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religion.html

¿Es necesaria la Religión?


Me llega este comentario que ahora ofrezco, porque revela el
pensamiento de muchos que ven la religión como un código moral
o una reliquia cultural. Leamos los que dice su autor, y después
podremos comentar.
Porque la necesidad de la religión?

La mayoría de los jóvenes que conozco (por no decir que todos)


llevan una vida en la cual yo no alcanzo a notar la necesidad de
incluir una religión. Antes yo consideraba que la religión era una
parte inseparable y además necesaria en nuestras sociedades para
mantener un equilibrio tanto en cuestiones de moral así como
estabilidad ante las cuestiones existenciales que siembre agobian al
ser humano.

En los últimos años me he terminado dando cuenta de que dichas


cuestiones existenciales no afectan a todo mundo. Hay muchas
personas que andan por la vida sin nunca (o al menos según ellos
así es, no es mi caso) preguntarse "de dónde vengo" o "a dónde
voy", las dos cuestiones básicas de donde creo yo que se desprende
todo pensamiento religioso.

Entonces, terminan haciendo una vida en la cual la religión juega un


papel solamente social, como un evento cultural que se debe llevar
a cabo (bautizos, bodas, 15 años, etc.), y no como una vivencia real
de la religión.

Ante esto, me queda el sabor de boca de que lo que conocemos


hoy como religión, no es más que el remanente cultural de lo que
un día fue el centro de nuestra vida social...
Tal vez hubo una época en que la religión en verdad fue lo que
debería de ser, en que la experiencia religiosa realmente "acercaba
a las personas a Dios". Sin embargo, yo pienso que eso quedó atrás
como el machismo extremo u otras formas de vivir que han ido
evolucionando hacia la sociedad moderna que hoy conocemos,
donde la religión cada día pierde más peso y deja lugar a una vida
más terrenal.
El dato sociológico es cierto: muchos, un número
considerable, considera la Religión como algo del pasado, como un
conjunto de normas que nada tienen que ver con la vida moderna.
Se ha suplantado por una “vida más terrenal”, como dice el
articulista.
Pero el problema de fondo es la existencia de Dios. Para muchos
que han caído en los brazos de un paganismo, o un ateísmo
práctico, o teórico, y militante, Dios es una entelequia, un producto
del pensamiento humano, un recurso de nuestra ansia de
eternidad. Y cuando a Dios se le pone un interrogante, el hombre
busca sucedáneos porque le aterra vivir vacío, y ser condenado a la
nada. Se habla de una religión atea, se llama Ateísmo 2.0.

La religión no es una invención, es una oferta que Dios nos


hace para que nos relacionemos con El. La iniciativa parte de Dios,
que es el que ofrece el don de la fe, nosotros nos cogemos
libremente a esa mano tendida de Dios, que ha querido adoptarnos
como hijos. Y esa relación amorosa con Dios Padre, con Dios
Santísima Trinidad, es lo que llamaos RELIGIÓN. El Logos, la Palabra
de Dios, se hizo hombre, y este es Jesucristo. Dios se pone a
nuestra altura, más aún, se arrodilla ante unos pecadores para
lavarles y besarles los pies. Más todavía, muere en la Cruz como
ofrenda al Padre por nosotros. Y todavía más, se queda en la
Eucaristía con nosotros para siempre. La religión es el trato con
Dios de la mano de Cristo en la Iglesia, comunidad de creyentes.
Las normas de conducta brotan de ese deseo que Dios tiene que
seamos santos. “Maestro, ¿qué tengo que hacer para alcanzar la
vida eterna”, le preguntó un joven a Jesús. Y le respondió el Señor:
“Cumple los mandamientos”. “Ya los cumplo desde pequeño”. Y
Cristo le respondió: “Si quieres más, anda, deja lo que tienes y
vente con migo”. Fue una oferta de relación, de religión, que el
joven no aceptó, y el Señor lo vio marcharse con tristeza. Podemos
dar la espalda a Dios, o podemos limitarnos a cumplir. Siempre Dios
verá con tristeza que mi relación con El no sea de corazón. Decía
Lucano: “Los hombres temen a los mismos Dioses que han
inventado”. Pero los creyentes de verdad no se han inventado a un
Dios imaginario. Sencillamente han abierto de par en par las
puertas del alma al Dios que un día, por puro amor, se dignó
llamarnos. “Bienaventurados los escuchan la Palabra y la ponen en
práctica”. Como diría San Agustín, nuestro corazón está llamado
para Dios, y está inquieto hasta que no llegue a Él.

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