Es importante reconocer que la familia y la iglesia nacen y se construyen en
Cristo para vivir fielmente la realidad de la comunión y favorecer una convivencia que enriquezca a cada miembro en el servicio de los demás. Al construirse en Cristo la familia cultiva actitudes de amor, entrega, comprensión, perdón, generosidad, fidelidad y ayuda de la forma en que lo hizo Cristo. 2. La relación entre la iglesia y la familia es indisoluble. Ni la Iglesia puede vivir sin la familia, la “pequeña Iglesia”, la “Iglesia doméstica”, ni la sociedad se puede entender al margen de la familia, de la cual procede y por la cual es generada. La familia en su sentido originario y sacramental es cruce de caminos, y factor explicativo, capaz de iluminar muchos de los aspectos del ser de la Iglesia, de la evangelización en el mundo de hoy y sobre todo una clave de sentido que contiene en su propia verdad una esperanza para los hombres y mujeres de nuestro tiempo. 3. El amor es símbolo de la familia y de la iglesia porque es lo más importante que ambas tienen y en las que basan sus cimientos y creencias. 4. LA Iglesia doméstica" es una comunidad de fe, esperanza y amor. Es una comunidad donde se comparte, se ama, se trabaja, se crea esperanza, se vive la fe. La familia es la "Iglesia doméstica" formada por los padres e hijos, abuelos, hermanos, primos y tíos. En la familia se vive la comunión de personas, al igual que Dios Trino y se vive el amor porque por encima de todo se sabe perdonar y entregarse por el otro. Llamamos a la familia Iglesia doméstica porque al igual que Jesús tiene la misión de llevar la Buena Nueva, en primer lugar a sus hijos y a sus miembros, luego a los que están en su entorno e inclusive ir más allá. La misión de la Iglesia doméstica comienza en primer lugar con el ser de la familia, con la comunión de las personas, el don de la vida y la educación de los niños, se extiende por el apostolado a otras familias o por su influencia sobre la sociedad irradiando su amor. CONCLUSIONES 1. La Constitución Gaudium et Spes (GS), anuncia a todos de qué manera el Concilio entiende la presencia y la acción de la Iglesia en el mundo actual. Es decir, la novedad consiste en la toma de posición ante el momento de rechazar el pecado de la cultura nueva. Aquí y ahora es el momento de valorar positivamente y de dialogar con lo bueno del mundo actual.
2. La GS plantea una urgencia pastoral de una apertura y comunicación entre la
Iglesia y el mundo moderno, que busque la complementariedad mutua, tanto en el aporte de la modernidad desde las ciencias y la técnica, como en las respuestas, a la luz del evangelio, de la Iglesia y el mundo cristiano, a las muchas interrogantes de la humanidad
3. La GS describe a Cristo como la luz del mundo que ilumina el misterio del hombre. Su gracia, por la acción del Espíritu Santo, trabaja activamente en el corazón de todo hombre de buena voluntad.
4. La GS en particular, constituyen la tentativa más lograda de la Iglesia Católica de
responder a las grandes preguntas del pueblo creyente, y en ellos seguimos apoyando nuestra convicción de que «la propuesta cristiana puede recuperar su incidencia en la realidad social y política, transformándose en conciencia crítica de todos los sistemas y de todas las ideologías históricas, suscitando la espera por el Reino de Dios que ha de venir
5. Mediante la Gaudium et Spes la Iglesia pone en evidencia que la acción salvífica
de Dios no tiene confines y que, al mismo tiempo, ella se pone en juego en cada realidad humana. La salvación es universal y, contemporáneamente, relativa a cada acontecimiento humano.