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Alumna: Candia, Tatiana Gisel

Comisión: 6

Lib: 329547030

Problemáticas encontradas en el caso a analizar, posibles respuestas que el


profesional puede brindar como solución y leyes, normas, códigos que permiten
establecer una actitud responsable del psicólogo en el caso a analizar: (pregunta 1 y
2)

 En Japón, en los años 90, la depresión no era tenida en cuenta como una
problemática psicológica:

El modelo atencional era puramente biomédico. George Engel realizo una crítica al
modelo biomédico que reinaba en los finales de los años 70 y comienzo de los años
80, ya que decía que este modelo, reduccionista, era insuficiente debido a que
consideraban que las enfermedades “mentales” eran producto de las alteraciones
físicas y subyacentes, dejando de lado los aspectos psico-sociales que pueden
influenciar en dichas patologías (Engel, G., 1977). En este caso a las personas que
manifestaban los síntomas de la depresión les recomendaban ir a “descansar”.

 El modelo de relación médico-paciente era paternalista:

El medico tenía el poder de decisión sobre el paciente, sin respetar la autonomía


del mismo, y “abusándose” de la vulnerabilidad del enfermo. El principio de
beneficencia sobre el de autonomía.

 Poca actualización teórica de los profesionales de la salud: norma ética


contemplada en:

“Los psicólogos deberán conducirse de forma proba, con firme sentido del honor en el ejercicio de su
profesión. Cooperando con su formación y actualización continua en el avance de su práctica
profesional y en el beneficio de la comunidad” (código Fe.P.B.A. ART: 3.3.3)

“Los psicólogos se preocupan y trabajan para mitigar las causas del sufrimiento humano. En sus
acciones profesionales tienen en cuenta los derechos de sus pacientes o clientes, estudiantes,
participantes de investigación y otras personas afectadas Los psicólogos tratan de evitar el mal uso
de su trabajo. Punto E: Responsabilidad Social. Código A.P.B.A.

“Se debería promover el profesionalismo, la honestidad, la integridad y la transparencia en la


adopción de decisiones, en particular las declaraciones de todos los conflictos de interés y el
aprovechamiento compartido de conocimientos. Se debería procurar utilizar los mejores
conocimientos y métodos científicos disponibles para tratar y examinar periódicamente las cuestiones
bioéticas” (Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos- UNESCO- art: 18,
19/10/2005).

“Los psicólogos que se dedican a la evaluación, terapia, docencia, investigación, consultoría


institucional, dirección o coordinación y otras actividades profesionales, mantienen un razonable nivel
de actualización en la información científica y profesional de sus campos de actividad y realizan
esfuerzos permanentes para mantener la competencia en sus áreas de acción”. (Cod. A.P.B.A., art:
1.05)

No se tomaba a la depresión con la gravedad que se requería, siendo que era una
patología que estaba siendo la causante de una preocupante problemática a nivel
social ya que Japón era y es uno de los países líderes en suicidios por año, y como
causa principal se encuentra la depresión. Tal vez porque era un asunto doméstico
y escondido por miedo a la posible estigmatización en el ambiente familiar, como
laboral y social. Hay que ser éticamente responsables a la hora de diagnosticar,
brindar una atención integral al paciente respetando los derechos y dignidad de las
personas, ya que si uno se equivoca podemos causar un daño a un mayor en el
paciente, en su subjetividad, como también afectar su vida social, laboral, etc. En
este caso la depresión estaba poco difundida como enfermedad mental, y se la
redujo un simple “Resfrió del alma”, con el lema de que “podría pasarle a
cualquiera”, a partir de la campaña de marketing de una reconocida farmacia. Acá
surge un dilema ético con respecto a las nuevas modas y a la responsabilidad de los
medios de comunicación masivo, como estos pueden influir en el modo de pensar y
de actuar de la población. Desde ese momento la cantidad de gente diagnosticada
con el trastorno del estado de ánimo se duplico en poco tiempo.

 Por otro lado, la labor medica estaba fuertemente atravesada por la cultura:

Los japoneses tienen una conceptualización del suicidio muy diferente a la que
tenemos en nuestro país. Para ellos el suicidio es un acto de honor, una acción
“moralmente responsable”. Esta concepción data de la antigua Japón, en la época
de los samuráis, los cuales preferían suicidarse antes de rendirse, para conservar
su honor. Acto que era replicado por los militares en la Japón imperial. Walter Reich
(2007) decía que el diagnostico psiquiátrico puede formularse como una
construcción social, que tiene lugar en un contexto social. Por lo tanto, todo
comportamiento de los ciudadanos es juzgado en relación con una norma social.
Luego del primer caso que llego a tribunales, Ichiro Oshima, una empleada de la
empresa Dentsu que se suicidó luego de haber pasado por una grave depresión,
por el gran estrés, tras trabajar demasiadas horas por día, se comenzó a tener un
poco más de concientización acerca de esta situación como realmente algo que
estaba afectando a la población, especialmente a los empleados. El suicidio y la
depresión comenzaron a tener otro color.

 El Estado no tomaba como algo preocupante las altas tasas de suicidio, por
lo que no era asunto de políticas públicas para su prevención y tratamiento:

Eran los propios profesionales de la salud que minimizaban la depresión a un


simple “Resfrió del alma”. Nobuko Kobajashi, Licenciada en farmacia por la
universidad de Tokio, es miembro destacada de la Fundación Japonesa de Salud
Mental y Derechos Humanos, quien viene denunciando en foros nacionales e
internacionales la persistente violación de los derechos humanos en la asistencia
psiquiátrica en Japón, cuenta que la sociedad japonesa estigmatiza a todo aquel
que padezca de enfermedades mentales. Muchas de ellas se atienden y abonan la
consulta por sus medios por la vergüenza de que se enteren en su trabajo, ya que,
si sufren de algún trastorno pueden ser expulsados, a la vez que inhabilitado para
ejercer su profesión. Hay más de 100 categorías laborales en las cuales por ley está
prohibido ejercer para quienes sufren problemas mentales. En las empresas,
además, sufren discriminación, pudiendo ser trasladados a puestos devaluados, con
el fin último de que pidan la baja por sus propios medios. Luego de varios años de
abandono por parte del Estado, en el 2006, se sanciono una ley de prevención del
suicidio para intentar reducir las tasas y declararlo un asunto “social”.

 No se le daban información al paciente sobre lo que le estaba ocurriendo:

“Se habrá de respetar la autonomía de la persona en lo que se refiere a la facultad de adoptar


decisiones, asumiendo las responsabilidades de estas y respetando la autonomía de los demás.
Para las personas que carecen de la capacidad de ejercer su autonomía, se habrán de tomar
medidas especiales para proteger sus derechos e intereses”. (Declaración Universal de Bioética y
Derechos Humanos, art: 5. UNESCO. 19/10/2005)

La Ley Nacional de Salud Mental 26.657: articulo 7


punto J: “Todo paciente tiene el derecho a ser informado de manera adecuada y comprensible de los
derechos que lo asisten, y de todo lo inherente a su salud y tratamiento, según las normas del
consentimiento informado, incluyendo las alternativas para la atención que en el caso de no poder
ser entendidas por el paciente se comunicaran a los familiares, tutores o representantes legales”.

punto k: “todo paciente tiene derecho a tomar decisiones relacionadas con su atención y su
tratamiento dentro de sus posibilidades”.

Punto l: “derecho a recibir un tratamiento personalizado en un ambiente apto con resguardo de su


intimidad, siendo reconocido siempre como sujeto de derecho, con el pleno respeto de su vida
privada y libertad de comunicación"

Como profesionales de la salud mental tenemos la responsabilidad de hacer valer el


derecho del paciente a recibir información adecuada sobre lo que le pasa y sobre su
tratamiento, respetando su derecho de autonomía de decidir sobre su salud. En este
caso lo que debería haber hecho es darle la posibilidad a que pueda realizar una
consulta con un psicólogo el cual le pueda proporcionar un tratamiento
psicoterapéutico para trabajar caso por caso, haciendo hincapié en su subjetividad.

Modalidad de abordaje: interdisciplinario (médico psiquiatra-psicoterapeuta): como


ya se ha comentado el modelo de abordaje en Japón era muy restrictivo a la
medicina. En este caso hubiera sido necesario un trabajo interdisciplinario. En un
comienzo puede ser que este acompañado del suministro de medicamentos para
contrarrestar los efectos secundarios del estado de ánimo depresivo. lo cual deberá
ser evaluado por el médico-psiquiatra. Esto se encuentra contemplado en la Ley de
Salud Mental n°26.657/ art: 8)

 Abuso de medicalización y del diagnóstico: tratamiento farmacológico como


“solución”.

Luego del “boom” de los antidepresivos se comenzó a diagnosticar y a medicar


como tratamiento. La depresión paso a ser “moda” entre los famosos y los jóvenes.
Reich, en su texto “El diagnostico psiquiátrico como problema ético”, dice que el
diagnóstico es un arma de doble filo; por un lado, estigmatiza a las personas
pudiendo perjudicarlas para toda la vida, por el otro supone un riesgo de sufrir la
perdida de la libertad. A diferencia de los psicólogos, los psiquiatras se aferran
mucho a los diagnósticos, en cambio los psicólogos, generalmente, para dar un
diagnóstico que ellos lo llaman “presuntivo”, requieren de varias sesiones con el
paciente. diagnostico que nunca es exacto, inmodificable. El arma principal de los
psiquiatras es la medicación, la cual actúa como silenciador del cuerpo, imponiendo
la beneficencia sobre el derecho a la autonomía (Reich, W., 2001).

La medicalización de la vida hace de la cura del cuerpo una obligación y transforma a los que se
ocupan de atender la salud en “aliviadores” del dolor físico, desconociendo la enorme complejidad de
la existencia humana” (Friedman, P., 2007).

Dar un mal diagnóstico es el resultado de un proceso en el cual, por carecer de


información adecuada sobre el paciente, sobre la enfermedad, o por falta de
preparación pertinente, el psiquiatra diagnostica indebidamente a un paciente que
debería ser catalogado de otro modo. No prestar atención a que se corre peligro
inminente de suicidio, no solo es éticamente inaceptable si no también moralmente.
¿Qué hubiese pasado si ese paciente luego de la consulta va y se suicida? El
profesional, en nuestro país, estaría en un serio problema. En el caso de que el
psicólogo vea indicios de que el paciente puede causar daños a terceros como así
mismo, se deben activar los protocolos pertinentes, dando aviso a las autoridades
correspondientes, momento en el cual viable levantar el secreto profesional con el
fin de preservar la integridad de la persona y de terceros, amparado en el código de
Fe.P.R.A.

“Cuando así lo exija el bien del propio consultante, debio a que este, por causas de su estado,
presumiblemente haya de causarse un daño causarlo a otros” (art: 2.8.1.1)

“Cuando se trate de evitar la comisión de un delito o prevenir los daños que pudieran derivar del
mismo” (art: 2.8.1.2)

Además, el profesional deberá evaluar si el paciente requiere de un tratamiento sin


su consentimiento informado, lo cual está establecido en los principios para la
atención de los enfermos mentales y el mejoramiento de la atención de la salud
mental Res. 46/119. De las Naciones Unidas:

“...Se podrá aplicar un tratamiento a cualquier paciente sin su consentimiento informado si un


profesional de la salud mental calificado y autorizado por ley determina que ese tratamiento es
urgente u necesario para impedir un daño inmediato o inminente al paciente o a otras personas. Este
tratamiento no se aplicará más allá del periodo estrictamente necesario para alcanzar ese propósito”
(principio 11.8)

Frente a la alerta de posible suicidio se podría llevar a cabo la internación


preventiva, dándole los primeros auxilios psicológicos en un hospital clínico, es en
este momento donde se deberá evaluar la gravedad del cuadro. Nuestra ley de
salud mental 26.657, no permite internar a una persona sin su consentimiento
informado, por lo tanto, una vez equilibrado el paciente podrá decidir si seguir el
tratamiento en forma de internación o volver a su casa y hacer un tratamiento
ambulatorio. Pero en el caso de que el paciente signifique un peligro para sí mismo
o para terceros, los familiares o personas a cargo deberán solicitar la internación
involuntaria por fuerza mayor a un juez.

Ley 26.657:

Art: 14. “La internación es considerada como un recurso terapéutico de carácter restrictivo, y solo
puede llevarse a cabo cuando aporte mayores beneficios terapéuticos que el resto de las
intervenciones realizables en su entorno familiar, comunitario o social”

Art: 20: “La internación involuntaria de una persona debe considerarse como recurso terapéutico
excepcional en el caso de que no sean posibles los abordajes ambulatorios, y solo podrá realizarse
cuando a criterio del equipo de salud mediare situación de riesgo cierto o inminente para si o para
terceros”...

 Campaña publicitaria engañosa que incita al consumismo de medicamentos


psiquiátricos.

“La publicidad deberá hacerse en forma mensurada, incluyendo los datos indispensables para la
información útil; en ningún caso deberá ser exagerado de modo que transgiverse en algún sentido la
índole y eficacia de los servicios” (Cod. Fe.P.B.A. art: 6.1.1.2.)

La campaña publicitaria llevada a cabo tomaba la depresión a la ligera, llamándola


un “Resfrió del alma”, así hizo mucho daño a la población, ya que produjo un efecto
domino, pasando a convertirse en una “moda”, en este caso “peligrosa”, a partir del
lema utilizado: “a cualquiera le puede pasar”. Los psicólogos como profesionales de
la salud deben ser responsables tratando de evitar “el mal uso de su trabajo”, siendo
precavidos con las publicidades que realizan, la cual no debe ser engañosa. En el
caso de Japón la publicidad masiva que se hizo era de un medicamento psiquiátrico
contra la depresión. En nuestro país existe una resolución, la Nº 627/2007, que
regula las publicidades de medicamentos que se dan bajo receta. Esa resolución
llamada "Buenas Prácticas de Promoción de Medicamentos de Venta Bajo Receta",
es la de la cual prohíbe toda forma de anuncio al público de productos cuyos
expedido solo haya sido autorizado “bajo receta”. Porque la simple difusión pública
de medicamentos de venta bajo receta pone en peligro la salud pública que es el
bien jurídico tutelado por la norma. En nuestro país las empresas farmacéuticas solo
pueden publicitarlas a través de los visitadores médicos que promocionan los
medicamentos a los profesionales facultados para prescribirlos o dispensarlos.
Desde ya que un psicólogo “no medica” (Ley 23277 art: 9.1). Así que esta tarea
está destinada a los médicos psiquiatras. En “Los principios para la protección de
los enfermos mentales y el mejoramiento de la atención de la salud mental”, Res.
46/119, principio 10.1 y 10.2: sobre la medicación, dice explícitamente que la
medicación solo será administrada con fines terapéuticos, nunca como castigo ni
para conveniencia de terceros. además, toda medicación deberá ser prescripta por
un profesional de salud mental autorizado por la ley.

Con respecto a la critica que podría a la concepción de salud mental sostenida por
Japón hasta los años 90, es que era un modelo muy restrictivo, ya que tomaba las
enfermedades mentales desde lo físico, dejando de lado las subjetividades. Desde
el punto de vista de la autonomía del paciente, este modelo era autoritario. Desde el
texto de Franca-Tarrago, “Las implicaciones éticas de las antropologías
subyacentes a las teorías psicológicas”, podríamos denominarlo como un modelo
médico-naturalista, para el cual las enfermedades mentales son causa de un
antecedente biológico o un mal funcionamiento neuronal. (Franca-Tarrago, 1996),
negando la libertad y la responsabilidad de las personas, por eso es antiético. Luego
de la gran campaña de publicidad efectuada por la empresa farmacológica, los
diagnósticos de depresión aumentaron, así como también su medicalización, en
este punto podría decirse que hubo un quiebre en la psiquiatría japonesa; ese
fenómeno social hizo que se convirtiera en un modelo médico-social de la salud
mental. Dicho modelo social considera que todos aquellos comportamientos que
practica la mayoría de la población son considerados “saludables”, aunque en
realidad sean sumamente destructivas. Si dicha conducta es “útil” para la mayoría
de la sociedad puede considerarse como “normal”, y todo lo contrario pasaría a
definirse como “anormal”. Ósea que los diagnósticos están atravesados por la
cultura y el contexto social. Como es el caso de Japón, es una sociedad que está
acostumbrada a vivir con elevadas tasas de estrés, generalmente por las cantidades
de horas de trabajo que deben hacer por semanas, y a partir del significado que
tiene en ellos el suicidio como un acto de honor. Como decía Reich los diagnósticos
son una construcción cultural, ya que están vistos y conceptualizados desde la
propia realidad social. Para nuestro país este modelo es inaceptable tanto a nivel
ético como a nivel de los Derechos humanos de las personas.

La salud, según la definición que la OMS hace del término, es un estado de


completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones
o enfermedades. En este caso la atención estaba en manos de médicos
psiquiátricas, centrado en la medicalización. Situándonos en nuestro país y en esta
época, la Ley Nacional de Salud Mental 26.657 en el art 3, reconoce a la salud
mental como “un proceso determinado por componentes históricos, socio-
económicos, culturales, biológicos y psicológicos, cuya preservación y mejoramiento
implica una dinámica de construcción social vinculada a la concreción de los
derechos humanos y sociales de toda persona”. La UNESCO en su art. N 3.1 y 3.2
dice que se debe respetar los derechos humanos de todas las personas, así como
también sus libertades fundamentales, los intereses y actuar en post del bienestar
de la persona como prioridad con respecto al interés de la ciencia o la sociedad. La
Federación de Psicólogos de la República Argentina (Fe.P.B.A.) en su preámbulo,
entiende el bienestar psíquico como uno de los derechos humanos fundamentales,
teniendo el psicólogo que trabajar para promoverla, en el mayor nivel de calidad,
ateniéndose a los límites que la ética y la ciencia establezca. Con respecto a los
Derechos Humanos se están violando derecho de la primera y segunda generación.

Derechos de la primera generación: no se estaba considerando los derechos


personalísimos a la vida en no considerar a la depresión como una enfermedad tal
que te puede llevar al suicidio. derechos relacionados con la integridad física del
individuo, a la integridad psicológica.

Con respecto a los derechos de segunda generación en un primer momento


estaban siendo vulnerados y es a partir del suicidio de Ichiro Oshima, el cual llega a
los tribunales y provocando un gran revuelo en la prensa y en la sociedad, se
produce lo que llamamos un “giro ético”, en cuanto a la concepción que se tenía de
la salud mental y a replantearse las condiciones de trabajo que se estaban llevando
a cabo hasta ese momento se comenzó a movilizar por los derechos de los
trabajadores a vivir y trabajar dignamente. A partir de esto, se logró la sanción de
una ley para la prevención del suicidio, así como también la intervención de
profesionales de la salud, los cuales administraban test para evaluar el nivel de
estrés en las empresas, como modo de poder detectar a las personas vulnerables y
brindarle ayuda prometiéndole confidencialidad.

Bibliografía:

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 Rovaletti, María Lucrecia. Reflexiones para una etica del proceso
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https://www.psi.uba.ar/academica/carrerasdegrado/psicologia/sitios_catedras/
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 Franca-Tarrago, Omar. (1996). Ética para psicólogos: cap:2: las
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 Naciones Unidas. Principios para la protección de los enfermos mentales y el
mejoramiento en la atención de la salud mental. Res. 46/119. 17 de diciembre
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 UNESCO. Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos. 19 de
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 Código de Ética de la Federación de Psicólogos de la República Argentina.
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 Ley 23.277 de Ejercicio Profesional de la Psicología.
 Ley 26657. Ley Nacional de Salud Mental.

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