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Tú decides.

“Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a


los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro
lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero
yo y mi casa serviremos a Jehová.” Josué 24:15

El mayor peligro que enfrentan los creyentes es la falsa confianza. En


ocasiones las circunstancias de la vida nos tratan de poner en la posición
de escoger entre creerle a Dios o creerle a lo que aparentamos estar
viviendo. Nuestra confianza tiene que estar puesta en el Señor. Él es
quien protege tu casa, él es quien te brinda la seguridad. Cuando
decidimos creerle a Dios no existe una posición neutral entre lo que se
ve y lo que se cree. Y el fruto de nuestro agradecimiento es el servirle al
Señor con todas nuestras fuerzas y en familia. El día de hoy decidimos,
ante cualquiera que sea nuestra situación, servirle a Dios.

Decreto

En el día de hoy decreto que no importando las adversidades de la vida


yo decido servirle a Jehová. Oro y creo que yo y mi casa viviremos bajo
el poder del Altísimo, que caminaremos bajo sus estatutos y
disfrutaremos de cada una de las bendiciones que Dios ha separado para
nuestra familia. Declaro que veré su mano obrar en nuestro favor como
hasta el día de hoy, y que la sangre de Cristo nos será por señal de esto.
Amén.
2

Él te protege.

“Pero el Señor es fiel, y él los fortalecerá y los protegerá del maligno.”


2 Tesalonicenses 3:3 (NVI)

Muchas veces, aun en nuestra infidelidad, nuestro Dios sigue siendo fiel.
Él es fiel y es quien nos da fortaleza en medio de nuestra debilidad. Su
protección nos da seguridad y es la que nos afirma en la fe. La fidelidad
de Dios nos ayuda a asegurar nuestra respuesta obediente tanto en el
presente como en el futuro, en lo que hacemos y en lo que vamos a
hacer. Nos pone en autoridad sobre la maldad y sobre el maligno. Cada
día, cuando salgas de tu hogar junto con tu familia, puedes sentirte
confiado porque la protección de Dios te acompañará dondequiera que
vayas.

Decreto

Yo decreto, por el poder de Dios, que yo y mi familia estamos


protegidos y que ningún arma forjada podrá tocar nuestra morada. Que
el Señor siempre ha sido y será fiel a su palabra, que no hay maldad que
sea mayor que Su protección. Declaro que en Dios nos sentimos seguros
pues él siempre ha cuidado y cuidará de toda mi familia. Y que la sangre
de Cristo nos será por señal de esto, Amén.
3

Él es tu refugio.

“El que habita al abrigo del Altísimo


Se acoge a la sombra del Todopoderoso.
Yo le digo al Señor: «Tú eres mi refugio,
Mi fortaleza, el Dios en quien confío.»” Salmo 91:1-2 (NVI)

Refugio es un lugar de amparo y protección; es una construcción que


nos protege de peligros o amenazas. En el momento que viene el
problema y sentimos que se nos derrumba todo a nuestro alrededor,
tenemos que comprender que Dios es nuestro amparo, refugio y
protección. Cuando entendemos y desarrollamos la convicción de quién
es nuestro refugio, no importando la circunstancia, podemos depositar
cada una de nuestras situaciones en Dios. Entonces, podemos descansar
tranquilos pues Él es nuestro amparo en medio del problema y es quien
nos da fortaleza en medio de nuestra aflicción. El verso nos dice “el que
habita al abrigo del Altísimo se acoge a la sombra del Todopoderoso”
así que, en el día de hoy, debes entender que, mientras tengas una
constante relación con Dios, Él te asegura disfrutar el beneficio de su
refugio. Es en la intimidad de su abrigo que te sentirás seguro, así como
el salmista lo experimentó.

Decreto

Yo decreto en esta hora que yo y mi familia habitamos en la presencia


de Dios. Que Él es quien nos cobija y nos arropa con su amor, vitalidad,
paz, compresión y cuidado. Que el Señor Altísimo y Todopoderoso es
nuestro refugio y en Él ponemos toda nuestra confianza. Y que la sangre
de Cristo nos será por señal de esto, Amén.
4

Él es tu ayuda segura.

“Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza,


Nuestra ayuda segura en momentos de angustia.”
Salmo 46:1 (NVI)

Habrá momentos en nuestras vidas que nos harán sentir angustiados;


esos son los tiempos en que Dios se convierte en nuestra ayuda segura.
La mayoría de las veces nos enfocamos y buscamos en nuestra mente
quién nos puede ayudar para salir de nuestros problemas, cuando nuestra
ayuda más segura viene de Dios. Los momentos de angustia quizás no
son momentos para pasarlos solos, aunque en muchos de ellos nos
sentiremos de esta forma, pero Dios pone en nuestro camino y asigna la
gente correcta para concretar Su plan divino para ti y para tu casa. Tus
ojos verán la promesa cumplida y cómo, de la angustia, sales
completamente fortalecido.

Decreto

Yo decreto, por el poder que desciende del Cielo, que Dios es nuestra
ayuda más segura. Que, en medio de la angustia, Él nos fortalece.
Declaro que la ayuda de mi familia eres Tú, que aunque se levanten
tormentas Tú eres nuestro pronto auxilio. No temeré ante el problema
que quiera dañar a mi familia, pues confío en Tu cuidado, pues nunca
nos has dejado ni nos dejarás solos. Que asignas la gente correcta para
alcanzar lo destinado por ti, y que la sangre de Cristo nos será por señal
de esto, Amén.
5

Él te protege del peligro.

Tú eres mi refugio;
Tú me protegerás del peligro
Y me rodearás con cánticos de liberación.
Salmo 32:7 (NVI)

Nuestra confianza como creyentes debe estar en saber que Dios nos
protege del peligro. Lo peculiar de lo que el salmista destaca es que Dios
nos rodea con cánticos que traen liberación. Tu casa está protegida de
todo peligro por cada una de las declaraciones que salen de tu boca. El
día de hoy la pregunta debe ser; ¿qué estás cantando? Que cada palabra
que salga de tu boca tenga la convicción de que Dios te protege del
peligro. Así como el salmista utilizó el arte de cantar en muchas de las
ocasiones que experimentaba el peligro, de la misma forma el mismo
Dios pondrá un cántico nuevo de liberación en tu boca.

Decreto

Yo decreto, por el poder de Su Palabra, que en mi boca hay cánticos de


liberación. Declaro que de mis labios saldrán cánticos que protegen mi
casa y mi familia de todo peligro. Que el Señor nos rodea en todo tiempo
y que podemos caminar con la convicción de que nada nos podrá hacer
frente, pues mayor es el que está con nosotros que el que está en el
mundo. Y que la sangre de Cristo nos será por señal de esto, Amén.

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