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La corrupción en las licitaciones del estado

Antecedentes:

La década de los noventa significó para el Perú una etapa que pocos podremos olvidar. Por
un lado se combatió de manera efectiva al terrorismo y se logró una relativa estabilidad
económica; pero, por otro lado, se vivió una época donde las redes de corrupción hicieron
suyas todo el aparato estatal. (Sandro Hernández Diez), según informes en toda la década
de los 90 la corrupción en licitaciones por parte de funcionarios públicos se perdió más de
3000 millones de soles, para esto existe una fecha clave que es el 5 de abril de 1992 fecha
del autogolpe. Cabe indicar que en esta fecha se dio el desmontaje de la Contraloría
General, Esta institución fue reorganizada, disminuyéndose notablemente su capacidad de
actuación, restándole atributos legales.

En la perspectiva económica analiza cómo la corrupción genera un detrimento patrimonial


del Estado a partir de los diversos actos indebidos, como el soborno, incentivos y regalos
(Rose-Ackerman, 2001). Si bien estos actos tienen su origen en funcionarios mal pagados
y sin motivación, eso no constituye un argumento válido para tolerarlos

Sin perjuicio de lo señalado hasta este punto, podemos adelantar que en las investigaciones
revisadas se aprecia que, en general, el problema recurrente que identifican los autores en
las contrataciones estatales es la corrupción, ya sea mediante dadivas, sobornos y favores
políticos, mediante acuerdos entre funcionarios y privados que participan en los procesos
convocados por el entidades estatales, el débil o nulo control, la ejecución incorrecta de los
contratos, etc

En la actualidad el estado destina el 30% aproximadamente de su presupuesto para la


construcción de obras que son ejecutadas por una licitación.
Corrupción en la Contratación Estatal

La palabra “corrupción” etimológicamente viene del latín curruptus, que significa


descomposición, podredumbre o desintegración, igualmente, se identifica como el proceso
degenerativo de las normas y de los valores que se establecen en la sociedad. Es así que
este fenómeno “corrupción” se halla inmerso en las diferentes funciones estatales. La
planeación, el presupuesto, la gestión de recursos humanos, la administración de recursos
físicos, el control fiscal, entre otras áreas de gestión en donde resulta evidente la
descomposición o desintegración de la función pública.

Siendo en la contratación estatal donde resulta más evidente la injerencia de estas prácticas
degenerativas, ya que a través de la misma se ejecutan los recursos públicos destinados a
los diferentes cometidos del Estado; siendo las áreas más sensibles la contratación pública.

El Estado demanda unos bienes y/o servicios, a través de funcionarios que deciden
comprarlos de acuerdo a los procedimientos establecidos para garantizar principios
públicos como la transparencia y la economía en la selección de las ofertas, o por el
contrario, optan por no considerar estos principios contratando a quien garantice el pago de
un soborno. El funcionario tiene la oportunidad, por ejemplo, de restringir los oferentes, y
garantizar una elección determinada, definiendo y ponderando variables de conveniencia
para un elegido contratista y no para el Estado.

El alto nivel de corrupción en la contratación pública parece haber distorsionado seriamente


los elementos de competencia sana y abierta que constituyen la esencia del proceso
licitatorio. La existencia de monopolios de contratistas es reconocida como la irregularidad
más frecuente en los procesos de licitación se calcula que se encuentra en un 54% de los
contratos.

Es un área específica de las contrataciones en las cuales se presentan sobornos es en la


definición de los términos de referencia, llegándose a encontrar pliegos de condiciones casi
hechos a la medida de un determinado proponente.

La corrupción en los gastos públicos en el área de las contrataciones públicas es de alto


riesgo con la utilización de excepcionalidades a los procesos licitatorios, aprovechándose
del esquema de contratación del Estado para beneficiar intereses particulares.
Adicionalmente, corrompe por el lado del proveedor cuando tiende a buscar la realización
de cambios a los términos contractuales sin tener suficiente justificación, con el único fin de
lograr un incremento en el valor del contrato, dado que la ley permite ajustes del
presupuesto hasta por un porcentaje del valor original del contrato.

Los contratistas llegan incluso a manipular la información con el fin de presentar una oferta
especialmente baja en precios que permita ganar la licitación. Estos contratistas son
considerados como los únicos capaces de ofrecer productos o servicios al Estado, los que
pasan a desempeñar una posición dominante en el mercado contractual del Estado,
restringiendo la libre competencia.

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