientes abruptas, se encontró
lo que podría calificarse como los machais de Cantamarca; en Achim, encima de
Acochaca, también existen restos de entierros en machais (estos se hallan al pie de
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8. ARQUITECTURA DEFENSIVA
Cantamarca, como capital de los Canta, es un asentamiento principal
en la cuenca alta. Este hecho le da una categoría, puesto que ha tenido bajo su
dominio varias parcialidades y ayllus. Por ello, el equipamiento defensivo estaba
dotado principalmente de murallas y pucaras o miradores ubicados en las cumbres
de los cerros aledaños. Estas dos categorías de construcción son las más visibles y
representativas en este tipo de asentamientos que caracterizan al periodo Intermedio
Tardío.
Las murallas, además de ser construcciones masivas, están equipadas de
parapetos y miradores; tienen un ingreso que es, por lo general, una portada (v. fig.
9e). Junto a la muralla y hacia el exterior se ha cavado una trinchera que sirvió de
barrera para el ingreso al poblado. Esto es visible en la muralla 1 y 3. La muralla
1 tiene una longitud visible de 80 m y está interrumpida en el lado norte por un
corte hecho al construir la carretera hacia una mina; el lado sur está interrumpido
por una pendiente abrupta que ha erosionado parte de la muralla. La muralla 2
está inconclusa, puesto que solo aparecen algunos elementos de sus bases y no hay
huellas de los escombros de lo que podría haber sido una muralla alta. Esta muralla
encierra y delimita el conjunto de colcas y canchas, por ello, su construcción sería
contemporánea a la ocupación inca.
Finalmente, la muralla 3 es la última. Delimita el lado este de Cantamarca
y se proyecta de sur a norte sobre una gran pendiente de las que solo son visibles
las bases y la gran trinchera que supera en tamaño a la de la muralla 1. La longitud
de esta muralla es de 110 m, y comienza en la intersección de una quebrada. En el
cauce de la quebrada Quinan, con el que colinda esta muralla en el lado este, han
sido encontrados restos del soporte o estribos de un posible puente de acceso que
comunicaba los caminos que conducen a Carcas y Culluhuay, la zona de Lachaqui,
Arahuay, Chacclla y Carampoma.
Los miradores, llamados también pucara, son construcciones aisladas,
dotadas de dos o tres recintos simples, construidos generalmente sobre las rocas
y cumbres de los cerros cercanos al pueblo o lejanos, pero visibles a la distancia.
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9. ARQUITECTURA VIAL
Han sido detectadas muestras fragmentadas de caminos prehispánicos hoy
abandonados en gran parte. Generalmente, se asume que fueron construidos por
los incas; sin embargo, esta generalización no es del todo cierta. En el mejor de los
casos, lo único que habrían hecho los incas sería ampliar o mejorar los ya existentes;
puesto que en Cantamarca, al tener 7 parcialidades bajo su hegemonía de 5 a 10
km distantes entre sí, necesariamente tenían que estar dotadas de una red vial que
les permitiera establecer relaciones de intercambio y control. Consecuentemente,
las obras debían ser de carácter comunal y corporativo con intereses recíprocos;
aunque no se conocen cuáles fueron los vínculos políticos o sociales que las unían.
Lo único que se deduce, a partir de los documentos y crónicas del siglo XVI, es que
Cantamarca era la capital de un amplio territorio con, por lo menos, 8 parcialidades
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mucha humedad que sirve de bebedero para los animales silvestres y el ganado de
pastoreo.
Es de suponer que, en la antigüedad, estos flujos de agua eran más activos;
puesto que se había llevado el agua por medio de canales de piedra hasta la zona
urbana. Para Villar Córdova, este cerro se llama Yanapacche, de donde se «precipita
un torrente que se forma en los nevados de Rantau» (Villar Córdova 1982: 299).
Se puede afirmar que el acueducto de Yanapache que él menciona es otro, pues no
ha sido ubicado. Lo cierto es que se ha podido observar un canal en caída hecho
de piedra que sale del puquio al que se ha hecho referencia. Pero, si se analiza lo
establecido por Villar Córdova, se puede deducir que hasta la década de 1920 en las
alturas de Rantao había hielo. En la actualidad, ya no hay presencia de hielo, ya que
el proceso de secamiento de los puquiales es cada vez más crítico.
El cauce inicial de la quebrada Quinan se forma por encima de la laguna
de Antaycocha; este alimenta la laguna y se ubica en las cumbres del cerro Paracoy.
Además, su cauce tiene una fuerte pendiente donde la quebrada se encajona. Sobre
este lecho, se han encontrado indicios de construcciones en forma de escalones
hechos de piedra, a fin de amortiguar y disminuir la velocidad de las aguas en épocas
de lluvia; por eso, han sido denominados aliviaderos. De este modo, se evitaba la
erosión violenta del cauce y se controlaba también la colmatación rápida de la
laguna.
En la actualidad, muchos canales en la parte baja de Cantamarca aún se
mantienen desde la época prehispánica; aunque algunos fueron modificados o
cambiaron su cauce. Sin embargo, cabe resaltar que en todos los pueblos de la zona
alta del Chillón (Huaros, Huacos, Culluhuay, San Miguel, San Buenaventura,
Lachaqui, Carhua y Viscas) se practican aún rituales de culto al agua con ofrendas
y «pagos» a las huacas simbolizadas generalmente en peñascos, rocas paradas
(huancas o ancestros litificados), cuevas y cerros; a estos se les considera dueños
del agua, por ello, se les ofrece chicha, licor, coca, cigarros, etc., como ofrendas
propiciatorias. Asimismo, se indica claramente la existencia de una red de canales
para el abastecimiento del agua en cada pueblo. Como el agua debe alcanzar para
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todos, hubo acuerdos para establecer turnos o derechos que se debieron arreglar con
arreglos mutuos y tareas corporativas en el mantenimiento y, principalmente, en el
control de las aguas de las lagunas.
Finalmente, en Cantamarca, además de los canales captados desde los
puquios, se han encontrado redes para la redistribución del agua dentro de la
zona urbana. De otro lado, es evidente el control de las aguas de lluvia mediante
drenajes y ductos de percolación que discurren por debajo de las construcciones.
En la actualidad, las construcciones de Cantamarca se han desplomado; han rodado
grandes bloques de piedras que cubrieron por completo las terrazas. Todo ello ha
contribuido a romper el equilibrio de estos ductos de drenaje y posibles canales de
abastecimiento; consecuentemente, los recintos se han humedecido por completo y
se han afectado doblemente las estructuras.
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a las viviendas del nivel superior; en algunos casos, los techos eran aprovechados
para un uso adicional, para lo cual se dotaron de escaleras empotradas a la pared o
de un sistema de escalones de piedras clavas (v. fig. 11).
Entre terraza y terraza, los pasajes se proyectan en planos inclinados que
articulan los distintos niveles habitacionales y que permiten una circulación fluida
en toda el área urbana. Sin embargo, parece que también existieron barreras
de separación para terrazas más altas que aislaban sectores habitacionales que
corresponderían a los distintos barrios.
El sistema de construcción de terrazas es ampliamente desarrollado por
muchos investigadores (Bonavia 1968; Gamarra y Maldonado 1945; Swanson 1955).
Todos coinciden en definir tres criterios para explicar la construcción de terrazas:
tecnológico, funcional y espacio-geográfico. Sin embargo, todas las discusiones,
por lo general, se centran en las terrazas para cultivo, llamadas también bancales o
andenes; aunque difícilmente se encuentra una explicación sobre las terrazas para
viviendas.
CIMENTACIÓN
La construcción de los muros están diseñados de acuerdo a la función y uso
que van a cumplir dentro de la estructura arquitectónica; por esta razón, la forma y
el tamaño es variable. Se ha visto claramente que la mayoría de los niveles de pisos
están entre los 20 y 40 cm por encima de la base del muro; es decir, debajo del piso
acabado (que vendría a ser la cimentación). Aparentemente, esta cimentación es
insuficiente, tomando en cuenta el volumen y dimensión de los muros, debido a que
la estabilidad y equilibrio de estos están fijados por el ancho, la forma y el anclaje
al sistema de terrazas. Algunos, si no todos, son muros que generan falsa bóveda;8
de este modo, la cimentación es un elemento más en la estabilidad y fijación de los
muros. Por ello, se puede establecer que en el sistema constructivo de los edificios
en Cantamarca se ha encontrado armonía y racionalidad en su arquitectura, técnica
y arte.
299
Carlos Farfán
LOS PISOS
Los pisos en la arquitectura de los asentamientos prehispánicos del mundo
andino tuvieron ciertos tratamientos basados en la función a la cual estaban
destinados algunos espacios y, fundamentalmente, en la vida común y en lo sagrado.
Cantamarca es un asentamiento grande donde es posible diferenciar cuatro tipos
de pisos de acuerdo con sus acabados: apisonados, nivelados-apisonados, pulidos-
enlucidos y empedrados.
En el primer caso, la gran mayoría presenta una superficie natural con
agregados de tierra natural, grava o cascajo. Generalmente, estos tratamientos se
hacen en los pasadizos, patios y vías de circulación (zonas externas), donde han sido
halladas evidencias de un intenso uso por la presencia de desechos acumulados en la
superficie (sector III y IV).
En el segundo caso, el piso ha recibido un tratamiento adicional al anterior;
puesto que se ha nivelado la superficie con el fin de mantener el nivel de los muros
que se adaptan al aterrazamiento; por ello, se tiene que respetar un nivel para
mantener el equilibrio, aunque seguiría siendo un apisonado (v. fig. 12).
En el tercer caso, son pisos con mayor acabado; puesto que, además de
recibir los tratamientos anteriores, son cubiertos por un vaciado de barro y pulidos
o enlucidos. Generalmente, están destinados a recintos de élite aquellos que poseen
columnas. En muchos de los casos, estos se hallan deteriorados debido al uso
posterior o a su abandono realizado posiblemente por españoles que los ocuparon
durante la Conquista (recintos 129).9 En el último caso, se ha podido comprobar
que las colcas de Cantamarca B (24 colcas) estuvieron empedradas.10 Al parecer, los
depósitos de almacenamiento fueron tratados con pisos empedrados para proteger
y conservar los alimentos. En general, los pisos en Cantamarca están asociados a la
construcción de las terrazas donde se asientan las bases del piso. Estos alcanzan un
espesor de entre 10 y 20 cm, y están sellados a los muros.
300
Arquitectura prehispánica de Cantamarca-Canta
MUROS
De manera muy convencional, se han clasificado los muros en 4 categorías,
conforme con la función que cumplen dentro de la estructura arquitectónica (v. fig.
13): muros divisorios, muros de soporte, muros de sostenimiento y murallas.
MUROS DIVISORIOS
Son todos aquellos muros que cumplen la función de límite en los recintos
abiertos. Los muros pueden ser verticales o con una concavidad al interior. En
algunos casos, estos muros pueden ser usados al interior de los recintos techados
como divisoria de ambientes (recintos 72, 73, 74, 85, 116). Generalmente, son
muros de dos hiladas, cuyos anchos varían entre 40 y 80 cm. Estos anchos dependen
del tamaño de los mampuestos, ya que el constructor colocó cada piedra con la cara
plana hacia el exterior. El tratamiento de los muros corresponde a la mampostería
ordinaria y careada.
MUROS DE SOPORTE
Son todos aquellos muros que están construidos para soportar una carga que
provenga del techo. Su estructura está basada en la combinación de los mampuestos
grandes y pequeños, y en la posición de estos con respecto a la altura del muro;
de manera que es frecuente ver en la base, hasta en la zona media, mampuestos
pequeños y, al nivel del arranque de la falsa bóveda, el uso de piedras grandes hasta
alcanzar la altura correspondiente a esta con escalones progresivos a manera de
ménsulas corridas, donde descansan las vigas del «cielo raso» del recinto (Farfán
2000: 179 [v. foto 4]). Estas estructuras que forman la falsa bóveda técnicamente
están diseñadas para disminuir la luz entre pared y pared donde descansa el techo.
Pero cuando el recinto tiene columna, la falsa bóveda se genera en forma simétrica
en torno a la columna central.
301
Carlos Farfán
MUROS DE SOSTENIMIENTO
Dentro de esta categoría, se encuentran todos los muros confortantes de
los sistemas de aterrazamiento. Por lo general, tienen un solo paramento que está
al lado externo, en tanto que el interior está en contacto con el relleno o talud de
soporte. Estos muros tienen la función de sostener el empuje del relleno; por eso,
se construyeron con la finalidad de crear espacios planos como patrón constructivo
más arraigado en Cantamarca y, en general, en toda la cuenca alta. La mampostería
es careada, de modo que alternan elementos grandes y pequeños. Los elementos
grandes hacen las veces de anclaje y definen una pared ligeramente inclinada hacia el
interior que forma una masa trapezoidal. Generalmente, la argamasa es un mortero
de arcilla que sella la superficie; pero que, en la base, está alternada con capas de
cascajo y tierra con grava. Esta construcción está directamente relacionada con el
manejo de la pendiente; además, está dotada de canales de desfogue en las paredes
desde donde se descargan las aguas almacenadas.
MURALLAS
En primer lugar, se debe definir el concepto de muralla como una estructura
maciza que sirve para proteger y delimitar un lindero. Las murallas generalmente
se construyen cuando el poblado o centro de poder es propenso al ataque externo.
Cantamarca está considerado como un asentamiento amurallado (Villar Córdova
1935), puesto que se han hallado indicios de murallas que circundan el asentamiento.
Hacia el lado este del asentamiento, existe la sucesión de tres murallas, las que han
sido denominadas muralla 1, 2 y 3 respectivamente. La más importante de estas es la
muralla 1, que encierra directamente la zona urbana y que, al parecer, fue la primera
muralla construida, debido a que delimita esta zona y presenta una portada de ingreso
por el lado este, precedida de una trinchera construida exprofeso como obstáculo
que evita el ingreso directo a la zona urbana. Esto indicaría claramente que es la más
antigua en relación a la fundación del asentamiento. La muralla 2 quedó inconclusa
y está asociada a Cantamarca B, al denominado grupo de las colcas. Por tanto,
probablemente fue una muralla de linderación construida durante la conquista inca.
302
Arquitectura prehispánica de Cantamarca-Canta
COLUMNAS
El uso de las columnas centrales es lo que más caracteriza a la arquitectura
de Cantamarca. Es notable tanto por la forma como por el acabado. Este elemento
arquitectónico es considerado único en su género para los asentamientos del
Intermedio Tardío en los Andes centrales (Farfán 2000: 179 [v. foto 4]).
Las columnas, como elemento de soporte, forman parte de una técnica
constructiva que debió tener una larga tradición en su experimentación hasta
llegar a la columna compleja de Cantamarca; ya que se observa técnica depurada,
diseño artístico y estilo concordante con la función. Se puede decir que su uso
está generalizado en todo el asentamiento, pero con mayor concentración en la
parte central (sector V). Esto quizá indique una diferencia de barrios o linajes o
que, simplemente, la distribución del espacio obedece a un estado organizado con
espacios jerarquizados. Dentro de las formas de las columnas, resalta una que es
cilíndrica, que adopta el diseño de un hongo y que está finamente ejecutada; esta
se halla en el recinto 125 (v. fig. 14). Su ubicación y exclusividad se debería a una
función ritual, debido a que el techo tiene un ducto directo para que ingresen los
rayos solares; mientras que el interior está dotado de una canaleta muy angosta.
La dispersión de las columnas, después de Cantamarca, es muy escasa en
la cuenca. En Carcas11 apenas hay 3 columnas, en Aynas12 se puede ver hasta 3
columnas al igual que en Huishco, y en Pumacoto13 solo existe una columna cilíndrica
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Carlos Farfán
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Arquitectura prehispánica de Cantamarca-Canta
TECHOS Y CUBIERTAS
La forma de los techos es una de las particularidades que caracteriza a
Cantamarca. Estos se presentan de dos maneras: techos con estructura de piedra
y vaciado de barro, más cascajo en recintos con columnas o sin ellas, y techos con
armadura de madera y cubierta de paja.
En lo que respecta al primer caso, se puede considerar cuatro características
fundamentales implícitas en la generalidad de los techos de Cantamarca: techos con
vigas radiales, techos con vigas transversales, uso de materiales seleccionados para el
vaciado de los techos y el principio de la falsa bóveda.
La posición radial de las vigas está establecida debido a la presencia
de columnas centrales que sirven de soporte. En cambio, los techos con vigas
transversales corresponden a recintos de planta ovalada y no poseen columnas. La
falsa bóveda de las paredes resuelve la disminución de luz de pared a pared.
En lo que concierne al vaciado de los techos, este es un aspecto que ha
llamado la atención debido a la composición de los agregados en los techos que
los hacen impermeables y resistentes. Este detalle está acompañado de la forma
estructural del principio de la falsa bóveda que se logra mediante la posición de
los mampuestos. En consecuencia, los techos están formados por vigas de lajas de
piedra y por un tendido de mortero compuesto de capas de grava, cascajo y barro en
305
Carlos Farfán
forma alternada, que rematan en cornisamento que corona el recinto para proteger
la pared de las lluvias. El espesor de los techos alcanza un promedio de 40 a 50 cm,
excepcionalmente pueden ser de 70 cm (v. fig. 15).
En el caso de los techos con cubierta precaria, ya se ha mencionado su
carácter en cierto modo. Estos techos están construidos a base de una armazón
de palos y son cubiertos por paja, además adoptan la forma cónica. No han sido
encontrados hastiales como en las construcciones incas. Las armaduras de la cubierta
fueron estructuradas con apoyo al muro para formar un vértice central en el cono.
Estas precisiones se hacen tomando en cuenta la observación de lagunas y viviendas
tradicionales de las estancias de pastores por encima de los 4000 m.s.n.m. y por
las improntas halladas en las cabeceras de los muros que evidencian la presencia de
palos que descansaban formando la estructura del techo.
VANOS DE ACCESO
La característica principal es que la gran mayoría de los vanos de acceso
mantienen alturas entre 60 y 70 cm, y anchos entre 50 y 60 cm. Las jambas están
conformadas por 3 o 4 piedras que abarcan todo el ancho del muro y un dintel que
sobrepasa ampliamente el ancho del vano (v. fig. 6a).
La orientación de los vanos está dirigida siempre a un patio y no a un pasadizo,
y puede ser hacia el oeste, este y sur; pero no hacia el norte. Evidentemente, el
tamaño de los accesos a los recintos no fue dispuesto para ser usado constantemente
durante el día por su reducida dimensión, pues el mayor tiempo se pasaba en el
patio o terrado.
VENTANAS Y HORNACINAS
Las ventanas pueden cumplir las veces de ventilación o acceso de luz al
recinto. En este caso, los recintos de Cantamarca son muy oscuros, puesto que
tienen una ventana muy angosta que más funciona como ducto de ventilación.
Por su forma, las ventanas pueden ser de tres clases: directa, compuesta y vertical.
Las directas son aquellas que se comunican en forma recta con el exterior, pero en
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Arquitectura prehispánica de Cantamarca-Canta
dirección oblicua al muro. Las compuestas son aquellas en las que se adoptan tres
direcciones para comunicarse con el exterior. Las verticales son las que se comunican
en forma vertical con el techo por un extremo del muro a manera de chimeneas;
estas son más visibles en el sector V.
DUCTOS DE VENTILACIÓN
Los recintos techados tienen, por lo general, de uno a dos ductos de ventilación
ubicados en el lado opuesto al vano de acceso y otro a un lado del vano. Por la forma
que adoptan, pueden ser de tres clases: directo, compuesto y vertical. Los directos
son aquellos se comunican con el exterior en línea recta, pero en dirección oblicua
al muro con visibilidad al exterior. En este caso, el ducto está diseñado para que el
viento no ingrese con fuerza y la luz sea tenue. Los ductos compuestos son aquellos
que adoptan tres direcciones para comunicarse con el exterior. Los ductos verticales,
en cambio, son aquellos que se proyectan hacia el techo en forma directa por un
extremo del muro y son más visibles en los recintos compuestos; por ello, aparentan
ser chimeneas.
12. COMENTARIOS
Durante el periodo Intermedio Tardío en los Andes centrales, hubo una
alta concentración de grupos étnicos que ocuparon, principalmente, las cumbres
de los cerros y promontorios elevados de los valles, entre los 3000 y 4400 m.s.n.m.,
cuyas características de hábitat y patrón de asentamiento obedecería a criterios sobre
su cosmovisión, más que sobre lo puramente funcional. Si se analiza la posición
de estos asentamientos, se verá que no está relacionada con las fuentes de agua o
lugares de cultivo. Esto no invalida su condición de agricultores o que se carezca de
los servicios de agua; tampoco se está hablando solo de poblaciones de pastores, tal
como lo señala Parsons y Hastings, quienes dan cuenta sobre la interacción entre
pastores y agricultores y los cambios socioculturales ocurridos en esta (Parson’s y
Hastings 2004). Ellos basan su modelo en una integración socioeconómica con
arreglos basados en actividades rituales y de peregrinación. Este aspecto, sin duda,
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Carlos Farfán
se dio en los Andes centrales; a la vez que su dominio territorial abarca las ecozonas
de Puna y Kichua, cuyo control debió estar administrado por sus propios moradores
con especializaciones muy definidas en la actividad económica. Cantamarca no está
exento de este modelo, puesto que sus dominios abarcaban hasta las altas punas
colindantes con los del Bombón y Chinchaycocha, o con los Atavillos Altos por
la margen derecha, donde la disputa por territorios altoandinos conformados por
pastizales era muy fuerte. Este aspecto fue advertido por Rostworowski al señalar que
los linderos territoriales de los curacazgos estaban amojonados y que había luchas
eventuales entre ellos por pugnas territoriales (Rostworowski 1977, 1978). Sin
duda, estos factores los convertían en sociedades fuertes económica y políticamente;
por ello, los intercambios entre estos grupos eran dinámicos.
El fenómeno de interacción es un mecanismo que las sociedades, en ausencia
de algunos recursos y creencias comunes, implantan con sus vecinos más cercanos; es
decir, es una relación de carácter económico y, a veces, sagrado. De este modo, nacen
oposiciones necesarias, pero también complementarias, entre los grupos humanos
de economía pastoril y cultivadora. Cantamarca, sin duda, generó una política de
integración que comprendía casi toda la margen izquierda, desde la quebrada de
Arahuay hasta las punas colindantes con Marcapomacocha. Estas precisiones se
deducen a partir de las visitas de 1549 y 1553, en las que se mencionan hasta siete
parcialidades que cubren un extenso territorio. Entre estas destaca la parcialidad de
Canta con varios ayllus (por ejemplo, Carcas y Causso, que justamente ocupan las
tierras altas de la margen izquierda del rio Chillón [Rostworowski 1978]). La margen
derecha es quizá el misterio más oscuro. Solo existen informaciones etnohistóricas
proporcionadas por Rostworowski (1978), quien señala que estos territorios estaban
bajo el dominio de los atavillos.
Durante la investigación, se han excavado tres sitios arqueológicos a los que
se han denominado aldeas; estos son los siguientes: Aynas y Huishco, pueblos viejos
de Huaros y Tauripunku, y el pueblo viejo de San José. Los tres están en la margen
derecha del río Chillón. Arqueológicamente, existe una clara diferencia con la margen
izquierda en cuanto al patrón constructivo. Los asentamientos de la margen derecha
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los asentamientos en los Andes centrales para el Intermedio Tardío. Por tanto,
¿cuáles eran las causas para ocupar las cumbres?, ¿eran por razones simbólicas de su
cosmovisión?, o ¿se establecieron para hacer frente al cambio climático continental
de intensidad de lluvias que generaron erosiones de masas con precipitaciones y que
ocasionaron desastres impredecibles?
Este nuevo patrón que surge en el Intermedio Tardío generó una alta
concentración de asentamientos que supone un alto crecimiento poblacional,
básicamente en los Andes centrales, tal como lo señalan Matos y Parsons para las sub-
aéreas de Junín, Tarma y Huancayo (Matos y Parsons 1978). La alta concentración
es evidente en estas áreas precisamente por ocupar zonas de cumbre; aunque no
estuviesen muy pronunciadas. En estas áreas del Mantaro, se identificaron alrededor
de 117 asentamientos dentro de los cuales «[…] se advierte claramente la presencia
de un poblamiento distintivamente jerárquico y una correspondiente estructura de
gobierno» (Matos y Parsons 1978). Asimismo, en la denominada sub-región Tarma,
se aprecian sitios encerrados dentro de una pared y un dique o zanja (Matos y
Parsons 1978). Esto hace suponer que se trata de sitios amurallados con trincheras
como un patrón constante e idéntico en Cantamarca.
Más al sur, en el área de Huancavelica, sobre la cuenca del Mantaro, se ubica
la esfera cultural de los astos. Lavalle (1983) identifica varios sitios entre los 3600 y
4400 m.s.n.m. en una sucesión de pisos ecológicos: «Todos están identificados sobre
puntos elevados, cumbres redondeadas de cerros que dominan las punas o espolones
rocosos cayendo a pico sobre las quebradas». Estos asentamientos presentan, por
lo general, un tamaño en relación con la capacidad poblacional. Muchos de estos
asentamientos están amurallados; por lo tanto, su crecimiento natural tiende
a limitarse y, así, los excedentes poblacionales estaban obligados a fundar otros
asentamientos, ya sean colindantes o anexos.
Existen pocos trabajos sobre la definición de las categorías de asentamiento
en función de la densidad poblacional; sin embargo, Parsons y Matos muestran
histogramas en función del espacio ocupado. La gran mayoría de los asentamientos
estudiados por ellos fluctúan entre 5 a 10 hectáreas (Parsons y Matos 1978).
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Seguidamente agrega:
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Estas citas permiten asociar el periodo Intermedio Tardío con los mitos de
origen. Todo hace indicar que vinieron desde el sur. También se refieren al tiempo
de adoración a las huacas, que son los ancestros litificados que marcan una ruta o
trayectoria. Esto quizá explique la recurrencia de ciertos fenómenos vigentes en las
mentalidades de estos pueblos que se manifiestan de la misma manera con respecto
a su patrón de asentamiento, patrón constructivo y sus sistemas de enterramiento.15
Otro cronista más tardío que realiza una referencia semejante es Joan Santa Cruz
Pachacuti Yamqui Salcamayhua:
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Arquitectura prehispánica de Cantamarca-Canta
centrales en tiempos anteriores a los incas, que inevitablemente habrían poblado las
zonas altas de las punas y, por ser tradición de pastores, tendrían huacas simbolizadas
en rocas, nevados, cerros y cuevas (llamadas pacarinas o mallquis).
Pierre Duviols (1973, 1986) realizó estudios documentales muy
importantes que amplían los argumentos basados en tres conceptos: Huari, Llacuaz
y Yaro, tres nombres largamente estudiados que encierran significados de origen,
complementariedad y bipartición en el discurso mítico recogido por los religiosos
jesuitas en el proceso de extirpación de idolatrías y en la visita a Ocros, Huaylas y
Cajatambo.
[…] que hay que tener con los pueblos de la sierra, porque cada indio es
huari o llacuaz de acuerdo a su origen. Los huaris son naturales oriundos
del lugar o también los llaman los llactayoc; los llacuaces son advenedizos
o venidos de otra parte. Ambos grupos tiene sus propias deidades, los
huaris tienen muchas huacas y pueden haber sido creados por el sol,
mientras que los llacuaces tenían como dios al rayo, lluvia, trueno,
granizo y relámpago, cinco fenómenos relacionados al espacio puna.
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más complejas; así, además de tener una planta ovalada, poseen columnas que
adoptan formas arriñonadas de doble recinto, que tienen muros muy acabados y, a
veces, cámaras con ductos de comunicación.
Este aspecto en la organización del espacio, sin duda, podría ser un claro
reflejo de la existencia de una bipartición del espacio en Anan y Urin; de modo
que Anan estaría al lado oeste, mientras que Urin al este. A su vez, cada espacio
estaba dividido en barrios. Esto fue corroborado en los distintos trabajos de campo
durante esta investigación, pues se identificaron unidades habitacionales distintas.
Los orígenes étnicos o de linaje de los cantas, en este caso, es aún un enigma que
requiere de otros estudios más complejos. No se puede afirmar categóricamente que
Anan y Urin son Llacuaz o Huari; sin embargo, su recurrencia, tanto en la memoria
de los pueblos (tradición oral) como en los documentos, es un hecho que debe
ser tomado en cuenta. Lo cierto es que Cantamarca fue un poblado que había ido
creciendo en el tiempo y adquiriendo un poder político gracias al control territorial y
al sojuzgamiento de los otros pueblos de la margen izquierda. Probablemente, en ese
momento, la trama urbana de Cantamarca adquirió un carácter de diferenciación
social en el que aparece una élite de poder y administración que consolidó una
estructura social que prácticamente controlaba toda la margen izquierda del valle
del Chillón.
Para terminar, solo es necesario recordar que los datos arqueológicos no
pueden ser tomados de manera fría y descriptiva, puesto que las manifestaciones
culturales (cultura material y cultura inmaterial) son productos de la conducta del
hombre; por tanto, su estudio no solo abarca el campo de lo puramente material,
sino también se debe tratar de encontrar explicaciones de las causas relacionadas
a la conducta del hombre en tanto creador de la cultura material, es decir, en lo
cognitivo.
Agradecimientos
Este es un trabajo que nació en 1984 con el Proyecto Cantamarca, propuesto
por la Oficina de Investigación del entonces Centro de Investigación y Restauración
de Bienes Monumentales (CIRBM) del INC. Debo agradecer infinitamente a las
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Notas
1 Los sitios que han sido intervenidos, por ejemplo, Cantamarca, Aynas, Huishco,
Tauripunku (Farfán 1995, 2000, 2002, 2008).
2 Para Villar Córdova, el nombre de esta laguna sería Tembladeracocha; aunque en el
trabajo de campo se recogió el nombre de Torococha en 1984.
3 En estos recintos sin techo de piedra, han sido encontradas improntas de soportes o vigas
de palo y, en algunos casos, a manera de canaletas, que debieron formar parte de la estructura de una
cubierta de palos y paja.
4 Se debe tener en cuenta que el asentamiento amurallado implícitamente tenía el área
limitada; por ello, la expansión urbana estaba condicionada a estos límites.
5 En el recinto 130 del sector III, asociado a un fogón de piedras, se encontraron los mismos
granos que los hallados en la colca 17, también cremados. Esto, sin duda, indicaría la reutilización en
periodos de la Conquista, cuando fue ocupada por los españoles.
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