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PENSAR ALTO, SENTIR HONDO, HABLAR CLARO

Apertura a una posible epistemología desde la oralidad

Por Oscar Javier Pulido Mahecha


Estudiante Doctorado en Ciencias Cognitivas
Universidad Autónoma de Manizales

La oralidad es un escenario de reciente discusión1, que no implica que deba


considerarse como algo “nuevo”, más bien, sería correcto utilizar el
apelativo de “renovado”, pues la discusión, ha estado presente en
diferentes periodos de la humanidad, incluso, más allá de ello, podemos
situarla como una condición natural de nuestra especie. La Oralidad, ha
sido la compañera de la humanidad desde su mismo origen, nuestra vida
está íntimamente relacionada con ella, no podemos negar que estamos
ante uno de los imperativos de distinción primarios que nos separa
radicalmente de todas las demás especies del planeta, “hablar” es nuestra
mayor “tecnología”2, es la evidencia de nuestra evolución, es lo que nos ha
permitido ser lo que somos y trascender de generación en generación,
discutir la oralidad, es discutir sobre el rastro de nuestra propia existencia.

Tratar de definir un escenario epistemológico que permita adoptar la


particularidad de un proyecto de investigación que contempla la oralidad,
no como un objeto de estudio sino como un elemento fundante, es decir,
no se trata de una episteme “de”, sino, más bien una “desde”. Esta
particularidad de referencia (de/desde) obliga una profunda reflexión de
sentido, lo cual no es una tarea fácil, ni simple, no se trata de un juego
retorico adornado de eufemismos, sino implica realmente un profundo

1
Con la creación del grupo de investigación en estudios sobre la oralidad de la universidad de la Salle, Bogotá
y la Red Iberoamericana de Estudios sobre la Oralidad (Colombia), se ha empezado a visibilizar un escenario
académico para la reflexión continua sobre la oralidad en Colombia y América Latina. Durante los últimos
cinco años se han organizado 5 encuentros académicos, 3 nacionales y 2 internacionales sobre el tema,
además de crearse la Revista Oralidad-es, perteneciente a la misma red.
2
Dentro de la comunidad académica que hace referencia a la Oralidad, es común encontrar un alto grado de
referencia a la Obra de Walter Ong, Oralidad y Escritura – Tecnologías de la Palabra.
cuestionamiento, que, siguiendo las orientaciones del seminario, “una cosa
es hacer ciencia y otra es pensarla”3, lo que está en juego es pensar una
posibilidad de conocimiento desde un hacer tan cotidiano como la
oralidad. La misma obviedad del acto la camufla sobre un velo de
simplicidad que ha ocultado o invisibilizado un tratamiento de mayor
profundidad y reflexión.

Podríamos encontrar parcialmente que esta atención particular por la


oralidad se encuentra sumergida en una epistemología fragmentada por el
mismo proceso positivista y racional de la construcción del conocimiento,
que logró de manera contundente compartimentalizar el tratamiento
científico en especial de los fenómenos sociales, separándolos,
reduciéndolos, objetivándolos e instrumentalizándolos, lo que hace de esta
tarea, algo más complejo, para tratar de aproximarnos a una epistemología.
No es pretensión de este escrito, tratar de definir, fijar o establecer “una”
epistemología, cosa que se podría ser contradictorio dado las mismas
características del fenómeno aquí en reflexión, se trata de plantear algunos
puntos de partida, poner sobre la mesa algunas observaciones que
posibiliten una discusión más nutrida, podríamos pensar este tratamiento en
términos de un “universal singular” situándola en términos metafóricos de
Sartre, atendiendo a una pluralidad singular, un dualismo que se
complementa así mismo, y puede ser visto de ambas maneras como
singular o como universal.

Estas características, se equiparan perfectamente a situar el fenómeno de


la oralidad, en dos campos, dos tratamientos particulares, el primero, como
singularidad, como unidad, entenderla como performance4, donde ya se
nos ha indicado que esta referencia implica un determinado tipo de
interacción, “la oralidad es una práctica, una experiencia que se realiza y
un evento del que se participa” (Victor & Virginia, 2004, pág. 11) donde la
performance se puede entender, en palabras de los mismos autores, como
un espacio cargado de dramatizar y revelar las posibilidades de agencias
de los sujetos. Y el segundo, atendiendo a un universal, su
multidisciplinariedad, dado que, retomando las ideas que propone Abascal5
no se trata de un fenómeno sin reflexión, al contrario, se trata de un
fenómeno fragmentado abordado desde múltiples disciplinas de
conocimiento, un campo teórico que implicaría la construcción de un tejido
de múltiples hilos (epistemes), la tarea de Frankenstein, armar una colcha a
partir de los retazos dejados por la compartimentalización científica.

3
La Epistemología desde una perspectiva de las Ciencias Sociales, escrito por José Hoover Vanegas.
4
Víctor Vich Y Virginia Zabala. Oralidad y Poder. Herramientas Metodológicas
5
María Abascal Dolores. Teoría de la Oralidad.
No es fácil, ni sencillo reconocer que en la actualidad nuestro conocimiento
del mundo y los fenómenos que en él ocurren, así como nuestra propia
existencia, se halla en medio de una profunda crisis que algunos la han
llamado “de paradigmas”6, es decir, estamos situados en un momento
privilegiado del pensamiento, en el cual, el paradigma clásico (tradicional)
no es capaz de responder las preguntas fundamentales y los nuevos
paradigmas no han sido del todo aceptados por la comunidad legitimadora
del conocimiento. Ello implica la necesidad de plantear un diálogo,
descubrir o construir nuevas historias, abrir horizontes integradores que
contraríen el pensamiento impuesto.

Este abrir el horizonte, lo podríamos pensar en términos generales a partir de


tres campos teóricos abordados por diferentes perspectivas, aspectos
fundamentales que se podrían definir en, uno, la integración del
conocimiento propuesta desde el paradigma de la complejidad, dos, la
apuesta por la interacción social y simbólica propuestas desde el
constructivismo; y tres, la pertinencia de un escenario de emancipación
social en América Latina desde el paradigma crítico.

Pensar alto – el desafío de integración disciplinar.

Las ciencias sociales y humanas han venido realizando su objetivo de


comprender y describir el mundo social desde diversas perspectivas o
visiones del mundo que les han brindado los entornos en los cuales emergen
y funcionan, dotándolas de una serie de características en cada momento
histórico. Si en sus comienzos, las ciencias sociales y humanas, fueron
separadas de las ciencias físicas, biológicas y de la filosofía, esa separación
se ha mostrado en la actualidad como falsa, en el sentido en que tratadas
con inferioridad, fueron subordinadas a los métodos y teorías empírico-
positivistas en la medida en que adoptaron los postulados de objetividad,
determinismo, orden, causalidad lineal, aspectos constitutivos ontológicos y
epistemológicos del paradigma clásico.

Lo que se conocía como naturaleza de la sociedad y de la cultura estaba


determinado por las leyes y fundamentos del paradigma clásico. La
subordinación al método racionalista positivo que sufrieron las disciplinas
sociales no permitió una verdadera integración y con el tiempo, se
separaron aún más de la física, la biología, e incluso entre ellas mismas,
delimitando su conocimiento con un paradigma que consideraba leyes
universales y determinísticas. Sólo a partir de hace algunos años (década

6
Sobre este asunto son muchos los que han escrito, entre ellos propongo revisar a Edgar Moran, Immanuel
Wallertein, Emil Corioran e invito a que se lea al colombiano José Rozo Gauta,
del sesenta), se ha venido iniciando un proceso de integración entre
ciencias naturales y sociales. Para ello fue necesario realizar aperturas en
ambos campos, abandonar viejos dogmas, y poner en tela de juicio
verdades establecidas, fundamentalismos y posicionamientos, no
solamente de las disciplinas, sino también de la perspectiva aislacionista de
algunos científicos.

Esta perspectiva de integración, nos conlleva al convencimiento de que el


mundo a pesar de su fraccionamiento impuesto por la visión clásica, forma
una unidad global de la cual tiene que dar cuenta un tipo de epistemología
global, una capaz de pensarse en términos de integración universal y
localización objetual, es decir, utilizando el concepto de Fals Borda,
[glocalización], lo que está sobre la mesa es la posibilidad de una
epistemología capaz de solucionar problemas particulares desde una
universalidad del conocimiento. Desde esta perspectiva se tiene que
resaltar los aportes que vienen dándose con la teoría de sistemas y el
pensamiento complejo, son teorías que empiezan a enriquecer el principio
orientador de esta discusión, dado que se plantean las posibilidades de
empezar a cambiar nuestro modo de percibir, pensar y describir.

El pensamiento complejo no deslegitima todos los elementos de la ciencia


clásica (simplificadora), sino que acoge muchos de ellos y los involucra en
nuevas perspectivas. Morín enfatiza que: “El pensamiento de la
complejidad, como se ve, no es en ningún caso un pensamiento que
rechace la certeza en beneficio de la incertidumbre, que rechace la
separación en beneficio de la inseparabilidad, que rechace la lógica para
autorizar todas las transgresiones. (...) No se trata de abandonar los principios
de la ciencia clásica –orden, separabilidad y lógica- sino de integrarlos en
un esquema que es al mismo tiempo más amplio y más rico.” (MORIN, 2004).
Estamos hablando de un enriquecimiento cognitivo que aumenta las
posibilidades en un movimiento complementario, una epistemología de la
complementariedad, por decirlo así.

Sentir hondo – el desafío a la construcción social.

Ahora bien, teniendo como base los postulados anteriores, se plantea un


segundo lugar de reflexión, un sistema de pensamiento que ubica al sujeto
en un lugar donde puede percibir, concebir, aprehender y co-construir con
los elementos constitutivos que le brinda el entorno en el cual se encuentre
inmerso, renunciando al supuesto teóricos que existe una realidad ‘objetiva’
e independiente. Ahora, “toda realidad es la construcción de quienes creen
que descubren e investigan la realidad” (FERNANDEZ ,2001). La actitud
constructivista se basa en cuatro principios: 1) Las realidades son construidas
socialmente. 2) Las realidades se construyen a través del lenguaje. “El
lenguaje no refleja la naturaleza; el lenguaje crea la naturaleza que
conocemos”, 3) Las realidades se organizan y mantienen a través de las
historias. Para dar sentido a la vida, las personas ordenan los sucesos en el
tiempo de forma coherente. 4) No hay verdades esenciales; todo cuanto se
puede hacer es interpretar la experiencia.

Somos el resultado de un mundo finito/infinito que se abre a nuestros


sentidos. Elegimos, creamos y recreamos, todo está dispuesto esperando el
sentido que le queramos dar, recordar, experienciar, aprender, vivir, y
enseñar, trascender, ese es el estatuto epistemológico, un universal
permanente de múltiples posibilidades que se aborda en la medida de
cada ser y se transforma en la posibilidad de la integración, la crítica, y la
construcción social.

El conocimiento es dinámico, porque la existencia humana es dinámica, y


la interacción social es la evidencia de ello, la realidad muta, porque muta
nuestras interacciones sociales, este dinamismo en el que nos sumerge el
pensamiento dado por el interaccionismo social, nos invita a algo
supremamente fascinante: a cambiar y permanecer en un estado de
transformación constante, a no tratar de “definir” ni de “dar” por hecho
todo, a “dudar” de la vida, de los pensamientos, de la realidad, a vivir cada
instante como una experiencia. Es la interacción social la que nos sumerge
en un estado de “re” cambiar, es esta naturaleza social humana la que
hace posible “re” evolucionar. Esta apuesta por la construcción e
interacción social, nos define en una epistemología por la emergencia de
sentidos claves del construccionismo social. Una epistemología por el sentir,
por la sensibilidad, tal vez perdida por una racionalidad separada, una
sensibilidad perdida en el proceso de civilización.

Hablar claro – el desafío a una práctica de transformación


social.

Es necesario para elaborar un estatuto pertinente reconociendo que la


tarea no se completa solo con el reconocimiento de la complementariedad
e integración epistémica, y la ampliación de sensibilidades e interacciones
sociales, sino, que se completa conformando una triada epistemológica,
integrando, por último, en esta apertura, la necesidad por construir un
escenario crítico y liberador. La posibilidad de una epistemología crítica sería
una apuesta que intenta abrir las posibilidades a cuestionar y desafiar la
dominación a la cual hemos estado sujetos y las creencias y prácticas que
la generan. En otras palabras, la postura crítica es una teoría y práctica
(praxis) de alcanzar conciencia social para ir en relación directa hacía la
búsqueda de la liberación del sujeto. Una epistemología liberadora es un
proceso de sensibilización de la condición social del individuo, que la
adquiere mediante el análisis crítico y reflexivo del mundo que lo rodea, sin
desconocer nuestra acción, mas que interpretar, comprender, describir la
realidad, la apuesta critica busca la transformación de las realidades en las
cuales nos encontramos sumergidos.

Una perspectiva de este talante, implica una tarea deconstructiva, volver a


pensar los fundamentos, logros, metas y límites de los conocimientos y las
disciplinas científicas, en especial las provenientes de la esfera social, para
construir nuevas historias, miradas, perspectivas y oportunidades de
reflexión, que en palabras de Rozo, diría “al mismo tiempo hacer discursos
propositivos con la firme consciencia de que toda proposición no puede ser
una imposición” (GAUTA, 2000). Esta práctica académica e investigativa
incita a romper con la tradicionalidad repetitiva del pensamiento, a crear
ideas, a no estar conformes con la uniformidad, a buscar caminos
alternativos, a debatir las verdades y los métodos científicos establecidos.
Una epistemología de este talente tiene el derecho moral de buscar salidas
prácticas y teóricas a partir de una reflexión crítica al qué hacer científico;
a reconocernos a nosotros mismos como los únicos responsables de nuestro
lenguaje, nuestro conocimiento, nuestra ignorancia y nuestras acciones.

Las aperturas a una posible epistemología de la oralidad, se convierte en


un escenario, que nos permite construir y reflexionar sobre la existencia
misma del ser humano, sobre el significado que hemos construido sobre
nosotros mismos, es una pregunta por nuestra propia esencia, al final y al
cabo, las palabras son el rastro de nuestra existencia, y en la oralidad esta
la esencia de nuestro sentido, ya bien lo había dicho Neruda: “Se llevaron el
oro, y nos dejaron el oro, Se llevaron la Plata y nos dejaron la Plata, se
llevaron todo y nos dejaron todo, nos dejaron … LAS PALABRAS”. Tenemos
en nuestras manos el mayor poder de todos, nuestra oralidad, nuestras
palabras, El que calla otorga. No estudiamos Ciencias Sociales para callar,
estudiamos la vida para vivir, estudiamos la humanidad para ser humanos,
estudiamos la libertad para ser libres. Son las palabras nuestro mayor
instrumento y poder, nuestra oralidad está viva y no podemos permitir seguir
matándola. Hay que pensar alto, sentir hondo y hablar claro. Hablar en voz
alta, denunciar, anunciar, criticar y construir, no hay que comer callado, no
podemos seguir prestándole atención a un modelo que se presta para
degradar la condición humana, que usa y consume nuestros más precisados
recursos tanto físicos, naturales, humanos, sociales, y cognitivos.

Nuestras palabras tienen que actuar como un virus que se propague y


construya un nuevo sistema, nuestra existencia es tan frágil, hoy estamos y
mañana tal vez no, sabemos que la vida es prestada y que no podremos
permanecer para siempre en este cuerpo finito, pero las ideas y
pensamientos siempre existirán. No se trata de hacer una permanencia sino
de construir dignamente nuestra ausencia, no se trata de que te alaben, te
aplaudan, te reconozcan, te idolatren, se trata que tus acciones y palabras
sean tan poderosas y profundas, que marques con cincel en la mente y
corazón de aquellos que te escuchan, se trata de construir dignamente tu
ausencia, que el día que te marches tengan algo para recordar y algo
porque luchar.

“Soy un cuentero y amo contar; vivo entre y de la


palabra; ejerzo la profesión del viento, que no se sabe
cuándo está llegando o cuando se está yendo, voy y
vengo, entro, salgo, hoy estoy y mañana no. No busco
una permanencia sin sentido, sino una ausencia con
dignidad. Soy un cuento, fluyo en el pensamiento y me
transporto por los torrentes de la vida, digno y libre, soy
un cuento que no se puede encarcelar, que no se
puede callar, nadie me puede comprar y ni mucho
vender”.

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