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Educar es enseñar a amar

Antonio Pérez Esclarín

Antonio PÉREZ ESCLARÍN, Educar es enseñar a amar. San Pablo. 2009, 224 págs.

Caracas-Venezuela.

María Asunción Sandrea De Franca

Otilia Josefina Perdomo Narváez

José Nicolás Méndez Lara

PNFA Micromisión Simón Rodríguez

Especialización En Lengua Y Comunicación

Catia La Mar- Venezuela

Julio 2018
A modo de biografía del autor1

Antonio Pérez Esclarín nació en Berdún, un pueblito del pirineo aragonés, en España,

cerca de la frontera con Francia. A los 17 años, y terminados sus estudios de bachillerato y

preuniversitario, vino a Venezuela y, tan pronto como pudo, se nacionalizó venezolano. Tras

estudiar letras en la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas, viajó a Ecuador donde obtuvo

un doctorado en filosofía, y posteriormente a Nueva York donde cursó na maestría. De regreso en

Venezuela, estudió educación y se graduó en la Universidad Simón Rodríguez.

Terminados sus estudios, se radicó definitivamente en Maracaibo donde lleva 36 años,

siempre con Fe y Alegría y en la formación de educadores y de familias. Ha dictado numerosos

cursos, talleres y conferencias en muchos centros educativos y en casi todas las universidades del

país, así como en numerosos países de América Latina y de Europa.

Es coautor del Programa de Formación de Educadores Populares de la Federación

Internacional de Fe y Alegría que ya se ha impartido a más de 25.000 educadores en 17 países de

América Latina. Es profesor e investigador del Centro de Experimentación para el Aprendizaje

Permanente (CEPAP) de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez y cogestor y

animador del Programa de Profesionalización de docentes en servicio.

Escritor fecundo, ha publicado más de 50 libros. Entre los más recientes: Los padres,

primeros y principales educadores; Educar es enseñar a amar; Jesús Maestro y Pedagogo: Aportes

para una cultura escolar desde los valores del Evangelio; Decide tu vida, elige ser feliz; Educar

para humanizar; Educar valores y el valor de educar (parábolas); Nuevas parábolas para educar

valores; Parábolas para vivir en plenitud; Educar en el tercer milenio; Más y mejor educación

1
Antonio P. Esclarín, Educación integral de calidad. San Pablo, 2011.

2
para todos; Aprender es divertido; Leyendas y tradiciones de Venezuela; Se llamaba Simón

Rodríguez; Educación para globalizar, la esperanza y la solidaridad; Se llamaba Rafael Urdaneta;

¿Es posible educar en Venezuela?

Análisis de la obra

En este libro retomo mis búsquedas e inquietudes anteriores, pues sólo pretende ser un

pequeño aporte a la plenitud y la felicidad de las personas. Cada día estoy más y más convencido

de que sólo el amor nos salvará a cada uno y a la humanidad como tal. Pero también estoy

convencido de que hoy todo se confabula para que degrademos el amor a un mero sentimiento, a

una atracción o posesión, y por ello la mayor parte de las personas ignora lo que significa amar, e

incluso llega a confundirlo con su opuesto, el egoísmo. Desgraciadamente, hoy aprendemos a

competir y no a compartir, a acaparar y no a dar, y vemos al otro como rival o incluso como

amenaza y no como compañero y hermano. Es por ello muy necesario que familias y escuelas

enseñen el amor y enseñen con amor.

El término AMOR en la actualidad es referido a muchas realidades ajenas a su verdadero

significado, la sociedad ha tergiversado tanto su sentido que la carga semántica ya no representa

lo que verdaderamente es, es por eso que para poder comprender el significado que tiene el amor

y su relación con la educación o enseñanza es necesario irnos a la fuente, a su origen, que no es

otro sino la vida misma, inmersa en el ser supremo conocido como Dios.

El amor es entendido por muchos autores como apertura a la vida, desde esa perspectiva

enseñar a amar es enseñar a vivir. Aprender y enseñar a vivir para vivir es una tarea que ya la

escuela no puede seguir evadiendo, se trata de una tarea compleja frente a un mundo materialista

que no enseña a vivir para vivir sino a vivir para tener, la escuela debe extraer de cada ser

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humano ese potencial que naturalmente tiene para la vida, debe formar hombres y mujeres que

aprendan a comprender y defender sus vidas, respetando las otras formas de vida, el amor no

crece ni se da en la soledad, implica vivir con el otro y para el otro, como nos lo dice Pérez

Esclarín “el amor es fuente de alegría y de vida” (p12) y esa alegría surge en la apertura del

propio ser al ser de los demás, de otra manera el hombre se cierra al crecimiento y muere en

soledad, “es difícil crecer y sentir plenitud cuando sólo se vive en función de uno mismo” (p17).

El amor desde tiempos inmemoriales se ha vinculado a la enseñanza por medio de la

entrega del propio ser, es interpretado como Filia, amor de amistad; Storge, amor que se da en la

familia, entre padres e hijos, hermanos…; Agapé, amor desinteresado, servicial y finalmente

Eros, amor de pareja, sexuado. Cada uno de estos significados aplicado a la labor de la enseñanza

conlleva a la entrega total del docente en su práctica educativa, donde florece la amistad, la

fraternidad, el desinterés y la entrega total en la vocación.

Nos lo va a resaltar este mismo autor en su libro educar para humanizar:

“El amor es el principio pedagógico esencial. De muy poco va a servir que un docente

se haya graduado con excelentes calificaciones en las universidades más prestigiosas, si

carece de este principio esencial. En educación es imposible ser efectivo sino no se es

afectivo. No es posible calidad sin calidez. Ningún método, ninguna técnica, ningún

currículo por abultado que sea, puede reemplazar al afecto en educación. Amor se

escribe con “a” de ayuda, apoyo, ánimo, aliento, asombro, acompañamiento, amistad.

(Cap.4)

La amistad significa no sólo un antídoto contra la soledad, sino también un refuerzo

recíproco en situaciones difíciles y también un estímulo para avanzar. El educador es un amigo

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que ayuda a cada alumno, especialmente a los más carentes y necesitados, a superarse, a crecer, a

ser mejores.

La pedagogía del amor o la ternura implica que el educador, además de amar a todos y

cada uno de sus alumnos, se ama y ama lo que hace; ama su profesión y ama la materia que

enseña. No es un médico o un ingeniero frustrado que estudió educación porque el promedio de

notas no le permitió estudiar otra carrera más “prestigiosa”. Considera que educar es algo más

sublime e importante que enseñar matemáticas, inglés, computación o química. Educar es formar

personas, cincelar corazones, ofrecer los ojos para que los alumnos se miren en ellos y se vean

bellos y así puedan mirar la realidad sin miedo. El educador es un partero del espíritu: ayuda a

nacer el hombre o la mujer posible. Educar es, en definitiva, continuar la obra creadora de Dios

de modo que cada persona sea guiada a alcanzar su plenitud.

Entonces, si la labor docente es dar vida a través de la enseñanza, ser co-creadores con

Dios, es urgente en la sociedad actual que los educadores no se preocupen tanto por la

calificación y vean al que está detrás de ella, al sujeto pensante cargado de sentimientos y

emociones, con una vida detrás de su uniforme; en las escuelas es “urgente la necesidad de

plantearse con decisión la alfabetización emocional, la educación de la afectividad” (p86).

En este mismo orden de ideas, Goleman (2002) va a resaltar la importancia que tienen las

emociones en el proceso enseñanza aprendizaje, concretamente en su libro Inteligencia

emocional: “Durante mucho tiempo, los educadores han estado preocupados por las deficientes

calificaciones de los escolares en matemáticas y lenguaje, pero ahora están comenzando a darse

cuenta de que existe una carencia mucho más apremiante, el analfabetismo emocional”. La

sociedad actual y propiamente los educadores de la historia presente, deben aprender a descubrir

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en sus aulas de clases que muchos de los niños, niñas y jóvenes detrás de sus uniformes, útiles

escolares, equipos de última tecnología, zapatos de una marca de prestigio…, existe un ser que

carece de afecto y por tanto su apertura al conocimiento y al aprendizaje no es efectiva, es nula.

Para finalizar es tarea del docente rescatar el verdadero sentido del AMOR en los jóvenes,

hay que prepararlos para la vida y para que aprendan a vivir viviendo en comunidad,

conociéndose a sí mismos, sus limitaciones y fortalezas, de esa manera su futuro estará seguro y

garantizado.

Referencias

 Daniel Goleman, Inteligencia Emocional. Editorial Kairos, Barcelona, 2002.

 Donado Tolosa Antonio, La manzana pedagógica, Editorial Venezuela

competitiva, Cerpe y Fundación Sypal, Caracas 2001.

 Pérez Esclarín Antonio, Educar para humanizar, Editorial Narcea, Madrid, 2004.

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