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LA ERA DE LOS BIOCOMBUSTIBLES

La pregunta del millón es: ¿son realmente ventajosos los biocombustibles


comparados con los hidrocarburos?
La comparación de las dos fuentes de energía nombradas debería realizarse por
lo menos en cuatro áreas: la sustentabilidad, los costos de producción y
comercialización, el rendimiento energético y el impacto ambiental y social.

Ahora bien las cosechas agrícolas son renovables, una ventaja innegable frente
al carácter no renovable de las reservas hidrocarburíferas del planeta. Si bien
ese argumento debería ser relativizado por el desgaste del suelo y el uso de
insumos necesarios para la producción agrícola (muchos de ellos no
renovables), no deja de ser sólido a la hora de buscar la autonomía energética
de países que poseen grandes extensiones de tierras cultivables, improductivas
o no económicas.

El cálculo de los costos de producción no es simple y la mayoría de los analistas


se inclinan por un resultado desfavorable para los biocombustibles. Una razón
es el uso de energías tradicionales en el proceso de producción (los medios
mecánicos se alimentan con diésel). Es obvio que existen umbrales de precios
del petróleo que vuelven el bio-etanol competitivo, pero está en juego también la
eficiencia del proceso industrial: se sabe, por ejemplo, que el etanol obtenido de
la caña de azúcar en Brasil es cinco veces más eficiente que el mismo producto
obtenido del maíz en los Estados Unidos o de la remolacha en Europa. Tampoco
hay que descartar el aporte a la mejora de este rubro que provendrá de los
cultivos transgénicos o del uso de energías alternativas en el proceso de
producción.
En cuanto a rendimiento energético, la comparación debe ser realizada a paridad
de condiciones: un litro de etanol versus un litro de gasolina, por ejemplo. En
este sentido, el bio-etanol tiene un octanaje mayor que la gasolina, pero tiene un
poder calorífico menor.

Con referencia al impacto ambiental de cada combustible hay controversia entre


los estudiosos, pero sin duda la diferencia social más importante en el mayor
empleo de mano de obra no calificada y de agricultores independientes en la
producción de los biocombustibles.

Los biocombustibles pueden generar inversiones, desarrollo y empleo en las


áreas rurales, por eso insisto dejando a un lado, la discusión ideológica y
filosófica planteada por gobiernos contrarios en éste desarrollo, que persiguen
más a cuestionamientos políticos que económicos, el desarrollo de tecnologías
y producción de biocombustibles, ataca de llano el gran problema de éste siglo
como lo es el desempleo, pues ésta actividad crea millones de fuentes de trabajo,
evitando la migración del campo a las ciudades, mejorando la distribución de la
renta y creando riquezas. Por último, el uso de los hidrocarburos no es
incompatible con los biocombustibles. De hecho se complementan y la incursión
de estos en la matriz energética mundial es un hecho palpable. Todo indica que
ambas fuentes de energía tendrán que aprender a convivir, respetando cada uno
su propio espacio, permitiendo también congraciarse con otras fuentes
alternativas de energía, que cada vez cobra mayor importancia.

Nuestro país debería tomar en cuenta ésta realidad y definir una política que
reglamente ésta actividad, buscando una normativa que permita el desarrollo de
ésta alternativa energética que presenta un gran potencial de crecimiento.
Aunque paradójicamente se sabe que existe una ley nacional de bio-diesel que
debió haberse aplicado desde 2007, sencillamente esto no sucedió por carecer
de reglamentación.

Después del bio-etanol, dio-diesel, existe otro producto llamado HBIO que la
brasileña PETROBRAS ha desarrollado, permitiendo que se añadan aceites
vegetales al aceite mineral, directamente en la planta de refinación. El resultado
que se puede obtener es un diesel de calidad superior a la del combustible
producido exclusivamente a partir del crudo; esa mezcla se realiza de
Hidrotratamiento (HDT) de refinería y en cuanto al diesel mineral, el combustible
obtenido tiene bajo contenido de azufre y mayor número de cetano. En el caso
del diesel obtenido por medio del proceso HBIO, se necesitan apenas pequeñas
adaptaciones en las refinerías ya existentes, lo que hace a esa tecnología no
sólo innovadora, sino también económica cuando es comparada con el método
de producción del bio-diesel, que necesita de la construcción de unidades
especiales.

Existen denominativos de mezclas de combustibles como el “gasohol”


(gasolina+alcohol) y el “dieselhol” (diesel+alcohol) o en forma pura.

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