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De allí que el DRAE2 tenga como primera acepción para la palabra audiencia, el
“acto de oír las personas de alta jerarquía u otras autoridades, previa concesión,
a quienes exponen, reclaman o solicitan algo”.
1
Abogado de la Universidad Nacional de Colombia; especialista en Instituciones Jurídico Procesales
de la Universidad Nacional de Colombia; especialista en Derecho Contractual y Relaciones Jurídico
Negociales de la Universidad Externado de Colombia; especialista en Argumentación Jurídica de la
Universidad de Alicante (España); especialista en Derecho Financiero del Colegio Mayor de Nuestra
Señora del Rosario; magíster en Derecho de la Universidad Nacional de Colombia; exjuez civil
municipal de Bogotá; exmagistrado auxiliar de la Sala de Casación Civil y Agraria de la Corte Suprema
de Justicia; Magistrado de la Sala Civil-Familia del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Cartagena;
profesor de Teoría General del Proceso, Derecho Probatorio, Derechos Reales, Contratos, Sociedades,
Sucesiones y Argumentación Jurídica de las Universidades Nacional de Colombia, Católica de
Colombia, El Bosque, los Andes y de Cartagena.
2
Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, Ed. 22.
3
Ibíd. p.45.
33
conocimiento y una oportunidad de persuasión o convencimiento que puede
llegar a ser determinante en las resultas del proceso, puesto que cuando es bien
aprovechada, permite al juzgador hacerse a una impresión más fidedigna del
litigio, al tener la posibilidad de percibir el relato de las partes y sus expresiones
espontáneas, valorables a la luz de las circunstancias.
Fue a raíz de la reforma introducida por el artículo 51 del Decreto 2282 de 1989
que en los procesos ordinarios y abreviados se estableció una audiencia
preliminar, diferente a aquéllas de carácter probatorio, con miras a revisar la
formalidad del juicio, intentar la conciliación y determinar, de manera concreta,
sobre qué hechos versaba realmente el litigio.
4
Presidencia de la Republica de Colombia. Decreto 2651: Por el cual se introducen algunas
modificaciones al Código de Procedimiento Civil. Diario Oficial, 7 de octubre 1989.
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Con posterioridad, el artículo 9º del Decreto 2651 de 1991 modificó la aludida
regla, abriendo la posibilidad de que en esa audiencia, las partes también
absolvieran “bajo juramento los interrogatorios que se formulen recíprocamente
o que el juez estime conveniente efectuar, acerca de los hechos relacionados con
las excepciones previas pendientes o con el litigio objeto del proceso”5. De ese
modo, el legislador estimó que ante la presencia de las partes y de la mano de los
principios de inmediación, concentración y celeridad, resulta ser beneficioso
para el proceso que el juez las interrogue allí mismo, máxime cuando a partir de
su declaración se podría fijar el litigio de mejor manera.
Sin ahondar en las diversas reformas que el artículo experimentó, baste decir
que las actividades que en últimas debían agotarse en la audiencia del artículo
101 del C. de P. C., eran, entonces, las siguientes:
5
Presidencia de la Republica de Colombia. Decreto 2651 de 1991: Por el cual se expiden normas
transitorias para descongestionar los despachos judiciales. Diario Oficial, 25 de noviembre 1991.
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De ese modo, en los procesos ordinarios y abreviados, quedaron reguladas dos
formas de audiencia. La audiencia del artículo 101, con los fines ya indicados, y
las audiencias probatorias.
Por ende, el C. de P. C. concentró en una sola audiencia, regulada por los artículos
432 y 439 (según el caso), diversas etapas del proceso, como pasa a verse:
Por supuesto que el artículo 430 del C. de P. C. advertía que “vencido el término
del traslado de la demanda, el de las excepciones de mérito, cuando se hubieren
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propuesto, y decididas las excepciones previas, si fuere el caso, el juez señalará
para la audiencia el décimo día siguiente, por auto que no tendrá recursos, y
prevendrá a las partes para que en ella presenten los documentos y los
testigos”6. De modo que en teoría, al decretarse la prueba testimonial, era
posible, a renglón seguido, su práctica.
Desde luego que este diseño disminuía las providencias escritas que debía
proferir el juez, amén de que las que dictaba de manera verbal, entre ellas la
sentencia, quedaban notificadas en estrados. Pero, a su vez, tenía una dificultad,
y era que por ser tan cargada, era muy difícil, si no imposible, decretar y
recaudar todas las pruebas en la misma audiencia, lo cual, de suyo, implicaba
que, por lo menos, debía haber una suspensión. Ello se veía reflejado, por
ejemplo, en la práctica del dictamen pericial o de la inspección judicial, pues para
su agotamiento debía fijarse, cuando menos, una nueva fecha para continuar la
audiencia.
Sin embargo, los problemas sistemáticos que desde tiempo atrás afectan a la
administración de justicia, dentro de los cuales se pueden mencionar la
insuficiencia de personal, la falta de materiales y equipos idóneos, así como la
imposibilidad de atender con los mismos recursos la cada vez más creciente
demanda de justicia, mostraron en todos los anteriores casos varias
circunstancias que impidieron obtener una resolución rápida para los procesos.
Así, por ejemplo, pueden citarse algunos sucesos que frustraban la posibilidad
de obtener una sentencia pronta:
b) No había una norma que regulara la duración del proceso. Sólo con la Ley
1395 de 20107 se estableció que el juicio, en primera instancia, no podría
durar más de un año y en segunda instancia no más de seis meses, con la
posibilidad de prorrogar ese término.
d) Los autos dictados por escrito, esto es, fuera de audiencia, desde siempre
han exigido mayores actividades previas, formalidades especiales y más
actividad a la hora de su notificación, amén de que su ejecutoria se
6
Código General del Proceso. Artículo 430.
7
Congreso de la Republica de Colombia. Ley 1395: Por la cual se adoptan medidas en materia de
descongestión judicial. Diario oficial, 12 de julio 2010.
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prolonga por más tiempo, máxime si se interponen recursos que, a su vez,
deben resolverse a través de otra providencia escrita.
b. Los procesos verbales, por regla general, tienen dos audiencias, mientras
que el verbal sumario sólo tiene una;
Ahora bien, de acuerdo con el artículo 372 del C. G. del P., en las dos audiencias
del proceso verbal, el juez tendrá que agotar una serie de actividades que se
enumeran a continuación:
38
3.1. AUDIENCIA INICIAL
Ahora bien, es del caso hacer algunas precisiones sobre esas actividades:
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numeral 7º del artículo 372 del C. G. del P., permita que la contraparte
que oportuna y regularmente pidió la prueba de interrogatorio, conforme
al al artículo 184, también haga las preguntas que pretende formular. Tal
medida podría ser admisible por efectos prácticos y por economía
procesal, pues ya se tiene a la parte presente y juramentada, ya ha hecho
declaraciones que pueden ser esclarecedoras, las preguntas de parte
también podrían contribuir a precisar los contornos del litigio y, por otro
lado, se evitaría una nueva comparecencia de ese sujeto procesal.
e. Desde antaño, el legislador opta por exigirle al juez que fije el litigio
después de realizar el interrogatorio. Ello obedece a que una vez el juez
escucha a las partes, con la posibilidad, incluso, de que hayan confesado,
es más fácil determinar sobre qué hechos, específicamente, gravita la
discusión procesal. Fijar el litigo no es, pues, que las partes manifiesten
que se atienen a sus pretensiones o excepciones, sino verificar qué
hechos están probados hasta ese momento a fin de reducir el litigio a su
verdadera dimensión, lo cual, desde luego, puede facilitar notoriamente la
instrucción posterior. De ahí que el numeral 7º de artículo 372 advierta
que, para este propósito, “el juez requerirá a las partes y a sus
apoderados para que determinen los hechos en los que están de acuerdo
y que fueren susceptibles de prueba de confesión, y fijará el objeto del
litigio, precisando los hechos que considera demostrados”8.
f. Por las mismas razones anteriores, esto es, por tener una mejor
perspectiva del asunto después de haber escuchado a las partes y de
haber fijado el litigio, es que podría ser recomendable que sólo en este
momento el juez exhortara a las partes a conciliar. En ese instante tendría
elementos de juicio suficientes para proponer verdaderas fórmulas de
arreglo. Recuérdese que el numeral 6º del artículo 372 del C. G. del P.
señala que: “desde el inicio de la audiencia y en cualquier etapa de ella el
juez exhortará diligentemente a las partes a conciliar sus diferencias,
para lo cual deberá proponer fórmulas de arreglo, sin que ello signifique
prejuzgamiento”9, de modo que será facultad del juez determinar cuándo
acude a ese mecanismo.
g. Por lo demás, hay que señalar que el artículo 35 de la Ley 640 de 200110,
que no fue derogado por el C. G. del P., estable que si la audiencia de
conciliación se realizó como requisito de procedibilidad de la acción, no
es necesario intentarla nuevamente en el curso del proceso civil. No
obstante, como podrían presentarse diversas interpretaciones sobre el
8
Código General del Proceso. Artículo 372, numeral 7º.
9
Ibíd. Art 372, numeral 6º.
10
La norma reza lo siguiente: “Realizada la audiencia sin que se haya logrado acuerdo conciliatorio
total o parcial, se prescindirá de la conciliación prevista en el artículo 101 del Código de
Procedimiento Civil o de la oportunidad de conciliación que las normas aplicables contemplen como
obligatoria en el trámite del proceso, salvo cuando el demandante solicite su celebración”.
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punto, especialmente porque las reglas del C. G. del P. son posteriores,
puede ser de recibo que el juez aborde la conciliación en la audiencia,
aunque se haya agotado forzozamente con antelación al proceso, máxime
cuando las nuevas normas procesales lo conminan a que exhorte
“diligentemente a las partes a conciliar sus diferencias” y proponga
“fórmulas de arreglo, sin que ello signifique prejuzgamiento”. Exhortar, ya
se sabe, no es simplemente proponer, ni instar -como rezaba en un
comienzo la redacción del C. de P. C.- sino el acto del quien “intenta
persuadir” o incita “a alguien con palabras a que haga o deje de hacer
algo”11. Como es fácil advertir, el compromiso del juez para que las partes
acuerden una solución es, lingüística, formal y materialmente mayor en el
C. G. del P.
i. El control de legalidad, a la luz de los artículos 132 y 372 del C. G. del P.,
está previsto para: i) “asegurar la sentencia de fondo”; ii) “sanear los vicios
que puedan acarrear nulidades u otras irregularidades del proceso”; y iii)
verificar la integración del litisconsorcio necesario”. Se trata, en suma, de
un saneamiento del proceso mucho más generoso que el que traía el C. de
P. C.
j. Es preciso señalar, además, que este control de legalidad tiene como fin
que el juez establezca un hito de salvaguarda para el proceso, de suerte
que cuando se realiza, las situaciones irregulares que no se detectaron
quedan saneadas, al punto que “no se podrán alegar en las etapas
siguientes”. De esa forma, luego de realizar el control de legalidad, sólo
podrán invocarse descarríos procesales derivados de “hechos nuevos”, o
sea, hechos posteriores. Bajo ese entendimiento, el control de legalidad
no se hace para declarar la ilegalidad de lo actuado (como si se estuviera
aplicando veladamente la teoría de la ilegalidad de los autos) 12, sino que
se efectúa para salvaguardar las actuaciones que ya se han consolidado y
frente a las cuales no ha habido ninguna inconformidad.
11
Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, Ed. 22.
12
Ver, entre otras, Sentencias T-519 de 2005, T-1274 de 2005 y T-715/10, de la Corte Constitucional;
Auto de 25 agosto de 1988, Sentencia de 15 de marzo de 1994 de la Sala de Casación Civil y Agraria
de la Corte Suprema de Justicia.
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k. Al momento de decretar las pruebas, el juez deberá efectuar una serie de
controles que pueden llegar a garantizar el éxito de su labor. Así, debe
realizar: i) un control de licitud, para verificar que las pruebas solicitadas
o aportadas no vulnerarán derechos fundamentales; ii) un control de
legalidad, para verificar que las pruebas solicitadas o aportadas lo fueron
oportunamente y conforme a las formalidades previstas por el legislador;
iii) un control de pertinencia, para verificar que las pruebas solicitadas o
aportadas sí tienen relación con el asunto de fondo que es objeto de
debate; iv) un control de conducencia, para verificar si las pruebas
solicitadas o aportadas, son las que el legislador ha establecido para
probar ciertos hechos gobernados por la tarifa legal. Así, por ejemplo, no
podrían decretarse testimonios para probar el estado civil de una
persona, porque para ello la normatividad sólo admite el respectivo
registro civil; finalmente, v) un control de utilidad, para no decretar
pruebas sobre hechos ya verificados (incluso en el interrogatorio
exhaustivo y oficioso antes mencionado), o como dice el numeral 10 del
artículo 372, “prescindirá de las pruebas relacionadas con los hechos que
declaró probados”13.
13
Código General del Proceso. Artículo 172, numeral 10.
14
Ibíd. Artículo 173.
42
Vale la pena mencionar lo siguiente:
43
debe ser clara, concreta, contundente e impactante. Por ende, las partes
despaprovechan ese escenario cuando se limitan a leer escritos que traen
ya elaborados a la audiencia, o cuando no logran la atención del juez o, en
fin, cuando no se preparan adecuadamente para, en ese espacio de
tiempo, calar en la mente de quien va a desatar la controversia.
Por otro lado, en el proceso verbal sumario, como sólo existe la posibilidad de
realizar una audiencia, las pruebas, necesariamente, se decretan en el auto que
fija fecha para su realización.
15
Sobre este asunto, véase el artículo denominado “Los nuevos paradigmas de la sentencia en la
legislación procesal civil. Algunos aspectos tratados por el Código General del Proceso”, publicado en
Estudios sobre el Código General del Proceso -Ponencias Jornadas sobre el CGP-, Vol. I., Universidad
Nacional de Colombia, Sede Bogotá, Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales, Instituto
Unidad de Investigaciones Jurídico-Sociales “Gerardo Molina” – UNIJUS, Primera edición, Bogotá,
2014, págs. 77 a 91.
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3.4. PROCESO VERBAL CON UNA SOLA AUDIENCIA. PRIMERA
HIPÓTESIS
Por ende, en ese evento, el juez deberá decterar las pruebas en el auto que fija
fecha para la audiencia. Desde luego que esta última decisión sí es susceptible de
impugnarse, puesto que lo único que para el legislador es irrecurrible, es la
determinación de la época en que la audiencia se llevará a cabo.
16
Código General del Proceso. Artículo 372.
45
En este evento, correspode al juez adelantar las siguientes actividades en el
desarrollo de esa única audiencia:
Al respecto, el numeral 7º del artículo 372 prevé que “el juez podrá decretar y
practicar en esta audiencia las demás pruebas que le resulte posible, siempre y
cuando estén presentes las partes”17. Así, por razones de economía procesal, si el
juez advierte que, luego de decretada la prueba, la puede recopilar o practicar
inmediatamente, está habilitado para hacerlo, valiéndose, incluso, de la
posibilidad de hacer un receso razonable para agotar la audiencia a
continuación. Queda abierta una ventana para casos en los cuales las pruebas
son de fácil e inmediata consecución, de suerte que no sería indispensable
promgramar una nueva audiencia para obtenerlas.
En dicho evento, si el juez considera que no existen más pruebas por practicar,
podrá continuar con el trámite del proceso, disponiendo el traslado para alegar y
profiriendo, luego de ello, la respectiva sentencia.
17
Ibíd. Artículo 372, numeral 7º.
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En consecuencia, en esa precisa hipótesis las actividades de la audiencia serían
las siguientes.
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b. Si la parte asiste, pero no su apoderado, la audiencia se llevará a cabo con
aquélla. En ese evento se escuchará su interrogatorio, se fijará el litigio y
se exhortará a la conciliación, actuaciones que se desarrollarán
directamente con la parte, sin contar con el acompañamiento o la
asesoría de su mandatario judicial.
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h. Si se atiende la justificación de la parte y se le excusa por no haber
concurrido a la audiencia inicial, su interrogatorio se practicará al iniciar
la siguiente audiencia, caso en el cual -como ya se dijo-, se tendrá que fijar
de nuevo el litigio. Además, quedará exonerada de las consecuencias
procesales y pecuniarias de su inasistencia anterior.
Existe una eventualidad particular que, sin duda, puede prestarse para diversos
entendimientos. Consiste en la situación que se presenta si la parte o su
apoderado se excusan, oportunamente, por no haber asistido a la audiencia en
que se profiere el fallo y, además, acreditan fuerza mayor o caso fortuito.
En tal contexto, incluso, puede darse que la inasistencia de la parte haya llevado
a que en su contra se estructurara una confesión ficta, que suele ser, en la
mayoría de los casos, determinante a la hora de decidir la controversia.
Como se recuerda, el artículo 372 del C. G. del P. establece que el juez -en línea de
principio- debe dictar sentencia en audiencia, con o sin la presencia de las
partes, de suerte que la notificación de lo resuelto se produce en estrados (art.
294) y el término de ejecutoria, que en este caso lo sería para apelar, corre allí
mismo, en ese mismo momento (art. 322, numeral 1).
Por lo demás, el artículo 285 del C. G. del P., que desarrolla un principio universal
del derecho procesal, señala que “la sentencia no es revocable ni reformable por
el juez que la pronunció”18.
18
Código General del Proceso. Artículo 285.
49
parte, pues, tendría que soportar la decisión así adoptada, sin que pueda valerse
del recurso de revisión, porque ninguna de sus causales (art. 355) contempla
una hipótesis semejante. 19
Todo parece indicar que a pesar de ser una conclusión odiosa, como el juez
pierde competencia al dictar el fallo, en principio no podría volver sobre su
decisión, a pesar de la situación extraordinaria que habría impedido a la parte o
a su apoderado asistir a la audiencia.
Sin embargo, nada de ello obsta para que el asunto se debata en sede de tutela,
para que un juez constitucional analice las circunstancias del caso concreto y, en
defensa del debido proceso, del acceso a la administración de justicia, de la
igualdad de las partes y de la defensa, o si se quiere, con el ánimo de evitar que
se consolide una situación evidentemente injusta, verifique si es necesario
rehacer la audiencia ya cerrada, para que participe quien, por hechos
extraordinarios que no le son atribuibles, no pudo concurrir en la fecha
inicialmente prevista y se enfrenta a un fallo adverso que ha hecho tránsito a
cosa juzgada.
Es del caso advertir, asimismo, que el artículo 107 del C. G. del P. consagra, de
modo general, una serie de reglas que pretenden evitar algunas malas prácticas
que se visibilizaron en vigencia del C. de P. C., al paso que busca garantizar la
efectividad de las audiencias. Dentro de tales reglas, pueden ser citadas las
siguientes:
a) Las audiencias deben ser presididas por el Juez. Aunque es lo cierto que la
norma pareciera ser redundante, pues dentro de la lógica procesal no
podría ser de otra forma, lo cierto es que esa manifestación expresa del
legislador tiene como propósito evitar que otros servidores judiciales,
diferentes al juez, instalen o tengan el manejo de la audiencia.
Precisamente, la oralidad, la concentración y la inmediación, suponen que
el juez esté presente en todo el desarrollo de la audiencia, lo cual debe
quedar registrado. Por ende, para estos efectos, el juzgador no puede ser
reemplazado ni total, ni temporalmente. Es tan palmario el mandato del
legislador, que además estableció una nueva causal de nulidad, al señalar
que “la ausencia del juez o de los magistrados genera la nulidad de la
respectiva actuación”20.
19
Ibíd. Artículo 355.
20
Ibíd. Artículo 107.
50
b) Las audiencias se iniciarán en el primer minuto de la hora señalada,
aunque las partes y sus apoderados no estén presentes. No hay, pues, un
tiempo de espera que obligue al juez a postergar la audiencia hasta que se
presenten las partes. Ello, a no dudar, puede llegar a ser determinante en
la suerte del proceso, porque habrá casos en los cuales el juez comience a
desarrollar las etapas de las audiencias y, por no estar presente la parte
interesada, deje constancia de su inasistencia y las evacue de manera
pronta. Así, quien llegue tardíamente a la audiencia, puede encontrarse
con la infortunada sorpresa de que se clausuraron etapas en las cuales
pensaba intervenir, o que ya existen en el proceso decisiones que se
adoptaron en audiencia, se notificaron en estrados y, al no se ser
recurridas, quedaron ejecutoriadas, sin que sea posible volver atrás para
rehacerlas. Como bien agrega la misma norma, “las partes, los terceros
intervinientes o sus apoderados que asistan después de iniciada la
audiencia o diligencia asumirán la actuación en el estado en que se
encuentre al momento de su concurrencia”21.
21
Ibíd. Artículo 107.
22
Ibíd. Artículo 106.
51
laboral, pues el artículo 45 de la Ley 1149 de 2007, señala que: “las
audiencias no podrán suspenderse, se desarrollarán sin solución de
continuidad dentro de las horas hábiles, hasta que sea agotado su objeto,
sin perjuicio de que el juez como director del proceso habilite más
tiempo”23
23
Congreso de la Republica de Colombia. Ley 1149: Por la cual se reforma el Código Procesal del
Trabajo y de la Seguridad Social para hacer efectiva la oralidad en sus procesos. Diario oficial, 13 de
julio del 2007.
24
Código General de Proceso. Artículo 107.
25
Ibíd. Artículo 107.
26
Ibíd. Artículo 107.
27
Ibíd. Artículo 107.
52
todo caso, no es la ideal, pues en la transcripción, que de hecho es más
lenta, suele perderse información valiosa y significativa.
g) Las audiencias son públicas, por manera que a ellas puede asistir
cualquier persona para presenciar su desarrollo. Sólo excepcionalmente
podría limitarse el ingreso al público, como cuando se ven afectados
ciertos derechos fundamentales de las partes como la intimidad o el buen
nombre, o si se ponen en riesgo los derechos de personas que, como los
niños, gozan una protección especial del Estado. Pero esta, desde luego,
debe ser la excepción.
h) También dice la ley, a tono con las nuevas tecnologías, que es posible
aceptar intervenciones, de las partes o de otros sujetos (v.g. los testigos o
los peritos), “por videoconferencia o teleconferencia o cualquier otro
medio técnico, siempre que el juez lo autorice”. En tales casos, deberá
garantizarse que la comunicación sea fidedigna, simultánea y recíproca, y
que de ella quede constancia en la audiencia.
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7. OTRAS REGLAS ARGUMENTATIVAS DE LAS AUDIENCIAS
Para finalizar, debe hacerse hincapié en esta serie de reglas que, si bien no son
estrictamente procesales, sino más bien retóricas o argumentativas, pueden
permitir que se saque más provecho a este espacio de discusión y debate.
b. La asistencia debe ser puntual, no solo porque ello refleja una actitud de
respeto, compromiso y diligencia, sino además para no perder el hilo
conductor de lo que sucede. La puntualidad también evita encontrarse
con una audiencia iniciada en la cual se han adoptado decisiones
desfavorables que no se pudieron controvertir y ya se hallan en firme.
f. Siempre debe haber un trato cortés y respetuoso ante el juez y los demás
sujetos procesales. De lo contrario, podría generarse un ambiente
desfavorable y contraproducente, así como causar la impresión de que, a
falta de argumentos, buenas son ofensas28.
28
Sobre este asunto, véase el artículo denominado “La presentación cuidadosa, clara, precisa y
respetuosa del argumento”, publicado en Revista de Derecho Público No. 32, Universidad de los
Andes, Junio de 2014, Bogotá.
54
adecuado manejo del tono de la voz, de la mirada, de las manos y, en
general, de la expresión corporal.
k. En últimas, todo se resume en una sola cosa: debe haber una preparación
adecuada y suficiente.
55