Partimos de la afirmación que la catequesis existe desde el mismo momento que existe la Iglesia. Cosa que no podemos afirmar de la catequética, la cual ha nacido y se ha desarrollado como saber científico en tiempos más recientes. A lo largo de su historia, la Iglesia ha sabido realizar y organizar de diversas maneras la actividad catequística, pero solo en pocas ocasiones se puede hablar de una reflexión explícita sobre los contenidos y métodos de tal actividad. Textos como el famoso tratado de San Agustín De catechizandis rudibus (del 399) y, hacia la edad media , la obra de J. Gerson, Tractatus de parvulis trahendis ad Christum (1406), pero no los podemos tratar como reflexiones científicas sobre la catequesis, ni consideralos como obras catequéticas en sentido propio. El nacimiento de las obras y estudios sobre la catequesis en la edad moderna la hacen nacer como disciplina académica, en torno al año 1774, por las indicaciones de la emperatriz Maria Teresa de Austria siguiendo el proyecto de abad benedictino Franz Stephan Rautenstrauch, se fue introduciendo en las escuelas de Teología del Imperio austro-ungaro. Ya sea como enseñanza de la catequética, como disciplina por si misma, o como parte de la teología pastoral, empezando a delinearse una doble dimensión de la catequética, teológoca y pedagógica, que la caracterizará en su desarrollo histórico. En realidad, la entrada en la universidad no significo una asunción de un criterio científico del estudio de la catequesis, sino un deseo de proponer al clero de aquel tiempo las indicaciones prácticas en orden al ejercicio de la enseñanza religiosa. La catequética comenzará a desarrollarse con mayor rigor hacia finales del s.XIX, a partir del nacimiento y desarrollo del llamada movimiento catequético, es decir, del gran movimiento de ideas, inquietudes y de esfuerzos, que a finales del siglo pasado hasta comienzos del Concilio Vaticano II, intentará renovar la teoría y la práctica de la catequesis bajo el influjo de las nuevas corrientes culturales, especialmente en el orden pedagógico y psicológico. Desde entonces la reflexión catequética se moverá entre dos polos: el que pone más acento en los aspectos pedagógicos, con una preocupación más metológica, a una mayor preocupación teológica y preocupada por el contenido de la catequesis.
2. Dos polos en tensión.
De la tensión siempre existente entre los dos polos de referencia de la catequética se hacen presente en no pocos momentos críticos en la historia. Por ejemplo: el nacimiento del famoso método de Mónaco, la crisis del movimiento catequético francés, el Catecismo progresivo. Es de destacar la importancia del Método de Mónaco, o inductivo, o psicológico, elabora al inicio del siglo pasado en Alemania y Austria. Se trata de aplicar a la enseñanza religiosa el proceso didáctico de grados formales de Herbart. En definitiva de asumir un método pedagógico “profano” en el campo religioso- catequético. Otro momento fuerte de tensión es entre la dimensión teológica y pedagógica de la catequesis, que nace nuevamente de la crisis del movimiento catequético francés del los años ’50. En el fondo del conflicto se encontraba el plantear el omitir algunos temas catequísticos importantes, en la infancia, evocando razones pedagógicas o psicológicas.
3. Los dualismos catequéticos.
La doppia anima della riflessione catechetica spiega la persistenza proverbiale
di classiche tensioni tra i due versanti della mediazione catechetica. E di fatto, la storia della prassi e della teoria della catechesi è caratterizzata dalla presenza di binomi dialetticamente polarizzati, in un dinamismo vivo che va dalla complementarità feconda allo choc polemico. Ecco alcuni di quelli più conosciuti:
Fidelidad a Dios y fidelidad al hombre: Sabemos que es la ley fundamental de
la metodología catequética, un principio que se traduce con frecuencia en un campo de batalla entre los defensores de la fidelidad a Dios y los abogados de la fidelidad al hombre. Pedagogía divina y pedagogía humana. Muchas veces el componente pedagógico viene reducido al hecho de una real o presupuesta “pedagogía divina”, en término tales que parece reducir el recurso de la pedagogía “profana” o de las ciencias de la educación.
Madurez cristiana y madurez humana. Dentro de los objetivos de la acción
catequética se encuentra la clásica discusión sobre el ideal de madurez que debe ser perseguido, teniendo en cuenta las relaciones existentes entre madurez cristiana y madurez humana. O mejor aún como implicar el crecimiento humano en el proceso integral de la maduración de fe.
Contenido y método. Aquí nos encontramos en la tensión más fuerte entre
pedagogía y teología. El campo de la actividad catequética está tradicionalmente expuesto al juego dialéctico de la contraposición entre contenido y método, entra la competencia teológica, que fija los contenidos, y la exigencia pedagógica relativa a la medicación metodológica.
4. La catequética, una disciplina que busca reconocimiento.
Uno de las primeras constataciones que nos encontramos es que la catequética hunde sus raíces en la teología y la pedagogía, aun cuando no se presentarían dudas en relación a la epistemología de las ciencias teológicas y de las ciencias de la educación. Que la catequética forme parte del ámbito de la reflexión teológica se deduce de la natura misma de la acción catequética, que es una de las actividades pastorales por excelencia dentro de toda la actividad de la comunidad eclesial. Esto ha llevado por mucho tiempo a concebirla en término de subordinación a la teología sistemática y a sus cánones, lo vemos cuando muchos de los autores de los grandes catecismo del Siglo XIX eran teólogos dogmáticos que han presentado compendios de divulgación teológica. Gracias al movimiento catequético, comienza a crecer la sensibilidad pedagógica hacia las exigencias de los sujetos catequizandos, especialmente con el llamado movimiento de renovación kerigmático, con la distinción entre anuncio de la fe y doctrina de la fe. Cuando seguimos la concepción de relacionar a la catequética con la teología sistemática, nos encontramos con la propuesta de una serie de principios fundamentales de acciones y contenidos que se tienen que transmitir, conviertiéndose la catequesis en la puesta en práctica de la teología sistemática. En cambio al revalorizar y reconocer la teología “pastoral” o “práctica” como reflexión científica sobre la acción pastoral, la catequética encuentra mayor transparencia dentro de este ámbito de la pastoral. Por otro lado, no menos importante de señalar, es la relación, el vínculo entre la catequética con el campo de la educación y de las ciencias pedagógicas. El carácter de educación que posee la catequesis justifica la inclusión de la catequética dentro del ámbito de las ciencias de la educación: en cuanto proceso educativo de maduración de la fe, en individuos y grupos, y en cuanto actividad que se introduce necesariamente dentro del dinamismo global de maduración y crecimiento de la persona. En este sentido la catequética puede y debe ser llamada disciplina pedagógica. Es posible obtener un claro estatuto epistemológico de la catequética, en su doble dimensión teológica y pedagógica, según los siguientes puntos:
a) La labor prevalentemente metodológica de la disciplina catequética, en cuanto saber
teórico orientado a analizar, fundar, iluminar y guiar la realización de la catequesis, es esencialmente una acción eclesial. La catequética no se puede limitar, a tomar de la teología solo los contenidos a transmitir, dejando aparte los aspectos propiamente operativos de la acción, porque ésta es acción educativa. Además hay que tener en cuenta que la labor se hace aquí y ahora, en un momento concreto con unas personas concretas.
b) La visión actualizada y abierta de algunos temas teológicos esencialmente implicados en
la reflexión catequética, como son la teología de la revelación, la concepción de la madurez humana, la relación entre naturaleza y gracia. Esta apertura teológica también debe incluir una adecuada comprensión de la importancia y del trabajo de la teología pastoral o práctica.
c) La aceptación del carácter interdisciplinar de la reflexión catequética. Una exigencia de
multidisciplinaridad y de diálogo interdisciplinar, ya presentes en campos de la teología y de las ciencias de la educación.