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LA IGLESIA EN LA EDAD MEDIA

La Iglesia.
La iglesia católica en el centro del mundo medieval. Era la única iglesia en
Europa y todos los cristianos pertenecían a ella. Con sus propias leyes, tierras e
impuestos, era una institución poderosa. Gobernaba casi todos los aspectos de
la vida, prácticas o espirituales. Ricos y pobres eran bautizados y se casaban en
una iglesia, y asistían a misa cada domingo. Cuando morían su clérigo les
administraba los últimos sacramentos, y eran enterrados en terrenos de la
iglesia. Para muchos la vida en la tierra era dura y corta, pero la iglesia afirmaba
que si seguían las enseñanzas de Cristo, al final serian recompensados en el
cielo. Esta idea otorgó a la iglesia en un enorme poder sobre el corazón y la
mente de las gentes.

La iglesia enseñaba, que al morir una persona, sus buenas y malas


acciones eran literalmente pesadas por Dios en la balanza. Su alma podría ser
transportada al cielo por ángeles o arrastradas al infierno por demonios. El
infierno era un lugar real y terrible para las gentes medievales y sus tormentos
fueron descritos con vivido detalle por numerosos pintores.

Los condenados a las llamas, pocos eran los que desafiaban la autoridad
de la iglesia, pero quienes lo hacían eran severamente castigados. Los que
discrepaban con las enseñanzas de la iglesia eran llamados herejes y se
arriesgaban a ser juzgados en una corte eclesiástica y bajos leyes especiales,
podían ser torturados o quemados en la hoguera. Los cátaros del sur de Francia
rechazaron las creencias de la iglesia católica al afirmar que todas las cosas
habían sido creadas por el diablo. En 1208, el Papa ordenó una cruzada contra
ellos. A lo largo de los 26 años siguientes, miles de cátaros fueron torturados y
quemados en inmensas hogueras hasta ser totalmente exterminados.

Otros castigos también que se le imponían a los que estaban en contra de


la iglesia lo realizaban mediante el “JUICIO DE LAS ORDALIAS”. Dios
todopoderoso podía manifestarse para señalar al culpable o salvar al inocente.
Pese a las protestas de la iglesia que rechazaban admitir procedimientos no
reconocidos por el Derecho Canónico, los jueces de la Alta Edad Media, fueron
laicos o religiosos, dieron por prueba judicial o juicio por ordalías - del fráncico
urdeili -, el juicio de Dios. Puesto que Dios era capaz de cualquier milagro y
además era justo, debía enviar algún signo para resolver un litigio: designar al
vencedor en un duelo judicial o permitir a los inocentes caminar sobre un lecho
de brasas sin quemarse los pies, llevar una barra de hierro al rojo vivo a manos
descubiertas sin quemarse o resistir la prueba del agua hirviendo. Era igualmente
cierto que la magia podía engañar incluso a Dios, y el culpable que llevase un
amuleto eficaz consiguiera salir triunfante de semejantes pruebas, pero si se
descubría la trampa, la penitencia podía ser terrible.

Tesoros de la Iglesia:

En el siglo XIV, la iglesia era inmensamente rica. El dinero entraba a


raudales a través de impuestos, diezmos, aclarando que estos diezmos se
almacenaban en enormes graneros construidos en el siglo XIII. Los lugareños
debían dar al párroco local una décima parte de su producción, o diezmo, desde
cultivos o leña hasta huevos y harina, los diezmos hicieron muy ricas a algunas
iglesias. La iglesia realizaba también venta de indulgencias (perdón de los
pecados). Las iglesias más grandes tenían los más costosos recipientes
sacramentales como los bellos Cáliz de plata del siglo XIV.

Practicas Parroquiales:

La vida de un cura de parroquia podía ser dura, muchos eran hombres


pobres escasamente instruidos, casi todos sus ingresos procedían de las cuotas
cobradas por bautismos bodas y funerales. También tenían tierras en el pueblo
una gleba donde cultivaban su alimento. A parte de predicar el cura de aldea
atendía a enfermos y pobres y los más formados enseñaban latín e historias
bíblicos a los niños del lugar.
Durante las misas, los curas hacían oscilar incensarios llenos de incienso
en combustión. Las gentes creían que, si acudían regularmente a misa, serán
recompensados por Dios, y a más misas, mayor recompensa.
Líderes de la Iglesia:

El Papa era cabeza de la iglesia y representante de Dios en la tierra los


arzobispos eran hombres poderosos; se sentaban en el consejo real y tenían un
papel principal en el gobierno.

Los obispos eran los líderes locales de la iglesia. Desde sus catedrales
gobernaban sobre grupos de parroquia llamados diócesis. Normalmente
procedían de familias nobles y estaban involucrados en asuntos de Estado
además de los propios de la iglesia, pero otros no: un obispo italiano del XIII
admitió que no creía en el cristianismo, y que solo había tomado el “cargo” debido
a sus riquezas y honores.

Órdenes religiosas:

“Debemos formar una Escuela al servicio del Señor”, escribió en el siglo


VI San Benito. Fundó un monasterio en Monte Cassino (Italia), donde los monjes
podían vivir, trabajar y orar juntos. Estos monjes fueron conocidos como
benedictinos debido a que seguían la REGLA de San Benito, que ordenaba
hacer tres votos: pobreza (carecer de propiedades), castidad (no casarse) y
obediencia (obedecer las órdenes de los superiores). La gravedad de estos votos
hizo que San Benito ordenara que cada recién llegado, o novicio, debía vivir en
un monasterio durante un año antes de comprometerse. Una vez hechos los
votos, la coronilla del novicio era afeitada en una tonsura y se convertía en
hermano de la orden. Con el tiempo los monasterios y conventos de toda Europa
adoptarían la Regla de San Benito.

La vida en un Monasterio:

Monasterios y conventos eran mundos en sí mismos. Regidos por un


abad o abadesa, estaban aislados de la sociedad y se gobernaban según reglas
propias. Cuando los novicios entraban en una orden, se esperaba que
permanecieran en ella el resto de sus vidas. A partir de ese momento, cada
instante de cada día contaba. La mayor parte del tiempo era ocupada por los
ocho servicios diarios y la lectura o copia de textos religiosos. Otros deberes
incluían la atención a pobres y enfermos, la enseñanza a los miembros más
jóvenes de la orden, o la atención de jardín, estanque, molino y granja. La
mayoría de las órdenes imponían una regla general de silencio, y las tareas
diarias debían ser realizadas sin hablar. A pesar de vivir aparte de la sociedad,
frailes y monjas cumplían un papel importante en la comunidad: proporcionaban
comida al pobre, cuidado al enfermo, y refugio a peregrinos y otros viajeros.

Entre las ocupaciones de los monjes y monjas se tienen: los monjes


acudían a la iglesia ocho veces al día, en una inmutable ronda de servicios u
oficios. Su dedicación de los monjes era exclusivamente a la oración. A principios
del siglo XI. Los monjes de Canterbury en Inglaterra, debían cantar 55 salmos,
uno tras otro, sin sentarse. Al menos los benedictinos tenían bancos para
descansar.

Las monjas hacían los mismos votos que los frailes y vivian casi igual.
Dedicadas al servicio de los pobres, la mayoría de sus conventos tenían
hospitales y estaban preparadas para recibir a los pacientes aunque las
medicinas y tratamientos pudieran ser primitivas. Sin el trabajo de la iglesia,
habría habido bien poca atención sanitaria en la Edad Media.

Santos y peregrinos:

Casi todo el mundo en la Edad Media esperaba ir en peregrinación a un


lugar santo en algún momento de su vida, iban por muchas razones: como
prueba de devoción, como acto de penitencia por sus pecados, o para encontrar
cura a una enfermedad. La ciudad Santa de Jerusalén era uno de los destinos
preferidos, así como Roma donde se creía que estaban enterrados los apóstoles
Pedro y Pablo – Santiago de Compostela y la catedral de Canterbury en
Inglaterra. Ricos y pobres viajaban juntos, y para muchos, la peregrinación era
una especie de festividad. Para pasar el rato cantaban canciones e himnos,
tocaban la flauta y contaban historias mientras cenaban en tabernas al borde del
camino.
Entre los santos que destacaron durante la Edad Media tenemos a San
Francisco de Asís. Francisco era hijo de un hombre rico, pero renunció a todo
sus posesiones para vivir como discípulo de Cristo. Creó una hermandad en
Italia, los frailes franciscanos en lugar de vivir en monasterios llevaban la palabra
de Dios a las gentes, desplazándose para predicar y mendigando su comida.

La Palabra Escrita
Hasta el año 1100, los libros eran tan raros, y solo se encontraban en las
librerías de los monasterios. Todo era escrito a mano y los monjes pasaban gran
cantidad de horas en el scriptorium, copiando textos religiosos. Un gran
manuscrito, como la biblia, suponía todo un año de trabajo. Como medio de
glorificar a Dios, muchos manuscritos eran bellamente decorados, o iluminados,
con pinturas o pan de oro. A partir del 1200 los libros se hicieron comunes,
especialmente al abrirse las primeras Universidades en Bolonia y Paris.

Además de los monjes, también los copistas e iluminadores profesionales


empezaron a producir libros, a menudo eran copias por encargo para
compradores adinerados. Los libros de Salmos personales, o salterios, se
hicieron muy populares entre la aristocracia.

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