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Entendemos por desarrollismo el proceso de acelerado crecimiento que vivió la economía española en la década
de los sesenta. El dinero que llega del exterior, tanto de emigrantes como de turistas como de la inversión
extranjera, impulsará de modo espectacular la economía española.
El Plan de Estabilización puso las bases para que se iniciara un intenso crecimiento de la economía española
en la década de los sesenta y principios de los setenta. A este respecto, basta señalar que el PIB creció a
una media anual cercana al 6% entre los años 1960 y 1973.
Turismo: El clima y los bajos precios convirtieron a España en un destino preferente del turismo europeo.
Esta llegada de turistas fue uno de los motores de la economía española: permitió la entrada de divisas
extranjeras e impulsó la construcción.
Emigración: Como verás en apartados posteriores, hubo un considerable movimiento migratorio de
trabajadores españoles a diversos países de Europa (Francia, Alemania, Suiza...). Su aportación a la
economía española fue muy importante, pues las remesas de divisas que enviaban a sus familias se
convirtieron en uno de los pilares de la economía española.
Inversión extranjera: La entrada de capitales extranjeros, tanto de Estados Unidos como de Europa fue
fundamental para el desarrollo industrial español. Los bajos costes laborales impulsaron a muchas
multinacionales a instalar fábricas en España.
Frente al inmovilismo de la política franquista en la década de los sesenta, la sociedad española experimentará
cambios importantes. Empujada por el desarrollo económico, aparecerá en España la sociedad de consumo,
ubicada sobre todo en unas ciudades que experimentan un crecimiento muy destacado. Junto a ello, las nuevas
influencias llegadas del extranjero (a través de turistas y emigrantes) contribuirán a cambiar la mentalidad de
un sector importante de la sociedad, especialmente el de los jóvenes.
Durante los años sesenta se produjeron importantes cambios en la sociedad española. Fue la
época de la llamada generación ye-yé que el nuevo espíritu de libertad y diversión que estaba floreciendo
en Europa.
Siempre dentro de los estrechos límites de la dictadura franquista se produjo una modernización del
estilo de vida de los jóvenes españoles. La llegada de turistas, los emigrados españoles y la
influencia de los movimientos renovadores europeos permitieron abrir algo el estrecho panorama social
de la España de la época.
Las mujeres tomaron un papel más activo en la sociedad, aunque aún predominaba una cultura machista.
Los estudiantes universitarios, cuyo número aumentó en esta época, abanderaron el ímpetu de cambio
social y político.
Uno de los hechos más decisivos en la configuración de la sociedad española en esta época serán las
migraciones. Durante las décadas de los sesenta y principios de los setenta se asistirá al mayor
movimiento de población de la historia de España.
El origen de estos emigrantes suele ser casi siempre el mismo: las zonas rurales de las regiones
menos desarrolladas de España (Andalucía, Extramadura, Galicia...). Sus destinos serán
preferentemente dos:
LA MIGRACIÓN EXTERIOR
En el caso de la emigración al exterior, América deja de ser el destino principal de los españoles en beneficio
de Europa. Los países europeos están en un periodo de gran crecimiento económico y necesitan mano de
obra barata para continuar su desarrollo.
Desde España, un país con un nivel de vida creciente pero con unos sueldos aún muy bajos (y cada vez
menos empleo en el sector agrario), más de un millón de españoles marcharán a Europa.
De estos emigrantes, muchos pasarán años en los países de destino e incluso se quedarán a vivir para
siempre en el extranjero; en otros casos (como el de la vendimia francesa) se trata de emigraciones
temporales que se repiten cada año.
EL ÉXODO RURAL
En cualquier caso, hay que señalar que los movimientos migratorios no se produjeron únicamente desde
España hacia los países europeos; dentro de nuestras fronteras, los movimientos de población
fueron muy significativos. Como te comentamos en apartados anteriores, los planes de desarrollo no
lograron acabar con las desigualdades regionales. Así que, durante las décadas de los sesenta y los
setenta se produjo un importante trasvase de población desde las comunidades más pobres
hacia las más ricas.
Además, se produjo un gran éxodo desde el campo hacia las ciudades, especialmente las más grandes,
que crecieron de forma considerable. Te damos un dato para que te hagas una idea de este trasvase de
población: las cinco principales ciudades de España (Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla y Bilbao) pasaron
de sumar en conjunto casi cuatro millones de personas en 1940 a tener más de nueve millones en 1970.
6 EVOLUCIÓN POLITICA
En lo político, la década de los sesenta se caracterizó por el inmovilismo del régimen franquista,
que siguió fiel a sus principios ideológicos: falta de libertades, conservadurismo social, anticomunismo...
Aunque se tomaron algunas medidas para suavizar la rigidez de la dictadura y darle un aspecto más
amable, éstas no cambiaron lo esencial del régimen.
Sin embargo, en 1969 Franco nombra sucesor al por entonces príncipe Juan Carlos; lo que en
principio parecía una medida más para perpetuar el régimen se convertirá en los años siguientes en un
elemento fundamental del cambio político en España.
7 UN SUPUESTO APERTURISMO
Pese a los importantes cambios que se estaban produciendo en la sociedad, el régimen franquista se
caracterizó durante la década de los sesenta por su inmovilismo. En el plano político no hubo grandes
cambios dentro del régimen, pues el poder político seguía concentrado en Franco y la dictadura seguía
manteniendo sus ejes fundamentales (conservadurismo social, restricción de libertades, anticomunismo y
antiliberalismo...). En cualquier caso, los nuevos tiempos y las nuevas circunstancias empujaron al régimen a
tomar diversas medidas para ofrecer una imagen más amable de Dictadura:
El falangismo rebajó su peso específico dentro de la Dictadura. La cercanía de Falange a los movimientos
fascistas derrotados en la II Guerra Mundial no era una buena carta de presentación para el régimen
franquista, así que el dictador redujo la presencia de ministros falangistas en el gobierno.
Se aprobó la Ley Orgánica del Estado en 1967, en otro intento por mostrar una imagen aperturista del
régimen. Por esta ley se separaba la Jefatura de Gobierno de la de Estado, aunque en la práctica Franco
conservó ambas hasta 1973.
Manuel Fraga, como ministro de Información, aprobó la Ley de Prensa en 1966. Esta ley terminaba con la
censura previa, lo que propiciaba una mayor libertad de publicación. Sin embargo, permanecían las
restricciones pues sí se mantenía las sanciones a posteriori; de hecho, se secuestraron publicaciones e
incluso se llegó a cerrar el diario Madrid por incumplir las normas.
Este intento aperturista y de "suavización" de la dictadura franquista era más una operación de cara a la
galería que un verdadero cambio sustancial. Pese a todo, estos mínimos cambios, sacaron a la luz las
diferencias internas entre las distintas "familias" del régimen (Ejército, Opus Dei, Tradicionalismo,
Falange...).
Pero, básicamente, las diferencias se planteaban entre una facción más dura y otra más partidaria
de cierta apertura del régimen:
Los primeros opinaban que el franquismo no debía moverse un ápice de los planteamientos que había
mantenido hasta entonces y, por tanto, la dictadura debía seguir ejerciendo un férreo control sobre todo el
Estado y la sociedad.
Para los segundos, aún manteniendo las esencias, el franquismo debía amoldarse a los cambios sociales
que se estaban produciendo y dar cierto margen de maniobra a una sociedad que cada vez exigía mayor
libertad.
Seguramente, el suceso político que mayor trascendencia iba a tener con posterioridad pareció en su
momento un trámite más. En 1969 Franco nombró sucesor como Jefe de Estado al por entonces
príncipe Juan Carlos. Todos daban por sentado que el joven príncipe, educado en el seno del Franquismo,
iba a mantener y continuar el régimen franquista una vez que Franco hubiera fallecido. Sin embargo, como
verás en el siguiente tema, los hechos sucedieron de una forma muy diferente.
EL FINAL DE LA DICTADURA
En la década de los 70, las debilidades de la dictadura son cada vez más palpables: el deterioro físico de
Francisco Franco va debilitando el poder de la dictadura; la oposición se organiza; y la crisis económica de 1973
destapa las ansias de libertad que la época de bonanza económica había dejado en segundo plano. El
fallecimiento del dictador el 20 de noviembre de 1975 supuso el final de una dictadura que contaba ya con
escasos apoyos: la mayoría del pueblo estaba decidida a emprender la vía democrática y las circunstancias
internacionales también empujaban en el mismo sentido
Franco, el eje sobre el que gravita todo el régimen, da cada vez mayores muestras de su deterioro
físico y mental.
La oposición al régimen de diversos sectores es cada vez más patente y se va organizando mejor.
Las diferencias internas entre los grupos o "familias" del régimen franquista son evidentes. Éstas
habían saltado a la luz pública en 1969 con el caso MATESA: fue un caso de corrupción que afectó a
importantes personalidades del Opus Dei. Más allá de la importancia del caso en sí, su trascendencia estaba
en que salió a la luz debido a los enfrentamientos entre distintos sectores del régimen. Además, este
escándalo contribuyó a desprestigiar a la dictadura franquista.
El escándalo MATESA había sido la constatación de que el bloque compacto que era el régimen franquista se
estaba resquebrajando. Las diferencias fueron aumentando conforme avanzaba la edad del dictador y la
presión de la oposición, hasta formarse dos grupos bien delimitados dentro del franquismo:
Los llamados aperturistas: Sin cuestionar la figura de Franco, pretendían introducir pequeñas reformas
que empujasen al régimen hacia un modelo más democrático y parlamentario.
Los del búnker: En este sector se agruparon los sectores más reaccionarios e inmovilistas del régimen,
contrarios a cualquier cambio y partidarios de una dura represión contra la oposición.
C. LOS SINDICATOS
El mismo día en que Carrero Blanco era asesinado por ETA (20 de diciembre de 1973), se iniciaba en Madrid
el juicio del llamado proceso 1001: en este juicio se determinaron unas durísimas penas contra 10
dirigentes de Comisiones Obreras (en total, 162 años), únicamente por pertenecer a un sindicato
considerado ilegal por el régimen. Era ésta una prueba de los últimos intentos del franquismo por controlar
una situación que se le escapaba de las manos: ante el aumento de la oposición, tanto del mundo obrero
como de las universidades, el régimen aplicaba una política de mano dura que no hacía sino
desprestigiar aún más a la dictadura franquista, y aumentar los apoyos y la solidaridad, tanto dentro como
fuera de España, para los movimientos opositores.
Las movilizaciones sociales en contra del franquismo eran cada vez más frecuentes y de mayor envergadura
Pero la oposición al régimen no sólo llegaba desde los sectores más progresistas. Uno de los históricos apoyos
del franquismo, la Iglesia, había comenzado a alejarse de la dictadura tras las nuevas consignas aprobadas en
el Concilio Vaticano II de los años sesenta. Pero en 1971, con el nombramiento del cardenal Tarancón, un
hombre de ideas liberales, como presidente de la Conferencia Episcopal, la Iglesia española se alejó
definitivamente del régimen. De hecho, ese mismo año, la Iglesia hizo una declaración contra el régimen
franquista y pidió perdón por no haber sabido reconciliar a los españoles.
Mientras tanto, el deterioro físico de Franco era ya más que patente. En octubre de 1975, el dictador tuvo
un ataque cardíaco que inició su agonía final. La debilidad del régimen franquista era aprovechada por una
oposición cada vez más activa, pero también por algunos países extranjeros.
A finales de octubre, el rey de Marruecos Hassan II inició la llamada Marcha Verde. Se trató de una
marcha de más de 300.000 civiles marroquíes que ocuparon el Sáhara Occidental, por entonces
colonia española. Esta acción marroquí, apoyada por el gobierno de Estados Unidos, dejaba al gobierno
franquista en una difícil tesitura. Agobiado por los problemas internos y con pocas posibilidades de frenar
los acontecimientos, el gobierno franquista, firmó con Marruecos los Acuerdos de Madrid. Por ellos, se
concedía la administración del Sáhara a Marruecos, aunque no quedó claro a quién correspondía la
soberanía sobre este territorio. De hecho, el problema aún no se ha resuelto y sigue presente en nuestro
días.
LA MUERTE DE FRANCO
Finalmente, y tras una larga enfermedad, el 20 de noviembre de 1975 fallecía Francisco Franco.
Después de 36 años de dictadura, se abría un nuevo horizonte para los españoles.
Según lo previsto por el régimen, una vez muerto Franco, el príncipe Juan Carlos se convertía en su
sucesor en la jefatura de Estado; en teoría, la idea era continuar el franquismo sin Franco. Como decían
desde el interior del régimen, "todo estaba bien atado". Sin embargo, los acontecimientos que se sucedieron
en los años siguientes demostrarían todo lo contrario.