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Comité Organizador

Yezid Carrillo de la Rosa


Decano de la Facultad de Derecho y
Ciencias Políticas

Fernando Luna Salas


Coordinador - Jornadas de Derecho
MEMORIAS
JORNADAS DE DERECHO Germán Romero Tapia
Asistente de Coordinación - Jornadas
Construyendo Academia de Derecho
Esta es una publicación de la Facultad de
Derecho y Ciencias Políticas de la
Comité Académico
Universidad de Cartagena, en la cual se
recogen las ponencias de las Jornadas de
Yezid Carrillo de la Rosa
Derecho.
Decano de la Facultad de Derecho y
________________________________________
Ciencias Políticas
Publicación semestral / Vol. 1 - No. 1
Jorge Pallares Bossa
ISSN: 2590-5392
Vicedecano Curricular
© Derechos Reservados
Cartagena de Indias – Colombia
Sally Barón Mercado
23 de mayo de 2017
Jefe Dpto. Académico
© Compiladores
Andrés Alarcón Lora
Fernando Luna Salas
Jefe Dpto. Investigaciones Científicas
Germán Romero Tapia
Álvaro Salgado González
© Autores de ponencias
Jefe Dpto. Derecho Penal
© Casa editora Narciso Castro Yánez
Universidad de Cartagena Jefe Dpto. Derecho Procesal
Correo-e:
jornadasdederecho@unicartagena.edu.co Virgilio Escamilla Arrieta
Jefe Dpto. Derecho Privado
Diagramación
Grafick Diseños Luis Espinosa Haeckerman
Jefe Dpto. Derecho Laboral
Corrección de textos
Carlos Oviedo Feria Jorge Pallares Bossa
Jefe Dpto. Derecho Internacional

David Mercado Pérez


Jefe Dpto. de Estudios Filosóficos y
Sociales

María Patricia Porras


Jefe Dpto. Derecho Público
BREVE RESEÑA DEL CONTENIDO DE LAS AUDIENCIAS EN EL CÓDIGO
GENERAL DEL PROCESO (C. G. DEL P.)

John Freddy Saza Pineda1

1. NOTA PRELIMINAR. LAS AUDIENCIAS

La etimología de la palabra audiencia deja ver que este sustantivo femenino


proviene del latín audientia, término que a su vez proviene de la voz audiens, que
quiere decir ‘auditor’ u ‘oyente’, y ésta del verbo audire que traduce ‘oír’ o
‘escuchar’.

Se trata, pues, de un escenario en el cual, a través de un ejercicio de interrelación


comunicativa y de expresión lingüística, se va a escuchar a una persona, quien
normalmente expondrá sus ideas frente a otra u otras de mayor jerarquía o
autoridad, con un fin determinado.

De allí que el DRAE2 tenga como primera acepción para la palabra audiencia, el
“acto de oír las personas de alta jerarquía u otras autoridades, previa concesión,
a quienes exponen, reclaman o solicitan algo”.

En el escenario judicial, como refiere ese mismo diccionario, la audiencia


representa una “ocasión para aducir razones o pruebas que se ofrece a un
interesado en juicio o en expediente”3, caso en el cual la autoridad será el juez
(singular o plural) ante el cual se desarrollará el debate.

Con ello, desde luego, no sólo se busca garantizar a los administrados la


posibilidad de conocer de manera personal y directa a la autoridad que los va a
juzgar, sino que, además, se crea un valioso espacio de transmisión del

1
Abogado de la Universidad Nacional de Colombia; especialista en Instituciones Jurídico Procesales
de la Universidad Nacional de Colombia; especialista en Derecho Contractual y Relaciones Jurídico
Negociales de la Universidad Externado de Colombia; especialista en Argumentación Jurídica de la
Universidad de Alicante (España); especialista en Derecho Financiero del Colegio Mayor de Nuestra
Señora del Rosario; magíster en Derecho de la Universidad Nacional de Colombia; exjuez civil
municipal de Bogotá; exmagistrado auxiliar de la Sala de Casación Civil y Agraria de la Corte Suprema
de Justicia; Magistrado de la Sala Civil-Familia del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Cartagena;
profesor de Teoría General del Proceso, Derecho Probatorio, Derechos Reales, Contratos, Sociedades,
Sucesiones y Argumentación Jurídica de las Universidades Nacional de Colombia, Católica de
Colombia, El Bosque, los Andes y de Cartagena.
2
Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, Ed. 22.
3
Ibíd. p.45.

33
conocimiento y una oportunidad de persuasión o convencimiento que puede
llegar a ser determinante en las resultas del proceso, puesto que cuando es bien
aprovechada, permite al juzgador hacerse a una impresión más fidedigna del
litigio, al tener la posibilidad de percibir el relato de las partes y sus expresiones
espontáneas, valorables a la luz de las circunstancias.

2. LAS AUDIENCIAS EN EL CÓDIGO DE PROCEDIMIENTO CIVIL (C. DE


P. C.)

En su redacción original, el C. de P. C. no contemplaba la realización de una


audiencia específica entre el juez y las partes, previa a la etapa instructiva del
proceso.

Las audiencias se desarrollaban únicamente para practicar algunas pruebas


(audiencias probatorias), esto es, por ejemplo, para recibir testimonios, o
interrogatorios de parte, o para la exhibición de documentos.

Fue a raíz de la reforma introducida por el artículo 51 del Decreto 2282 de 1989
que en los procesos ordinarios y abreviados se estableció una audiencia
preliminar, diferente a aquéllas de carácter probatorio, con miras a revisar la
formalidad del juicio, intentar la conciliación y determinar, de manera concreta,
sobre qué hechos versaba realmente el litigio.

La norma fue redactada en los siguientes términos: “cuando se trate de procesos


ordinarios y abreviados, salvo norma en contrario, luego de contestada la
demanda principal y la de reconvención si la hubiere, el juez citará a
demandantes y demandados para que personalmente concurran, con o sin
apoderado, a audiencia de conciliación, saneamiento, decisión de las excepciones
previas y fijación del litigio”4.

4
Presidencia de la Republica de Colombia. Decreto 2651: Por el cual se introducen algunas
modificaciones al Código de Procedimiento Civil. Diario Oficial, 7 de octubre 1989.

34
Con posterioridad, el artículo 9º del Decreto 2651 de 1991 modificó la aludida
regla, abriendo la posibilidad de que en esa audiencia, las partes también
absolvieran “bajo juramento los interrogatorios que se formulen recíprocamente
o que el juez estime conveniente efectuar, acerca de los hechos relacionados con
las excepciones previas pendientes o con el litigio objeto del proceso”5. De ese
modo, el legislador estimó que ante la presencia de las partes y de la mano de los
principios de inmediación, concentración y celeridad, resulta ser beneficioso
para el proceso que el juez las interrogue allí mismo, máxime cuando a partir de
su declaración se podría fijar el litigio de mejor manera.

Sin ahondar en las diversas reformas que el artículo experimentó, baste decir
que las actividades que en últimas debían agotarse en la audiencia del artículo
101 del C. de P. C., eran, entonces, las siguientes:

5
Presidencia de la Republica de Colombia. Decreto 2651 de 1991: Por el cual se expiden normas
transitorias para descongestionar los despachos judiciales. Diario Oficial, 25 de noviembre 1991.

35
De ese modo, en los procesos ordinarios y abreviados, quedaron reguladas dos
formas de audiencia. La audiencia del artículo 101, con los fines ya indicados, y
las audiencias probatorias.

Por su parte, en los procesos verbales y verbales sumarios, el legislador optó


por un arquetipo diferente, encaminado a dar mayor celeridad a la actuación,
todo sobre la base -muy discutible- de que por esta vía se discuten asuntos de
menor significación económica y, por lo mismo, probablemente de menor
complejidad, lo que ameritaría unos espacios procesales más reducidos para
obtener sentencia.

Por ende, el C. de P. C. concentró en una sola audiencia, regulada por los artículos
432 y 439 (según el caso), diversas etapas del proceso, como pasa a verse:

Por supuesto que el artículo 430 del C. de P. C. advertía que “vencido el término
del traslado de la demanda, el de las excepciones de mérito, cuando se hubieren

36
propuesto, y decididas las excepciones previas, si fuere el caso, el juez señalará
para la audiencia el décimo día siguiente, por auto que no tendrá recursos, y
prevendrá a las partes para que en ella presenten los documentos y los
testigos”6. De modo que en teoría, al decretarse la prueba testimonial, era
posible, a renglón seguido, su práctica.

Desde luego que este diseño disminuía las providencias escritas que debía
proferir el juez, amén de que las que dictaba de manera verbal, entre ellas la
sentencia, quedaban notificadas en estrados. Pero, a su vez, tenía una dificultad,
y era que por ser tan cargada, era muy difícil, si no imposible, decretar y
recaudar todas las pruebas en la misma audiencia, lo cual, de suyo, implicaba
que, por lo menos, debía haber una suspensión. Ello se veía reflejado, por
ejemplo, en la práctica del dictamen pericial o de la inspección judicial, pues para
su agotamiento debía fijarse, cuando menos, una nueva fecha para continuar la
audiencia.

Sin embargo, los problemas sistemáticos que desde tiempo atrás afectan a la
administración de justicia, dentro de los cuales se pueden mencionar la
insuficiencia de personal, la falta de materiales y equipos idóneos, así como la
imposibilidad de atender con los mismos recursos la cada vez más creciente
demanda de justicia, mostraron en todos los anteriores casos varias
circunstancias que impidieron obtener una resolución rápida para los procesos.

Así, por ejemplo, pueden citarse algunos sucesos que frustraban la posibilidad
de obtener una sentencia pronta:

a) Las audiencias probatorias en los procesos ordinarios y abreviados, así


como la audiencia única de los procesos verbales y verbales sumarios, se
programaban para ser realizadas en tiempos distantes, dependiendo de la
agenda y la carga laboral de cada Despacho judicial.

b) No había una norma que regulara la duración del proceso. Sólo con la Ley
1395 de 20107 se estableció que el juicio, en primera instancia, no podría
durar más de un año y en segunda instancia no más de seis meses, con la
posibilidad de prorrogar ese término.

c) Esas audiencias se podían llegar a suspender en varias oportunidades y


se reprogramaban, de nuevo, para épocas distantes.

d) Los autos dictados por escrito, esto es, fuera de audiencia, desde siempre
han exigido mayores actividades previas, formalidades especiales y más
actividad a la hora de su notificación, amén de que su ejecutoria se

6
Código General del Proceso. Artículo 430.
7
Congreso de la Republica de Colombia. Ley 1395: Por la cual se adoptan medidas en materia de
descongestión judicial. Diario oficial, 12 de julio 2010.

37
prolonga por más tiempo, máxime si se interponen recursos que, a su vez,
deben resolverse a través de otra providencia escrita.

Lo anterior, desde luego, pudo incidir en prolongación indefinida de los procesos


y fomentar prácticas dilatorias, derivando en los ya conocidos niveles de mora y
congestión judicial.

3. LAS AUDIENCIAS EN EL CÓDIGO GENERAL DEL PROCESO (C. G.


DEL P.)

Con el ánimo de lograr mayores niveles de eficiencia y optimizar los procesos


para que su duración sea menor, el C. G. del P. trae un esquema en el cual se
hacen evidentes varios cambios. Entre ellos se pueden destacar:

a. Los procesos declarativos sólo se dividen en verbales y verbales


sumarios, situación que ya se había anticipado desde la Ley 1395 de
2010 y que, sin lugar a dudas simplifica las actuaciones judiciales, evita
confusiones, brinda seguridad jurídica a los justiciados y disminuye la
posibilidad de que se configuren irregularidades -en general- o nulidades
-en particular-.

b. Los procesos verbales, por regla general, tienen dos audiencias, mientras
que el verbal sumario sólo tiene una;

c. La mayoría de las providencias que impulsan el proceso se adoptan en


audiencia, con lo cual su proferimiento, notificación y ejecutoria son
inmediatas.

d. Las audiencias concentran, tanto las actividades de la audiencia


preliminar, como las actividades de las audiencias probatorias.

Ahora bien, de acuerdo con el artículo 372 del C. G. del P., en las dos audiencias
del proceso verbal, el juez tendrá que agotar una serie de actividades que se
enumeran a continuación:

38
3.1. AUDIENCIA INICIAL

Ahora bien, es del caso hacer algunas precisiones sobre esas actividades:

a. Como se observa, en la audiencia inicial se deben resolver las excepciones


previas que sí requieren pruebas, las cuales son las menos. Y aunque el
artículo 372 del C. G. del P. no lo diga expresamente, de la hermenéutica
del artículo 101 ibídem se desprende que para resolver esas excepciones
previas, en la audiencias, como prolegómeno, se debe proceder a la
práctica de pruebas. De allí mismo se deduce que esas pruebas, relativas,
se insiste, a las excepciones previas, deberán ser decretadas en el auto
que fije fecha para la audicencia inicial, por ser este el momento idóneo
para tales efectos.

b. Al resolver las excepciones previas desde la misma iniciación de la


audiencia, queda salvaguardada la formalidad del proceso y se abre paso
la instrucción y el debate de fondo propiamente dicho.

c. El C. G. del P. ordena al juez interrogar “de modo exhaustivo” a las partes,


esto es, de manera minuciosa, detallada, completa y profunda, todo con
miras a que, precisamente, se le saque el mayor provecho posible a la
presencia de las partes en la audiencia, tanto más si ellas, por regla
general, son quienes conocen de primera mano los hechos debatidos y,
además, en sus exposiciones verbales hacen aportes y dejan rastros
(incluso gestuales y corporales) que pueden ser últiles para hacerse a una
idea más aproximada del litigio, lo cual, a su vez, facilita la conducción
posterior del juicio. Se trata de una tarea que requiere, por parte del juez,
el estudio previo del expediente, perspicacia y una preparación adecuada
de la audiencia.

d. Aunque la norma no lo diga, podría ser admisible que después de que el


juez realice su interrogatorio oficioso a cada parte, como manda el

39
numeral 7º del artículo 372 del C. G. del P., permita que la contraparte
que oportuna y regularmente pidió la prueba de interrogatorio, conforme
al al artículo 184, también haga las preguntas que pretende formular. Tal
medida podría ser admisible por efectos prácticos y por economía
procesal, pues ya se tiene a la parte presente y juramentada, ya ha hecho
declaraciones que pueden ser esclarecedoras, las preguntas de parte
también podrían contribuir a precisar los contornos del litigio y, por otro
lado, se evitaría una nueva comparecencia de ese sujeto procesal.

e. Desde antaño, el legislador opta por exigirle al juez que fije el litigio
después de realizar el interrogatorio. Ello obedece a que una vez el juez
escucha a las partes, con la posibilidad, incluso, de que hayan confesado,
es más fácil determinar sobre qué hechos, específicamente, gravita la
discusión procesal. Fijar el litigo no es, pues, que las partes manifiesten
que se atienen a sus pretensiones o excepciones, sino verificar qué
hechos están probados hasta ese momento a fin de reducir el litigio a su
verdadera dimensión, lo cual, desde luego, puede facilitar notoriamente la
instrucción posterior. De ahí que el numeral 7º de artículo 372 advierta
que, para este propósito, “el juez requerirá a las partes y a sus
apoderados para que determinen los hechos en los que están de acuerdo
y que fueren susceptibles de prueba de confesión, y fijará el objeto del
litigio, precisando los hechos que considera demostrados”8.

f. Por las mismas razones anteriores, esto es, por tener una mejor
perspectiva del asunto después de haber escuchado a las partes y de
haber fijado el litigio, es que podría ser recomendable que sólo en este
momento el juez exhortara a las partes a conciliar. En ese instante tendría
elementos de juicio suficientes para proponer verdaderas fórmulas de
arreglo. Recuérdese que el numeral 6º del artículo 372 del C. G. del P.
señala que: “desde el inicio de la audiencia y en cualquier etapa de ella el
juez exhortará diligentemente a las partes a conciliar sus diferencias,
para lo cual deberá proponer fórmulas de arreglo, sin que ello signifique
prejuzgamiento”9, de modo que será facultad del juez determinar cuándo
acude a ese mecanismo.

g. Por lo demás, hay que señalar que el artículo 35 de la Ley 640 de 200110,
que no fue derogado por el C. G. del P., estable que si la audiencia de
conciliación se realizó como requisito de procedibilidad de la acción, no
es necesario intentarla nuevamente en el curso del proceso civil. No
obstante, como podrían presentarse diversas interpretaciones sobre el
8
Código General del Proceso. Artículo 372, numeral 7º.
9
Ibíd. Art 372, numeral 6º.
10
La norma reza lo siguiente: “Realizada la audiencia sin que se haya logrado acuerdo conciliatorio
total o parcial, se prescindirá de la conciliación prevista en el artículo 101 del Código de
Procedimiento Civil o de la oportunidad de conciliación que las normas aplicables contemplen como
obligatoria en el trámite del proceso, salvo cuando el demandante solicite su celebración”.

40
punto, especialmente porque las reglas del C. G. del P. son posteriores,
puede ser de recibo que el juez aborde la conciliación en la audiencia,
aunque se haya agotado forzozamente con antelación al proceso, máxime
cuando las nuevas normas procesales lo conminan a que exhorte
“diligentemente a las partes a conciliar sus diferencias” y proponga
“fórmulas de arreglo, sin que ello signifique prejuzgamiento”. Exhortar, ya
se sabe, no es simplemente proponer, ni instar -como rezaba en un
comienzo la redacción del C. de P. C.- sino el acto del quien “intenta
persuadir” o incita “a alguien con palabras a que haga o deje de hacer
algo”11. Como es fácil advertir, el compromiso del juez para que las partes
acuerden una solución es, lingüística, formal y materialmente mayor en el
C. G. del P.

h. El numeral 8º del artículo 372 fija un control de legalidad, de manera


concreta, en esta audiencia. Sobre ello hay que decir que hubiera sido
mejor haber previsto ese medio de protección procesal luego de resolver
las excepciones previas o, en todo caso, al inicio de la audiencia, porque
en la forma como aquí se regula, obliga al juez a volver, una y otra vez,
sobre cuestiones formales y adjetivas que, a estas alturas, ya deberían
estar resueltas.

i. El control de legalidad, a la luz de los artículos 132 y 372 del C. G. del P.,
está previsto para: i) “asegurar la sentencia de fondo”; ii) “sanear los vicios
que puedan acarrear nulidades u otras irregularidades del proceso”; y iii)
verificar la integración del litisconsorcio necesario”. Se trata, en suma, de
un saneamiento del proceso mucho más generoso que el que traía el C. de
P. C.

j. Es preciso señalar, además, que este control de legalidad tiene como fin
que el juez establezca un hito de salvaguarda para el proceso, de suerte
que cuando se realiza, las situaciones irregulares que no se detectaron
quedan saneadas, al punto que “no se podrán alegar en las etapas
siguientes”. De esa forma, luego de realizar el control de legalidad, sólo
podrán invocarse descarríos procesales derivados de “hechos nuevos”, o
sea, hechos posteriores. Bajo ese entendimiento, el control de legalidad
no se hace para declarar la ilegalidad de lo actuado (como si se estuviera
aplicando veladamente la teoría de la ilegalidad de los autos) 12, sino que
se efectúa para salvaguardar las actuaciones que ya se han consolidado y
frente a las cuales no ha habido ninguna inconformidad.

11
Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, Ed. 22.
12
Ver, entre otras, Sentencias T-519 de 2005, T-1274 de 2005 y T-715/10, de la Corte Constitucional;
Auto de 25 agosto de 1988, Sentencia de 15 de marzo de 1994 de la Sala de Casación Civil y Agraria
de la Corte Suprema de Justicia.

41
k. Al momento de decretar las pruebas, el juez deberá efectuar una serie de
controles que pueden llegar a garantizar el éxito de su labor. Así, debe
realizar: i) un control de licitud, para verificar que las pruebas solicitadas
o aportadas no vulnerarán derechos fundamentales; ii) un control de
legalidad, para verificar que las pruebas solicitadas o aportadas lo fueron
oportunamente y conforme a las formalidades previstas por el legislador;
iii) un control de pertinencia, para verificar que las pruebas solicitadas o
aportadas sí tienen relación con el asunto de fondo que es objeto de
debate; iv) un control de conducencia, para verificar si las pruebas
solicitadas o aportadas, son las que el legislador ha establecido para
probar ciertos hechos gobernados por la tarifa legal. Así, por ejemplo, no
podrían decretarse testimonios para probar el estado civil de una
persona, porque para ello la normatividad sólo admite el respectivo
registro civil; finalmente, v) un control de utilidad, para no decretar
pruebas sobre hechos ya verificados (incluso en el interrogatorio
exhaustivo y oficioso antes mencionado), o como dice el numeral 10 del
artículo 372, “prescindirá de las pruebas relacionadas con los hechos que
declaró probados”13.

l. Ha de indicarse, además, que por disposición de los artículos 78 (numeral


10), 85 (numeral 1) y 173 del C. G. del P. y en armonía con las reglas
básicas de los procesos adversariales, el juez no está llamado a adelantar
ninguna gestión para recopilar pruebas que pudieron ser obtenidas por
las partes directamente o a través del ejercicio del derecho de petición.
De ahí que la norma consagre que “el juez se abstendrá de ordenar la
práctica de las pruebas que, directamente o por medio de derecho de
petición, hubiera podido conseguir la parte que las solicite, salvo cuando
la petición no hubiese sido atendida, lo que deberá acreditarse
sumariamente”14.

m. Finalmente, el juez deberá fijar fecha para la siguiente audiencia, la de


instrucción y juzgamiento, decisión que, de la mano del numeral 1º del
artículo 372 del C. G. del P., también ha debido ser calificada
expresamente como irrecurrible.

3.2. AUDIENCIA DE INSTRUCCIÓN Y JUZGAMIENTO

Surtida la audiencia inicial, las bases probatorias del proceso quedan


establecidas, por manera que la suerte definitiva del litigio se jugará en la
siguiente audiencia, pues es allí donde se recaudarán las pruebas decretadas, se
escucharán los alegatos de conclusión de las partes y se dictará sentencia.

13
Código General del Proceso. Artículo 172, numeral 10.
14
Ibíd. Artículo 173.

42
Vale la pena mencionar lo siguiente:

a. En el evento en que se haya aceptado la excusa de alguna de las partes


para justificar su inasistencia a la audiencia inicial, el juez debe practicar
en la segunda audiencia, de entrada, su interrogatorio (exhaustivo y
oficioso). Luego de ello, habrá de fijarse de nuevo el litigio y, además,
sería admisible que allí se intentara la conciliación que no pudo realizarse
anteriormente, precisamente por no haber comparecido ese extremo del
litigio.

b. Conforme al artículo 217 del C. G. del P., para la práctica de los


testimonios, le corresponde a las partes lograr la concurrencia de las
personas cuya declaración va a ser escuchada. Se trata, sin duda alguna,
de una carga que debe soportar la parte interesada en el recaudo de la
prueba, que le obliga a tener un mayor grado de diligencia para procurar
la comparecencia de ese tercero.

c. En un franco exceso de formalismo, el numeral 3º del artículo 373 del C.


G. del P. contempla el orden en que deben ser practicadas las pruebas, al
prever que el juez: i) Practicará el interrogatorio a los peritos que hayan
sido citados a la audiencia, de oficio o a solicitud de parte; ii) Recibirá las
declaraciones de los testigos que se encuentren presentes y prescindirá
de los demás; iii) Practicará la exhibición de documentos; y iv) Practicará
las demás pruebas que hubieren sido decretadas. De esta forma, se
desconoce la autonomía del juez, quien como director del proceso y
encargado de la instrucción, tendría mejores elementos de juicio para
saber el orden en el cual evacuará las pruebas. De todas formas, la regla
no puede mirarse como una camisa de fuerza, pues habrá casos en los
cuales resulte más práctico y útil practicar las pruebas en un orden
diferente.

d. Sobre la oportunidad para presentar los alegatos de conclusión, que es el


momento que tienen las partes para poner de presente su valoración de
las pruebas y para demostrar que los enunciados fácticos que
presentaron en la demanda o en las excecpiones son ciertos, hay que
decir que en la oralidad, este constituye un espacio de altísima valía, pues
allí pueden desplegarse todas las herramientas argumentativas con las
que se cuente para persuadir o convencer al juez. Es una exposición que

43
debe ser clara, concreta, contundente e impactante. Por ende, las partes
despaprovechan ese escenario cuando se limitan a leer escritos que traen
ya elaborados a la audiencia, o cuando no logran la atención del juez o, en
fin, cuando no se preparan adecuadamente para, en ese espacio de
tiempo, calar en la mente de quien va a desatar la controversia.

e. Finalmente, el juez ha de proferir el fallo inmediatamente después. Con


todo, podrá hacer un receso de hasta dos horas para organizar sus ideas,
verificar aspectos fácticos o jurídicos que le resulten dudosos y hacer las
consultas que estime necesarias. Además, como reza la norma:

Si no fuere posible dictar la sentencia en forma oral, el juez deberá dejar


constancia expresa de las razones concretas e informar a la Sala Administrativa
del Consejo Superior de la Judicatura. En este evento, el juez deberá anunciar el
sentido de su fallo, con una breve exposición de sus fundamentos, y emitir la
decisión escrita dentro de los diez (10) días siguientes, sin que en ningún caso,
pueda desconocer el plazo de duración del proceso previsto en el artículo 12115.

3.3. AUDIENCIA ÚNICA EN EL PROCESO VERBAL SUMARIO

Por otro lado, en el proceso verbal sumario, como sólo existe la posibilidad de
realizar una audiencia, las pruebas, necesariamente, se decretan en el auto que
fija fecha para su realización.

En esta audiencia única, tendrán que desarrollarse los siguintes actos:

15
Sobre este asunto, véase el artículo denominado “Los nuevos paradigmas de la sentencia en la
legislación procesal civil. Algunos aspectos tratados por el Código General del Proceso”, publicado en
Estudios sobre el Código General del Proceso -Ponencias Jornadas sobre el CGP-, Vol. I., Universidad
Nacional de Colombia, Sede Bogotá, Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales, Instituto
Unidad de Investigaciones Jurídico-Sociales “Gerardo Molina” – UNIJUS, Primera edición, Bogotá,
2014, págs. 77 a 91.

44
3.4. PROCESO VERBAL CON UNA SOLA AUDIENCIA. PRIMERA
HIPÓTESIS

Cabe señalar, además, que el legislador previó la posibilidad de que el proceso


verbal se agotara en una única audiencia. En ese evento, el parágrafo del artículo
372 del C. G. del P. señala que:

Cuando se advierta que la práctica de pruebas es posible y conveniente en la


audiencia inicial, el juez de oficio o a petición de parte, decretará las pruebas en el
auto que fija fecha y hora para ella, con el fin de agotar también el objeto de la
audiencia de instrucción y juzgamiento de que trata el artículo 373. En este
evento, en esa única audiencia se proferirá la sentencia, de conformidad con las
reglas previstas en el numeral 5 del referido artículo 37316.

Por ende, en ese evento, el juez deberá decterar las pruebas en el auto que fija
fecha para la audiencia. Desde luego que esta última decisión sí es susceptible de
impugnarse, puesto que lo único que para el legislador es irrecurrible, es la
determinación de la época en que la audiencia se llevará a cabo.

16
Código General del Proceso. Artículo 372.

45
En este evento, correspode al juez adelantar las siguientes actividades en el
desarrollo de esa única audiencia:

3.5. PROCESO VERBAL CON UNA SOLA AUDIENCIA. SEGUNDA


HIPÓTESIS

También es posible que el juez decrete las pruebas en la audiencia inicial y


considere que allí mismo las puede practicar.

Al respecto, el numeral 7º del artículo 372 prevé que “el juez podrá decretar y
practicar en esta audiencia las demás pruebas que le resulte posible, siempre y
cuando estén presentes las partes”17. Así, por razones de economía procesal, si el
juez advierte que, luego de decretada la prueba, la puede recopilar o practicar
inmediatamente, está habilitado para hacerlo, valiéndose, incluso, de la
posibilidad de hacer un receso razonable para agotar la audiencia a
continuación. Queda abierta una ventana para casos en los cuales las pruebas
son de fácil e inmediata consecución, de suerte que no sería indispensable
promgramar una nueva audiencia para obtenerlas.

En dicho evento, si el juez considera que no existen más pruebas por practicar,
podrá continuar con el trámite del proceso, disponiendo el traslado para alegar y
profiriendo, luego de ello, la respectiva sentencia.

Se requiere, eso sí, que ambas partes se encuentren presentes en la audiencia, a


efectos de garantizar sus derechos de contradicción y defensa.

17
Ibíd. Artículo 372, numeral 7º.

46
En consecuencia, en esa precisa hipótesis las actividades de la audiencia serían
las siguientes.

4. REGLAS ESPECIALES PARA LA AUDIENCIA INICIAL DEL PROCESO


VERBAL Y LA AUDIENCIA ÚNICA DEL PROCESO VERBAL SUMARIO

El artículo 372 del C. G. del P. contiene un plexo de regulaciones que, en


principio, sólo se aplican para la audiencia inicial en los procesos verbales y,
en lo pertinente, para la audiencia única de los procesos verbales sumarios.
Son ellas:

a. A la parte que no asiste a la audiencia, se le tiene como confesa de los


hechos -susceptibles de confesión- alegados por su contraparte, esto es,
opera una confesión ficta en su contra. Tal medida ya venía rigiendo
desde antes de proferirse el C. G. del P., especialmente desde el Decreto
2651 de 1991 y la Ley 446 de 1998, que traía sanciones semejantes para
quien no asistía a la audiencia del artículo 101 del C. de P. C.

47
b. Si la parte asiste, pero no su apoderado, la audiencia se llevará a cabo con
aquélla. En ese evento se escuchará su interrogatorio, se fijará el litigio y
se exhortará a la conciliación, actuaciones que se desarrollarán
directamente con la parte, sin contar con el acompañamiento o la
asesoría de su mandatario judicial.

c. Si el apoderado asiste, pero no la parte, “la audiencia se llevará a cabo”


con aquél, “quien tendrá facultad para confesar, conciliar, transigir,
desistir y, en general, para disponer del derecho en litigio”. Ante esta
situación, el interrogatorio de parte oficioso no se podrá adelantar,
aunque es posible que el juez fije el litigio e intente la conciliación con el
apoderado. La norma propende por hacer viable la posibilidad de que
haya acuerdos conciliatorios, habilitando al abogado, de manera expresa,
para que incluso disponga del derecho.

d. Si ninguna de las dos partes asiste a la audiencia y tampoco sus


apoderados, o sea, ante la ausencia total de interesados, el juez debe dar
por terminado el proceso. El legislador interpreta ello como un desinterés
en la actividad judicial y da por extinguida la acción, de donde se sigue
que se llega a un punto en el cual las partes conservan la situación que
tendrían si el proceso nunca hubiera existido. No hay, pues, efectos para
la interrupción de la prescripción o del término de caducidad. Aunque no
se diga expresamente, se trataría de una especie de desistimiento tácito
bilateral.

e. A la parte o al apoderado que no concurra a la audiencia, además, se le


impone una multa de 5 salarios mínimos legales mensuales vigentes.

f. Se puede solicitar el aplazamiento de la audiencia con anterioridad a la


fecha fijada para su realización. En este caso, se requiere prueba siquiera
sumaria de una «justa causa», esto es, de un motivo razonable y atendible
para no asistir. Tal petición se resolverá “mediante auto que no tendrá
recursos. La audiencia deberá celebrarse dentro de los diez (10) días
siguientes” y “en ningún caso podrá haber otro aplazamiento”. Aunque no
se diga expresamente, esta norma también sería aplicable para la
audiencia de instrucción y juzgamiento.

g. En los procesos verbales, la parte que no concurra a la audiencia, puede


justificar dentro de los 3 días siguientes su inasistencia, si es que acredita
«fuerza mayor o caso fortuito», esto es, un hecho extraordinario,
irresistible e imprevisible. Como puede observarse, la ley es más rigurosa
a la hora justificar la inasistencia a la audiencia, porque al exigir la prueba
de “fuerza mayor o caso fortuito”, no admite cualquier hecho exculpativo,
ni siquiera una «justa causa», sino que exige demostrar uno de suma
gravedad que, incluso, haya impedido acudir a la figura de la sustitución
procesal.

48
h. Si se atiende la justificación de la parte y se le excusa por no haber
concurrido a la audiencia inicial, su interrogatorio se practicará al iniciar
la siguiente audiencia, caso en el cual -como ya se dijo-, se tendrá que fijar
de nuevo el litigio. Además, quedará exonerada de las consecuencias
procesales y pecuniarias de su inasistencia anterior.

i. Desde luego que para evitar la sanción pecuniaria, la posibilidad de


justificar la inasistencia se extiende a los abogados, pues frente a ellos
también pueden darse situaciones extraordinarias que pueden llegar a
impedir su presencia en la audiencia.

5. LA JUSTIFICACIÓN DE LAS PARTES Y SUS APODERADOS POR SU


INASISTENCIA A LA AUDIENCIA EN QUE SE PROFIERE EL FALLO

Existe una eventualidad particular que, sin duda, puede prestarse para diversos
entendimientos. Consiste en la situación que se presenta si la parte o su
apoderado se excusan, oportunamente, por no haber asistido a la audiencia en
que se profiere el fallo y, además, acreditan fuerza mayor o caso fortuito.

En tal contexto, incluso, puede darse que la inasistencia de la parte haya llevado
a que en su contra se estructurara una confesión ficta, que suele ser, en la
mayoría de los casos, determinante a la hora de decidir la controversia.

Como se recuerda, el artículo 372 del C. G. del P. establece que el juez -en línea de
principio- debe dictar sentencia en audiencia, con o sin la presencia de las
partes, de suerte que la notificación de lo resuelto se produce en estrados (art.
294) y el término de ejecutoria, que en este caso lo sería para apelar, corre allí
mismo, en ese mismo momento (art. 322, numeral 1).

Entonces, puede darse un escenario en el que la parte justifique su inasistencia,


de manera oportuna y adecuada, demostrando fuerza mayor o caso fortuito,
pero se encuentre en ese momento con una sentencia en firme, que pudo haber
hecho tránsito a cosa juzgada (art. 302).

Por lo demás, el artículo 285 del C. G. del P., que desarrolla un principio universal
del derecho procesal, señala que “la sentencia no es revocable ni reformable por
el juez que la pronunció”18.

Frente a ello podría decirse que la justificación de la parte o su apoderado con


posterioridad a la audiencia, le serviría únicamente para librarse de las
sanciones pecuniarias, porque el juez no podría rehacer una audiencia
debidamente clausurada o dejar sin efectos un fallo que cobró ejecutoria. La

18
Código General del Proceso. Artículo 285.

49
parte, pues, tendría que soportar la decisión así adoptada, sin que pueda valerse
del recurso de revisión, porque ninguna de sus causales (art. 355) contempla
una hipótesis semejante. 19

De hecho, allí tampoco se advierte una situación irregular, desde el punto de


vista formal, que estructure alguna de las causales de nulidad previstas en la ley.

Todo parece indicar que a pesar de ser una conclusión odiosa, como el juez
pierde competencia al dictar el fallo, en principio no podría volver sobre su
decisión, a pesar de la situación extraordinaria que habría impedido a la parte o
a su apoderado asistir a la audiencia.

Sin embargo, nada de ello obsta para que el asunto se debata en sede de tutela,
para que un juez constitucional analice las circunstancias del caso concreto y, en
defensa del debido proceso, del acceso a la administración de justicia, de la
igualdad de las partes y de la defensa, o si se quiere, con el ánimo de evitar que
se consolide una situación evidentemente injusta, verifique si es necesario
rehacer la audiencia ya cerrada, para que participe quien, por hechos
extraordinarios que no le son atribuibles, no pudo concurrir en la fecha
inicialmente prevista y se enfrenta a un fallo adverso que ha hecho tránsito a
cosa juzgada.

6. REGLAS GENERALES DE TODAS LAS AUDIENCIAS

Es del caso advertir, asimismo, que el artículo 107 del C. G. del P. consagra, de
modo general, una serie de reglas que pretenden evitar algunas malas prácticas
que se visibilizaron en vigencia del C. de P. C., al paso que busca garantizar la
efectividad de las audiencias. Dentro de tales reglas, pueden ser citadas las
siguientes:

a) Las audiencias deben ser presididas por el Juez. Aunque es lo cierto que la
norma pareciera ser redundante, pues dentro de la lógica procesal no
podría ser de otra forma, lo cierto es que esa manifestación expresa del
legislador tiene como propósito evitar que otros servidores judiciales,
diferentes al juez, instalen o tengan el manejo de la audiencia.
Precisamente, la oralidad, la concentración y la inmediación, suponen que
el juez esté presente en todo el desarrollo de la audiencia, lo cual debe
quedar registrado. Por ende, para estos efectos, el juzgador no puede ser
reemplazado ni total, ni temporalmente. Es tan palmario el mandato del
legislador, que además estableció una nueva causal de nulidad, al señalar
que “la ausencia del juez o de los magistrados genera la nulidad de la
respectiva actuación”20.

19
Ibíd. Artículo 355.
20
Ibíd. Artículo 107.

50
b) Las audiencias se iniciarán en el primer minuto de la hora señalada,
aunque las partes y sus apoderados no estén presentes. No hay, pues, un
tiempo de espera que obligue al juez a postergar la audiencia hasta que se
presenten las partes. Ello, a no dudar, puede llegar a ser determinante en
la suerte del proceso, porque habrá casos en los cuales el juez comience a
desarrollar las etapas de las audiencias y, por no estar presente la parte
interesada, deje constancia de su inasistencia y las evacue de manera
pronta. Así, quien llegue tardíamente a la audiencia, puede encontrarse
con la infortunada sorpresa de que se clausuraron etapas en las cuales
pensaba intervenir, o que ya existen en el proceso decisiones que se
adoptaron en audiencia, se notificaron en estrados y, al no se ser
recurridas, quedaron ejecutoriadas, sin que sea posible volver atrás para
rehacerlas. Como bien agrega la misma norma, “las partes, los terceros
intervinientes o sus apoderados que asistan después de iniciada la
audiencia o diligencia asumirán la actuación en el estado en que se
encuentre al momento de su concurrencia”21.

c) Las audiencias se deben adelantar sin solución de continuidad, esto es,


que no pueden ser suspendidas o postergadas para oportunidades
posteriores. Al respecto, la ley señala que el juez debe reservar el tiempo
suficiente para agotar todos los actos que la ley señala en los artículos
372 y 373, so pena de que su conducta pueda ser calificada como falta.
Con ello, se persigue desterrar una práctica que había hecho camino en
sede judicial, consistente en que si bien se hacía una sola audiencia, la
misma se suspendía en diferentes oportunidades y se reanudaba mucho
después, de suerte que, de principio a fin, podía tener una duración
desmedida.

d) Precisamente, de la mano de lo anterior, el artículo 106 establece que “las


audiencias y diligencias iniciadas en hora hábil podrán continuarse en
horas inhábiles sin necesidad de habilitación expresa”22, de modo que el
término del horario laboral no es excusa para no terminar la audiencia. El
juez, por ende, debe hacer una estimación razonable de la duración de la
audiencia, según su complejidad y naturaleza, para evacuarla
integralmente en un horario adecuado.

Con todo, por respeto a la dignidad de los funcionarios, de los empleados


judiciales y de los demás asistentes a la audiencia, para evitar decisiones
apresuradas e incluso por razones de seguridad, nada obsta para que
terminado el horario laboral de un día, la audiencia se reanude al
comenzar el horario laboral del día siguiente. Así sucede en materia

21
Ibíd. Artículo 107.
22
Ibíd. Artículo 106.

51
laboral, pues el artículo 45 de la Ley 1149 de 2007, señala que: “las
audiencias no podrán suspenderse, se desarrollarán sin solución de
continuidad dentro de las horas hábiles, hasta que sea agotado su objeto,
sin perjuicio de que el juez como director del proceso habilite más
tiempo”23

e) Ya no se deja constancia escrita de lo que sucede en la audiencia. Por el


contrario, la ley prevé que la audiencia debe ser grabada “en medios de
audio, audiovisuales o en cualquiera otro que ofrezca seguridad para el
registro de lo actuado”. Se abandona, pues, la descripción meramente
escrita y plana de lo que sucedía en la audiencia, a través de engorrosas
actas, para echar mano de las tecnologías actuales, en aras de dejar
constancia de lo sucedido en videos que recogen, de manera más
completa y detallada, la intervención de los sujetos procesales.

De esas grabaciones, desde luego, las partes y los interesados pueden


obtener copia en la forma prevista por el artículo 115 del C. G. del P.

Para todos los efectos, se debe anexar la grabación al expediente -


normalmente en DVD- y el acta que se levanta únicamente deberá recoger
“el nombre de las personas que intervinieron como partes, apoderados,
testigos y auxiliares de la justicia, la relación de los documentos que se
hayan presentado”24 y, si se profiere, “la parte resolutiva de la
sentencia”25. Sobra decir que el acta debe ser firmada por el juez y por las
demás personas que han intervenido en la audiencia y que, además, si la
sentencia contiene obligaciones exigibles, su copia con constancia de
ejecutoria prestará mérito ejecutivo.

f) La norma agrega que “el Consejo Superior de la Judicatura deberá


proveer los recursos técnicos necesarios para la grabación de las
audiencias y diligencias”26, pero si ello no ha ocurrido, o si los equipos
suministrados no son suficientes, nada obsta para que el juez, por su
propia iniciativa, agote los recursos a su alcance y supla ese tipo de
deficiencias. Por lo demás, la ley advierte que “solo cuando se trate de
audiencias o diligencias que deban practicarse por fuera del despacho
judicial o cuando se presenten fallas en los medios de grabación, el juez
podrá ordenar que las diligencias consten en actas”27, situación que, en

23
Congreso de la Republica de Colombia. Ley 1149: Por la cual se reforma el Código Procesal del
Trabajo y de la Seguridad Social para hacer efectiva la oralidad en sus procesos. Diario oficial, 13 de
julio del 2007.

24
Código General de Proceso. Artículo 107.
25
Ibíd. Artículo 107.
26
Ibíd. Artículo 107.
27
Ibíd. Artículo 107.

52
todo caso, no es la ideal, pues en la transcripción, que de hecho es más
lenta, suele perderse información valiosa y significativa.

g) Las audiencias son públicas, por manera que a ellas puede asistir
cualquier persona para presenciar su desarrollo. Sólo excepcionalmente
podría limitarse el ingreso al público, como cuando se ven afectados
ciertos derechos fundamentales de las partes como la intimidad o el buen
nombre, o si se ponen en riesgo los derechos de personas que, como los
niños, gozan una protección especial del Estado. Pero esta, desde luego,
debe ser la excepción.

h) También dice la ley, a tono con las nuevas tecnologías, que es posible
aceptar intervenciones, de las partes o de otros sujetos (v.g. los testigos o
los peritos), “por videoconferencia o teleconferencia o cualquier otro
medio técnico, siempre que el juez lo autorice”. En tales casos, deberá
garantizarse que la comunicación sea fidedigna, simultánea y recíproca, y
que de ella quede constancia en la audiencia.

i) Para situaciones francamente remotas, se establece que “cuando se


produzca cambio de juez que deba proferir sentencia en primera o
segunda instancia, quien lo sustituya deberá convocar a una audiencia
especial con el solo fin de repetir la oportunidad para alegar”. La norma,
así redactada, parece no tener en cuenta que en los procesos orales, no se
puede suspender la audiencia, por lo que si un juez escucha los alegatos, a
renglón seguido debe dictar sentencia, sin que en el entretanto quepa la
posibilidad de que vaya a ser reemplazado por otro. Tal vez la norma
sería de recibo cuando el juez no dicta el fallo en la misma audiencia, sino
que lo dicta posteriormente y por escrito, como prevé el numeral 5º del
artículo 373 del C. G. del P.; sin embargo, la hipótesis, en verdad, es muy
rebuscada.

j) Por último, para hacer mayor énfasis en la oralidad, la norma establece


que: “las intervenciones de los sujetos procesales, no excederán de (20)
minutos, salvo disposición en contrario. No obstante, el juez de oficio o
por solicitud de alguna de las partes, podrá autorizar un tiempo superior,
atendiendo las condiciones del caso y garantizando la igualdad. Contra
esta decisión no procede recurso alguno”. Igualmente, señala que “las
intervenciones orales no podrán ser sustituidas por escritos” y que “en
ningún caso el juzgado hará la reproducción escrita de las grabaciones”,
de suerte que la acción comunicativa entre el juez y las partes debe ser
verbal, concreta y contundente, apoyada de todos los recursos
argumentativos que sean necesarios para lograr mayores estándares de
eficacia a fin de obtener el convencimiento del juez.

53
7. OTRAS REGLAS ARGUMENTATIVAS DE LAS AUDIENCIAS

Para finalizar, debe hacerse hincapié en esta serie de reglas que, si bien no son
estrictamente procesales, sino más bien retóricas o argumentativas, pueden
permitir que se saque más provecho a este espacio de discusión y debate.

a. Se debe conocer para qué es la audiencia, qué etapas se desarrollarán y


qué papel se va a jugar en ella.

b. La asistencia debe ser puntual, no solo porque ello refleja una actitud de
respeto, compromiso y diligencia, sino además para no perder el hilo
conductor de lo que sucede. La puntualidad también evita encontrarse
con una audiencia iniciada en la cual se han adoptado decisiones
desfavorables que no se pudieron controvertir y ya se hallan en firme.

c. En tratándose de un proceso en el cual las intervenciones deben ser


orales, los sujetos que van a intervenir deben tener la capacidad de
controlar los nervios y realizar una exposición ordenada ante el auditorio.
No debe haber pánico escénico o temor reverencial. También debe
tenerse en cuenta que en situaciones de descontrol (nervios, estrés,
rabia) se pierde la capacidad de reaccionar e improvisar, esto es, de
tomar decisiones inmediatas frente a escenarios de dificultad
sobreviniente.

d. Los sujetos que van a intervenir en la audiencia deben llevar una


vestimenta adecuada, esto es, seria, pulcra, organizada. Al fin y al cabo,
van a ser escuchados por la autoridad que va a decidir el litigio, y es
necesario que causen una buena imagen, lo cual, de paso, puede llevar a
que se haga más creíble su relato.

e. Se debe conocer al juez, a las contrapartes, a los abogados, saber cómo


han actuado en otros casos, cuál es su forma de pensar y qué esperar de
ellos.

f. Siempre debe haber un trato cortés y respetuoso ante el juez y los demás
sujetos procesales. De lo contrario, podría generarse un ambiente
desfavorable y contraproducente, así como causar la impresión de que, a
falta de argumentos, buenas son ofensas28.

g. Debe hacerse un uso correcto del lenguaje verbal, sin términos


exagerados, extraños o que desconcentren al auditorio. Debe haber un

28
Sobre este asunto, véase el artículo denominado “La presentación cuidadosa, clara, precisa y
respetuosa del argumento”, publicado en Revista de Derecho Público No. 32, Universidad de los
Andes, Junio de 2014, Bogotá.

54
adecuado manejo del tono de la voz, de la mirada, de las manos y, en
general, de la expresión corporal.

h. Es imprescindible una buena dicción.

i. La exposición debe ser breve y precisa, contundente, que refleje una


estructura clara de los argumentos que se van a utilizar.

j. Se requiere un alto grado de concentración sobre aquello que dicen el


juez y los demás intervinientes en la audiencia.

k. En últimas, todo se resume en una sola cosa: debe haber una preparación
adecuada y suficiente.

55

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