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Wendy Paola Rodríguez Sosa - Cód.

2016232030
Lic. Filosofía: Seminario de Filosofía Moderna
Universidad Pedagógica Nacional
13 de julio de 2019

MARY WOLLSTONECRAFT, DESPOLITIZACIÓN DE LA DIFERENCIA


SEXUAL

1
I. RELACIÓN CUERPO SEXUADO Y POLÍTICA EN EL S. XVIII:
DIFERENCIA SEXUAL, DESIGUALDAD SOCIAL Y POLÍTICA.
El siglo XVIII es atravesado por los planteamientos filosóficos de Jean Jacques
Rousseau y los valores democráticos universales; se habla de Naturaleza, Libertad, Igualdad,
Justicia, Educación y Razón. Estos términos buscan recoger las problemáticas de la
Modernidad y dar pie a los movimientos liberales que apoyaban la instauración de la
Democracia en sustitución de la Monarquía. Rousseau discutía sobre la igualdad entre los
hombres a modo de establecer la desigualdad económica como un mal de la Sociedad, y
entender a la Igualdad como fundamento de la ley e imparcialidad del Estado con sus
ciudadanos. De este modo, en la Ilustración, la Igualdad se conceptualizará como principio
ético, un bien en sí mismo que debe estar presente en todas las relaciones sociales, y como
principio filosófico y político, que articula las sociedades modernas a favor de la Libertad y
el orden social:
“La noción de igualdad reposa sobre la de universalidad, que, a su vez, es uno
de los conceptos centrales de la Modernidad, y se fundamenta en la idea de que todos
los individuos poseemos una razón que nos empuja irremisiblemente a la libertad, que
nos libera de la pesada tarea de aceptar pasivamente un destino no elegido y nos
conduce por la senda de la emancipación individual y colectiva”(Cobo, pág. 110).1

Por esto, en el S. XVIII, el hombre era un modelo de ciudadanía; pero la igualdad se


impartía con una diferencia sexual que legitimaba al sexo masculino, varón, como ciudadano
en plenitud y convertía a la Mujer en humano y ciudadano de segundo orden; solo el hombre
era un sujeto legítimo. De este modo, el hombre dinamizaba en los conceptos modernos:
razonaba y podía estar más cerca de la Libertad o Igualdad, hacer política y participar de la
Educación (adquirir o escribir textos, formarse en distintas disciplinas que le permitieran un
pensamiento científico y filosófico); en otras palabras, corresponder a la esfera pública (el
campo de la Libertad), mientras que la Mujer se absorbía en la esfera privada y la
superficialidad.
Así pues, la democracia de la época se construía en la dicotomía entre la Igualdad y
la diferencia. Este dualismo se sustentaba en teorías de alcance académico y creencias
religiosas; la desigualdad sexual era una desigualdad social y política. La universalidad de
estos conceptos modernos pasaba por alto a las particularidades y éstas intentaron resistirse
a ser universalizadas, también; las mujeres buscaron la forma de cuestionar los argumentos
que edificaban la diferencia, no para una aceptación sino para un reconocimiento real.
1
COBO, Rosa. Las paradojas de la Igualdad en Jean-Jacques Rousseau. Revista Avances del Cesor, número 9
Universidad de A. Coruña, España (2012). Pág. 110
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13 de julio de 2019

Estamos hablando de una diferencia que relacionaba a los sexos en la sumisión o la


inferioridad y no en la reciprocidad; pensarse a la Mujer en la ciudadanía es una
emancipación de identidad –de una identidad que se libera de la dependencia al otro sexo
para darse-, es una resignificación del discurso universal (reconstrucción de todos estos
conceptos modernos). 2

El campo de la desigualdad tenía un vértice en la diferencia sexual que se explicaba


por naturaleza; se creía que la esencia o naturaleza de las mujeres simbolizaba la debilidad y
secundaba la verdadera naturaleza: la humana, representada por el hombre:
“Es decir, que la demanda de una igualdad apoyada en la universalidad de la
razón y la naturaleza humana sale, como el conejo de la chistera, de la extensión de la
naturaleza del varón a las mujeres” (Bañón, pág.1252).

Por esto, también, la modernidad dejo a un lado a la Mujer en su carácter moderno


más humano, la Razón; pero ésta, le permitió apelar a la Igualdad. La razón universal sirvió
a la Mujer para denunciar y atacar teorías y prácticas de discriminación y opresión, la Mujer
criticó la igualdad moderna en su propagación de la diferencia excluyente. Ha de saberse que,
esta igualdad se enunciaba en la asociación de dos derechos: el de autonomía y libertad; por
lo que, aceptar una diferenciación sexual como apoyo para la exclusión política y social,
contradecía la universalidad misma y a los valores democráticos, puesto que no implicaba a
la diferencia como un aspecto nutritivo de la Sociedad.
La construcción política del S. XVIII se enunciaría en el contrato social o pacto de la
Sociedad por la Libertad; pero la Declaración de los derechos del Hombre solo afirmaría más
la consideración por lo público sin tomar en cuenta a la Mujer, entonces, se hace necesario,
para ella: generar políticas de igualdad y de diferencia que permitan disolver la división entre
lo público y lo privado, ente lo masculino y lo femenino.
“La Declaración de Derechos de 1789 al reconocer a todo individuo su
imprescriptible derecho a la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a
la opresión, garantiza a la mujer su integridad como persona y a sus bienes. En
1792 la Constitución establece la estricta igualdad entre esposos en las leyes sobre
estado civil y divorcio, puesto que el matrimonio es un contrato y, por lo tanto, los
integrantes del mismo tienen iguales responsabilidades. Leyes civiles que benefician
a las mujeres, pero que no significan la ruptura del marco natural en el que estaban
circunscriptas”(Barbieri, Pág. 4)3.

Así pues, el contrato social estaría presente en la política teórica y práctica y


funcionaría para legitimar al sujeto político, que para esas fechas no era plenamente la Mujer.

2
BAÑÓN R., Sonia. La dialéctica feminista de la ciudadanía. Revista Athenea Digital; Universitat Jaume,
España (2011). Pág, 125.
3
BARBIERI, Elena y de Castro, Rosa. Ciudadanía y feminismo: categorías a debatir. Repositorio
Hipermedial UNR: Universidad Nacional de Rosario, Departamento de Antropología social (2015). Pág. 4.
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Dicho sujeto político era el ciudadano civil, fundado por la democracia, en referencia a la
ciudadanía; un sujeto capaz de realizar y ejercer un contrato (trabajador, negociante, etc). El
contrato toma mayor fuerza como concepto, en el ámbito económico puesto que, este siglo
desplaza el feudalismo para traer al capitalismo; con ello, el espíritu adquisitivo y de
urbanización se libera, surgen: el empresario, el trabajador libre, el arrendatario y el 3

comerciante (dada la discriminación sexual, la mujer sería dependiente –como se ha dicho


anteriormente-, relegada a secundar).
La lucha de la mujer moderna consta del aprovechamiento de los conceptos
universales de la Modernidad por una ciudadanía, partiendo del ideal de Bienestar social para
ejecutar los sinónimos de la esfera pública y la Democracia: entre ellos, el sufragismo. De
este modo, la intervención de la Mujer será por una apertura hacia la intersubjetividad y la
palabra, en la que la diferencia no sea excluyente, sino que reconozca una identidad y
posibilite el bien común e individual. Por otro lado, liberarse de la inferioridad y sumisión
hacia el hombre; asuntos de doble moral como la prostitución, la procreación y el matrimonio
debían ser cuestionados porque referían al sexo y la dependencia.
El S. XVIII confronta la visión del sexo heredada de la religión y la Monarquía: la
Mujer condenada como portadora de sensualidad, emotividad, femineidad y belleza; capaz
de persuadir al hombre y alejarlo de la Razón: Eva, cercana al pecado, cercana a los
sentimientos débiles. Desde las cortesanas de los siglos XVI y XVII o prostitutas de lujo para
la corte hasta la normalización de los burdeles y de los matrimonios convenientes, la Mujer
se subyugaba a la dominación y al placer del hombre. El ejercicio hipócrita de las relaciones
sexuales desmedidas trajo consigo, enfermedades de transmisión que reforzaron la imagen
negativa de la Mujer y la obligaron a la examinación cientificista –no al hombre-. De esta
forma, la Mujer se visualiza como objeto sexual, como instrumento sexual y aparte, es
invisibilizada: nadie contrata con ella un consenso que considere sus deseos, que respete su
figura de Mujer; el pacto sexual se hace bajo los determinismos del hombre, de lo que la
Sociedad ha afianzado como bueno o malo. Estos eran los modos en los que la Mujer accedía
a la economía o al reconocimiento social: el matrimonio o la prostitución en una distinción
no muy clara, dada solo por el trato en la Sociedad; se requería de una purificación o
redención: la participación eclesiástica en monasterios o servicios a la Iglesia. Por esto, las
mujeres modernas buscaron el modo de acceder al cuerpo político legal y al espacio público,
por ejemplo:
“… (entre 1791-1793) …época de enfrentamientos entre jacobinos y
girondinos, cuando los nuevos dirigentes realizaron amplias movilizaciones
populares como método de resistencia a la agresión externa que intentó poner fin a
la Revolución Francesa. Surgieron clubes y asociaciones de mujeres como el Club
de las Amigas de la Verdad, fundado por Etta d´ Palme, y la Sociedad de las Mujeres
Republicanas Revolucionarias, al frente de Pauline Léon y Claire Lecombe, famosa
actriz de la época. Por medio de estas entidades las mujeres pugnaron por tener
participación política activa y tomar decisiones en el Estado. De esta manera se
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destacaron trabajando en la economía productiva dentro del país, en la


incorporación al ejército, en hospitales antes a cargo de las monjas, y también se
responsabilizaron del control de la sedición interna (manifiesta en el acaparamiento
de productos, en el mercado negro y en la inflación), al tiempo que reclamaron que
la Revolución Francesa no traicionase sus ideales y no se aliase con sectores del 4
Antiguo Régimen” (Barbieri, Pág. 3)4.

Ahora bien, el papel de la mujer moderna es el de concebir a la Mujer como ser


pensante, introducirla en la humanidad misma como sujeto en y para la Sociedad; caer en la
diferencia para resaltar los aspectos contributivos de la Mujer a la ésta y en la igualdad para
contemplar las facultades racionales de la humanidad. Hablamos de la reevaluación de la
Educación como garante del Bien común y la Sociedad, también, de la Mujer en la política.
Entendiendo, a la Sociedad como la construcción realizada por varios individuos que se
comprometen con la Igualdad y la Libertad, a fin de que la diferencia sexual no sea una
desigualdad económica, política o social.

II. DERECHOS DE LA MUJER: DEMANDA DE IGUALDAD A


TRAVÉS DEL CONSENSO Y LA LEGALIDAD,
DESPOLITIZACIÓN DE LA DIFERENCIA SEXUAL.

“…debieran respetarse los derechos de la mujer, si se


prueba plenamente que la razón exige este respeto y
demanda en alta voz JUSTICIA para la mitad de la
raza humana” (Wollstonecraft, pág.120)5

Dice Mary Wollstonecraft: “Consideraré a las mujeres como criaturas humanas que, en
común con los hombres, se hallan en la tierra para desarrollar sus facultades” (Wollstonecraft,
pág.101)6; esta consideración remite a la Mujer al campo de igualdad humana y del
pensamiento. Pero es importante, entender que la igualdad humana es traspasada por asuntos
como la civilización o la sociedad; lo que nos lleva a replantear los discursos que emanan de
éstas y la Educación como tal.
Si bien, hay una conformación de sistemas de valores que han apartado a la Mujer y
le han demonizado; lo que se busca es erradicarla o combatirla, eliminando toda
discriminación de las actitudes y diálogos de la vida cotidiana, en las teorías científicas y
planteamientos filosóficos, en la vida política –prácticas y conceptos, generalmente-. Esto
quiere decir que, las mujeres y la sociedad deben afianzarse con el reconocimiento de una

4
Ibídem. Pág., 3.
5
WOLLSTONECRAFT, Mary. Vindicación de los derechos de la Mujer. Edición de Isabel Burdiel. Editorial
Cátedra, Universidad de Valencia: Instituto de la Mujer. Pág. 120.
6
Ibídem. Pág. 101.
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igualdad humana y disponerse al examen de las creencias: “…parece necesario regresar a los
principios fundamentales en busca de las verdades más simples, y disputar cada palmo del terreno
con alguno de los prejuicios predominantes” (Wollstonecraft, pág.115)7.La diferencia no debe ser
un argumento biológico para soportar la discriminación, la humanidad debe pensarse la
diferencia en otros ángulos. 5

En cuanto a la ley como parte del sistema de valores, pensaremos que, los derechos
se estipulan para medir la convivencia sana en pos del bienestar común en una sociedad; los
derechos instituyen los tratos adecuados y valores que corresponden a la sociedad en límites
de libertad e igualdad generales: “En consecuencia, la perfección de nuestra naturaleza y la
capacidad de felicidad deben estimarse por el grado de razón, virtud y conocimiento que distinguen
al individuo y dirigen las leyes que obligan a la sociedad” (Wollstonecraft, pág.116)8; lo que juzga
la ley es la sanidad social.
De este modo, el derecho se hace natural cuando proviene del mismo principio por
naturaleza; es decir, hombre y mujer creados a imagen y semejanza divina, en igualdad de
capacidades y facultades humanas para la búsqueda de principios democráticos, como la
Justicia, o principios morales, como la Virtud. Diferente a ello, la sociedad es solo la
asociación de los individuos, es un artificio humano no natural, tal como el sistema mismo.
Por una igualdad en facultad racional, Wollstonecraft dice: “si los hombres luchan por su
libertad y se les permite juzgar su propia felicidad, ¿no resulta inconsciente e injusto que subyuguen
a las mujeres; aunque crean firmemente que están actuando del modo mejor calculado para
proporcionarles felicidad? ¿Quién hizo al hombre el juez exclusivo, si la mujer comparte con él el
don de la razón? (Wollstonecraft, pág.110)9”, no es el hombre quien posee alguna superioridad;
es quien, apenas, la ha inventado; la igualdad racional, incluye a la Mujer en la posibilidad
de poder, de participación, de creación y de producción.
Se requiere de una legalización del derecho para que la virtud como parte de esa
naturaleza humana pueda encaminar el desarrollo de la sociedad, ante ello, la filósofa inglesa
afirma:
“Al luchar por los derechos de la mujer, mi argumento principal se basa en
este principio fundamental; si no se le prepara con la educación para que se vuelva
la compañera del hombre, detendrá el progreso del conocimiento y la virtud; porque
la virtud debe ser común a todos o resultará ineficaz para influir en la práctica en
general” (Wollstonecraft, pág.109)10.

Finalmente, la legalidad permitirá a la Mujer dedicarse al perfeccionamiento y la


búsqueda de la Virtud, desempeñándose en sus funciones sociales y contribuyendo a la
construcción social desde el pleno desarrollo de sus facultades. Por esto, la educación es de

7
Ibídem. Pág. 115.
8
Ibídem. Pág. 116.
9
Ibídem. Pág. 110.
10
Ibídem. Pág. 109.
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gran importancia: “…todo ser puede hacerse virtuoso mediante el ejercicio de su propia razón…En
consecuencia, la educación más perfecta es, en mi opinión, un ejercicio del entendimiento, calculado
lo mejor posible para fortalecer el cuerpo y formar el corazón” (Wollstonecraft, pág.131)11; la
educación se encarga de fortalecer a la sociedad en hábitos que contrarrestan los vicios y
permiten prácticas de libertad. La educación tendrá que ver, con el examen del sistema de 6

valores que instaura la sociedad y con la constitución de ésta, es la educación la que mejora
a los humanos y aprovecha su condición racional como un bien.
Lo que se debe consensuar es la reevaluación, la resignificación de los sistemas de
valores para que la sociedad se genere sana y libre, honrando a la razón y a la virtud:
destacando la naturaleza humana. La legalidad legitima al derecho y por ello, reconocer los
derechos de la Mujer tiene que ver con la medición del sistema que limita y controla la
sociedad a favor de la igualdad humana; la ley es el consenso que refleja la cultura de una
sociedad. Por esto, la ley y el derecho tienen una relación directa (en la medida de la
necesidad de regulación social y de libertades individuales, tanto como, de la condición
humana misma).
III. DERECHOS DE LA MUJER: RECONOCIMIENTO DE LA
DIFERENCIA
A modo personal, comparto la postura del filósofo italiano Gianni Vattimo cuando
dice:
“la verdad es un tejido de interpretaciones y no una suma de datos. Es decir, ¿es
lo que vemos u otra cosa? Y ahí es esencial el lenguaje, un tejido de proposiciones y
creencias colectivas que tienen su estructura conjunta”12.

porque el lenguaje y la política comparten el dominio social; el lenguaje sirve a la política


como medio para la reproducción de relaciones sociales a favor de significar la mundanidad
e historicidad, lo que es vital es una lectura terrenal y anecdótica, protagonista de los sentidos
de un sistema de valores que nos permite entendernos y establecer comunicación entre sí, en
el ciclo inacabable de ser social. De modo que, las creencias de la iglesia o la monarquía –
por ejemplificar- son prejuiciosas ínfulas de autoridad del saber o un sistema consensuado de
valores discriminatorios y violentos, que intentan moldear la humanidad y culparla por
entablar un gobierno misionado por el sueño de una verdad; Tal como deseaba la democracia
cuando instauraba un sistema para reemplazar la autonomía individual a través del dogma y
su interés por la economía –tan relacionado con la política mundial; o como dice, de nuevo
Vattimo (para recordarnos la necesidad de abolición de los sistemas pretenciosos de control
y colonización):

11
Ibídem. Pág. 131.
12
VERDÚ, Daniel. Entrevista a Gianni Vattimo: “Espero morir antes de que reviente todo”. Periódico El País,
Turín (2019). Recuperado de https://elpais.com/cultura/2019/06/27/actualidad/1561645934_992756.html
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“Abolirlo ya. Y despojar de supersticiones a la Iglesia. El problema no es si han


sucedido milagros o no. El problema es que haya una autoridad que pretenda
decirnos si son verdad. ¿A quién le importa? Pero es difícil pensar en una historia
de la Iglesia sin la autoridad dogmática. Los cristianos cuando rezan piensan
todavía que hablan con la Virgen. Un físico amigo mío propone hacer una 7
expedición interplanetaria para comprobar a qué lugar del cielo ha ido a parar en
cuerpo María Santísima Asunta hace 2.000 años”13.

Si lo que ocurrió en la Modernidad no fue un idealismo por la humanidad,


causado por la opresión del moldeamiento dogmático que sufrieron los sujetos en la
Edad Media; llevados al extremo del deseo por la ansiosa universalidad –como
consecuencia- y a una discusión por el estándar pre formativo de lo humano,
corrompiéndolo con prejuicios sobre el sexo y el poder –peor aún, del poder saber-.
Entonces, no soy injusta si digo que, la Democracia a son de un nuevo sistema más
condescendiente, redimiría la fe en los dogmas por medio de la evolución creativa de
nuevos conceptos hipócritas de dominación del sentido (lo eclesiástico deviene en los
valores liberales). Por lo anterior, es pertinente, la Declaración de los Derechos del
hombre y del ciudadano; en medio del sometimiento esclavista, impartido por la
Iglesia y la Monarquía; seguido a ello, que mujeres intelectuales de ese momento
histórico se unificaran para resistir ante la exclusión y la desigualdad; apelando por la
necesaria resignificación y reinterpretación de los sentidos del sistema: en especial, el
reconocimiento de la diferencia.
Dicho reconocimiento, sobrepasaría la adquisición de nuevos conceptos en un
sistema más amable, menos opresivo que daba sentidos románticos a la inferioridad o
menor grado de humanidad, la jerarquización de la naturaleza humana; por ejemplo:
la naturalización de la discriminación sexual, la aceptación por la disminución de la
Mujer a la estupidez o la ignorancia, decorosamente llamada: inocencia –como
afirmaba Wollstonecraft:
“Con el fin de explicar la tiranía de los hombres y excusarla, se han
esgrimido muchos argumentos ingeniosos para probar que los dos sexos, en la
adquisición de la virtud, deben apuntar a alcanzar un carácter muy diferente; o,
para hablar de modo más explícito, no se admite de las mujeres que tengan la
suficiente fortaleza mental para adquirir lo que realmente merece el nombre de
virtud. No obstante, al admitir que tienen almas, debería parecer que solamente
hay un camino dispuesto por la Providencia para dirigir a la humanidad a la
virtud o la felicidad. Luego, si las mujeres no son enjambres de frívolas efímeras
¿Por qué hay que mantenerlas en la ignorancia bajo el nombre engañoso de
inocencia? Los hombres se quejan, y con razón, de la insensatez y los caprichos
de nuestro sexo, cuando no satirizan con agudeza nuestras impetuosas pasiones
y nuestros vicios serviles. Debería responder: ¡he ahí el efecto natural de la

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Ibídem.
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ignorancia! La mente que solo se apoya en prejuicios siempre será inestable y la


corriente avanzará con furia destructiva cuando no haya barreras que rompan
su fuerza”14.
Además, a causa de la idolatría por la razón y la naturaleza humana, se generó -para
8
el S. XIX- la exclusión cientificista y académica de los reformatorios, escuelas, hospitales,
manicomios y cárceles; los enfermos, los anormales eran examinados, recluidos, expuestos a
la experimentación y al juicio medico; como los indígenas, también, eran aislados de la razón
y tachados de perversión humana o castigo divino. Estos sistemas de valores responden a la
pragmática del lenguaje, en donde la creación o interpretación del mundo se forja en la
incompletitud de humanidad, una construcción humana que se justifica en la idealista
búsqueda de la perfección o la virtud.
En conclusión, el reconocimiento de la diferencia debe filtrarse para que ésta pueda
complementar la pluralidad y multiplicidad de sentidos; y no resaltar negativamente o de
formas violentas, opresivas y manipuladoras, que decaen a las personas a la explotación y
opresión esclavista o invisibilización.

BIBLIOGRAFÍA
BARBIERI, Elena y de Castro, Rosa. Ciudadanía y feminismo: categorías a debatir.
Repositorio Hipermedial UNR: Universidad Nacional de Rosario, Departamento de
Antropología social (2015).
BAÑÓN R., Sonia. La dialéctica feminista de la ciudadanía. Revista Athenea Digital;
Universitat Jaume, España (2011). Pág,121 – 136.
CIRIZA, Alejandra. Pasado y presente. Teoría y filosofía política: La recuperación de los
clásicos en el debate latinoamericano: El dilema Wollstonecraft como herencia teórica y
política. Editorial CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Buenos Aires,
Argentina (2002). Pág. 183 – 246.
COBO, Rosa. Las paradojas de la Igualdad en Jean-Jacques Rousseau. Revista Avances del
Cesor, número 9; Universidad de A. Coruña, España (2012). Pág. 109 – 141.
WOLLSTONECRAFT, Mary. Vindicación de los derechos de la Mujer. Editorial
Cátedra, Universidad de Valencia: Instituto de la Mujer.
VERDÚ, Daniel. Entrevista a Gianni Vattimo: “Espero morir antes de que reviente todo”.
Periódico El País, Turín (2019). Recuperado de
https://elpais.com/cultura/2019/06/27/actualidad/1561645934_992756.html

14
WOLLSTONECRAFT, Mary. Vindicación de los derechos de la Mujer. Edición de Isabel Burdiel.
Editorial Cátedra, Universidad de Valencia: Instituto de la Mujer. Pág. 127.

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