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I. Introducción ………………..…………………………………………………………………………3
III. Conclusiones…………………………………………………………………………………………11
IV. Bibliografía……………………………………………………………………………………………12
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I. INTRODUCCIÓN
La imaginación, gracias al ensueño en parte, tiende a materializarse de una
o de otra manera. En la literatura se han fijado muchas imágenes que pertenecen a
un colectivo imaginario, que probablemente pertenezca a una tradición cultural,
pero que el hombre puede modificar y recrear. A través de la literatura también se
pone en marcha la imaginación, la una sin la otra carecen de autonomía. Una obra
que no es imaginada, que no es leída, ni trasciende ni tiene mérito popular. Estos
serán los temas principales de los planteamientos bachelardianos.
Sus primeras obras son fruto de su experiencia con las ciencias y se centra
en combatir el racionalismo y el empirismo, sobre todo en su obra El nuevo espíritu
científico en 1934.
Cuatro años después publicará el Psicoanálisis del fuego (1938) que junto El
aire y los sueños (1943), El agua y los sueños (1947), y dos obras sobre la tierra: La
tierra y las ensoñaciones del reposo (1946) y La tierra y los ensueños de la voluntad
(1948) conformarán un conjunto temático . En estas obras Bachelard ilustra su
pensamiento en cuanto a la actuación de la imaginación. El fuego no escapa a la
ensoñación ya que está vinculada a muchos aspectos de nuestras vidas. Con el
agua Bachelard distingue entre la imaginación formal y la material así como de los
tipos de imágenes poéticas: unas dinámicas y otras reflexivas. Estas tres categorías
se enmarcan dentro de la ligereza de los elementos; con la tierra se compromete
un estudio distinto, centrado en la estabilidad, la solidez y el reposo de las
imágenes terrestres.
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II. LA POÉTICA DEL ESPACIO
En 1957 Bachelard publica La poética del espacio, una de sus últimas obras,
en la que dará un giro radical en su planteamiento filosófico. Hasta el momento
todo su pensamiento se había acercado más hacia los temas fundamentales de la
filosofía de las ciencias. Con esta obra profundiza en la fenomenología de la
imagen, para ello debe romper con su saber y crearse nuevos hábitos de estudio.
Para intentar hablar de la imagen es necesario haberla vivido en sus múltiples
facetas ya que la imagen no se corresponde causalmente con su arquetipo,
dependerá del individuo que se enfrente a ella para establecer su referencia.
Bachelard argumentará todo este pensamiento por medio de distintos autores de
la literatura posmoderna para acreditar sus fórmulas acerca de la imaginación
poética.
Dice Bachelard que la imagen poética tiene un ser propio, a ella le pertenece
ontológicamente su propiedad de ser, de la que se valen los autores para hablar de
ella; de la que ellos tienen de la misma. Hay muchas imágenes que se transmiten en
el tiempo de la misma manera y con los mismos valores, variarán dependiendo de
los padecimientos que hayan transcurrido los distintos autores pero la imagen
súbita y conceptual pertenece al colectivo o en su caso a la tradición cultural. Esto
nos lleva a hablar de la problemática que supone la conceptualización general de
varias imágenes poéticas en el conjunto de una obra literaria, sobre el predominio
de unas o de otras, sobre su jerarquía, resuelta según Bachelard ya que en esencia
la imagen no remite más que puramente a su origen y este es inmutable.
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habitado lleva como esencia de ser la casa, todas sus habitaciones tienen valores de
onirismo constantes. En esto actúa la ensoñación que nos transporta a través del
recuerdo hasta dar con una propiedad inmemorial del hogar. En este sentido, no
pueden darse memoria e imaginación por separado. La una se proyecta sobre la
otra constituyendo una comunidad del recuerdo y de la imagen. Aún así se debe
precisar que para Bachelard el recuerdo es algo así como un teatro del pasado
puesto que de forma innata seleccionamos y almacenamos solo una parte de todo
aquello que vivimos, por ello no es posible asegurar con precisión los hechos
pasados del yo, ya que están tergiversados por nuestra propia memoria.
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De otra manera, la casa es imaginada como un centro de condensación de la
intimidad donde se acumula el ensueño. La casa como choza nos llama a un centro
de casa mayor, a una entidad primigenia libre de todo prejuicio e imagen previa. La
choza aumenta su zona de protección aun siendo la planta de construcción más
simple, sigue el tópico del locus amoenus. El ermitaño es el habitante prototípico de
la choza que vela en el horizonte como un faro, su luz se desprende del calor de su
interior. La choza nos llama a que entremos y nos sentemos bajo su amparo, se
condensa así una imagen de refugio.
Otro espacio poético para Bachelard son los cajones, cofres y armarios,
lugares de intimidad para el hombre el cual siempre intenta mantener a salvo su
yo. Estos elementos le sirven para ocultarse y ordenarse dentro del continuum de
la vida. A la hora de definir el cajón se debe diferenciar entre la metáfora y la
imagen. La metáfora se sirve de las imágenes para establecer un nuevo lenguaje
literario que no tiene porque ser relativo a esas imágenes. La imagen obra desde la
imaginación absoluta y es un ente en sí mismo; no tiene otra referencialidad más
que la suya propia. Es peligroso convertir una metáfora en pensamiento ya que
esta no debería ser más que un accidente de la expresión; es una falsa imagen
puesto que no tiene voluntad productora de expresión. Por ello las imágenes de la
intimidad o del secreto se deben alejar de la metáfora y reflejarse en los ensueños
de la imagen.
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ente superior, una prueba dentro de su objetivo que se debe superar para llegar al
bien más preciado que se espera encontrar dentro. Aunque no encontremos nada
dentro de estos objetos, si están cerrados se despierta la curiosidad en el hombre y
se pregunta: ¿Qué habrá dentro? ¿Será valioso? ¿Qué oculta su poseedor en él?
Existe pues una homología clara entre la geometría del cofre y la psicología del
secreto.
Pero las aves no son las únicas que se relacionan con el nido. Para el
hombre, la casa alegre también es un nido, el nido a la manera estudiada
anteriormente en la casa, como espacio que nos guarda de nuestra vulnerabilidad
y que luego nos proyecta al exterior. Este es un tópico cultural, el pájaro que vuela
del nido o la oveja y el redil, que puede volver o no, si lo hace siempre lo hará
desde un sentimiento de fidelidad verdadero. La fenomenología se encargará de
relacionar esta metáfora del hombre con su imagen física, así la dota de significado
y puede entenderse el símil.
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de la concha. De lo grande y lo pequeño y también del ser libre y del ser
encadenado; de lo oculto y de lo manifiesto, de lo plácido y lo ofensivo, de lo
blando y lo vigoroso. Se sigue así la imaginación en su crecimiento hasta un punto
más allá de la realidad pero la imaginación no solo trabaja en el plano de las ideas
sino que también hay ideas que sueñan. Una de estas ideas es la que toma la
concha como el testigo más claro del poder de la vida para constituir formas y es
que la forma dota de entidad a los seres. Cómo si no podríamos haber conocido y
entender la prehistoria si no fuera por sus fósiles y sus formas particulares. Los
fósiles son ensayos de la naturaleza pasada que prepara las formas futuras de sus
seres, como una prueba de ensayo clínico en el que se encajarían las mejores
piezas corregidas para formar un ser que viviera durante milenios. Sería preciso
estudiar psicológicamente el valor que ha tenido y tiene para los hombres los
ejemplos que le ofrece la vida animal. La imaginación se excita ante las
excepciones, es sabiduría y experiencia al fin y al cabo.
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Todas las imágenes poéticas del espacio con las que trabaja Bachelard se
extraen de la filosofía del ensueño. La inmensidad es una de sus categorías. El
ensueño en palabras de Bachelard “es un estado enteramente constituido desde el
instante inicial. No se le ve empezar y, sin embargo, empieza siempre del mismo
modo. Huye del objeto próximo y en seguida está lejos, en otra parte, en el espacio
de la otra parte” (Bachelard, 1965: 220). Cuando esa otra parte es natural es
inmenso y el ensueño es contemplación primera. La inmensidad es el movimiento
del hombre inmóvil, uno de los caracteres dinámicos del ensueño.
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III.CONCLUSIONES
Bachelard es un autor tremendamente complejo. Son necesarias varias
lecturas atentas de su obra para llegar a extraer un mensaje claro y completo. Su
obra La poética del espacio supone toda un metafísica del espacio vivido;
establece de una manera bastante minuciosa todos sus rasgos y jerarquías
internas. Nos informa de su composición y de su influencia en el resto de
espacios, los cuales, cada uno de ellos, son particulares.
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IV. BIBLIOGRAFÍA
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