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DOS EXPONENTES DE LA POSTMODERNIDAD:

MANUEL PUIG Y SEVERO SARDUY, TRANSGRESIÓN,


PASTICHE Y ESQUIZOFRENIA

VIRGILIO LÓPEZ LEMUS

S i la postmodernidad fuese un fenómeno típico de


las sociedades postindustriales, una postmoderni-
dad latinoamericana debe ser entendida desde patro-
lingüísticas) y en las estructuras (plano formal-es-
tructural de las obras), no han cesado, poseen deter-
minadas supervivencias y son partes activas ineludi-
nes del subcontinente (subdesarrollado), y no partiendo bles de lo que hoy podemos entender como postmo-
fielmente de cánones trazados desde realidades del dernidad en las letras latinoamericanas.
mundo desarrollado por teóricos y críticos euronorte- Entre los numerosos teóricos y comentadores del
americanos. En la propia aceptación terminológica postmodernismo, hemos hallado en textos de Frederic
habría primero que precisar que un sentido autóctono Jameson y Jean Baudrillard elementos que se avienen
de tal conceptualización implica recordar que nuestro a la mejor comprensión de la real presencia de la post-
Modernismo, el que se centró en torno a la figura de modernidad en las letras de América Latina. Sin dis-
Rubén Darío, es un fenómeno diverso de lo que los ponernos a una exégesis del pensamiento de ambos,
teóricos llaman hoy Modernidad, fijando su atención habría que notar las cercanías mutuas con el sistema
en las vanguardias artísticas y literarias del siglo XX, original de Jacques Lacan, de quien en buena medida
en Occidente. Ellas mismas, las vanguardias, aparecie- se deriva, para las teorizaciones postmodernistas, el
ron en América Latina con caracteres singulares, no concepto de esquizofrenia, como "quiebra de la rela-
siempre en completa mimesis de sus patrones euro- ción entre significantes"', y que ya veremos cómo in-
peos. Si Vicente Huidobro creó todo un ismo, y otros teresa en el contexto latinoamericano. A la par, la idea
más surgieron como aportes latinoamericanos a tal mo- del pastiche como imitación arraigada en la llamada
dernidad (como el propio "modernismo" brasileño), cultura de masas, aparece en nuestra literatura como
también corrientes de poesía pura, o el auge de una de las formas más usuales de la intertextualidad.
autoctonías como la llamada poesía negra o mulata, El propio sentido de la llamada "moda retro" como
conforman el espíritu de esa época creativa en la que manifestación de pastiche, en cierta manera se corres-
incluso el surrealismo marcó poderosamente el ámbi- ponde con la concatenación estilística y de contenidos
to literario del continente americano. que subrayamos en la tradición de las letras latinoa-
Así pues, una postmodernidad latinoamericana no mericanas. Esa concatenación se relaciona con las rea-
depende solamente de la respuesta opositiva a la supe- lidades materiales, objetivas, del subdesarroUo y las
ración del ímpetu vanguardista, en sociedades donde búsquedas artísticas y aportes subjetivos de los crea-
no sólo no se ha alcanzado lo que los teóricos llaman dores del área, que muchas veces provocan, precisa-
era "postindustrial", sino que ni siquiera se ha com- mente, una "quiebra de la relación entre significantes",
pletado nunca un verdadero desarrollo industrial ca- y algunos de los sentidos que Lacan da a la esquizofrenia
pitalista. La autoctonía de los movimientos literarios como "desorden del lenguaje".
latinoamericanos desde el romanticismo decimonóni- Tales elementos no pueden identificarse con
co, posee su propia concatenación que, si bien se ha puridad dentro de los sistemas o poéticas del realismo
alimentado de impulsos, influjos y hasta limitaciones mágico o de lo real maravilloso, bases del llamado
de la creatividad auronorteamericana, sus tradiciones Boom de las letras del área. Fuera de las complejas
se fijan en cierto "modo de ser latinoamericano" que explicaciones sociofilológicas que permiten la com-
va configurando una identidad cultural regional. prensión de tal fenómeno creativo y de la comunica-
La traslación del concepto de "postmodernismo" a ción internacional de la narrativa latinoamericana,
la realidad literaria latinoamericana, ha de implicar habría que ver en el Boom la presencia privilegiada de
tener en cuenta esa (el neorromanticismo, por ejem- los mitos autóctonos y los de la cultura occidental,
plo), del modernismo rubendariano (visible muchas que facilitan elaboraciones de discursos narrativos sin-
veces en cuestiones estilísticas) y de las vanguardias,
' Frederic Jameson: POSTMODERNISMO Y SOCIEDAD DE CON-
cuyas repercusiones surreales en las construcciones SUMO, en LA POSTMODERNIDAD. Editorial Kairós. México, 1983,
metafóricas (planos del lenguaje y connotaciones p. 176.

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guiares, como lo testimonian el "pre Boom" de Alejo novelista aparecen en primer plano: la problemática
Carpentier, o el clásico desarrollo del Boom en las obras de los inadaptados sociales, el papel pasivo-sumiso de
de García Márquez, Cortázar, Vargas Llosa, Carlos la mujer como algo más que secuela del machismo, y
Fuentes, Roa Bastos, et. al. las "reglas" sociales de convivencia que se convierten
Más allá del discutible^ término del Boom, el más en éticas dictatoriales. En ese conjunto, Puig se intere-
discutible aún del "post Boom" presenta sus caracte- sa por los transgresores y las transgresiones, condena-
rísticas per se, que se avienen a una posible concep- dos a la marginalización por el poder de la mayoría, y
tualización del postmodernismo latinoamericano. Sin por las connotaciones sociales, sexuales, políticas y hasta
incurrir en el reduccionismo que sería identificar al sentimentales que todo ello entraña.
Boom con la mitologización, habrá de notarse que el El ritmo kinético de sus relatos no es incidental;
llamado post Boom utiliza asimismo el mito, pero al- para el autor, el cine es un "mundo" alternativo (una
terado por el pastiche, o la inclusión consciente de ele- transgresión) del día a día, un oasis ensoñador organi-
mentos de la cultura de masas y del kirsch en la con- zado por un dios que podría ser la Metro Goldwin
formación narrativa, por parodias de otros medios ex- Mayer, capaz de sublimar la realidad, los ambientes
presivos como la cinematografía o las tele y radio no- provincianos donde se desenvuelven sus personajes,
velas, y hasta por la implícita vinculación con el melo- acorralados entre una ética férrea y el kirsch suplantador
drama, de tanto arraigo en la cultura popular del área del arte. Puig hace brotar narraciones del pastiche, de
y en buena forma responsable de ciertas superviven- la función mimética de otros estilos varios que él
cias neorrománticas. interrelaciona, para "apoderarse de sus idiosincrasias y
Desde tales presupuestos, podrían subrayarse sig- excentricidades"^ y que si no constituyen exactamente
nos de la presencia literaria postmodernista en Améri- una burla de las fuentes originales (el cine, las cartas
ca Latina en ciertas manifestaciones del tono de amor estereotipadas, la novela rosa, el melodrama y
conversacional en la lírica, en el "postmodernismo" las radionovelas...) al menos hacen trascender la sim-
brasileño, en particularidades de algunas "novelas his- patía hacia tales fuentes, para ofrecer un cuerpo litera-
tóricas" más próximas al interés retro que a la propia rio de mayor perdurabilidad como discurso y como
historicidad, en la vinculación entre narrativa y guión texto. Puig explora las islas lingüísticas que llegan a ser
cinematográfico, etcétera. Más allá de esos signos, o los personajes, y el proceso de desestandarización que
contemplándolos, concentramos la mirada en dos ex- sufren sus emociones, lo cual conduce hacia una alie-
ponentes de la postmodernidad latinoamericana: Ma- nación muchas veces inconsciente para quienes la pa-
nuel Puig, con sus novelas de "nuevo tipo", en rela- decen.
ción con las tipicidades del Boom; y Severo Sarduy, En La Traición de Rita Hayworth el referente ci-
con su concepto (y praxis) del barroco literario que nematográfico y la estructuración monologística en-
convierte el lenguaje en protagonista lírico y narrati- vuelven a unos personajes que se expresan inmersos
vo, bajo un relativo desorden eidético y sintáctico. en una "cultura de masas" que los aprisiona; en Boquitas
Lo fundamental del postmodernismo bailable en Pintadas los seres actúan como en una telenovela, sus
la obra de Puig, no puede consistir en las transgresio- vidas son como parodias de los melodramas que en-
nes genéricas en que apoya la estructuración de sus trega la radio, escriben cartas que reducen sus relacio-
novelas. Boquitas pintadas podría estar en la "familia" nes a patrones estereotipados de conducta; The Buenos
estructurativa y en la similitud del discurso de Pantaleón Aires Affaire acude al enredo policial y, sin serlo, su
y las Visitadoras, de Vargas Llosa, si no fuera porque discurso parodia ese subgénero narrativo; El Beso de la
Puig acude a otras fuentes, se apoya en la llamada "no- Mujer Araña obliga al diálogo entre un margi-
vela sentimental" y entra en disputa con el drama ra- nado-perseguido político y otro marginado-per-segui-
dial o la telenovela mediante el empleo de sus recur- do sexual para acercar dos discursos diferentes de la
sos, pero en una búsqueda —y hallazgo— de trascen- transgresión, dos conductas distintas: la del rebelde con
dencia estética que transgreda las propias fuentes de causa y la del sumiso sin ella, enlazados por el mundo
alcances más efímeros. Lo trascendente en Puig son de sueños fílmicos que deja entrar en la cárcel el rayo
sus temas, por lo común soslayados por la tradición de luz de la evasión. Puig se torna un maestro del pas-
narrativa latinoamericana hasta el Boom, y que en este tiche, de modo que sus personajes, como conceptualiza
Jameson: "...ya no pueden mirar directamente a tra-
vés de sus ojos el mundo real en busca de referente,
^ Se impone la necesidad de ensayos sobre conceptualizaciones en las
letras de Iberoamérica. Romanticismo, neorromanticismo, modernismo,
sino que, como en la caverna de Platón, han de trazar
posrmodernismo, Boom, post Boom... pueden encontrar resonancias di- sus imágenes en paredes que (los) confinan..."'' Es el
vergentes en la propia área socioidiomática y geográfica, y lógicamente,
más aún fuera de ella, todo lo cual conspira para el mejor entendimiento. •^ F. Jameson: Op.cit. p. 168.

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raro "realismo" de la postmodernidad, en el que el ros negros, vistos como grandes travestís celestiales.
pasado como tradición, los estereotipos y las imágenes Con ello, Sarduy se compromete con dos de los
pop "arman" las vidas de unos personajes atípicos por principios esenciales del postmodernismo a la euro-
estandarizados o por marginalizados, que parecen en- pea: la transformación de la realidad en imágenes
volverse más que desenvolverse en sus circunstancias (estrellas-travestís) y la fragmentación del tiempo en
típicas. En Puig no opera como personaje el hombre una serie de fragmentos perpetuos (estructuración ba-
del sobredesarroUo, sino el domeñado miembro de rroca)^. Estrellas, pájaros, travestís, homosexualidad,
sociedades machistas sumidas en el subdesarrollo. Por lenguaje subvertido, transgresión genérica... son algu-
eso en sus obras la mujer, el homosexual o el soñador nos de los elementos elaborativos de su discurso, en el
marginados viven en una constante escenificación, en cual la realidad se vuelca en tropos, o se cambia en
una constante expresión alienada de sí mismos, como mito, o se reinterpreta como símbolo, y que son todos
si como seres h u m a n o s no fuesen más que imágenes fragmentarias que forman un tejido barroco
"subproductos de la cultura de masas"', a los que sólo en el que cada porción es un "fragmento perpetuo"
corresponde, por intrascendentes, expresarse median- del Gran Ser o del universo. Y no es que para Sarduy
te la cursilería, ser consumidores de enlatados espiri- la "ley" de escritura sea la transgresión de la realidad,
tuales que los hacen cada vez más sumisos, más de- sino que plantea que la realidad es transgresiva: según
pendientes, más sometidos al impuesto estado de co- él mismo manifiesta, el sistema de Kepler no puede
sas en que viven. ser entendido como puntos que centran circunferen-
No se busque un "estado de coherencia" en el cias cósmicas, sino elipsis con dos centros ambivalen-
postmodernismo de Puig, ni que éste se corresponda tes^; esa bicentralidad es para el narrador y poeta cu-
exactamente con los múltiples patrones de la postmo- bano "mecanismo retórico básico del discurso barro-
dernidad euronorteamericana. Si el postmodernismo co, lo que le permite al escritor establecer una doble
es en sí una incoherencia en relación con la multitud analogía con el psicoanálisis"'.
de códigos expresivos contra los que reacciona o a los Es muy conocido, porque el propio Sarduy lo ase-
que transgrede, en Manuel Puig ello es más complejo vera, el grado de influencia del pensamiento del filó-
porque parte de la alienación del subdesarrollo latino- sofo francés Jacques Lacan sobre este escritor. Lacan,
americano, de sociedades en que las fuerzas miméticas como es sabido, habla de un lenguaje de fondo, autó-
conducen hacia manifestaciones de desnacionalización, nomo y en perpetua ebullición, que Sarduy interpreta
dado el grado de dependencia económica que pade- como lenguaje barroco "en el límite del caos y de la
cen en relación con el capitalismo desarrollado. Puig desarticulación que preside a todo impulso lingüísti-
describe una "barbarie" distinta de la de Sarmiento o co".'" Basado en ello, Sarduy apela en De dónde son los
Rómulo Gallegos, porque la "suya" es citadina, cos- cantantes a la reinterpretación histórica de Cuba me-
mopolita, la barbarie estandarizadora del consumismo diante la parodia, con cierta intención burlesca de la
que forja sólo consumidores sumisos de mercancías o teoría de la identidad nacional. La agresión al campo
sueños. De ahí que le interese tanto el acto transgre- de la ideología parte de un ideosistema en que la lite-
sor, la rebelión incluso inconsciente. ratura es una supraescritura o un "tatuaje" sobre el
También en las obras narrativas de Severo Sarduy cuerpo del lenguaje, según han explicado, además del
(y en la lírica de Big Ban^'' el plano transgresivo ocu- autor, algunos críticos de su obra. Sarduy anota en-
pa lugar preferencial. El neobarroco supera el "modus tonces otro de los elementos llamados "típicos" de la
scribendi" del llamado Boom; Sarduy intenta la postmodernidad, que ya vimos en Puig: el pastiche,
novela-poema en la que el género narrativo sufre cons- tomado éste desde la base paródica, pero a la vez como
tantes transgresiones, mientras que los propios perso- subversión, como inversión o como segundo polo de
najes sobrepasan los límites sexuales macho-hembra; la realidad cambiante. Según se verá, esa inversión de
o emplea la alegorización cósmica para denotar el he-
cho transgresivo de las estrellas, que van de gigantes ^ F. Jameson: Op.cit., p. 186.

rojas o enanas blancas y de éstas a supernovas o aguje- ^ Horacio Costa: "Sarduy: la escritura como épure", en REVISTA
IBEROAMERICANA, Pittsburgh, Vol. LVII, N " 154, enero-marzo, 1991,
" Ibidem, p. 175. p. 277.

^ Gimferrer, Pére: "Aproximaciones a Manuel Puig", en PLURAL, ' Ibidem. El propio Costa parafrasea la idea de Roberto González
México, junio de 1976, p. 23. Echevarría sobre "la narrativa sarduyana como rransgresora del canon
pararrealista del Boom", y termina por apuntarla como un posible ejem-
'' Sería preciso emprender un estudio acerca de la presencia de la post- plo de novela postmoderna. P. 275.
modernidad en la lírica latinoamericana, asunto complejo si se tiene en
cuenta las desemejanzas evolutivas de la lírica brasileña. '" Ibidem, p. 278.

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la ideología o búsqueda de un segundo polo de la elipsis transformista parecen proponer, no sin ironía, el sen-
de la realidad es en el fondo una forma de búsqueda tido de lo que Fernando Ortiz llamó "transculturación".
del "modo de ser" latinoamericano que no encuentra Es el episodio del Curriculum Cúbense:
exacta definición. "El general desea a Flor de Loto; Dolores desea el
Sarduy parece querer subvertir esa búsqueda (del poder; Auxilio y Socorro el cuerpo de un hombre, la
ser latinoamericano) precisamente para, en definitiva, salvación del alma. Este hombre es el mismo, estos
incorporarse al rastreo de lo no hallado porque aún no mundos se atraen, van a fundirse, se reflejan: en me-
ha completado su ciclo definidor. El pastiche resulta, dio de la Orquestica Sivaica aparece un altar yoruba;
pues, otra manera de búsqueda. Si Sarduy se extiende en la recepción de Cristo en La Habana un decorado
en un "post Boom", a su manera negador del modo de chino. Los monólogos de Dolores subrayan este espe-
escritura del gran movimiento narrativo latinoameri- jo." (1967:153)
cano de los años sesenta, ese lenguaje suyo es una ex- Casi se diría que en el párrafo se advierte el sentido de
periencia que recuerda teorías lacanianas de la desautomatización del lenguaje que emplea Sarduy, tam-
absolutización de los idiolectos, del desorden del len- bién como desvío del cliché, mediante el proceso kinético
guaje o de una forma de la esquizofrenia como quie- de su descripción, y que es uno de los puntos en común
bra de relación entre significantes. Sarduy, sin dudas, más importantes entre sus obras y las de Manuel Puig,
apela a la llamada "cultura de masas" para sus referen- por otra parte tan desemejantes en otros planos.
tes. Sus personajes son algo más que arquetipos: son Los personajes transgresivos de Puig y de Sarduy
máscaras, seres imitativos, travestís. En ellos opera aquel padecen del entorno promiscuo de la comunicación
impulso de la imitación actoral, de la mimesis, del postmoderna, se enfrentan a los que Jean BaudriUard
"fonomímico" o del parodiador que busca en el hu- llama "una nueva forma de esquizofrenia"'', en la que
mor la inversión del significado recto del estilo pri- no se sienten bajo el "halo de la protección privada",
mordial que imita. sino sitiados, penetrados por esa promiscuidad comer-
Incluso Sarduy tiene en cuenta (conscientemente, cializada de la realidad. Ambos narradores comparten
dada su información como ensayista) que la estructu- la visión de Lacan sobre el sujeto "invertido", pero en
ración del discurso poético, en tanto "literariedad tex- Sarduy se refuerza el sentido del disfraz y de travestismo
tual", es de hecho una transgresión o un encadena- que en Puig es más paródico.
miento de transgresiones sintácticas del lenguaje Sarduy opera en mundos incluso extraoccidentales,
estándar o referencial común. Más allá de la norma alejados aparentemente del medio latinoamericano,
retórica vigente, Sarduy procura subrayar la identidad como ocurre en Maytreya con el orientalismo de sus
de "su estilo", lo cual es una transgresión, pero a la par páginas. Pero también ese apartamiento especial es
inevitable en la praxis de la originalidad expresiva. De transgresivo y constituye, de todos modos, una tra-
modo que el propio sentido de ser "poeta", creador ducción de ciertas realidades o sistemas de ideas en
dentro del marco referencial de la lengua, implica des- apariencias exóticos. En apariencias, porque también
viación, transgresión. Ello, naturalmente, va más allá el mundo amalgamado de América Latina parecerá
del sentido de la "imitación del mundo" que para al- exótico al ultradesarrollado occidente. En Colibrí, la
gunos puede tener la literatura, pues una transgresión esquizofrenia del travestismo lleva a los protagonistas
que en Sarduy incluye la metatextualidad. a desear otros cuerpos, otra realidad material, en tanto
Aunque pudiéramos apelar a ejemplos suyos de se convierten en seres pastiches. Claro que muchos
Maitreya y sobre todo de Cobra, volvamos a aquella personajes de Puig son también seres paródicos, sin
segunda novela de 1967 que es De dónde son los can- identidad, y por tanto incapaces de una comunica-
tantes, transgresora genérica en tanto pudiera conside- ción al menos autónoma y mucho menos autóctona.
rarse como tres cuentos entrelazados, cuya La herencia de la cultura occidental y sus patrones
intervinculación precisamente transgrede el género imponen en ambos autores una reinterpretación del
"cuento", para conformar una novelización, con di- ser latinoamericano desde ciertas imágenes del pop y
versos centros. Pero a veces el discurso narrativo tam- del kitsch'^, en busca de un "modo de ser" cuyo
bién se desvía hacia el poemático, de modo que algu- substrato alienado los impulsa al pastiche, el
nas estructuras de párrafos en los niveles lexicales, travestismo (genérico o sexual) y a la esquizofrenia.
sintagmáticos y fónicos, simulan poemas en prosa.
" J. BaudriUard: "El éxtasis de la comunicación", en LA P O S T M O -
Todo ello se torna más complejo porque en los planos
DERNIDAD. Ed. cit., p. 196.
contenidistas Sarduy trabaja en la infrahistoria, en la
amalgama europea, africana y asiática del substrato '^ Para la profundización del fenómeno kirsch, según como hemos
étnico de la narración, donde dos prostitutas y un empleado aquí el concepto, véase: Iván Slavov: EL KITSCH. La Habana,
Edirorial Arre y Literatura. Sofía, Editorial Sviat, 1989.

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Para ellos, el mundo latinoamericano alienado vive bajo aconteció en las artes y letras europeas, no será fácil tra-
el peso de un machismo tan patológico como zar las coordenadas del posrvanguardismo, que es la post-
arcaizante; los mitos no estructuran sus relatos, a la modernidad occidental, en estas tierras aún de promi-
manera de algunos autores del Boom, sino que deri- sión, originales y miméticas, progresivas y estancadas,
van en fobias y filias en que la vida se convierte en contradictorias. Quizás las terminologías contemporá-
dicotomía del ser y el parecer, en función de lo obsce- neas circulen más rápidamente que nuestra historia.
no (ganando terreno en la pornografía) y lo disimula- La polución puede ser la misma en París, Nueva
do (como código de conducta hipócrita). Es natural York, Sao Paulo o Ciudad México, pero si esa polu-
que se produzcan en sus personajes quiebras de la co- ción se toma como manifestación de la llamada socie-
municación por las taras y frustraciones que padecen. dad postindustrial, entonces ya el "sentido" no es el
El comportamiento "antinatural" es imitativo: son mismo aunque posean iguales componentes químicos.
pastiches de la "cultura de masas", se realizan en gra- Las imágenes del "smog" sobre los cielos parisino o
dos de travestismo, en sueños fílmicos edulcorados, mexicano tienen significados distintos. Los personajes
en letras de tangos y de boleros melosos, y se proyec- de Puig y Sarduy no viven bajo la polución del
tan como antes de una gran telenovela, cuyos hilos de superdesarroUo, aunque por derivación histórica alcan-
araña los atan melodramáticamente. cen a ser poluidos. El "smog" que respiran está carga-
Todo ello conforma un postmodernismo peculiar, do de reminiscencias y ancestralidades de un pasado y
no exactamente el que puede describirse en Francia o presente de explotación y un futuro aún utópico, en
Estados Unidos. Lo peculiar consiste en el inevitable tanto cursan su infrahistoria como seres alienados por
estudio de identidad de ser latinoamericano que la sombra del subdesarrollo: a la par son seres miméticos
entrañan las obras de Puig y de Sarduy. y transgresores. Sólo el espíritu de la transgresión ilu-
Si todavía no hemos respondido definitivamente a la mina sus páginas de novela, porque transgredir es ya
cuestión de si hubo un "verdadero" vanguardismo en una escala de la rebeldía, de la inconformidad, e in-
América Latina, entendiendo por "verdadero" a lo que cluso un derrotero de la luz.

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