Sie sind auf Seite 1von 78

DERECHO PATRIMONIAL APUNTES.

TEMA 1: INDICE

Tema 1: EL DERECHO Y LA NORMA JURÍDICA

1-Concepto y estructura de la norma jurídica.


2-Clases de normas jurídicas.
3-Eficacia de la norma jurídica. La infracción de la norma jurídica.
4-El Derecho y el Ordenamiento Jurídico.
5-Las fuentes del Derecho en el ordenamiento jurídico español

1-Concepto y estructura de la norma jurídica.

Una norma jurídica es un mandato o regla que tiene como objetivo dirigir el comportamiento
de la sociedad. En concreto, la norma jurídica confiere derechos e impone deberes a los
individuos de la sociedad. Toda norma jurídica debe respetarse por los individuos, ya que,
si se incumple puede suponer una sanción.

Características la norma jurídica


Las normas jurídicas pueden diferenciarse de otro tipo de reglas del Derecho por sus
características:

 Heterónomas: impuestas por otras personas ajenas al individuo que se debe someter a ellas.

 Bilaterales: existen dos partes, la parte que debe cumplir las normas y, por otro lado, la parte
encargada de exigir su cumplimiento.

 Carácter coercible: el cumplimiento se puede obligar a través de sanciones.

Clasificación de las normas jurídicas


Existen varias formas de clasificar las normas jurídicas en función de diversos
aspectos. A continuación, vemos algunas de las clasificaciones más importantes.

1. En función de la voluntad de los individuos: normas imperativas (obligan a todos los


individuos con independencia de su voluntad) y normas dispositivas (los individuos pueden
modificarlas o eliminarlas por su propia voluntad).

2. Según si están dictadas para la totalidad de las personas (normas de derecho común) o
bien para una determinada clase de personas o cosas (normas de derecho especial).
3. Por el ámbito de aplicación, las normas pueden ser rígidas (solo pueden aplicarse a los casos
contemplados sin ninguna matización) y de equidad (permiten matización en función de cada
caso concreto).

1.1 CONCEPTO Y ESTRUCTURA DE LA NORMA JURÍDICA:

Es un mandato dirigido a una pluralidad de individuos y susceptible de ser impuesta por medios
coercitivos. Según esta definición se establecen tres caracteres de la norma jurídica.

CARACTERÍSTICAS:

 Generalidad.‐
La
norma
no
tiene
por
destinatarios
a
personas
concretas,
sino
un

conjunto
 más
o
menos
amplio,
pero
indeterminado
de
personas.
 Alteridad
(o
exteriores
respecto
a
las
conductas
que
regula).‐
Del
latín
“alter”
(el

otro),
el
 Derecho,
y
por
tanto,
la
norma
jurídica,
rige
las
relaciones
de
conducta
de

una
persona
en
relación
 con
otra
persona,
sin
entrar
en
la
esfera
interna

(pensamientos,
intenciones,
etc.).
Característica
 opuesta
a
la
“interioridad”
de
algunas

normas,
por
ejemplo,
morales,
cuyo
cumplimiento
obedece
 a
convicciones
del
propio

obligado.
 Bilateral.‐
Relacionada
con
la
anterior,
la
norma
jurídica
reconoce
derechos
pero

también
 recíprocos
deberes
u
obligaciones.
 Heterónoma
 (o
 exterior
 en
 cuanto
 a
 su
 creación).‐
 Emana
 y
 se
 impone
 por

persona
 distinta
 al
 destinatario,
 por
 quien
 detenta
 el
 poder
 normativo.

Característica
 opuesta
 a
 la
 “autonomía”
que
se
trata
de
normas
(ej.
éticas
o

morales)
autoimpuestas.
 Abstracta.‐
 La
 norma
 contiene
 un
 supuesto
 de
 hecho,
 una
 hipótesis
 de
 una

situación
 actual
que
puede
ser
real,
objetiva.
 Autonomía
 o
 estructura
 propia.‐
 A
 partir
 del
 supuesto
 de
 hecho,
 la
 norma

describe
 también
una
consecuencia
jurídica
 Obligatoria.‐
Contiene
un
mandato
o
prohibición
imperativa,
no
circunstancial
 Coercible.‐
Coactivo,
imponiéndose
sanciones
por
su
incumplimiento.

B) Estructura de la norma jurídica:


Se establecen dos partes.
 Un supuesto de hecho: Es la realidad a la que va dirigida la norma.
 Una consecuencia jurídica: La orden o mandamiento que la norma hace a sus destinatarios

2.4.‐ Distinción
de
norma
jurídica
y
ley
o
legislación.
‐
Baste
decir
que
la
ley
es
un
 tipo
de
 norma
 jurídica,
 pero
 no
 todas
 las
 normas
 jurídicas

 son
 leyes,
 pues
 también
 las
 disposiciones normativas
 con
 fuerza
 de
 ley
 (R.D.
 Ley
 y

R.D.
 Legislativos),
 los
 reglamentos
 (Decretos,
Órdenes,
 etc.),
los
actos
administrativos,
etc.
2.5.‐ Distinción
de
las
normas
jurídicas
con
respecto
a
otro
tipo
de
normas.‐
Por
lo
general,

 de
carácter
interior,
unilateral
y
no
coercible:
1)
Normas
morales.‐ Tienen
por
finalidad
orientar
al
hombre
hacia
el
bien,
evitando
el
mal.

2)
 Normas
 religiosas.‐
 Se
 suponen
 elaboradas
 e
 impuestas
 por
 la
 divinidad
 y
 regulan

la
 conducta
del
hombre
señalándole
sus
deberes
para
con
Dios,
para
consigo
mismo,
y
para

con
sus
 semejantes.
Estas
reglas
las
encontramos
en
los
libros
sagrados
de
la
religión

correspondiente
(La
 Biblia,
El
Corán,
El
Talmud).
3)
Normas
 de
 trato
 social.‐
 Su
 objeto
 es
 hacer
más
 llevadera
 la
 convivencia
 en

sociedad
 (urbanidad,
decoro,
cortesía,
etc.).
Las
encontramos
en
los
códigos
éticos,
etc.
4.‐ Clases.
Son
diversos
los
criterios
de
clasificación
de
las
normas
jurídicas,
entre
ellos:

1)
Por
la
voluntad
del
individuo: ‐ Normas
imperativas
o
no
dispositivas.‐
Obligan

independientemente
de
la
voluntad
del
 individuo
 (ej.
 para
 que
 una
 hipoteca
 quede
legalmente
 constituida,
 precisa
 ser
 formalizada
en
escritura
pública,
o
el
cobro
del
IVA,
o
la

retención
por
IRPF
en
nómina).

‐ Normas
dispositivas:
Obligan
cuando
no
existe
una
voluntad
expresa
en
contrario
del

individuo
(ej.
el
C.C.
determina
dos
posibles
regímenes
económicos
para
el
matrimonio:

gananciales
o
 separación
 de
 bienes;
 si
los
interesados
 no
manifiestan
 su
voluntad,
 se

establece
una
norma
dispositiva,
cual
es
que
regirá
el
régimen
de
gananciales
–norma

supletoria‐)
 también
 se
 podrían
 incluir
 en
 esta
 categoría,
 las
 normas
 interpretativas,
 que

son
aquella
que
interpretan
la
voluntad
de
las
partes.


2)
Según
el
interés
preponderante
que
tutelan,
los
sujetos
de
las
relaciones
y
la
calidad
en

 que
ellos
actúan:

‐ Normas
de
derecho
público.
‐ Normas
de
derecho
privado.

3)
 Según
 sean
 dictadas
 para
 una
 totalidad
 o
 determinada
 clase
 de
 personas,

cosas
 o
 relaciones
jurídicas:

‐ Normas
de
derecho
común.‐
Son
las
dictadas
para
la
totalidad
de
las
personas,
cosas
o

relaciones
jurídicas,
por
ejemplo,
el
Derecho
Civil.
‐ Normas
 de
 derecho
especial.‐
 Son
 dictadas
 para
 una
 determinada
 clase
 de
 personas,

cosas
o
relaciones
jurídicas,
en
razón
de
ofrecer
peculiaridades
que
exigen
apartarla
de
 la

disciplina
general
de
las
normas
comunes,
como
el
Derecho
Comercial. Tenemos,
 entonces,

que
 las
 normas
 de
 derecho
 común
 se
 aplican
 supletoriamente
 respecto
 de
las
 de

derecho
especial,
 pero
a
la
inversa,
los
vacíos
legales
comunes
 no
 pueden
 ser
 llenados

con
 las
 normas
 de
 derecho
 especial.
 Es
 así
 como
 las
 normas
 generales
 del
 derecho

civil
 suplen
 los
 preceptos
 de
 las
 demás
 ramas
 del
 derecho
 privado
cuando
ellas
no

existen,
es
decir,
cuando
existen
vacíos
legales.

4)
Según
el
mandato
que
contengan
las
normas:

‐ Normas
 de
 mandato.‐
 Las
 que
 ordenan
 o
 mandan
 expresamente
 alguna
 cosa
 o

imponen
 la
 observancia
 de
 ciertos
 requisitos
 para
 realizar
 el
 acto
 o
 definen
 ciertas

materias.
‐ Normas
prohibitivas.‐
Las
que
impiden
o
niegan
la
posibilidad
de
hacer
algo.
‐ Normas
permisivas.‐
Las
que
toleran
alguna
cosa
o
reconocen
o
declaran
un
derecho.

5)
Según
su
función:
‐ Normas
 supletorias
 o
 integradoras.‐
 Suplen
 los
 vacíos
 del
 contenido
 de
 las

declaraciones
de
la
voluntad
de
las
partes
o
autores
de
un
acto
jurídico
 (ej.
Art.
1547
 CC,

aplicables
sobre
negligencias,
se
aplican
si
no
es
 referida
en
el
contrato:
“Cuando
 hubiese

comenzado
 la
 ejecución
 de
 un
 contrato
 de
 arrendamiento
 verbal
 y
 faltare
 la
 prueba

del
 precio
 convenido,
 el
 arrendatario
 devolverá
 al
 arrendador
 la
 cosa
 arrendada,

abonándole,
por
el
tiempo
que
la
haya
disfrutado,
el
precio
que
se
regule.”)
‐ Normas
 interpretativas,
 explicativas
 o
 discurvias.‐
 Sirven
 de
 reglas
 para
 la

interpretación
de
las
normas
jurídicas
o
de
los
actos
jurídicos
 (así,
arts.
19
a
24
CC
en

relación
a
cómo
ha
de
interpretarse
la
ley;
así,
art.
19
CC:
“1
.
El
extranjero
menor
de

dieciocho
años
adoptado
por
un
español
adquiere,
desde
la
adopción,
la
nacionalidad

española
de
origen.
2.
Si
el
adoptado
es
mayor
de
dieciocho
años,
podrá
optar
por
la

nacionalidad
española
de
origen
en
el
plazo
de
dos
años
a
partir
de
la
constitución
de
la

adopción.”;
 y
 el
 art.
 1560
 CC,
 sobre
 la
 interpretación
 de
 los
 actos
 jurídicos:
 “El

arrendador
 no
 está
 obligado
 a
 responder
 de
 la
 perturbación
 de
 mero
 hecho
 que
 un

tercero
 causare
 en
 el
 uso
 de
 la
 finca
 arrendada;
 pero
 el
 arrendatario
 tendrá
 acción

directa
contra
el
perturbador. No
existe
perturbación
de
hecho
cuando
el
tercero,
ya
sea la

Administración,
 ya
 un
 particular,
 ha
 obrado
 en
 virtud
 de
 un
 derecho
 que
 le

corresponde.”)

6) Según el tiempo de duración de las normas:

‐ Normas permanentes.‐ Las que no tienen predeterminada su vigencia, porque se


establecen para llenar necesidades permanentes y, por ende, rigen hasta que otra
norma posterior no las prive de vigencia mediante la derogación.

‐ Normas transitorias o temporales.‐ Son las que tienen duración puramente temporal, ya sea
para satisfacer una necesidad circunstancial o para facilitar el paso de la antigua legislación a
la nueva.

7) Según la aplicación de principios:

‐ Normas regulares o normales.‐ Son las que aplican de un modo u otro los principios
generales de una rama del derecho o de una institución jurídica (ej. retraso
injustificado en la entrega de una vivienda comprada, el adquirente puede reclamar
daños y perjuicios).
‐ Normas excepcionales o singulares.‐ Se aplican a casos que obedecen a principios
antitéticos de los generales del ordenamiento jurídico. Son las que se inspiran en
principios contrapuestos a aquellos, respecto de los cuales constituyen excepciones.
Encuentran su explicación o razón de ser en la necesidad de proteger los intereses de
una de las partes, de los terceros o de posibilitar la constitución de una relación jurídica o el
ejercicio de un derecho que, ajustándose a las normas regulares o no, sería dable alcanzar o
sería muy difícil (ej. retraso en la entrega de una vivienda comprada a
consecuencia de un supuesto de fuerza mayor, no se puede reclamar indemnización de daños
y perjuicios)

8) Según disciplinen de forma directa o indirecta:

‐ Normas reguladoras o referidas.‐ Son las que regulan en forma directa una relación jurídica.
‐ Normas de aplicación, reenvío o referenciales.‐ Son las que, para los casos que ellas
contemplan, no establecen regulación, sino que disponen que ésta ha de ser la que
para casos distintos contemplan otras normas. Por ejemplo, el artículo 1900 relativo a
la permuta hace remisión a las normas reguladores de la compraventa.
9) Según su alcance:

‐ Normas de derecho general.‐ Son las que rigen en todo el territorio.

‐ Normas de derecho particular o local.‐ Son las que imperan sólo en una parte
determinada del territorio nacional.

10) Según su ámbito de aplicación:

‐ Normas rígidas o de derecho estricto.‐ Son las que sólo pueden aplicarse a los
supuestos que contemplan y no a otros por análogos o parecidos que fueran (ej.
mayoría de edad a los 18 años)
‐ Normas elásticas o de derecho flexible.‐ Son aquellas cuya aplicación puede extenderse a
otros casos o supuestos por ellas contemplados, parecidos o análogos porque responden al
espíritu de la norma y nada se opone a su aplicación extensiva o
analógica, a ambas o, al menos, a la primera (ej. la emancipación a la mayoría de edad
–18 anos‐, pero también con 16 años, incluso con 14 años).

11) Según sus características:

‐ Normas sustantivas o materiales.‐ Son las que tienen una finalidad propia y subsistente por
sí, fijando la regla de conducta y las facultades y deberes de cada cual (por ejemplo, las
normas de derecho civil).
‐ Normas adjetivas o formales.‐ Son las que poseen una existencia dependiente y
subordinada, pues solo tienden a facilitar los medios para que se cumpla la regla
establecida, garantizando el respeto a las facultades y deberes atribuidos por las
normas sustantivas (por ejemplo, las normas de derecho procesal).

1.3 LAS FUENTES DEL DERECHO EN EL ORDENAMIENTO JURÍDICO ESPAÑOL:

Fuente en sentido figurado es la razón primitiva de cualquier idea o causa dirigida de un hecho.
Las fuentes se dividen en dos:

fuentes directas (ley, costumbre y principios generales del derecho), que son aquellas que encierran
en sí la norma jurídica, y fuentes indirectas, que son aquellas que ayudan a la producción y
comprensión de la norma jurídica, pero sin darle existencia por si mismo.
Por ejemplo, la jurisprudencia (única indirecta) del poder supremo no encierra en sí la norma jurídica,
pero ayuda a su aplicación.
Las fuentes directas pueden ser principales (o de aplicación preferente) como es la ley y subsidiarias (o
de aplicación subsidiaria) como la costumbre (subsidiaria de primer grado) y los principios generales
del derecho (subsidiaria de segundo grado).
Según el Código Civil Español. Las fuentes del ordenamiento jurídico español son la ley, la costumbre y
los principios generales del derecho.

A) La ley
En un sentido jurídico amplio, la Ley es cualquier norma positiva o extrapositiva, bien sea
escrita o bien oral [consuetudinaria]. En sentido estricto, la Ley será la norma general que
nace de la potestad del Estado y que constituye una regla de Derecho objetivo o que es una
norma jurídica de carácter general, establecida por el Estado a través de sus órganos; ya
sean las Cortes Generales para toda la nación o las Asambleas Legislativas para las
Comunidades Autónomas que dispongan de ellas.
El rasgo fundamental de la Ley es su carácter escrito que se desprende de esta acepción
restringida, por lo que quedará excluidas de su ámbito las normas no escritas como las
costumbres. Acotando más el concepto de Ley, será la norma general, emanada del Estado o
de las Comunidades Autónomas, con carácter escrito que reúna unos requisitos que se
desprenden de su origen, elaboración y rango.

 1º La racionalidad: ya que toda ley debe tener un contenido racional o moral.


 2º La universalidad: ya que la ley se dirige a todos los ciudadanos.
 3º La obligatoriedad: ya que contiene o debe contener un mandato o una sanción

B) Las lagunas de la ley y la analogía:

Puede ocurrir que una ley no regule taxativamente todos los actos humanos (porque la vida humana
va mucho más rápida que la ley, en esos casos existe una laguna. En ese caso se aplica la analogía)

La expresión laguna se utiliza en sentido metafórico, para referirnos a la existencia de posible


vacíos o deficiencias en la ley, es decir, cuando nos encontramos con una inexistencia de
norma jurídica aplicable a un determinado supuesto de hecho. La ley puede presentar
lagunas legales porque al tratarse de un hecho abstracto y general no puede abarcar todos
los supuestos de la realidad que puedan nacer durante su vigencia (Díez-Picazo y Gullón, 2003).

Ej. La Ley de Arrendamientos Urbanos de 1994 no contiene ninguna norma que nos indique la
edad mínima para poder concertar un arrendamiento urbano, es decir, que presenta un vacío
legal con respecto a ese punto en concreto.

Si bien podemos hablar de las lagunas de la ley –del Código Civil o del Código de Comercio–,
no podemos hacerlo cuando nos referimos al ordenamiento jurídico, en ese sentido la
Exposición de Motivos del nuevo Título Preliminar del Código Civil dice: «La formulación de
un sistema de fuentes implica la exclusión de las lagunas del Derecho» por lo tanto se admite
la existencia de laguna legal pero no la del ordenamiento. Según Lacruz, no puede haber
lagunas del ordenamiento puesto que según el art. 1.7º del cc: «Los jueces y tribunales tienen
el deber inexcusable de resolver en todo caso los asuntos de que conozcan, ateniéndose al
sistema de fuentes establecido». Es decir, que una determinada ley podrá presentar una serie
de lagunas pero el ordenamiento jurídico nos va a proporcionar los medios adecuados para
llenar ese vacío legal.

La analogía: es el instrumento técnico, que sirve para rellenar las lagunas de la ley y puede ser definido
como la aplicación extensiva de la norma a un caso no previsto por ella pero que presenta afinidad con
otros que si regula.

art. 4, párrafo primero del Código Civil:

“Procederá
“Procederá lala aplicación
aplicaciónanalógica
analógicade
delas
lasnormas
normascuando
cuandoestas
estas no
no contemplen
contemplen un
un supuesto
supuesto específico,
pero regulen otro semejante entre los que se aprecie identidad de razón”
específico, pero regulen otro semejante entre los que se aprecie identidad de razón”

C) La costumbre:
Puede ser definida por aquella norma jurídica e la que se manifiesta en una colectividad determinada
la voluntad jurídica general a través de los usos uniformes.
La costumbre es una fuente formal del derecho (forma de manifestarse el Derecho) que tiene
su correlativa fuente material en los grupos sociales. Al conjunto de normas que surgen de la
costumbre se les conoce como normas consuetudinarias. La costumbre a diferencia de la ley
pertenece a la tradición oral.

La costumbre es una fuente subsidiaria de primer grado porque se aplica solo en defecto de ley. Para
que la costumbre tenga valor jurídico, (para que tenga valor debe cumplir unos requisitos) los
requisitos son:
 1º Elemento externo: integrado por la necesidad de que el uso generador de la costumbre sea
general, uniforme, constante y con cierta duración en el tiempo.
 2º Elemento interno: o convicción del carácter obligatorio de la norma.

D) Principios generales del derecho


Se entiende por Principios generales del derecho las verdades jurídicas universales dictadas por la
recta razón y que sirven de fundamento al derecho positivo de cada país. Por ejemplo, el derecho a la
vida, el castigo por asesinato, etc…
Los Principios generales del derecho son una fuente supletoria de 2º grado. Ya que según el art 1
párrafo cuarto del Código Civil, solo regirán en defecto de ley y costumbre.

“Lo principios generales del derecho se aplicarán en defecto de ley o costumbre, sin perjuicio
de su carácter informador del ordenamiento jurídico”

E) La Jurisprudencia
Se entiende el criterio uniforme y constante de aplicar el derecho en las
Instancias generales del d. Por tanto, para que exista jurisprudencia es necesario dos sentencias del
Tribunal Supremo.
La Jurisprudencia hace referencia al art 1 párrafo sexto

“La jurisprudencia complementará el ordenamiento jurídico con la doctrina que, de modo


reiterado, establezca el tribunal”

La función que se le asigna es la de complemento o de integración del ordenamiento jurídico


que no significa suplir las deficiencias de las otras fuentes, puesto que la ambigua expresión
«complementará» a diferencia de la terminante expresión «completara», significa que el
ordenamiento está ya completo sin la jurisprudencia; de este modo la doctrina jurisprudencial
tiene tres tipos de funciones:

a) Función de interpretación de las normas, estableciendo el alcance, la inteligencia o


la significación de las expresiones ambiguas u oscuras.

b) Función de interpretación integradora de las normas, cuando se introducen en ellas


variantes, que sin, sin aparecer expresamente en ellas, son exigidas por su coherencia
sistemática dentro del ordenamiento.

c) Función de consagración de los principios jurídicos generales.; extrayéndolos del


ordenamiento y una función de aplicación a través de procesos de concreción de las
reglas exigidas por tales principios.

1.4 EFICACIA DE LA NORMA JURÍDICA. LA INFRACCIÓN DE LA NORMA JURÍDICA:

APLICACIÓN E INTERPRETACIÓN DE LAS NORMAS JURÍDICAS.

Toda norma jurídica aparece estructurada en dos partes: un supuesto de hecho, y


una consecuencia jurídica. La aplicación de las normas a la realidad social supone la
necesidad de realizar una serie de operaciones que tienden a determinar si una concreta
situación de la realidad se corresponde o no con el supuesto de hecho de la norma, con
el fin de decidir si se debe seguir o no la consecuencia jurídica prevista por ella. Tales
operaciones son fundamentalmente tres:

A) Calificación: La situación concreta debe ser “traducida” al lenguaje jurídico


para determinar en qué categoría jurídica encaja y, en consecuencia, qué normas hay que
aplicar para resolver el problema.

B) Integración: Puede suceder que, una vez calificada la situación, no sea


posible encontrar una norma que sea exactamente aplicable al caso concreto; se dice
entonces que existe una “laguna legal”. Como el ordenamiento jurídico tiene que
proporcionar necesariamente una solución para cualquier problema que pueda llegar a
plantearse (y los Jueces han de resolver necesariamente, conforme al art. 1.7 CC), será
necesario realizar una labor de “integración” con el fin de cubrir esa laguna legal. Para
ello, el ordenamiento pone a disposición de los Jueces y Tribunales diferentes instrumentos,
entre los cuales cabe destacar los siguientes:

-La analogía: Según el art. 4.1 CC, “procederá la aplicación analógica de las
normas cuando éstas no contemplen un supuesto específico, pero regulen otro semejante
entre los que se aprecie identidad de razón”. El uso de la analogía está, sin embargo,
sujeto a ciertos límites, ya que, como dice el art. 4.2 CC, “las leyes penales, las
excepcionales y las de ámbito temporal no se aplicarán a supuestos ni en momentos distintos
de los comprendidos expresamente en ellas”.

-La supletoriedad: Permite aplicar una regulación de carácter más general para
suplir las lagunas que presente la regulación específica de una determinada materia. La
supletoriedad funciona en diferentes niveles: así, determinadas fuentes del Derecho son
supletorias respecto a otras (p. ej., los principios generales del Derecho se aplican con carácter
supletorio respecto a la ley y a la costumbre)

C) Interpretación: Una vez determinada la norma que ha de aplicarse para la


solución del problema, debe ser interpretada con objeto de aplicarla correctamente. La
interpretación consiste en descubrir el significado que ha de darse a la norma a partir de
su texto y a la vista del caso concreto; según una expresión clásica, consiste en descubrir
el “espíritu” de la norma a partir de su “letra”.

D) La equidad en la aplicación de las normas: Se suele definir la equidad como la


“Justicia del caso concreto”, es decir, aquella decisión que un sujeto adopta, no
atendiendo al mandato del Derecho, sino a lo que le dicta su propio sentido de la Justicia
ante un problema concreto. En consecuencia, la equidad podrá aplicarse de dos maneras:

-La aplicación “ponderada” de la equidad procede siempre; eso significa que, al


aplicar cualquier norma legal, el Juez deberá tener en cuenta siempre las circunstancias
del caso concreto, con objeto de evitar que una interpretación excesivamente rigurosa de
la norma pueda dar lugar a injusticias.

-La decisión fundada exclusivamente en equidad sólo será posible cuando la Ley
expresamente lo permita en un caso concreto.

Las normas jurídicas viven en el tiempo y adquieren fuerza obligatoria desde que entran en
vigor y despliegan esa fuerza obligatoria hasta que son modificadas o derogadas por otras.

Aunque caben que las normas sean obligatorias desde su momento de publicación la
generalidad de los códigos establece un tiempo llamado “vacatio legis” que es un periodo entre
la publicación y la entrada en vigor.
Existen leyes que entran en vigor el mismo día de su aplicación como por ejemplo los
presupuestos generales del Estado.

A) Respecto a la vigencia de una norma:


Puede ser temporal, a lo que se denomina suspensión de una ley, o definitiva, extinción de la
ley. La extinción de la norma jurídica se puede deber a causas internas o externas.
Son causas internas las siguientes, cuando una norma se establece para un tiempo determinado
y ese tiempo ha terminado. Por ejemplo, la ley de presupuestos generales del Estado. O cuando
la norma se dicta para regular una situación determinada y esta situación ha pasado (normas en
Estado de excepción)
La causa externa de extinción se denomina derogación y puede ser definida como la
modificación o abolición de una norma jurídica por otra nueva.
La derogación está sujeta a los siguientes principios:

 1º Toda disposición de derecho puede ser modificada o derogada por otra. No


existe ninguna norma que no pueda ser modificada, incluso la Constitución.
 2º La derogación ha de hacerse por una norma de igual o superior rango
jerárquico.
 3º Por la mera derogación de una norma, no entran en vigor las que esta hubiese
derogado.

B) La derogación

La derogación puede ser expresa o tácita.


 La expresa es cuando resulta de una derogación especial de la nueva ley.
 La tácita es cuando las disposiciones de la nueva ley son incompatibles con la ley
anterior

En cuanto a la derogación, dispone el art. 2.2 CC que “las leyes sólo se derogan
por otras posteriores. La derogación tendrá el alcance que expresamente se disponga y
se extenderá siempre a todo aquello que en la ley nueva, sobre la misma materia, sea
incompatible con la anterior. Por la simple derogación de una ley no recobran
vigencia las que ésta hubiere derogado”. Para que una norma posterior pueda
derogar a otra anterior, debe tener un rango igual o superior a ésta, nunca inferior.

C) Retroactividad o irretroactividad de las normas

La cuestión fundamental en el derecho transitorio es aquel que regula la eficacia de las normas
jurídicas en el tiempo. Es la de determinar si la ley nueva ha de aplicarse a las relaciones
jurídicas nacidas bajo el Imperio de la ley anterior, (esto es lo que se llama
retroactividad). O si por el contrario, la ley nueva ha de respetar el estado jurídico creado
con anterioridad (principio de irretroactividad).

-En cualquier caso, el legislador que decida atribuir un carácter retroactivo a la


nueva regulación está sujeto a ciertos límites: no pueden aplicarse con carácter
retroactivo las normas sancionadoras no favorables o restrictivas de derechos
individuales (art. 9.3 CE); además, se entiende que la retroactividad de una norma no
puede afectar en ningún caso a los derechos adquiridos ni a los hechos consumados bajo
la legislación anterior.

D) La infracción de la norma jurídica

La norma puede incumplirse de forma directa o indirecta.


La infracción directa consiste en el incumplimiento sin más. “no cumplo porque no
quiero” en este caso se aplicará la sanción establecida.
La infracción indirecta consiste en el incumplimiento de la norma aplicando, para
evitarla, una norma dictada con distinta finalidad. Que es a lo que se le llama “fraude de
ley”.

El fraude de ley está previsto con carácter general por el art. 6.4 CC: “Los actos
realizados al amparo del texto de una norma que persigan un resultado prohibido por
el ordenamiento jurídico, o contrario a él, se considerarán ejecutados en fraude de ley y
no impedirán la debida aplicación de la norma que se hubiere tratado de eludir”.

E) El fraude de ley

Puede ser definido por aquel acto cuyo resultado está prohibido por una ley, pero busca amparo en
otra ley dictada con distinta finalidad. Siendo esa ley incapaz de protegerme del todo.

Para que exista el fraude de ley, se exigen los siguientes requisitos.:

 1º Que el acto del que se trata suponga la obligación de una ley.


 2º Que la ley en la que busca amparo no lo proteja suficientemente, ya que en ese caso no se
hablaría de fraude de ley, sino de conflicto de ley. A esta infracción de la norma hace
referencia el art 6, párrafo cuarto

“Los actos realizados al amparo del texto de una norma que persigan un resultado
prohibido por el ordenamiento jurídico, o contrario a él, se considerará ejecutado en fraude
de ley y no impedirán la debida aplicación de la norma que se hubiese tratado de eludir”

TEMA 2: LOS SUJETOS Y EL OBJETO DEL DERECHO

2.1. PERSONA FÍSICA y JURÍDICA:


La personalidad es la condición de persona, mientras que capacidad es la condición de
capaz. Jurídicamente es persona todo ser a quien el Derecho acepta como miembro de la
comunidad. El ser reconocido como persona conlleva el reconocimiento de la aptitud para
ser titular de relaciones jurídicas, o de derechos y obligaciones. Como el Derecho
reconoce a la persona capacidad, la persona desde un punto de vista será como el ser
capaz de derechos y obligaciones.
Desde el punto de vista de la persona física, resulta que hoy en día en todos los
ordenamientos jurídicos actuales todo hombre es sujeto de derecho, y por tanto, persona, a
diferencia de los ordenamientos primitivos en relación con los esclavos, a los cuales a pesar
de reconocérseles la condición de hombres se les negaba la condición de persona por
carecer de todo estado civil, circunstancia esta que les relegaba a la condición de mero objeto
de una relación jurídica, y en este sentido tenían la condición de cosa propiedad de otro
sujeto.

1. NACIMIENTO Y EXTINCIÓN DE LA PERSONA

Al nacimiento de la persona física hace referencia el art 30 del Código Civil, cuando exige o
manifiesta que el nacido ha de vivir 24 horas enteramente del claustro maternal.
Lo que indica que, a efectos civiles, el nacimiento no se produce por el parto, si no que se
produce cuando han pasado 24 h y está totalmente desprendido del claustro materno (cordón
umbilical).

“La personalidad se adquiere en el momento del nacimiento con vida, una vez producido el entero
desprendimiento del seno materno”
A la extinción hace referencia el art 32 y dice que la persona se extingue en el momento de la muerte.

“La personalidad civil, se extingue por la muerte de las personas”

LA AUSENCIA CIVIL

Concepto

Esta figura está regulada en los arts.181 a 192 cc. La declaración judicial de ausencia legal es
consecuencia de la necesidad de proveer de modo estable la desaparición de una persona de
su domicilio o de su última residencia, cuando esta es algo más que una mera falta de
noticias, siempre que concurran una serie de requisitos .
La ausencia declarada no es un estado civil ni produce una modificación de la capacidad de
obrar, sino que se pretende solventar el vacío que causa su desaparición en su patrimonio y
en su familia .
En efecto, cuando se da la desaparición y los requisitos –situación de hecho, ausencia de
hecho– unas personas deben y otras pueden, pedir la declaración de ausencia que se declara
por resolución judicial.

Cesación de la declaración de ausencia


a) Por la prueba de la existencia del ausente, bien porque reaparece, bien porque se
acredita su presencia en otro lugar. Se dicta resolución judicial (art. 2.043 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil) –auto– dejando sin efecto la declaración de ausencia.
Se le restituirá su patrimonio, pero no los productos percibidos por el representante como
remuneración, a no ser que haya mala fe (que supiera que existía, esencialmente) en cuyo
caso devolverá los percibidos y los debidos percibir (art. 187, 2º párrafo).

b) Por prueba de la muerte del ausente (art. 188.1º). En este caso se abre la sucesión y se
produce la delación a favor de los herederos testamentarios o ab intestato; aceptada por esos
la herencia, el representante del ausente fallecido les hará entrega del patrimonio del mismo.

c) Por declaración de fallecimiento (art. 195.1º).

2.2. LA CAPACIDAD DE LA PERSONA FÍSICA. LA REPRESENTACIÓN DE MENORES E


INCAPACITADOS: PATRIA POTESTAD, TUTELA Y CAUTELA

No obstante, el hecho de que toda persona física tenga, por definición, personalidad desde el
punto de vista jurídico, no significa que toda persona pueda actuar eficazmente en el tráfico
jurídico.
Se denomina “capacidad jurídica” a la aptitud para ser titular de derechos
subjetivos y obligaciones y para ser parte en relaciones jurídicas. La capacidad jurídica,
que no es susceptible de graduación (se tiene o no se tiene, pero no se puede tener una
capacidad jurídica restringida o limitada) no es sino una manifestación de la
personalidad jurídica, y por tanto se reconoce a todas las personas, tanto físicas como
jurídicas.
En cambio, la “capacidad de obrar” es la aptitud para actuar eficazmente en el
tráfico jurídico, ejercitando derechos, cumpliendo obligaciones y realizando actos y
contratos. La capacidad de obrar sí es graduable, es decir, se puede tener en mayor o
menor medida. Como regla general, se puede decir que tienen plena capacidad de obrar
los mayores de edad no incapacitados. En cambio, la capacidad de obrar puede verse
restringida o limitada cuando se den en la persona determinadas circunstancias:

a) Los menores de edad: Como regla general, los menores de dieciocho años no
pueden actuar por sí mismos en el tráfico jurídico (contratando, ejercitando derechos,
cumpliendo obligaciones), sino que han de hacerlo a través de sus representantes
legales. Un caso especial es el de los menores emancipados. El sujeto menor de edad,
pero mayor de dieciséis años, puede obtener la emancipación por concesión de los
padres o del tutor (en este caso se habla de “habilitación de edad”), por concesión del
Juez, o por el hecho de vivir de forma independiente con el consentimiento de los padres.
El emancipado puede actuar por sí mismo como si fuera mayor de edad, pero
necesita la asistencia de sus padres o de un curador para realizar eficazmente los actos y
contratos que tienen mayor trascendencia (art. 323: tomar dinero a préstamo, gravar o
enajenar bienes inmuebles, establecimientos mercantiles o industriales u objetos de
extraordinario valor). Obsérvese que en estos casos los padres o el curador no actúan
representando al emancipado; es éste el que actúa, aunque necesita la asistencia de
aquéllos.

b) Los incapacitados: Las personas que sufren enfermedades o deficiencias


persistentes de carácter psíquico o físico, que les impidan gobernarse por sí mismas,
pueden ser incapacitadas. La incapacitación de una persona sólo puede ser declarada por
sentencia judicial, dictada tras el correspondiente procedimiento, y en la que deberá
declararse el grado de incapacitación del sujeto, en atención a su estado y circunstancias.
En función del grado de incapacitación, el incapacitado habrá de actuar a través
de sus representantes legales (ya sean sus padres o un tutor) o con la asistencia de un
curador.

d) El concursado. La persona insolvente, que carece de bienes suficientes para


hacer frente a todos sus acreedores, puede ser declarada judicialmente en situación de
“concurso de acreedores” (actualmente regulado en la Ley Concursal, 22/2003)16,
que tiene por objeto destinar el patrimonio del deudor común a la liquidación de las deudas
pendientes y al pago ordenado de los acreedores. Por ello, la declaración de concurso priva al
concursado de la facultad de administrar libremente sus bienes; según los casos, dichas
facultades de administración quedarán sometidas a la intervención de los administradores del
concurso, o quedarán directamente suspendidas, correspondiendo en tal caso la gestión a los
propios administradores.

La tutela y la curatela:

La tutela se constituye sobre menores e incapacitados en los casos de incapacidad más


grave, mientras que a la curatela, mucho menos frecuente, se sujetan los menores que
ya están emancipados y no tienen padres, los pródigos (declarados incapaces para
administrar sus bienes) y los afectados por una incapacidad leve, siendo necesaria la
asistencia del curador para que puedan realizar determinados actos concretos.

La tutela:
La tutela se constituye sobre menores e incapacitados en los casos de incapacidad más
grave, mientras que a la curatela, mucho menos frecuente, se sujetan los menores que
ya están emancipados y no tienen padres, los pródigos (declarados incapaces para
administrar sus bienes) y los afectados por una incapacidad leve, siendo necesaria la
asistencia del curador para que puedan realizar determinados actos concretos.

La curatela:
Están sometidos a curatela los emancipados cuyos padres han muerto o están
incapacitados, los que han obtenido el beneficio de la mayor edad y
los pródigos (declarados incapaces para administrar sus bienes).

Tiene por objeto completar la capacidad de estas personas, por lo que será necesaria la
intervención del curador en aquellos actos que los menores o pródigos no pueden realizar
por sí mismos según haya dispuesto la sentencia judicial de declaración de incapacidad.

Como en el caso de la tutela, es un cargo renunciable y puede ser retribuido.


4. REHABILITACIÓN DE LA PATRIA POTESTAD
Tiene lugar cuando la incapacitación la solicitan los padres del mayor incapaz, que serán
nombrados representantes de dicho mayor incapaz hasta su fallecimiento, momento en el que
serán sustituidos por un tutor.
Según el art 234

Para el nombramiento del tutor se preferirá:


1º Al designado por el propio tutelado de conformidad con lo señalado en el art 223.
2º El conyugue que convive con el tutelado.
3º A los padres
4º A las personas designadas por estos en su testamento.
5º Al descendiente, ascendiente o hermano que designe el juez
6º A falta de los anteriores, el juez de manera razonada podrá nombrar a cualquiera o incluso
alterar el orden anterior.

“La curatela de los incapacitados tendrá por objeto la asistencia del curador para aquellos actos
que especialmente la sentencia haya establecido”

5. LA REPRESENTACIÓN
Se entiende por representación aquel medio por el cual una persona realiza un acto jurídico en
nombre de otra.

Existen diferentes clases de representación:

a) La representación legal es aquélla que la ley confiere a un sujeto para la


protección de los intereses de otro que no está en condiciones de defenderlos por sí
mismo; así, p. ej., los padres son representantes legales de sus hijos, y el tutor lo es del
sujeto sometido a tutela.

La representación voluntaria es aquélla que viene atribuida por voluntad del


representado mediante la celebración del correspondiente negocio con el representante.

La representación orgánica es aquélla que se atribuye a una o varias personas


físicas para actuar en nombre de un colectivo o de una persona jurídica a través de los
órganos propios de ésta. Toda persona jurídica debe tener una representación orgánica,
es decir, órganos habilitados para actuar válidamente en nombre de aquélla; pero,
además, la persona jurídica puede actuar también a través de representantes voluntarios.

b) La representación directa (la representación propiamente dicha) es aquélla en


la que un sujeto actúa, no sólo en interés o por cuenta de otro, sino también en nombre
de éste; de tal manera que los actos realizados por el representante con terceros vinculan
directamente al representado, como si hubiera actuado él mismo. Cuando la
representación es indirecta, el representante actúa en interés del representado, pero no
en su nombre, sino en nombre propio; por tanto, el representado y el tercero no quedan
vinculados entre sí, y no surgen derechos y obligaciones entre ellos: es el representante
el que se vincula directamente con los terceros, sin perjuicio de su obligación de
transferir al representado los resultados de su gestión.
2.4. CLASES DE PERSONAS JURÍDICAS:
1. LA PERSONA JURÍDICA Y SU CLASIFICACIÓN:
A las personas jurídica hacen referencia los art 35-39 y puede ser definido por aquellas entidades
formadas para la realización de los fines colectivos y duraderos de los hombres a la que el derecho
reconoce plena capacidad de derechos y obligaciones.

Clasificación legal: es la que reconoce nuestro código civil que distingue en el art 35,
corporaciones, asociaciones y fundaciones de interés público y asociaciones civiles,
mercantiles o industriales de interés particular.

La atribución de personalidad a estas entidades no es una exigencia ética (como


en el caso de las personas físicas), sino que depende de que el ordenamiento jurídico lo
considere o no oportuno y conveniente y de que se cumplan determinadas exigencias
mínimas: fundamentalmente, que tengan un patrimonio propio suficiente, que estén
destinadas a cumplir fines lícitos, y que se les dé la necesaria publicidad.

“Son personas jurídicas:


1º las corporaciones, asociaciones y fundaciones de interés público
reconocidas por la ley. Su personalidad empieza desde el instante mismo en
que, con arreglo a derecho, hubiese quedado válidamente constituidas.
2º Las asociaciones de interés particular, sean civiles, mercantiles o
industriales, a las que la ley conceda personalidad propia, independiente de la
de cada uno de los asociados”

Las personas jurídicas pueden clasificarse del siguiente modo:

A) Personas jurídicas de Derecho Público. El CC las llama “corporaciones”. Son


creadas directamente por la ley para el cumplimiento de funciones relacionadas con los
fines del Estado. Pueden ser de base territorial (el propio Estado, las Comunidades
Autónomas, los Ayuntamientos, etc.), o de base institucional (la Universidad, el INEM, la
Seguridad Social, etc.).

B) Personas jurídicas de Derecho Privado. Son creadas por voluntad (unilateral,


bilateral o plurilateral, según los casos) de los particulares. En atención a su estructura y
finalidad, pueden ser de dos tipos fundamentalmente

-Personas jurídicas de base personal: Son las “asociaciones” en sentido


amplio,que están formadas esencialmente por un conjunto de personas organizadas para
la consecución de un fin. Las asociaciones que tienen por finalidad la obtención de
unmlucro y su distribución entre los socios se denominan concretamente
“sociedades”, y pueden ser civiles 17 o mercantiles (colectivas, comanditarias, anónimas,
de responsabilidad limitada, etc.). En cambio, las que no persiguen esa finalidad de lucro
se denominan “asociaciones en sentido estricto”18
-Personas jurídicas de base patrimonial: Son las “fundaciones”, que son
básicamente patrimonios destinados a la consecución de un fin que, por exigencia legal,
ha de ser necesariamente un fin de interés general.

Las asociaciones.
Podemos definir la asociación, en sentido estricto, como aquella persona jurídica
privada, formada por un conjunto de personas voluntariamente organizadas con vistas a
la consecución de un fin que ha de ser lícito, determinado, y de interés general –en el
sentido de no lucrativo-.

Las fundaciones.
Son aquellas personas jurídicas de Derecho Privado y de base patrimonial que,
por voluntad de sus creadores, tienen afectado de modo duradero su patrimonio a la
realización de fines de interés general.

Se trata de una figura que los poderes públicos tienden a promocionar como una
forma de encauzar la contribución de los particulares a la consecución de fines de
interés general (educativos, culturales, asistenciales, etc.), para lo cual se les reconocen
importantes ventajas, especialmente de carácter fiscal. Por eso, son muchas las personas
físicas y jurídicas que acuden hoy a la creación de fundaciones con el fin de aprovechar
tales ventajas.

Las fundaciones pueden desarrollar por sí mismas actividades económicas cuyo


objeto esté relacionado con los fines fundacionales o sean complementarias o accesorias
de las mismas. Además, podrán intervenir en cualesquiera actividades económicas a
través de su participación en sociedades, aunque no podrán participar en sociedades
mercantiles que no limiten la responsabilidad personal de los socios.

COSAS Y BIENES.

Pueden ser objeto de un derecho subjetivo todas aquellas realidades sobre las
cuales se puede atribuir a un sujeto un determinado ámbito de poder a fin de satisfacer
sus intereses (cosas materiales o inmateriales, comportamientos ajenos o prestaciones,
atributos de la personalidad, etc.)

Las cosas constituyen el objeto inmediato de los derechos reales; sin embargo,
también pueden constituir el objeto mediato de los derechos de crédito, ya que la
prestación del deudor (el comportamiento debido por éste al acreedor) puede consistir
en realizar determinadas actuaciones en relación con una cosa (transmitir su propiedad
en la compraventa, ceder su uso en el arrendamiento, custodiarla en el depósito, etc.).

En el lenguaje jurídico, son cosas o bienes aquellas entidades, materiales o


inmateriales, dotadas de una existencia autónoma y unitaria, y susceptibles de ser objeto
de derechos patrimoniales independientes.

Sus características esenciales son:

a) Entidades materiales o inmateriales: Se integran en el concepto de cosa, no


sólo los objetos corporales (cosas en sentido vulgar), sino también aquéllos que,
careciendo de materialidad, sean perceptibles por los sentidos o por el intelecto (bienes
inmateriales, como las energías naturales, los derechos, o las ideas y creaciones del
intelecto humano).

b) Las cosas deben tener una existencia autónoma y unitaria, que les permita ser
objeto de un derecho subjetivo y de un tráfico jurídico independiente. La
individualización de una cosa puede resultar de su propia naturaleza (p. ej., un animal) o
de una intervención humana, que puede ser material (el líquido o el gas recogidos en un
recipiente) o meramente ideal (división de las fincas). Del mismo modo, la unidad de la
cosa puede ser física o económica (el mobiliario de una casa, una empresa).

c) Sólo son cosas las entidades susceptibles de derechos patrimoniales


independientes; no son cosas, en sentido jurídico, las que escapan al dominio del
hombre, los llamados "bienes comunes de todos" (como el aire o el mar), o aquéllos
otros que, conforme a la ley, a la costumbre, o a los principios generales del Derecho
están excluidos del comercio (los bienes de la personalidad, el cuerpo humano, etc.).

2) CLASIFICACIÓN DE LAS COSAS.


2.1. Bienes muebles e inmuebles.

Es el criterio fundamental de clasificación de los bienes. La importancia de la


distinción reside en el diferente régimen jurídico al que quedan sometidos los derechos
y relaciones jurídicas según que recaigan sobre bienes muebles o inmuebles (p. ej., a
efectos de capacidad para disponer, requisitos de forma, usucapión, publicidad registral,
etc.). En principio, la diferencia entre ambos radica en que las cosas inmuebles tienen
una situación fija en el espacio y no pueden ser desplazadas sin deterioro, mientras que
las cosas muebles carecen de un emplazamiento fijo y por tanto pueden ser trasladadas
de un lugar a otro sin detrimento de su naturaleza. Sin embargo, nuestro Derecho no
restringe la clasificación a las cosas corporales, sino que la extiende a todos los bienes;
por ello, los criterios utilizados para establecer la distinción no pueden limitarse al
puramente físico que acabamos de ver (v. art. 333 y ss. CC).
Los bienes inmuebles pueden clasificarse del siguiente modo:

-Son inmuebles por naturaleza el suelo y los materiales que lo conforman, así
como el vuelo, el subsuelo y las aguas.

-Son inmuebles por incorporación las construcciones, árboles y plantas, y en


general todo lo que esté unido a un inmueble de manera fija e inseparable.
En relación con los bienes inmuebles por naturaleza o por incorporación es
importante destacar el concepto de finca, fundo o predio: porción de superficie terrestre,
delimitada espacialmente, y edificada o no, que forma una unidad en el tráfico jurídico.
Las fincas pueden ser rústicas o urbanas, atendiendo a su ubicación (en el campo o en
la ciudad), a su aprovechamiento (explotación agrícola, pecuaria o forestal, en un caso;
vivienda, industria o comercio, en el otro), o al hecho de estar o no construidas. Cada
finca deberá ser calificada como urbana o rústica atendiendo a las características
predominantes en ella. La distinción es importante a efectos de determinar el régimen
jurídico aplicable a cada tipo de fincas.

-Son inmuebles por destino aquellos bienes que, siendo muebles en sí mismos,
estén destinados al servicio permanente de un inmueble, sin estar adheridos a él (p. ej.,
maquinarias o instrumentos de una explotación).

-Se consideran inmuebles por analogía aquellos derechos patrimoniales que, al


recaer sobre bienes inmuebles, quedan sujetos al régimen propio de éstos: p. ej., las
concesiones administrativas de obras públicas, los derechos reales sobre bienes
inmuebles, y los derechos de crédito garantizados con derechos reales sobre inmuebles
(especialmente los créditos hipotecarios).

Por su parte, los bienes muebles pueden clasificarse así:

-Son bienes muebles por naturaleza las cosas susceptibles de apropiación que se
pueden transportar de un punto a otro sin deterioro de su naturaleza o de la cosa
inmueble a la que estuvieren eventualmente unidas.
-Se consideran muebles por analogía los bienes inmateriales (energías, ideas y
creaciones) y los derechos reales sobre bienes muebles.

-Por último, son bienes muebles por exclusión los demás derechos patrimoniales
que no tengan la consideración de inmuebles (p. ej., los derechos de crédito).

2.2. Bienes públicos y privados.

Son cosas de dominio público o “bienes demaniales” los que pertenecen al


Estado u otras entidades públicas territoriales (municipios, provincias, Comunidades
Autónomas) y están destinados al uso o servicio público.
Los bienes de dominio público adquieren esa condición en virtud de su destinación o afectación
al uso o al servicio público, que puede ser expresa o tácita.
Mientras mantienen ese carácter, son inalienables, imprescriptibles e inembargables (art.
132.1 CE), y la Administración tiene facultades para realizar por sí misma el deslinde o
la recuperación de la posesión de los mismos.

La condición de dominio público se pierde por medio de la desafectación,


que puede consistir en un acto formal, en el hecho de quedar la cosa inútil para el uso o
servicio públicos, o incluso en el no uso a tales efectos; por medio de la desafectación,
los bienes pasan a ser privados, aunque su titularidad siga correspondiendo al Estado
(art. 341). No es necesaria la afectación, ni es posible la desafectación respecto a los bienes a
los que la Constitución o la ley han atribuido la condición de bienes de dominio
público (p. ej., art. 132 CE: la zona marítimo-terrestre, las playas y el mar territorial, así
como los recursos naturales de la zona económica y la plataforma continental).

Son cosas de propiedad privada las que pertenecen a los particulares o al Estado
o entidades públicas sin estar destinadas al uso o al servicio público (arts. 340 y 345).
Los bienes de propiedad privada que pertenecen al Estado o a las entidades públicas se
denominan “bienes patrimoniales”. A pesar de ser bienes de propiedad privada, la
Administración tiene importantes prerrogativas en relación a ellos, ya que puede
proceder por su propia autoridad a deslindarlos o a recuperar la posesión indebidamente
perdida, y no pueden ser objeto de embargo; sin embargo, sí pueden ser enajenados, y
se puede adquirir su propiedad por prescripción.

2.3. Cosas fungibles y no fungibles.


Son fungibles las cosas que, por su propia naturaleza, son homogéneas o
equivalentes entre sí, por lo que son sustituibles y se determinan en el tráfico ordinario
por su número, medida o peso (p. ej., los objetos fabricados en serie, o el dinero). No
fungibles son las cosas que no pueden sustituirse entre sí.

2.4. Cosas genéricas y específicas.


Cosas genéricas son las que se determinan por su pertenencia a un género (arts.
875 y 1167 CC); mientras que cosas específicas son las que aparecen determinadas en
su individualidad. No coincide esta clasificación con la que distingue las cosas fungibles
e infungibles, ya que la fungibilidad o no de una cosa depende de su propia naturaleza,
mientras que el carácter genérico o específico de una cosa no viene determinado por su
misma naturaleza, sino por el modo en que sea considerada por los interesados en cada
caso concreto; por ello, los conceptos de cosa genérica y fungible pueden coincidir o no
en una misma cosa.
Se denomina Cosas Especificas o cuerpos ciertos a las cosas designadas por sus caracteres
propios que las distinguen de todas las demás de su especie o genero (Vehículo marca Toyota
Placa 21536). Mientras que las cosas Genéricas son las cosas designadas por los caracteres que
son comunes a todos las de su especie o genero (Los Vehículos en general).
2.5. Cosas consumibles y no consumibles.
Son consumibles aquellas cosas de las que no puede hacerse un uso adecuado a
su naturaleza sin que se consuman; no son consumibles las demás. El hecho de que una
cosa se consuma por su uso ha de entenderse en sentido jurídico, y no físico: así, el
dinero es esencialmente consumible, aunque su uso no implica su desaparición física.

2.6. Cosas divisibles e indivisibles.


Las cosas son divisibles por naturaleza cuando las partes resultantes de la
división conservan la misma naturaleza y función económica que el todo, y tienen un
valor proporcional. Son indivisibles, en cambio, cuando, como consecuencia de la
división resulte la cosa inservible para el uso a que se la destina, o desmerezca
sensiblemente. Por otro lado, una cosa naturalmente divisible puede no serlo cuando,
por razones de política legislativa, la ley prohíbe su división (p. ej., la superficie mínima
de cultivo, o las limitaciones establecidas por los planes urbanísticos).

2.7. Cosas extra comercio.


Se consideran excluidas del tráfico jurídico tanto aquellas entidades que no
tienen jurídicamente la condición de cosas, aunque lo sean en sentido vulgar (las cosas
comunes a todos, el cuerpo humano, etc.), como aquellas que, siendo cosas en sentido
jurídico, no pueden ser objeto de relaciones jurídicas privadas (bienes de dominio
público). No son cosas extra comercio aquellos bienes que pueden pertenecer a alguien,
aunque su transmisión esté prohibida (p. ej., los derechos reales de uso y habitación, art. 525);
ni tampoco aquéllas cuyo tráfico jurídico está restringido de alguna manera (p. ej., armas,
explosivos, drogas, obras de arte, etc.).
2.8. Cosas simples y compuestas. Las universalidades.

Son cosas compuestas las que resultan de la unión material de diferentes


elementos o partes susceptibles de tener una existencia autónoma en sentido jurídico.
Dentro de las cosas compuestas cabe diferenciar los siguientes elementos:

a) Partes integrantes: Son los elementos esenciales de la cosa, que contribuyen a


integrar su misma esencia. Aunque pueden ser separables desde un punto de vista físico,
no lo son desde un punto de vista económico (p. ej., los inmuebles por incorporación, o
aquellas cosas muebles que se unen entre sí de tal manera que pasan a constituir una
sola; art. 375). En general, las partes integrantes de una cosa no pueden ser objeto de
derechos independientes, no pueden ser embargadas de forma separada, y los derechos
que recaen sobre la cosa se extienden a aquéllas.

b) Pertenencias: Son aquellas cosas que, conservando su individualidad, están


destinadas al servicio permanente de otra cosa principal, estableciéndose entre ambas un
vínculo objetivo de carácter funcional (p. ej., los inmuebles por destino). Pueden ser
objeto de negocios y derechos aislados, pero, en caso de duda, se entiende que siguen el
destino de la cosa principal (son los accesorios del art. 1097).
Junto a las cosas singulares (tanto simples como compuestas), se habla en
ocasiones de "universalidades" para designar aquellas agrupaciones de cosas que,
siendo distintas entre sí, son designadas unitariamente y consideradas como una unidad
a determinados efectos (una biblioteca, un rebaño, una empresa industrial, comercial o
agrícola, o incluso la herencia de una persona).

2. CLASIFICACIÓN DE LAS EMPRESAS:


Las sociedades se pueden clasificar de la siguiente forma.
Sociedad de responsabilidad limitada: es el tipo de sociedad más habitual en España
desde hace décadas debido a que los empresarios no tienen que responder de forma
personal con su patrimonio de las deudas de la empresa, la responsabilidad se limita al
capital aportado, es una forma acorde a las requerimientos habituales de una pyme y las
necesidades de capital son inferiores a las de la sociedad anónima. Se caracteriza porque
la responsabilidad de los socios es limitada y porque el capital social está dividido en
participaciones.
Para su constitución, es necesario un capital mínimo exigido de 3.000 euros, que debe
desembolsarse íntegros en la firma de escritura pública (aunque es posible proceder a
una fundación sucesiva de la SL con una cifra inferior, en cuyo caso los promotores,
hasta que no se alcance la cifra de capital mínimo, quedan sometidos a límites y
obligaciones especiales para reforzar los recursos propios de la entidad). El número
mínimo de socios para su constitución es de uno.
Ventajas: la responsabilidad es limitada, por lo que ante posibles pérdidas los
socios no deben responder con su patrimonio; los trámites para la constitución y el
funcionamiento son más sencillos que los de una sociedad anónima; para
constituirla se requiere un capital asequible y puede ser unipersonal; a partir de
cierto nivel de beneficios (40.000 euros), los impuestos son menores que los de un
trabajador autónomo y con una sociedad el trabajador autónomo puede
desgravarse su sueldo como gasto. Es posible constituirla en muy breve plazo por
medios electrónicos (sociedades exprés).
Desventajas: las participaciones no son fácilmente transmisibles, los socios tienen
prioridad (lo que puede entenderse como ventaja si lo que se desea es restringir el
acceso de terceros a la actividad empresarial), , por lo que no es un tipo de
sociedad mercantil conveniente si pretendes atraer a un gran número de
inversores.

Sociedad anónima: es el segundo tipo de sociedad mercantil más utilizada. Se


caracteriza porque el capital está dividido en acciones que sí pueden transmitirse
libremente –lo opuesto a la sociedad limitada – así como por la gran cantidad de socios
que pueden llegar a participar en ella.
Para su constitución se exige un mínimo de capital de 60.000 euros, desembolsado en un
25% en el momento de la escritura pública. El número mínimo de personas para su
constitución es de una.

Ventajas: la sociedad está dividida en acciones que se transmiten libremente, la


responsabilidad de los socios es limitada al capital aportado, puede ser
unipersonal y puede cotizar en bolsa. Además, determinadas actividades como las
sociedades bancarias, farmacéuticas, los seguros, las gestoras de fondos de
pensiones…exigen este tipo de sociedad mercantil.
Desventajas: el capital mínimo exigido es elevado, no se puede controlar la
presencia de personas ajenas a la empresa y los trámites para la constitución y
funcionamiento son más complejos que los de, por ejemplo, una sociedad limitada.

Sociedad colectiva: es un tipo de sociedad mercantil de carácter personalista, en la que


los socios desempeñan un papel muy importante, ya que no solo invierten capital sino
que aportan su trabajo y gestionan la empresa directamente Por eso, la condición de
socio no se transmite libremente, previéndose además la figura del socio industrial, cuya
única es su trabajo. Por otro lado, su responsabilidad es ilimitada, por lo que responden
de manera personal de las pérdidas de la empresa. Los comienzos de este tipo de
sociedad se remontan a la Edad Media, cuando funcionaban las “sociedades de
mercaderes” o “societas mercatorum”. Actualmente, su uso es prácticamente residual.

En cuanto a su constitución, no se requiere un mínimo de capital y su denominación debe


incluir el nombre de, al menos, uno de los socios más las palabras “y Compañía”, sin
poder añadirse también el nombre de otra persona ajena a la misma. Puede constituirse a
partir de dos personas.

Ventajas: la estructura y el funcionamiento son simples y no se requiere un capital


mínimo para su constitución. Se puede controlar el acceso de personas ajenas a la
entidad.

Desventajas: la responsabilidad es ilimitada, personal y solidaria y no es posible


delegar la gestión de la sociedad a un profesional externo.

Sociedad comanditaria (o en comandita): es similar a la sociedad colectiva, si bien


tiene la diferencia de que en este tipo cabe la posibilidad de que un determinado tipo de
socios no tenga que encargarse directamente de la gestión de la misma. Se prevén, por
tanto, dos tipos de socios: los colectivos, que responden ilimitadamente de las deudas
sociales y participan en la gestión de la sociedad, y los socios comanditarios que no
participan en la gestión y cuya responsabilidad se limita al capital aportado o
comprometido. Hay además 2 tipos de sociedad comanditaria: la comanditaria simple y la
comanditaria por acciones.

Ventajas: no requiere capital mínimo para su constitución y, en su modalidad por


acciones, permite atraer el capital de otros que no entran en la gestión.
Desventajas: la estructura y el funcionamiento son más complejos y los socios no
comanditarios no pueden votar ni participar en ningún acto de la administración de
la sociedad.

La Comunidad de Bienes es la forma más sencilla de asociación entre varios autónomos para

poner en marcha un proyecto en común.

Podemos definir la Comunidad de Bienes como la asociación entre dos o más autónomos

(llamados socios comuneros) que tienen una cosa o derecho en común y por la que obtienen un

beneficio o esperan obtenerlo a través de una actividad empresarial.

Es la opción más recomendable cuando son varias las personas que van a poner en marcha

un pequeño negocio que no exija una elevada inversión.

Constitución com.Bienes:

Contrato privado

Es necesario firmar un contrato privado de comunidad de bienes entre los socios comuneros.

En este acuerdo se deberá detallar:

 Nombre, apellidos y DNI de todos los socios.

 Nombre que se le dará a la nueva Comunidad de Bienes.

 Domicilio de la comunidad.

 La actividad que va a desarrollarse.

 Qué aporta cada uno de los socios.

 El porcentaje de participación en la comunidad.

 El sistema de administración de la comunidad.

 Todas las cláusulas que se decida pactar: duración, causa de disolución, posibilidad de

transmisión, etc. Lo que no se pacte se regirá por el Código Civil.

Tras la firma del contrato, habrá que registrarlo en el organismo de la administración

autonómica que corresponda. Si se aportan bienes inmuebles o derechos reales, será necesaria

escritura pública.
Mínimo de socios

Para crear una Sociedad de Bienes, se necesitan mínimo 2 socios. No existe un máximo.

Capital social mínimo

No existe aportación mínima. Pueden aportar bienes o dinero y trabajo. Estos dos últimos no

podrán aportarse por separado, tendrán que ir unidos.

Siempre deberá existir un capital mínimo de partida que podrá ser la aportación de la cosa

común.

Responsabilidad

La Comunidad de Bienes no tiene personalidad jurídica propia y por lo tanto, como

empresarios autónomos que son, la responsabilidad de los socios comuneros por deudas frente

a terceros es ilimitada y solidaria. Es decir, los socios responden con sus bienes presentes y

futuros y se respaldan el uno al otro.

Si la comunidad acumula pagos pendientes podrían reclamar el coche, la casa y cualquier bien

de los socios. Así se desprende del artículo 395 del Código Civil referido a la Comunidad de

Bienes.

Esta es la principal desventaja que presenta una Comunidad de Bienes con respecto a la

Sociedad Limitada. Sin embargo, podemos limitar nuestra responsabilidad si nos acojamos a

la figura de Emprendedor de Responsabilidad Limitada al poner en marcha el proyecto.

Gracias a esto nuestra vivienda quedará exenta de responsabilidad siempre que su valor no

supere los 300.000 euros y siempre que hayamos actuado de buena fe.

3) FRUTOS, GASTOS Y MEJORAS.

En sentido jurídico, es fruto todo producto o utilidad que constituye el


rendimiento económico de una cosa (cosa-madre), conforme a su destino y sin
alteración de su sustancia. Existen dos tipos fundamentales de frutos (art. 355 CC):

-Los frutos naturales, que son los productos orgánicos de la cosa (cosecha,
productos de los animales, minerales, madera, etc.), ya sean producidos
espontáneamente por ésta o gracias a la actividad humana; en este último caso el CC
habla de “frutos industriales”.
-Los frutos civiles son los rendimientos que se obtienen de la cosa en virtud de
una relación jurídica constituida sobre ella (rentas de un arrendamiento, interés que
produce un capital prestado, rentas derivadas de un contrato de renta vitalicia,
rendimientos de un negocio o explotación, dividendos de unas acciones, etc.).
Según la situación en que se encuentren, los frutos –sobre todo los naturales e
industriales- son aparentes o no aparentes, según que hayan o no nacido y sean o no
perceptibles. Los frutos aparentes pueden estar pendientes (todavía adheridos a la cosa),
separados (segregados natural o artificialmente), percibidos (tomados con intención de tenerlos
como propios) o consumidos (desaparecidos por su utilización o
transformación).

En principio, los frutos de una cosa pertenecen a su propietario, aunque pueden


corresponder a otra persona, ya sea en virtud de un derecho real (p. ej., usufructo), de
crédito (p. ej., arrendamiento), o de la posesión de buena fe. En todo caso, el titular del
derecho a percibir los frutos (sea o no propietario) tiene obligación de abonar los gastos
hechos por un tercero para su producción, recolección y conservación.
Es importante determinar en qué momento se consideran adquiridos los frutos,
especialmente cuando cambia la titularidad del derecho a percibirlos. Los frutos
naturales e industriales se adquieren por la separación, tanto si es realizada con ánimo
de percibirlos, como si obedece a causas accidentales. En cambio, los frutos civiles se
entienden adquiridos por días, aunque no hayan sido percibidos de forma efectiva.

En cuanto a los gastos y mejoras, aunque a veces se utilizan ambos términos


como equivalentes, en realidad son cosas distintas. Gastos (o impensas) son los
desembolsos patrimoniales invertidos en una cosa; mejoras son los incrementos
efectivos en el valor o utilidad de la cosa, ya sean físicos (p. ej., una nueva
construcción) o jurídicos (p. ej., liberación de gravámenes). Puede haber gastos que no
redunden en mejoras, como puede haber mejoras que no sean consecuencia de gasto alguno.
Sin embargo, su tratamiento jurídico es similar en muchos casos.
Son gastos necesarios los indispensables para la conservación de la cosa, de tal
modo que su omisión implicaría su destrucción o deterioro. Son gastos o mejoras útiles los
que, sin ser necesarios, sirven para aumentar la capacidad de rendimiento de la cosa.
Los gastos o mejoras voluntarias, suntuarias o de mero lujo o recreo son las que sirven
para el adorno, embellecimiento, recreo o comodidad de uso de la cosa.
Normalmente, los gastos y mejoras realizados en cosa ajena dan lugar a un
derecho de reembolso y garantía -derecho de retención- a favor de quien los realizó
(conforme a los principios del enriquecimiento sin causa), salvo en el caso de los gastos
y mejoras voluntarias, que no dan derecho a reembolso alguno, sino tan sólo el derecho
a retirarlos cuando sea posible hacerlo sin daño de la propiedad ("ius tolliendi").

4) EL PATRIMONIO.

Puede definirse el patrimonio como un conjunto de relaciones jurídicas de


contenido económico (tanto activas –bienes y derechos- como pasivas –deberes y
obligaciones-) que son objeto de una consideración unitaria por parte del ordenamiento.
La unidad de tratamiento de una determinada masa patrimonial puede justificarse por
diversas razones, lo que justifica el que se hable de diferentes clases de patrimonio:

Pro indiviso es una expresión jurídica de origen latino que hace referencia a la situación de una
cosa o derecho que pertenece a varias personas en común, sin que existan partes diferenciadas a
cada uno de los propietarios o titulares del derecho. Cuando existe la copropiedad, la cosa o el
derecho pertenece a varias personas, sin que pueda decirse qué parte específica corresponde a
cada uno, pues el bien o derecho pertenece a todos, sin división material de las partes.

a) Patrimonio personal: Es el conjunto de derechos y deberes de contenido


económico que pertenecen a una persona determinada, ya sea física o jurídica. Este es el
concepto de patrimonio que se maneja en materia de herencia (art. 659) o de
responsabilidad patrimonial universal (art. 1911).

b) Patrimonios separados: En ocasiones, una parte determinada del patrimonio


de una persona es objeto de consideración independiente a determinados efectos
(régimen de administración o responsabilidad), aunque no a otros. Es el caso, p. ej., de
la herencia aceptada a beneficio de inventario, que se integra en el patrimonio del heredero pero
queda sometida a un régimen especial de administración y de
responsabilidad frente a los acreedores del causante (art. 1023)19.

c) Patrimonios colectivos: Son aquellas masas de derechos y deberes que


pertenecen conjuntamente a dos o más personas: p. ej., el patrimonio ganancial, que
pertenece conjuntamente a los cónyuges, y la herencia indivisa, que pertenece
conjuntamente a los herederos hasta el momento de la partición. No son patrimonios
colectivos los que pertenecen a una persona jurídica formada por diferentes miembros.

d) Patrimonios de destino: Son aquellas masas patrimoniales que aparecen


sometidas a un régimen unitario de administración y conservación en espera de que
quede perfectamente determinado su titular definitivo. Es el caso de la herencia yacente,
o del patrimonio del ausente, sometido a un régimen especial de conservación hasta que
se produzca su reaparición o su declaración de fallecimiento.

TEMA 3: EL DERECHO SUBJETIVO

1. LA RELACIÓN JURÍDICA

¨Relación jurídica es el vínculo que une a dos o más personas físicas o morales, respecto
determinados bienes o intereses, estable y orgánicamente regulada por el Derecho, como
cauce para la realización de una función social merecedora de tutela jurídica¨.

 El elemento subjetivo: En toda relación jurídica hay siempre un doble sujeto. Un


sujeto activo o titular del derecho y un sujeto pasivo, obligado o deudor. Ambos
sujetos pueden estar constituidos por una o por varias personas.
 El elemento objetivo: El objeto está constituido por los actos humanos y por las cosas.
Ambos pueden ser objeto de una relación jurídica.
 Elemento causal: la relación jurídica tiene su causa inmediata en los hechos jurídico
que ponen en contacto a los sujetos de aquella, creando entre ellos el vínculo de
poder y el vínculo de deber, en virtud de los cuales el sujeto activo (en base al vínculo
de poder), puede exigir al pasivo una determinada conducta y el sujeto pasivo a su vez,
tiene la obligación de actuar de una determinada manera.

2. EL DERECHO SUBJETIVO

Se denomina “derecho subjetivo” a la situación de poder independiente y


unitaria que el ordenamiento jurídico atribuye a una persona para la satisfacción de sus
intereses legítimos, y en virtud del cual el titular del derecho puede exigir de alguna
persona en particular o de la colectividad en general la observancia de determinadas
conductas, activas u omisivas, con el respaldo del propio ordenamiento.
El derecho subjetivo está constituido por los siguientes elementos:

1º El sujeto: o titular del derecho, que es la persona a la que se le concede el poder jurídico .
2º El objeto: que es la realidad sobre la que recae el poder del sujeto.
3º El contenido: constituido por el poder o conjunto de poderes atribuidos al titular.

Los caracteres esenciales del derecho subjetivo son los siguientes:


a) El ámbito de poder que supone el derecho subjetivo viene atribuido por el
ordenamiento jurídico, que determina su contenido, sus límites, y sus mecanismos de
ejercicio y defensa.

b) Se trata de un ámbito de poder independiente en el sentido de que tiene una


existencia propia que le permite, normalmente, circular de forma autónoma (así, por
ejemplo, el titular de un derecho real o de un derecho de crédito puede transmitirlo a un
tercero, art. 1112); y unitario en el sentido de que cada derecho subjetivo tiene un
contenido típico que lo caracteriza, pero que en ocasiones puede verse modalizado o
restringido sin que el derecho pierda por ello su identidad (así, por ejemplo, el
propietario puede ceder sus facultades de uso y disfrute a un tercero -arrendatario,
usufructuario- sin dejar por ello de ser propietario).

c) Por su propia naturaleza, el derecho subjetivo se caracteriza por la


voluntariedad en cuanto a su propia titularidad y ejercicio: en la medida en que el
derecho subjetivo se concede para la protección de intereses propios de su titular, éste es
libre de ejercitar o no las posibilidades de actuación que le atribuye el derecho e incluso
de renunciar a él; si bien esa libertad puede verse limitada en ocasiones por el
ordenamiento jurídico en atención a intereses superiores.

El derecho subjetivo no es el único instrumento que el ordenamiento jurídico


utiliza para proteger los intereses de los individuos:

a) Se denomina “facultad” a cada una de las posibilidades de actuación que


conforman el contenido de un derecho subjetivo (así, p. ej., el derecho de propiedad
engloba, entre otras, las facultades de uso, disfrute y disposición sobre la cosa). En
principio, las facultades no tienen una existencia independiente, pero eventualmente
algunas de ellas pueden ser segregadas del derecho subjetivo original para constituir un
nuevo derecho independiente (p. ej., la segregación y transmisión a un tercero de las
facultades de uso y disfrute que corresponden al propietario permite configurar el
derecho real de usufructo).

b) La “potestad” es el poder atribuido por el ordenamiento a un sujeto, no para la


protección de sus propios intereses, sino de los intereses de un tercero (p. ej., la patria
potestad, o la potestad reconocida a las Administraciones Públicas para la gestión de los
intereses generales). Las potestades se caracterizan porque no son libremente
renunciables y porque su ejercicio no es facultativo, sino obligatorio.

c) Se denomina “acción” a la posibilidad de acudir a los Tribunales para obtener


una resolución favorable con base en la titularidad de un derecho subjetivo (así, p. ej.,
para la protección de su derecho el propietario dispone de la acción reivindicatoria, la acción
declarativa del dominio, la tercería de dominio, etc.10). Frente al ejercicio de una acción por
parte del demandante, el demandado puede oponer diferentes instrumentosde defensa a los
que se denomina “excepciones” (p. ej., frente a la acción por la que se reclama el
cumplimiento de un contrato, el demandado puede oponer la excepción de cumplimiento, la de
prescripción, etc.).

d) En ocasiones, el ordenamiento protege directamente los intereses de los


particulares a través de la actuación de los poderes públicos, pero sin atribuir a aquéllos
un poder propio para exigir el cumplimiento de las normas; se habla entonces de
“efectos reflejos del ordenamiento”.

Derechos absolutos y relativos


Por razón de la eficacia, es decir, atendiendo al alcance o extensión de la posibilidad de exigir
su cumplimiento los derechos pueden ser: absolutos y relativos.

Derechos absolutos

Son aquellos derechos que pueden ejercitarse frente a todos los demás sujetos de un
determinado orden jurídico (es decir, los que originan un deber general de respeto). Los
derechos absolutos tienen eficacia frente a todo el mundo (eficacia erga onmes), puesto que no
solo confieren un poder inmediato y directo sino que excluyen la intervención ajena en la esfera
de su señorío; imponiendo a los demás el deber de respetarlo (Albaladejo, 2002). Son derechos
absolutos los derechos reales (ej. propiedad) y los derechos de la personalidad.

Derechos relativos

Son los que confieren a su titular un poder sobre la conducta de una concreta persona, (como
el que corresponde al acreedor sobre el deudor). A diferencia de los absolutos se dirigen solo
contra una persona individualmente determinada frente a la que ostentan el derecho
subjetivo y no frente a todos (Albaladejo, 2002).

Ej. El derecho de crédito solo se detenta frente a una persona (o varias concretas y
determinadas) con la que se ha celebrado un contrato, de compraventa, arrendamiento, etc.

Esa facultad o poder que solo puede ser ejercido frente al sujeto o sujetos que asumieron el
compromiso de realizar una determinada conducta. Son derechos relativos los derechos de
crédito.

4.1. Límites al ejercicio de los derechos subjetivos.

Del mismo modo que el ordenamiento determina el contenido de los derechos


subjetivos (las posibilidades de actuación que corresponden al titular y los correlativos
deberes que se imponen a otros sujetos), y sus mecanismos de defensa (acciones
judiciales), también establece los límites a los que ha de atenerse el titular en el ejercicio
de su derecho. Tales límites son fundamentalmente de dos tipos:

a) Límites extrínsecos: Son aquéllos que derivan, no de la propia naturaleza del


derecho, sino de su concurrencia con los derechos de otros sujetos; cuando dos o más
derechos subjetivos concurren sobre un mismo objeto, de tal manera que resulta
imposible el ejercicio pleno de todos ellos, se habla de “colisión de derechos”. Los
criterios legales para resolver estos supuestos son distintos según los casos; pero los más
importantes en el ámbito patrimonial son los siguientes:

-En materia de derechos reales concurrentes sobre un mismo bien, rige el criterio
de preferencia temporal (“prior tempore, potior iure”): los derechos anteriores
prevalecen siempre sobre los posteriores.

-En materia de derechos de crédito concurrentes sobre un mismo deudor


insolvente, rige el criterio de igualdad entre todos los acreedores (“par condicio
creditorum”): todos tienen el mismo derecho a cobrar en proporción al importe de
sucrédito, salvo en el caso de los acreedores que cuenten con un “privilegio crediticio”.

b) Límites intrínsecos: Los derechos subjetivos son atribuidos por el


ordenamiento para proteger los intereses legítimos de su titular; por tanto, su ejercicio
está sujeto a ciertos límites que derivan de su propia naturaleza. Tales límites son:
-La buena fe. Art. 7.1 CC: “Los derechos deberán ejercitarse conforme a las
exigencias de la buena fe”.

-Prohibición del abuso de derecho y del ejercicio antisocial del mismo. Art. 7.2
CC: “La ley no ampara el abuso del derecho o el ejercicio antisocial del mismo. Todo
acto u omisión que por la intención de su autor, por su objeto o por las circunstancias en que se
realice sobrepase manifiestamente los límites normales del ejercicio de un derecho, con daño
para tercero, dará lugar a la correspondiente indemnización y a la adopción de las medidas
judiciales o administrativas que impidan la persistencia en el abuso”.

3.3. LA EXTINCIÓN Y PÉRDIDA DE LOS DERECHOS SUBJETIVOS. LA PRESCRIPCIÓN Y LA


CADUCIDAD .

LA EXTINCIÓN, LA PÉRDIDA Y SUS CAUSAS:

Extinción: la desaparición absoluta de un derecho que deja de existir para el titular y para los demás.

Pérdida: de un derecho la desaparición relativa del mismo que tiene lugar por la separación de su
titular a la que puede seguir la adquisición por un tercero.

Causas:

Tanto la extinción como la pérdida pueden deberse entre otras a las siguientes causas:

1. Por la voluntad de su titular, como en los casos de renuncia, abandono o venta


2. Por un hecho involuntario o natural como puede ser la muerte del titular.
3. Por un acto ilícito del titular que lleve aparejado como sanción la pérdida del derecho.
4. Por la destrucción física o legal del objeto
5. Por causas derivadas de la relación misma como en los casos de prescripción y caducidad.

4. NACIMIENTO, MODIFICACIÓN Y EXTINCIÓN DE LOS DERECHOS


SUBJETIVOS

El poder o facultad de disposición. Como quiera que el derecho subjetivo se confía al arbitrio
de su titular, corresponde a este la posibilidad de realizar toda una serie de actos que afecten
a la sustancia y subsistencia del derecho. A esta posibilidad se le denomina poder o facultad
de disposición, y consiste en la enajenación o transmisión del derecho a otra persona, la
constitución a partir del mismo de otros derechos limitados y la posibilidad de extinguir el
derecho renunciándolo.

5.1. El nacimiento del Derecho.

El nacimiento de un derecho es su origen o devenir a la vida. El momento en que el


nacimiento tiene lugar se produce cuando concurren todos los requisitos exigidos por el
ordenamiento jurídico. La adquisición de un derecho es la atribución de este a una persona
que se convierte en titular del mismo. La adquisición puede ser originaria o derivativa; nos
encontramos ante el primer supuesto, cuando el adquirente, sin basarse derecho anterior
alguno, adquiere uno ex novo.

Ej. Cuando alguien se apropia de una cosa (caza) que no tenía dueño. O se construye una casa
en un solar de su propiedad.

Es derivativa cuando el adquirente para hacer suya la cosa se basa en la pérdida del mismo
por aquel a quien pertenecía, o en que un derecho de este quede reducido o limitado,
constituyéndose con las facultades que le resten, un nuevo derecho a favor del adquirente.
El primer supuesto, el que se basa en la pérdida de un derecho, hablamos de la adquisición
derivativo-traslativa, puesto que un mismo derecho se traslada a otra persona.
Ej. La compraventa, en ella el comprador adquiere la cosa porque el vendedor se despoja de ella
(pierde su propiedad).

El segundo caso es el de la adquisición derivativo-constitutiva, en el sobre la base un


derecho más amplio se constituye otro más restringido que es el que recibe el adquirente.

Ej. Mediante el derecho de usufructo se adquiere el derecho a utilizar una cosa cuya propiedad
pertenece a otra persona, es decir, que sobre la base del derecho de propiedad ajena
constituiremos uno nuevo que a su vez comportará una limitación del primero. La adquisición
derivativa, al mismo tiempo puede ser inter vivos o mortis causa, según que el derecho se
transmita entre vivos (ej. la donación o la compraventa) o bien que se transmitan a causa de la
muerte de una persona (ej. la herencia o el legado).

5.2. La modificación de un Derecho

La modificación de un derecho es toda alteración que sufre desde que nace hasta que se
extingue.

Las modificaciones pueden ser subjetivas, referidas al titular del derecho, cuando se
cambia de titular o aumenta o disminuye su número y objetivas, referidas a la cosa, pudiendo
ser cuantitativas cuando aumenta o disminuye la cosa (ej. El dueño de una casa la eleva un
piso más) o cualitativas cuando se transforma la cosa (ej. La deuda no pagada se transforma
en una indemnización de daños y perjuicios).

5.3. La extinción de un Derecho

La extinción de un derecho es su muerte o fin. Sus causas como las de su nacimiento


pueden ser muy variadas y dependerán de la naturaleza del derecho.

Ej. la muerte de su titular si el derecho era personalísimo, por el transcurso del plazo que tenía
de vida un arrendamiento, la destrucción de la cosa, etc.

El derecho también puede extinguirse por pérdida o renuncia: La pérdida de un derecho


es su separación del titular a quien pertenecía. Toda extinción provoca
una pérdida, en cuanto que se acaba el derecho cesa para su titular; pero cuando el derecho
se pierde por transmisión, subsiste a pesar de su pérdida.

Ej. cuando se vende una casa, el propietario pierde su derecho de propiedad pero este subsiste
para el nuevo adquirente.

La renuncia es una forma de perder los derechos mediante la que el titular del derecho hace
dejación voluntaria del mismo sin transmitirlo a ninguna otra persona, simplemente se
desprende de él. Dicha renuncia solo será válida en el supuesto de que se haga dentro de los
límites del art. 6.2 cc, es decir, sin contrariar el interés o el orden público ni perjudicando a
terceros.

LA RENUNCIA

Se entiende por renuncia el abandono de un derecho por su titular sin transmitirlo a una tercera
persona. La renuncia tiene los siguientes caracteres:

1. La renuncia es extintiva y no traslativa. Es decir, la renuncia extingue el derecho con el


titular y no tras lada el derecho a una tercera persona.
2. La renuncia indica siempre un acto unilateral de voluntad del titular.

Para que la renuncia tenga efectos jurídicos se exigen dos hechos:

1. Que el renunciante sea titular del derecho, en base al principio existente en nuestro derecho
que nadie puede renunciar a lo que no le pertenece.
2. Que el titular tenga la libre disposición del derecho.
A pesar de lo señalado hasta aquí, no todos los derechos son renunciables. Según el Código
Civil son irrenunciables los siguientes derechos:

1. Los inherentes a la persona humana también llamados derechos personalismos


Ejemplo: el derecho al honor
2. Los derechos que al mismo tiempo constituyen una obligación.
Ejemplo: La patria potestad.

LOS LÍMITES TEMPORALES DEL DERECHO SUBJETIVO: LA PRESCRIPCIÓN Y


LA CADUCIDAD

La prescripción extintiva

Concepto y fundamento

La prescripción puede definirse como una forma de extinción de los derechos y las acciones
derivadas de la falta de ejercicio por su titular durante el plazo de tiempo señalado por la ley.
La falta de ejercicio del derecho, según Díez-Picazo y Gullón, es la
inactividad del titular ante su lesión.

Ej. El acreedor que no reclama el pago de una deuda; el propietario que no impide que
un tercero ocupe su finca, etc.

El fundamento de esta figura se encuentra en que es necesaria para el orden social y para la
seguridad jurídica. No sería justo que una persona resucitase viejas pretensiones, y poner en
peligro la situación quieta y pacífica mantenida por otras personas durante largo tiempo.
Además es justo que el titular de un derecho sea diligente en orden a su ejercicio, y que si no
lo es que el perjuicio deba depararle para él. La prescripción pretende evitar el ejercicio
intempestivo de un derecho.

Objeto de la prescripción

Según la regla del art. 1.930.2 parece ser que son extinguibles por prescripción cualquier
clase de acciones y derechos, puesto que el precepto se refiere tanto a derechos de crédito y
como a derechos reales, es decir derechos de naturaleza patrimonial Por el contrario la
institución de la usucapión solo es aplicable a los derechos reales.

Presupuestos de la prescripción extintiva

Para que la prescripción extintiva opere han de cumplirse los siguientes requisitos ;

1º Que el derecho sea prescriptible. Lo cual de acuerdo con el art. 1.930.2 es la regla general
en nuestro derecho en relación con los derechos patrimoniales. No obstante, algunos
derechos en vez de prescribir, caducan.
2º Que el derecho en cuestión permanezca inactivo, no ejercitado, pudiéndolo haber sido.
3º Que transcurra el plazo señalado por la ley sin ejercitarse el derecho.
4º Que producido un acto extemporáneo (fuera de plazo) de pretendido ejercicio del derecho,
el sujeto pasivo contra el cual se ejercita, alegue la prescripción ya producida y no haya
renunciado a ella.

Cómputo de los plazos de prescripción

El cómputo de los plazos de prescripción, según el art. 1.969, se inicia desde el


momento en que el derecho de que se trate pudo ser ejercitado, salvo que la ley
disponga otra cosa diferente.
Según Díez-Picazo y Gullón (2003), la expresión «desde que pudieron ejercitarse» significa
que el derecho comienza a prescribir desde que es violado, es decir cuando un tercero
lesiona el derecho bien sea mediante un comportamiento positivo o negativo según el caso.
No es suficiente que el derecho haya sido violado sino que además se exige que el
agraviado haya conocido o haya podido haber conocido la existencia de la violación
(art. 1.968.2º).
En los arts. 1.970 a 1.972 se contienen especialidades en cuanto al momento inicial del
cómputo de la prescripción.

Interrupción y suspensión de la prescripción

El titular del derecho que permanece inactivo puede ejercitar eficazmente su derecho
mientras no venza el plazo de prescripción. Si dentro del plazo de prescripción se realiza un
acto de ejercicio del derecho, el discurrir de la prescripción cesa, se interrumpe, lo que
supone que nuevamente se ha de empezar a contar el plazo desde el principio, en el
supuesto de que volviese a producirse una nueva etapa de inactividad.) La interrupción borra
el plazo anterior, es por ello por lo que hay que volver a empezar a computarlo.
Cuestión diferente de la interrupción, es la suspensión de la prescripción, en esta se produce
una paralización del plazo prescriptivo, pero a diferencia de la interrupción aquí el plazo
transcurrido conserva su eficacia, de manera que el plazo anterior y el posterior a la
suspensión pueden sumarse. La suspensión de la prescripción no está regulada por el cc,
aunque las partes pueden acordarla.

Las causas de interrupción

Los motivos por los que se puede interrumpir la prescripción están enumerados en el art.
1.973 cc y son las siguientes:

1º El ejercicio judicial del derecho. Bajo este concepto hay que incluir el hecho de formular
la demanda, así como el intento de conciliación llevado a trámite.

2º El ejercicio extrajudicial del derecho. Cualquier reclamación por el titular del derecho al
sujeto pasivo interrumpe la prescripción. (Ej. Requerimiento notarial de pago de una deuda.)

3º El reconocimiento del derecho. Este puede ser expreso o tácito y debe de haberse
hecho con la finalidad de interrumpir la prescripción. Ej. El deudor que paga intereses dentro
del periodo de prescripción, está reconociendo la deuda.

Plazos de prescripción

El Código Civil ha establecido una amplia gama de plazos de prescripción en atención a la


naturaleza del derecho o acción que prescribe.
Los plazos más importantes son los siguientes:

- Los derechos reales sobre bienes inmuebles prescriben al los treinta años (art. 1.963) salvo
la acción hipotecaria que prescribe a los veinte (art. 1.964).
- Los derechos reales sobre bienes muebles prescriben a los seis años (art. 1.962).
- Los derechos personales prescriben a los 15 años salvo que se establezca otra cosa en la
ley.
- El derecho a cobrar prestaciones periódicas pagaderas por plazos inferiores a un año
prescribe a los 5 años.
- El derecho a cobrar los servicios profesionales (honorarios de abogado) y otros supuestos,
prescriben a los 3 años.
- Los interdictos posesorios y el derecho a reclamar la indemnización derivada de la
responsabilidad extracontractual prescribe al año.

Alegabilidad y renuncia de la prescripción

El efecto de la prescripción es que habiendo transcurrido el plazo de la misma, ya no se


puede exigir al sujeto pasivo del derecho (p. ej. el deudor) la conducta activa u omisiva que
podía serle impuesta por el titular. De ahí que el abogado una vez transcurrido el plazo de
prescripción de 3 años (art. 1.967) que la ley señala para el cobro de sus honorarios
profesionales ya no puede exigir a su cliente que le pague.
La prescripción para beneficiar al sujeto pasivo del derecho subjetivo ha de ser alegada por
este, de manera que si el titular del derecho ejerce el mismo fuera de plazo y el sujeto pasivo
no alega que tal derecho se encontraba prescrito por haber transcurrido el plazo, podrá ser
condenado a cumplir a pesar de encontrarse prescrito el derecho. La prescripción no puede
ser apreciada de oficio (sin denuncia de las partes) por los Tribunales.
La ley autoriza la renuncia de la prescripción una vez que ha transcurrido el plazo fijado para
la misma (art. 1.935.2), sin embargo prohíbe la renunciada anticipada de la prescripción
puesto que ello conduciría a permitir que los particulares pudiesen hacer imprescriptibles los
derechos.

La caducidad

Otra forma de actuar el tiempo como límite de la eficacia de los derechos subjetivos es la
caducidad. Se trata también de una forma de extinción de las acciones y de los derechos por
el transcurso del tiempo, pero no le es aplicable enteramente
el régimen jurídico de la prescripción). Las principales diferencias entre ambas
figuras consisten en que:

a) La caducidad, a diferencia de la prescripción, no puede ser interrumpida. Ej. El art. 1.524


establece un plazo (que es de caducidad) de nueve días para ejercer el derecho de retracto.
El titular del derecho no podrá interrumpir este plazo ni tan siquiera interponiendo una
demanda judicial. No hay forma posible de detener el transcurso del
plazo de caducidad.

b) La caducidad puede ser declarada de oficio por el juez aunque el interesado no la alegue,
la prescripción solo puede ser declarada si se alega por el interesado, es decir a instancia de
parte.
c) Los plazos de caducidad generalmente suelen ser mucho más cortos que los de
prescripción

Tema 4: LAS OBLIGACIONES

1. Concepto de las obligaciones.

Los civilistas definen obligación como: Derecho del acreedor dirigido a conseguir del deudor
una prestación de dar, hacer o no hacer garantizada con todo el activo patrimonial del deudor.
“Crédito” y “obligación” son términos sinónimos, puesto que designan una misma
relación, vista desde el punto de vista de cada uno de los implicados: el derecho
de crédito del acreedor se corresponde con la obligación del deudor.
Las fuentes de las obligaciones son aquellos hechos o situaciones que determinan que un sujeto
quede obligado a realizar algo a favor de otro. Las fuentes de las obligaciones más importantes
son la ley, el contrato, y la denominada “responsabilidad extracontractual” o
“responsabilidad por daños”.

En toda obligación existen tres elementos:


1. Sujeto
2. Objeto
3. El vínculo

2) EL OBJETO DE LA OBLIGACIÓN.
2.1. Obligaciones de dar, hacer y no hacer.
El objeto de toda obligación es la “prestación” o conducta que ha de realizar el
deudor. La prestación debe ser posible, lícita y determinada o, al menos, determinable
con arreglo a criterios objetivos. Según el tipo de prestación que debe realizar el deudor,
cabe distinguir los siguientes tipos de obligaciones:

a) Obligaciones de dar: Consisten en entregar una cosa al acreedor, ya sea con el


fin de transmitirle la propiedad o simplemente con el fin de transferirle la posesión para
su uso o disfrute. La obligación de dar puede ser específica (cuando recae sobre una
cosa concreta y determinada), o genérica (cuando recae sobre un determinado número o
medida de cosas pertenecientes a un género).
Las obligaciones genéricas se caracterizan porque en ellas no existe el riesgo de
que la prestación llegue a hacerse imposible por pérdida o destrucción de la cosa debida,
ya que “el género no perece” (genus numquam perit); esta regla se aplica mientras no se
produce la especificación, en virtud de la cual se determinan las cosas concretas que el
deudor debe entregar al acreedor.

Un tipo especialmente importante de obligación genérica es la obligación


Pecuniaria (la que se expresa en términos monetarios)

b) Obligaciones de hacer (obligaciones positivas): Consisten en la realización de un servicio


en favor del acreedor. Pueden ser de dos tipos: en las “obligaciones de medios” el
deudor está obligado a realizar una determinada actividad de forma diligente, pero no se
compromete a proporcionar un resultado concreto al acreedor; en cambio, en las “obligaciones
de resultado” el deudor está obligado a proporcionar al acreedor un resultado concreto o
una obra finalizada.

c) Obligaciones de no hacer (obligaciones negativas): Son aquéllas en virtud de las cuales el


deudor queda obligado a no realizar una determinada actividad o conducta (p. ej., no enajenar
ciertos bienes, no hacer competencia a otra empresa durante un determinado período, no
construir en un determinado solar por encima de cierta altura, etc.).

Las obligaciones pecuniarias.

Son aquellas obligaciones que tienen por objeto la entrega de dinero. Desde el
punto de vista jurídico, el dinero se define como una cosa mueble, fungible y divisible,
que sirve como medio de pago de las obligaciones, como instrumento de cambio y
como medida de valor de las cosas y servicios.

Las obligaciones pecuniarias propiamente dichas son aquéllas que tienen un


carácter genérico por recaer sobre una determinada suma de dinero, y no sobre
determinadas monedas individualmente consideradas. Por ello, el cumplimiento de las
obligaciones pecuniarias nunca puede llegar a hacerse imposible por pérdida de la cosa
debida.

El cumplimiento de la obligación pecuniaria debe hacerse en la especie


monetaria pactada; si no es posible entregar el tipo de moneda pactado, deberá pagarse
en la moneda que tenga curso legal en España. La entrega de efectos tales como
pagarés, letras de cambio, cheques, u otros documentos mercantiles no libera por sí
misma al deudor: sólo producirá los efectos del pago cuando tales efectos hayan sido
efectivamente realizados (art. 1170 CC). Además, y como regla general, el acreedor no
está obligado a aceptar que el pago se realice mediante la entrega de tales efectos.

Las obligaciones pecuniarias pueden ser de dos tipos: las deudas de cantidad son
aquéllas que tienen por objeto la entrega de una cantidad de dinero líquida, es decir, ya
determinada (p. ej., la de pagar el precio en una venta); en cambio, las deudas de valor
son aquéllas que requieren una liquidación previa para determinar su cuantía exacta (p.
ej., las obligaciones indemnizatorias).

Un tipo especial de obligación pecuniaria es la obligación de pagar intereses. Se


trata de una obligación accesoria respecto a otra obligación principal (la de entregar o
restituir un capital), y que consiste en el pago de una cantidad de dinero proporcional al
capital principal, el tiempo y la tasa de interés legal o contractualmente fijada. Desde el
punto de vista jurídico, los intereses son un fruto civil del dinero, que se entiende
producido por días, salvo pacto en contrario.
Los intereses pueden cumplir, básicamente, dos funciones: los intereses
retributivos son aquéllos que sirven para remunerar la utilización de un capital ajeno; en
cambio, los intereses moratorios o de demora tienen un carácter indemnizatorio, ya que
constituyen la indemnización por el retraso en la entrega o devolución de un capital
ajeno. La cuantía de los intereses convencionales puede ser establecida
libremente por las partes, con el límite fijado por las normas sobre represión de la usura
(aunque en los contratos celebrados con consumidores existen otros límites más
estrictos). La cuantía del interés legal ordinario se fija cada año en la Ley de
Presupuestos Generales del Estado.

LOS SUJETOS DE LA OBLIGACIÓN.

En cualquier relación obligatoria existen dos partes: la parte acreedora, que


puede exigir el cumplimiento, y la parte deudora, que está obligada a cumplir. Ambas
partes pueden estar ocupadas por uno o varios sujetos; y también puede ocurrir que
ambas partes de la relación sean al mismo tiempo acreedoras y deudoras.

Obligaciones mancomunadas y solidarias.

a) Mancomunidad: Puede ser activa (mancomunidad de acreedores), pasiva (de


deudores) o mixta (de acreedores y deudores). Cuando la obligación es mancomunada
(también llamada “parciaria”), se entiende dividida en tantas obligaciones como
sujetos concurran, de tal manera que cada acreedor sólo puede exigir su parte (no la de los
otros acreedores), y cada deudor sólo está obligado a cumplir la suya (no la de los otros
deudores). Cuando la obligación recae sobre una prestación indivisible, la propia
naturaleza de ésta impone la regla de la actuación conjunta: todos los acreedores deben
exigir conjuntamente el cumplimiento, y todos los deudores deben cumplir
conjuntamente. En estos supuestos, el incumplimiento de uno de los deudores determina
el incumplimiento total de la obligación, pero aquéllos que hubieran estado dispuestos a
cumplir su parte sólo deberán satisfacer al acreedor la parte proporcional del precio de
la prestación debida, mientras que la indemnización de los daños adicionales deberá ser
asumida en exclusiva por aquél que hubiera provocado el incumplimiento.

b) Solidaridad: También puede ser activa (de acreedores), pasiva (de deudores) o
mixta (de unos y otros). Cuando la obligación es solidaria, cada acreedor, sin contar con los
demás, puede exigir el cumplimiento íntegro de la prestación al deudor único, sin
perjuicio de que, en la relación interna, deba entregar a los demás acreedores su parte;
del mismo modo, el acreedor único puede exigir la prestación íntegra a cualquiera de los
deudores, sin perjuicio de que aquél que haya pagado pueda reclamar su parte a los
demás deudores en la relación interna. En caso de incumplimiento de la obligación,
todos los deudores responden solidariamente de la indemnización debida al acreedor. La
solidaridad refuerza notablemente la posición del acreedor, que ve ampliadas sus
posibilidades de cobro.

En el Derecho español, cuando existe una pluralidad de acreedores o de


deudores, el sistema que se aplica, como regla general, es la mancomunidad; la
solidaridad sólo se puede aplicar cuando venga establecida expresamente, bien por la
ley, o bien por la voluntad contractual de las partes.

Obligaciones unilaterales y bilaterales.

Las obligaciones unilaterales son aquéllas en las que sólo existe una parte
acreedora y otra deudora (p. ej., las que derivan del contrato de préstamo). Ahora bien,
existen ciertos casos en que las dos partes de una relación son, al mismo tiempo y de forma
recíproca, acreedores y deudores. Se trata de las llamadas “obligaciones
bilaterales, recíprocas o sinalagmáticas”, que son muy frecuentes en la práctica, y
que presentan un régimen especial en determinados aspectos especialmente importantes:

-Si no se establece otra cosa, las dos obligaciones deben ser cumplidas de forma
simultánea. Por tanto, si una de las partes, sin haber cumplido su propia obligación,
exige a la otra el cumplimiento de la suya, ésta última puede oponerse a la reclamación
utilizando la llamada “excepción de contrato incumplido”.

-Mientras que una de las partes no cumple, la otra no incurre en situación de


mora; desde que una de las partes cumple su obligación la otra se coloca
automáticamente en situación de mora.

-Si una de las partes incumple su obligación, la otra puede optar entre exigir el
cumplimiento forzoso o la resolución del contrato, más la indemnización de daños (art.
1124).

Por el pago o cumplimiento

Se entiende por pago, el cumplimiento efectivo de la prestación conveniente. En el derecho


patrimonial, para poder realizar el pago se exigen una serie de requisitos que afectan a los
sujetos, al objeto, al tiempo, y al lugar del pago.

Sujetos del pago. El cobro de lo indebido.

Aunque sólo puede ser exigido al deudor –o a sus herederos-, el pago puede ser realizado por
cualquier sujeto, siempre que la obligación no sea personalísima, y con independencia de que
tenga o no un interés propio en que se realice el pago, y de que el deudor apruebe el pago, lo
ignore o lo desapruebe. El tercero que paga una deuda ajena tiene derecho a dirigirse a
continuación contra el deudor, pero lo que podrá reclamarle será distinto según los casos: si
actuó contra la voluntad del deudor, sólo podrá repetir contra éste en la medida en que el pago
le haya resultado útil; si actúa ignorándolo el deudor, o sin que éste manifieste su acuerdo o su
oposición, podrá reclamarle lo pagado; pero si actúa con el consentimiento del deudor, o en
virtud de un interés propio (o bien cuando así lo establezca expresamente la ley), se
produce lo que se denomina “subrogación por pago”, en virtud de la cual el tercero
que paga se coloca en la misma posición que tenía el acreedor original, y por tanto podrá
dirigirse contra el deudor aprovechando todas las garantías, privilegios y ventajas que tuviera el
crédito original.
En principio, quien tiene derecho a exigir el pago es exclusivamente el acreedor (o sus
herederos); pero, en determinados casos, también puede recibir el pago un tercero distinto, con
plenos efectos liberatorios para el deudor: cuando se trate de un tercero autorizado para recibir
el pago; cuando el pago realizado al tercero resulte ser útil para el acreedor; cuando el acreedor
ratifique el pago realizado al tercero; y cuando se paga de buena fe al “acreedor
aparente”.
La figura conocida como “cobro de lo indebido” se produce cuando un sujeto
realiza por error un pago a otro sujeto que no tenía derecho a cobrar (p. ej., se paga una
deuda que nunca existió o que ya estaba pagada; o se paga por error a una persona
distinta del acreedor). En estos casos, el que recibe el pago tiene obligación de restituir lo
indebidamente cobrado, pero tiene derecho a que le sean abonadas las mejoras y gastos que
haya realizado en la cosa. Si actuó de mala fe, su responsabilidad es más grave: deberá restituir
los frutos o intereses producidos o que hubiera debido producir la cosa entregada; responderá
de las pérdidas y deterioros que haya sufrido ésta por cualquier causa (incluso por caso
fortuito); y deberá indemnizar también los daños y perjuicios causados a quien realizó el pago
indebido (arts. 1895 y ss.).

4.2. Objeto del pago.


Para que el pago libere al deudor de su obligación, tiene que reunir tres características básicas:
a) Identidad: El deudor debe realizar exactamente la misma prestación que
consta en la obligación, y no puede imponer otra al acreedor, aunque sea de igual o
mayor valor.
b) Integridad: La prestación debe cumplirse íntegramente.
c) Indivisibilidad: El deudor no puede imponer al acreedor, sin el consentimiento
de éste, un cumplimiento parcial de la prestación debida, ni siquiera en el caso de que
ésta sea divisible. No obstante, cuando la obligación tenga una parte líquida y otra
ilíquida, podrá exigir el acreedor y hacer el deudor la primera sin esperar a que se
liquide la segunda.

Tiempo y lugar del pago. La condición y el término

Los interesados pueden introducir en un contrato determinadas cláusulas con


objeto de supeditar la propia exigibilidad de las obligaciones derivadas de él a la
concurrencia de determinadas circunstancias. Tales cláusulas son, básicamente, la
condición y el término. Las obligaciones que no están sometidas a condición o a
término se denominan “obligaciones puras” y son inmediatamente exigibles.

a) Las obligaciones condicionales son aquéllas cuya exigibilidad se hace


depender de un acontecimiento futuro e incierto, es decir, que puede llegar a darse o no.

b) Las obligaciones a término o a plazo son aquéllas cuya exigibilidad se hace


depender de la llegada de un acontecimiento o de un tiempo futuro pero cierto, es
decir,que se ha de producir en todo caso, aunque no se sepa exactamente cuándo. El término
puede ser también suspensivo (término inicial, a partir del cual será exigible la
obligación) o resolutorio (término final, a partir del cual dejará de ser exigible la
obligación).

Prueba y gastos del pago.

La prueba de que el pago se ha realizado de forma exacta y oportuna corresponde al deudor,


que puede utilizar para ello cualquier medio de prueba (p. ej., la declaración de testigos, el
informe pericial, el extracto bancario de ingreso, etc.), aunque, en la práctica, el medio más
importante de prueba de pago es el recibo extendido por el acreedor, y cuya entrega puede ser
exigida por el deudor.

Formas especiales de pago.

La imputación de pagos.

Cuando entre un mismo deudor y un mismo acreedor existen varias obligaciones


pendientes y el primero realiza un pago que no alcanza a cubrirlas todas, resulta
necesario determinar, a falta de acuerdo, a cuál de las obligaciones se aplica dicho pago.
Los criterios que habrán de aplicarse serán los siguientes: en primer lugar, habrá que
estar a lo que decida el deudor al realizar el pago, pero, si se trata de una deuda que produce
intereses, no podrá estimarse hecho el pago por cuenta del capital mientras no
estén cubiertos los intereses. Si no pueden aplicarse las reglas anteriores, se estimará
pagada la deuda que fuera más onerosa para el deudor entre las vencidas; y si todas
fueran igualmente gravosas, el pago se imputará a todas de forma proporcional.

B) El pago por cesión de bienes.


El deudor puede ceder sus bienes a los acreedores para el pago de sus deudas,
con objeto de que éstos procedan a vender los bienes y aplicar el precio obtenido al
cobro de sus créditos. La cesión puede realizarse en el ámbito de un procedimiento
judicial (concurso de acreedores), o de forma extrajudicial. Salvo pacto en contrario, la
cesión de bienes para pago sólo libera al deudor de sus obligaciones por el importe
líquido de los bienes cedidos.

C) La dación en pago.
Consiste en la realización por el deudor de una prestación distinta de la debida,
que es aceptada por el acreedor con la finalidad y el efecto extintivo propios del pago. A
diferencia del supuesto anterior, la dación en pago extingue automáticamente la
obligación, sin necesidad de que se proceda a la previa liquidación del bien o bienes
entregados.

D) Ofrecimiento de pago y consignación.


Del mismo modo que el acreedor tiene derecho a exigir el cumplimiento de la
obligación, también el deudor tiene derecho a liberarse de ella mediante su
cumplimiento exacto y oportuno, y a evitar que la posible falta de colaboración del
acreedor le pueda suponer algún perjuicio. Por ello, una vez que el deudor haya
realizado un ofrecimiento de pago en las condiciones establecidas, si el acreedor se
resiste indebidamente a recibirlo o está incapacitado para ello, se produce la situación de
“mora del acreedor”, que tiene dos consecuencias fundamentales: por un lado, el
acreedor asume desde ese momento el riesgo de que la prestación debida llegue a
hacerse imposible por caso fortuito, de manera que, en tal caso, no podrá exigir
responsabilidad alguna al deudor y además deberá cumplir su propia obligación; por
otro, el deudor puede en estos casos liberarse de su obligación recurriendo a un
procedimiento especial denominado “consignación”, y que consiste en poner la
prestación debida a disposición de un Juzgado o de un Notario (arts. 1176 y ss. CC).

EXTINCIÓN DE LAS OBLIGACIONES POR CAUSAS DISTINTAS DEL PAGO.


MODIFICACIÓN DE LAS OBLIGACIONES.

1.1. Imposibilidad sobrevenida de la prestación.

Para que la obligación llegue a nacer válidamente es necesario que la prestación


debida sea originariamente posible en cuanto a su cumplimiento. Ahora bien, si la
prestación, siendo originariamente posible, viene a hacerse imposible en un momento
posterior (p. ej., porque la cosa que se ha de entregar se pierde o destruye o el servicio
debido viene a ser imposible), las consecuencias serán distintas en función de cuál sea la
causa de esa imposibilidad sobrevenida:

a) Si la imposibilidad es debida a culpa del deudor, éste incurrirá en responsabilidad por


incumplimiento de la obligación, con las consecuencias que posteriormente veremos. Hay que
tener en cuenta que, en caso de imposibilidad sobrevenida, se presume la culpa del deudor
mientras éste no pruebe que se debió a caso fortuito o fuerza mayor (art. 1183 CC).

b) Si la imposibilidad se debe a un supuesto –probado- de caso fortuito o fuerza


mayor, la obligación, como regla general, se extinguirá, y por tanto el deudor quedará
liberado de toda responsabilidad. Como excepción, el deudor deberá indemnizar al
acreedor, a pesar de no haber actuado de forma culposa, en tres casos: cuando así se
hubiera pactado, cuando el deudor se encontrara previamente en situación de mora, y
cuando la obligación en cuestión procediera de la comisión de un delito (p. ej., la
obligación de restituir las cosas robadas).

Condonación o remisión de la deuda.

Consiste en el perdón total o parcial de la deuda por el acreedor. En la medida en


que implica la renuncia al derecho de crédito y una atribución gratuita a favor del
deudor, de efectos parecidos a una donación, la remisión está sometida a los límites
generales que la ley impone a la renuncia de derechos (art. 6.2 CC) y a las donaciones,
de tal manera que la misma no podrá ser contraria al interés o al orden público, ni podrá
perjudicar a terceros (p. ej., los acreedores y legitimarios del acreedor que realiza la
condonación).

Por la confusión de los derechos de acorredor y deudor

La confusión de derechos es una forma de extinción de la obligación consistente en la


concurrencia en la misma persona de la condición de deudor y acreedor, produciéndose así un
situación irregular por la imposibilidad de ser deudor de uno mismo, subsanándose al
extinguirse esa obligación con la denominada figura de la confusión de derechos.

Compensación.

La obligación se extingue por compensación cuando dos personas son


recíprocamente acreedora y deudora la una de la otra, siempre que se den determinados
requisitos: debe tratarse de obligaciones recíprocas, homogéneas, vencidas, líquidas y
exigibles, y que no hayan sido retenidas judicialmente por intervención de un tercero
(art. 1196 CC). Si se dan todos estos requisitos, la compensación extingue
automáticamente las dos obligaciones en la cantidad concurrente.

Novación.

Se denomina novación al cambio en alguno de los elementos de la obligación.


La novación puede ser objetiva (cuando se modifica la prestación debida, la causa de la
obligación, o las condiciones principales de ésta) o subjetiva (cuando se modifica la
persona del deudor o la del acreedor).

El acreedor de una obligación puede cambiar por dos razones fundamentalmente: por la
subrogación en la posición del acreedor original del tercero que paga una deuda ajena en ciertos
casos22, o por la cesión del crédito. Este último es un contrato en virtud del cual el acreedor
original transmite su derecho de crédito a otro sujeto, ya sea a título oneroso o a título gratuito,
sin necesidad de contar para ello con el consentimiento del deudor. Por el contrario, el cambio
de la persona del deudor requiere necesariamente el consentimiento del acreedor para liberar al
deudor original, ya que no se puede obligar al acreedor a que prescinda de la garantía que para
él supone la persona
y el patrimonio de su deudor (art. 1205 CC).

Desde otro punto de vista, la novación puede ser extintiva (la obligación original
se extingue y es sustituida por una nueva) o puramente modificativa (la obligación
original subsiste, pero con alguna modificación). La diferencia es importante porque en
la novación modificativa la obligación, pese al cambio de alguno de sus elementos,
conserva el resto de sus condiciones (como la fecha, las garantías, los privilegios, etc.);
la regla en esta materia es que se presume que la novación es puramente modificativa,
salvo que por acuerdo expreso de las partes o por ser incompatibles la obligación
originaria y la nueva deba entenderse que la novación tiene un carácter extintivo.

Tema 5: LA PROTECCIÓN DEL DERECHO DE CRÉDITO

5.1. LA RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL UNIVERSAL:

Al estudiar los elementos de la obligación se han distinguido los sujetos (acreedor y deudor),
el objeto (la prestación) y el vínculo (que es el nexo que liga a los sujetos con respecto al objeto):
éste, pese a ser un concepto unitario, puede diferenciarse en débito, que es el deber del deudor
de cumplir la prestación y el correlativo derecho de crédito del acreedor de exigirlo
y responsabilidad que es la sujeción del patrimonio del deudor al cumplimiento de la prestación,
como garantía para el acreedor, que puede dirigirse contra el mismo, caso de incumplimiento.
Este principio de responsabilidad lo proclama el artículo 1911 con carácter de patrimonial y de
universal: Del cumplimiento de las obligaciones responde el deudor con todos sus bienes
presentes y futuros.
LA FIANZA.

Concepto y caracteres.
Por el contrato de fianza un sujeto (fiador) se obliga personalmente frente al
acreedor a pagar o cumplir por el deudor principal en caso de que éste no lo haga. Se
trata de una garantía personal, puesto que el fiador responde frente al acreedor con todos
sus bienes presentes y futuros. La obligación del fiador tiene carácter accesorio, puesto
que su destino depende de la obligación principal (p. ej., se extingue cuando ésta se
cumple). El fiador puede asumir su posición de garante, bien de forma gratuita, o bien
de forma onerosa (p. ej., cuando recibe una retribución del deudor principal, como
sucede en los avales bancarios). La constitución de la fianza no está sujeta a ningún
requisito de forma, aunque sí ha de constar de forma expresa la voluntad del fiador.

Contenido.
En la relación entre fiador y acreedor, aquél se obliga a responder frente a éste
en caso de incumplimiento del deudor principal. Frente a la reclamación del acreedor, el
fiador puede oponerle el llamado “beneficio de excusión”, señalándole bienes del
deudor que sean suficientes para cubrir la deuda con objeto de que los agote antes de dirigirse
contra él mismo. Sin embargo, el fiador no podrá oponer el beneficio de
excusión cuando la fianza se haya constituido como solidaria; en tal caso, el acreedor
podrá dirigirse indistintamente contra el deudor principal o el fiador.
En la relación entre fiador y deudor principal, aquél dispone de dos vías de
actuación: antes de pagar al acreedor, y cuando se den determinadas circunstancias (art.
1843: cuando se le reclame judicialmente el pago, cuando el deudor sea declarado en
concurso o sea insolvente, cuando el deudor se hubiera comprometido a relevarle de la
fianza en un plazo determinado, cuando haya vencido el plazo de exigibilidad de la
deuda principal, y cuando se hayan cumplido diez años desde la constitución de la
fianza), podrá ejercitar contra el deudor la llamada “acción de relevación o cobertura” con
objeto de que éste le libere de la fianza o le garantice el reembolso de lo que haya de pagar.
Una vez que el fiador haya pagado ya al acreedor, podrá ejercitar contra el deudor principal la
correspondiente acción de reembolso (que comprende el capital pagado más los intereses,
gastos y daños), pudiendo subrogarse para ello en los
derechos que tuviera el acreedor frente al deudor.

5.2. LA FIANZA Y LA CLAÚSULA PENAL:

La fianza puede definirse como aquel contrato por el que una tercera persona distinta del
acreedor y del deudor se obliga al cumplimiento de una obligación principal subsidiariamente.
Es decir, cuando el deudor o fiador anterior no la cumple.
A la fianza hacen referencia los art 1822 y siguientes del Código Civil. La fianza tiene los
siguientes caracteres.

1. Es un contrato accesorio ya que no puede existir ni tiene razón de ser sin una obligación
principal.
2. Es un contrato consensual: ya que se perfecciona por el mero consentimiento de las partes
3. Es un contrato unilateral ya que solamente produce obligaciones para la persona del fiador y
en favor del acreedor.
4. Puede ser gratuito u oneroso, aunque lo corriente en la práctica civil es que sea gratuito.

TIPOS DE FIANZA

La doctrina y la ley ha clasificado a la fianza en tres tipos: los cuales son la fianza convencional,
legal y judicial. La fianza convencional es la que surge con la voluntad entre el acreedor y el
deudor. La fianza legal es aquella impuesta por la ley con el fin de asegurar el cumplimiento de
una obligación. La fianza judicial es otorgada mediante una resolución judicial
También el código civil manifiesta que la fianza puede ser civil y mercantil. La fianza civil es
aquella que está regulada en los diferentes códigos civiles y normalmente se otorga a título
gratuito. La fianza mercantil es aquella que otorga una Institución autorizada y se regula por la
autoridad hacendaria de manera onerosa. Sin embargo también encontramos que la fianza puede
hacerse gratuitamente, en la cual el fiador no recibe ninguna retribución por otorgarla. Al contrario
de esta se encuentra la fianza onerosa, en la cual el fiador obtiene una retribución por otorgarla.
C. Las obligaciones de las partes:
Obligaciones del acreedor: el acreedor no tiene otra obligación que la de pagar al fiador el precio de la
fianza y solo en el caso que así se haya pactado y el pago corresponda al acreedor.
Obligaciones del fiador: Tiene una serie de obligaciones, beneficios y derechos frente al acreedor.
Como obligación principal tiene la de pagar la obligación principal subsidiariamente (para el caso que
el deudor no cumpla).
Tiene dos beneficios, el de exclusión y el de división. El de exclusión es aquel en que el fiador virtud del
cual puede detener la acción del acreedor. El de división es aquel en el que el fiador puede dividir los
efectos de la obligación.
Para que el fiador pueda aplicar este último beneficio debe cumplir los requisitos.
1. Que oponga el beneficio de exclusión al acreedor cuando este le requiera el pago
2. Que el fiador señale bienes del deudor que reúnan los siguientes requisitos: primero, que sean
bienes realizables en territorio español y que no

Según el art 1831 no tendrá lugar el beneficio de exclusión en los siguientes casos:
1. Cuando el fiador haya renunciado expresamente a ello
2. En caso de quiebra o concurso del deudor.
3. Cuando el fiador se haya obligado solidariamente con el deudor.
4. Cuando el deudor no pueda ser demandado dentro de España.
5. Cuando se trate de una fianza judicial.

A todo acreedor le interesa la integridad del patrimonio del deudor. Hay que partir
del art. 1911 del Código Civil que señala: “Del cumplimiento de las obligaciones responde
el deudor con todos sus bienes, presentes y futuros”. Pero este artículo es insuficiente, por
eso el art. 1111 del Código Civil va más allá: “Los acreedores, después de haber perseguido
los bienes de que esté en posesión el deudor para realizar cuanto se les debe, pueden ejercitar
todos los derechos y acciones de éste con el mismo fin, exceptuando los que sean inherentes
a su persona; puede también impugnar los actos que el deudor haya realizado en fraude de
su derecho”. Establece tres etapas que habrá de seguirse en ese mismo orden.
La acción subrogatoria
Según el derecho romano, “debitor debitoris, debitor meus est”: “el deudor de mi
deudor, es deudor mío”. Se permite que nos coloquemos en el lugar de mi deudor
para ejercitar los derechos del que debe frente a otro. Tiende a que entren en el
patrimonio del deudor bienes que ya tenían que estar dentro de él. Los acreedores se
subrogan en la posición de un deudor, para que entren en el patrimonio del mismo,
para que después el acreedor actúe en contra de ese patrimonio que ya se ha visto
afectado. Aparece en todos los códigos (italiano, francés, español…), como
mecanismo de sustitución procesal. El acreedor ejercita en nombre propio unos
derechos del deudor, que éste no ejercita. La finalidad es restaurar la solvencia del
deudor. Después de que exista la solvencia del deudor, se actuará contra su
patrimonio. Para ello se requieren los siguientes requisitos:

1. Estar ante una deuda exigible, vencida y no satisfecha.

2. Que haya sido insuficiente el patrimonio del deudor.

3. Que el deudor tenga unos derechos/acciones que no ejercita por pasividad. En


definitiva, queriendo mantener una situación de insolvencia.

4. El art. 1111 del Código Civil refiere también que no cabe ejercitar la acción
subrogatoria cuando estemos ante derechos personalísimos.
A todo acreedor le interesa la integridad del patrimonio del deudor. Hay que partir
del art. 1911 del Código Civil que señala: “Del cumplimiento de las obligaciones responde
el deudor con todos sus bienes, presentes y futuros”. Pero este artículo es insuficiente, por
eso el art. 1111 del Código Civil va más allá: “Los acreedores, después de haber perseguido
los bienes de que esté en posesión el deudor para realizar cuanto se les debe, pueden ejercitar
todos los derechos y acciones de éste con el mismo fin, exceptuando los que sean inherentes
a su persona; puede también impugnar los actos que el deudor haya realizado en fraude de
su derecho”. Establece tres etapas que habrá de seguirse en ese mismo orden.

La acción subrogatoria
Según el derecho romano, “debitor debitoris, debitor meus est”: “el deudor de mi
deudor, es deudor mío”. Se permite que nos coloquemos en el lugar de mi deudor
para ejercitar los derechos del que debe frente a otro. Tiende a que entren en el
patrimonio del deudor bienes que ya tenían que estar dentro de él. Los acreedores se
subrogan en la posición de un deudor, para que entren en el patrimonio del mismo,
para que después el acreedor actúe en contra de ese patrimonio que ya se ha visto
afectado. Aparece en todos los códigos (italiano, francés, español…), como
mecanismo de sustitución procesal. El acreedor ejercita en nombre propio unos
derechos del deudor, que éste no ejercita. La finalidad es restaurar la solvencia del
deudor. Después de que exista la solvencia del deudor, se actuará contra su
patrimonio. Para ello se requieren los siguientes requisitos:

1. Estar ante una deuda exigible, vencida y no satisfecha.

2. Que haya sido insuficiente el patrimonio del deudor.

3. Que el deudor tenga unos derechos/acciones que no ejercita por pasividad. En


definitiva, queriendo mantener una situación de insolvencia.
4. El art. 1111 del Código Civil refiere también que no cabe ejercitar la acción
subrogatoria cuando estemos ante derechos personalísimos.

La acción pauliana o revocatoria

A través de esta acción, la ley permite al acreedor rescindir los actos y contratos
que haya podido realizar el deudor en fraude de los derechos de aquéllos (fundamentalmente,
con objeto de sacar los bienes de su patrimonio enajenándolos a
terceros, evitando así su embargo y ejecución). Se trata también de una acción
subsidiaria, que sólo se puede ejercitar cuando el acreedor no tenga otra forma de
cobrar. Para que la acción sea acogida, el acreedor debe probar que entre el deudor y el
tercero hubo un acuerdo fraudulento, aunque el fraude se presume en ciertos casos
(fundamentalmente, cuando se trate de enajenaciones gratuitas, y cuando se trate de
enajenaciones onerosas realizadas por un deudor que previamente hubiera sido ya
condenado o embargado). La acción está sometida a un plazo de caducidad de cuatro
años desde la enajenación.
Si la acción es acogida, el acreedor podrá dirigirse contra los bienes enajenados
de forma fraudulenta para cobrar su crédito, pese a no estar ya en el patrimonio del
deudor, y siempre que no hayan pasado a estar en poder de un tercero de buena fe. En
este último caso, el acreedor sólo podrá pedir una indemnización de daños y perjuicios a
quienes hubieran participado en el fraude.

Concurrencia y prelación de créditos.

Cuando un mismo deudor tiene una pluralidad de acreedores por causas


distintas, y está en situación de insolvencia (es decir, carece de bienes suficientes para
pagar todas sus obligaciones), debe procederse a declararlo en situación de concurso de
acreedores. Se trata de un procedimiento judicial de ejecución colectiva, regulado por la
Ley Concursal 22/2003, y que tiene por objeto, en primer término, intervenir el
patrimonio del deudor y someterlo a un régimen especial de administración en interés
de los acreedores (que es asumida por un órgano llamado “administración
concursal”); y, en segundo término, llegar a un convenio entre el deudor y sus acreedores
parasatisfacer –al menos parcialmente- los derechos de éstos o, en defecto de acuerdo, proceder
a la liquidación del patrimonio del deudor para aplicar el precio obtenido al pago de los
acreedores.

A la hora de determinar de qué modo ha de repartirse el resultado de la


liquidación entre los acreedores concurrentes, se debe partir del principio según el cual
todos los acreedores tienen el mismo derecho a cobrar (par condicio creditorum) y, por
tanto, todos tendrán derecho a que se les pague en proporción a la cuantía de sus
créditos (la llamada “ley del dividendo”). No obstante, esta regla presenta
determinadas excepciones, que vienen establecidas de forma taxativa por la ley:

a) Los créditos derivados de la propia administración del patrimonio durante el


concurso y de los contratos que la administración concursal celebre con terceros durante
éste, así como los créditos de los trabajadores por los salarios de los últimos treinta días,
tienen la consideración de “deudas de la masa”, y deben ser pagados conforme van
venciendo, sin esperar a que se liquide el patrimonio.

b) Una vez que se liquidan los bienes, tienen derecho a cobrar en primer término
los acreedores que la ley considera privilegiados. Los privilegios crediticios pueden ser
de dos tipos: los privilegios especiales recaen sobre bienes concretos (p. ej., el que se
reconoce a los acreedores cuyos créditos están garantizados con prenda o hipoteca),
mientras que los privilegios generales recaen sobre el resto de los bienes del deudor (p.
ej., los créditos de la Seguridad Social, algunos créditos tributarios, y otros).

c) Una vez que hayan cobrado los acreedores privilegiados, lo harán los
acreedores ordinarios, en proporción a la cuantía de sus créditos, sobre el remanente que
pueda quedar.

d) Por último, cobrarán los llamados “acreedores subordinados”, calificados


como tales por su relación con el deudor (p. ej., créditos de parientes), por su actuación
fraudulenta o sospechosa, o por la especial naturaleza de sus créditos (p. ej., créditos por
intereses). Hay que tener en cuenta que los privilegios crediticios también pueden operar fuera
del concurso de acreedores, aunque no hay una coincidencia absoluta entre los acreedores que
tienen la condición de privilegiados en uno y otro ámbito. Cuando un
acreedor embarga bienes del deudor para cobrar su crédito, iniciando así un proceso de
ejecución singular, los acreedores que tengan un carácter preferente respecto a aquél
pueden hacer valer su derecho a cobrar primero sobre el resultado de la ejecución
mediante el ejercicio de una acción especial llamada “tercería de mejor derecho”. Los
privilegios ejercitables en el ámbito de las ejecuciones singulares no están recogidos en
la Ley Concursal, sino en los arts. 1921 y siguientes del Código Civil.

A. Tipos de concurrencia de acreedores


Dos clases de concurrencia de acreedores:
Concurrencia singular de acreedores: se da cuando hay dos acreedores que se disputan el
mismo bien. Esta concurrencia se soluciona mediante la llamada en nuestro derecho como
“tercería del mejor derecho” al que hace referencia el art 614 de la Ley del enjuiciamiento civil.
Concurrencia universal acreedores: La concurrencia universal de acreedores se da cuando
el patrimonio del deudor no es suficiente para pagar a todos sus acreedores. Y se rige por la
llamada “Ley concursal” del año 2003.

Esta Concurrencia universal de acreedores, llamada también “Concurso de acreedores” se da


cuando el deudor es insolvente y por lo tanto incapaz de concurrir sus obligaciones.

Tipos de concurso
El concurso voluntario: es el solicitado por el propio deudor, que deberá probar su
insolvencia.
El concurso necesario: se da cuando los acreedores lo solicitan.

B.2 Fases del concurso


1. Fase de declaración: aquella en la que se establece la resolución judicial que abre
oficialmente el concurso.
2. Fase de convenio: aquella en la que se trata de llegar a un acuerdo entre los acreedores para
determinar la manera en que van a repartirse los bienes del deudor.
3. Fase de calificación: es aquella en que se califican los créditos en privilegiados u ordinarios
para intentar llegar a un acuerdo entre los acreedores para lo cual se convoca la llamada “Junta
de acreedores”

Si hay acuerdo en esta fase, se reparten los bienes del deudor en conformidad al acuerdo. Y si
no hay acuerdo se procede a la liquidación de los bienes del deudor.

Tema 6. Formación y eficacia del contrato

CONCEPTO DE CONTRATO. EL PRINCIPIO DE AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD.

Se denomina contrato al acuerdo de voluntades de dos o más sujetos, por el que


se crean, modifican o extinguen obligaciones y otras relaciones jurídicas de contenido
patrimonial entre ellos.

El contrato es el principal instrumento que el ordenamiento jurídico pone a


disposición de los particulares para ejercitar, en el ámbito patrimonial, el principio de
autonomía de la voluntad. Este principio, que es la base jurídica de la libertad de
empresa, se consagra en el art. 1255 CC, que señala asimismo cuáles son sus límites:
“Los contratantes pueden establecer los pactos, cláusulas y condiciones que tengan
porconveniente, siempre que no sean contrarios a las leyes, a la moral ni al orden
público”.

La autocontratación es un acto jurídico o modalidad del mismo en el cual una sola


persona interviene en un contrato haciendo las operaciones de ambos lados. Así, en el
caso de la compra Venta, actúa a la vez como vendedor y comprador de la misma
cosa, o en el caso del arrendamiento se "autoarrienda" el objeto del mismo, pagándose
a sí mismo la renta del arriendo mientras utiliza la cosa arrendada.

Causales de autocontratación
Principalmente, el autocontrato suele ocurrir cuando una de las partes es representante de otra, y
realiza un acto en que el representante es una parte y el representado es otra.
Asimismo, puede haber autocontratación cuando una persona es representante de dos partes. Por
ejemplo, un corredor de bolsa puede representar tanto al vendedor como al comprador, y así
vender en nombre de uno y comprar en nombre de otro.

Los contratos se pueden clasificar en nuestro derecho de la siguiente forma:


Típicos y atípicos: Son típicos aquellos de los que se encuentran especialmente regulados y
previstos en el ordenamiento legislativo (p. ej. contrato de compra venta). Los atípicos son los
que no se encuentran regulados y previstos en el ordenamiento legislativo (p. ej. contrato de
hospedaje).

Consensuales y reales: Son consensuales los que se perfeccionan con el consentimiento


(contrato de compraventa) y son reales son los que se perfeccionan con la entrega (p. ej.
contrato de préstamo).
Cuando hace referencia en el art. 1455 a la definición de contrato de compraventa, en lugar de
ser consensual, parece ser real. Sin embargo, esto no es así, como así lo expone el art. 1450 del
Código Civil

Transmisivos y obligatorios: Son transmisivos los que producen inmediatamente la entrega de


la cosa (p. ej. contrato de compraventa).

Son obligatorios los que generan el nacimiento de obligaciones (p. ej. contrato de mandato)

Contratos transmisivos: el contrato produce de manera inmediata, de por si, la


transmisión o nacimiento de un derecho real. Es decir, produce efectos reales
inmediatos.

Contratos puramente obligatorios: el contrato inmediatamente tan solo origina el


nacimiento de obligaciones – cuyo cumplimiento puede después exigir la transmisión de un
derecho real; efectos reales mediatos -.
Contrato tansmisivo-> obtengo la propiedad de la cosa en el momento de la
celebración del contrato.

Contrato Obligatorio-> No obtengo la propiedad hasta que no se me hace


entrega de la cosa objeto del contrato.

IV. Unilaterales y bilaterales: Son unilaterales los que producen obligación para una sola de
las partes contratantes (p. ej. la donación excepto las remuneradas). Son bilaterales los que
producen obligaciones para ambas partes contratantes (p. ej. contrato de compraventa)

El negocio jurídico, según sea celebrado por una o dos partes, es unilateral o bilateral.
En este sentido, el contrato es siempre negocio jurídico bilateral – o plurilateral -. Pero cuando
se habla de contrato unilateral o bilateral, no se alude al número de partes que intervienen
en el mismo – pues, tal y como hemos apuntado el contrato no puede ser unilateral en
este sentido -, sino a que sea productor de obligaciones bien a cargo de una sola de las partes
– por ejemplo, el préstamo -, o bien a cargo de ambas, como contrapartida la una de la
otra. Es decir, el contrato bilateral es el que produce obligaciones recíprocas o bilaterales.
Hay contratos que son necesariamente: - Unilaterales – como el préstamo -, ya que en
ellos es de esencia que sólo una
parte quede obligada a favor de la otra. El préstamo, sólo hace nacer la
obligación de devolver la cosa o suma prestada una vez perfeccionado con la entrega
de la misma. - Bilaterales – como la compraventa -, ya que en ellos lo que es de esencia es dar
algo, recibiendo algo a cambio – la cosa a cambio del precio -. Entonces, siendo unilateral o
bilateral el tipo abstracto de contrato, lo será necesariamente cualquier contrato
concreto que se celebre. Por el contrario, hay contratos cuyo tipo abstracto no implica
unilateralidad ni bilateralidad; y, por tanto, los
contratos concretos que se celebren de este tipo abstracto pueden ser lo uno o lo otro.
Por ejemplo, en el mandato puede ser prestado el servicio gratuitamente por el
mandatario, en cuyo caso es unilateral, o cobrando una retribución, en cuyo caso es
bilateral.

B. Contratos bilaterales imperfectos Cabe que sólo una parte quede obligada básicamente
frente a la otra – contrato unilateral -, aunque a cargo de ésta pueda surgir
eventualmente alguna obligación a favor de aquélla, pero sin que tal obligación tenga
el carácter de contrapartida de la primera. Por ejemplo, aunque el mandato o el depósito
sean gratuitos, el mandante o el depositante están obligados a abonar a los mandatarios o
depositarios, los gastos que se les hubiesen ocasionado por cumplir el mandato o
conservar la cosa depositada. Estos contratos son unilaterales, ya que la bilateralidad ni
se basa sólo en que ambas partes queden obligadas la una frente a la otra, sino que tales
obligaciones sean contrapartida la una de la otra.

C. Reglas particulares de los contratos bilaterales En algunos aspectos los contratos


unilaterales y los contratos bilaterales se hallan sometidos a reglas distintas.

CONTRATO CONMUTATIVO: es aquel contrato en el cual las prestaciones que se deben las
partes son ciertas desde el momento que se celebra el acto jurídico, un ejemplo muy claro es el
contrato de compraventa de una casa.
CONTRATOS ALEATORIOS: es aquel que surge cuando la prestación depende de un
acontecimiento futuro e incierto y al momento de contratar, no se saben las ganancias o pérdidas
hasta el momento que se realice este acontecimiento futuro.
Ejemplos son el contrato de compraventa de cosecha llamado de "esperanza", apuestas, juegos, etc.
Entre las características comunes de los contratos aleatorios destacan: La incertidumbre sobre la
existencia de un hecho, como en la apuesta, o bien sobre el tiempo de la realización de ese hecho
(cuándo).
LOS ELEMENTOS DEL CONTRATO.

Para que exista un contrato válido, es imprescindible que se den estos elementos:

Consentimiento.

El acuerdo de voluntades es el núcleo esencial del contrato. Para que exista un


consentimiento contractual válido deben darse ciertos presupuestos:

a) Tienen que concurrir, al menos, dos sujetos que actúen como partes
contratantes. Sin embargo, no son infrecuentes en el tráfico los supuestos de
“autocontratación”, en los que un mismo sujeto está presente en las dos partes de un
contrato, actuando en su propio nombre y al mismo tiempo como representante de la otra (o
como representante de dos sujetos distintos). El principal problema que plantean estos
supuestos es el riesgo de que se produzca un conflicto de intereses, y que el representante
aproveche su situación para favorecer sus propios intereses en perjuicio de su representado. Por
eso, el CC prohíbe en ciertos casos la autocontratación (art. 1459), por lo que el contrato así
celebrado será nulo de pleno derecho.

b) Ambas partes deben tener la capacidad de obrar legalmente exigida para


contratar; como regla general, carecen de esa capacidad los menores de edad y los
incapacitados, que deberán actuar a través de sus representantes legales.
c) Ambas partes deben prestar su consentimiento de forma libre y consciente.
Esta exigencia no se da cuando alguna de las partes ha sufrido uno de los llamados
“vicios del consentimiento”, que son, concretamente, el error, el dolo (engaño), la
violencia y la intimidación. Cada uno de ellos está sometido a ciertos requisitos, y ha de ser
probado por quien lo alega; en la práctica, el más problemático de ellos es el error, porque no
siempre estará justificado que se permita a la parte que incurrió en error impugnar el contrato
en perjuicio de la otra parte.

LOS CUATRO VICIOS DEL CONSENTIMIENTO:

El error (art. 1266) supone un conocimiento falso de algo, siendo esta falsedad recognoscible
para una de las partes y excusable para la otra. El error, para tener trascendencia anulatoria,
debe ser esencial y recaer sobre la sustancia de la cosa que fue objeto del contrato, o sobre
aquellas condiciones de la misma que principalmente hubiesen dado motivo a celebrarlo.
consiste en el conocimiento equivocado de una cosa o de un hecho basado en la ignorancia total
o parcial de esa cosa o de ese hecho o de la regla jurídica que lo disciplina. Existe en nuestro
derecho dos clases de error, el error de hecho y el error de derecho. Para que el error pueda
invalidar el contrato el error ha de ser esencial.
El dolo: son las palabras o maquinaciones insidiosas de parte de uno los contratantes que
inducen al otro a celebrar un contrato que, sin ellas, no hubiera hecho. El dolo debe ser principal o
causante, exigiéndose un nexo causal entre él y la celebración del contrato
La violencia es la coacción física, de tal forma que se emplea una fuerza irresistible para
arrancar el consentimiento. La intimidación (art. 1267) por su parte es la coacción moral,
cuando se inspira a uno de los contratantes el temor racional y fundado de sufrir un mal inminente
y grave en su persona (véase personalidad) o bienes o en la persona o bienes de su cónyuge,
descendientes o ascendentes.
El Código Civil no señala quienes pueden prestar consentimiento, sino que dice quienes no
pueden prestar consentimiento. Según el art. 1263, no puede prestar consentimiento ni
celebrar contrato los menores no emancipados y los incapacitados.

Objeto.
Las obligaciones que nacen del contrato pueden recaer sobre toda clase de
prestaciones, ya se trate de bienes o servicios, siempre que reúnan los requisitos que ya
se vieron en la lección anterior: debe tratarse de prestaciones posibles (aunque, en
general, se admite que pueda tratarse de cosas futuras, siempre que puedan llegar a
existir), lícitas, y determinadas o determinables con arreglo a criterios objetivos y sin
necesidad de que medie un nuevo acuerdo entre las partes.

Causa.

Se puede definir la causa del contrato como el fin esencial, común a ambas
partes, por el cual éstas celebran un determinado contrato, y que justifica la tutela que el
ordenamiento otorga a dicho contrato: así, por ejemplo, en los contratos onerosos la
causa está en el intercambio de prestaciones, mientras que en los contratos gratuitos la
causa está en el ánimo de liberalidad de quien realiza una atribución patrimonial a favor
de otro.

Para que el contrato sea válido, la causa debe ser existente, lícita y verdadera.
Aunque no se haya expresado en él, se presume que el contrato tiene una causa, y que
ésta es lícita, mientras no se pruebe lo contrario. En cuanto al requisito relativo a que la
causa sea verdadera, hay que señalar que los supuestos de falsedad de la causa
contractual dan lugar a la figura conocida como “simulación”. La simulación se da
cuando las partes, con la finalidad de engañar a terceros, manifiestan exteriormente
celebrar un determinado contrato, sin que tal declaración se corresponda con su
verdadera voluntad. La simulación puede ser absoluta (cuando el contrato simulado no
encubre ningún otro contrato), o relativa (cuando el contrato simulado encubre un
contrato distinto, al que se denomina “contrato disimulado”). El contrato simulado, que
es pura apariencia, es nulo por falta de causa; pero, en cambio, el contrato disimulado
será válido cuando se pruebe que reúne los requisitos necesarios para su validez.

Forma.

La forma contractual es el medio a través del cual se exterioriza el


consentimiento de las partes: a través de actos o hechos concluyentes, que revelan de
forma inequívoca la voluntad de contratar, de forma oral, por escrito (ya sea en virtud de
documento privado o de documento público –escritura notarial, especialmente-), a
través de medios telemáticos, etc.
El principio fundamental de nuestro ordenamiento en esta materia es el de
libertad de forma en la contratación: como regla general, los contratos son válidos y
obligan a su cumplimiento, sea cual sea la forma que se haya observado para su
celebración (art. 1278 CC). No obstante, este principio general presenta ciertas
excepciones que deben venir establecidas expresamente por la ley:

-En ocasiones, la ley configura una forma determinada como requisito esencial
para la validez de un determinado contrato (p. ej., la forma escrita para el contrato de
arbitraje, la escritura pública notarial para la donación de inmuebles o para las
capitulaciones matrimoniales, etc.). Se habla entonces de “forma ad solemnitatem”.

-En otros casos, la ley prevé la posibilidad de que cualquiera de las partes pueda
exigir a la otra el otorgamiento de una determinada forma, a efectos, p. ej., de facilitar la
prueba del contrato o su inscripción en el Registro de la Propiedad, pero sin que la
forma en cuestión sea requisito de validez, por lo que el contrato será válido y
obligatorio aunque se realice de otro modo, y cualquiera de los otorgantes podrá
compeler al otro a otorgar aquélla (p. ej., en los contratos relativos a bienes inmuebles
en general). A veces se habla de “forma ad probationem” para designar estos
supuestos.

Requisitos opcionales del contrato:

A parte de estos elementos esenciales del contrato a los que se refiere el art. 1261, en virtud del
principio de autonomía de voluntad de las partes, estas pueden establecer los pactos, cláusulas y
condiciones que tengan por conveniente. Podrán introducir elementos de los que se hagan depender
la eficacia del contrato, como la condición, el plazo y el modo.

B.1 La condición es la determinación de la voluntad que hace depender la eficacia del negocio de un
hecho futuro e incierto. Según que la condición afecte al momento inicial de la entrada en vigor del
contrato o a la extinción del mismo, se distinguen dos tipos de condiciones

I. Condición suspensiva: cuando la eficacia del contrato depende del hecho puesto como condición.
“Te cedo mi propiedad si alguno de mis hijos se marcha”

II. Condición resolutoria: tiene lugar cuando la eficacia del contrato se viene produciendo hasta que se
cumple el suceso o evento puesto como condición.

“Te cedo mi propiedad hasta que encuentres empleo”

El plazo o término: es el momento temporal en el que comienzan o terminan los efectos del contrato.

I. Termino inicial, es el día cierto a partir del cual empiezan a producirse efectos jurídicos
II. Termino final, señala el día en que el contrato deja de producir efectos jurídicos.

El modo es una obligación accesoria, que puede incluirse en algunos negocios o contratos a títulos
gratuitos (donación o testamento) por el cual el beneficiario, se obliga a realizar algún tipo de
prestación

“Te dejo mi herencia con la condición de pasarle una pequeña paga a alguien”

LA FORMA DE LOS CONTRATOS

“Los contratos serán obligatorios, cualquiera que sea la forma en que se hayan
celebrado, siempre que en ellos concurran las condiciones esenciales para su
validez”

Así se establece en nuestro derecho el llamado “Principio de Libertad de Forma en los contratos”.
Sin embargo, en nuestro derecho y según el art. 1280 deberán hacerse constar necesariamente en
escritura pública los siguientes contratos:

Deberán constar en documento público:


1.º Los actos y contratos que tengan por objeto la creación,
transmisión, modificación o extinción de derechos reales sobre
bienes inmuebles.
2.º Los arrendamientos de estos mismos bienes por seis o más
años, siempre que deban perjudicar a tercero.
3.º Las capitulaciones matrimoniales y sus modificaciones.
Existe una 2ª excepción al art. 1278 en el párrafo último del art. 1280, en el que se dice que:

“También deberán hacerse constar por escrito, aunque sea privado, los demás
contratos en que la cuantía de las prestaciones de uno o de los dos contratantes
exceda de 1.500 pesetas”

LA FORMACIÓN DE LOS CONTRATOS


El contrato se perfecciona por la simple concurrencia de voluntades o por lo que es lo mismo, por la
exteriorización del consentimiento entre el proponente u ofertarte y la persona que recibe dicha
oferta. La formación del contrato cuando se realiza entre presentes no existe problema alguno, cosa
que no es así cuando se realiza este contrato entre ausentes ya que, en este segundo caso, hay que
determinar el momento y el lugar en el que se considera formado el contrato. Para solucionar los
problemas que puede dar lugar la celebración del contrato entre ausentes, se dieron cuatro teorías:

1. Teoría de la emisión en virtud del cual el contrato se perfecciona en el momento en que se


manifiesta la aceptación
2. Teoría de la excepción en virtud de la cual el contrato se perfecciona cuando el declarante se
desprende de su aceptación
3. Teoría de la recepción en virtud del cual el contrato se perfecciona cuando la aceptación llega a
poder del ofertante
4. Teoría del conocimiento en virtud de la cual el contrato se perfecciona cuando el ofertante tiene
conocimiento de la aceptación
El Código Civil en este sentido (contrato entre ausentes) sigue la teoría de conocimiento tal y como
pone en el Párrafo 1º del art 1262

Cuando el contrato se celebra entre sujetos presentes, no hay dudas en cuanto a


la determinación del lugar y tiempo en que se considera celebrado el contrato; en
cambio el problema se plantea en el caso de la llamada “contratación entre ausentes”,
es decir, aquellos casos en que oferente y aceptante se encuentran en lugares distintos y
transcurre un período de tiempo más o menos prolongado entre la formulación de la oferta y la
aceptación (p. ej., contratación por correspondencia ordinaria o electrónica, comercio
electrónico, etc.). En estos casos, determinar el momento exacto en que se considera
perfeccionado el contrato es muy importante, ya que hasta ese instante las partes no están
vinculadas contractualmente y, por tanto, pueden revocar libremente sus respectivas ofertas; en
cuanto a la fijación del lugar de celebración, también puede ser importante a efectos de
determinar cuál será el Derecho aplicable y cuáles serán los Tribunales competentes en caso de
que surja algún conflicto entre las partes. En estos supuestos se entiende que hay
consentimiento desde que el oferente conoce la aceptación o desde que, habiéndosela remitido
el aceptante, no pueda
ignorarla sin faltar a la buena fe. En los contratos celebrados mediante dispositivos
automáticos, en cambio, hay consentimiento desde que se manifiesta la aceptación (art.
1262). En principio, el contrato entre ausentes se presume celebrado en el lugar en que
se hizo la oferta; sin embargo, en el caso de la contratación electrónica se aplica un
criterio especial: si se produce entre empresarios o profesionales, el contrato se
entenderá celebrado en el lugar donde esté establecido el prestador de servicios, salvo
pacto en contrario; si interviene un consumidor, el contrato se entenderá celebrado en el
lugar donde éste tenga su residencia habitual, sin posibilidad de pacto en contrario.

EFECTOS DEL CONTRATO.


I. Relatividad: El contrato solo produce efecto entre las partes contratantes y sus herederos
(art. 1256)
II. Irrevocabilidad: Los contratos no pueden revocarse o anularse por la sola decisión de una
de las partes.
Una vez perfeccionado el contrato, ninguna de las partes puede revocarlo por su sola voluntad
ni exigir su modificación. Este principio presenta, sin embargo, algunas excepciones:

-El contrato puede quedar sin efecto o ser modificado si ambas partes se ponen
de acuerdo para ello (mutuo disenso).

-En algunos casos, una de las partes tiene la posibilidad de dejar sin efecto el
contrato de forma libre y unilateral, bien porque así lo prevea expresamente la ley, o
bien porque así se pactó en el propio contrato. En tales supuestos se suele hablar de
“revocación” o de “libre desistimiento”.

-En virtud de la “doctrina de la cláusula rebus sic stantibus”, desarrollada por la


jurisprudencia del TS, cuando se produce una alteración extraordinaria e imprevisible de
las circunstancias que concurrían cuando se celebró el contrato, y ello provoca un
desequilibrio importante en las posiciones de las partes, perjudicando a una de ellas,
ésta puede solicitar la revisión judicial de las condiciones del contrato o, si ello no
resulta viable, la resolución del mismo.

III. Inalterabilidad: Las cláusulas de un contrato no pueden modificarse por el capricho de


unas de las partes.

INEFICACIA DEL CONTRATO: INVALIDEZ E INEFICACIA FUNCIONAL.

Sin embargo, si el contrato se celebra sin los requisitos esenciales, se produce lo que se llama
ineficacia del contrato en cuyo caso se faculta a las partes a resolver o rescindir de él. En
nuestro derecho existen dos grados de ineficacia del contrato:

A) Nulidad absoluta o de pleno derecho. El contrato está aquejado de nulidad


absoluta en los casos de inexistencia o ilicitud de alguno de sus elementos esenciales
(consentimiento, causa, objeto o forma), y también cuando el contrato infringe alguna
norma imperativa o prohibitiva30. Se trata, por tanto, de supuestos en los que está en juego el
interés general o el orden público. Si la nulidad afecta sólo a una parte no esencial del contrato,
el resto puede subsistir si sigue respondiendo a la intención de las partes o si las lagunas
resultantes pueden ser integradas mediante la aplicación de las
normas legales (nulidad parcial y sustitución automática de cláusulas contractuales).

La nulidad de pleno derecho opera de forma automática o ipso iure; es decir, el


contrato nulo no produce ningún efecto, sin necesidad de que la nulidad sea declarada
expresamente por un Tribunal. No obstante, suele ser conveniente ejercitar la acción de
nulidad con el fin de obtener una sentencia judicial en la que se declare expresamente que
el contrato es nulo, evitando así cualquier posible apariencia de validez. La legitimación para
ejercitar la acción de nulidad es muy amplia, puesto que puede ser ejercitada por cualquier
interesado, sea o no parte en el contrato; incluso el Juez, actuando de oficio, puede declarar
nulo un contrato sometido a su consideración aunque ninguna de las partes se lo pida. La
acción de nulidad no está sujeta a plazo de
prescripción o caducidad, y tampoco es posible la convalidación del contrato nulo. Una
vez que el contrato ha sido declarado nulo, se produce el efecto restitutorio: las partes
deben proceder a restituirse recíprocamente las prestaciones que hubieran realizado para
dar cumplimiento al contrato.

B) Anulabilidad o nulidad relativa. El contrato es meramente anulable en los


casos de incapacidad o vicio del consentimiento de alguna de las partes. En estos casos
no están en juego los intereses generales, sino sólo el interés particular del sujeto
aquejado por tales circunstancias; por tanto, se deja en sus manos –o en las de sus
representantes legales- decidir cuál ha de ser la suerte del contrato. El contrato anulable
es provisionalmente válido mientras no se ejercite la acción judicial encaminada a
anularlo. La acción está sujeta a un plazo de caducidad de cuatro años, y la legitimación
para ejercitarla se limita a la parte que hubiera sufrido el vicio o la incapacidad;

-Mientras no se anule el contrato, este será válido y producirá plenos efectos jurídicos
- Una vez anulado el contrato, éste dejara de producir efectos jurídicos
- Una vez anulado el contrato procederá la devolución de lo que las partes hubiesen recibido.
- El contrato anulable puede dejar de serlo mediante la renuncia expresa de aquel a quien
corresponda ejercitar la llamada acción de nulidad.

Al margen de la invalidez, existen otros supuestos en que el contrato resulta ser


ineficaz, no por defectos estructurales, sino por circunstancias externas al mismo. Se
habla entonces de “ineficacia funcional” o “ineficacia en sentido estricto”. Los
regímenes más importantes de ineficacia funcional son los siguientes:

A) Rescisión: Son rescindibles aquellos contratos que, siendo válidos en sí


mismos, producen un perjuicio a una de las partes o a un tercero, por lo que la ley
permite al sujeto perjudicado provocar su ineficacia o restringir su eficacia en la medida
necesaria para evitar el perjuicio. Son rescindibles: a) los contratos celebrados en fraude
de acreedores (mediante el ejercicio por éstos de la “acción pauliana”
b) loscontratos onerosos en los que existe lesión para una de las partes (es decir, un
desequilibrio en el valor de las prestaciones), pero sólo cuando se trate de contratos
celebrados por el tutor o por los representantes del ausente, y siempre que la lesión sea
superior a la cuarta parte del valor de la cosa; fuera de estos casos, la lesión no es causa
de rescisión de los contratos en nuestro Derecho.

B) Resolución: Son resolubles aquellos contratos sinalagmáticos que no pueden


cumplir la función económica inicialmente prevista, bien por el incumplimiento de una
de las partes32, bien por una alteración sobrevenida de las circunstancias (en virtud de la
doctrina de la cláusula “rebus sic stantibus”33).

C) Revocación: En ciertos negocios unilaterales, la ley permite al sujeto que


realizó un acto de disposición en favor de otro dar marcha atrás en su decisión, bien por
su sola voluntad (como en el apoderamiento o en el mandato), o bien cuando se den
ciertas causas excepcionales (como en la donación).

Tema 7. Cumplimiento o incumplimiento del dolo

Puede ocurrir que la obligación no se cumpla o page exactamente, en cuyo caso habrá que determinar
el alcance y efecto de dicho incumplimiento.
Cuando el deudor no hace aquello a lo que se obligó estamos ante el fenómeno del incumplimiento. El
incumplimiento puede ser por el no cumplimiento de la prestación debida, por lesión del derecho de
crédito del acreedor o por realización de la prestación, pero no con las condiciones que se acordó.

2. Cumplimiento forzoso in natura y por equivalencia

Cuando una persona, llegado el momento del cumplimiento de la obligación, no cumple, el acreedor
va a intentar que cumpla a través del cumplimiento forzoso. El acreedor realiza una acción judicial de
cumplimiento para conseguir que un juez obligue al deudor a realizar la prestación, esto sería
cumplimiento forzoso in natura. Cuando el cumplimiento forzoso no es posible, el acreedor solicitará
que el deudor entregue el valor económico de aquello a lo que se obligó, esto sería el cumplimiento
forzoso por equivalencia. Esto se regula en los art. 1096, 1098, 1099, 1101 y 1106 del CC. Además, ese
incumplimiento muchas veces además de lesionar el derecho de crédito puede producir una serie de
daños y perjuicios que hay que indemnizar. Esta indemnización se conoce como resarcimiento. El
resarcimiento consiste en reclamar, además del cumplimiento de la prestación, los daños y perjuicios
que el incumplimiento me hubiese producido

.  Ejecución in natura:

Si se trata del incumplimiento una obligación de dar el juez podrá obligar a esa persona a la entrega de
la cosa pactada. Cuando se deba entregar una cosa determinada, el acreedor puede obligar al deudor
a que la entregue. Si la cosa es genérica o indeterminada se podrá exigir el cumplimiento a expensas
del deudor. Si se trata de una obligación de hacer, se puede realizar por un tercero a expensas del
deudor. (art. 1098). ‘Ejecutar a su costa’ Si se trata de una obligación de no hacer habrá que deshacer
lo mal hecho. Art. 1099 CC. Cuando la obligación fuere pecuniaria, directamente la ejecución forzosa in
natura consiste el embargo de los bienes, por el art. 1911.

 Ejecución forzosa por equivalente: id quod interest

El cumplimiento por equivalente es dar al acreedor el valor exacto de la prestación no cumplida. El CC


no regula expresamente esto, sino que lo intuimos incluido en el 1101 y 1106 del CC que recoge la
indemnización por daños y perjuicios. En el daño emergente del incumplimiento se comprende el valor
de la prestación más los daños y perjuicios. Dentro de la indemnización entra también el lucro cesante,
es decir, el dinero que el acreedor ha dejado de ganar por el incumplimiento de esa obligación. El daño
moral también entra dentro de la indemnización. La indemnización por daños y perjuicios más el
equivalente también se conoce como resarcimiento. Para que haya resarcimiento es siempre
necesario que haya un incumplimiento culpable: dolo, negligencia o mora. Si no hay culpabilidad
nunca habrá indemnización por daños y perjuicios

El dolo

Es la acción u omisión voluntaria realizada con malicia que impide el exacto cumplimiento de una
obligación.

El dolo equivale a la mala fe. Pero una mala fe que no es lo mismo que la intención
totalmente dolosa de causar daño al acreedor, es decir, ‘incumplo para producirte un
daño’. Muchas veces se incumple no para causar un daño al acreedor sino porque no
se puede cumplir, en este caso también habría dolo. En principio, en un
incumplimiento consciente, aunque sea involuntario, hay dolo. La importancia del dolo
radica en que si se incumple con dolo la responsabilidad será mayor que si es por
negligencia, es el peor de los incumplimientos. Esto es lo que se conoce como
agravamiento de la responsabilidad por dolo. Si hay dolo, hay un resarcimiento
integral (1107 CC).
La agravación se pone de manifiesto porque los Tribunales no pueden moderar en el
incumplimiento por dolo, lo que ha de resarcirse es objetivo. Además, no cabe la
renuncia anticipada del acreedor a exigir la indemnización. El dolo hay que probarlo
siempre por la nparte interesada(acreedor).

A.1) Elementos del dolo: El dolo presupone siempre de dos elementos:


I. Elemento intelectual como es la conciencia
II. Elemento volitivo: voluntad de violar el derecho, con o sin la intención de engañar al
acreedor
A.2) Efectos jurídicos del dolo
I. Según el art 1101, indemnización daños y prejuicios al acreedor.
II. El dolo produce una agravación de la responsabilidad con respecto a la culpa, y que mientras
el deudor doloso responde de todo daño, el deudor culposo responde de los daños previsto o
previsibles al tiempo de constituirse la obligación.

B) La culpa

Consiste en la acción u omisión voluntaria, realizada sin malicia que impide el exacto
cumplimiento de una obligación.

Efectos jurídicos de la culpa:


I. Según el art 1101, indemnización daños y prejuicios al acreedor.
II. Se produce una menor agravación con respecto al dolo, ya que solo se responde de los daños
previstos o previsibles al tiempo de constituirse la obligación.

La culpa, en sentido estricto, es la negligencia. Es no hacer todo lo que se debería de


hacer, pero no voluntariamente. El art. 1104 nos da dos conceptos de culpa. La
diligencia exigida es la que hayan pactado las partes y la necesaria de acuerdo con
las circunstancias. Esto sería una diligencia concreta. Si no existe esta diligencia
concreta se exigirá la diligencia correspondiente a un buen padre de familia. La culpa
concreta o ad hoc es la que existe cuando hay un deber jurídico concreto que había
que cumplir y la culpa abstracta o general será la que existe cuando se incumple la
diligencia correspondiente a un buen padre de familia.
Los jueces sí pueden moderar la indemnización debida al incumplimiento negligente
(art. 1103 CC). En cuanto a la prueba de la culpa, hemos de distinguir entre las
obligaciones de medios y las de resultados. En las obligaciones de medios no se
presume la culpabilidad mientras que en las de resultados sí. Esto se establece en el
art. 1183 CC. Hay varios tipos de
culpa: la diligencia profesional y la culpa en concreto. La diligencia profesional es
cuando contratas con una persona cualificada para llevar a cabo esa obligación. La
culpa en concreto es pactar en un contrato que el deudor va a tratar de cumplir como
si hubiera realizando sus propios actos. La responsabilidad por auxiliares será la que
tiene el empresario (culpa in vigilando o culpa in eligiendo) por los actos de sus
empleados.

Incumplimiento no imputable al deudor:

Como son los casos fortuitos y fuerza mayor. Aunque algunos consideran que el caso fortuito
es el escalón posterior a la fuerza mayor el código civil le da un tratamiento tan similar que
incluso llega a confundirse, y así vamos a estudiarlo, como si fuese una figura jurídica.
El caso fortuito o fuerza mayor puede definirse como aquel accidente no imputable al deudor
que impide el exacto cumplimiento de una obligación.

A) Condiciones para que exista


I. Que se trate de un hecho no imputable al deudor
II. Que el hecho sea imprevisto o bien, previsto pro evitable
III. Que dicho hecho imposibilite al deudor para el cumplimiento de su obligación
IV. Que entre el hecho y la imposibilidad de cumplimiento existe una relación de causalidad
B) Efectos jurídicos
I. Libera al deudor del cumplimiento de su obligación
II. Si el cumplimiento solo fuese posible en parte, se verificará la ejecución en lo que fuese
posible, extinguiéndose en lo demás
III. Si la imposibilidad de cumplimiento es temporal, el deudor no responde de la mora
mientras esté actuando el caso fortuito
IV. Que la prueba del caso fortuito corresponde al deudor como causa que es de extinción de la
obligación

Puede ocurrir que el deudor incumpla sin incurrir ni en dolo, ni en culpa ni en mora. Su
incumplimiento se debe a circunstancias ajenas a su voluntad, imprevisibles e
inevitables. Se produce lo que se conoce como caso fortuito o fuerza mayor en los
que no hay culpa del deudor. En este caso la obligación se extingue y no hay
resarcimiento. (art. 1105 CC) Caso fortuito o fuerza mayor son aquellos supuestos
que son imprevisibles y, si se hubieran podido
prever no se habrían podido evitar. Caso fortuito o fuerza mayor son sinónimos.
Existen dos teorías sobre la evolución del caso fortuito o fuerza mayor:
Tesis subjetiva: Sólo había caso fortuito o fuerza mayor cuando había totalmente
una ausencia de culpa del deudor. No se podía achacar el incumplimiento a una
conducta culpable del deudor.
Tesis objetiva: Solo serán aquellos acontecimientos que quedan fuera del alcance
del deudor. Hoy en día nos encontramos más en una objetivación que en una
subjetivación. Hoy, entendemos por caso fortuito o fuerza mayor: aquellos
acontecimientos o eventos imprevisibles e inevitables que siendo absolutamente
extraños a la voluntad del deudor hacen que éste, aunque no pueda llevar a cabo el
cumplimiento de la obligación, quede exonerado del cumplimiento. El caso fortuito y
fuerza mayor tiene que probarlo siempre el deudor. En las obligaciones de dar,
cuando la cosa no se da al acreedor, se presume la culpa del deudor. Por tanto, será
el deudor quien tenga que probar que ha habido un caso fortuito o fuerza mayor.
Aunque la regla general es que cuando hay caso fortuito o fuerza mayor no hay
responsabilidad, hay
excepciones: cuando las partes pactan la responsabilidad por caso o por las
excepciones legales del 1096 y del 1885 del CC.

1096: Si el deudor ya está en mora en el momento de producirse el caso fortuito o


si el deudor se ha obligado de mala fe a entregar la misma cosa a dos personas
distintas y se pierde la cosa por caso fortuito o fuerza mayor.
1885: Cuando la obligación es de dar cosas procedentes de un delito.

La mora del deudor

Es el mero retraso en el cumplimiento, que no quita la posibilidad de cumplimiento tardío (no


es que se incumpla, sino que no se cumple en el momento establecido)

A) Condiciones para que exista


I. Que se trate de una obligación positiva dirigida a una prestación de dar o hacer.
II. Que la obligación sea exigible, vencida y determinante
III. Que el deudor retarde culpablemente el cumplimiento de la obligación
IV. Que el acreedor requiera de pago a deudor judicial o extra judicialmente.
B) Efectos jurídicos
I. Según el art 1101, indemnización daños y prejuicios al acreedor.
II. El deudor responde de los riesgos, deterioro y pérdida de la cosa tenida, aunque sea por caso
fortuito.

La mora es un retraso en el cumplimiento, lo que indica que el cumplimiento es


posible, aunque retardado. Para que haya mora civil es necesario no sólo que exista
un retraso, sino que se den estos cinco requisitos:
Carácter positivo de la obligación: La obligación tiene que ser positiva, es decir
que consista en dar o hacer alguna cosa. No puede haber un retraso en un ‘no hacer’.
Liquidez: Si se trata de una deuda pecuniaria, es decir, que consiste en dinero,
tiene que ser líquidas (se han concretado en una cantidad determinada). La
jurisprudencia está permitiendo que se entre en mora en determinadas obligaciones
pecuniarias que no son líquidas ya.
Exigibilidad: Ha llegado la fecha de término y que sea exigible.
Culpa del deudor: El retraso tiene que ser por dolo o por negligencia.
Interpelación del acreedor: Para constituirse en mora civil es necesario que el
acreedor reclame el pago al deudor. Es una declaración de voluntad de carácter
unilateral y de carácter recepticio (que tiene un destinatario concreto). La interpelación
no requiere forma alguna, aunque podemos distinguir entre la
interpelación judicial y la extrajudicial. La judicial será la interposición de la
demanda. Hay supuestos en los que sí se incurre en mora a pesar de no haber
interpelación como: en los casos que establece la ley (las obligaciones mercantiles),
en los supuestos en los que se haya pactado y en los supuestos en los que la propia
naturaleza de la obligación exija que se pague en un momento determinado y en las
que no es posible o conveniente un pago
retardado.

Los efectos de la mora son los siguientes:


En primer lugar, la indemnización de daños y perjuicios (1101 CC) que hay
que calcular. La indemnización de daños y perjuicios cuando proviene de la mora de
deudas pecuniarias ya está tasada (1108 CC), serán los intereses moratorios
pactados.
Si las partes no hubieran establecido las obligaciones entonces la indemnización será
el interés legal (el que se aprueba en la Ley de Presupuestos del Estado). El art. 1107
distingue entre si el incumplimiento ha sido con dolo o con culpa.
La responsabilidad por pérdida de la cosa. Normalmente, cuando el deudor
viene obligado a dar o hacer algo, cuando se pierde, se presume que se ha
perdido por culpa del deudor. Sin embargo, si el deudor ya estaba en mora y la
cosa se pierde (aunque sea por caso fortuito o fuerza mayor) no se libera el deudor,
sino que debe responder con la indemnización por daños y perjuicios (1182 CC).
Los riesgos que soporta el deudor. Si ya está en mora el deudor asume todos
los riesgos que lleva consigo la deuda (una mayor onerosidad, por ejemplo).

La mora puede terminar por el otorgamiento de una moratoria, por la condonación


llevada a cabo por el acreedor, por el pago o por la consignación.

Tema 8: La responsabilidad civil extracontractual

CONCEPTO Y REGULACIÓN JURÍDICA:

Según la tradición, para que exista la obligación extracontractual de indemnizar se exige según
el art 1902 los siguientes requisitos:

1. Una acción o una omisión (por ejemplo, un atropello)


2. Un criterio de imputación (que se pueda imputar ese hecho a una persona)
3. La existencia de un daño.
4. La existencia de una relación de causalidad entre el hecho y el daño.

Se denomina “responsabilidad civil” o “responsabilidad extracontractual” al


fenómeno en virtud del cual, cuando un sujeto causa daños a otro, surge a su cargo la
obligación de reparar o indemnizar tales daños. Las normas legales que regulan la
responsabilidad civil tienen por finalidad básica establecer criterios que permitan
determinar, ante un hecho que ha ocasionado daños, si éstos deben ser soportados por la
víctima o por el sujeto que los ha causado. Resulta importante diferenciar con claridad los
conceptos de responsabilidad contractual y extracontractual. La primera es la que deriva del
incumplimiento de una obligación preexistente, en especial cuando dicha obligación deriva de
un contrato43. La responsabilidad extracontractual, por el contrario, deriva de la causación de
un daño, y no del incumplimiento de una obligación preexistente.

CLASES DE RESPONSABILIDAD CIVIL.


La responsabilidad extracontractual puede ser:
a) Directa o indirecta: La primera se atribuye al causante directo del daño; la
segunda se atribuye a otro sujeto distinto que, por razón de su especial relación con él,
debe responder de la actuación del causante directo (responsabilidad “por hecho
ajeno”). Los principales supuestos de responsabilidad indirecta que prevé nuestro
Derecho son:

-La de los padres por los hechos de los hijos menores de edad que se encuentren
bajo su guarda.
-La de los tutores por los hechos de los menores o incapacitados que están bajo
su autoridad y habitan en su compañía.
-La de los empresarios por los daños que hayan causado sus dependientes o
trabajadores en el ejercicio o con ocasión de sus funciones.
-La de los Centros docentes de enseñanza no superior por los daños causados por
los alumnos menores de edad mientras estén bajo el control o vigilancia del profesorado
del Centro.
-La de las Administraciones Públicas por los daños que causen los funcionarios
a su servicio en el ejercicio o con ocasión de sus funciones.

b) Responsabilidad derivada de actos ilícitos civiles o penales. La


responsabilidad civil puede tener su origen en actuaciones ilícitas de carácter civil (p. ej., las
derivadas de accidentes de circulación) o de carácter penal (comisión de delitos).
En ambos casos, el causante tiene la obligación de indemnizar a la víctima; pero, en el
primero, la indemnización la deberán fijar los Tribunales civiles con arreglo a las
normas contenidas en el CC y en otras leyes civiles especiales; mientras que, en el
segundo caso, la indemnización podrá establecerla el mismo Tribunal penal que juzgue
el delito con arreglo a las normas sobre responsabilidad civil contenidas en el Código Penal.

c) Responsabilidad principal o subsidiaria. La primera es la que se atribuye al


sujeto obligado a reparar el daño en primer término; la segunda se atribuye a otro sujeto
distinto del responsable principal para el caso de que éste no pueda asumirla por ser
insolvente (p. ej., el titular de un establecimiento es responsable subsidiario de los daños
derivados de la actuación delictiva que un tercero haya realizado en él, cuando la
comisión del delito haya sido posible por el incumplimiento de las normas de seguridad
aplicables al establecimiento en cuestión). Una vez satisfecha la indemnización, el
responsable subsidiario podrá reclamar lo pagado al responsable principal, mediante el
ejercicio de la llamada “acción de repetición”.

LOS PRESUPUESTOS GENERALES DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL

3) PRESUPUESTOS DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL.


Para que nazca a cargo de un sujeto la obligación de indemnizar los daños
causados a otro deben concurrir los siguientes presupuestos:
A) Acción u omisión. El comportamiento que determina la producción del daño
puede ser activo u omisivo. La responsabilidad por omisión surgirá en aquellos casos en
que el daño se haya causado por no hacer el demandado lo que a tenor de las
circunstancias o por disposición legal debía hacer para prevenirlo o evitarlo.

B) Comportamiento antijurídico o ilícito. No hay ilicitud ni, por tanto,


responsabilidad, cuando el demandado actúa en legítima defensa, en estado de
necesidad (es decir, para evitar un mal mayor propio o ajeno), en el ejercicio no abusivo
de un derecho, en el cumplimiento de un deber legítimo, o con el consentimiento del
perjudicado (salvo en el caso de daños personales).

C) Producción de un daño. La existencia y cuantía del daño debe ser probada


por el que reclama la responsabilidad. Sólo son indemnizables los daños ciertos, y no
los meramente hipotéticos o eventuales; no obstante, pueden indemnizarse daños
futuros cuando su producción sea previsible, así como el lucro cesante (los beneficios
que deja de obtener la víctima). Además de los daños materiales, también pueden ser
indemnizados los daños morales, cuya cuantía será determinada discrecionalmente por
el Tribunal.

D) Relación de causalidad entre el comportamiento y el daño. También debe ser


probada por el que reclama la responsabilidad. La existencia de esa relación de
causalidad no ha de entenderse en un sentido puramente físico, sino conforme a una
valoración jurídico-social. El nexo causal entre la conducta del demandado y el daño
producido puede verse interrumpido o alterado por la concurrencia de alguna de las
siguientes circunstancias:

-Caso fortuito: Suceso imprevisible o inevitable que tiene lugar dentro de la


esfera de control del propio demandado (p. ej., fallos o averías en las propias
instalaciones).
-Fuerza mayor: Suceso imprevisible o inevitable que es por completo ajeno a la
esfera de control y actuación del demandado (p. ej., un fenómeno natural).
-El hecho de un tercero.
-La culpa de la propia víctima.
La concurrencia de las circunstancias señaladas puede dar lugar, según los casos,
a que se limite o se excluya la responsabilidad del demandado. En el último supuesto,
cuando concurren la culpa del demandado y la de la propia víctima, se habla de
“compensación de culpas” para justificar la limitación de la responsabilidad.
E) Existencia de un criterio legal de imputación. Para que nazca la obligación de
indemnizar no basta con probar que el demandado ha causado el daño con su actuación;
es preciso que, además, se dé algunos de los criterios legales que permiten imputar la
responsabilidad al causante del daño. En nuestro Derecho existen dos criterios legales
de imputación: la culpa y el riesgo.
a) El criterio general de imputación en nuestro Derecho es la culpa
(responsabilidad por culpa): el sujeto que causa daños a otro está obligado a reparar el
daño causado cuando haya habido por su parte dolo (malicia) o culpa (negligencia) (art.
1902 CC). Por consiguiente, el demandado se libera de responsabilidad si consigue
probar que actuó con toda la diligencia exigible a tenor de las circunstancias.
En la práctica de los Tribunales, si la víctima prueba la acción del demandado, el
daño, y la relación de causalidad entre ambos, se presume que hubo también culpa, a
menos que el demandado pruebe haber sido diligente (inversión de la carga de la
prueba). Además, cuando los daños se causan en el ámbito de una actividad empresarial
o profesional, los Tribunales suelen exigir un grado mayor de diligencia para que el
causante se libere de responsabilidad, sin que sea suficiente acreditar que se cumplieron
las normas reglamentarias aplicables en ese sector de actividad.
b) El otro criterio de imputación es el que se basa en la idea de creación del
riesgo (responsabilidad objetiva o por riesgo). Este criterio sólo se aplica de forma
excepcional, cuando la ley expresamente lo dispone, aunque los casos en que se recurre
a él son cada vez más frecuentes. Con arreglo a este criterio, el sujeto que crea un riesgo
realizando una actividad potencialmente peligrosa, y obtiene con ello un beneficio, debe
asumir también la responsabilidad por los daños que cause a terceros. En estos casos, el
demandado no se libera de responsabilidad probando haber actuado con diligencia; sólo
se libera si prueba que el daño fue causado por fuerza mayor o por culpa exclusiva de la
víctima. Normalmente, cuando la ley establece un criterio de responsabilidad objetiva o
por riesgo en un sector de actividad determinado, suele imponer también un sistema de
seguro obligatorio de responsabilidad civil; de tal manera que los sujetos que pretendan
realizar la actividad de que se trate, están obligados a concertar un seguro que cubra su
responsabilidad para el caso de que se causen daños a terceros. De este modo se
consigue garantizar el resarcimiento de las víctimas (que cobrarán, en definitiva, de las
compañías de seguros), distribuyendo el coste correspondiente entre todos aquéllos que
se dedican a la actividad de que se trate (mediante el pago de las primas
correspondientes a las compañías). El sistema se completa habitualmente mediante la
creación de fondos de garantía para proteger a los perjudicados en los supuestos no
cubiertos por el seguro obligatorio.

Los supuestos más importantes en los que se aplica el criterio de responsabilidad


objetiva o por riesgo son los siguientes:

-Responsabilidad del dueño o poseedor por los daños causados por animales o
por objetos potencialmente peligrosos.
-Responsabilidad del conductor por los daños personales causados por la
circulación de vehículos de motor.
-Responsabilidad del fabricante o importador por los daños causados a los
consumidores por productos defectuosos.
-Responsabilidad de las Administraciones Públicas por los daños derivados de la
prestación de servicios públicos.
LA REPARACIÓN DEL DAÑO.

Cuando se dan los presupuestos examinados, nace la obligación de reparar el


daño causado. La reparación podrá hacerse en forma específica, cuando sea posible
(reparando materialmente los desperfectos, entregando cosas similares a las perdidas o
deterioradas) o bien mediante la indemnización en metálico de los daños y perjuicios.
La cuantía de la indemnización estará determinada por el valor real de los daños
producidos y probados, con independencia de que el grado de culpa sea mayor o menor.
Si, como consecuencia del mismo hecho que produce el daño, la víctima obtiene algún
beneficio, deberán compensarse ambos conceptos para reducir el importe de la
indemnización.
En caso de que haya una pluralidad de sujetos responsables del daño causado, la
jurisprudencia ha entendido que la obligación de indemnizar estará sujeta al régimen de
solidaridad pasiva. Cuando el causante del daño hubiera concertado un seguro de
responsabilidad civil, obligatorio o voluntario, la víctima tendrá acción directa para
reclamar la indemnización directamente a la compañía de seguros.
La acción para reclamar la responsabilidad civil está sujeta a un plazo de prescripción de un
año desde que la víctima conoció el daño.

LA RESPONSABILIDAD CIVIL DEL EMPRESARIO


A esto se refiere el art 1903, que consagra, una responsabilidad por culpa por determinados
hechos realizados por distintas personas, y de las que resulta responsable una persona ajena.
El art art 1903 en su 4º párrafo recoge la responsabilidad del empresario. El art 1902 recoge la
responsabilidad del trabajador. Si el empresario paga el daño, podrá repercutir lo que le hubiese
pagado a su trabajador por el daño causado Párrafo 1 art 1903
La responsabilidad del empresario es una responsabilidad “in vigilando” o simplemente se trata
de una responsabilidad derivada del riesgo creado por su actividad empresarial. Las
características fundamentales de la responsabilidad civil del empresario son las siguientes:

1. Se trata de una responsabilidad directa del empresario, y por lo tanto, de conformidad al art
1903 párrafo último. “cesará su responsabilidad cuando demuestre que empleo la diligencia de
vida”

2. Procede la responsabilidad del empresario, aunque el causante directo no pueda ser


reconocido o identificado.

3. El daño debe ser causado por su autor cuando este se encuentre desempeñando el trabajo o
funciones que tenga encomendados.

4. El perjudicado tiene acción directa contra cualquiera de ellos.

5. En virtud del art 1904, el empresario que paga tiene derecho a reclamar lo pagado por el
daño al causante del daño.

Según el art 1968 la reclamación extracontractual puede hacerse en un periodo de un año.


Este periodo comienza a contarse, a partir del momento en que aquel que tenga que reclamar
pueda hacerlo. Ejemplo, si te atropellan y estás en coma, el periodo empieza tras salir del coma.

TEMA 9: EL CONTRATO DE COMPRAVENTA

La compraventa.
A) Concepto y caracteres.
Es el contrato que tiene por objeto la transmisión de una cosa a cambio de un
precio cierto. Pueden ser objeto de venta tanto las cosas materiales (el derecho de
propiedad sobre ellas) como los derechos (reales o de crédito), las energías, y otros
bienes inmateriales aptos para el tráfico jurídico (derechos de autor, marcas, patentes,
etc.).
El contrato de compraventa no está sujeto a especiales requisitos de forma, por
lo que es válido y obligatorio aunque se celebre verbalmente o en documento privado;
sin embargo, en la venta de inmuebles se aplican los arts. 1279 y 1280 CC, por lo que
cualquiera de las partes puede exigir a la otra que se avenga a otorgar la escritura
pública, sin la cual no se puede inscribir el contrato en el Registro de la Propiedad.

A) Características del contrato de compraventa

1. Es un contrato consensual (consentimiento art 1450)


2. Bilateral porque produce obligaciones a ambas partes.
3. Es un contrato oneroso
4. Es un contrato traslativo del dominio (una cosa pasa de una persona a otra)

B) Los elementos del contrato de compraventa


Los elementos se dividen en personales (quienes intervienen), reales (que son objeto de
contrato) y formales (como se lleva a cabo)
B.1) Los elementos personales son el comprador y el vendedor. La regla general es que como
cualquier otro contrato la compraventa exige para poder celebrarla que las personas que
intervienen en ellas tengan capacidad para obligarse de conformidad con el Código Civil. Con
las excepciones de las prohibiciones establecidas en los art 1459 y siguientes del Código Civil.
A todo esto, hace referencia el art 1457 y siguientes.

Los elementos reales que intervienen en el contrato de compraventa son la cosa y el precio. En
principio, pueden ser objeto de este contrato todas las cosas tanto incorporales como corporales y los
derechos. Para que una cosa pueda ser objeto del contrato de compraventa debe reunir 3
instrucciones:
1. Una existencia real o posible como así lo establece el art 1460
2. Debe ser de lícito comercio como así se exige para todos los contratos en el art 1271
3. Debe ser una cosa determinada art 1445
4. El precio es el elemento característico del contrato de compraventa y que lo diferencia de otras
figuras afines tales como la permuta.

El precio debe reunir los siguientes requisitos:

determinado

B.3) Los elementos formales


En el contrato de compraventa no se exige ningún requisito de forma y por lo tanto le son aplicables la
norma recogida en el art 1278 que establece el principio de libertad de forma con las excepciones que
en favor de la escritura pública exige el art 1280

Las obligaciones que asume el vendedor son las siguientes:

a) Deber de conservación. Como establece con carácter general el art. 1094, "el
obligado a dar alguna cosa lo está también a conservarla con la diligencia propia de un
buen padre de familia". El vendedor, desde que nace la obligación de entrega,
responderá de la pérdida o deterioro de la cosa cuando haya habido dolo o culpa por
suparte (art. 1101), o cuando, habiendo caso fortuito, deba responder por él (por
haberincurrido en mora o hallarse obligado a entregar la misma cosa a dos o más
sujetos).Cuando la cosa vendida se pierde o deteriora antes de su entrega al comprador, ha de
presumirse, salvo prueba en contrario, que ello se debió a culpa o negligencia del
vendedor, y que, por tanto, éste ha de responder por incumplimiento (art. 1183 CC).
Si la pérdida o deterioro no son imputables al vendedor, se plantea el problema
de la atribución de riesgos; hay que determinar si el comprador sigue obligado a pagar
el precio pactado, o si puede liberarse de tal obligación mediante la resolución del
contrato. Aunque la cuestión es discutida, la mayoría de la doctrina y la jurisprudencia
entiende que, en caso de venta de bienes específicos, el riesgo corresponde al comprador;
en cambio, en la venta de bienes genéricos el riesgo corresponde al vendedor hasta que se
produzca la especificación.
b) Entrega de la cosa y transmisión de la propiedad. La obligación esencial del
vendedor es la de entregar al comprador la posesión de la cosa vendida, transmitiéndole
la propiedad de la misma.
En principio, es válida la venta de cosa ajena, es decir, la de cosa que en el
momento de contratar no pertenece al vendedor, pero que éste puede adquirir
posteriormente para cumplir la obligación de entregarla al comprador. Si no realiza tal
adquisición, el vendedor responderá por incumplimiento conforme a las reglas
generales. Si transmite la cosa al comprador sin haberla adquirido previamente del
verdadero dueño, éste podrá reivindicarla del comprador (salvo que éste la adquiera por
usucapión o sea un tercero especialmente protegido); entonces el comprador podrá exigir del
vendedor el saneamiento por evicción.
La cosa ha de ser entregada en el estado en que se encontraba al perfeccionarse
la venta, con los frutos producidos desde el mismo día (art. 1468). También deberán entregarse
los accesorios, aunque no hayan sido mencionados, si la venta es de cosa
determinada (art. 1097), incluyendo la titulación de la misma. Salvo pacto en contrario,
corresponden al vendedor los gastos de entrega, los de otorgamiento de la escritura
pública y, en el caso de inmuebles, el Impuesto de Plusvalía.

La propiedad de la cosa vendida sólo se transmite al comprador cuando se


produce la “tradición”, que puede presentar distintas modalidades: tradición real
(entrega material de la posesión), tradición instrumental (otorgamiento de escritura
pública), tradición documental (entrega de los títulos de pertenencia) y otras34.

En caso de doble venta (cuando se vende una misma cosa a dos sujetos
distintos), y al margen de la responsabilidad penal y civil en que haya podido incurrir el
vendedor, se plantea el problema de determinar cuál de los compradores adquirirá la
propiedad de la cosa. Si se trata de bienes muebles, corresponderá al que primero haya
adquirido la posesión; si se trata de inmuebles, a quien primero haya inscrito su título en
el Registro; en su defecto, a quien primero haya adquirido la posesión; y, en último
término, al que presente título (contrato) de fecha más antigua. En cualquier caso, será
exigible que el comprador preferido haya actuado de buena fe.

Es posible que se incluya en el contrato de compraventa el llamado “pacto de


retroventa” o “retracto convencional”, en virtud del cual el vendedor se reserva el
derecho a recuperar la cosa vendida dentro de un plazo determinado, pagando al
comprador el precio recibido en su día más los gastos.

c) Obligación de saneamiento: El vendedor no sólo está obligado a entregar la


cosa, sino que también responde ante el comprador en el caso de que éste, tras recibir la
cosa, se vea perturbado por causas económicas o jurídicas. La obligación de saneamiento
(que puede ser modalizada o excluida por pacto entre las partes, salvo en el caso de mala fe del
vendedor) surge en tres casos:

-Saneamiento por evicción: Se produce la evicción cuando el comprador se ve


privado de la cosa por sentencia firme y en virtud del derecho de un tercero anterior a la
compra. El vendedor deberá restituir el precio de la cosa, más los frutos, gastos y costas
procesales; si actuó de mala fe, deberá indemnizar además los daños y perjuicios.

entregarse los accesorios, aunque no hayan sido mencionados, si la venta es de cosa


determinada (art. 1097), incluyendo la titulación de la misma. Salvo pacto en contrario,
corresponden al vendedor los gastos de entrega, los de otorgamiento de la escritura
pública y, en el caso de inmuebles, el Impuesto de Plusvalía.

La propiedad de la cosa vendida sólo se transmite al comprador cuando se


produce la “tradición”, que puede presentar distintas modalidades: tradición real
(entrega material de la posesión), tradición instrumental (otorgamiento de escritura
pública), tradición documental (entrega de los títulos de pertenencia) y otras34.

En caso de doble venta (cuando se vende una misma cosa a dos sujetos
distintos), y al margen de la responsabilidad penal y civil en que haya podido incurrir el
vendedor, se plantea el problema de determinar cuál de los compradores adquirirá la
propiedad de la cosa. Si se trata de bienes muebles, corresponderá al que primero haya
adquirido la posesión; si se trata de inmuebles, a quien primero haya inscrito su título en
el Registro; en su defecto, a quien primero haya adquirido la posesión; y, en último
término, al que presente título (contrato) de fecha más antigua. En cualquier caso, será
exigible que el comprador preferido haya actuado de buena fe.

Es posible que se incluya en el contrato de compraventa el llamado “pacto de


retroventa” o “retracto convencional”, en virtud del cual el vendedor se reserva el
derecho a recuperar la cosa vendida dentro de un plazo determinado, pagando al
comprador el precio recibido en su día más los gastos.

c) Obligación de saneamiento: El vendedor no sólo está obligado a entregar la


cosa, sino que también responde ante el comprador en el caso de que éste, tras recibir la
cosa, se vea perturbado por causas económicas o jurídicas. La obligación de saneamiento
(que puede ser modalizada o excluida por pacto entre las partes, salvo en el caso de mala fe del
vendedor) surge en tres casos:

-Saneamiento por evicción: Se produce la evicción cuando el comprador se ve


privado de la cosa por sentencia firme y en virtud del derecho de un tercero anterior a la
compra. El vendedor deberá restituir el precio de la cosa, más los frutos, gastos y costas
procesales; si actuó de mala fe, deberá indemnizar además los daños y perjuicios.

-Saneamiento por vicios ocultos: El vendedor responde también cuando la cosa


presente vicios o defectos ocultos, aunque ignorase su existencia. El comprador podrá optar
entre la resolución del contrato o la reducción proporcional del precio; además, podrá exigir la
indemnización de daños y perjuicios si el vendedor actuó de mala fe. La acción para reclamar
el saneamiento por vicios ocultos está sujeta a un breve plazo de seis meses; sin embargo, la
jurisprudencia ha entendido que, en caso de que los vicios sean de tal entidad que la cosa no
sirve a la finalidad que le es propia, el comprador puede utilizar las acciones generales de
incumplimiento contractual, cuyo plazo de ejercicio es mucho más amplio.

-Saneamiento por gravámenes ocultos. También responde el vendedor de


inmuebles cuando la finca vendida esté gravada por alguna carga o servidumbre que no
hubiera sido mencionada en el contrato y cuya existencia no pudiera ser conocida por el
comprador. Este podrá optar por la resolución del contrato o por la indemnización
correspondiente, siempre que ejercite la acción dentro del plazo de un año desde el
otorgamiento de la escritura o desde el descubrimiento de la carga. El comprador podrá optar
entre la resolución del contrato o la reducción proporcional del precio; además, podrá exigir la
indemnización de daños y perjuicios si el vendedor actuó de mala fe. La acción para reclamar
el saneamiento por vicios ocultos está sujeta a un breve plazo de seis meses; sin embargo, la
jurisprudencia ha entendido que, en caso de que los vicios sean de tal entidad que la cosa no
sirve a la finalidad que le es propia, el comprador puede utilizar las acciones generales de
incumplimiento contractual, cuyo plazo de ejercicio es mucho más amplio.

Por su parte, el comprador asume las siguientes obligaciones:


a) Pago del precio: Es la obligación esencial del comprador. Deberá hacerse en
el lugar y tiempo pactados y, a falta de pacto, en el tiempo y lugar en que se realice la
entrega de la cosa.
Al margen de otros mecanismos generales de protección del crédito (cláusula
penal, arras, excepción de contrato no cumplido, resolución por incumplimiento,
pérdida del beneficio del plazo, etc.)35, es muy frecuente que se incluyan en el contrato
otros pactos y cláusulas destinados a reforzar el derecho del vendedor a recibir el precio,
especialmente cuando se entrega inmediatamente la cosa pero se pacta el pago aplazado
del precio. Tales pactos sólo serán oponibles a tercero (p. ej., el tercero que haya
adquirido a su vez del comprador) cuando hayan sido inscritos en el correspondiente
Registro (de la Propiedad o de Bienes Muebles) o cuando se pruebe que el tercero
conocía su existencia. Entre ellos, cabe destacar los siguientes:

-Pacto de reserva de dominio: El vendedor conserva la propiedad de la cosa


hasta que se complete el pago del precio. De este modo, la transmisión de la propiedad
queda sometida a la condición suspensiva de que se pague el precio íntegro.
-Prohibición de disponer. El comprador se obliga a no transmitir la cosa a
terceros hasta que no haya completado el pago del precio. Este pacto se utiliza sobre
todo en la venta a plazos de bienes muebles (regulada en la Ley 28/1998), ya que en el
caso de inmuebles su acceso al Registro de la Propiedad –y, por tanto, su oponibilidad
frente a terceros- se halla muy restringido36.

-Condición resolutoria expresa por falta de pago. En este caso se pacta


expresamente que, si no se paga el precio en el tiempo convenido, la venta quedará
automáticamente resuelta (“pacto comisorio”). Si se trata de inmuebles, el
comprador podrá pagar aunque se haya cumplido el plazo, en tanto el vendedor no le requiera
judicial o notarialmente (art. 1504).

b) Gastos: Salvo pacto en contrario, corresponde al comprador el pago de los


gastos de transporte, los de primera y posteriores copias de la escritura, inscripción
registral, e impuestos que gravan la transmisión (Impuesto de Transmisiones, IVA).

C) En particular, la venta de bienes de consumo.


El Texto Refundido de la Ley de Consumidores y Usuarios (arts. 114 y ss.)
somete la venta de bienes de consumo a un régimen parcialmente distinto al del CC, con
objeto de proteger adecuadamente a los consumidores.
En caso de que la cosa vendida no sea conforme con el contrato, teniendo en
cuenta lo que el comprador podía legítimamente esperar a tenor de las circunstancias,
éste cuenta con una garantía legal que le permitirá exigir al vendedor:

a) En primer término, la reparación del bien o su sustitución por otro igual, en


ambos casos de forma gratuita y en un plazo razonable. No puede exigirse la sustitución
en el caso de bienes de segunda mano.

b) En caso de que sean inviables las dos opciones anteriores, el comprador podrá
exigir la rebaja proporcional del precio o, en caso de que la falta de conformidad sea
jgrave, la resolución del contrato, con la consiguiente devolución del precio pagado.

C) En particular, la venta de bienes de consumo.

El Texto Refundido de la Ley de Consumidores y Usuarios (arts. 114 y ss.)


somete la venta de bienes de consumo a un régimen parcialmente distinto al del CC, con
objeto de proteger adecuadamente a los consumidores.
En caso de que la cosa vendida no sea conforme con el contrato, teniendo en
cuenta lo que el comprador podía legítimamente esperar a tenor de las circunstancias,
éste cuenta con una garantía legal que le permitirá exigir al vendedor:

a) En primer término, la reparación del bien o su sustitución por otro igual, en


ambos casos de forma gratuita y en un plazo razonable. No puede exigirse la sustitución
en el caso de bienes de segunda mano.

b) En caso de que sean inviables las dos opciones anteriores, el comprador podrá
exigir la rebaja proporcional del precio o, en caso de que la falta de conformidad sea
grave, la resolución del contrato, con la consiguiente devolución del precio pagado.

c) En cualquier caso, el comprador podrá exigir además que se le indemnicen los


daños adicionales que le haya causado el incumplimiento.

El vendedor responde de las faltas de conformidad que se manifiesten en el


plazo de dos años desde la entrega; en el caso de bienes de segunda mano, puede
pactarse un plazo inferior, con un mínimo de un año. La acción para reclamar prescribe
en el plazo de tres años. El comprador debe informar al vendedor de la existencia del
defecto en el plazo de dos meses desde que tuvo conocimiento del mismo.
Cuando sea imposible o muy difícil reclamar al vendedor, el comprador podrá
dirigirse directamente contra el productor para exigirle la reparación del bien o su
sustitución; no caben en este caso las otras opciones.
Al margen de la responsabilidad por falta de conformidad, el propio vendedor o
el productor pueden ofrecer al comprador una garantía comercial adicional y voluntaria,
que deberá formalizarse por escrito, y que deberá atribuir a aquél en todo caso derechos
más amplios que los reconocidos por la ley.

La permuta.

Es el contrato por el cual cada uno de los contratantes se obliga a dar una cosa
para recibir otra a cambio. Se aplican a la permuta, con carácter supletorio, las normas
de la compraventa, con la particularidad de que ambos contratantes vienen a asumir
obligaciones similares a las del vendedor.
Actualmente las normas de la permuta se aplican con mucha frecuencia en las
operaciones de intercambio de solares por locales o pisos a construir; si bien este caso
se da la particularidad de que una de las obligaciones recae sobre cosa futura que ha de
ser construida, por lo que ofrece determinados aspectos próximos al contrato de obra.

Tema 10: LOS ARRENDAMIENTOS. LOS CONTRATOS DE OBRA Y SERVICIOS

El arrendamiento de cosas.

Es el contrato por el cual una de las partes (arrendador) se obliga a dar a la otra
(arrendatario) el goce o uso de una cosa por tiempo determinado y precio cierto. Su
régimen está contenido en el CC, aunque quedan al margen del mismo los
arrendamientos especiales urbanos y rústicos. No requiere una forma especial para su
validez, si bien, en el caso de inmuebles, será imprescindible la escritura pública
notarial para que el arrendamiento pueda ser inscrito en el Registro de la Propiedad.
Las obligaciones esenciales del arrendador son: entregar la posesión de la cosa al
arrendatario; hacer en ella las reparaciones necesarias para conservarla en estado de
servir al uso a que ha sido destinada; mantener al arrendatario en el goce pacífico del
arrendamiento durante todo el tiempo del contrato, prestando el saneamiento por vicios
ocultos y por evicción en los mismos términos que en la compraventa; y no variar la
forma de la cosa arrendada. Por su parte, el arrendatario está obligado a pagar en los
términos convenidos el precio pactado, que normalmente consiste en una renta periódica
(alquiler); a usar la cosa diligentemente, destinándola al uso pactado o al que se derive
de su naturaleza; a pagar, en su caso, los gastos de la escritura pública notarial; a
notificar al arrendador las usurpaciones de que sea objeto por parte de un tercero; a
notificar igualmente la necesidad de reparaciones urgentes, tolerando su realización
dentro de los límites establecidos por la ley; y a restituir la cosa al arrendador al
finalizar el arrendamiento. En caso de que el arrendatario no restituya voluntariamente
la cosa al terminar el contrato, el arrendador puede utilizar una acción judicial especial,
de carácter sumario, para recuperarla en un breve plazo: la acción de desahucio.
El arrendatario puede concertar un subarriendo total o parcial con un tercero,
siempre que no se le haya prohibido expresamente en el contrato; en tal caso, el
arrendador tendrá acción directa contra el subarrendatario para exigirle el cumplimiento
de lo pactado en materia de uso y conservación de la cosa, y también para exigirle el
pago de las cantidades que aún no haya satisfecho al arrendatario.
Además de otras causas generales de extinción aplicables a todos los contratos
(p. ej., resolución por incumplimiento de alguna de las obligaciones esenciales), el
arrendamiento se extingue:

-Por el transcurso del plazo pactado. No obstante, si al terminar el contrato


permanece el arrendatario disfrutando quince días de la cosa arrendada con el
consentimiento del arrendador, sin que haya habido un requerimiento previo para
extinguir el contrato, opera la llamada “tácita reconducción”, en virtud de la cual el
contrato se entiende renovado por el tiempo que establece la ley.
-Por la venta de la cosa arrendada: En los arrendamientos regulados por el CC, si
el arrendador vende la cosa a un tercero éste tiene derecho a poner fin al arrendamiento,
sin perjuicio de la responsabilidad del arrendador frente al arrendatario, salvo que haya
pacto en contrario o que el arrendamiento esté inscrito en el Registro de la Propiedad.

EL ARRENDAMIENTO URBANO

El arrendamiento de fincas urbanas.


Está regulado en la Ley 29/1994, de Arrendamientos Urbanos, que distingue dos
tipos de arrendamientos:

a) Arrendamiento de viviendas: Es aquél que recae sobre una edificación


habitable cuyo destino primordial sea satisfacer la necesidad permanente de vivienda del
arrendatario. Estos arrendamientos se rigen ante todo por la autonomía de la voluntad de las
partes, aunque en ciertos aspectos la ley impone una regulación
imperativa con objeto de proteger especialmente al inquilino. Supletoriamente, se aplica
el CC. Estos arrendamientos tendrán una duración mínima de tres años en beneficio del
arrendatario; en caso de fallecimiento de éste, tendrán derecho a subrogarse en su
posición determinados familiares (cónyuge, conviviente, descendientes, ascendientes,
etc.). El arrendador podrá recuperar la vivienda antes del plazo pactado cuando la
necesite para sí mismo o para sus familiares. Por su parte, el arrendatario podrá desistir
libremente del contrato, una vez que hayan transcurrido al menos seis meses, con un
preaviso mínimo de treinta días.
La renta será la que fijen libremente las partes, aunque la misma deberá
actualizarse anualmente con arreglo a lo pactado o, en su defecto, al IPC. Con el fin de
reforzar la seguridad de los arrendadores, las sentencias firmes por las que se declare el
desahucio del arrendatario por falta de pago de la renta podrán ser inscritas en un
registro público.
En caso de que el arrendador venda la vivienda a un tercero, el arrendatario
podrá ejercitar los derechos de tanteo y retracto para acceder a su propiedad, a menos
que en el contrato se hubiera pactado la renuncia a estos derechos. Con carácter general,
el arrendamiento sólo será eficaz frente a terceros que hayan inscrito su derecho en el
Registro de la Propiedad (p. ej., el tercero comprador de la vivienda) cuando dicho
arrendamiento hubiera sido previamente inscrito en el Registro.

b) Arrendamientos para uso distinto del de vivienda: Se incluyen en esta


categoría los demás arrendamientos de edificaciones (p. ej., arrendamientos de local de
negocio, etc.). Estos contratos se rigen ante todo por la autonomía de la voluntad de las
partes, y en su defecto por las disposiciones legales. Del contenido de éstas cabe
destacar los siguientes aspectos:

-En caso de que el arrendador venda la finca a un tercero, el arrendatario podrá


utilizar los derechos de tanteo y retracto. Si no ejercita tales derechos, el adquirente
quedará subrogado en la posición contractual del arrendador, salvo que dicho adquirente
sea un tercero protegido por el art. 34 de la Ley Hipotecaria

-Cuando en la finca se ejerza una actividad empresarial o profesional, el


arrendatario puede ceder el contrato a un tercero o concertar un subarriendo total o
parcial, sin necesidad de que el arrendador preste su consentimiento, aunque con
obligación de notificárselo. En tal caso, el arrendador tendrá derecho a elevar la renta del
arrendamiento en la cuantía que establece la ley.

-En los mismos supuestos, cuando fallezca el arrendatario tendrá derecho a


subrogarse en su posición contractual el heredero o legatario que continúe su actividad.

A) Excepciones a la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU)


Según el art 5 de la ley de arrendamientos urbanos están excluidos de la aplicación de esta ley los
siguientes tipos de contratos:

1. Uso de vivienda por porteros, guardas y demás que las tengan asignadas por razón o del
servicio que presten.
2. Uso de las viviendas militares.
3. Aquellos arrendamientos en los que, arrendándose una finca con casa habitación, sea el
aprovechamiento agrícola la finalidad primordial del arrendamiento.
4. El uso de las viviendas universitarias cuando estas reúnan los requisitos del artículo 5 de la ley
de arrendamientos urbanos.
B) Tipos de contratos de LAU
La regularización de contratos de vivienda en la ley de arrendamiento urbanos no es tan simple como
parece, ya que, siguen vigentes en nuestro derecho la ley de arrendamientos urbanos de 1964 con las
modificaciones que se establecieron en el año 1985 según el decreto “Boyer”
En las disposiciones transitorias de la ley de 1994 se distinguen los siguientes contratos.

1. Contratos de vivienda y de local de negocio, celebrados a partir del 9 de mayo de 1985 (tras el
decreto Boyer)
2. Contratos de arrendamiento de viviendas celebrados antes del 9 de mayo de 1985.
3. Contratos de arrendamiento de local de negocio celebrados antes del 9 de mayo de 1985.
C) Prórroga del contrato
La ley de 1994 señala en su art 10

“Si llegada la fecha de vencimiento del contrato o de cualquiera de sus prórrogas una vez transcurrido
como mínimo 3 años de duración de aquel. Ninguna de las partes hubiese notificado a la otra al menos
con 30 días de antelación a aquella fecha su voluntad de no renovarlo el contrato se prorrogará
necesariamente 1 año más”

Sin embargo, la ley de 1964 estableció la llamada “prórroga forzosa” a señalar en el art 57

“llegado el día de vencimiento del plazo pactado, este, se prorrogará obligatoriamente para el
arrendador y potestativamente para el arrendatario, aun cuando un tercero suceda al arrendador en
sus derechos y obligaciones.

10.3 LA RENTA

La renta es el precio del arrendamiento y constituye la obligación principal del arrendatario. La


renta debe ser acordada de común acuerdo entre las partes y solo podrá ser aumentada de
conformidad con lo establecido en el contrato.

Según la ley de 1994, hay que establecer los siguientes puntos.

1. La renta será la que libremente estipulen las partes.


2. Salvo pacto en contrario el pago de la renta será mensual y se hará en los 7 primeros
días del mes y en ningún caso el arrendador podrá exigir el pago anticipado de más de
una mensualidad en caso de fianza.
3. El pago se efectuará en el lugar señalado en el contrato (cuenta corriente) y a falta de
pacto deberá hacerse en metálico y en la vivienda arrendada.
4. El arrendador deberá entregar al arrendatario recibo por el pago.
5. Durante el contrato, la renta solo podrá ser revisada por el arrendador o el arrendatario
en la fecha en que se cumpla cada año de vigencia, y en los términos pactados en el
contrato. Si en el contrato no se ha pactado nada, no podrá hacerse revisión.
Según la ley de 1994 el arrendador solo podía elevar la renta en los siguientes casos:

1. Por aumento de los impuestos sobre la propiedad.


2. Por realizar el arrendatario obras por el consentimiento del arrendador.
3. En caso de subrogación de parientes.
4. Si el arrendatario ejerciera en la vivienda industria u hospedaje.
5. En caso de subarriendo
6. En caso de dedicar el local a un uso distinto del pactado.

LOS CONTRATO DE OBAS Y SERVICIOS:


Según el art. 1544 en el arrendamiento de obras o servicios una de las partes se obliga a
ejecutar una obra o a prestar un servicio por precio cierto.

A) Tipos de contratos
Según el art. 1544 existen dos tipos de contratos:
 Arrendamiento de obra (obras en el sentido de la albañilería)
Es el contrato por el cual un sujeto (denominado “comitente” o “dueño de la
obra”) encarga a otro (el “contratista”) la ejecución de una obra acabada a cambio
del pago de un precio determinado. Se caracteriza esencialmente porque el contratista no
asume una simple obligación de medios, sino de resultado, de tal manera que la obligación
ha de considerarse incumplida en el caso de que el comitente no obtenga la obra terminada
El contratista puede obligarse a realizar la obra con o sin suministro de
materiales. Cuando se compromete, no sólo a prestar su trabajo o industria, sino
también a proporcionar los materiales necesarios, el contrato puede presentar perfiles
propios de la compraventa de cosa futura, lo que obligará a determinar en cada caso, en
función de las circunstancias, si serán aplicables las normas de uno u otro contrato.
 Arrendamiento de servicios (cualquier otra cosa)

B) Objeto del contrato


En el contrato de servicios, el objeto de contrato es la prestación de servicios con
independencia del resultado obtenido.
Ejemplo: da igual si tu abogado gana o pierde, hay que pagarle.

En el contrato de obras, el objeto del contrato es la prestación de servicios,


independientemente del tiempo que dure el trabajo.
El contratista se obliga a ejecutar y entregar la obra terminada en el plazo
contractualmente fijado, y responde, no sólo de su propia actividad, sino de la de
aquellos sujetos que haya utilizado como auxiliares (trabajadores, subcontratistas, etc.).
Cuando se haya obligado a suministrar los materiales, el contratista asume el riesgo de
que la obra se destruya o deteriore antes de la entrega; si sólo se obligó a proporcionar
su trabajo o industria, cada parte quedará obligada a responder en caso de que haya
incurrido en culpa; si la obra se pierde o deteriora por caso fortuito, cada parte perderá
lo que hubiera aportado y no podrá reclamar nada a la otra. Por su
parte, el que haya ejecutado una obra en cosa mueble ajena puede ejercitar el derecho de
retención sobre ella hasta que se le pague.

C) El arrendamiento de servicios
Aquel contrato por el cual una de las partes se compromete respecto de la otra a realizar en
servicio de ello una actividad o trabajo a cambio de una remuneración en proporción al tiempo
y a la cantidad de trabajo producida.

Los elementos fundamentales de este contrato son los siguientes:


 La remuneración a precio cierto.
 La duración temporal ya que el contrato o el arrendamiento para toda la vida es nulo.

El criterio diferenciador fundamental ,entre los contratos de obra y servicios, se encuentra


en la prestación y puesto que en el de servicios se obliga a prestar una actividad, en tanto
en el arrendamiento de obra se pacta teniendo en cuenta el resultado. Todos estos criterios
se ven contrariados en no pocas ocasiones, como por ejemplo con el arrendamiento de
servicios con un médico en el que difícilmente podemos decir que está subordinado al
paciente. Y, como se ha indicado el criterio que mejor sirve para distinguir ambos
arrendamientos es aquel que se fija en el objeto del contrato. En el arrendamiento de obra
se quiere la obra que es el objeto del contrato y los motivos que llevan a contratar y el
objeto son la misma cosa. Sin embargo en el arrendamiento de servicios se contratan unos
servicios pero el motivo es algo diferente, pudiendo ser por ejemplo la salud o la defensa
jurídica los motivos que llevan a contratar y los medios serán en realidad el objeto del
contrato.

Para la distinción entre la figura jurídica del arrendamiento de servicios y el mandato es


básico el criterio de la sustituibilidad, no confundible con el de la representación, de tal
manera que sólo pueden ser objeto de mandato aquellos actos en que quepa sustitución, o
sea, los que el mandante realizaría normalmente por sí mismo, pues cuando no es así,
cuando se encomienda a otra persona la prestación de servicios que normalmente no
pueden ser realizados, ni son de la propia actividad de la persona que lo encomienda a
otro, que precisamente necesita acudir a él para que lleve a cabo la actividad que aquél no
podría realizar, es conducente a la situación de arrendamiento de servicios, desde el momento
que en su perfección es incluida una consideración "intuitu personae".

D) El contrato de obra
Es aquel contrato en el que una persona llamada empresario o contratista se obliga a ejecutar
una obra en beneficio de otra llamada propietario que se obliga a pagar por ella un precio
cierto.
El elemento fundamental del contrato de obra es que el objeto de este contrato no es la energía
del trabajo o el trabajo como tal sino la obra o el resultado del trabajo.

Según el art 1588 se pueden distinguir los siguientes tipos de contratos de obra:

1. En el que el contratista pone solo su trabajo.


2. En el que el contratista suministra también el material
En el 2º caso la doctrina no está de acuerdo en que sea un auténtico contrato de obra ya que
algunos consideran que es un contrato mixto de arrendamiento y compraventa y que por lo
tanto deberán aplicársele las reglas de ambos contratos.
Tema 11: EL CONTRATO DE PRÉSTAMO Y EL CONTRATO DE DEPÓSITO

11.1 EL CONTRATO DE
PRÉSTAMO………………………………………………………………….……..pág 2

A) Diferencia entre comodato y mutuo

11.2 EL CONTRATIO DE
DEPÓSITO………………………………………………………………………….pág 2

A) Características

B) Los elementos del contrato de depósito

C) Clases de depósitos
EL CONTRATO DE PRÉSTAMO

El contrato de préstamo presenta dos modalidades: el comodato es el contrato


por el que un sujeto entrega a otro una cosa no fungible para que use de ella durante un
cierto tiempo y se la restituya; es siempre gratuito. En cambio, el mutuo o préstamo
simple es el contrato por el que un sujeto entrega a otro una cantidad de dinero (u otras
cosas fungibles), de tal manera que el prestatario adquiere su propiedad y queda
obligado a restituir la misma cantidad; según el CC, el mutuo se presume gratuito, a
menos que se pacte expresamente que el prestatario deberá restituir el capital recibido
con sus intereses, en cuyo caso el préstamo será oneroso.

Diferencia entre comodato y mutuo:

1º El comodato es esencialmente gratuito mientras que el mutuo, aunque es naturalmente


gratuito, permite el pacto de pagar de intereses.

2º El comodato recae sobre cosas fungibles mientras que el mutuo recae sobre dinero.

3º El comodato transmite el uso y el mutuo transmite la propiedad

4º El comodato produce la obligación de devolver la misma cosa prestada mientras que el


mutuo produce la obligación de devolver otro tanto de la misma especie y caridad.

5º El riesgo en el comodato lo sufre el prestamista mientras que en el mutuo lo sufre el


prestatario.

EL CONTRATIO DE DEPÓSITO:

Es el contrato por el cual un sujeto (depositante) entrega una cosa mueble a otro
(depositario) para que la custodie y la restituya. Al igual que el mandato, el CC lo
configura, en principio, como gratuito y unilateral, aunque puede pactarse una
retribución a favor del depositario, en cuyo caso el contrato es oneroso y bilateral.
El depositario está obligado a custodiar la cosa con la diligencia debida y a
restituirla cuando le sea reclamada por el depositante. Salvo pacto en contrario, no
puede usar la cosa depositada. Por su parte, el depositante está obligado a satisfacer al
depositario los gastos y daños afrontados por razón de la cosa, y a pagarle la retribución
pactada, en su caso. Como garantía, el depositario dispone del derecho de retención.
Una modalidad especial de depósito, llamado “secuestro” o “depósito judicial”,
es la que tiene lugar cuando se decreta judicialmente el embargo de un bien mueble o
inmueble que se entrega para su custodia a un tercero como medida de aseguramiento
del mismo. Otro supuesto especial es el del llamado “depósito necesario” de efectos
introducidos por los clientes en los establecimientos de hostelería, de los que responden los
titulares de éstos conforme a los arts. 1783 y 1784 CC

Características
 Es un contrato principal (subsiste sin necesidad de otro contrato)
 Bilateral (por obliga a las dos partes)
 Real (porque se perfecciona por la entrega de la cosa)
 Temporal (se da por un tiempo determinado)
 Oneroso (porque es renumerado)

Clases de depósitos
 Judicial: Mientras que el deposito judicial o secuestro tiene lugar cuando se decreta el
embargo o aseguramiento de bienes litigiosos (que están en un litigio)
 Extrajudicial: se llama también depósito voluntario y es aquel en el que la entrega de
la cosa para custodia se realiza por la voluntad del depositante.

TEMA 12.-
LA PROPIEDAD Y LOS DERECHOS REALES-
1.- Los Derechos reales: concepto, caracteres y clases.
2.- La propiedad y sus formas.
3.- El Registro de la Propiedad y sus funciones
1.- LOS DERECHOS REALES: CONCEPTO, CARACTERES Y CLASES.
El derecho real es un poder directo e inmediato atribuido a una persona sobre una
cosa, que impone a los demás el deber de respetarla.
El derecho real tiene los siguientes caracteres:
1.- Que el derecho real recae sobre una cosa especifica y determinada.
2.- Que el derecho real no puede ser producto de mera obligación contrato o
título, y necesita de una causa más poderosa, llamada modo.
3.- Que el derecho real da lugar a una acción eficaz contra cualquier poseedor de
la cosa.
Clases: De protección provisoría: Posesión

D. Real pleno: Dominio

Sobre cosas reales

De protección perfecta
y definitiva

Derechos reales

Propiedad industrial

Sobre bienes i

Propiedad intelectual
2.- LA PROPIEDAD Y SUS FORMAS.
Concepto:
Según el artº 348 del C.C., la propiedad es el derecho de gozar y disponer de una
cosa, sin más limitaciones que las establecidas en la ley.
Contenido:
En nuestro derecho se consideran como facultades de la propiedad las siguientes:
1.- Facultad de libre disposición, en virtud de la cual el propietario puede:
a.-Enajenar, es decir; transmitir su derecho a otra persona a titulo oneroso o
gratuito.
b.-Limitar o gravar, es decir; desprenderse del ejercicio de una o varias facultades
que integran el dominio, transfiriendo esa facultad a un tercero.
c.-Transformar y destruir, es decir; variar la naturaleza de la cosa, su forma o su
destino, o abandonar o inutilizar la cosa.
2.-Facultad de libre aprovechamiento, en virtud de la cual puede el propietario
usar de la cosa para la satisfacción de sus necesidades.
3.-Facultad de exclusión, en virtud de la cual el propietario tiene poder para evitar
perturbaciones por otras personas en el goce o utilización de la cosa.
La protección del derecho de propiedad:
Si todo derecho ha de estar normalmente protegido por una acción, que es el
modo de hacerlo valer en juicio, cuando sea desconocido por alguien, la
propiedad como derecho más extenso que es, requiere una especial tutela y está
protegido por variedad de acciones.
Se pueden hacer tres grupos:
1.-Las acciones que se dan para reprimir una perturbación total, tendiendo al
reconocimiento del derecho de propiedad y a la restitución de la cosa que
indebidamente retiene un tercero.
Entre ellas destacan: la acción reivindicatoria y la acción rescisoria del dominio.
2.- Las acciones que se dan para reprimir una perturbación parcial ya realizada o
bien para prevenir el daño que pueda temerse.
Entre las primeras, la acción negatoria; y entre las segundas, la acción de daño
temido y la denuncia de obra nueva.
3.-Las acciones para el señalamiento de límites, como la acción de deslinde y
amojonamiento.
La copropiedad.-
Según el artº 392 del CC. hay copropiedad cuando la propiedad de una cosa
pertenece proindiviso (sin determinación de partes) a varias personas.
La propiedad horizontal.
A ella hace una leve mención el artº 396 del C.C., al señalar que: “los diferentes
pisos o locales de un edificio o las partes de ellos susceptibles de
aprovechamiento independiente, podrán ser objeto de propiedad separada que
llevará inherente un derecho de copropiedad sobre los demás elementos comunes
del edificio.
De ésta forma en la propiedad horizontal se distinguen:
Un derecho de propiedad exclusivo de cada propietario sobre su propio piso o
local Y un derecho de copropiedad sobre los demás elementos comunes del
edificio (escaleras, jardines, ascensores, etc.)
Se pueden hacer tres grupos:
1.-Las acciones que se dan para reprimir una perturbación total, tendiendo al
reconocimiento del derecho de propiedad y a la restitución de la cosa que
indebidamente retiene un tercero.
Entre ellas destacan: la acción reivindicatoria y la acción rescisoria del dominio.
2.- Las acciones que se dan para reprimir una perturbación parcial ya realizada o
bien para prevenir el daño que pueda temerse.
Entre las primeras, la acción negatoria; y entre las segundas, la acción de daño
temido y la denuncia de obra nueva.
3.-Las acciones para el señalamiento de límites, como la acción de deslinde y
amojonamiento.
La copropiedad.-
Según el artº 392 del CC. hay copropiedad cuando la propiedad de una cosa
pertenece proindiviso (sin determinación de partes) a varias personas.
La propiedad horizontal.
A ella hace una leve mención el artº 396 del C.C., al señalar que: “los diferentes
pisos o locales de un edificio o las partes de ellos susceptibles de
aprovechamiento independiente, podrán ser objeto de propiedad separada que
llevará inherente un derecho de copropiedad sobre los demás elementos comunes
del edificio.
De ésta forma en la propiedad horizontal se distinguen:
Un derecho de propiedad exclusivo de cada propietario sobre su propio piso o
local Y un derecho de copropiedad sobre los demás elementos comunes del
edificio (escaleras, jardines, ascensores, etc.)
Se pueden hacer tres grupos:
1.-Las acciones que se dan para reprimir una perturbación total, tendiendo al
reconocimiento del derecho de propiedad y a la restitución de la cosa que
indebidamente retiene un tercero.
Entre ellas destacan: la acción reivindicatoria y la acción rescisoria del dominio.
2.- Las acciones que se dan para reprimir una perturbación parcial ya realizada o
bien para prevenir el daño que pueda temerse.
Entre las primeras, la acción negatoria; y entre las segundas, la acción de daño
temido y la denuncia de obra nueva.
3.-Las acciones para el señalamiento de límites, como la acción de deslinde y
amojonamiento.
La copropiedad.-
Según el artº 392 del CC. hay copropiedad cuando la propiedad de una cosa
pertenece proindiviso (sin determinación de partes) a varias personas.
La propiedad horizontal.
A ella hace una leve mención el artº 396 del C.C., al señalar que: “los diferentes
pisos o locales de un edificio o las partes de ellos susceptibles de
aprovechamiento independiente, podrán ser objeto de propiedad separada que
llevará inherente un derecho de copropiedad sobre los demás elementos comunes
del edificio.
De ésta forma en la propiedad horizontal se distinguen:
Un derecho de propiedad exclusivo de cada propietario sobre su propio piso o
local Y un derecho de copropiedad sobre los demás elementos comunes del
edificio (escaleras, jardines, ascensores, etc.)
virtud del cual cada copropietario debe contribuir a los gastos que originen en
proporción a su cuota de participación.
La multipropiedad.
Es aquella en la que edificios construidos como pisos o apartamentos, son
vendidos individualmente a distintos propietarios, no teniendo derecho estos a
ocuparlos más que un periodo preestablecido cada año, que se señala en el
contrato de adquisición.
Regulado en la Ley 42/98 de 15 de diciembre, sobre el Derecho de
aprovechamiento por turno de bienes inmuebles de uso turístico, y Ley 4/2012, de
6 de julio, de contratos de aprovechamiento por turno de bienes de uso turístico,
de adquisición de productos vacacionales de larga duración, de reventa y de
intercambio y normas tributarias.
3.-EL REGISTRO DE LA PROPIEDAD Y SUS FUNCIONES.
Es aquel órgano que tiene por finalidad garantizar la seguridad jurídica y el
tráfico inmobiliario, a través de los asientos que se practican.
Según el artº 1 de la Ley Hipotecaria y 605 del C.C., el Registro de la propiedad
tiene como objeto la inscripción y anotación de los actos y contratos relativos al
dominio y demás derechos reales sobre bienes inmuebles.
Respecto a protección y publicidad, véanse los artículos 606 y 607 del C.C.

LECCION 13. LA PROTECCION DEL DERECHO DE CREDITO


I. EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL UNIVERSAL
La responsabilidad patrimonial del deudor significa que en caso de no pagar voluntariamente su
deuda, el acreedor puede dirigirse contra el patrimonio de aquél para logar la satisfacción de su
crédito.

El artículo 1.911 CC dispone al respecto que <Del cumplimiento de sus obligaciones responde el
deudor con todos sus bienes presentes y futuros>.

1º) Es una responsabilidad general. El deudor incurre en esa responsabilidad siempre que incumpla
una obligación cualquiera. Hay ciertas obligaciones que pueden estar garantizadas por una
determinada garantía expresamente pactada por el acreedor y el deudor. Esta responsabilidad
patrimonial universal asegura a todas y a cada una de las obligaciones del deudor, aunque no se haya
acordado así expresamente el contrato.

2º) Es una responsabilidad patrimonial. El patrimonio del deudor responde del cumplimiento de la
obligación. Sólo responderán de dicho cumplimiento aquellos bienes y derechos del deudor de
carácter patrimonial.

No serán embargables en ningún caso los bienes inalienables; tampoco el mobiliario y menaje de la
casa que no tengan carácter suntuario (de lujo), la ropa del deudor y de su familia; tampoco los libros e
instrumentos necesarios para el ejercicio de la profesión; tampoco el sueldo, salario, pensión o
retribución del deudor en lo que no exceda de la cuantía señalada para el salario mínimo
interprofesional.

3º) Es una responsabilidad universal. Significa que del cumplimiento de sus obligaciones responde el
deudor con la totalidad de sus bienes patrimoniales. Esta responsabilidad universal se puede hacer
efectiva no sólo sobre los derechos y bienes patrimoniales que tuviera el deudor en el momento del
vencimiento de la obligación (bienes presentes), sino que se puede hacer extensiva a los que adquiera
con posterioridad.

II. LAS GARANTÍAS DE LAS OBLIGACIONES: CONCEPTO Y MODALIDADES


1. CONCEPTO

Las obligaciones nacen y se constituyen con la finalidad de ser cumplidas, ya que su incumplimiento
perjudica el interés del acreedor. La economía de mercado se basa en la libre circulación de bienes y
servicios entre los miembros del grupo social, por lo que el derecho de crédito es uno de los pilares
básicos de este sistema.

En la práctica, es frecuente el incumplimiento de las obligaciones, y es por ello por que os


Ordenamientos jurídicos prevén una amplia gama de medios de garantía.

Por garantías de las obligaciones entendemos aquellos medios que el Ordenamiento o la voluntad de
las partes establecen con la finalidad de asegurar el cumplimiento de la obligación del deudor,
reforzando por tanto el derecho del acreedor a recibir la prestación debida.

2. MODALIDADES

1º) Las garantías reales. Son aquellas que conceden al acreedor un poder directo e inmediato sobre
una o varias cosas determinadas del deudor. En caso de incumplimiento de la obligación por el deudor,
el acreedor puede dirigirse directamente contra la cosa, ejecutarla judicialmente y venderla por el
procedimiento legalmente establecido, haciéndose en pago con el importe obtenido con dicha venta.
Son la prenda y la hipoteca.

2º) Las garantías personales. Son aquellas en las que es una persona quien garantiza de manera
personal el cumplimiento de la obligación. Existen diversas modalidades como la fianza, la cláusula
penal y el derecho de retención y las arras.

III. LAS GARANTIAS REALES: BREVE REFERENCIA A LA PRENDA Y A LA HIPOTECA


1. ASPECTOS GENERALES DE LAS GARANTIAS REALES: SUS MODALIDADES

Las garantías reales son las que recaen sobre cosas o bienes patrimoniales concretos o determinados
del deudor.

El CC distingue:

1º) La prenda, que recae sobre los bienes muebles del deudor, llevando consigo un desplazamiento
posesorio de la cosa de éste al acreedor.

2º) La hipoteca, que recae sobre los bienes inmuebles del deudor, sin que haya necesidad de
desplazamiento posesorio.

A) La prenda.
Es un derecho real de garantía que se caracteriza por recaer sobre un bien
mueble y porque supone un desplazamiento posesorio, ya sea entregando el bien al
propio acreedor (llamado “acreedor pignoraticio”), o a un tercero designado de común
acuerdo. Dicho desplazamiento tiene una doble función de publicidad del gravamen y
de seguridad para el acreedor, y constituye un presupuesto ineludible para el nacimiento
del derecho real de prenda. En caso de incumplimiento, el acreedor puede ejecutar la
prenda, exigiendo la venta de la cosa en pública subasta, por vía judicial o notarial, para
hacerse pago con el precio obtenido.En la práctica son muy habituales ciertos tipos especiales
de prenda, que están sometidos en parte a normas peculiares: p. ej., la prenda de dinero
(llamada “prenda irregular”), la de créditos, o la de títulos-valores (p. ej., acciones de
sociedades anónimas).
2. LA HIPOTECA

La hipoteca inmobiliaria es un derecho real de garantía que sujeta o recae sobre bienes inmuebles
del deudor, y que asegura el cumplimiento de un crédito mediante la concesión a su titular, el
acreedor hipotecario, de la facultad de realizar el valor de esos inmuebles de su deudor
(hipotecante), enajenándolos mediante los procedimientos legales establecidos y percibiendo su
precio en pago del crédito.

La peculiaridad de la hipoteca es que, a diferencia de la prenda, no exige el desplazamiento posesorio


del inmueble gravado a manos del acreedor.

La hipoteca es un derecho real de constitución registral, pues su inscripción en el Registro de la


Propiedad tiene carácter constitutivo.

Los sujetos de la hipoteca son normalmente el deudor (deudor hipotecante) y el acreedor de la


obligación garantizada (acreedor hipotecario), pero nada impide que un tercero ajeno a la obligación
garantice con sus bienes inmuebles una deuda ajena.

El objeto de la hipoteca inmobiliaria debe ser necesariamente un bien rústico o urbano, que además
ha de reunir la condición de ser enajenable.

El acreedor hipotecario es un acreedor preferente, pues goza de prioridad para el cobro de su crédito
con el precio del bien garantizado frente a los restantes acreedores del deudor.

Es admisible que pueda enajenar la finca hipotecada a un tercero, que la adquiere con la hipoteca,
pese a que el enajenante sigue siendo el deudor. Si el deudor (enajenante) no paga su deuda, el
acreedor hipotecario podrá ejercitar la correspondiente acción y realizar el valor de la finca, aunque
ésta haya cambiado de propietario. Surge así la figura del tercero hipotecario, que es la persona que
responde, aunque no sea deudor. Ese tercer poseedor sólo responde de la deuda del enajenante con
la finca hipotecada.

IV. LA FIANZA COMO GARANTIA PERSONAL TIPICA


1. CONCEPTO DE FIANZA

La fianza es la garantía personal más típica y habitual.

Podemos definirla diciendo que es un contrato por el cual una persona distinta del deudor,
denominada fiador, asume expresamente la obligación de cumplir la prestación de deudor para el
caso de que éste no la cumpla.

La fianza supone añadir al patrimonio del deudor, como garantía básica del cumplimiento de su
obligación, un nuevo patrimonio responsable: el de un tercer sujeto denominado fiador.

Los sujetos de este contrato son el acreedor de la obligación garantizada y el fiador. El deudor de la
obligación garantizada no es parte de este contrato.

Puede ser fiador cualquier persona con capacidad de obrar o con capacidad general para obligarse,
entendiendo la actual Jurisprudencia que puede ser fiador incluso un menor emancipado.

2. CARACTERES DE LA FIANZA

1º) La fianza es una obligación accesoria, ya que presupone la existencia de una obligación principal
válida entre el acreedor y el deudor, a la que garantiza. Si la obligación principal se extingue por su
pago o cumplimiento, o por otra posible causa se extinguirá también la relación de fianza.
2º) Es una obligación subsidiaria, porque sólo podrá exigirse el pago de la deuda al fiador en caso de
que el deudor principal incumpla su obligación. La ley establece a favor del fiador el llamado
<beneficio de excusión>, que es una facultad que corresponde al fiador consistente en que, ante la
reclamación del acreedor, el fiador puede negarse a pagar si el acreedor no ha acreditado haber
perseguido antes todos los bienes de que esté en posesión el deudor principal.

Pero en la actualidad, la figura más extendida es la llamada fianza solidaria, en la que el acreedor
puede dirigirse indistintamente contra el deudor principal o contra el fiador, y cuando lo hace contra
éste, no se puede alegar el beneficio de excusión.

3º) La fianza debe ser expresa: es el denominado <principio de no presunción de la fianza>. La fianza
no requiere una forma especial ni solemnidad de ningún tipo, ni siquiera que conste por escrito.

4º) Acción de reembolso: una vez que el fiador ha pagado al acreedor como consecuencia del
incumplimiento del deudor afianzado, el fiador podrá ejercitar la correspondiente acción de reembolso
para recuperar del deudor la reducción patrimonial sufrida como consecuencia del pago.

Das könnte Ihnen auch gefallen