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Antonio PÉREZ ESCLARÍN, Educar es enseñar a amar. San Pablo. 2009, 224 págs.
Caracas-Venezuela.
Julio 2018
A modo de biografía del autor1
Antonio Pérez Esclarín nació en Berdún, un pueblito del pirineo aragonés, en España,
cerca de la frontera con Francia. A los 17 años, y terminados sus estudios de bachillerato y
preuniversitario, vino a Venezuela y, tan pronto como pudo, se nacionalizó venezolano. Tras
estudiar letras en la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas, viajó a Ecuador donde obtuvo
cursos, talleres y conferencias en muchos centros educativos y en casi todas las universidades del
Escritor fecundo, ha publicado más de 50 libros. Entre los más recientes: Los padres,
primeros y principales educadores; Educar es enseñar a amar; Jesús Maestro y Pedagogo: Aportes
para una cultura escolar desde los valores del Evangelio; Decide tu vida, elige ser feliz; Educar
para humanizar; Educar valores y el valor de educar (parábolas); Nuevas parábolas para educar
valores; Parábolas para vivir en plenitud; Educar en el tercer milenio; Más y mejor educación
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Antonio P. Esclarín, Educación integral de calidad. San Pablo, 2011.
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para todos; Aprender es divertido; Leyendas y tradiciones de Venezuela; Se llamaba Simón
Análisis de la obra
En este libro retomo mis búsquedas e inquietudes anteriores, pues sólo pretende ser un
pequeño aporte a la plenitud y la felicidad de las personas. Cada día estoy más y más convencido
de que sólo el amor nos salvará a cada uno y a la humanidad como tal. Pero también estoy
convencido de que hoy todo se confabula para que degrademos el amor a un mero sentimiento, a
una atracción o posesión, y por ello la mayor parte de las personas ignora lo que significa amar, e
competir y no a compartir, a acaparar y no a dar, y vemos al otro como rival o incluso como
amenaza y no como compañero y hermano. Es por ello muy necesario que familias y escuelas
lo que verdaderamente es, es por eso que para poder comprender el significado que tiene el amor
otro sino la vida misma, inmersa en el ser supremo conocido como Dios.
El amor es entendido por muchos autores como apertura a la vida, desde esa perspectiva
enseñar a amar es enseñar a vivir. Aprender y enseñar a vivir para vivir es una tarea que ya la
escuela no puede seguir evadiendo, se trata de una tarea compleja frente a un mundo materialista
que no enseña a vivir para vivir sino a vivir para tener, la escuela debe extraer de cada ser
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humano ese potencial que naturalmente tiene para la vida, debe formar hombres y mujeres que
aprendan a comprender y defender sus vidas, respetando las otras formas de vida, el amor no
crece ni se da en la soledad, implica vivir con el otro y para el otro, como nos lo dice Pérez
Esclarín “el amor es fuente de alegría y de vida” (p12) y esa alegría surge en la apertura del
propio ser al ser de los demás, de otra manera el hombre se cierra al crecimiento y muere en
soledad, “es difícil crecer y sentir plenitud cuando sólo se vive en función de uno mismo” (p17).
entrega del propio ser, es interpretado como Filia, amor de amistad; Storge, amor que se da en la
familia, entre padres e hijos, hermanos…; Agapé, amor desinteresado, servicial y finalmente
Eros, amor de pareja, sexuado. Cada uno de estos significados aplicado a la labor de la enseñanza
conlleva a la entrega total del docente en su práctica educativa, donde florece la amistad, la
“El amor es el principio pedagógico esencial. De muy poco va a servir que un docente
afectivo. No es posible calidad sin calidez. Ningún método, ninguna técnica, ningún
currículo por abultado que sea, puede reemplazar al afecto en educación. Amor se
escribe con “a” de ayuda, apoyo, ánimo, aliento, asombro, acompañamiento, amistad.
(Cap.4)
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que ayuda a cada alumno, especialmente a los más carentes y necesitados, a superarse, a crecer, a
ser mejores.
La pedagogía del amor o la ternura implica que el educador, además de amar a todos y
cada uno de sus alumnos, se ama y ama lo que hace; ama su profesión y ama la materia que
notas no le permitió estudiar otra carrera más “prestigiosa”. Considera que educar es algo más
sublime e importante que enseñar matemáticas, inglés, computación o química. Educar es formar
personas, cincelar corazones, ofrecer los ojos para que los alumnos se miren en ellos y se vean
bellos y así puedan mirar la realidad sin miedo. El educador es un partero del espíritu: ayuda a
nacer el hombre o la mujer posible. Educar es, en definitiva, continuar la obra creadora de Dios
Entonces, si la labor docente es dar vida a través de la enseñanza, ser co-creadores con
Dios, es urgente en la sociedad actual que los educadores no se preocupen tanto por la
calificación y vean al que está detrás de ella, al sujeto pensante cargado de sentimientos y
emociones, con una vida detrás de su uniforme; en las escuelas es “urgente la necesidad de
En este mismo orden de ideas, Goleman (2002) va a resaltar la importancia que tienen las
emocional: “Durante mucho tiempo, los educadores han estado preocupados por las deficientes
calificaciones de los escolares en matemáticas y lenguaje, pero ahora están comenzando a darse
cuenta de que existe una carencia mucho más apremiante, el analfabetismo emocional”. La
sociedad actual y propiamente los educadores de la historia presente, deben aprender a descubrir
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en sus aulas de clases que muchos de los niños, niñas y jóvenes detrás de sus uniformes, útiles
escolares, equipos de última tecnología, zapatos de una marca de prestigio…, existe un ser que
Para finalizar es tarea del docente rescatar el verdadero sentido del AMOR en los jóvenes,
hay que prepararlos para la vida y para que aprendan a vivir viviendo en comunidad,
conociéndose a sí mismos, sus limitaciones y fortalezas, de esa manera su futuro estará seguro y
garantizado.
Referencias
Pérez Esclarín Antonio, Educar para humanizar, Editorial Narcea, Madrid, 2004.