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Segundo Gobierno de Fernando Belaunde Terry (1980-1985)

Aspecto político:
Transferencia de poder: coyuntura previa
Las elecciones generales de 1980 (presidencial y parlamentaria) fueron resultado
de un proceso transicional del poder iniciado cuatro años atrás, tras la inusitada
culminación del gobierno militar de Juan Velasco Alvarado, el abandono de las
líneas programáticas del velasquismo y el posterior desplazamiento de las FF.AA
del Ejecutivo a sus cuarteles. El golpe militar interno de agosto de 1975 fue llevado
a cabo por el Ejército, la Fuerza Aérea y la Marina, posicionando al
general Francisco Morales Bermúdez en la presidencia, prometiendo intensificar y
profundizar reformas anteriores. Sin embargo, Morales Bermúdez no logró lo que
tenía planeado. Ello significó el inicio del fin del militarismo reformista y lo que
quedaba del velasquismo en la esfera pública. Asimismo, se presenciaba un
sentimiento anti-militarista dentro de la población, a pesar de que esta transición
haya sido tutelada por ellos mismos. De esta manera, el 28 de julio de 1977 Morales
Bermúdez anunció en su discurso presidencial la convocatoria a elecciones para el
establecimiento de una Asamblea Constituyente, la cual, «debía redactar una nueva
Constitución y facilitar el retorno a la institucionalidad democrática».1
Realizadas el 4 de junio de 1978 las elecciones para la Asamblea Constituyente,
dio vida a los partidos políticos tras doce años de monopolio del poder político en
manos de las FFAA. Con doce agrupaciones inscritas, los partidos políticos con
mayor preferencia fueron el Partido Aprista (35 %), el Partido Popular Cristiano
(24 %), el Frente Obrero Campesino Estudiantil y Popular (12 %), el Partido
Socialista Revolucionario (7 %) y el Partido Comunista Peruano (7 %). Para estas
elecciones, Acción Popular consideró que no existían condiciones mínimas de
transparencia para la elaboración de una nueva Constitución al estar bajo
supervisión de las fuerzas militares, decidiendo guardar la candidatura de Fernando
Belaúnde Terry para las elecciones presidenciales de 1980.
Culminada la Asamblea Constituyente y puesta en marcha la Constitución de 1979,
Morales Bermúdez convocó a elecciones presidenciales en 1980, en las que ganó
con comodidad «el mismo hombre que los militares habían sacado casi arrastrando
del Palacio de Gobierno y cuyo régimen había denigrado largamente desde 1968:
el arquitecto Fernando Belaúnde Terry».2
Aprobación Presidencial
Por otro lado, el restablecimiento de la democracia fue bienvenida con los brazos
abiertos con el 82.20 % de participación ciudadana, número alto debido a que
ocurrió algo particular en estas elecciones: se permitió el voto universal, el cual
significó la finalización y celebración de distintos años de lucha por los derechos
políticos y sociales.
Sin embargo, los resultados luego de las elecciones contradijeron lo dicho en el
párrafo anterior. Como dice Cotler, estas elecciones, como la mayoría, fueron muy
poco democráticas a pesar de la imposición del sistema. Lo que sucedió fue que
partidos de izquierda que no tenían oportunidades de ganar trasladaron su voto a
Belaunde Terry (Acción Popular) quien ganó debido a que era visto como “el mal
menor” en comparación con otras agrupaciones políticas, como el APRA, partido
que tenía casi asegurado el triunfo.8
En ese sentido, se predecía que el respaldo y la popularidad de cualquier presidente
electo no iban a ser altos, en cualquiera de los casos. Pero, contra todo pronóstico,
el apoyo presidencial fue plural y amplio al principio. No obstante, a lo largo de su
mandato se fue reduciendo debido a las medidas que el gobierno tomó respecto a
los graves problemas que surgieron, como el terrorismo, la crisis económica y los
desastres que dejó el Fenómeno El Niño, el cual fue uno de los más fuertes que el
Perú haya sufrido.9
En específico, la encuestadora Pulso Perú muestra que casi a finales del primer año
de su gobierno (abril de 1981), Belaunde tuvo el 48 % de aprobación, mientras que
su desaprobación fue de 35 %. Tuvo un pequeño tropiezo en su popularidad, la cual,
octubre del mismo año, bajó a 47 %. Por otro lado la desaprobación también bajó 4
puntos porcentuales, pero la razón de esto fue que el número de personas
encuestadas no sabían que responder aumentó.
Para inicios de 1982, la caída de la popularidad de Belaunde bajó drásticamente
hasta 30 %. Análogamente, su impopularidad subió en gran medida: 45 %, como si
los resultados se hubieran invertido respecto al año anterior. Sin embargo, en
octubre del mismo año, la aprobación se recuperó y subió hasta los 33 %, pero la
desaprobación no sufrió ningún cambio.
En 1983, la reputación del presidente se vio afectada negativamente otra vez, y de
manera significativa. Para el mes de junio, único mes del año en el que se realizó la
encuesta, la desaprobación se incrementó hasta el 62 % y la aprobación decreció
hasta 22 %, dejando mucho que desear del presidente y su reacción frente a los
graves problemas que aparecían. Por otro lado, las encuestadoras DATUM e IPSOS
también recopilaron datos que confirman esta decaída importante de la popularidad
presidencial de Belaunde, específicamente, a causa de El Niño. Según estas, desde
julio de 1982 hasta julio de 1983, la aprobación bajó de 31 % hasta 21 %; el margen
de diferencia de la data que brindan DATUM, IPSOS y Pulso Perú es mínimo, por
lo que es posible decir que coinciden con la caída, y consecuentemente, se afirma
como una de las causas principales tal fenómeno ambiental. A este último problema
se le suman los otros dos ya mencionado, la guerra interna que se estaba
expandiendo por toda la sierra sur hasta tal momento, y la crisis económica,
causante del imparable descontento de la gente.
Siguiendo con los datos de Pulso Perú, para finales de 1984, la popularidad del
presidente mostró cierta mejoría, bajando su desaprobación hasta 54 % y subiendo
la conformidad de la gente con él hasta 25 %. Sin embargo, la tendencia de
recuperación no duró mucho ya que iniciando su último año de mandato, la
impopularidad ascendió estrepitosamente a 70 % mientras que su apoyo cayó hasta
18 %, teniendo un pequeño remonte a finales del año, llegando a 23 % y la
reprobación a 63 %.
Cabe resaltar un factor importante por el cual la popularidad presidencial de
Fernando Belaunde no bajó mucho más de lo esperado, pese a las dificultades que
tuvo que afrontar. Este factor fue la prensa y su influencia en la gente. De acuerdo
a Henry Pease, había un vasto número de diarios que apoyaban al segundo
gobierno belaundista, entre ellos estaban El Comercio, La
Prensa, Expreso y Correo, mientras que los otros eran periódicos menos
influyentes; de hecho, las opiniones de los diarios eran tan parciales hacia el
gobierno, que los mismos grupos derechistas tenían que leer a El Diario, de la
extrema izquierda, para que al menos estuvieran al tanto de alguna oposición. 10El
artículo de Ricardo Blume en El Comercio publicado en abril de 1985 es un claro
ejemplo del apoyo de este diario hacia el régimen. En tal texto Blume expresa con
palabras eufóricas su experiencia de votar por Belaunde y su apoyo al gobierno en
las etapas más duras por las que pasó. En una parte de la pieza dice lo siguiente:
Creo que tenemos a un presidente de lujo. Un presidente que ya quisieran muchos
países civilizados. Un hombre positivo y honesto, dedicado por entero al país, sin
una sola frivolidad, sin que se le conozca una sola falta. (Y estoy hablando de un
país sumido en la inmoralidad).

Relación del Gobierno con las fuerzas políticas


La principal parte de la democratización se dio durante el primer año del gobierno
de Fernando Belaúnde. Tres fuerzas políticas tomaron un papel significativo en esa
etapa: los partidos políticos, los movimientos sociales y las Fuerzas Armadas.
Partidos políticos
El partido presidencial, Acción Popular, presentó ciertos conflictos internos luego de
la elección de Belaúnde como mandatario. Específicamente, el partido se dividió en
dos: la facción que estaba del lado del primer ministro, Manuel Ulloa Elías, quien
defendía al capitalismo transnacional y a los personajes involucrados con este, junto
con la tecnocracia; y la otra facción que era liderada por Javier Alva
Orlandini (senador cajamarquino, que llegó a presidir el Seando), que se
preocupaba más por la administración del mismo partido y el control sobre este.
Estos apuros dentro de Acción Popular fueron muy notorios debido a que el plano
político estaba despejado por la ausencia de la oposición. En ese sentido, Belaúnde
tomó una postura arbitraria, dejando que ambas tendencias lograran sus objetivos. 11
Acción Popular tuvo como aliado al Partido Popular Cristiano, el cual obtuvo dos
puestos dentro del gabinete ministerial y un papel particular en la política industrial.
A pesar de tratarse de un pequeño socio, su aprobación en las elecciones
municipales fue creciendo, lo que hacía presagiar que tomaría conciencia de su
importancia y se retiraría de la alianza; sin embargo, su influencia no alcanzaba un
nivel nacional.11
Respecto al APRA, golpeado fuertemente por la pérdida electoral, y más aún, por
el fallecimiento de su líder máximo, Víctor Raúl Haya de la Torre, sufrió también un
resquebrajamiento dentro del partido en los primeros años del gobierno. Este se
dividió en dos grupos: los que apoyaban a Armando Villanueva o “armandistas”, con
tendencia social demócrata, y los que seguían a Andrés Townsend (andresistas),
quienes poseían una línea liberal. Este conflicto fue el causante de que el APRA no
pudiera organizarse y así formar una oposición firme, dejándole un espacio a la
Izquierda. Las dificultades por las que pasaba el APRA eran de tal magnitud que
Henry Pease menciona lo siguiente:
La crisis del APRA no sólo le ha impedido asumir un rol protagónico, sino que está
mermando su organizado y su arraigo en las masas. Aún si logra superar la quiebra
actual, queda desdibujado su perfil político-ideológico, que por otra parte no ha sido
cubierto por otra fuerza centrista.
A principios del gobierno, la Izquierda, liderada por la agrupación Izquierda Unida,
presentaba indicios de mejoría en su organización, al constatar que estaba logrando
su unidad. Sin embargo, surgió un debate sobre cuál debería ser su orientación,
tanto en ideología y en la manera de cómo llegar al poder. Este problema fue
acrecentándose hasta el punto de que la Izquierda no fue tomada como una fuerza
opositora importante, desaprovechando así el espacio dejado por el APRA.
Como conclusión, el gobierno tuvo un ambiente muy favorable para realizar sus
planes, más aun, teniendo la mayoría en el Congreso.
Los movimientos sociales
La llegada de la democracia también significó la llegada de nuevos movimientos
populares, al permitirse que la oposición actuara abiertamente.
Consecuentemente, todos los partidos políticos tuvieron la oportunidad para
rearmar organizaciones populares, tanto para hacerse notar más en la escena
pública y llegar al poder, como para mantenerse activos durante el nuevo gobierno
inminente.
Sin embargo, lo sucedido dentro de Izquierda Unida y del APRA también tuvo como
repercusión la mala estructuración de los movimientos sociales, lo cual daba un
ambiente de poca participación y movilizaciones. Empero, la entrada de un nuevo
presidente junto con la “apertura social” fue motivo para que las masas se
dinamizaran sobre todo varios de los sectores, como el manufacturero, comercial,
minero y público. En ese sentido, el número de huelgas realizadas el primer año de
gobierno de Belaunde aumentó notablemente. Se registraron 739 huelgas en todo
1980 y 553 en 1981 (desde enero hasta agosto).11
Por último, es de importancia que se mencione que uno de los resultados que
conllevó la democratización fue la formación de organizaciones campesinas, cuyo
número se incrementó por toda la sociedad rural,12 gracias a las medidas tomadas
durante el gobierno militar, como la desaparición de los grandes terratenientes por
las expropiaciones y la ruptura de las relaciones señoriales, que dieron las
condiciones para que esto suceda. Como resultado se tuvo la concretización de la
ciudadanía del campesinado peruano y su participación en movimientos para que
lleguen a tener una representatividad digna que vele por sus intereses comunes.
Las Fuerzas Armadas:

El papel de las FF.AA en el segundo gobierno de Belaúnde fue de suma importancia


por dos razones: permanecían los mismos altos mandos militares que habían regido
el país en el reciente gobierno militar; y porque el inicio de este nuevo mandato
coincidió con el inicio de la violencia terrorista desatada por Sendero Luminoso,
autodenominado Partido Comunista, de inspiración maoísta
En principio, las FF.AA. siempre estuvieron atentas a las acciones que los gobiernos
democráticos han realizado, sobre todos desde la segunda mitad del siglo XX.
Luego del régimen militar de 1968-1980, el poder de la institución quedó intacto
debido a ciertas estrategias legales que la dejaban intocable ante el Poder Ejecutivo.
En ese sentido, y con esas bases legales, Belaúnde entró al poder con un carácter
sumiso respecto a las acciones de las FF.AA. Como principales ejemplos está la
designación de tres militares retirados en cargos ministeriales, con el fin de que el
poder de la cúpula militar se reforzara; y la presencia de los militares en varias de
los eventos presidenciales o asuntos en los que no se necesitaban a autoridades
del Ejército. Sin embargo, no todo era sumisión del Estado, sino que también hubo
casos en los que las FF.AA le daban la razón y apoyaban las decisiones que el
presidente y las autoridades del gobierno tomaban independientemente, como el
caso del conflicto con Ecuador en 1981.
A pesar de lo anterior, era obvio que el nuevo gobierno democrático, que se
mostraba débil (al igual que los partidos y otras fuerzas políticas), necesitaba del
amparo de los militares,11 más aún cuando Sendero Luminoso empezó con su
expansión con miras al ámbito nacional (1982).
Respecto a la lucha contra Sendero Luminoso, Cotler señala que Belaúnde definía
al problema terrorista como un simple levantamiento, el cual podía ser solucionado
con el envío de policías a la zona de ataque. Sin embargo, la situación empeoró y
el presidente tuvo que aceptar la gravedad del problema. Su solución inmediata fue
darle las facultades a las FF.AA. para que se hagan cargo de la subversión que
había tomado carácter político y tengan el control político en las zonas de
emergencia que cubrían casi la mitad del país.14
Sin embargo, los lazos con los militares se volvieron ambiguos luego de que la
intervención de estos se hizo incontrolable en asuntos que incumbía solamente al
gobierno. Como consecuencia, la autonomía institucional que las FF.AA. tenían les
fue cancelada, lo cual tuvo como resultado el resquebrajamiento de los militares y
la imposibilidad de que se organizaran para un golpe de Estado, junto con su
desmoralización y desorientación.11 Esto último, sumado a la ayuda económica
denegada a las FF.AA., también fueron causa de que la reacción ante el terrorismo
fuese paupérrima y lenta, permitiendo que Sendero Luminoso avanzara con mayor
facilidad.
Aspecto Económico
La crisis económica que sumergió al Perú en la década de 1980 no fue un caso
aislado dentro de la región latinoamericana: fue un fenómeno socioeconómico
territorialmente extenso que se caracterizó por la agudización de la deuda
internacional y el estancamiento económico. Popularmente llamada década
perdida, fue el periodo económico más traumático a lo largo de la historia
sudamericana según José Antonio Ocampo, ex director de la Comisión Económica
para América Latina en el 2014 (CEPAL). La aparición de políticas de ajuste ante el
endeudamiento internacional, heredado de la década anterior por una fuerte
intervención del estado en la economía, abrió paso a diferentes impactos a nivel
social, económico y político en cada Estado.
Entre 1982 y 1983, como para llover sobre mojado, ocurrió el Fenómeno del Niño,
que golpeó fuertemente a la costa norte de Perú, ocasionando graves daños en la
infraestructura vial y en la agricultura. Los estragos del Niño afectaron al PBI que
disminuyó en −6 %. La inflación subió en un 135 % al año. A partir de 1983, la caída
de los precios de los metales desencadenó una preocupante crisis económica, que
se evidenció con las dificultades para el pago de la deuda externa, un fuerte
aumento de la inflación y la devaluación del sol.
El segundo gobierno belaundista, apoyado en el legislativo por el Partido Popular
Cristiano, apostó por tomar medidas orientadas a restablecer el orden económico y
la estabilidad política. Enfrentado a la crisis de la producción agraria, la debilidad de
la burocracia pública, el surgimiento de Sendero Luminoso/MRTA y al fenómeno del
Niño (1983), encaró un obstáculo mayor que determinó la necesidad de ajustes
económicos importantes en el país: la agobiante deuda externa heredada del
decenio anterior.
El endeudamiento externo fue tan voluminoso que en 1978 llegó a representar más
del 60 % de las exportaciones (…). Esta situación se agravó en los años que
siguieron. En la medida en que los préstamos se volvieron más costosos y los plazos
cada vez más perentorios, esas colocaciones, en lugar de apoyar a la estructura
productiva, reforzaron los patrones tradicionales de dependencia y subordinación al
mercado. Una muestra del extremo a que se llegó es el presupuesto de la República
para 1983, que destinó alrededor del 40 % para cumplir con las deudas contraídas,
y la balanza de comercio, que asignó más del 50 % de las exportaciones al mismo
fin.
Aspecto Social
Como ya señalamos, el elevado endeudamiento externo afectó la precariedad del
sistema y desde 1982 el crecimiento económico descendió en gran magnitud. Como
consecuencia se presentó un enorme número de desempleados, debilitamiento de
la sociedad civil, crisis de los partidos políticos y la informalización de las clases
populares.
Motín del penal El Sexto
Otro incidente de gravedad ocurrido en su gobierno fue la develación del Motín del
penal El Sexto, reclusorio ubicado en el centro de Lima. La mañana del 27 de
marzo de 1984 un grupo de 60 reclusos tomó como rehenes a varias personas que
trabajaban en dicho penal exigiendo la entrega de vehículos para fugarse. Enterado
el presidente, ordenó que se realizaran negociaciones para poner fin al problema;
sin embargo los reclusos se mantuvieron inflexibles y acrecentaron su violencia,
asesinando frente a las cámaras de televisión a dos de los rehenes.
Por la noche el motín fue develado por un grupo especial de la Guardia
Republicana que ultimó a 22 internos, hirió a 40 y dispersó al resto, este hecho fue
el más violento de ese año, incluso el Ministro del interior de aquella época, Luis
Pércovich no dudó en declarar que el motín tuvo una inspiración directa de Sendero
Luminoso, debido a que varios de sus integrantes estaban recluidos en el viejo
penal, el mismo que fue desalojado y clausurado el año 1986
Políticas barriales
El accionar terrorista de Sendero Luminoso, iniciado en Ayacucho y que luego se
extendió a gran parte del territorio nacional, incluido Lima, tuvo un gran impacto en
los social. Para Matos Mar (2012), la guerra armada entre Sendero Luminoso y las
Fuerzas Armadas, «alteraron profundamente el ritmo de las migraciones de la sierra
a la costa, sometieron a una profunda crisis a las comunidades campesinas y a la
población rural de la sierra. Despertaron y alteraron la vida de los grupos
amazónicos».
Las barriadas no tomaron partido por el segundo gobierno de Fernando Belaúnde
Terry, pero sufrieron un fuerte impacto por la crisis de vivienda que los obligaba a
invadir sin diferenciar si los terrenos eran de propiedad pública, privada o en litigio
lo que generó represiones.
Las elecciones municipales en noviembre de 1980 se dieron en un contexto de
intensas movilizaciones y marchas por la ciudad limeña. Comenzó, desde agosto,
con el surgimiento de la barriada Villa Violeta en Comas y 30 de agosto en Villa
Maria del Triunfo, mientras se celebraba la primera Convención de Barriadas en
Chaclacayo. Las barriadas del Cono Sur y la Federación Distrital de El Agustino
protestaban frente a la Empresa de Saneamiento de Lima, demandando agua
potable (Matos: 2012). El primero de noviembre, días antes de las elecciones
municipales, los pobladores del Cono Este, especialmente los de Canto Grande y
Huáscar, realizaron una marcha masiva hacia el Parlamento con la finalidad de
exigir agua potable, alcantarillado y luz eléctrica. Para enero de 1981, surgieron
cuatro barriadas en San Juan de Lurigancho, a la vez ocurría un paro nacional y
una marcha masiva de las barriadas del Cono Este a Palacio de Gobierno.
El gobierno nacional y el Congreso presenta una política de “asentamientos
humanos”, en el cual la tarea de resolver los problemas estaba en manos de los
alcaldes y sus municipios. «El gobierno aprobó el Decreto Legislativo 51, Ley de
Municipalidades, mediante el cual se crea la Dirección Ejecutiva de Asentamientos
Humanos Marginales, con la finalidad de prestar asistencia a los pobladores, y la
Ley de Municipalidades 23853, que dispone formalizar la propiedad de los terrenos
a quienes acrediten su posesión hasta antes de 1980». (Matos: 2012) Las
municipalidades, sin embargo, se dedicaron a «titular sin generar saneamiento de
la propiedad y menos aún registro» (Matos: 2012); es decir, dichos documentos
servían para la entrega, pero carecían de valor. Mientras tanto, crecían
considerablemente las invasiones en terrenos urbanos, llegando a 34 nuevas
barriadas.
En las elecciones municipales siguientes ganó Alfonso Barrantes, líder de Izquierda
Unida, además de 20 alcaldes del partido en los distritos más populosos de Lima.
Para Matos Mar, ello significaba un giro nuevo a la evolución del proceso del
surgimiento de las barriadas. El proyecto de Vaso de Leche y la formación de
Cocinas Populares fueron los proyectos que promovieron un mayor protagonismo
del Estado en las barriadas populares.
Entre 1984 y 1985, se creó la Comisión de Asentamientos Humanos en un intento
de canalizar el desborde urbano. Sin embargo, las invasiones continuaban
intensamente, ocupaban áreas periféricas y resquicios de las barriadas existentes,
así como también terrenos cercados de propiedad privada destinada a actividades
industriales. La municipalidad de Lima reconoció 203 asentamientos humanos entre
1980 y 1985.
Por su parte, el gobierno central se encontraba en crisis debido al pago de la deuda
externa, que incapacitan su accionar en la política social. Su único programa fue
Cooperación Popular, creado durante el gobierno de las Fuerzas Armadas y
destinado con la finalidad de construir obras locales para dar oportunidad laboral y
mano de obra. También se creó el Banco de Materiales, que prestaba dinero para
materiales de construcción pagaderos en cuotas mínimas.

Terrorismo
La aparición de Sendero Luminoso[editar]
En 1980 empezaron las actividades armadas del Partido Comunista del Perú-
Sendero Luminoso. Para comprender los orígenes del mismo es necesario explicar
las diferentes divisiones que sufrieron las agrupaciones comunistas peruanas
durante ese periodo.
En 1964, el Partido Comunista se dividió en Partido Comunista del Perú-Patria Roja
(PCP-PR) y Partido Comunista del Perú- Bandera Roja (PCP-BR) ambos de
ideología maoísta. La diferencia se debía fundamentalmente a que el PCP-Patria
Roja entró a la legalidad y el PCP-Bandera Roja aprobó el uso de la violencia para
fines políticos. En 1970, el PCP-BR sufrió otra escisión debido a diferencias entre
Saturnino Paredes y Abimael Guzmán. Paredes estaba «preocupado en la
construcción de gremios campesinos» y Guzmán consideraba de mayor
importancia «la reafirmación de una ideología y la definición de una línea política
general».21 Este acontecimiento, generó el surgimiento del Partido Comunista del
Perú-Sendero Luminoso (PCP-SL), encabezado por Guzmán.
Como podemos ver, Sendero Luminoso ya existía desde la época del gobierno
militar de los ‘70. Esperaron la ocasión propicia para iniciar lo que llamaban la “lucha
armada” o “guerra popular” y esa fue el retorno a la democracia. Un día antes de las
elecciones, en la localidad ayacuchana de Chuschi, un grupo armado de cinco
encapuchados irrumpió en el local donde se guardaban las ánforas para las
elecciones nacionales y quemaron las ánforas y el libro de registro electoral. El
ataque fue considerado por Sendero Luminoso como el inicio de su guerra popular
(17 de mayo de 1980).
La respuesta del gobierno ante el creciente accionar de Sendero Luminoso fue
lenta. Para algunos voceros del gobierno se trataba solo de abigeos (ladrones de
ganado) o de personas insanas que necesitaban de tratamiento psiquiátrico.Por lo
demás, en un contexto de regreso a la democracia tras los doce años de gobierno
de las Fuerzas Armadas, donde las tareas de mayor urgencia era la activación
económica y apaciguar el descontento social, se pensaba que la vía revolucionaria
había desaparecido de la política peruana debido a la participación mayoritaria de
la izquierda en los últimos comicios.
La primera acción concreta por parte del gobierno se realizó en febrero de 1981,
cuando se promulgó el decreto legislativo antiterrorista 046, el cual establecía
responder «legalmente a los ataques del PCP-SL y en el cual se tipificaba el delito
de terrorismo».
El 3 de marzo de 1982 los senderistas asaltaron la cárcel de la ciudad de Ayacucho,
para liberar a sus correligionarios presos, acción que fue planeada por el mismo
Abimael Guzmán desde Lima, y en la que murieron dos guardias civiles. Este hecho,
que fue muy resonante, originó la represalia de un grupo de policías, que mataron
a cuatro prisioneros senderistas que se hallaban internados en un hospital público.
La policía, que debía enfrentar tan inesperada amenaza, evidentemente no estaba
preparada para responsabilidad de tal magnitud. Fue entonces cuando el gobierno
decidió encomendar a las Fuerzas Armadas el restablecimiento y mantenimiento
del orden en las regiones afectadas.
El 27 de diciembre de 1982, el presidente dio un ultimátum al PCP-SL para que
entregara las armas antes de la intervención de las Fuerzas Armadas. Finalmente,
el 29 de diciembre de 1982 se dio el decreto supremo que declaró en estado de
emergencia las provincias de Huanta, La Mar, Cangallo, Víctor Fajardo y Huamanga
en Ayacucho; Andahuaylas en Apurímac y Angaraes en Huancavelica, asumiendo
las Fuerzas Armadas el control del orden interno.
Nunca se diseñó una estrategia tendiente a combatir a la subversión, sino
simplemente se declaró el Estado de Emergencia y se envió a las Fuerzas Armadas
y las Fuerzas Policiales a combatir a los alzados en armas. Este hecho agravó
mucho el conflicto, pues los uniformados, en la práctica sin control civil, se
entregaron a una brutal campaña represiva que costó miles de vidas, las que se
sumaron a las víctimas, más numerosas, de Sendero Luminoso. El
historiador Héctor López Martínez, que por entonces era viceministro del Interior,
dice al respecto: «Sería absurdo negar que hubo excesos aislados de parte de las
fuerzas del orden, pero en el gobierno del presidente Belaúnde no hubo ninguna
directiva que diera luz verde a la llamada “guerra sucia”, es decir, a que se
procediera sin ningún miramiento y sin tomar en cuenta el costo social que, por
desgracia, terminó siendo muy alto.»
Fue precisamente a partir de 1983, cuando Sendero Luminoso, en respuesta a la
represión militar, intensificó su campaña, imponiendo un terrorífico régimen de
violencia extrema en el sur andino y asesinando indiscriminadamente a miles de
campesinos, profesionales, comerciantes y autoridades locales.
Los hechos más graves sucedidos en este tiempo fueron:
 La masacre de Uchuraccay donde ocho periodistas y un guía del lugar, fueron
asesinados por los moradores de dicho distrito andino al confundirlos con
militantes de Sendero Luminoso.
 La masacre de Huancasancos y Lucanamarca, perpetrada en abril de 1983 por
los senderistas sobre las poblaciones campesinas de dichos lugares, porque
estas se negaron a darles apoyo. Fue la primera de una serie de masacres que
los senderistas cometieron sobre poblaciones humildes de los Andes, a lo largo
de su “guerra popular”. Una de ellas fue la masacre de Soras, donde fueron
asesinados más de un centenar de campesinos.
 La matanza sistemática ocurrida en el cuartel Los Cabitos de Huamanga, entre
1983 y 1985, perpetrada por los militares. Investigaciones posteriores hallaron
las osamentas pertenecientes a 136 individuos, que habrían sido detenidos por
ser supuestamente miembros o colaboradores del senderismo.
 La masacre de Putis, ocurrida en diciembre de 1984, donde más de cien civiles
fueron masacrados por una unidad del ejército al ser confundidos con militantes
de Sendero Luminoso,siendo enterrados en un conjunto de fosas comunes
clandestinas.
Belaúnde parecía tener presente lo ocurrido en su primer gobierno, cuando
surgieron las guerrillas del MIR, que las Fuerzas Armadas liquidaron rápidamente.
Pero ocurría que Sendero Luminoso era algo distinto a una guerrilla: era un grupo
armado que aplicaba la táctica de la guerra sucia, esto es, la de emboscar y matar
de manera sorpresiva, para luego esconderse. A diferencia de una guerrilla, rehuía
a un enfrentamiento abierto con las fuerzas armadas. Como se comprobaría en los
años 1990, el punto clave era capturar a la cúpula senderista, pero Belaúnde dejó
escapar, en más de una ocasión, la gran oportunidad de atrapar a Abimael Guzmán.
Este fue ubicado en Lima, en 1982, tal como lo cuenta el periodista Gustavo Gorriti.
Muchos creían que el líder senderista estaba en las serranías, dirigiendo la lucha
armada; sin embargo, como después se comprobó, siempre estuvo en la capital
peruana, viviendo en barrios residenciales. Fue en ese año de 1982 cuando los
servicios de inteligencia lo ubicaron en la casa de su suegro en la avenida Pershing,
en San Felipe; de acuerdo a los informes, se hallaba presumiblemente muy
enfermo. Informado Belaúnde, no pareció dar mayor importancia al asunto (en esos
momentos se hallaba afanado en coordinar con el embajador estadounidense un
plan de paz para evitar la guerra de Las Malvinas) e increíblemente prohibió que se
capturara a Guzmán en esas condiciones, por considerar que, en caso de que
falleciera, fuera considerado mártir por sus seguidores y que su gobierno quedara
como «asesino» ante la comunidad internacional. Al margen de cualquier excusa,
es sin embargo notorio que Belaúnde dejara escapar una magnífica ocasión que
hubiese determinado el fin de la lucha antiterrorista.
Hay que destacar también el papel de primerísimo orden que tuvo la esposa del
líder senderista, Augusta La Torre, alias camarada Norah, que formó dos
organismos importantes para el accionar terrorista: la despiadada Milicia femenina
y Socorro Popular; ella fue quien encabezó los arrasamientos de haciendas y
poblados, y dirigió los asesinatos selectivos y los coches bomba.33
Las reiteradas violaciones de los derechos humanos en las regiones del conflicto,
los crímenes y abusos no divulgados de efectivos militares y policiales peruanos,
así como los de Sendero Luminoso, convirtieron al gobierno de Fernando Belaúnde
en uno de los más violentos de la historia de Perú.
La aparición del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru
En 1982, facciones del Movimiento de Izquierda Revolucionaria y el Partido
Socialista Revolucionario formaron el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru
(MRTA), cuya organización postulaba por la necesidad de reanudar la lucha armada
en el Perú, uno de sus cabecillas era Víctor Polay Campos. Inspirado en la victoria
del FSLN en Nicaragua en 1979 y el creciente auge de la lucha armada interna en
Colombia, sus acciones se iniciaron el 31 de mayo de 1982 a partir de un robo de
un banco en Distrito de La Victoria|La Victoria. Se fueron expandiendo por todo el
país, pero siempre serían vistos como una amenaza secundaria a comparación de
Sendero Luminoso.
Aspecto Internacional:
Integración regional
En la política exterior, Belaúnde adoptó una posición de liderazgo. Apuntó a la
integración regional como un gran esfuerzo de construcción de infraestructura para
beneficio de la población, la libre circulación de los bienes y servicios entre los
países que integraban el territorio regional.
Puso en debate internacional nuevos temas como la reclamación de un comercio
justo; propuso un mayor equilibrio, más racional y equitativo; planteó la revisión de
las bases fundamentales del sistema financiero internacional para que este pudiera
contribuir de manera más eficaz al desenvolvimiento e integración de los países del
Tercer Mundo, tuvo clara visión acerca de las posibilidades que el Perú tenía para
impulsar su desarrollo a través de un programa de inversiones públicas financiado
por los organismos multilaterales y los organismos como el Banco Mundial, Banco
Interamericano del Desarrollo y la Corporación Andina.
Diplomacia económica
Ante un escenario de bipolaridad Este-Oeste, Belaúnde consideró importante
apoyar las causas de los países en desarrollo, buscando un nuevo sistema
económico. Esta postura internacional la sostuvo en el marco de las Naciones
Unidas. Asimismo, para Belaúnde era importante unidad entre los países de la
región. Debido a este motivo, se sirvió de mecanismos de consulta y coordinación,
para consolidar una opinión territorial entre los países sudamericanos frente a los
dilemas del escenario internacional, en especial sobre los problemas de la deuda y
la ortodoxia fiscal impuesta por organismos financieros multilaterales. La posición
de Belaunde al respecto fue clara: lograr de los acreedores mejores condiciones de
pago, sobre la base de fórmulas negociadas y de mutua conveniencia. Al igual que
en otros asuntos de política exterior no propuso ni la ruptura ni la confrontación, sino
soluciones derivadas de un consenso sustentado en la identificación de intereses
comunes entre acreedores y deudores.
Belaunde representó un liderazgo importante en la dinámica internacional
persiguiendo los intereses de los países del Tercer Mundo, con una posición
respetuosa frente a los países industrializados, y sus organismos: puso nuevos
temas en la mesa del debate internacional: reclamó comercio justo; propuso un
mayor equilibrio, más racional y equitativo, en las relaciones económicas entre
países asimétricos; planteó la conveniencia de revisar las bases fundamentales del
sistema financiero internacional para que éste pudiera contribuir de manera más
eficaz al desenvolvimiento e integración de los países del Tercer Mundo; tuvo clara
visión acerca de las posibilidad que el Perú tenía para impulsar su desarrollo a
través de un programa audaz de inversiones públicas debidamente financiado por
los organismos multilaterales del ramo.36 El Perú apoyó en el ámbito de organismos
como el Sistema Económico Latinoamericano (SELA) los planteamientos
formulados para definir una posición regional sensata y dialogante a fin de hacer
frente al grave problema derivado de la rápida modificación de las condiciones
financieras internacionales, en virtud de las cuales América Latina, receptora de
flujos positivos de capital hasta 1982, se convirtió, a partir de entonces, en
exportadora neta de los mismos.
Crisis de la embajada de Perú en Cuba
Apenas tomó posesión del gobierno, Belaúnde se enfrentó a esta crisis, que se
originó en enero de 1980 cuando 24 cubanos que buscando escapar del régimen
impuesto por Fidel Castro en Cuba, ingresaron violentamente a bordo de un autobús
a la Embajada de Perú en La Habana. El embajador peruano Edgardo de Habich
Rospigliosi permitió el ingreso de las fuerzas especiales cubanas para desalojar los
invasores, esta acción le costó el puesto al embajador por no haber recibido la
autorización del gobierno peruano.
El 28 de marzo fue el segundo ingreso de cubanos en la embajada y el 1 de abril
fue el tercer ingreso realizado bajo fuego por parte de la milicia cubana; en este
incidente resultó muerto un militar cubano. Fidel Castro exigió al gobierno peruano
que entregará a los cubanos refugiados en la embajada. Frente a la negativa del
Perú de hacerlo, Fidel Castro lanzó un comunicado de prensa el día 4 de abril, por
el cual retiraba la seguridad a la sede diplomática por lo que «dicha sede queda
abierta para todo aquel que quiera salir del país». Ya para el domingo 6 de abril
habían entrado 10.803 cubanos en la Embajada de Perú.
La crisis culminó en junio de 1980 cuando se concedieron visas humanitarias a los
refugiados, España dio 350 visas, Canadá 600, Costa Rica 250 y Perú 750. Llegaron
al Perú 450 cubanos, cifra que aumentó a 742 para agosto. La mayoría fue instalada
en un campo de refugiados en el Parque Túpac Amaru de San Luis. La mayoría de
los asilados en Perú volvió a emigrar.
Conflicto con Ecuador
El 22 de enero de 1981, el gobierno peruano denunció el ataque a una de sus
aeronaves cuando realizaba una misión de abastecimiento a puestos de vigilancia
en el río Comaina (territorio peruano). El incidente fronterizo fue provocado por la
presencia del ejército ecuatoriano que había sobrepasado la línea de cumbres de la
Cordillera del Cóndor, constituyó para el Perú y América Latina un serio motivo de
preocupación. El presidente Belaúnde ordenó la inspección del río Comaina hasta
sus nacientes en el lado oriental de la Cordillera del Cóndor, comprobándose la
existencia dentro del territorio peruano de tres destacamentos militares
ecuatorianos con sus respectivas instalaciones. Este hallazgo causó acciones de
fuerza, logrando las fuerzas peruanas desalojar los destacamentos ecuatorianos.
Pero, tras la medición de las coordenadas, se comprobó que no correspondían a la
mencionada Paquisha sino, como lo calificó el presidente Belaúnde, a un «falso
Paquisha». El ministro de Relaciones Exteriores del Perú se comunicó
telefónicamente con su colega ecuatoriano para exigirle el repliegue de las tropas
de su país al lado occidental de la cordillera, con la advertencia de no hacerlo serían
desalojados militarmente.
La eficaz intervención diplomática de Brasil, Argentina, Chile y Estados Unidos dio
lugar a las conversaciones de Aguas Verdes (Tumbes) y Huaquillas, por
pronunciamiento separados, quedó en claro, que a las fuerzas peruanas
correspondía el lado oriental de la Cordillera del Cóndor y a los similares de Ecuador
el lado occidental, conforme lo estipulado por el Protocolo de Río de Janeiro,
llamado el acta Sorrosa-Du Bois fijó las coordenadas de ubicación permitidas para
las tropas fronterizas, ratificando la condición de la mencionada cordillera como
límite natural entre ambos países. También quedó establecido ante los agregados
de los países garantes que las tropas peruanas en ningún momento habían
sobrepasado el límite fronterizo, Belaúnde había ordenado no hacerlo lo que
contribuyó a que no se gestará un conflicto bélico.
En 1992, los presidentes de Perú y Ecuador, Alberto Fujimori Fujimori y Rodrigo
Borja Cevallos, suscriben el llamado Pacto de Caballeros en el que se comprometen
a buscar soluciones pacíficas a las diferencias. Sin embargo, en el mes de diciembre
de 1994, después de una declaración oficial por parte del gobierno peruano, que
reclamaba como suyos los territorios en disputa, y frecuentes encuentros entre
patrullas de ambos países, se empiezan a notar movilizaciones del ejército del
Ecuador, que desde 1981 había estado preparándose para enfrentar un conflicto
generalizado, desplegando sus sistemas de defensa en el área de la Cordillera del
Cóndor.
Conflicto de Las Malvinas
El 2 de abril de 1982, el gobierno militar de Argentina ocupó las islas Malvinas. En
consecuencia, la reacción británica no se hizo esperar. Advirtiendo tan seria
amenaza para la paz de América Latina, Belaúnde propuso el 11 de abril una tregua
para discutir los términos de un arreglo.
El 2 de mayo el Belgrano, navío argentino, había sido atacado y hundido, se pensó
entonces que la propuesta de paz de Belaúnde no tendría relevancia. Sin embargo,
cuando los argentinos atacando con una sofisticada tecnología aérea, lograron
destruir el Schefield, se abrió nuevamente las conversaciones para un acuerdo de
paz. Los británicos, estaban dispuestos a considerar el cese del fuego y la
desocupación del teatro de operaciones por ambas fuerzas. Se expresaba además,
la aceptación que las Naciones Unidas se hiciera cargo transitoriamente de la
administración de la isla. La documentación, establecía que la desocupación de las
islas se efectuara simultáneamente.
Sin embargo, las condiciones para el acuerdo no fueron las adecuadas y el 21 de
mayo comenzó el desembarco británico en San Carlos con pérdidas de navíos y
considerables pérdidas materiales. El 28 de mayo se produjo la ocupación de
Darwin y Goose Green. El desenlace ocurrió el 14 de junio con la rendición del
general Menéndez al general Moore. La guerra había vencido a la diplomacia.
«Sería estéril la experiencia si no se extrajera de ella enseñanza para el porvenir.
Quedó demostrado que una gestión de paz nunca es inútil. Hoy que el conflicto
subsiste, ahondando por las tumbas que nunca debieron abrirse, se comprueba,
una vez más, que la violencia no resuelve nada», expresó posteriormente Belaúnde.
En 1985, el presidente argentino Raúl Alfonsín visitó el Perú y condecoró a
Belaúnde con el Collar de San Martín.
Afirmación del Estado de Derecho
Se puso en vigencia la Constitución Política de 1979, que fuera elaborada y
aprobada por la Asamblea Constituyente de 1978 (su vigencia se prolongaría hasta
1993), y se devolvió a sus propietarios los diarios y estaciones de televisión y
radiodifusión expropiadas por la dictadura militar, garantizándose, de este modo, el
respeto a la propiedad privada y la libertad de expresión e información.
Además, se restauró el origen democrático de las autoridades municipales,
convocándose de inmediato a elecciones (1980). En Lima triunfó Eduardo Orrego
Villacorta, de Acción Popular, que en 1983 fue sucedido por Alfonso Barrantes,
representante de la izquierda marxista unificada.
Creó las Corporaciones Departamentales de Desarrollo (CORDES), veinticinco en
total (cada una por un departamento, más la provincia constitucional del Callao).
Eran organismos de gobierno regional en las que participaban los alcaldes
provinciales, los representantes de organizaciones y gremios locales, así como los
representantes del gobierno central. Discutían en asambleas proyectos de
desarrollo; el gobierno central dotaba a cada Corde de los medios necesarios, pero
cada una de ellas debía buscar sus propios recursos. En los cuatro años de
funcionamiento de los CORDES (1982-1985) se ejecutaron cerca de 8000
proyectos, desde aulas escolares y postas médicas, hasta puericultorios,
aeropuertos y canales de regadío. También, acatando las disposiciones de la
Constitución, se creó el Tribunal de Garantías Constitucionales y la Fiscalía de la
Nación.
Promulgó la Ley de Hermandad que restableció el sistema de Cooperación Popular
(Minka), iniciado en su primer gobierno, y destinado a apoyar las obras de
infraestructura básica y promover la participación popular en las obras, incluyendo
convenios con distintas comunidades que proponían sus propios proyectos de
desarrollo
Promulgó el nuevo Código Civil.
Expansión vial en la selva. La Carretera Marginal
La extensión de la frontera agrícola fue el principal objetivo del segundo mandato
de Belaúnde. Se reanudó la construcción de varios tramos de la Carretera
Marginal de la Selva (obra iniciada en su primer gobierno), que brindó una
infraestructura vial de acceso inmediato a 1.5 millones de hs. potenciales.
Terminó el tramo norte de la Carretera Marginal de la Selva, la que va de Tingo
María a San Ignacio, de 1.000 km. Construyó el tramo central, de Von Humboldt
(Km. 85 de Pucallpa) a Puerto Ocopa, en la confluencia de los ríos Perené, Ene y
Tambo. Inauguró el tramo Villarrica-Puerto Bermúdez. Buscó así romper el
aislamiento de la selva, específicamente la Selva Central, dentro de los
departamentos de Ucayali, Huánuco, Pasco y Junín.
A medida que se avanzaba con la construcción de esos tramos, grupo de colonos
se establecían en los márgenes del camino recién abierto. Para regularizar esos
asentamientos y crear un polo de desarrollo que les sirviera de centro
administrativo y de servicios, el gobierno decidió la construcción de un moderno
núcleo poblacional. El 24 de mayo de 1984 fue fundada la Ciudad Constitución, en
plena selva central, en el departamento de Pasco, en la margen derecha del río
Palcazu, a unos 12 km del río Pachitea, con la idea de convertirla en el eje
geopolítico del Perú.
Educación
El presidente Belaúnde manifestó su esperanza de que su gobierno iniciado en
1980 sería recordado como el “Quinquenio de la Educación”.
Se promulgó una nueva Ley de Reforma Educativa, desechándose lo que se
había hecho durante el gobierno militar (1972), retornándose así a la estructura
educacional de Primaria-Secundaria-Superior. Se conservó de la anterior reforma
el nivel de Educación Inicial, como antesala de la primaria. El nivel educativo
inicial, especialmente en niños de cinco años y más, se elevó de 5,1 grados de
estudio en promedio en 1981, a seis en 1985.
En 1980, solo 85 de cada 100 niños de seis a 14 años asistían a la escuela. En
1985, lo hacían 96. La matrícula subió 4.3 % anual promedio durante el
quinquenio. La educación inicial que en 1980 atendía alrededor de 230 000 niños,
en 1985 se duplicó a 550 000. En el nivel Primaria se alcanzó a cubrir el 94 % de
la población en edad escolar. En el nivel Inicial se duplicaron las matrículas. En
cuanto a la educación especial se duplicó en los años siguientes, subiendo de
7.000 a 15.000 el número de jóvenes y niños en todo el país. El resultado en la
lucha contra el analfabetismo fue también muy importante: logró ser reducido en
un 55 % entre 1980 y 1985. En el campo de la educación superior paso de 50 a 72
establecimientos distribuidos en las diversas ciudades del país.
Se construyeron en todo el país 23.000 aulas; 11.000 por Cooperación Popular;
6.000 por el Ministerio y otras tantas por las Cordes. El número de escuelas
inauguradas superó lo que habían hecho anteriores gobiernos.
Infraestructura física: carreteras, puerto y aeropuertos
De su vasta labor en infraestructura física, mencionamos solo algunas de ellas:
 Se reabrieron los puertos de Salaverry y Matarani, luego de ser sometidos a
desarenamiento y reconstrucción estructural.
 Se inauguraron los puertos fluviales de Yurimaguas y Pucallpa. Se mejoró el
de Puerto Maldonado.
 Se rehabilitó el Ferrocarril Central, con la construcción de los túneles Regal
(800 m) y Presidente Balta (1.300 m).
 Mejoró la Carretera Central en el tramo Ricardo Palma-Surco. Inauguró el
Puente Colgante Eduardo de Habich. Rehabilitó la red vial del Norte
 Modernizó los accesos de Lima mediante la construcción de autopistas en
dirección norte, sur y este.
 Inició el asfaltado de las principales carreteras de penetración.
 Se inauguró la mayor estación terrena de comunicaciones por satélite en
Sicaya.
 Se dotó a los departamentos de estaciones de microondas, quedando así
plenamente intercomunicados.
 Se terminó el aeropuerto de Chachapoyas, así como la modernización y
asfaltado del de Yurimaguas.
Fomento a la investigación
Se creó el Consejo Nacional de Población, para investigar el crecimiento
demográfico, y al mismo tiempo, elaborar una política nacional que tomara en
cuenta los pareceres de los académicos, la Iglesia y las Fuerzas Armadas.
También se creó el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONCYTEC),
creado para fomentar la investigación con miras a lograr progresos en la ciencia y
ponernos a la vanguardia en adelanto tecnológico.

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