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Jorge Enrique Burbano Hurtado

Licenciatura en artes
A00382376

Reseña del prólogo y capítulo IV del libro “Una teoría para la educación: hacia una
investigación educativa crítica” Autor: Wilfred Carr (1996)

Estos dos capítulos del libro del autor W. Carr (1996) nos permite realizar un recorrido y
análisis alrededor del concepto de práctica educativa, desde sus antecedentes históricos y
filosóficos en la antigua Grecia, hasta la época donde estaban en auge en ese momento las
teorías pedagógicas como las de Paulo Freire. Posteriormente, se aborda el tema de la
relación entre la teórica y la práctica, el valor, la significación y el sentido de la práctica
educativa.
El autor del prólogo S. Kemmis (1996, p. 17) inicia explicando la importancia del concepto
de la práctica educativa como una forma de poder, una especie de fuerza que actúa a favor
de promover un cambio social y donde centra sus acciones en los docentes, quienes son los
que desempeñan una labor vital para que se produzcan estos cambios en la sociedad. Bajo
esa mirada, la practica educativa está sometida por agentes externos que, de acuerdo a los
intereses, van influenciando y constituyendo un medio de control en la escolarización.
El autor plantea cuatro panoramas desde donde se gesta el cambio social. Se habla del plano
político, el plano social, el plano histórico y el sentido y significado de la práctica educativa.
En el plano político, el autor identifica que el poder se relaciona con el conocimiento, pues
a través del discurso dominante, las clases en el aula se estructura como un escenario donde
se reflejan las posturas políticas del profesor y en el que se regulan las formas de poder y
participación.
En el plano social, la intención permite la partición y la interpretación del profesor y de los
estudiantes, pero también del espacio y del contexto socio cultural en el que están
rodeados. Pues las relaciones que se tejen en el aula mueven emociones y sentimientos.
Por lo tanto, el aprendizaje se da de manera comunitaria y el conocimiento se construye
colectivamente ya que se encuentra situado al bagaje cultural y en las necesidades de la
comunidad.
Desde la intensión y el significado, se trata responder el qué, el cómo y el por qué se toman
decisiones que afectan en aula, tanto positivas como negativas. Se examina los contenidos
donde se interpretan el propósito que tiene el docente y las estrategas dialógicas para
movilizar a los estudiantes. Pero también, hay que tener en cuenta las intenciones de ellos,
así como el contexto social y cultural. Por último, en el plano histórico, se hace necesario
develar como ha sido ese trayecto de los actores educativos, conocer su historia, su
formación, sus experiencias que lo han llevado a ejecutar acciones concretas en la práctica
educativa. En general, conocer la cosmovisión de la labor docente que ha construido un
maestro en el ejercicio de su hacer.
Es por eso, que el concepto de la práctica educativa se ha reducido a un plano histórico, lo
que nos lleva al inicio de los principios griegos y es que el autor hace énfasis en que, no es
posible realizar la separación entre la teoría y la práctica. En el capítulo IV, para Carr, la
práctica tiene está relacionado con lo moral:
“tampoco se puede olvidar que una práctica educativa supone siempre mucho más que
‘saber cómo’’ hacer algo, en este sentido ryleano, porque una característica definitoria de
una práctica educativa es que constituye una actividad ética que se comprende para
conseguir unos fines educativamente adecuados” (Pág. 90)

Por lo que la práctica debe tener las características de poresis, un término griego que define
todo proceso creativo. Es una forma de conocimiento que tiene que ver con la acción
material, también se debe a la praxis donde se los griegos lo definen para denominar el
proceso por el cual una teoría pasa a formar parte de la experiencia vivida. En este caso, en
generar un bien moral valioso no material y, por último, de manera más cercana a lo que
puede ser la definición de una práctica educativa se encuentra la phronesis, que se refiere
a la sabiduría práctica, a la virtud de saber y conocer qué valor o principio ético debo aplicar
en alguna situación moral en particular.
Es por eso, que la practica educativa se convierte en un juicio moral, determinado por la
deliberación de argumentos fundamentados y por medio de la sabiduría, permite adoptar
una forma de actuar basados en los principios de la moral ética, situados en un contexto
social y cultural que establecen la construcción de conocimiento de manera colectiva con
un sentido y significado para cada uno de los actores involucrados.
Considero que la relación que establece el autor es sumamente importante y necesaria en
el día a día de un maestro. Desde la perspectiva como futuro profesor, pienso que es
acertado concebir la teoría y la práctica como una sola en el ejercicio docente, pues la teoría
nos da una orientación hacia donde debe estar encaminada una práctica, ya que la práctica
no es estática, es dinámica y cambiante al contexto, porque ocurre aquí y en el ahora y
nunca será igual a otra.
Por eso, es importante acercar las concepciones de lo político, lo social y lo cultural de
manera objetiva sin manipular la practica educativa a los intereses particulares sino por el
contrario, permitir una inclusión en la diversidad que existe en crear conocimiento, con
sentido y significado para los estudiantes, pero también pensados en las bases morales que
construyeron los filósofos griegos necesarios a la hora de reflexionar sobre la sabiduría
práctica.

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