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Adam Smith: Biografía, Teoría, Aportes

Adam Smith (1723-1790) fue un filósofo y economista considerado el ideólogo de los


principios del capitalismo. No solo fue un gran exponente de la economía clásica, sino que
también contribuyó con sus propios aportes a la elaboración de teorías sociales en función
de un sistema económico propuesto. Basó su vida desarrollando un entendimiento del
fenómeno conocido como Revolución Industrial.

Los trabajos de este economista y autor escocés marcaron un antes y un después en las
nociones económicas y laborales de la época. Su pensamiento fue aplicado de manera tal
que forjó las bases de sistemas económicos que persisten a nivel mundial.

El pensamiento de Adam Smith es considerado popularmente como una oposición a otro


pensador económico y social que aparecería posteriormente: Karl Marx. No obstante, hoy
en día hay pruebas suficientes para demostrar que las propuestas de Smith han perdurado
con el tiempo, en la teoría y la práctica.

Smith dejó una corta pero completa obra escrita, en la que presentó casi, sino todas, sus
ideas. La Riqueza de las Naciones, publicada en 1776, es considerada su obra de mayor
valor teórico e histórico.

Adam Smith nació en Escocia el 5 de junio 1723. La ciudad de donde proviene Smith es
Kirkcaldy, caracterizada por ser una zona de pescadores.

Cuando tenía tres meses, Smith quedó huérfano, dado que su padre falleció. Su madre fue
Margaret Douglas, y fue la segunda esposa del padre de Adam Smith. Cuando este murió,
Adam quedó bajo los cuidados solo de su madre, de quien se dice que siempre estuvo muy
unido.

Cuando tenía 4 años ocurrió un evento importante en su vida, dado que fue raptado por un
grupo de gitanos. En cuanto notaron su desaparición, su familia comenzó a buscarlo hasta
que finalmente dieron con él en un bosque, en donde había sido abandonado.

Aparentemente, esta experiencia no le dejó secuelas en el ámbito psicológico, pues según


los registros encontrados en la historia se sabe que fue un niño igual de estudioso y
cariñoso, solo que siempre fue débil y se enfermaba con facilidad.

Estudios universitarios
La familia de Smith era pudiente, pues Margaret era hija de un propietario de la comarca de
abundante solvencia económica. Debido a esto, Adam pudo estudiar en la Universidad de
Glasgow. Entró en esta casa de estudios en el año 1737, cuando tenía 14 años.
Allí sintió una atracción muy fuerte hacia las matemáticas; además, en este recinto entró en
contacto por primera vez con Francis Autcheson, quien enseñaba Filosofía moral, y de
quien se reconoce una influencia bastante considerable en el posterior pensamiento de
Smith.

Tres años más tarde terminó sus estudios en Glasgow y fue merecedor de una beca gracias
a la cual tuvo la posibilidad de estudiar en el Balliol College, ubicado en el Reino Unido.

Varios historiadores coinciden en que el hecho de haber recibido una formación en estas
dos casas de estudio influyó de manera notable en el pensamiento que posteriormente
expondría Adam Smith.

Smith terminó sus estudios en 1746, cuando tenía 23 años de edad, y ese mismo año
regresó a Kirkcaldy. Comenzó a buscar empleo y sus inicios fueron como conferencista,
brindando exposiciones en Edimburgo.

Profesor universitario
Poco a poco fue alcanzando cierta fama en el ámbito académico, dado que sus conferencias
solían tratar temas tan diversos como la economía, la historia o incluso la retórica. Además,
logró publicar algunos escritos en la Edimburgh Review, gracias a lo cual también se hizo
más conocido.

Luego de esta labor como conferencista, en 1751 Adam Smith fue tomado en cuenta para
una plaza de profesor de Lógica en la Universidad de Glasgow. Smith duró 1 año dando
clases de esta materia, y luego decidió comenzar a impartir clases de Filosofía moral, dado
que esta fue un área que siempre le interesó bastante.

Toda esta experiencia le permitió formar parte de un grupo de profesores, académicos,


intelectuales y hombres de negocios. Especialmente, había hombres especialistas en
comercio colonial, y las interacciones que tenían con estos hombres en dichos círculos le
permitieron aprender mucho sobre la dinámica económica del momento.

En medio de este contexto, Adam Smith publicó su primer libro en 1759; The theory of
moral sentiment (La teoría de los sentimientos morales).

Preceptor
En 1763 Adam Smith obtuvo una propuesta laboral, que iba a significar una remuneración
económica mucho mayor. La tarea encomendada era ser preceptor del duque de Buccleuch.
Smith aceptó la propuesta y viajó a diferentes zonas del mundo junto con el duque de
Buccleuch. En estos viajes tuvo la oportunidad de conocer a personalidades destacadas del
mundo académico y de forjar lazos en círculos de importancia.

Primero viajó a Toulouse, Francia, en 1764; allí estuvieron 18 meses. Luego estuvieron
durante dos meses en Ginebra y luego viajó a París.

Durante su estadía en Ginebra buscó la forma de conocer a Voltaire; y luego en París fue
puesto en contacto con personalidades como François Quesnay, quien en su momento
disertó de forma concreta sobre el origen de la riqueza.

Adam Smith aprovechó este tiempo de viajes para escribir, pero en 1767 murió de manera
inesperada el hermano del duque de Buccleuch, de forma que Smith y el duque regresaron
rápidamente a Londres.

Ensayo cumbre
El año de 1767 fue para Adam Smith el inicio de la creación del que sería su próximo
trabajo. Este libro se tituló An inquiry into the nature and causes of the wealth of nations
(La riqueza de las naciones), y resultó ser su obra más importante. Culminó de escribirla en
1776, seis años después de haberla iniciado.

Dos años después, en 1778, luego de la gran acogida que tuvo su última publicación, Smith
decidió retirarse. Se trasladó a Edimburgo y allí continuó con su vida, de forma tranquila y
con total dedicación a revisar y mejorar sus dos publicaciones más importantes.

1784 fue un año fuerte para Adam Smith, pues su madre falleció. Aunque esta ya tenía 90
años de edad, su muerte significó una pérdida muy grande para él.

Tan mal de salud estaba Smith que en 1787 se le nombró rector de la Universidad de
Glasgow y su debilidad no le hizo posible dirigirse a los asistentes. Cuando tenía 77 años,
el 17 de julio de 1790 murió en Edimburgo, sitio en donde pasó sus últimos años de vida.

Teoría económica
Adam Smith ha sido considerado como el padre del liberalismo económico. La principal
cuestión que le inquietó durante sus disertaciones era el origen de la riqueza, estando
ubicado en el contexto de la Revolución Industrial, época en la que Inglaterra aumentó
considerablemente la producción de distintos bienes.
Smith consideró que principalmente son dos los factores que tienen influencia: el mercado
y la productividad aumentada gracias a la división del trabajo.

Trabajo dividido
Según Smith, para hacer que la productividad aumente, que es el objetivo primordial, es
necesario llevar a cabo una división de tareas; es decir, que una tarea específica se hará de
forma más eficiente si de esta se encargan varias personas especializadas en dicha tarea, y
si cada una se encarga de un área determinada.

Este concepto es fácilmente observable en una fábrica o establecimiento, y la apuesta de


Smith era que, si dicho modelo funciona de forma correcta en un establecimiento
determinado, también funcionaría eficientemente si se extrapola a la economía de un país.
En este caso, el término adecuado a utilizar sería el de división social del trabajo

Dentro de la disertación sobre la división del trabajo. Smith también fue capaz de concebir
los aspectos que no serían tan positivos, quizá como consecuencia de su formación
filosófica.

Entre estos elementos desfavorables, Smith reconoció el peligro de una especialización tan
marcada que hiciera que los trabajadores se convirtieras en autómatas llevado a cabo
actividades monótonas, lo que podía incidir de manera negativa en las habilidades
intelectuales de las personas.

Mercado
Para Smith, una vez que se obtenían los bienes producidos como consecuencia de la
división del trabajo, estos debían comercializarse por medio del intercambio. Smith
indicaba que, por naturaleza, los seres humanos buscamos un beneficio a raíz de nuestras
acciones.

En este sentido, según Smith todo aquel que produce un bien y lo entrega a otro, lo hace
con la intención de tener a cambio algo beneficioso para él. Además, Smith propuso que
este beneficio no sería cualquiera, sino que cada persona siempre va a buscar obtener el
beneficio más grande que sea posible.

Smith indicó que, como consecuencia de esto, los productores buscarían naturalmente
ofrecer los bienes mejor acabados y más útiles, producidos al menor precio posible.

Extendiendo esta acción a todos los productores, se tiene que el mercado se encontraría
repleto de bienes y que, de forma natural, el mismo mercado se equilibraría. Entonces, en
este escenario no tendría cabida el Estado ni sus regulaciones.

Para Smith el Estado solo debía defender a la nación contra amenazas externas, encargarse
de la construcción y mantenimiento de obras de uso común costosas para los privados,
administrar justicia y defender la propiedad privada.
Obras
Adam Smith produjo dos obras fundamentales, que han trascendido y han sido referencia
en el ámbito económico en distintas épocas. A continuación describiremos las
características más relevantes de cada una:

Teoría de los sentimientos morales


Este libro se publicó en 1759 y versa sobre la necesidad de crear juicios morales que están
basados en lo que él llamó un “orden natural” establecido en la sociedad.

En la creación de estos juicios participaba lo que Smith llamó “simpatía”, que es la


capacidad de relacionar la visión personal con la visión de alguien externo. Gracias a la
simpatía es posible crear ese orden natural, que para Smith resultaba infalible.

La riqueza de las naciones


Se publicó en 1776 y es el libro más importante de Adam Smith. En este toma como
referencia la evolución económica de naciones como los Países Bajos o Inglaterra, habla
del mercado, de la división del trabajo y la relación valor-trabajo que considera debe existir.

Según Smith, en la medida en que haya libertad individual, cada persona podrá beneficiar al
interés común —de una manera inintencionada—, logrando cumplir con las necesidades de
una sociedad gracias a la aplicación de un libre mercado y una libre competencia.

Aportes principales
Fundador intelectual del capitalismo

El capitalismo, como sistema económico fundamentado, no puede considerarse como


fundado por un hombre; desde el feudalismo se realizaban prácticas comerciales que
arrojaban señales de lo que sería el capitalismo siglos después.

No obstante, se considera que Adam Smith fue el primero en desarrollar teóricamente sus
mecanismos. Smith abordó los procesos económicos en todas las escalas posibles, y
permitió dilucidar cómo algunos métodos comerciales tenían la capacidad aumentar o
disminuir las riquezas de un individuo, una empresa o un Estado.

Con estas investigaciones, el economista escocés se permitió esbozar un esquema de orden


social basado en las relaciones comerciales y de producción que nacen de su pensamiento,
se comenzaron a ver practicadas durante la Revolución Industrial, y eventualmente
antagonizaron con las primeras ideas comunistas.
Teoría de los sentimientos morales
El primer trabajo de Smith, y el segundo en importancia detrás de La Riqueza de las
Naciones. Antes de profundizar en los sistemas económicos y las relaciones comerciales,
Smith desarrolló su propia concepción del hombre en sociedad.

Smith consideraba al hombre como un ser que vela por sus propios intereses por encima de
los demás. Sin embargo, es capaz de reconocer la necesidad de brindar o aceptar ayudar y
cooperación por parte de otros, siempre y cuando esto también reporte una maximización
en su retorno moral, espiritual o monetario.

Para Smith, la individualidad primaba sobre los valores colectivos, a nivel humano y
empresarial.

Para justificar cómo una sociedad así podía mantenerse funcional, Adam Smith recurría a la
presencia de una “mano invisible” que regulaba los fenómenos y comportamientos
humanos, subjetivando su pensamiento.

La Riqueza de las Naciones


Su obra de mayor importancia, de donde nacen y se desglosa todo su pensamiento
económico.

Las ideas presentadas por Smith fueron plasmadas de manera tal que por primera vez
pudieron ser comprendidas por cualquier persona, y así mejorar la noción general que se
tenía sobre el sistema económico clásico.

Smith estudió, mientras ocurría, el desarrollo industrial europeo. Su teoría sobre los
mecanismos de la economía clásica se mantendría fuerte hasta inicios del siglo XX, cuando
la Gran Depresión presionaría para un replanteamiento.

Consiguió adaptar los intereses individuales del hombre al campo empresarial, afirman que
al velar por lo propio, se garantiza un entorno colectivo provechoso.

En esta obra Smith desarrolla puntos individuales como la concepción del libre mercado, el
capital, la división del trabajo, etc. Son estos factores en sí mismos los que refuerzan la
importancia del pensamiento de su autor.

Libre mercado
Smith fue considerado un crítico del mercantilismo y el hermetismo económico, por lo que
buscó impulsar el libre mercado a través de sus conceptos y ejemplificaciones, en una
época en la que las naciones veían el comercio externo con cierto recelo.
La teoría económica de libre mercado propuesta por Adam Smith consistía en la
determinación de precios a los productos según su nivel de producción y consumo; así
como las leyes implícitas de la oferta y demanda.

El libre mercado propuesto por Smith se presenta abierto y sin la intervención ni


regulaciones de entidades estatales como el gobierno.

División del trabajo


Smith impulsó la especialización de tareas en el entorno laboral y comercial, no tanto para
la democratización de las condiciones de trabajo, sino para reducir los costos de
producción, creando una cadena de mecanismos sencillos que maximizarían la velocidad de
producción, y reduciría los riesgos. Este esbozo en la economía clásica se fortalecería con
el tiempo, generando estructuras que no funcionan sino bajo un sistema de división
jerárquico y vertical.

Fueron las bases de estos postulados los que luego enfrentarían al pensamiento económico
de Smith con ideas que busquen una mayor equidad económica.

Valor de uso y valor de cambio


Adam Smith matizó la valoración comercial de un producto según su potencial de
utilización y el tiempo de trabajo y esfuerzo que fue necesario para producirlo.

El economista trabajaba una ecuación abstracta de tiempo y esfuerzo para determinar el


valor que ese producto pudiese tener en el mercado.

Luego era enfrentado a la capacidad o potencial de uso que ese producto pudiese tener para
el hombre. Estos dos factores permitían tener una mejor noción del valor comercial de los
productos.

Producto Interno Bruto (PIB)


Desarrollado en su obra, La Riqueza de las Naciones, Smith decidió dejar de lado la
concepción nacional que existía en aquel entonces de medir las riquezas nacionales según
los depósitos y reservas de oro plata que se tenían, y dar paso a la clasificación según los
niveles internos de producción y comercio.

De este fundamento nace el esbozo de uno de los indicadores económicos más utilizados en
la sociedad actual: el PIB o Producto Interno Bruto, el cual engloba de forma general las
relaciones comerciales y de producción de un país, arrojando un aproximado de sus
ingresos como resultado de todo el comercio.

Referencias
Ashraf, N., Camerer, C. F., & Loewenstein, G. (2005). Adam Smith, Behavioral
Economist. Journal of Economic Perspectives, 131-145.

Blenman, J. (19 de Abril de 2017). Adam Smith: The Father of Economics. Obtenido de
Investopedia: investopedia.com

Campbell, T. (2007). Siete teorías de la sociedad. Catedra.

Carmona, J. L. (s.f.). La Ética de Adam Smith: Hacia un utilitarismo de la simpatía.

Fry, M. (2005). Adam Smith’s Legacy: His Place in the Development of Modern
Economics. Routledge.

https://www.lifeder.com/aportaciones-de-adam-smith/

Para Adam Smith hay dos clases sociales dentro de la fuerza de trabajo, los trabajadores
activos y los excedentes o parados, que mantienen el precio de la fuerza de trabajo en
niveles reducidos.

La riqueza, para Adam Smith, depende de la capacidad productiva de la industria que


produce bienes. Los servicios no crean riqueza. También desarrolla la teoría del valor,
según la cual: el valor es el precio de las cosas, es decir, el precio de las materias primas,
más el valor añadido por la fuerza de trabajo en su transformación. El precio de la fuerza de
trabajo es un precio justo, ya que responde a las leyes de la oferta y la demanda, y es lo que
el obrero necesita para sobrevivir, idea con la que justifica el modelo económico capitalista.

El mercado es el que, con medidas de compensación, pone el precio justo, por medio de
una mano invisible que vela por la justicia de los precios del mercado, los cuales siempre
tienden a estar lo más bajos posible. Además, según Adam Smith, los costes constantes no
varían con la escala.

Adam Smith justificará el reparto de la riqueza entre el proletariado y la burguesía porque


estas dos clases sociales son las que crean riqueza. Para Adam Smith, la acumulación de
capital se debe a las diferencias de trabajo en condiciones iguales, por eso la burguesía tiene
derecho a una mayor parte de la riqueza.
El Estado debe intervenir lo menos posible y dejar que las fuerzas de la oferta y la demanda
actúen libremente. Adam Smith explica, y justifica, cómo funciona el capitalismo.

http://enciclopedia.us.es/index.php/Adam_Smith

Teoría de la mano invisible


La mano invisible o conocida en lenguaje anglosajón como “the invisible hand” es una
idea metafórica de Adam Smith que se relaciona, en la economía, con la acción que tiene el
libre mercado de autorregularse. Aparece por primera vez en su obra “Los sentimientos
morales” y luego sería ampliada en su obra maestra “La riqueza de las naciones “.

De forma general esta idea de autorregulación del mercado, se establece como una de las
bases fundamentales de la ideología del liberalismo clásico, término que surge mucho
después gracias a los estudiosos de la materia, puesto que el mismo no aparece ni
dogmáticamente ni tácitamente en ningún de los escritos del economista escocés o de otros
escritores de la misma corriente.

En su escrito filosófico sobre los sentimientos morales, el escocés establece que, al


contrario de lo afirmado por Thomas Hobbes, las bases del comportamiento del hombre en
su entorno social no es precisamente egoísta, sino más bien corresponde a la formación de
la simpatía o empatía, en la que un individuo tiene la capacidad de colocarse en el lugar de
otro, sin tener ningún tipo de beneficios por ello. Así pues, este proceso empático en
conjunto con un egoísmo racional, conduciría de forma indirecta al bienestar común de la
sociedad, mediante un mecanismo denominado Mano Invisible.

Luego en su obra “La riqueza de las naciones”, el economista ahonda en este término,
quizás hasta se puede decir que lo modifica, ya que en este caso establece que dicho
proceso se muestra gracias a la competencia y a otros factores que tienen la capacidad de
distribuir eficientemente y equitativamente los recurso y los productos en la población,
contando únicamente con la autogestión del mercado.

Está teoría económica, en un principio filosófica, da a suponer que la acumulación de los


problemas sociales con respecto a las políticas económicas, serán solventados por la
actividad económica por sí misma, independiente de las acciones del Estado, ya que estas
acciones regulatorias serán compensadas por la mano invisible, otorgando un
ordenamiento social.

A pesar de que su tesis sentó el camino para incluir dentro del proceso socioeconómico la
cuestión moral, esta afirmación realizada por Adam Smith, no puede asegurar que las
riquezas sean distribuidas equitativamente en tanto no garantizaría el desarrollo económico
bajo el convenio moral de compensación por el esfuerzo realizado o por la capacidad del
individuo para poder realizarlo. Esto se debe a que una economía de mercado, solo
recompensa al individuo por las capacidades que tiene el mismo de generar cosas en tanto
otros la intención de pagar.

Derivado de esto último, se ha podido concluir que esta concepción evidencia el poco
conocimiento de Smith sobre el proceso que se genera dentro del mercado. Y que esta idea
sobre el mecanismo económico se fundamenta en el supuesto falso que la implementación
de este concepto dará origen a una inevitable economía eficaz y justa.

La riqueza de las naciones

Entre sus principales aspectos que estableces dichas diferencias está la crítica al sistema
mercantilista, corriente híbrida que se estaba desarrollando bajo los elementos económicos
que se venían presentando desde el siglo XI, es decir estaban más relacionados con los
imperios colonialistas que a la incipiente revolución industrial. El propio autor veía esta
serie de textos como una muestra parcial de una obra más compleja y profunda acerca de
Las principios generalizados de las leyes y de los gobiernos, abarcando temas
correspondientes a los movimientos revolucionarios que se daban a lugar en las diferentes
épocas y ciclos sociales, dicha obra siempre estuvo en sus planes pero jamás desarrollo
hasta el final.

Correspondiente al eje principal de desarrollo de la gran obra económica, la piedra angular


del bienestar de la sociedad se encuentra en la prosperidad económica, la cual se fortalece
mediante la división del trabajo y la libertad de un mercado competitivo. Siguiendo este
orden de ideas, Smith aclara que dicha división de trabajo, se va profundizando a la vez que
la extensión del mercado se va ampliando, en consecuencia también lo hace la
especialización del trabajo. Por otro lado, la libertad del marcado competitivo es vista como
la mejor manera en la que se debe realizar el proceso económico, enfatizando que las
contradicciones inducidas por las leyes del mercado serían en un futuro disipadas de
mediante lo que el mismo definió como “the invisible hand”.

Uno de los aspectos más resaltantes de la obra es la idea que el beneficio individual nos
lleva al bienestar colectivo, conocido este proceso como el mecanismo de la mano
invisible, en este sentido Adam Smith concluía que el ser humano se debe continuamente
por las acciones que realizan los demás individuos, y es errado pensar que dichas acciones
son producidas por la buena voluntad o la caridad, pues no son estas características las que
lleva al vendedor o comerciante a elaborar o comercializar su producto, sino es la
protección de sus intereses lo que condicionan su actividad. Adam Smith aseveran que este
concepto del bienestar individual no es el único mecanismo que debe afianzarse para los
procesos económicos, ya que si ese fuera el caso ningún tipo de negociaciones pudiese
concretarse, lo que el autor quería llevar a sus lectores, es la idea de que el interés personal
de cada individuo por satisfacer sus necesidades, enmarcado en un modelo económico libre
conduciría al beneficio del resto de individuos que conforman la sociedad, ya que el
hombre tiene la capacidad de empatizar con los intereses personales de sus compañeros por
lo que podría generarse un intercambio de mutuo beneficio.

Por esta razón realiza la siguiente frase “Dame lo que necesito y tendrás lo que deseas”,
englobando así, el reconocimiento de las necesidades y el egoísmo del otro con el
beneficio propio originando así la mejor manera de alcanzar el bienestar individual y
colectivo. El filósofo escocés recalca que la mayoría de dichas necesidades se satisficieran
mediante el intercambio, la compra y la venta.

El texto indica además una manera filosófica de ver la historia, en la cual la preferencia del
hombre por el intercambio se ha convertido en el impulsor del desarrollo de la humanidad,
esto se debe a que da la posibilidad de crear suficiente riqueza para la generar y acumular
capital con el cual se pone en práctica las divisiones del trabajo. Entonces las principales
bases para la prosperidad económica y consecuentemente el bienestar de la sociedad, serán
la empatía y la división del trabajo.

Los objetivos desarrollados en por Adam Smith en La riqueza de las naciones son: La
división del trabajo y el interés personal, el valor del trabajo y la moneda, los factores de
producción, la formación de los precios, la competencia y el mercado, distorsiones
causadas por el Estado, la renta y los ingresos, capital fijo y capital circulante, ingreso
bruto, ingreso neto y el papel de la moneda, el trabajo productivo, trabajo no productivo y
acumulación del capital, el interés, los usos del capital y el sistema económico de Smith, la
regulación del comercio y la ventaja absoluta, las cuatro etapas del desarrollo económico, la
responsabilidad del soberano.

Dentro de los aportes de mayor importancia que se pueden destacar de esta obra se
encuentra la visualización de relaciones conflictivas entre los empleados y los propietarios
de las fábricas, ya que los primeros no verían una adecuado remuneración salarial por la
mano de obra prestada.

Dentro del sistema comercial Smith realizaba dos diferencias en la definición de valor,
puesto que el la separó en dos distintos tipos, el valor de uso y el valor de cambio. El valor
de uso se refiere a la utilidad de un producto o bien, para la persona que lo usa, mientras
que el valor de cambio representa la capacidad para adquirir otros bienes. Para tener una
ilustración de estos conceptos podemos colocar el ejemplo del agua, ya que el agua tiene
poco valor de cambio pero un elevado valor de uso, otro ejemplo serían el diamante, pues
este tiene mucho valor de cambio pero no así de uso.
Entonces el economista concluyó erradamente que solamente existía un valor real para
todos los bienes o productos y este venía expresado en las actividades laborales, es decir en
el trabajo, es decir todo el esfuerzo que se necesita para llevar al mercado dicho producto y
para ahorrar en el intercambio del mismo por otro producto. En tanto el estableció que el
valor de real del bien en el mercado está compuesto por el pago salarial, los beneficios y la
renta.

El reconocido economista escocés en su tesis estableció una forma de acrecentar las


riquezas de una nación, describiendo el concepto de la división de trabajo, la misma se
constituye gracias a la especialización de actividades y a la cooperación de los esfuerzos
aplicados en distintas labores según la participación que tenga el trabajador en el proceso
productivo, cuya finalidad en aumentar la eficiencia. Se obtenían menores tiempos de
fabricación e incrementaba la productividad, consecuencia de que el trabajador no tenía que
moverse continuamente de lugar por lo que tampoco cambiaba de maquinaria; a su vez
disminuían los gastos para la compra de diversas maquinas puesto que el obrero no tenía
que utilizar todas las herramientas únicamente las que necesitaba para desempeñar su labor.

También estableció Smith que mediante esta metodología cada obrero podría desarrollar
más sus habilidades y capacidades en la actividad que realiza, aquellos obreros que se
especializaban en una tarea aumentaban la posibilidad de crear herramientas o maquinarias
que facilitaran o mejoraran dichas actividades diarias, por ende, concebía que los obreros
generalmente son los que desarrollan nuevos inventos, superando por crecer a los
ingenieros.

La teoría de la ventaja absoluta suscrita por Adam Smith, se sostiene en que cada nación se
debe enfocar en producir aquellos bienes para los cuales tenga una superioridad total, o
como el enunciado lo indica, posea una ventaja absoluta, la cual se evidencia mediante los
bajos costos de producción referente al trabajo a realizar, en comparación con el resto de
países. De esta manera, todas las naciones se verían beneficiadas en el comercio exterior y
por ende en el mercado interno. Este principio smithiano, en el cual el autor llevó la
división del trabajo a escala internacional, tiene consigo algunos aspectos débiles.

Bien lo aclara Smith cuando indica que el valor de un bien en el mercado interno de una
nación, proviene del trabajo realizado para su producción. Entonces si la mercancía que se
obtiene de un determinado proceso productivo pudiese tener un valor de venta mayor al
valor de la labor realizada para crearlo, las actividades que ocupan otros trabajos
productivos fuesen abandonas y se redirigieran a la actividad que obtiene mayores
ganancias, por lo que la oferta en este rubro aumentaría hasta que disminuyera el valor
trabajo que contiene la mercancía
Adam Smith considera que hay tres clases sociales fundamentales: 1º. La clase de los
terratenientes que vive de la renta; 2º. La que vive de los salarios y 3º. La clase capitalista
que vive de los beneficios. Adam Smith identifica a su manera la conciencia y los intereses
de estas tres clases sociales.

«Todo el producto anual de la tierra y el trabajo de cualquier país o, lo que viene a ser lo
mismo, el precio conjunto de dicho producto anual, se divide de un modo natural, como ya
se ha dicho, en tres partes: la renta de la tierra, los salarios del trabajo y los beneficios del
capital, constituyendo, por tanto, la renta de tres clases de la sociedad: la que vive de la
renta, la que vive de los salarios y la que vive de los beneficios. Estas son las tres grandes
clases originarias y principales de toda sociedad civilizada, de cuyas rentas se deriva, en
última instancia, la de cualquier otra clase. [...]»

Hablando de la clase de los rentistas, o sea, de los terratenientes, Adam Smith afirmaba: «
Es la única de las tres clases, que percibe su renta sin que le cueste trabajo ni desvelos, sino
que la percibe de una manera en cierto modo espontánea, independientemente de cualquier
plan o proyecto propio para adquirirla. Esa indolencia, consecuencia natural de una
situación tan cómoda y segura, no sólo convierte [a los miembros de esta clase] a menudo
en ignorantes, si no en incapaces para la meditación necesaria para prever y comprender los
efectos de cualquier reglamentación pública.

» El interés de la segunda clase, la que vive de los salarios, está tan vinculado con el interés
general de la sociedad como el de la primera. [...] Sin embargo, aun cuando el interés del
trabajador está íntimamente vinculado al de la sociedad, es incapaz de comprender ese
interés o de relacionarlo con el propio. Su condición no le deja tiempo suficiente para
recibir la información necesaria, y su educación y sus hábitos son tales que le incapacitan
para opinar, aun en el caso de estar totalmente informado. Por ello, en las cuestiones
públicas su opinión no se escucha ni considera, excepto en las ocasiones en que los
patronos fomentan, apoyan o promueven sus reclamaciones, no por defender los intereses
del trabajador, sino los suyos propios.

La tercera clase la constituyen los patronos, o sea, los que viven de beneficios. El capital
empleado con intención de obtener beneficios pone en movimiento la mayor parte del
trabajo útil en cualquier sociedad. Los planes y proyectos de aquellos que emplean el
capital regulan y dirigen las operaciones más importantes del trabajo, siendo el beneficio el
fin perseguido con todos aquellos planes y proyectos. [...] Dentro de esta clase, los
comerciantes y fabricantes son las dos categorías de personas que habitualmente emplean
los mayores capitales, y que con su riqueza atraen la mayor parte de la consideración de los
poderes públicos hacia sí. Como durante toda su vida están ocupados en hacer planes y
proyectos, frecuentemente tienen mayor agudeza y talento que la mayor parte de los
terratenientes. [...] Los intereses de los comerciantes que trafican en ciertos ramos del
comercio o de las manufacturas siempre son distintos de los generales, y muchas veces
totalmente opuestos. El interés del comerciante consiste siempre en ampliar el mercado y
reducir la competencia. La ampliación del mercado suele coincidir con el interés público,
pero la reducción de la competencia siempre está en contra de dicho interés, y sólo sirve
para que los comerciantes, al elevar los beneficios por encima de su nivel natural,
impongan, en beneficio propio, una contribución absurda sobre el resto de los ciudadanos.
Cualquier propuesta de una nueva ley o reglamentación del comercio que provenga de esta
clase deberá analizarse siempre con gran precaución, y nunca deberá adoptarse sino
después de un largo y cuidadoso examen, efectuado no sólo con la atención más
escrupulosa sino con total desconfianza, pues viene de una clase de gente cuyos intereses
no suelen coincidir exactamente con los de la comunidad y que tienden a defraudarla y a
oprimirla, como ha demostrado la experiencia en muchas ocasiones.» [5]

También encontramos en Adam Smith otros juicios que producen urticaria a los
gobernantes y a los ideólogos que reivindican su herencia: «Nuestros comerciantes se
quejan con frecuencia de los altos salarios del trabajo británico como la causa de que sus
manufacturas no se vendan tan baratas en los mercados foráneos, pero no dicen nada de los
altos beneficios del capital. Se quejan de las generosas ganancias de otra gente, pero no
dicen nada de las propias. No obstante, los altos beneficios del capital británico pueden
contribuir a elevar el precio de las manufacturas británicas, tanto, y en algunos casos quizá
más, que los altos salarios del trabajo.» [6]

Esta declaración es una verdadera herejía para los patronos que adjudican a los costes
salariales —siempre demasiados altos para su gusto— la responsabilidad de la inflación y
de la falta de competitividad.

Estos elementos, tan esenciales en el pensamiento de Adam Smith (o incluso más) que la
famosa mano invisible (que sólo menciona tres veces en su obra), son sistemáticamente
pasados por alto por el pensamiento económico dominante. [7]

Una de las diferencias fundamentales entre Adam Smith y Karl Marx es que el primero, si
bien era conciente de la explotación del obrero por el patrono, apoyaba a los patronos
mientras que el segundo estaba por la emancipación de los obreros.

valecido hasta esa época.

Adam Smith fue uno de los primeros autores que abordó el tema, con seriedad, para
encontrar nuevas claves al problema. En su célebre Riqueza de las Naciones postuló que las
sociedades modernas se estructuraban alrededor de tres grandes órdenes o divisiones
sociales principales, caracterizados según su fuente de Ingresos: los terratenietes, que
usufructuaban de la Renta, los capitalistas, que vivían de las Ganancias y los asalariados,
que obtenían su sustento vendiendo -o más propiamente alquilando- su Trabajo a los
demás. Sobre esta idea varios autores, andando el Tiempo, realizaron desarrollos de diversa
orientación. Saint Simon habló así de una "clase industrial" que englobaba tanto a
capitalistas como a obreros y Marx, aceptando en principio la idea smithiana, trató de
reducir las clases del Capitalismo a dos, la burguesía y el proletariado, opuestas
frontalmente entre sí, que iban dejando de lado a los terraterientes como a un resabio del
feudalismo condenado a desaparecer

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