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Conferencia: Arte y ciudad

Ponencia

Cartografías de ciudad. Recorridos y espacios del arte para la


construcción de una cultura por la paz

Por: Irama La Rosa

Resumen

El tema que ocupa la reflexión para esta ponencia en el marco del Programa Escenario
Urbano: Revitalización del espacio público y comunitario a través del arte, que
adelanta IUDANZA, tiene que ver con la descripción y análisis de las marcas físicas y
simbólicas que se han dibujado en la ciudad de Caracas, para expresar cómo ha sido el
comportamiento de sus habitantes en términos de confrontación y convivencia, y
particularmente, cómo ha sido la relación cuerpo, arte y ciudad en la conformación de
cartografías alternativas para dibujar recorridos y espacios públicos dedicados a la
práctica de una cultura por la paz.

En tal sentido, es importante decir, que la metáfora de los mapas se utiliza para ilustrar
cuál ha sido la influencia de la globalización en la configuración espacial que hoy se
observa en la ciudad y sus efectos en el afianzamiento de cartografías de segregación
urbana y pobreza; cartografías de conflictividad socio-política entre los actores y
finalmente, cartografías alternativas de resistencia, que buscan recomponer la
fragmentación socio-espacial de la ciudad.

Para ello y en primer lugar, se tratará de describir brevemente algunos antecedentes que
explican la configuración socio-espacial de las ciudades en el mundo global y el tipo de
conflictos sociopolíticos que las caracterizan. En segundo lugar, y del mismo modo se
detallarán las formas en las que se han expresado este tipo de conflictos en la ciudad de
Caracas, en momentos como el llamado “Caracazo” del año 1989. En tercer lugar, se
hablará del despliegue de conflictos socio-políticos asociados a la figura del Presidente
Chávez a partir del año 1999; y finalmente, se tocará el punto relacionado con la
emergencia y el desarrollo en este contexto de movimientos sociales alternativos de arte
urbano como la Red de la Calle.

1er Mapa: Espacios globales y segregación

Cuando abordamos el tema sobre las prácticas posibles de la ciudadanía a partir de la


relación de los sujetos-ciudadanos con sus espacios, el primer elemento que hay que
tomar en cuenta es la intensificación de los procesos de la globalización y su influencia en
las tendencias observables en la re-configuración espacial de las ciudades.
En tal sentido, como sostienen Borja y Castells [1], las ciudades además de ser los
espacios en los que se despliega el desarrollo económico asociado a la
internacionalización del capital, son espacios simbólicos que expresan la articulación o
desarticulación de las relaciones sociales, que se derivan de los impactos de la
globalización. Podríamos mencionar, entre otros, los impactos vinculados al uso y sentido
de las nuevas tecnologías de información y comunicación y su influencia en cuestiones
como la soberanía y el rol del Estado-Nación como conductor de políticas públicas.
Siguiendo la interpretación de autores como Klaus Bodemer (1997), una de las
manifestaciones más interesantes de la globalización económica es el predominio
hegemónico de las minorías ricas sobre una mayoría marginada, presentándose en la
configuración geopolítica internacional una especie de sociedad de la “Edad Media”
conformada por empresas trasnacionales[2], que son las que están comandando la
gestión funcional de actividades dispersas geográficamente por encima de los estados
nacionales.

De esa manera, dentro de este proceso de asignación de los roles y funciones de las
ciudades en el mundo global, es fundamental considerar la variable tecnológica porque es
lo que permite entender el tipo de patrones de urbanización, consumo y uso de los
espacios para el asentamiento de la población según los bienes y servicios requeridos por
el modelo informativo que implica la intensificación del proceso globalizador.

En el mapa de las competencias y roles de las ciudades del mundo global, puede
observarse físicamente cuales son las ciudades que manejan la dirección y gestión de las
transacciones internacionales, en lo que podría considerarse ciudades de primer nivel que
funcionan como sedes corporativas: New York, Londres, Paris y Tokio, por ejemplo. Todas
ellas, megaciudades que ejecutan su poder de intervención económica a través de la
conexión de redes de telecomunicaciones altamente eficientes dentro del sistema
productivo informativo.

Sin embargo, es importante destacar que estas funciones de comando corporativo no


necesariamente son exclusivas de las primeras ciudades del mundo desarrollado porque,
justamente, la facilidad que ofrece la tecnología para ejecutar las transacciones
comerciales en tiempo real con distintos lugares del mundo, favorece la asignación de
estos roles a segmentos o nodos territoriales específicos de otras ciudades incluyendo las
ciudades latinoamericanas[3].

En este proceso de re-configuración espacial, los perfiles profesionales juegan un papel


fundamental en lo que respecta a las funciones productivas de cada segmento territorial,
prevaleciendo las profesiones, oficios y actividades asociadas a los servicios de
ingeniería, tecnología especializada, consultoría gerencial y otros concentrados en el
sector terciario de conocimientos especializados en ciencia, tecnología e innovación.

De acuerdo a este análisis, la fragmentación socio-territorial de las ciudades se expresa


en la conformación de una estructura social dividida según los espacios adscritos o no a
la lógica de la globalización. Entonces las ciudades presentan lugares exclusivos para el
uso productivo, comercial y residencial de las élites que están insertas dentro del sistema,
por sus perfiles ocupacionales de alto nivel, y otras zonas desarticuladas del bienestar, en
las que conviven los marginados que realizan actividades de baja remuneración,
desocupados o personas que están dentro de la economía informal.

Lo que observamos hoy, en nuestras ciudades latinoamericanas, son esos contrastes


entre riqueza y pobreza extremas con la existencia de espacios claramente diferenciados
para el uso de las élites globales y otros para el apartheid social como son los barrios o
favelas. Así mismo, observamos el deterioro de las zonas y espacios públicos “no
conectados”, que son tomados para la práctica de la economía informal y como refugio de
seres humanos en situación de indigencia. En pocas palabras, nuestras ciudades están
invadidas por grandes edificaciones, gigantescos centros comerciales, urbanizaciones
corporativas, marañas de autopistas, automóviles, hiperriqueza, pero también de rostros
de miseria, desolación humana, destrucción de la naturaleza, contaminación,
competencia, “vale todo” y segregación.

Se producen situaciones que algunos autores, como Nora Rabonitkof (1993), definen
como ciudadanías de baja intensidad concentradas en espacios urbanos en los que el
Estado no garantiza el ejercicio de los derechos ciudadanos y, por otra parte, el
surgimiento de rasgos heterogéneos en esa pobreza urbana donde se observan los
“nuevos pobres”, los que han sido afectados por la disminución de oportunidades de
educación y empleo dentro de los sectores medios, y los que sufren mayor vulnerabilidad
dadas las variables de edad (jóvenes) y género (mujeres).

En este contexto, no es extraño que la situación se exprese con reacciones de


polarización social. Autores como Klaus Bodemer (1998) argumentan que en el contexto
de la globalización se vienen observando reacciones de tipo defensivo asociadas a las
identidades culturales tradicionales o nacionalistas y otras que son favorables al modelo
globalizador relacionadas con las identidades conocidas como mac world o coca cola,
porque tienen que ver con la uniformidad de los patrones de consumo característicos de
la matriz global.

En tal sentido, muchos de los conflictos socio-políticos de nuestras ciudades


latinoamericanas encuentran su explicación en la influencia que ha ejercido el mundo
global en la profundización de la fragmentación territorial y la polarización social, para
instaurar los nodos de productividad y competitividad que son útiles al desempeño de las
corporaciones trasnacionales. Al respecto, es interesante ver que estos nodos
trasnacionales, son precisamente los espacios territoriales que se ubican en las zonas de
mayor riqueza de las ciudades y -como vamos a ilustrar para el caso de Caracas- son
también los espacios territoriales que se asocian a los actores políticos que apoyan el
proyecto de globalización neo-liberal.

2º Mapa: Caracas Babylon [4]

Caracas se inscribe en la realidad particular que define a nuestras ciudades


latinoamericanas y al mismo tiempo en su realidad específica como ciudad capital de un
país petrolero como Venezuela. Su paso de ciudad provinciana a gran ciudad, gracias al
poder económico del petróleo, ha venido dejando sus huellas en la configuración de un
espacio caótico, desordenado e inhumano que por mucho tiempo ha gravitado en torno a
un imaginario de riqueza y consumo desmedidos.
Por ejemplo para la década de los setentas, Venezuela a diferencia de otros países de
América Latina se encontraba en su mayor apogeo económico. El boom petrolero de ese
momento, impactó a la ciudad capital con sus efectos de abundancia y lujo exacerbado, al
convertirla en un polo de atracción que provocó la inmigración de pobladores de la
provincia venezolana y de otros países de América Latina, que buscaban mayores
posibilidades de bienestar y desarrollo.

Los problemas que se generaron en Caracas, debido a la manera como se llevó a cabo el
proceso de urbanización (privilegiando el crecimiento económico sobre el crecimiento
humano), se reflejaron en el aumento de los índices de pobreza y los indicadores
asociados sobre delincuencia y violencia urbanas.

En tal sentido, puede decirse que pese a que la pobreza urbana no constituía un
fenómeno inédito en nuestro país. Para comienzos de los ochenta existían algunos
factores de cohesión social alrededor de espacios institucionales como las universidades
públicas, que aún representaban, en el “deseo colectivo” de la mayoría, una posibilidad
cierta de movilización social ascendente a través de la educación.

Sin embargo, esos hilos de esperanza se fueron deshilachando a la par que la ciudad
global generaba pautas culturales, patrones de consumo y estilos de vida asociados a las
características de una urbe fragmentada y desdibujada de una identidad integradora.

Aquí es interesante señalar que, desde el punto de vista simbólico, la ruptura definitiva de
ese ideal igualitario se materializó el 27 de febrero del año 1989, cuando a pocos días de
la puesta en práctica del paquete de medidas de ajuste estructural implantado en el
segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, se desató una reacción social sin precedentes
por parte de los conglomerados urbanos de Caracas. Esta reacción ha sido conocida
como EL CARACAZO o “el día que los pobres bajaron de los cerros”.

Esta explosión social reveló entre otras cosas, rasgos de una cultura urbana-petrolera
montada en torno a imaginarios sobre estilos de vida y patrones de consumo que no se
habían analizado con detenimiento hasta entonces. Puede decirse, que ese imaginario de
la Gran Venezuela venía frenando esas reacciones de conflictividad colectiva que la
escritora venezolana Elisa Lerner describe como una especie de metafísica social donde
“el inteligente hijo de Catia tenía la posibilidad de acceder no solo a la educación superior
en su país sino a otras universidades de excelencia como las de Harvard, gracias a una
beca Ayacucho”.[5]

Por otra parte, en la construcción de esos imaginarios de bienestar, no hay que


desestimar la influencia de los medios de comunicación masiva y la exhibición de las
figuras políticas que conformaron las nuevas burguesías presupuestarias* (muchos de los
cuales fueron los famosos turistas ta´barato que viajaban a Miami), quienes exponían sin
ningún prurito la posesión de bienes lujosos y estilos de vida escasamente vinculados con
sus esfuerzos laborales.
De este modo, el origen de las nuevas urbanizaciones y barrios caraqueños del modelo
de la democracia representativa nos relata esas historias de vida ciudadana, marcadas
por sueños y expectativas de mejor calidad de vida que, según la manera de relacionarse
e insertarse en la dinámica política, se colocaban en un lugar u otro del juego: ganadores
y/o perdedores sociales.[6]

También es posible entender que muchos de los fenómenos socio-políticos que derivan
de este derrumbe del ideal igualitario como los golpes de Estado del año 1992, el juicio y
salida de Carlos Andrés Pérez, el segundo gobierno de Caldera y el triunfo político del
Presidente Chávez el año 1998, tienen su explicación en las condiciones históricas y de
cultura política propias de nuestra realidad particular como país petrolero, insertas dentro
de lo que significa la implantación del modelo espacial de globalización neoliberal.

3er mapa: La ciudad de los pedazos

Si hay algo que pueda describir con propiedad a la ciudad de Caracas de finales de la
década de los noventa y comienzos del nuevo milenio, es una ciudad profundamente
fragmentada. Por ejemplo, si vemos cómo se ha expresado esta fragmentación en
nuestra ciudad, encontramos que:

 Desde el punto de vista espacial y socio-demográfico, la ciudad se ha venido


expandiendo y han venido desdibujando sus fronteras originales, al punto que esta
situación se refleja con el crecimiento de los 23 municipios que hoy día conforman
la Región Capital.
 En lo económico, se ha intensificado la terciarización de la economía, diferenciada
por la asignación de funciones distintas para cada segmento o nodo territorial de la
ciudad, es decir, zonas incluidas a la lógica transnacional que concentran la fuerza
de trabajo especializada en conocimientos y tecnologías de vanguardia,
relacionadas con la apertura petrolera. Como ejemplo están los Municipios Chacao,
Baruta y El Hatillo, y zonas donde se ubica el sector informal de la economía
conformado por un gran contingente de la población excluida, que no posee los
recursos del conocimiento que exige la economía globalizada. Estos están
ubicados fundamentalmente en los Municipios Libertador y Sucre.
 Por otra parte, se ha complicado la gestión político-administrativa de la ciudad,
debido a la existencia de gestiones fragmentadas que han acarreado serios
problemas para la gobernabilidad integral de la ciudad.
 En lo socio-cultural, la fragmentación socio-espacial ha generado relaciones de
socialidad atomizadas y de tipo segregacionista, que no favorecen los procesos de
integración cultural urbana. Esto se refleja en el deterioro creciente de los espacios
públicos formales, que son los espacios ideales para la construcción de una vida
cultural común, y su progresiva sustitución por lugares de consumo que pretenden
cumplir con funciones similares, como son los centros comerciales o Malls.

Las características de este mapa fragmentado exponen cuáles son las confluencias entre
la polarización social y la polarización política que comenzó a visibilizarse con la entrada
al poder de Hugo Chávez en 1998. A partir de ese momento, puede observarse con
nitidez un fenómeno que ha sido interpretado por el Sociólogo Miguel Ángel Contreras
como la oposición de dos proyectos diferenciados: uno tecnocrático-neoliberal y otro
democrático-nacionalista, cada uno de los cuales posee estéticas, discursos y acciones
claramente diferenciadas (Contreras, 2005).

En tal sentido, esta polarización política se ha expresado con la existencia de un modelo


de estética tecnócrata que promueve un imaginario social fundamentalmente asociado a
valores de eficiencia empresarial, a través del uso simbólico de la industria petrolera
PDVSA, el cual caló de manera determinante en buena parte de los sectores medios de la
ciudad, en contra de un imaginario popular y reivindicativo representado en la figura del
Presidente Chávez. En ambos casos, ha sido interesante observar que los imaginarios
sociales y políticos funcionan atribuyéndole al “otro” diferente, al que está en el “bando”
contrario, características y acciones que son propias de su lugar de residencia y origen
socio-económico.

En el conflicto político venezolano, esos imaginarios o representaciones colectivas,


funcionan como estereotipos cerrados en los que la pertenencia a un sector social,
supone la existencia de determinados rasgos físicos, raciales, de imagen y de
conocimiento que se corresponden a una determinada preferencia política, excluyendo
automáticamente la visión contraria.

Así vemos –pese a los matices- que los dos municipios más populosos de la ciudad de
Caracas, Municipio Libertador y Municipio Sucre, son al mismo tiempo los que contienen
mayor población en condición de pobreza y mayores índices de apoyo al Presidente
Chávez[7]. En el resto (Baruta, Chacao y El Hatillo) predomina la población de ingresos
medios y altos, siendo éstos los lugares de residencia y recreación de las clases medias
altas, en su mayoría opositores al proyecto chavista.[8]

De esa manera, ambos proyectos se han venido confrontando física y simbólicamente


(fundamentalmente gracias a la intervención de los medios de comunicación) con la
apropiación de espacios y zonas de la ciudad que se convierten en íconos de identidad de
los actores y sus respectivas visiones de país.

En ese sentido, la ciudad ha sido el escenario de una sucesión de conflictos que gravitan
en torno a esos imaginarios y a sus prácticas socio-políticas. Especialmente podemos
señalar los eventos ocurridos durante los años 2001, 2002, 2003 y 2004, hechos como el
primer paro empresarial de FEDECAMARAS (en diciembre de 2001), el Golpe de Estado
de Abril de 2002, el paro petrolero de finales de 2002 y primeros meses de 2003, el
Revocatorio Presidencial (agosto de 2004), y más recientemente el asesinato del Fiscal
Danilo Anderson. Asimismo, el año 2006 (año electoral) se presenta con los casos de
secuestro y asesinato del empresario Sindoni y los niños del empresario Faddoul, así
como el uso actual de las Universidades como espacios de conflicto asociados a grupos
de oposición.

Es en este panorama (el re-calentamiento del conflicto político en la calle con el tema de
la violencia urbana, los jóvenes, las universidades y la organización de una mesa de
diálogo por la paz) donde vale la pena hacerse algunas preguntas que sirven de
plataforma para pensar e intervenir el espacio público, fundamentalmente las siguientes:

 ¿Existen otros mapas, recorridos y espacios para la construcción de una cultura


por la paz?

 ¿Es con la cultura y desde el arte que pueden dibujarse cartografías alternativas
para Caracas?

 ¿Cómo incorporar estas iniciativas en la formulación de las políticas urbanas?

 ¿Quiénes son los artistas que dibujan otra ciudad posible? ¿Cuáles sus
propuestas?

4to mapa: arte, cuerpo y ciudad

Este mapa tiene que ver con el relato de pequeñas historias de ciudad que ocurren a la
par de los procesos de conflictividad social y política que se describieron anteriormente.
Son historias que se desplazan dentro los mapas precedentes, pero haciendo uso de otro
tipo de recursos estéticos para la acción política, fundamentalmente constituyen el mapa
de arte, cuerpo y ciudad, porque desde una perspectiva integral y superando las
diferencias, son capaces de crear visiones compartidas que trascienden las distintas
expresiones de la polarización.

Fundamentalmente se trata de un movimiento de arte que se desenvuelve en Caracas,


conocido como Red de la Calle, el cual se identificaba inicialmente como Movida
underground, pero que progresivamente se ha venido visibilizando como un movimiento
cuya acción colectiva dibuja cartografías de arte para la recuperación de la calle y los
espacios públicos de la ciudad, como espacios que contribuyen con la generación de una
cultura por la paz.

En este punto, se trata entonces de contar algunos momentos de esa historia –por lo
demás con algunos elementos autobiográficos- que probablemente no cubren toda la
diversidad y riqueza de los movimientos de arte urbano nacidos en y por la ciudad de
Caracas[9], pero sí permiten ilustrar algunos enfoques políticos presentes en los discursos
y prácticas de estos movimientos, respecto a lo que significan sus acciones de resistencia
al impacto de la globalización en la configuración espacial de la ciudad.

En ese sentido, es difícil ubicar el surgimiento de la Red de la Calle en un determinado


momento. En lo personal, comencé a escuchar e interactuar con esta red
aproximadamente en el año 2000, en el marco del Festival Internacional de Teatro que se
celebra en Caracas, pero no como parte de la programación formal, sino a través de
panfletos que promovían un “Festival Alternativo de Arte de Calle”.[10]
Para mí fue curioso observar que esta red de arte funcionaba en lo físico-espacial como
algunas redes virtuales que interactúan por Internet, particularmente aquellas que
funcionan de manera casi clandestina o underground, y se utilizan para intercambiar
información entre jóvenes acerca de temas que tienen que ver con protestas anti-
globalización, antibelicistas, eco-feministas y de promoción de estilos de vida alternativos
respetuosos de las diferencias culturales.[11] Por esa razón, sus espacios de encuentro
en la ciudad no son fijos y la calle se constituye en el lugar ideal donde es posible
desplazarse como artistas itinerantes o nómadas urbanos.

De allí, la importancia simbólica de la calle y la escogencia de la denominación Red de la


Calle que en ocasiones también se mezclaba con Rueda de la Calle, pero que en ambos
casos designaba una idea y probablemente un deseo de acción colectiva, más que una
intencionalidad de crear alguna estructura organizativa formal.

A este respecto, es interesante considerar, dentro del espíritu libertario de la mayor parte
de los jóvenes artistas que siempre se han resistido a las organizaciones formales[12],
que justamente se hayan articulado como movimiento social a partir del 11 de abril de
2002 cuando ocurre el golpe de Estado al Presidente Chávez. A partir de ese momento, la
mayor parte de los jóvenes de esa red –algunos de los cuales se relacionan con medios
alternativos- se sensibilizaron alrededor de la idea de romper con las conductas de
intolerancia que se estaban expresando en los espacios públicos de la ciudad, y
comenzaron a reunirse consecutivamente todas las semanas, para debatir los temas
asociados a la democracia y al rol del artista en situaciones como las que estaba viviendo
el país.

Producto de esas reuniones, analizaron los aspectos socio-espaciales de la ciudad de


Caracas y la forma en la que los grupos políticos tomaban los espacios para la
confrontación, con la idea de fijar estrategias que pudieran romper desde el arte, con lo
que ellos consideraron fronteras de intolerancia. En ese marco del debate, comenzaron a
definir a la Red de la Calle como un nombre e idea de organización no estructurada, que
podía constituirse en patrimonio público de todos los artistas de la calle (teatreros,
músicos, cirqueros, malabaristas, grafiteros, muralistas, poetas, raperos, etc.), quienes
independientemente de sus preferencias políticas, religiosas u otras, podían tomar este
nombre de la red como expresión de un movimiento cultural de paz y ciudadanía
integrado por grupos culturales que se encuentran en espacios terrestres y virtuales, para
compartir sentidos y nuevos valores centrados en la convicción de que es posible crear
un mundo mejor a través del arte, la cultura y la recuperación de la calle[13].

Un punto importante en la discusión como elemento de cohesión, independientemente de


sus diferencias políticas[14], fue precisamente la discriminación que ellos experimentaban
como jóvenes y artistas de la calle por parte del ciudadano común (chavista y no
chavista). A raíz de esos debates en noviembre de 2002 redactaron una declaración de
principios y valores comunes para guiar la acción colectiva que querían emprender en la
calle, en pro de romper con las distintas expresiones de la intolerancia. Se trataba de
definir cuáles eran las cosas aceptables por todos para realizar acciones en conjunto con
el nombre de Red de la Calle y cuáles dependían de las acciones particulares de los
grupos e individuos, en función de sus preferencias políticas e ideológicas concretas.
Esos principios estaban referidos a sus posiciones en torno a lo que sería su relación con
el gobierno, la empresa privada, las comunidades y los medios de comunicación. Los
acuerdos fueron fundamentalmente los siguientes:

Con las comunidades llegaron al consenso de actuar de acuerdo con lo que consideraban
era el respeto hacia ellos mismos en su diversidad y el respeto hacia cualquier
manifestación política, cultural y social de las comunidades urbanas y rurales del país, de
Latinoamérica y del mundo, como expresiones del acervo cultural y los valores de
solidaridad y convivencia pacífica de la Red de la Calle. En este aspecto, los artistas
querían ejercer su derecho al pensamiento crítico y a la democracia participativa, sin
afectar los valores trascendentales de la red referidos a la tolerancia, al respeto a las
diferencias, la paz y ciudadanía protagónica, la solidaridad social hacia las comunidades
más vulnerables y la valoración de los talentos.

En la relación que se planteaban con el Estado, se pronunciaron en contra de las


prácticas de clientelismo político sustentadas en la amistad o en las relaciones de
compromiso partidista, comprometiéndose con la idea de proponer acciones de calidad
para acceder a los recursos de la cultura y para proyectar mensajes referidos a los
valores de justicia social, cohesión cultural, ecologismo, solidaridad y respeto a las
diferencias, sin que ello los obligara a pronunciamientos políticos particulares.

Con las empresas privadas, el acuerdo fue que sólo los grupos dispuestos a realizar
trabajos para las marcas comerciales, podían hacerlo sin comprometer el marco filosófico
integral de la red que se orientaba más a la idea de “no logo” y fundamentalmente en
contra de las trasnacionales. Es decir, los que quisieran hacerlo podían realizar sus
trabajos de promoción de marcas, pero nunca con el nombre de la Red de la Calle.

En la relación con los medios de comunicación, se plantearon no aceptar nunca


promociones públicas que transgredieran los valores fundamentales de la red.

Una vez definidos esos principios de la Red de la Calle, la intervención de los artistas para
dibujar cartografías y recorridos de paz comenzó con una primera caravana en contra de
la intolerancia política que ellos calificaron como de limpieza de lo malo, realizada el 14 de
diciembre de 2002 siguiendo la ruta del metro desde la estación de Petare a la estación
La Hoyada. Esta primera incursión de la red en los espacios públicos de la ciudad fue
muy significativa, precisamente porque se llevó a cabo una semana después de ocurrir la
tragedia de la Plaza Altamira del 06 de diciembre.

En tal sentido, fue una intervención muy valiente debido a la atmósfera de tensión que se
percibía en toda la ciudad en contraste con las acciones lúdicas y coloridas que dejaba a
su paso la caravana de arte. Por ejemplo, fue muy interesante observar lo ocurrido en una
de las paradas de la caravana que fue la Plaza Candelaria, donde estaban concentradas
en ambos lados de la plaza personas de oposición y otras del chavismo. Cuando ambos
grupos se acercaron con cierto recelo a la Rueda de Capoeira que se estaba presentando
en el lugar, pasó poco tiempo para que terminaran compenetrados plenamente con la
actividad.
Fue también muy significativo observar durante todo el recorrido de la caravana, el
contagio de alegría que pueden vivir todos los ciudadanos (el borrachito, el mendigo, la
sifrina y el estudiante, el funcionario y el vendedor), cuando tienen la oportunidad de vivir
la integración con el otro a ritmo caribeño, así como la posibilidad de redescubrir los
espacios y estampas de la ciudad en cada esquina, calle, plaza y avenida recorridas[15].

Por otra parte, esta caravana fue una acción muy importante para el movimiento de
artistas, porque pudieron confirmar el poder simbólico de sus propuestas para la
construcción de visiones de arte y ciudad sustentadas en valores de paz, tolerancia y
respeto a las diferencias, además de concienciar las posibilidades para desplegar
proyectos propios, sin la intermediación de las élites culturales que normalmente controlan
eventos como El Festival Internacional de Teatro de Caracas en el que se les da poco
acceso a los artistas de calle locales.

No es exagerado decir que, a partir de esa primera caravana de diciembre del año 2002,
se dio una especie de explosión de actividades de calle que continuaron con la realización
de la segunda caravana el 15 de febrero del año 2003, en contra de la guerra de Irak.
Para esta caravana también se consideró la ruta del metro, desde Propatria a El Calvario.
También se realizaron otras actividades en plazas y espacios públicos en contra de la
guerra, las trasnacionales y en favor de la paz, que se dieron durante los años siguientes
de manera diversa y consecutiva en toda la ciudad.

Actualmente, la Red de la Calle no existe como grupo específico aunque sigue siendo un
nombre que representa parte del patrimonio intangible del movimiento underground
caraqueño. Puede decirse sin embargo, que la red se irradia en varios proyectos
urbanos[16], demostrando mayor visibilidad y presencia política del movimiento para
mediar situaciones de intolerancia en la ciudad a través de los recursos simbólicos del
arte, el humor y la palabra y, al mismo tiempo, para desplegar potencialidades locales a
través del apoyo a proyectos socio-culturales y socio-productivos de las comunidades
como actualmente ocurre con los artistas del Núcleo Endógeno Cultural Tiuna El
Fuerte[17].

En todo caso, -y como no es la idea enumerar en toda su extensión la cantidad de


actividades culturales de calle que se han desplegado desde el año 2001- creo que lo
más importante de esta experiencia de la Red de la Calle, es rescatar la idea de pensar lo
político desde lo ético y desde el respeto por el otro como elemento fundamental para la
formulación de las políticas públicas de la ciudad.

En tal sentido, la Red de la Calle demostró que desde una declaración de principios
trascendentes, es posible fijarse unas normas de convivencia para realizar acciones
colectivas tendientes a la integración social. Por otra parte, desmonta muchas de las
descalificaciones que ha sufrido la cultura de arte underground por algunos actores
sociales, al dejar como lección aprendida el nivel de madurez política con la que han
actuado los artistas de calle para la transformación de las situaciones de intolerancia
social y política que vive la ciudad.

Por esa razón, iniciativas como la del Instituto Universitario de Danza en torno a
desarrollar el Programa Escenario Urbano: Revitalización del espacio público y
comunitario a través del arte, representa una iniciativa de indudable valor estratégico para
seguir visibilizando mapas y recorridos dirigidos al rescate de la vida digna en nuestra
querida ciudad. Creo que de alguna manera, se trata de la reactivación de la Red de la
Calle como espíritu común de todos los artistas que desean alcanzar un mundo mejor.

En ese sentido y a la espera de una próxima caravana de arte, nada más indicado que el
ritual poético que invoca y revela los secretos de ese espíritu de la calle:

Cartografía

Tomo el pulso
a esta fuerza de océanos a la deriva,
juego limpio el juego de los duelos.
Sé que al final nadie quedará ileso
y esa será una ofrenda a las palabras
perdidas, a los amores imposibles,
esta ofensiva que sacude los cimientos
y se aferra a la tierra para no perder
la compostura, para no alterar
los rostros, para atarse a la comisura
de los labios de la tierra,
leer los mapas secretos
que ocultan geografías y misterios,
el color de los ocasos de otoño.

En Los Mapas Secretos


del poeta Gregory Zambrano
Mérida, 2005

Muchas Gracias

Soc. Irama La Rosa


Caracas, 28 de abril de 2006

cesur.ciudad@gmail.com
Referencias Bibliográficas

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En Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, vol. 11 N·3. FACES-UCV.

La Rosa, Irama. (2001). Uso y sentido de los espacios públicos en la construcción de la


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Sierra, Rosaura. (2006). Borrador Tesis Doctoral. Universidad de Warwich Inglaterra.

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materia “Recorridos por la ciudad global. Cultura, ciudadanía y mundos cotidianos en la
fragmentación social de la ciudad de Caracas” conducida por la Profesora Irama La Rosa.
Escuela de Sociología de la Universidad Central de Venezuela.
Zambrano, Gregory. (2005). Los mapas secretos. Mérida. Ediciones Mucuglifo. CONAC.

Consulta Web:

es.wiquipedia.org
Portal del Consejo Nacional Electoral www.cne.gov.ve
Núcleo Endógeno Cultural Tiuna El Fuerte www.tiunaelfuerte.org

[1] “La humanidad se encamina hacia un mundo de urbanización generalizada. No sólo porque los datos indican que la
mayoría de la población del planeta vivirá en áreas urbanas a principios del siglo XXI, sino porque las áreas urbanas
formarán parte del sistema de relaciones económicas, políticas, culturales y de comunicación organizado a partir de los
centros urbanos.” (Borja y Castells, 1997: 11)

[2] Umberto Eco (1998), es otro de los autores que sostienen que los nuevos señores feudales bien podrían llamarse:
Mitsubitshi; Hiunday; Halliburton, Enron, etc.

[3] En suma, la globalización de la economía, y en particular de los servicios avanzados que organizan y gestionan el
conjunto del sistema, no conduce a la dispersión espacial de funciones, ni tampoco a la concentración exclusiva de las
funciones direccionales en unas pocas áreas metropolitanas. La ciudad global no es Nueva York, Londres o Tokio,
aunque sean los centros direccionales más importantes del sistema. La ciudad global es una red de nodos urbanos de
distinto nivel y con distintas funciones que se extiende por todo el planeta y que funciona como centro nervioso de la
nueva economía, en un sistema interactivo de geometría variable al cual deben constantemente adaptarse de forma
flexible empresas y ciudades. (Borja y Castells, 1997: 43)

[4] Para la religión rastafari, Babilonia representa la corrupción de lo actualmente establecido. Simboliza al sistema y a
sus instituciones. Representa todo lo que es malo, de hecho se dice que Nueva York, y como consecuencia EEUU,
representa la nueva Babilonia del Mundo. http://es.wikipedia.org/wiki/Babilonia En las investigaciones
realizadas por la autora de este texto, el concepto es utilizado por muchos jóvenes para referirse efectivamente al
“Imperio” y las tentaciones del consumo, por lo tanto es más que un lugar físico. No obstante, para este ensayo se
utiliza como metáfora para ilustrar un momento histórico específico de la ciudad de Caracas, en el que “explotan” todas
las distorsiones culturales del modelo rentista en la ciudad capital.

[5] LERNER, Elisa (1984). Venezolanos de hoy día: Del Silencio PosGomecista al Ruido Mayamero, En El caso
Venezuela Una Ilusión de Armonía. Caracas, Ediciones IESA.

* En el mismo ensayo, Elisa Lerner califica con la denominación de burguesías presupuestarias a los “nuevos ricos”
favorecidos por el sistema clientelar de partidos políticos tradicionales (AD y COPEI) a través del cual accedieron
numerosos sectores sociales a la riqueza petrolera.

[6] En el texto de Cariola y Lacabana: Pobreza, nueva pobreza y exclusión social. Los Múltiples rostros de
Caracas. (2005), los autores hacen un excelente análisis de cómo ese avance de la polarización social metropolitana se
hace más compleja y heterogénea, debido al tránsito hacia la pobreza que han venido experimentando sectores medios
de la población, quienes pese a sus condiciones actuales de vulnerabilidad, continúan manteniendo su peso e identidad
social propios.

[7] Esta afirmación deriva de los resultados obtenidos en el referendo revocatorio presidencial realizado el año 2004
donde el apoyo al Presidente Chávez fue contundente en las zonas populares de la ciudad. (Ver Datos, del Consejo
Nacional Electoral (CNE).

[8] Es importante destacar, que estos Municipios se han conformado de acuerdo a la lógica global que exige para sus
nodos territoriales, espacios con baja densidad poblacional y existencia de infraestructura adecuada para garantizar la
calidad de vida de sus habitantes. Por ejemplo el Municipio Chacao se corresponde con el concepto de Central
Business District de la capital, que desde el punto de vista estético y de visión gerencial más cercana a la gestión
empresarial sin –aparentemente- los vicios políticos del “subdesarrollo”. (Sierra, 2006).

[9] Autores como Roberto Valdivia establecen algunos antecedentes de Red de la Calle asociados a movimientos
conocidos como anarco-punk y ferias editoriales alternativas. (Valdivia, 2003),

[10] En ese contexto, en el que realizaba la investigación para mi tesis de Maestría: Uso y sentido de los espacios
públicos en la construcción de la ciudadanía. Cultura y visiones cotidiana de la ciudad de Caracas (1999-2001),
comencé a trabajar con uno de esos jóvenes que puede decirse es co-autor de la investigación, llamado Piki Figueroa
del grupo Sontizón y más adelante una vez culminada la tesis a partir del año 2001 con un grupo más amplio
básicamente conformado por los artistas: Niky Garcia, Catalina Del Castillo; Arnoldo Mall; Marisol Martínez; Emiliano
Montes; Jorge Heli; Alejandro Valderrama; Jorge Parra (Mondongo); Maia Korón; Ernesto Figueroa; Aidana Chávez;
Claudio Amico, Valentina Siegel, Malena D´Alessio, y Vladimir Sosa, quienes nos reuníamos semanalmente en el
Instituto Orange de Plaza Venezuela cedido por el Prof. José Gregorio Linares.

[11] Este intercambio cultural tiene especial énfasis en la música, particularmente el hip-hop como expresión de poesía
urbana y denuncia de los más excluidos. Por otra parte, las canciones e historias de músicos como Manu Chau, los
grupos de arte de calle, el movimiento de los revolucionarios zapatistas y los debates sobre la legalización de la
marihuana son algunos de los tópicos habituales de la generación underground.

[12] Para ellos, formalizarse en organizaciones muy estructuradas, significa someterse a situaciones burocráticas
castradoras de la creatividad.

[13] La filosofía que inspira este movimiento se identifica más con las consignas y propuestas del Foro Social Mundial
que con algún tipo de organización político-partidista.

[14] La polarización política también se expresaba en las opiniones y preferencias de los jóvenes, es decir, algunos se
sentían plenamente identificados con el Presidente Chávez y otros lo rechazaban. Sin embargo, lo interesante era que
pese a estas diferencias lograban mantener en común su rechazo a las expresiones de intolerancia.

[15] Se trata de la práctica de una mirada sensible que se detiene en cada rincón, para activar los sentidos que evocan
la memoria de la ciudad.

[16] Algunos de los proyectos son el Núcleo Endógeno Cultural Tiuna El Fuerte ubicado en el Valle Longaray y los
proyectos socio-culturales relacionados en las parroquias Valle y Coche como la Escuela de Circo en el barrio El Topito;
Escuela de Danza en el Barrio Negro Primero, la Escuela de Circo de 23 de Enero; la Carpa del Paraíso; La Convención
de Circo; Rescate del Nuevo Circo de Caracas con la creación de un Núcleo Endógeno Cultural etc.

[17]Hasta la fecha el Núcleo Endógeno Cultural Tiuna El Fuerte, ha apoyado la elaboración de


proyectos comunitarios de las Parroquias Valle y Coche con la realización de tres (3) Talleres de
Formulación de Proyectos para fortalecer las capacidades técnicas de las Misiones y las de los
Consejos Comunales que se están creando en las comunidades.

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